AbrilPareja de cómodas, ca. 1830

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La pieza del mes…
Pareja de cómodas, ca.1830
Sala XVII (Gabinete de Larra)
Marzo 2012
Antonio José Granados Nieto
Profesor de "Historia de Madrid y su patrimonio histórico-artístico"
Universidad Autónoma de Madrid
Índice
1. Ficha técnica.
2. Importancia de la cómoda durante los siglos XVIII y XIX.
3. Influencias foráneas, aportaciones singulares y elementos
estructurales y decorativos de las piezas.
3.1. Demanda de muebles de calidad durante y después de la
Guerra de la Independencia española.
3.2. El mobiliario de tipo burgués.
4. Los talleres artesanales a principios del siglo XIX.
4.1. Técnicas artesanales.
5. La cómoda en su contexto: reconstrucción del espacio.
6. Utilidad, comodidad, lujo y ostentación.
2
1. Ficha técnica
Pareja de cómodas.
Madera de pino, chapas de madera de caoba americana, metal, pan de oro,
mármol blanco.
Ensamblaje de caja y espiga, chapeado, tallado, torneado, dorado, fundido.
113 cm. (altura); 139 cm. (anchura); 70 cm. (profundidad)
Estilo fernandino
ca.1830
Mallorca (Baleares)
Inv. CE 7481 y CE 7482
3
2. Importancia de la cómoda durante los siglos XVIII y XIX
El siglo XIX comienza en España con un tipo de mobiliario que se caracteriza por
inspirarse directamente en modelos franceses surgidos en el ámbito del Imperio
napoleónico. Los grandes ebanistas y diseñadores relacionados con los reyes de
Francia habían conseguido que sus creaciones fueran el modelo a imitar en
algunos países de la vieja Europa. La nueva centuria empezará, pues, con un
mueble afrancesado cuyo destino es formar parte de la decoración de las más
diversas estancias nobles. Con el paso del tiempo, el estilo fernandino –sobrio,
elegante, símbolo de una nueva forma de vida– transformará la apariencia de los
objetos y convivirá, ya en el reinado de Isabel II, con muebles y otras piezas que
reinterpretan los diseños del siglo XVIII. Los ejemplares que a continuación vamos
a estudiar son buen ejemplo de ello.
Taller mallorquín
Cómoda
Ensamblado, chapeado, tallado, torneado y dorado /
madera de pino y caoba, pan de oro, metal y mármol.
ca. 1830
Inv. CE7481
Museo del Romanticismo
Sala XVII (Gabinete de Larra)
La cómoda es una de las tipologías de mayor trascendencia en los siglos XVIII y
XIX. Es posible relacionar esta con los viejos baúles y arcas que se venían
utilizando tradicionalmente para almacenar la ropa. En ocasiones, las cómodas
sustituyeron a las arcas, pero esto es algo que casi afectó en exclusiva a los
grupos privilegiados de la sociedad. Baúles y arcones de todo tipo siguieron
utilizándose por los más desfavorecidos, pues su precio era menor y presentaban
un carácter multifuncional.
Por otra parte, la cómoda se desarrolló plenamente en Francia, proceso que
comenzó en el reinado de Luis XIV y que se afianzó en el Siglo de las Luces.
Posiblemente, las cajonerías de estilo barroco tuvieron mucho que ver con el
origen de la tipología. El término “cómoda” no puede desvincularse de algunos
conceptos que fueron asentándose sólidamente en Francia y España en el siglo
XVIII y que, en el caso español, van a heredarse por la creciente burguesía –por
aquella burguesía que, por ejemplo, va a participar en los procesos de
desamortización– en el siglo XIX. Esos conceptos son deseo de lujo, ostentación,
utilidad, buen gusto. La propia palabra “confortabilidad” se corresponde con la
4
francesa confort. En español, confort según la RAE es aquello que produce
bienestar y comodidades1. Por tanto, es fácil descubrir que comodidad y cómoda
están íntimamente relacionadas. La cómoda cambió el concepto del mueble para
guardar. Ahora la ropa se va a depositar de forma ordenada, en diferentes
compartimentos o cajones. De esta forma, el arca pierde su favorecida posición en
el interior de las casas de los burgueses y pasa a situarse en habitaciones de
menor importancia. En el mundo ajeno a las ciudades, el arca va a seguir siendo
utilizada frecuentemente. Resumiendo, arcas y arcones no desaparecieron por
completo de las casas aristocráticas y burguesas en el XIX, sino que perdieron
categoría, al tiempo que pervivieron en las casas del pueblo llano y del mundo
rural.
