CONFERENCIA INAUGURAL Anomalías cerebrales en el trastorno por déficit de atención/hiperactividad: una revisión Katya Rubia, Analucía A. Alegría, Helen Brinson Objetivo. Revisar los hallazgos de los estudios con resonancia magnética en el trastorno por déficit de atención/hiperactividad (TDAH) infantil y adulto. Desarrollo. Dichos estudios han demostrado que el TDAH se caracteriza por la presencia de múltiples anomalías de carácter estructural y funcional, primordialmente en los circuitos frontoestriatales, pero también en los circuitos frontoparietotemporales, frontocerebelares e, incluso, frontolímbicos. Los datos aportados por los estudios longitudinales de resonancia magnética estructural demuestran que el TDAH se caracteriza por un retraso en la maduración estructural del cerebro. Esta conclusión se ve reforzada por los indicios indirectos ofrecidos por los estudios de cortes transversales, que indican la existencia de una inmadurez sustancial tanto en la función cerebral como en los patrones de conectividad estructural y funcional, indicios que, sin embargo, están pendientes de confirmar en estudios longitudinales. La alteración funcional de la corteza prefrontal ventrolateral parece estar más afectada en el TDAH que en otros trastornos pediátricos, y existen algunos indicios de anomalías distintivas en los ganglios basales. Un metaanálisis sobre los efectos de los estimulantes en la función cerebral demuestra que el mecanismo de acción agudo más congruente de los fármacos psicoestimulantes consiste en el aumento de la activación de la corteza prefrontal inferior y los ganglios basales. Los primeros intentos por utilizar los datos de los estudios de neuroimagen para elaborar clasificaciones diagnósticas individuales de los niños con TDAH a partir de técnicas de reconocimiento de patrones han cosechado resultados alentadores, pero todavía deben ser replicados por más centros y aparatos de resonancia magnética. Conclusiones. Durante los últimos 20 años, las técnicas de neuroimagen han perfilado los biomarcadores del TDAH, pero es necesario que nuevos estudios descubran la utilidad clínica de esa información, como el uso de tales técnicas como instrumento de clasificación diagnóstica y pronóstica individualizada o como terapia para revertir las anomalías de la función cerebral que han sido confirmadas durante los dos decenios anteriores. Palabras clave. Atomoxetina. Imágenes con tensor de difusión (DTI). Metilfenidato. Psicoestimulantes. Resonancia magnética funcional (RMf). Trastorno por déficit de atención/hiperactividad (TDAH). Introducción El trastorno por déficit de atención/hiperactividad (TDAH) se caracteriza por la manifestación de síntomas de inatención, hiperactividad e impulsividad inapropiados para la edad [1]. El TDAH es uno de los trastornos del neurodesarrollo más comunes, ya que afecta a entre el 3-8% de los niños en edad escolar, de los que el 65% de casos persiste en la edad adulta [2]. Los pacientes afectados presentan déficits en las funciones cognitivas superiores que son necesarias para las conductas dirigidas hacia el cumplimiento de metas u objetivos, las llamadas ‘funciones ejecutivas’, provocados por el desarrollo tardío de los circuitos frontoestriadoparietales y frontocerebelares [3]. Los déficits más habituales consisten en la inhibición de la respuesta motora, la atención sostenida y la memoria de trabajo [4,5], así como en la percepción del tiempo, en particular de la estima- www.neurologia.com Rev Neurol 2014; 58 (Supl 1): S3-S18 ción [6,7] y la previsión temporal, lo que se refleja en tareas con demora temporal y de juego [7]. Objetivos El TDAH es el trastorno del neurodesarrollo más estudiado con técnicas de imagen, por lo que las publicaciones sobre estudios estructurales y funcionales se cuentan por centenares. La presente revisión analiza los datos más sólidos relativos a los déficits estructurales, funcionales y de conectividad estructural y funcional del cerebro. Además, comprende los datos actualizados sobre la especificidad de los déficits cerebrales del TDAH respecto a otros trastornos psiquiátricos infantiles. Los efectos de los medicamentos psicoestimulantes y no estimulantes sobre la estructura y la función cerebral de los pacientes con TDAH también son objeto de exa- Department of Child & Adolescent Psychiatry. Institute of Psychiatry. King’s College. Londres, Reino Unido. Correspondencia: Prof. Katya Rubia. Department of Child Psychiatry/SGDP, P046. Institute of Psychiatry. 16 De Crespigny Park. London, SE5 8AF, United Kingdom. Fax: +44 207 8480866. E-mail: [email protected] Declaración de intereses: K.R. ha percibido honorarios en calidad de conferenciante de Lilly y Shire. Agradecimientos: K.R. ha recibido apoyo del National Institute of Health Research (NIHR), Biomedical Research Centre (BRC) for Mental Health at South London, de la Maudsley NHS Foundation Trust y del Institute of Psychiatry del King’s College de Londres. H.B. recibió apoyo posdoctoral a través de una beca concedida a K.R. por Action Medical Research. A.A.A. recibió un premio a la excelencia en el doctorado del Institute of Psychiatry. Aceptado tras revisión externa: 10.01.14. Cómo citar este artículo: Rubia K, Alegría AA, Brinson H. Anomalías cerebrales en el trastorno por déficit de atención/hiperactividad: una revisión. Rev Neurol 2014; 58 (Supl 1): S3-18. English version available at www.neurologia.com © 2014 Revista de Neurología S3 K. Rubia, et al men y análisis. Y, por último, se analizan las aplicaciones clínicas de las técnicas de neuroimagen. Entre ellas se cuenta el análisis multifactorial para el reconocimiento de patrones como herramienta para la clasificación diagnóstica individual del TDAH a partir de imágenes, y los métodos neuroterapéuticos, que buscan estimular las regiones cerebrales alteradas mediante neurofeedback o estimulación cerebral. Estudios con RM estructural La gran mayoría de los estudios con RM estructural (RMe) han recurrido a los análisis por región de interés (ROI) centrados en regiones escogidas a priori, normalmente con umbrales de significación seleccionados con relativa holgura. Los hallazgos más sólidos de un metaanálisis de estudios de ROI consistieron en menor volumen cerebral derecho y total que afectaba a varias regiones prefrontales, el vermis posterior inferior del cerebelo, el esplenio, el cuerpo calloso y el caudado derecho [8], resultados que también se han observado en estudios de RMe posteriores de mayor entidad [9-12]. Un grupo de estudios recientes de RMe de ROI también ha hallado anomalías en la sustancia gris o en el espesor de la corteza en regiones límbicas subcorticales, co­ mo la ínsula [13], la amígdala [14] y el tálamo [15]. Tales hallazgos de los metaanálisis de ROI confirman la idea de que los pacientes con TDAH sufren déficits en los circuitos frontoestriatales y frontocerebelares que intervienen en el desarrollo tardío de las funciones ejecutivas que se hallan alteradas en el trastorno [16]. Con todo, los estudios de ROI presentan un sesgo hacia las regiones escogidas a priori. Los estudios que abarcan todo el cerebro son más adecuados para descubrir las anomalías cerebrales más sólidas sin limitar innecesariamente el volumen de búsqueda. Se han publicado tres metaanálisis sobre los escasos estudios de RMe del cerebro entero realizados con morfometría vóxel en el marco del TDAH. Todos los estudios evidenciaron una reducción