LA IMPORTANCIA DE LA FIGURA PATERNA Esta semana quiero dedicar este tema a todos los padres que se involucran en la educación de sus hijos de una manera activa. Como nos dice el Papa Francisco: “HAY QUE REIVINDICAR ESA FIGURA DEL PADRE”. No puede estar ausente como en épocas anteriores. Hace años en la figura del padre se buscaba una seguridad económica y familiar y se asociaba a actitudes como autoridad y orden dejándole la responsabilidad de la crianza de los hijos a la mujer. La ternura, afecto y el consuelo se consideraban propios de la madre. Hoy en día, debido a la incorporación de la mujer en el mundo laboral, estos perfiles han cambiado de tal manera que los padres se implican de la misma forma en esta parte más afectiva dando como resultado unas relaciones padre-hijo mucho más completas. Podemos apreciar este cambio en el momento del parto de sus hijos. Los padres desde hace varios años pueden ser partícipes de estos primeros minutos de vida, apoyando a las madres de una manera activa durante el parto. Lejos queda la imagen del padre esperando sentado en la sala de espera. Esta combinación de comportamientos resulta ventajosa para el hijo pues se ha demostrado que al disponer de esta variedad de estímulos se fomenta la interioridad, es decir, la confianza en sí mismos que les permite pensar y decidir por sí solos sobre los acontecimientos externos de su etapa adulta. Para poder llevar a cabo esta educación compartida, los padres y madres deben complementarse, es necesario que se organicen para no "cargar" en exceso la responsabilidad en uno sólo. Repartirse los papeles de mutuo acuerdo según las circunstancias de cada momento, según el equilibrio propio de cada pareja, según las posibilidades y las predilecciones de cada uno y, todo ello, sin establecer jamás una división duradera que excluya a uno de los dos progenitores de las responsabilidades como padres o de toda responsabilidad social y profesional, permitirá que cuando sólo uno esté presente pueda asegurarles sus necesidades materiales, afectivas y educativas. Además, está demostrado que muchos aspectos de la vida familiar mejoran cuando los padres descargan a las madres de trabajo doméstico y de la crianza de los hijos, experimentando éstas menos tensiones y estrés, manteniendo mejores relaciones conyugales al establecerse entre ellos una mayor solidaridad y una mejor comprensión mutua, lo cual redunda en la relación padres-hijos. ESTILO EDUACTIVO DEL PADRE El padre tiene un estilo educativo propio. A continuación vamos a enumerar algunas de sus características: Es generalmente más directo y franco en el dialogo con sus hijos. Tiene menos miedo a decir “arréglatelas”. Está menos dispuesto a rebajar los obstáculos. Tiene menos miedo a pedir que respeten las exigencias. Trata al hijo como alguien capaz de entender y de pedir aquello que necesita. Ayuda a su hijo a entender sus propias responsabilidades. Tiene menos miedo a exigir que sepa adaptarse a las circunstancias. Admite con más facilidad los defectos de sus hijos. Sitúa a sus hijos frente a la realidad. El estilo educativo del padre tiene mucho que ver con el tipo de relación que establece con su mujer. Las dinámicas que caracterizan la relación de pareja representan una variable decisiva en la influencia educativa sobre los hijos. Si en la relación de pareja están presentes algunos «virus» psicológicos que obstaculizan la colaboración educativa, la relación con los hijos se verá inevitablemente afectada, como sucede en los siguientes casos. Cuando se tiende a marginar a la pareja, a no dejarles ser partícipes de esa educación. Aliarse con el hijo en contra del cónyuge. Una relación posesiva con los hijos. La competencia por el afecto de los hijos. El condicionamiento de la familia de origen. Y para terminar: ¡¡¡FELIZ DÍA DEL PADRE!!! Si tienes cualquier duda puedes ponerte en contacto con el Departamento de Orientación del Colegio [email protected] Fuentes: Poli, Osvaldo. Corazón de padre. El modo masculino de educar. Ed. Palabra. 2012 Mª Dolores Moriche del Águila. Dpto. Orientación. Colegio Seminario Inmaculada y San Dámaso