Durante el reinado de Fernando VII, las cómodas se convierten en una de las
tipologías más habituales en las casas señoriales; muchas de ellas, habían sido
realizadas mediante hermosos chapeados en madera de caoba. Presentan un
número variable de cajones. Por lo general, dos de ellos se sitúan en el registro
superior. En el estilo fernandino, no es una excepción que todo el conjunto quede
perfectamente delimitado por dos columnas que confieren al mueble un carácter
más arquitectónico. Las guarniciones metálicas y las tallas doradas afectan a
determinados elementos: capiteles, basas y detalles puramente decorativos. Bien
es cierto que los diseñadores y ebanistas del Imperio y de época fernandina
apostaron por no recargar excesivamente sus muebles. Desde luego, aquel
momento no se caracterizó por el uso de la marquetería o de la combinación de
multitud de maderas en una misma pieza, sino por la valoración de la belleza de la
madera de caoba en su desnudez. Un buen ejemplo de esta desnudez es nuestra
pareja de cómodas. Son piezas de cuerpo prismático, con claro predominio de las
líneas rectas en planta y alzado. Esa rectitud de líneas se contrapone a aquellas
otros muebles que se habían hecho en el siglo XVIII y que jugaban con las curvas,
las contracurvas y las asimetrías. El Neoclasicismo y el Imperio, mirándose en el
mundo clásico, prefirieron quedarse con la rectitud de lo arquitectónico. La línea
recta es, por tanto, consecuencia de una vuelta al pasado, de la búsqueda de una
mayor solemnidad que le otorga al mueble un carácter en armonía con los nuevos
gustos de los personajes de poder y con los importantes descubrimientos y
expediciones que se estaban llevando a cabo en ese momento. Nuestras cómodas
presentan un frente con tres cajones cada una de ellas. Los cajones, como
podemos observar en las imágenes, no presentan travesaños intermedios de
separación. Esto es algo importante porque permite que las vetas –o aguas– de
las chapas de madera2 no se vean en ningún momento interrumpidas y que, de
este modo, se desarrollen plenamente en el frente del mueble. Ya en la centuria
anterior se habían eliminado en ocasiones los travesaños intermedios entre los
cajones y, ahora, en el XIX, se profundiza en esta idea. Las cómodas muestran
columnas con fustes lisos, capiteles adornados con hojas de acanto y basas de
enorme sencillez. Casi siempre, las columnas que ornamentan este tipo de
ejemplares se inspiraron en los órdenes clásicos del arte grecorromano.
1
2
RAE, Diccionario de la lengua española, Madrid, Espasa Calpe, 2001, 22ª ed.
Palma de caoba.
5
Por último, todo el conjunto se levanta sobre una gran base, elemento que se da
con cierta asiduidad en el mobiliario imperio y fernandino y que podemos
constatar observando y estudiando otras piezas del período conservadas en el
Museo del Romanticismo. La base contiene un cajón y se levanta sobre cuatro pies
en forma de bola aplastada. Estos pies de bola se utilizan mucho, pero también es
posible encontrar un importante número de muebles fernandinos con pies en
forma de garra.
Por tanto, nos hallamos frente a unos ejemplares absolutamente característicos
del estilo. La estructura y los escasos elementos decorativos, así como la apuesta
por una belleza fundamentada en conceder al mueble un carácter sólido, a manera
de bloque compacto, prismático, son los puntos a tener en cuenta. Únicamente las
columnas y los dos caballos que podemos observar apoyados en la base adornan
las cómodas. Sobre ellas, se han colocado tableros de mármol blanco. En Francia –
en los siglos XVIII y XIX– se utilizaron extraordinarios mármoles en este tipo de
muebles. Sin duda, los talleres españoles, observando lo que se estaba realizando
en el seno de la ebanistería francesa, incorporaron nuevos materiales a su
mobiliario.
En definitiva, estas piezas, que constituyen un modelo representativo del primer
tercio del siglo XIX, manifiestan un gusto por un tipo de mobiliario solemne, de
gran tamaño, asistido por elementos geométricos de gran simplicidad. A todo ello
se adecua la madera de caoba que se trabaja, a pesar de su dureza, con relativa
facilidad. Las formas arquitectónicas sirvieron para hallar un correcto equilibrio de
los volúmenes, más la introducción de algunos elementos escultóricos –sobre todo
en los bronces y en la madera tallada– permitió dotar al mueble de una calidad
que va más allá de lo puramente artesanal. Se trata, pues, de objetos con
auténtico valor artístico.
6
3. Influencias foráneas, aportaciones
estructurales y decorativos de las piezas
singulares
y
elementos
La pareja de cómodas que presentamos responde al período del reinado de
Fernando VII (1814-1833). En estos años se desarrolla en España el estilo que es
conocido en el mundo del anticuariado y del mercado del arte como “Fernandino”,
es decir, la interpretación que los talleres españoles hicieron del estilo imperio
francés. A principios del siglo XIX, e incluso durante los años de la Guerra de la
Independencia, fueron llegando a nuestro país motivos estructurales y decorativos
característicos del Imperio. Algunos artistas franceses, como Percier y Fontaine,
habían sido claves en la creación y consolidación del nuevo estilo que fue
transformando, en buena medida, diferentes piezas de artes decorativas. En aquel
momento se asistió a una época de esplendor en la historia del mobiliario europeo,
realizándose ejemplares de altísima calidad. Sin embargo, no es necesario esperar
al año 1808, al nombramiento de José I, hermano mayor de Napoleón, para
encontrar obras de estilo imperio –relacionadas con la ebanistería en España. En
esta dirección, es obligado señalar cómo ya podemos observar elementos propios
del Imperio en la Casa del Labrador de Aranjuez; sólo citar el célebre Gabinete de
Platino, realizado en talleres parisinos en torno a 1805, es suficiente para darnos
cuenta de cómo el estilo imperio francés estaba llegando a España desde los
primeros años del XIX. Al respecto, Javier Jordán de Urríes acentúa que el “ornato
de ese pequeño gabinete, de unos doce metros cuadrados, con maderas finas,
bronces dorados, platino, espejos y pinturas, supuso la temprana introducción en
España de las últimas tendencias decorativas francesas, lo que habría de ser el
estilo Imperio (…)” 3. El Gabinete fue diseñado por Percier y Fontaine.