de la sustancia gris de los ganglios basales derechos en comparación con los controles sanos [17-19]. Asimismo, los déficits resultaron más pronunciados en los estudios pediátricos, y ninguno de los estudios en adultos mostró déficit alguno [18,19]. Dada la gran abundancia de conexiones entre los ganglios basales y las regiones frontales [16], un déficit primario en ellos acarrea alteraciones en los circuitos frontoestriatales, tal y como sucede en el TDAH [16]. Los resultados de estos metaanálisis concuerdan con los hallazgos de anomalías neuro- S4 químicas en el TDAH aportados por un metaanálisis de factura propia sobre estudios con tomografía por emisión de positrones (PET), donde se apreció una reducción del número de transportadores de la dopamina en los ganglios basales de los pacientes con TDAH que no habían recibido medicación alguna hasta el momento [20]. El único volumen de sustancia gris que aparecía potenciado en los pacientes con TDAH respecto a los controles se situaba en la precuña, un componente de la red por defecto –default mode network (DMN)– [18]. La DMN consiste en la coactivación intercorrelacionada del lóbulo frontal medio, la corteza cingulada anterior (CCA) y posterior (CCP), la precuña, y zonas parietales y temporales inferiores durante el reposo, que se atenúan paramétricamente en condiciones de carga cognitiva y que se cree que representan ‘confusión mental’. Los pacientes con TDAH presentan más lapsos de atención y desactivación atenuada de la DMN durante las tareas que demandan atención [21-23]. Así pues, el volumen agrandado de dicha región podría ser una consecuencia plástica del aumento de la activación de la DMN (es decir, de la disminución de la desactivación). En suma, los estudios de cortes transversales del cerebro entero señalan como anomalía más predominante en los pacientes con TDAH la reducción de la sustancia gris de los ganglios basales, con indicios adicionales de anomalías en la sustancia gris y alteraciones del espesor cortical en las regiones frontales, temporales y cerebelares aportados por los estudios de ROI. Se ha dicho que los niños con TDAH sufren un retraso en la maduración del cerebro debido a su relativa inmadurez en rasgos de conducta que declinan de modo natural con la edad, como son la impulsividad y la inatención, así como en las funciones cognitivas que están mediadas por el desarrollo tardío de los sistemas frontoestriatales y frontocerebelares [3]. Los pioneros estudios longitudinales del National Institute of Mental Health de los Estados Unidos aportaron pruebas directas de esta hipótesis en una comparación de 232 pacientes con TDAH y 232 controles sanos, que evidenció un retraso de 2 a 5 años en los valores máximos de espesor y superficie cortical, acumulándose el retraso más sustancial en las regiones frontales, temporales superiores y parietales [11,24]. Los estudios con imágenes por tensor de difusión (DTI) demuestran que los niños y adultos con TDAH no sólo presentan déficits en regiones cerebrales aisladas, sino en la conectividad de la sustancia blanca entre dichas regiones, sobre todo entre las conexiones frontoestriatales, frontoparietotem- www.neurologia.com Rev Neurol 2014; 58 (Supl 1): S3-S18 Conferencia inaugural porales y frontocerebelares [25-30], como también demuestra un reciente metaanálisis de nueve estudios con DTI que analizaron todo el cerebro [31]. Además, tales anomalías de los haces de sustancia blanca, reflejo de una mielinización deficiente o una escasa ramificación de los axones, se han relacionado con anomalías conductuales y cognitivas clínicamente relevantes [30,32]. En concordancia con la hipótesis del retraso de la maduración en el TDAH, un estudio detectó un desarrollo más lento de la sustancia blanca del núcleo caudado durante la adolescencia de jóvenes con TDAH que se normalizó al llegar a la edad adulta [33], mientras que otros dos estudios que analizaron diversos haces de sustancia blanca en ese mismo contexto del TDAH hallaron atenuación en casi todos ellos, y dado que la mayoría de los haces acaban presentando un desarrollo correcto tardío en la edad adulta media [34], los autores plantearon un posible retraso general de su desarrollo [35,36]. Estas conclusiones están pendientes de ser corroboradas en estudios longitudinales con DTI. Estudios de RM funcional Los estudios de resonancia magnética funcional (RMf ) han proporcionado pruebas congruentes de déficits frontoestriatales, frontoparietales y frontocerebelares en el TDAH durante la ejecución de tareas de control cognitivo, con algunos indicios emergentes de anomalías frontolímbicas en el contexto del procesamiento de recompensas. Un metaanálisis de 55 estudios de RMf del cerebro entero que analizaron funciones ejecutivas, memoria, tareas de recompensa y timing, integrado por 16 estudios de adultos y 39 estudios pediátricos que englobaron a 741 pacientes con TDAH y 801 sujetos control, constató en los pacientes con TDAH una hipoactivación significativa respecto a los controles en los circuitos ventrales bilaterales de la atención –corteza frontal inferior (CFI), ganglios basales– y predominantemente en los circuitos frontotemporoparietales del hemisferio derecho, incluidos la corteza prefrontal (CPF) dorsolateral/CFI, los ganglios basales, el tálamo, la CCA y el área motora suplementaria (AMS). Asimismo, se observó hiperactivación predominantemente en las regiones del modo por defecto, así como en las regiones visuales y somatomotoras [37]. Tres metaanálisis más se han centrado en dominios cognitivos específicos. El primero abarcó 21 estudios de RMf del cerebro entero (siete en adultos y 14 pediátricos) sobre inhibición cognitiva y motora en los que par- www.neurologia.com Rev Neurol 2014; 58 (Supl 1): S3-S18 ticiparon 287 pacientes con TDAH y 320 controles sanos, y evidenció una reducción en la activación de regiones inhibitorias clave situadas en la corteza prefrontal inferior (CFI) derecha, el AMS, la CCA, el estriado izquierdo y el tálamo derecho [38]. Cuando se distinguió entre las tareas de inhibición de la respuesta motora y de la interferencia, el AMS presentó una hipoactivación más acusada en la inhibición de la respuesta motora y la CCA en la inhi­ bición de la interferencia (Figs. 1a y 1b). Un metaanálisis de estudios centrados en tareas de atención que incluyó 13 estudios de RMf del cerebro entero mayoritariamente pediátricos con 171 pacientes con TDAH y 178 controles sanos halló hipoactivación en el circuito de atención dorsal del hemisferio derecho, que comprende la CPF dorsolateral derecha, la corteza parietal inferior derecha y las partes caudales de los ganglios basales y el tálamo. Asimismo, los pacientes con TDAH presentaban hiperactivación respecto a los controles en el cerebelo derecho y en la cuña izquierda, que presumiblemente compensaba la hipoactivación de la parte frontal del circuito de atención dorsal CPF dorsolateral-parietocerebelar [38] (Fig. 1c). Un metaanálisis de las funciones de timing en el TDAH que abarcó 11 estudios de RMf y 150 pacientes con TDAH frente a 145 controles evidenció en los primeros hipoactivación en la CFI izquierda, el lóbulo parietal inferior izquierdo y el cerebelo lateral derecho [22], todas ellas regiones clave de las funciones de timing [39]. El metaanálisis de timing demostró, además, un aumento de la activación en los pacientes con TDAH en las regiones del modo por defecto, la CCP y la precuña [22] (Fig. 1d). Un dato interesante es que las regiones cerebrales que aparecen hipoactivadas en el TDAH experimentan un aumento progresivo de la activación con la edad [3], lo que podría reflejar un retraso en el desarrollo de la función cerebral en los pacientes con TDAH. Los problemas con la desactivación de la DMN se han asociado con más lapsos de atención, tanto en el desarrollo normal como en el TDAH [23], y también podrían reflejar un retraso del desarrollo [3]. Tanto la desactivación problemática de la DMN contemporizada con la deficiente activación de áreas cerebrales que son relevantes para tareas cognitivas y cuya función se desarrolla progresivamente con la edad podrían ser consecuencia del retraso en el desarrollo de la función cerebral, y ambas se hallarían detrás del mal rendimiento de los pacientes con TDAH en tareas cognitivas de alto nivel que exigen atención. En resumen, los metaanálisis sobre estudios de RMf del cerebro entero en el TDAH demuestran S5 K. Rubia, et al Figura 1. Cuatro metaanálisis de estudios de resonancia magnética funcional de pacientes con trastorno por déficit de atención/hiperactividad (TDAH) sobre diferentes dominios cognitivos. Los metaanálisis revelaron hipoactivación en varios circuitos frontoestriatales y frontocerebelares disociados en los respectivos dominios cognitivos. a) En la inhibición de la respuesta motriz, los pacientes con TDAH manifiestan hipoactivación respecto a los controles sanos en la red de inhibición ventral derecha, que abarca la corteza frontal inferior derecha, el área motora suplementaria, los ganglios basales y el tálamo. Presentaban hiperactivación en el giro cingulado posterior [38]; b) Durante la inhibición de la interferencia, los pacientes con TDAH mostraban hipoactivación en la corteza frontal inferior derecha, la corteza cingulada anterior, los ganglios basales y el tálamo, e hiperactivación en el cingulado anterior ventral [38]; c) En el transcurso de tareas que demandaban atención, los pacientes con TDAH manifestaron menos activación que los controles sanos en la red dorsal derecha de la atención, que abarca la corteza prefrontal dorsolateral derecha, la parte posterior de los ganglios basales y el tálamo, el lóbulo parietal inferior y la precuña. En cambio, presentaron más activación que los controles en las regiones cerebelar y occipital [38]; d) Durante tareas de timing, los niños con TDAH presentaban hipoactivación en una red de timing localizada predominantemente en el hemisferio izquierdo y que engloba la corteza frontal inferior y el lóbulo parietal inferior izquierdos, así como el cerebelo derecho. Los pacientes con TDAH presentaron hiperactivación en una región del modo por defecto, la corteza cingulada posterior [22]. La hiperactivación de la corteza cingulada anterior y posterior también podría reflejar la reducción de la activación del circuito del modo por defecto en el TDAH respecto a los controles sanos. que los pacientes con dicho trastorno presentan déficits disociados durante diferentes dominios cognitivos en múltiples circuitos frontoestriadoparietales y frontocerebelares dorsales y ventrales, incluidas las redes CFI-CCA/AMS-estriadotalámicas en las funciones de control inhibitorias, las redes CPF dorsolateral derecha-parietoestriadocerebelares en las funciones de atención, y los circuitos CFIparietocerebelares izquierdos en las funciones de timing [22,37,38] (Fig. 1). Además, la mala activación relacionada con las tareas parece concurrir con la desactivación deficiente de la DMN, por lo que ambas, probablemente, estén detrás del rendimiento anormal observado en el TDAH. S6 Además de lo anterior, también se han observado anomalías durante el procesamiento de las recompensas. Un metaanálisis de ocho estudios de RMf que analizaron la anticipación de la recompensa en 340 pacientes con TDAH y controles sanos, la mayoría llevados a cabo con la misma tarea de anticipación de recompensa monetaria, demostraron una hipoactivación del estriado ventral en adultos y niños con TDAH en comparación con controles sanos con un tamaño de efecto medio [40]. Una salvedad importante es que los déficits del estriado ventral sólo se han observado en estudios con análisis de ROI. Futuros estudios a gran escala de RMf tendrán que confirmar la presencia de las www.neurologia.com Rev Neurol 2014; 58 (Supl 1): S3-S18 Conferencia inaugural Figura 2. Hiperactivación cerebral más coherente en adolescentes con trastorno por déficit de atención/hiperactividad tras una sola dosis clínica de psicoestimulante en comparación con la toma de un placebo o no tomar medicación. El aumento de la activación más coherente tuvo lugar en la corteza prefrontal inferior derecha (p < 0,005), seguido por el aumento en la corteza cingulada anterior ventral y el putamen (p < 0,05). En cambio, con el placebo se apreció un descenso significativo de la activación en la corteza cingulada anterior dorsal y el área motora suplementaria respecto a la medicación estimulante, efecto que también podría ser consecuencia del incremento de la desactivación de dichas regiones propiciado por la medicación [65]. anomalías en el estriado ventral con análisis del cerebro entero. Además de los déficits funcionales circunscritos a diversas regiones frontales, estriatales, temporoparietales y cerebelares concretas, los estudios de conectividad funcional han demostrado que los afectados por TDAH también presentan anomalías en la conectividad funcional entre dichas regiones, tanto en reposo como durante la ejecución de tareas cognitivas [41]. En estado de reposo, los niños con TDAH presentan una conectividad funcional reducida en la DMN, sobre todo entre la CCA y la CCP [42-45], así como en los circuitos frontoestriadotalámicos, frontotemporales y sensoriomotores [46-49]. Se ha observado una interesante disociación doble entre la conectividad funcional atenuada en el circuito corteza frontal orbital (CFO)-estriado ventral-límbico y la desregulación de la emoción, y entre anomalías de la conectividad funcional del circuito CPF dorsolateral-estriado-cíngulo-parietal y las funciones ejecutivas deficientes [50]. El deterioro de la conectividad funcional también se ha observado en niños y adultos con TDAH dentro de los circuitos frontoestriadocerebelares durante la ejecución de tareas cognitivas que implican atención sostenida [51], inhibición, estimación del tiempo [52-54], memoria de trabajo [55,56] y preparación de la respuesta [57]. Además, existen pruebas de una estrecha coherencia de la CPF dorsolateral con la DMN, y de una anticorrelación reducida entre ambas en relación con la mala atención, lo cual sugiere una conectividad más difusa entre las redes funcionales en el TDAH, en que la DMN interfiere durante los contextos que demandan atención y la señalización de la CPF dorsolateral no se ve lo bastante suprimida en relación con la actividad de la DMN [21,58]. Los resultados de estos estudios de conecti- www.neurologia.com Rev Neurol 2014; 58 (Supl 1): S3-S18 vidad funcional apuntan a la existencia de ‘redes’ funcionales de la DMN y corticoestriadotalámicas anómalas basadas en tareas que están escasamente anticorrelacionadas y que juntas contribuyen a los síntomas cognitivos y conductuales del TDAH. Da­ do que tanto la DMN como la conectividad funcional basada en tareas maduran progresivamente con la edad y están asociadas con la paulatina maduración cognitiva [3,59], la notable inmadurez de la conectividad funcional en dichas redes puede reflejar un retardo en la maduración funcional del cerebro. Esta hipótesis está avalada por un estudio de reconocimiento de patrones multifactorial que demostró que las anomalías de la conectividad funcional en estado de reposo que clasificaron a los adultos con TDAH respecto a los controles resultaban similares al patrón observado en personas más jóvenes con un desarrollo acorde con su edad [60]. Serán necesarios nuevos estudios longitudinales de RMf para corroborar esta hipótesis del retraso en la maduración de la función cerebral y las redes asociadas. Efectos de los medicamentos psicoestimulantes y no estimulantes en el cerebro con TDAH Los medicamentos psicoestimulantes, como el metilfenidato o las dexanfetaminas, constituyen el tratamiento de primera línea del TDAH, puesto que reducen la intensidad de los síntomas principales hasta en el 70% de los pacientes [61]. Varios estudios de RMf han querido ahondar en los efectos a corto y largo plazo de este tipo de medicamentos sobre la función del cerebro afectado por el TDAH. Diversos estudios de RMf de ROI y del cerebro entero dotados de un diseño adecuado (casos y controles, cruzado, aleatorizado, control con placebo) S7 K. Rubia, et al han examinado los efectos a corto plazo del metilfenidato sobre la función cerebral durante la ejecución de una serie de tareas cognitivas en pacientes con TDAH nunca antes tratados. La administración de una dosis aguda de metilfenidato en jóvenes con TDAH que no han recibido ninguna medicación o que la reciben de forma crónica aumenta y normaliza la hipoactivación de la CFI derecha o izquierda, así como de la CCA durante tareas de inhibición motora y de la interferencia [62-66], timing [6,65,67], procesamiento de errores [64] y atención sostenida [51], pero no tuvo efecto alguno durante pruebas de memoria de trabajo [68,69]. También se han observado efectos en el cerebelo en el curso de tareas de discriminación del tiempo [6], inhibición motora y de la interferencia [64-66] y atención [51], y en el estriado en tareas con recompensa [51] e inhibición de la respuesta [64-66,70]. Nuestro metaanálisis de los 14 estudios publicados sobre RMf del cerebro entero que analizaron los efectos de estimulantes sobre la función cerebral en el TDAH demostró que el efecto a corto plazo más sólido consiste en el aumento de la activación de la CFI/ínsula derechas, con efectos adicionales en el putamen cuando se selecciona un umbral más laxo de significancia [65] (Fig. 2). Algunos estudios han investigado los efectos a corto plazo de los estimulantes sobre la conectividad funcional y han comprobado que una dosis aguda de metilfenidato normalizaba los déficits de conectividad funcional en los circuitos frontoestriatales, frontoparietales y frontocerebelares durante la atención vigilante [51], en los circuitos frontoparietales durante el funcionamiento de la memoria de trabajo [55], en la conectividad entre la CCA ventral y la CPF lateral durante la ejecución de una tarea cognitiva del test de Stroop [54], y entre la amígdala y la CPF lateral [71] en el transcurso de una tarea de carácter emocional con dicho test. Sin embargo, poco se sabe sobre los efectos crónicos de los psicoestimulantes. En un ensayo clínico de 12 meses en el que se administraron estimulantes a niños con TDAH se observó la normalización de la hiperactivación (posiblemente compensatoria) del lóbulo de la ínsula y del putamen durante un proceso reorientador de la atención. Asimismo, se observó una tendencia a que la alteración de la CCA resultara más afectada en cinco pacientes no medicados que en nueve pacientes medicados crónicamente, lo que sugiere una mejora a largo plazo [72]. La administración de metilfenidato OROS durante tres meses normalizó la hipoactivación del estriado ventral y el tálamo durante el procesamiento de consecuencias con poca recompensa, pero no con mucha [73]. En adultos con TDAH, un ensayo S8 clínico de seis semanas que comparaba la medicación estimulante con placebo apreció un aumento de la activación en la CCA dorsal, la CPF dorsolateral, las cortezas premotora y parietal, el caudado, el tálamo y el cerebelo en el transcurso de la inhibición de la interferencia [74]. Nuestros análisis de metarregresión de estudios de RMf de atención e inhibición hallaron que la administración prolongada de estimulantes (entre seis meses y tres años) estaba asociada con la normalización de la actividad del caudado derecho durante tareas que exigían atención [38] y de la actividad de la CPF dorsolateral derecha durante tareas de timing [22]. En conclusión, los resultados de los metaanálisis apuntan a que el tratamiento a corto y a largo plazo con psicoestimulantes comportaría la estimulación de dos áreas alteradas clave en el TDAH: la CFI derecha y los ganglios basales. Por desgracia, no existen estudios longitudinales prospectivos acerca de los efectos a largo plazo de los estimulantes en la estructura cerebral. Con todo, comparaciones retrospectivas de pacientes con TDAH medicados y no medicados apuntan a que los medicados presentan un tamaño, volúmenes o morfología más normales que los no medicados en regiones cerebrales relevantes del TDAH, como la CCA derecha [75], la región anterior del núcleo pulvinar del tálamo [15], la región posterior del vermis inferior del cerebelo [76], la superficie lateral izquierda del cerebelo [77], los ganglios basales [78] y el cuerpo calloso [79]. Dos estudios que compararon de modo retrospectivo datos longitudinales hallaron más sustancia blanca normal [80] y un adelgazamiento cortical menos rápido en las regiones premotoras y parietales y del giro frontal inferior izquierdo en niños medicados desde hacía tiempo que en otros no medicados [81]. Pese a ello, también se han observado resultados negativos en estudios con un tamaño muestral relativamente pequeño [9,82]. Dos análisis de metarregresión analizaron estudios con morfometría vóxel que investigaron los efectos a largo plazo de la medicación. Ambos estudios constataron que la administración a largo plazo de medicación estimulante comportaba unos volúmenes de los ganglios basales más cercanos a la normalidad en el ámbito del TDAH [18,19]. En conclusión, los estudios de RMe y RMf apuntan, en general, a que la medicación estimulante podría ejercer un efecto neuroprotector en la estructura y función del cerebro. En cambio, los estudios que han investigado los efectos neuroquímicos no han aportado indicios tan positivos. Nuestro metaanálisis de estudios de PET, la mayoría con pacientes adultos con TDAH, evidenció que el tratamien- www.neurologia.com Rev Neurol 2014; 58 (Supl 1): S3-S18 Conferencia inaugural to prolongado con psicoestimulantes estaba asociado con niveles anormalmente altos de transportadores dopaminérgicos en el estriado, que parecían menos numerosos en los pacientes nunca tratados respecto a los controles sanos, lo cual sugiere la posible adaptación del cerebro a los psicoestimulantes [20]. Esto mismo se observó en un estudio intrasujeto en el que 10 adultos con TDAH fueron evaluados tras un año de haber finalizado el tratamiento crónico con psicoestimulantes [83]. Estos resultados de estimulación plástica a largo plazo del DAT con la medicación estimulante crónica podrían explicar la eficacia relativamente mala de la medicación estimulante a largo plazo [84]. Los estudios de imagen longitudinales y