3
URRIES Y DE LA COLINA, J. J. DE, Carlos IV Mecenas y coleccionista, (cat. exp.), Madrid,
Patrimonio Nacional, 2009, p. 260.
7
3.1. DEMANDA DE MUEBLES DE CALIDAD DURANTE Y DESPUÉS DE LA
GUERRA DE LA INDEPENDENCIA ESPAÑOLA
Por otra parte, no podemos dejar de subrayar que la Guerra de la Independencia
no paralizó, ni mucho menos, la producción de objetos artísticos y, por tanto, se
siguieron realizando muebles de calidad. Sabemos que José Bonaparte y muchos
de los hombres vinculados a su gobierno apostaron desde un primer momento por
rodearse de un mobiliario de extraordinaria riqueza que, de alguna forma, sirviera
también para reflejar su poder 4. Para ello, y como había sido habitual a lo largo de
muy diferentes períodos históricos, detuvieron su mirada en el mundo clásico
grecorromano, en las posibilidades que los elementos del mundo antiguo
otorgaban a un mueble que debía mostrar los nuevos planteamientos del hermano
de Napoleón y de aquellos que le rodeaban. Estos personajes de élite fueron los
que empezaron a solicitar unos muebles que fueran iguales o semejantes a los que
había mandado realizar el propio Napoleón. Sin duda, la consolidación de estos
muebles, siempre en ámbitos cerrados, cortesanos y, posteriormente, vinculados a
una parte de la burguesía adinerada del XIX, no puede entenderse si no es a
través de las piezas que llegaron con José I. En aquel momento, se empezaron a
utilizar y a interpretar diferentes publicaciones, catálogos de ebanistería que
sirvieron para que el nuevo estilo y los procedimientos de ejecución de las piezas
fuesen asentándose más allá de las fronteras francesas. Entre esas publicaciones,
podemos señalar la Mesangère, que como dijo en su día el profesor Juan José
Junquera, es la “biblia” de los ebanistas del Imperio.
Con el paso del tiempo, Fernando VII regresó a España y, aunque pueda
resultarnos curioso después de los acontecimientos políticos y bélicos que se
habían dado, el monarca decide decorar una parte muy significativa de las
estancias de los Reales Sitios en estilo imperio español, por lo que el mobiliario
realizado en madera de caoba, con guarniciones de bronce o tallas estucadas y
doradas inundó los Palacios y las Casitas5 . Los muebles se dejaron seducir por
motivos ornamentales clásicos que, a veces, se combinaban hábilmente con otros
de origen egipcio: coronas de laurel, guirnaldas simétricas, liras, esfinges, cisnes,
águilas, columnas inspiradas en los órdenes griegos y romanos, etcétera.
4
5
En cuanto a este tema, sabemos de algunas obras importantes vinculadas al reinado de
José Bonaparte, como es el caso de una cama imperial con elementos decorativos como
cisnes. Al respecto, véase: JUNQUERA Y MATO, J. J., “Mobiliario en los siglos XVIII y XIX”,
en VV.AA., Mueble español. Estrado y dormitorio, (cat. exp.), Madrid, Dirección General de
Patrimonio Cultural de la Comunidad de Madrid, 1990, pp. 133-161.
Múltiples ejemplos de mobiliario imperio y fernandino, así como extraordinarios relojes y
porcelanas de la misma época, se conservan en el Palacio Real de Madrid, en el de Aranjuez
y en la Real Casa del Labrador. En esta última, pueden estudiarse sillas y banquetas estilo
imperio, realizadas en madera de caoba y con elementos ornamentales en bronce dorado a
oro molido. Esta combinación de caoba y dorados se asemeja a la de nuestra pareja de
cómodas.
8
Fernando VII, al matrimoniar con Doña María Cristina de Nápoles, emprendió una
ingente labor de decoración, mandando construir consolas, cómodas y otros tipos,
bajo los auspicios del nuevo estilo. Grandes ebanistas trabajando en talleres
españoles supieron transitar del Neoclasicismo del reinado de Carlos IV al Imperio,
como es el caso de Ángel Maeso, maestro del Taller Real. La verdad es que los
ebanistas nunca se limitaron en este tipo de piezas a copiar literalmente los
modelos franceses, sino que los interpretaron e hicieron aportaciones singulares.
Consola
Ensamblado, encolado, chapeado, tallado, recortado y ebonizado/ madera de pino, caoba y boj, y
mármol
1833-1840
Inv. CE7486
Museo del Romanticismo
Sala III (Antesalón)
9
3.2. EL MOBILIARIO DE TIPO BURGUÉS
Cómoda
Ensamblado, chapeado, marqueteado, cincelado y fundido /
madera de caoba y boj, bronce y latón.