prospectivos de diseño aleatorizado y controlado con placebo se erigen como cruciales para confirmar esos hallazgos de efectos plásticos mediante comparaciones de cortes transversales de la estructura, la función y la neuroquímica del cerebro. Muy pocos estudios han analizado los efectos cerebrales del otro medicamento autorizado para el TDAH, la atomoxetina. En un estudio aleatorizado y controlado con placebo en niños que nunca fueron medicados, nuestro equipo halló efectos comunes de la atomoxetina y el metilfenidato en la estimulación de la activación de la CFI derecha durante la discriminación del tiempo y de la activación de la CFI bilateral durante la inhibición, cuya hipoactivación quedó, además, normalizada con ambos fármacos en los pacientes con TDAH receptores de placebo en comparación con los controles sanos [62,67]. Ambos fármacos llevaron, asimismo, a una hiperactivación frontoestriadotalámica compensatoria en niños con TDAH en el curso de tareas con la memoria de trabajo, y ambos desactivaron también la activación de la DMN [68]. También se observaron efectos específicos de cada fármaco: la atomoxetina estimuló y normalizó la hipoactivación de la CPF dorsolateral derecha durante el uso de la memoria de trabajo [68], y el metilfenidato aumentó la activación compensatoria en la CFI izquierda y los ganglios basales durante la ejecución de la respuesta y uno de los estados de la memoria de trabajo [68]. Asimismo, el metilfenidato ejerció efectos específicos sobre la activación del AMS inervada dopaminérgicamente durante la ejecución de respuestas motoras y la discriminación del tiempo [62,67]. Algunos estudios recientes de RMf han analizado los efectos crónicos de la atomoxetina. El único estudio piloto en adultos con TDAH demostró que seis semanas de tratamiento con atomoxetina aumentaban la activación en las ROI de la CPF dorsolateral, la corteza parietal y el cerebelo, pero www.neurologia.com Rev Neurol 2014; 58 (Supl 1): S3-S18 no en la CCA dorsal [85]. Un estudio comparativo de RMf con grupos paralelos en el que participaron 36 pacientes con TDAH halló una asociación compartida entre la mejora clínica al cabo de 6-8 semanas con ambos fármacos y reducciones en la activación de la corteza motora primaria bilateral. Sin embargo, también hubo discrepancias entre ambos fármacos en lo que concierne al giro frontal inferior derecho, la CCA/AMS izquierdas y la corteza CCP bilateral, cuya activación resultó potenciada con la atomoxetina y, por el contrario, reducida con el metilfenidato [86]. Por último, un análisis preliminar halló que la respuesta al metilfenidato crónico en siete adolescentes con TDAH estaba asociada con efectos de reducción estimulantes agudos en la homogeneidad regional parietal durante el reposo [87]. Serán necesarios estudios de gran potencia con métodos multifactoriales de reconocimiento de patrones que ofrezcan mejores estimaciones sobre si los déficits iniciales revelados por las imágenes permitirán predecir la respuesta a la medicación. En definitiva, tanto los psicoestimulantes como la atomoxetina parecen potenciar la activación de la CFI derecha, presumiblemente a través de su efecto similar sobre las catecolaminas en las regiones frontales del cerebro, aunque también parecen ejercer efectos propios de cada uno en otras regiones frontales y subcorticales. Con todo, desentrañar los efectos comunes y específicos de la atomo­ xetina requerirá nuevos estudios sobre la función del cerebro con TDAH. Especificidad de las anomalías cerebrales del TDAH respecto a otros trastornos infantiles La aplicabilidad clínica de las técnicas de neuroimagen depende de la definición de biomarcadores específicos de cada enfermedad que puedan facilitar el diagnóstico diferencial y las decisiones te­ rapéuticas diferenciales. La patología infantil que concurre más a menudo junto con el TDAH es el trastorno de la conducta/trastorno negativista desafiante. Pese a ello, apenas existen estudios de imagen que hayan tenido en cuenta el trastorno de la conducta/trastorno negativista desafiante y, por esa razón, la bibliografía de los estudios de neuroimagen sobre el TDAH no está exenta de la confusión provocada por dicha comorbilidad. Dos estudios de RM compararon los dos trastornos. El primero no halló diferencias específicas de cada trastorno en niños comórbidos con TDAH con y sin trastorno de la conducta, pero sí reducciones comunes en el volumen de las regiones posterior e inferior del ver- S9 K. Rubia, et al mis cerebelar [88]. El segundo observó en niños con trastorno de la conducta una reducción de la sustancia gris en varias regiones frontales y parietotemporales respecto a los niños con TDAH y los niños control, si bien los afectados por TDAH sólo presentaron un escaso déficit regional de sustancia gris en una región del lóbulo prefrontal precentral/ dorsolateral izquierdo en comparación con los controles. Ambos trastornos también manifestaron un déficit de sustancia gris en los giros precentral/dorsolateral izquierdos. No obstante, todos los análisis se efectuaron con umbrales no corregidos y los hallazgos correspondientes al TDAH no concordaron con la bibliografía previa [89]. Una serie de estudios de RMf de nuestro laboratorio comparó grupos bien diferenciados de niños con cocientes intelectuales similares que no habían recibido medicación alguna y que presentaban trastorno de la conducta solo o TDAH solo durante la ejecución de cinco tareas de funciones ejecutivas relevantes para el trastorno, a saber: respuesta e inhibición de la interferencia, atención sostenida, detección de saliencia y flexibilidad cognitiva. Pese a la ausencia de diferencias de rendimiento en cuatro de las cinco tareas, los pacientes con TDAH manifestaron una hipoactivación específica del trastorno en la CFI/CPF dorsolateral en comparación con los controles sanos y los pacientes con trastorno de la conducta [90-93]. Estos últimos, en cambio, manifestaron hipoactivación en las regiones paralímbicas en todas las tareas, incluido el lóbulo temporal durante la monitorización del rendimiento [93], la CPF ventromedial durante la recompensa [90] y las áreas límbicas durante la atención sostenida [90], lo cual concuerda con los sólidos indicios de que en el trastorno de la conducta operan déficits estructurales y funcionales del sistema paralímbico, que abarca la CFO ventromedial y las estructuras límbicas interconectadas que intervienen en la motivación y el control del afecto [4]. Dos estudios compararon niños con TDAH con y sin trastorno de la conducta y rasgos psicópatas, y constataron que el grupo comórbido sólo presentaba hipoactivación en la amígdala y conectividad reducida entre la amígdala y la CPF ventromedial en relación con el miedo [94] y, en cambio, hiperactivación de la misma CPF ventromedial durante errores de inversión penalizados [95]. Así pues, en los déficits del lóbulo prefrontal parecen existir disociaciones específicas de cada trastorno y relacionadas con los procesos en curso: los niños con TDAH presentan problemas consecuentes con el reclutamiento de los sistemas CPF dorsolateral/ CFI lateral en el contexto del control inhibitorio ejecutivo y de la atención ‘fríos’, mientras que los S10 niños con trastorno de la conducta presentan problemas con el reclutamiento de los sistemas CFO ventromediales-límbicos ‘calientes’ que intervienen en la motivación [4]. La hipoactivación específica del trastorno de la CFI en niños con TDAH también se ha observado al compararlos con niños con trastorno obsesivocompulsivo durante las tareas de inhibición y cambio de la respuesta motora [96,97]. A su vez, los pacientes obsesivos-compulsivos presentan anomalías comunes a los pacientes con TDAH en la CFO y la CPF dorsolateral [96,97]. En el transcurso de una tarea de saliencia, se observaron patrones de activación inversa con hipoactivación de la CCP y los ganglios basales en el TDAH respecto al trastorno obsesivo-compulsivo, trastorno que presentaba hiperactivación en dichas regiones en comparación con los controles y los niños con TDAH [97], lo cual concuerda con los indicios de disminución del procesamiento de saliencia en el TDAH y de su potenciación en el trastorno obsesivo-compulsivo. Si bien ningún estudio estructural ha comparado directamente el TDAH con el trastorno obsesivocompulsivo, dos metaanálisis de estudios con morfometría vóxel efectuados con cada trastorno evidenciaron anomalías diferenciales en los ganglios basales, cuya sustancia gris aparece reducida en el TDAH [18] y engrosada en el trastorno obsesivocompulsivo [98]. Dos estudios de RMe y otros tantos de RMf han comparado adolescentes con TDAH y trastorno del espectro autista. El primer estudio de RMe halló anomalías comunes en las regiones límbica y parietal, que, sin embargo, no perduraron tras la corrección para análisis múltiples [99]. Un estudio con análisis multifactorial de reconocimiento de patrones halló una especificidad relativamente alta, cercana al 80%, en la clasificación de los pacientes con TDAH respecto a los controles y los pacientes con trastorno del espectro autista, en función de los patrones cerebrales de los circuitos frontoestriadocerebelares laterales de desarrollo tardío para la clasificación de los controles sanos y de las regiones frontolímbicas ventromediales de desarrollo más temprano para la clasificación de los pacientes con TDAH [100]. Un estudio de RMf durante ejecución de tareas reveló una alteración común en las regiones CPF dorsolateral-estriadotalámicas y problemas igualmente comunes con la desactivación de la DMN en ambos trastornos durante una tarea de atención sostenida paramétrica. Los pacientes autistas, en cambio, presentaban presumiblemente una mayor activación compensatoria del cerebelo y una hipofunción no tan acusada de la CPF dorsola- www.neurologia.com Rev Neurol 2014; 58 (Supl 1): S3-S18 Conferencia inaugural teral que los afectados por TDAH, lo que podría explicar la ausencia de déficits en el desempeño de tareas que sólo se observaron en el TDAH [21]. Un estudio de RMf en reposo describió anomalías comunes en la centralidad de los circuitos de la precuña en ambos trastornos, pero aumentos específicos del TDAH en la centralidad de grados del pálido/estriado derecho respecto a los controles y trastorno del espectro autista, y, en cambio, incrementos específicos del trastorno del espectro autista en la centralidad de grados en zonas predominantemente temporolímbicas del hemisferio izquierdo, que son zonas habituales del procesamiento socioemocional que han demostrado estar afectadas con frecuencia en el trastorno del espectro autista [101]. Varios estudios de neuroimagen han comparado el TDAH con el trastorno bipolar. Dos estudios de RMe pediátricos hallaron asociaciones opuestas de volúmenes reducidos del caudado y el putamen en el caso del TDAH y de volúmenes agrandados del caudado, putamen, globo pálido y estriado ventral, así como otras anomalías límbicas en el trastorno bipolar [102,103]. El grupo comórbido, o bien no presentó afectación [102], o fue más similar al grupo de trastorno bipolar puro [103]. Dos estudios de RM con adultos hallaron que el TDAH puro estaba asociado con volúmenes reducidos de sustancia gris y menor espesor cortical en las regiones prefrontal, cingulado, parietotemporal y cerebelar, mientras que el trastorno bipolar puro apareció asociado con regiones prefrontales orbitales izquierdas más pequeñas, y regiones talámicas y parietotemporales derechas más grandes [104,105]. En ambos estudios, el trastorno comórbido mostró déficits combinados [104,105]. Un tercer estudio demostró que en el trastorno bipolar sólo estaba asociado al adelgazamiento en la CCA y CPF ventral media, si bien se observó un efecto de interacción entre ambos trastornos en el adelgazamiento de la CFO izquierda y la CCA subgenual [106]. Por último, un estudio con DTI que investigó las diferencias en ocho haces de fibras describió la reducción en siete haces de sustancia blanca en el TDAH, mientras que el trastorno bipolar presentaba anomalías comunes con el TDAH sólo en uno de los haces frontales de sustancia blanca, a saber, la corona radiada anterior y el esplenio, que conectan las regiones de la atención posteriores [35]. Los hallazgos apuntan a una inmadurez generalizada de los haces de sustancia blanca en el TDAH y a anomalías más específicas en los haces frontales y parietales de sustancia blanca en el trastorno bipolar. En conjunto, los estudios de RMe revelan ano­ malías más acusadas en zonas CFO-límbicas en el www.neurologia.com Rev Neurol 2014; 58 (Supl 1): S3-S18 trastorno bipolar y déficits frontoestriadoparietotemporales laterales más acusados en el TDAH, así como volúmenes dispares en los ganglios basales (agrandados en el trastorno bipolar y reducidos en el TDAH). Hallazgos similares se han observado en estudios de RMf. En el transcurso de tareas de inhibición, los niños con TDAH manifestaron una hipoactivación en comparación con el trastorno bipolar en regiones inhibitorias típicas de las regiones del IFG/CPF ventrolateral, CPF dorsolateral y temporoparietales, mientras que los niños con trastorno bipolar presentaron una menor activación occipital y poscentral que los afectados por TDAH [107]. Durante la ejecución de una tarea de Stroop emocional, los pacientes con TDAH presentaron hipoactivación de la CPF ventrolateral respecto a los controles sanos, mientras que los bipolares manifestaron un aumento de la activación de la CPF ventrolateral y la CCA respecto a los controles sanos y los niños con TDAH [107]. En una tarea afectiva de la memoria de trabajo 2-back, los pacientes bipolares presentaron hiperactivación en el caudado bilateral respecto a los afectados por TDAH frente a las caras felices, mientras que, frente a las caras enfadadas, el grupo bipolar mostró hiperactivación respecto al grupo con TDAH en áreas reguladoras de las emociones de la CFO medial izquierda y la CCA subgenual izquierda, mientras que el grupo con TDAH manifestó un aumento de la actividad en regiones de la memoria de trabajo de las funciones ejecutivas ‘frías’ situadas en la CPF dorsolateral y el AMS [108]. En conjunto, tanto las comparaciones estructurales como funcionales sugieren que la impulsividad emocional del trastorno bipolar no comórbido está asociada de forma más sistemática con anomalías CFO-límbicas, si bien la impulsividad cognitiva del TDAH parece estar asociada con anomalías ‘frías’ en los circuitos cognitivos de la CPF ventrolateral/CFI-estriadoparietales [109]. En conclusión, los estudios que han comparado el TDAH con otros trastornos son relativamente pocos y cuentan con muestras pequeñas. Existen indicios de que los pacientes con TDAH presentan alteraciones más acusadas en la CPF dorsolateral/ CFI lateral que los afectados por trastorno de la conducta, trastorno obsesivo-compulsivo [4], trastorno bipolar [109] y, posiblemente, trastorno del espectro autista [21]. Asimismo, existen indicios de que la estructura y la función de los ganglios basales pueden diferir en el TDAH respecto al trastorno bipolar y el trastorno obsesivo-compulsivo [18,97, 98,102,103,108]. Serán necesarios estudios comparativos entre grupos de pacientes afectados por di- S11 K. Rubia, et al chas comorbilidades y sin ellas de mayor tamaño muestral para definir biomarcadores funcionales y estructurales específicos de cada trastorno. Aplicación clínica de las técnicas de neuroimagen al TDAH Pese a los sólidos indicios de la presencia de déficits estructurales y funcionales, el TDAH sigue diagnosticándose exclusivamente mediante evaluaciones clínicas y escalas subjetivas, a menudo poco fiables. Los esfuerzos por encontrar biomarcadores de neuroimagen objetivos para el TDAH se han visto limitados por el uso de análisis estadísticos unifactoriales convencionales, en que los sujetos de ambos grupos se suelen solapar y los tamaños de los efectos son pequeños. En cambio, los análisis multifactoriales de patrones de los datos imaginológicos permiten hacer predicciones individualizadas (por ejemplo, de pertenencia a una clase) en contraposición a las inferencias de grupo, y se han aplicado con éxito en otros trastornos [110]. Hasta hoy pocos son los estudios de imagen que han empleado análisis multifactoriales para el reconocimiento de patrones como instrumento de clasificación de los pacientes con TDAH. Recientemente se han presentado varias estrategias clasificatorias a un concurso abierto para aplicar métodos multifactoriales a un conjunto de datos anatómicos y funcionales en estado de reposo procedentes de 285 niños y adolescentes con TDAH y 491 controles sanos atendidos en varios centros médicos (Consortium TDAH-200; http://fcon_1000.projects. nitrc.org/indi/adhd200/) [111-114]. Los valores de precisión resultantes de la validación cruzada interna oscilaron entre el 55 y el 78% [114]. Pocos estudios recientes han utilizado modelos de clasificación probabilísticos, como los procesos gaussianos para clasificación, que proporcionan estimaciones de incertidumbre predictiva y pueden adaptarse a marcos diagnósticos desequilibrados o variaciones en la prevalencia de la enfermedad, elementos esenciales para las aplicaciones clínicas [115, 116]. Tres estudios de nuestro laboratorio aplicaron los procesos gaussianos para clasificación a datos imaginológicos estructurales y funcionales de adolescentes con TDAH que demostraron una precisión global de la clasificación relativamente alta, del 75-80%, con grupos relativamente pequeños de 20 a 33 pacientes [100,117,118]. Es interesante destacar que en todos los estudios los patrones estructurales y funcionales cerebrales que clasificaron a los sujetos como controles estaban localizados en los cir- S12 cuitos frontoestriadoparietocerebelares laterales de desarrollo tardío, mientras que los patrones clasificatorios del TDAH estaban situados en regiones límbicas y prefrontrales ventromediales de desarrollo más temprano [100,117,118]. Un dato importante es que uno de los estudios demostró que la precisión de la clasificación era específica del trastorno en comparación con los adolescentes autistas [100], hecho que es crucial para el posible uso de las técnicas de neuroimagen como ayuda para el diagnóstico ‘diferencial’ en el futuro. Otro estudio reciente empleó un algoritmo de agrupamiento semisupervisado basado en los patrones espaciales de variación de las superficies morfológicas de numerosas regiones corticales y subcorticales del cerebro para emitir un diagnóstico específico del trastorno que obtuvo una precisión bastante alta, de casi el 90%, en jóvenes con TDAH respecto al síndrome de Gilles de la Tourette [119]. Dichos estudios constituyen un primer paso alentador hacia el uso translacional de las técnicas de neuroimagen como herramienta de diagnóstico diferencial. Nuevos estudios tendrán que analizar si los algoritmos de clasificación son estables con diferentes poblaciones de pacientes, países y aparatos de RM, así como su capacidad para clasificar los subgrupos de TDAH y determinar la clasificación específica del trastorno. Es probable que los algoritmos de clasificación basados en imágenes no puedan sustituir la valoración y el diagnóstico clínicos, pero podrían convertirse en herramientas diagnósticas complementarias útiles por su objetividad, automatización y fiabilidad, propiedades que podrían reducir la variabilidad en la práctica clínica y, en última instancia, mejorar la exactitud del diagnóstico. También tienen posibilidades de facilitar el pronóstico de la enfermedad o la elección del tratamiento. Discusión Durante los últimos 20 años, las técnicas de neuroimagen han mejorado de manera notable nuestros conocimientos sobre la neurobiología del TDAH; han demostrado que dicho trastorno está asociado, principalmente, con alteraciones morfológicas, funcionales y de la conectividad de varios circuitos frontoestriadoparietales y frontocerebelares que intervienen en las funciones ejecutivas ‘frías’, como el sistema de control cognitivo fronto-CCA/AMS-estriadotalámico ventral, los sistemas de atención frontoestriadotalamoparietocerebelares dorsal y ventral, y los circuitos de timing frontoestriadoparietocerebelares ventrales. Además, los niños con TDAH www.neurologia.com Rev Neurol 2014; 58 (Supl 1): S3-S18 Conferencia inaugural sufren déficits estructurales, funcionales y de conectividad en los sistemas de la DMN que no parecen quedar bien desactivados durante la ejecución de las tareas, y que, por tanto, interfieren con los sistemas cognitivos positivos para su desempeño, provocando la alteración de las funciones ejecutivas. Por otra parte, existen indicios crecientes de anomalías CFO-límbicas en el contexto del procesamiento de las recompensas, con la implicación particular del estriado ventral, aunque dichos hallazgos restan pendientes de confirmar en estudios de imagen de mayor escala, dado que los realizados hasta la fecha se cimentan en análisis de ROI y no escapan a la interferencia provocada en muchos casos por un trastorno de la conducta concurrente. Los estudios estructurales aportan pruebas de un retraso en la maduración normal del cerebro y apuntan a que ese retraso también sería extensible a su función y su conectividad estructural y funcional. Los estudios que pretenden responder a la pregunta clínicamente relevante de qué nivel de especificidad poseen los biomarcadores imaginológicos del TDAH están en pañales, pero sus resultados señalan hacia el reclutamiento disminuido del área prefrontal ventral como un rasgo específico frente al trastorno de la conducta, el trastorno obsesivo-compulsivo y el trastorno bipolar [4,109], así como a los déficits diferenciales en los ganglios basales frente a los trastornos obsesivo-compulsivo y bipolar [18,109]. Los estudios de RMf en pacientes con TDAH demuestran que el mecanismo de acción de los psicoestimulantes más congruente consiste en la potenciación y la normalización de la activación de la CFI y los ganglios basales. Por su parte, los primeros estudios acerca de los efectos de la atomoxetina sobre la función cerebral acaban de aparecer, pero los efectos a corto plazo en los sistemas prefrontales guardan semejanza con los de los fármacos psicoestimulantes. Algunos indicios aportados por comparaciones retrospectivas apuntan a efectos plásticos