1814-1833
Inv. CE0273
Museo del Romanticismo
No obstante, debemos tener en cuenta que una
cosa es el mobiliario fernandino destinado a los
palacios reales y otra muy distinta aquel que se
relaciona con otros grupos sociales. Este último es
más pobre y, en muchas ocasiones, sustituye los
bronces de calidad por madera tallada y dorada.
Tampoco podemos dejar de mencionar que, a lo largo del siglo del Romanticismo,
se confirma la introducción progresiva de algunas máquinas en los talleres, todo
ello debe entenderse como consecuencia de la industrialización. Con esto
queremos decir que, en muchas ocasiones, las guarniciones metálicas son ya
industriales. La creciente burguesía y la disminución de los costes de producción
hicieron posible que las cómodas –antes al alcance de muy pocos privilegiadosentraran en los hogares de algunos españoles. Además, los estilos imperio y
fernandino se adecuaron a la perfección a tipologías
propias del dormitorio. En este sentido, se realizaron
cómodas, espejos para vestirse, un amplísimo
repertorio de camas en forma de góndola6 o mobiliario
de asiento…
Taller español
Silla
Ensamblado, encolado, tallado, ebonizado y dorado /
madera de pino y caoba, estuco, pigmento y seda.
1814-1833
Inv. CE3524
Museo del Romanticismo
Sala III (Antesalón)
6
Estas camas presentan forma de barco (lit en bateau) y se caracterizan por unos
pronunciados pieceros y cabeceros que en muchas ocasiones tienen una altura igual o
similar. Para más información, véase: LUCIE-SMITH, E, Breve historia del mueble,
Barcelona, Ediciones del Serbal, 1988.
10
En otro orden, conocidas las fuentes de
inspiración del Imperio, encontramos un gusto
por buscar hermosas combinaciones cromáticas
mediante la utilización de materiales de muy
diversa naturaleza en una misma pieza. Los
contrastes
cromáticos
se
consiguieron
empleando chapas de madera, aplicaciones
metálicas,
mármoles,
etcétera.
Nuestras
cómodas presentan las columnas en caoba, a
juego con los chapeados que cubren la
superficie restante del mueble; sin embargo,
aunque
se
conservan
ejemplares
muy
parecidos, cuyos fustes columnarios han sido
realizados también en caoba, otros presentan
columnas en madera ebonizada –es decir, teñida
de negro–.
Mesa auxiliar
Ensamblado, encolado, chapeado, tallado, policromado y dorado /
madera de pino, caoba y boj, pigmento y hoja metálica.
1814-1833
Inv. CE2033
Museo del Romanticismo
Sala III (Antesalón)
4. Los talleres artesanales a principios del siglo XIX
Estos muebles también nos informan de los talleres de ebanistería que existían
en España en las primeras décadas del siglo XIX. Las piezas de mejor calidad
salieron de los Reales Talleres7 y de obradores vinculados a la corte. Sin embargo,
hubo otros establecimientos más pequeños que hicieron muebles más modestos y,
por tanto, fueron los encargados de que el estilo imperio se difundiera entre otros
grupos sociales. La pareja de cómodas se realizó en talleres de Mallorca, dato que
nos sirve para relacionar estos muebles con la larga tradición que ya existía en la
isla –desde el siglo XVIII– de mobiliario de calidad. Al respecto, mencionaremos
las cómodas en madera de palosanto con incrustaciones de pequeños filetes de
hueso y herrajes de plata, que aún, hoy en día, son enormemente valoradas en el
mercado del arte. Por tanto, en el XIX los obradores mallorquines siguieron
gozando de excelente prestigio.
En lo relativo a las materias primas –en nuestro caso, madera de caoba–, es
preciso subrayar cómo los talleres en primer lugar debían adquirir los diversos
materiales para proceder con posterioridad a la construcción de los muebles. Para
7
Para ampliar la información sobre estos talleres, véase: ECHALECU, J. M., “Los Talleres
Reales de Ebanistería, Bronces y Bordados”, Archivo Español de Arte, 1955, pp. 237-259, y
JUNQUERA Y MATO, J. J., op. cit., pp. 133-161.
11
los artesanos que elaboraron muebles de estilo imperio o fernandino fue
relativamente más fácil conseguir la materia prima, ya que, como hemos
apuntado, se trabajó muchas veces sólo con caoba para los chapeados. Se infiere
de aquí que la menor dificultad implicó la realización de un mayor número de
piezas.
No es excepcional que el taller se encontrara en el mismo edificio que ocupaba la
casa del maestro. Y hablar de maestros es hablar de un sistema de trabajo que
establecía una clara jerarquía. Maestros, oficiales y aprendices formaban parte de
un engranaje que debía funcionar a la perfección. Es la herencia del viejo y
todopoderoso sistema gremial8. Estos trabajadores contaban en el taller con un
amplio catálogo de herramientas con que llevar a término sus muebles. Las
herramientas básicas casi no cambiaron a lo largo del tiempo, hasta la llegada de
la industrialización y, desde luego, la incorporación de la maquinaria en los talleres
españoles del XIX fue muy lenta, debido a la tradición artesanal de los gremios.
Sierras, tornos, martillos, gubias, formones, buriles y bancos de trabajo fueron
comunes en las artes de la madera.
Llegados a este punto, y teniendo en cuenta el alto grado de especialización que
requiere la elaboración de estas cómodas, es lógico pensar que en ellas
intervienen diferentes profesionales. En esta dirección, María Paz Aguiló nos
informa de que, desde el siglo XVIII, “es usual (…) que un maestro reparta ciertos
trabajos con otros especializados en diferentes tratamientos”9. La estructura del
mueble –madera de pino en las dos cómodas– es obra de artesanos carpinterosensambladores, mientras que los chapeados con finas láminas de madera son obra
de especialistas en ebanistería. Los adornos metálicos se realizaban en los talleres
de bronce o de plata. En los muebles fernandinos, que tanto gustaron de los
detalles en madera dorada, también fue importante el trabajo de los doradores,
expertos en las técnicas de estucado, embolado y dorado10. Por último, algunos
operarios –oficiales o maestros– debían estar formados en los procedimientos de
barnizado de estos muebles. El barnizado con goma laca no era, desde luego, una
tarea fácil. Este barnizado, a brocha o a muñequilla, requería de una habilidad que
no estaba al alcance de todos.
Una vez escogido o realizado el diseño, se construía la estructura de la cómoda;
posteriormente, se procedía al chapeado. Las láminas u hojas de madera de caoba
se cortaban, siempre teniendo en cuenta la dirección de veta. A continuación, las
chapas se encolaban a la estructura de madera maciza; para ello se utilizaban
colas orgánicas que se calentaban en un hornillo. En este sentido, nos tenemos
que imaginar el taller de principios del siglo XIX como una “cocina” donde se
8
9
10
Para las cuestiones sociales y económicas concernientes a los gremios y, por tanto, a los
artesanos, se ha publicado un excelente trabajo con abundante documentación de archivo:
NIETO SÁNCHEZ, J. A., Artesanos y mercaderes: una historia social y económica de Madrid,
1450-1850), Fundamentos, Madrid, 2006.
AGUILÓ ALONSO, M. P., “Mobiliario en el siglo XVII”, en VV.AA., Mueble español. Estrado y
dormitorio, op. cit., p. 103.
Resulta especialmente interesante, para conocer los procesos vinculados a la obtención de
las láminas de oro y aquellos otros propios del arte del dorado, la monografía de QUINTO
ROMERO, M.L. DE, Los batihojas, artesanos del oro, Madrid, Editora Nacional, 1984.
12
preparaba todo tipo de recetas artesanas. En aquel tiempo, no existían prensas
como las actuales, sin embargo, disponían de útiles que les facilitaban el trabajo
de encolar, por ejemplo, los llamados martillos de chapear11. Concluido el trabajo
de chapeado, se procedía al acabado. La superficie se cepillaba suavemente y,
después, se barnizaba. En el siglo XIX podemos encontrar muebles barnizados a
brocha o a muñeca. El barniz a muñeca se disolvía, en diferentes porcentajes, en
alcohol. Se aplicaban varias capas hasta que la superficie quedaba como si se
hubiera colocado encima un cristal absolutamente liso. Si bien el barniz de goma
laca trabajado a muñequilla es algo característico del XIX, se siguió usando en la
primera mitad del XX y todavía en la actualidad se utiliza en el ámbito de la
restauración. Otros procedimientos que sólo vamos a mencionar en este trabajo
fueron los de dorado y los relativos al bronce.
5. La cómoda en su contexto: reconstrucción del espacio
La cómoda debe ser entendida no como un elemento aislado, sino como parte
substancial de un conjunto. Esto quiere decir que la decoración de interiores en el
siglo XIX es importante. La idea de establecer criterios a la hora de situar los
objetos en el espacio se había forjado en la centuria de la Ilustración, pero en
aquel tiempo había afectado sólo a determinados palacios. Ahora, sin embargo, se
constata una preocupación por la decoración en las viviendas de la alta burguesía.
Las dos cómodas, en función de los escasos elementos decorativos que presentan,
nos hacen pensar en un uso masculino. Tanto mujeres como hombres utilizaron
estas piezas para guardar parte de su ropa. Los dormitorios destinados a los
hombres mostraban un aspecto más sobrio. En ellos, la cómoda ocupó un lugar
preferente, pero no podemos dejar de señalar otros
objetos que del mismo modo formaron parte del
dormitorio: mesillas, grandes espejos para vestirse con
mayor comodidad, mobiliario de asiento, reclinatorios,
pinturas, etcétera.
Sillón
Ensamblado, tallado, torneado, dorado y cincelado /
madera, bronce, pigmento y seda.
1814-1833
Inv. CE7199
Museo del Romanticismo
11
Herramienta que podemos definir como martillo especial, con un saliente en forma de pala,
que se utiliza para extender correctamente la cola entre el macizo y las chapas de madera,
ejerciendo presión por parte del artesano. Todos estos trabajos requieren de cierta habilidad
manual y de un conocimiento alto de la profesión que sólo se lograba tras un largo período
de aprendizaje.