prolongados de la medicación sobre la estructura, la función y la neuroquímica del cerebro, aunque tales efectos están pendientes de confirmar por ensayos prospectivos con diseño controlado y aleatorizado. Serán necesarios estudios con PET para investigar las anomalías de los neurotransmisores en el marco del TDAH, que, aparte del consabido sistema dopaminérgico, incluyan los sistemas de la serotonina, noradrenalina, glutamato y ácido gamma aminobutírico, con especial hincapié en la interacción de estos últimos con el sistema dopaminérgico alterado. La bibliografía neuroimaginológica del TDAH adolece de muestras de conveniencia relativamente pequeñas que a menudo no son representativas, del www.neurologia.com Rev Neurol 2014; 58 (Supl 1): S3-S18 uso del análisis de ROI y de umbrales sin corrección laxos, así como de la presencia de comorbilidades incontroladas, como el trastorno de la conducta o el trastorno negativista desafiante. Los estudios en adultos no escapan a los factores de confusión encarnados por la comorbilidad por trastornos afectivos secundarios y el sesgo de evaluación de los centros médicos, que deja escapar los casos que remiten. La mayoría de los estudios de imagen se han llevado a cabo con pacientes que reciben medicación desde hace mucho tiempo, lo que, como se ha dicho, repercute en la estructura y la función, y supone, por tanto, un factor de confusión crucial. Ante la alteración que provocan los efectos de cohorte y el sesgo de evaluación en los estudios de cortes transversales, se precisan con urgencia estudios longitudinales, en particular estudios que prolonguen el seguimiento de los niños con TDAH hasta la edad adulta con el fin de conocer los mecanismos cerebrales de remisión y persistencia. Asimismo, los futuros estudios deberán centrarse en imágenes multimodales de poblaciones representativas para mejorar el conocimiento holístico sobre la relación entre las anomalías estructurales, funcionales, de conectividad, vasculares y bioquímicas del cerebro dentro de los mismos grupos de pacientes. Esos nuevos estudios tendrán que intentar desentrañar la base neurobiológica (diferencial) de los diversos subtipos del TDAH, así como de los casos comórbidos. Con ese fin, los estudios deberían ser longitudinales, multimodales y vinculados a muestras epidemiológicas. La traslación de las técnicas de neuroimagen a la clínica constituirá el desafío para la próxima década. Diversas estrategias pioneras de aprendizaje automático con procesos gaussianos para clasificación han ofrecido resultados alentadores, con una precisión relativamente elevada de hasta el 80% en la clasificación de los pacientes con TDAH respecto a controles y pacientes con trastorno del espectro autista a partir de estudios de RMe o RMf. Los abordajes multifactoriales y multimodales basados en varias modalidades de diagnóstico por imagen y de otro tipo podrían ofrecer una clasificación más precisa que los estudios unimodales [110]. Si estos métodos de clasificación multifactoriales culminan con éxito y sus resultados consiguen replicarse en distintos grupos representativos de pacientes, aparatos de RM y colectivos demográficos, podrían servir en el futuro como herramienta para el diagnóstico o el pronóstico individualizado de los pacientes y su estratificación basada en criterios cerebrales, en definitiva, como base de una medicina más personalizada. S13 K. Rubia, et al Por último, las técnicas de neuroimagen poseen un gran potencial como instrumento terapéutico. El neurofeedback con electroencefalograma ha demostrado tener un efecto de similar magnitud a los psicoestimulantes en la reducción de los síntomas del TDAH [120]. La RMf y la espectroscopia de infrarrojo cercano poseen mejor resolución espacial y, combinadas con el neurofeedback, podrían servir para mejorar la activación de las regiones cerebrales alteradas específicamente en el TDAH, como son la CFI, la CPF dorsolateral y los ganglios basales (con RMf sólo). Asimismo, la electroestimulación regional por medio de la estimulación magnética transcraneal repetitiva y la electroestimulación directa transcraneal han demostrado su utilidad en otros trastornos psiquiátricos [121] y parecen prometedoras en el TDAH. Hasta el momento, un solo estudio piloto que investigó la estimulación magnética transcraneal repetitiva aplicada a la CPF dorsolateral derecha en una sola sesión en 13 adultos con TDAH constató mejoras en las puntuaciones de la escalas conductuales de atención [122]. En conclusión, los conocimientos adquiridos acerca de los mecanismos neurobiológicos del TDAH son sustanciales, pero es preciso seguir ahondando con nuevos estudios que integren diferentes modalidades de técnicas de imagen para desentrañar la relación entre los cambios neuroquímicos, funcionales y estructurales del cerebro, y evaluar las trayectorias longitudinales del trastorno. Uno de los objetivos de la próxima década será el de hallar aplicaciones clínicas para las técnicas de neuroimagen, bien como instrumento para facilitar el diagnóstico individualizado, el pronóstico de la evolución de la enfermedad y la eficacia de los tratamientos, o bien como terapia para normalizar las regiones cerebrales funcionalmente anómalas. Bibliografía 1. American Psychiatric Association. Diagnostic and statistical manual of mental disorders, fourth edition. Washington DC: APA; 2000. 2. Biederman J, Petty CR, Woodworth KY, Lomedico A, Hyder LL, Faraone SV. 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Studies have shown that ADHD is characterised by multiple functional and structural neural network abnormalities including most prominently fronto-striatal, but also fronto-parieto-temporal, fronto-cerebellar and even fronto-limbic networks. Evidence from longitudinal structural imaging studies has shown that ADHD is characterised by a delay in structural brain maturation. This is reinforced by indirect evidence from cross-sectional imaging studies for more immature brain function as well as structural and functional connectivity patterns, which, however, needs corroboration by longitudinal studies. Dysfunction of the ventrolateral prefrontal cortex seems to be more pronounced in ADHD relative www.neurologia.com Rev Neurol 2014; 58 (Supl 1): S3-S18 S17 K. Rubia, et al to other pediatric disorders and there is some evidence for differential abnormalities in the basal ganglia. A meta-analysis of stimulant effects on brain function shows that the most consistent mechanism of action of acute psychostimulant medication is the increased activation of the inferior prefrontal cortex and the basal ganglia. First attempts to use neuroimaging data to make individual diagnostic classifications of ADHD children based on pattern recognition techniques are promising but need replication across centres and scanners. Conclusions. The last two decades of neuroimaging have shaped out biomarkers of ADHD. Future studies will need to focus on using this information for clinical translation such as using neuroimaging for individual diagnostic and prognostic classification or by using neuroimaging as a neurotherapy to reverse those brain function abnormalities that have been established over the last two decades of neuroimaging. Key words. Atomoxetine. Attention-deficit hyperactivity disorder (ADHD). Diffusion tensor imaging (DTI). Functional magnetic resonance imaging (fMRI). 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