13
Es, además, la época de los entelados para cubrir las paredes. Los tejidos cada
vez van a ir tomando mayor relevancia, por lo que la decoración textil no sólo
irrumpirá en los Reales Sitios, en los palacios, sino que también lo hará en las
casas señoriales y burguesas. Por otra parte, los papeles pintados, relativamente
escasos en el XVIII, ahora constituyen otro elemento a tener en cuenta en la
decoración de los interiores. En síntesis, podemos decir que la cómoda se sitúa en
un espacio concreto y que se relaciona con toda una serie de objetos que están a
su alrededor y que, a veces, hablan un lenguaje análogo. Es posible que el
mobiliario de asiento, la pareja de cómodas y la cama compartan un mismo estilo
artístico y que se produzca, por tanto, un diálogo entre las diferentes piezas que
ocupan el espacio.
La cómoda es una tipología que permite
integrar otros objetos en el conjunto. Sobre su
tapa de mármol, por ejemplo, se colocaban
otros pequeños muebles, relojes o piezas de
porcelana.
La especialista Mónica Piera Miquel piensa
que “la apertura frontal en lugar de superior, le
permite cumplir la función de sustentante de
otros muebles u objetos”12 . Los relojes
adquieren en el siglo XIX una especial
notoriedad, algunos de ellos presentaban
maquinarias y cajas de excelente factura. Los
provenientes de Francia, a veces realizados en
bronce dorado, esmaltes y placas de porcelana,
con
iconografía
también
estilo
imperio,
alcanzaron importantes niveles de calidad y
llegaron a España, ya en el reinado de Carlos
IV. Patrimonio Nacional conserva algunos
ejemplares.
Taller de relojería francés
Reloj de sobremesa
Fundido, moldeado y dorado /
Bronce y porcelana.
Primer tercio del siglo XIX
Inv. CE7400
Museo del Romanticismo
Sala III (Antesalón)
12
Taller de relojería francés
Reloj de sobremesa
Fundido, moldeado, dorado y
cincelado /
bronce.
Primer tercio del siglo XIX
Inv. CE7088
Museo del Romanticismo
Sala III (Antesalón)
PIERA MIQUEL, M., “La cómoda y el tocador, muebles de prestigio en la sociedad catalana
del siglo XVIII”, Pedralbes: revista d´història moderna, núm. 25, 2005, pp. 259-282.
14
Incluso conocemos el nombre de uno de los máximos responsables de introducir
piezas francesas en España: François-Louis Godon. Amelia Aranda Huete señala
que en “varios documentos se refieren a él como comisionado del rey de España
(…)”13 .
Así, Godon proporcionó a la corte española una “gran cantidad de muebles,
relojes, joyas, piezas de porcelana, bronces (…)” 14. En las diferentes salas del
museo se muestran relojes imperio, cincelados, dorados, con materiales cerámicos
o alabastro, que son un buen ejemplo de lo que se estaba realizando en los
obradores del primer tercio del XIX
En cuanto a las porcelanas, cabe señalar que siempre fueron piezas muy
apreciadas, por lo que consolas y cómodas se convertirían en soportes ideales
para exhibirlas. Sobre ellas, se situarían vasos ornamentales de porcelana de
Sèvres, o de algún taller parisino influido por la Real Manufactura.
Porcelana “Viejo París”
Jarrón
Moldeado, multicocción, dorado y esmaltado /
porcelana, pigmento metálico y esmaltes.
Primera mitad del siglo XIX
Inv. CE0365/2
Museo del Romanticismo
Sala XI (Comedor)
A principios del XIX, el complejo fabril del Buen
Retiro15 estaba produciendo porcelanas afrancesadas de
buena calidad y, más tarde, ya en período de Fernando
VII, la Real Fábrica de La Moncloa haría lo mismo. En el
Museo del Romanticismo podemos disfrutar de una
colección de porcelanas de estilo imperio que ha de
servirnos para que el visitante conozca cómo eran estas
piezas. Los vasos ornamentales, modelos inspirados en
las ánforas de la Antigüedad, los dorados y los motivos
florales, los fondos de color y las cartelas son algunos elementos de un repertorio
que tuvo gran éxito en las diferentes manufacturas de pastas cerámicas. El museo
ofrece, pues, la posibilidad de ver tipos franceses de extraordinaria belleza. Es
altamente sugestivo imaginar las cómodas extraordinariamente aderezadas con
porcelanas españolas o de otros países europeos.
13
14
15
ARANDA HUETE, A., en URRIES Y DE LA COLINA, J. J. DE, op. cit., p. 248.
Ibid, p. 248.
En los talleres del complejo del Buen Retiro, no sólo se realizaron piezas en pastas
cerámicas, sino que también se llevaron a cabo numerosos piezas (tableros para consolas,
retablos) en el Real Laboratorio de Piedras Duras. Del mismo modo, se hicieron bronces de
calidad e incluso obras en marfil. Véase: VV.AA., Manufacturas Reales, Madrid, Patrimonio
Nacional, 1995, y VV.AA., Manufactura del Buen Retiro 1760-1808, (cat. exp.), Madrid,
Dirección General de Bellas Artes y Bienes Culturales, 1999.
15
Todo ello sería utilizado para mostrar la posición social y el buen gusto del
propietario.
Porcelana estilo francés
Jarrón
Moldeado, multicocción, dorado y esmaltado /
porcelana, pigmento y esmaltes.
1833-1840
Inv. CE0241/2
Museo del Romanticismo
Sala I (Vestíbulo)
16
6. Utilidad, comodidad, lujo y ostentación
Sala XVII (Gabinete de Larra)
Cuando la cómoda llegó por vez primera a España debió causar gran impacto. El
cambio de dinastía –el paso de lo Austrias a los Borbones– supuso una
transformación muy importante de la decoración de interiores, pues empezaron a
llegar tipologías y estilos franceses que, pasado el tiempo, en el siglo del
Romanticismo van a ser muy apreciados. El profesor Juan José Junquera nos
señala que en España, cuando llegaron las primeras cómodas, no sabían cómo
llamarlas: “No existía el nombre siquiera; por ello, a la muerte de Felipe V, en su
inventario se (les) califica, aún de bufetes (…)”16.
La cómoda se introduce en el ámbito cortesano español con la llegada de los
franceses y, en el siglo XIX, se adopta por una burguesía que demanda tipologías
mobiliarias que se acomoden a las nuevas necesidades de una parte de la
sociedad que cree en lujo. La cómoda es un tipo consolidado en la centuria
anterior, por lo que sólo tuvo que adecuarse al nuevo lenguaje del Imperio. Lujo y
utilidad son dos palabras que también definen el estilo. Y a este tenor, el mueble
presenta una serie de ventajas –ventajas que se ven más claras si las
comparamos con la de los antiguos baúles o arcas–. Mónica Piera Miquel indaga en
este sentido y llega a la siguiente conclusión: “La estructura con cajones
superpuestos permite ordenar y distribuir mejor las cosas (…). Por otro, su mayor
altura hace más cómodo su acceso, y su armazón ofrece compartimentos estancos
que protegen mejor del polvo (…)”17 . Es un mueble que sirve, fundamentalmente,
para guardar ropa, un mueble que fue utilizado por hombres y mujeres, en un
período en que, en el interior de las casas de los grupos de privilegio, hay muchas
veces una separación de los espacios en atención a los sexos. Es decir, tiene una
utilidad concreta: proporcionar bienestar y comodidad a sus propietarios.
Es necesario relacionar la cómoda con la moda en el vestir. Debemos pensar que
16
17
JUNQUERA Y MATO, J. J., op. cit., p. 138.
PIERA MIQUEL, M., op. cit. pp. 260 y 261.
17
en los cajones se situaron prendas que responden a los muy significativos cambios
que se produjeron a principios del siglo XIX. Aumentó considerablemente el
número de prendas que tenían los miembros de la burguesía. Esto es algo que
fácilmente podemos constatar en la iconografía de la época; sólo echar un vistazo
a la colección de pintura del Museo del Romanticismo es suficiente para darnos
cuenta de la “revolución” que se produce en este sentido. Por otra parte, también
se nos han conservado importantes piezas que, por ejemplo, podemos estudiar en
el Museo del Traje18 . El significativo cambio en la forma de vestir modificó las
costumbres tanto de los hombres como de las mujeres. Con brevedad, diremos
que la Revolución Francesa y, en nuestro caso, las consecuencias de la Guerra de
la Independencia cambiaron en buena medida la moda en la indumentaria. En la
cómoda se guardarían prendas de tamaño pequeño, como la ropa interior.
Recordaremos que en el siglo XIX la ropa interior cada vez fue adquiriendo más
importancia. Corsés, calzoncillos, zagalejos, miriñaques, etcétera, son parte del
repertorio de prendas más frecuentes. Sin duda, los dos muebles más importantes
para guardar el vestuario fueron las cómodas y los armarios. Por último, queremos
poner de manifiesto la especial significación que alcanza el tocador, una tipología
también emparentada con el mundo de la moda.
Tocador
Ensamblado, encolado, chapeado, tallado, ebonizado y dorado/
madera de peral y caoba, cristal y bronce.
1820-1825
Inv. CE0988
Museo del Romanticismo
Sala III (Antesalón)
El éxito que alcanzaron las cómodas en el
siglo del Romanticismo hizo que otros muebles
semejantes, tipologías para guardar objetos,
se hicieran un hueco en las casas burguesas;
así, algunos autores han relacionado la
cómoda con el entredós, también proveniente
de Francia (d`entre deux). La RAE nos define
el entredós de la siguiente forma: “Armario de
madera fina y de poca altura que suele colocarse en el lienzo de pared
comprendido entre dos balcones de una sala”19. Suele tener una o dos puertas en
el frente, un aspecto semejante al de la cómoda, pudiendo guardar objetos de
todo tipo. Fundamentalmente, su papel en el escenario de la sala es de carácter
decorativo.
Las cómodas no siempre ocuparon el espacio del dormitorio, en ocasiones se
clocaron en otras estancias de la casa. La categoría que adquirieron, la presencia
18
19
Sobre indumentaria en el siglo XIX, véanse: LEIRA SÁNCHEZ, A., “La moda en España
durante el siglo XVIII”, Indumenta, núm. 0, 2007, pp. 87-94 (esté artículo abarca un amplio
período cronológico hasta alcanzar las primeras décadas del XIX); y PENA GONZÁLEZ, P.,
“Indumentaria en España: el periodo isabelino (1830-1868)”, Indumenta, op. cit. pp. 95106.
RAE, op. cit.
18
de lujo que muchas de ellas conquistaron y la riqueza de los materiales –caoba,
ébano, bronces aplicados, etcétera– hicieron posible que entraran en los espacios
de representación. Se convierten así en un objeto básicamente de decoración,
cercano incluso a la escultura y que, arrimado a la pared, observa y es observado.
En el despacho, en el gabinete o en el salón, son testigos de los nuevos modos de
vida, de las nuevas formas de relacionarse socialmente, de una época en que las
reuniones en el ámbito privado se consolidan. Es, además, el período de las
tertulias vespertinas, tertulias que hallan sus orígenes en el siglo XVIII, pero que
ahora se extienden a los grupos burgueses y estos, los burgueses, rápidamente se
acostumbraron a las virtudes de este tipo de muebles. Sin embargo, no todos
gustaron del estilo fernandino al que pertenece nuestra pareja de cómodas, sino
que algunos siguieron decantándose por el Neoclasicismo Carlos IV, lo que nos
habla de la convivencia en las primeras décadas del siglo XIX de diferentes estilos
artísticos, estilos que reflejan formas de pensar, mentalidades heterogéneas. El
uso de mobiliario imperio o fernandino por parte de la nueva burguesía, tal vez,
pudo ser interpretado como cierta aproximación al gusto propio de los franceses.
Ese afrancesamiento del gusto no sería visto con buenos ojos por todos. Al fin y al
cabo, el Fernandino era consecuencia del Imperio, y el Imperio era Napoleón. El
especialista Javier Jordán de Urríes nos señala que “los arquitectos que más
frecuentaron la corte napoleónica, Charles Percier (…) y Pierre-François-Léonard
Fontaine (…), fueron los principales difusores del nuevo gusto, diseñando
interiores y mobiliario”20. Ellos publicaron a principios del XIX un repertorio de
diseños estilo imperio que recorrió buena parte de Europa. Este repertorio recibió
el nombre de Recueil de décorations intérieures, es decir, Informe sobre la
decoración de interiores21. Así pues, el uso de mobiliario imperio suponía la
aceptación de un estilo extranjero que poco tenía que ver con los muebles que
habían sido considerados tradicionalmente españoles. Por tanto, incluso podría
haber, en determinados casos puntuales, intención por parte de los propietarios de
estos muebles de mostrar afinidades ideológicas, culturales o artísticas, próximas
a las francesas.
20
21
URRIES Y DE LA COLINA, J. J. DE, op. cit., p. 260
Esta publicación constituye una de las obras más relevantes para el conocimiento del arte
oficial napoleónico aplicado a la arquitectura de interiores. Se trata de una colección de
láminas con detallados dibujos a línea inspirados en el mundo clásico. Entre los dibujos, se
encuentran las decoraciones del Gabinete de Platino de la Casa del Labrador de Aranjuez.
Véase: Ibid, p. 261.
19
Bibliografía:
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VV.AA, Summa Artis: Las Artes Decorativas en Europa, t. I, Madrid, Espasa
Calpe, 2000.
Coordinación Pieza del Mes: Mª Jesús Cabrera Bravo
Fotografías: Pablo Linés, Paola di Meglio
Diseño y maquetación: Álvaro Gómez González
NIPO: 551 – 11 – 002 – 2
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LA PIEZA DEL MES. CICLO 2012
Enero
Carolina Miguel Arroyo
EL RETRATO INFANTIL EN LA MINIATURA DEL MUSEO DEL ROMANTICISMO
Febrero
Mercedes Rodríguez Collado
MANTÓN DE MANILA, ca. 1880-1890
Marzo
Carmen Linés
Anónimo, CONSTITUCIÓN DE 1812, ca. 1820
Abril
Antonio Granados
PAREJA DE CÓMODAS, Gabinete de Larra, ca. 1830
Mayo
Luis Gordo Peláez
RUINAS DE SAN JUAN DE LOS REYES DE TOLEDO Y LA CAPILLA DE SANTA
QUITERIA, de Cecilio Pizarro, 1846
Junio
Mercedes Pasalodos
ROOMBOX TEATRINOS
Septiembre
Carmen Sanz Díaz
MEDALLA DE FRANCISCO MARTÍNEZ DE LA ROSA, de Eduardo
Fernández Pescador, 1862
Octubre
Isabel Ortega Fernández
INFANTE MUERTO, José Piquer y Duart, 1855
Noviembre
Laura González Vidales
ALFREDITO ROMEA Y DÍEZ, Antonio Mª Esquivel, ca. 1845
Diciembre
Paloma Dorado Pérez
CANCIÓN DE NAVIDAD DE CHARLES DICKENS: LA LITERATURA INFANTIL EN LA BIBLIOTECA
DEL MUSEO DEL ROMANTICISMO
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22
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