Medicina en Al-Andalus

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La ciencia árabe recoge los saberes griegos, persas, hindúes... y en general de todo país que dominaban. Los
traducían cuidadosamente en la Casa de la Sabiduría, fundada en el siglo IX por iniciativa de los califas
abbasíes Harun al−Rasid y al−Ma'mum, con la colaboración de expertos en cada materia. Todo ello hizo
posible en poco tiempo una producción científica netamente árabe que pasado un tiempo llegará a
al−Andalus, generando un ansia de ciencia que se traducirá en dos vertientes: viajar a Oriente para aprender y
traducir las obras científicas existentes en la Península, principalmente de clásicos latinos. Cuando ambos
caudales se unieron, nació la ciencia andalusí, aunque alcanza su gran desarrollo en el siglo X, favorecida por
`Abd al−Rahman III y al−Hakam II, que mejoran las relaciones científicas con Oriente y fomentan las grandes
bibliotecas. A ello se suma el aporte latino, exclusivo de la ciencia andalusí.
Ante su crecimiento, se procede a clasificar las materias científicas, que se dividen en las de raíz árabe
(teología, gramática) y las importadas(medicina, aritmética) La medicina brilla con luz propia el emperador de
Bizancio, Constantino VII Porfirogeneta envía un texto fundamental, Materia Médica, de Dioscórides, que
supuso un hito en la ciencia andalusí. Dioscórides nació en Anazarbo (Cilicia) en fecha desconocida. Los
escasos datos que sobre él se poseen provienen de la carta que precede a su tratado como prefacio y también
como dedicatoria a su amigo Ario, médico de Tarso. Las menciones a sus contemporáneos y el hecho de que
Galeno (S. II d.C.) use su obra, permiten deducir que vivió y produjo su obra bajo el mando de Nerón (entre el
54 y 68 d.C.). Fue médico de la armada romana en tiempos de Claudio y Nerón. Estas circunstancias le dieron
la oportunidad de viajar y conocer muchas provincias del Imperio Romano y de reunir sus propias
observaciones sobre los conocimientos que había recibido de sus antecesores. En la mencionada carta dice:
"desde mi temprana juventud −como bien lo puedo afirmar− fui inclinado con un apasionado deseo al
conocimiento de la materia médica". Fue contemporáneo de Plinio el Viejo.
Ha habido muchas discusiones acerca de las distintas obras que se le han atribuído, o lo que es lo mismo,
sobre cuáles son verdaderamente suyas. Lo cierto es que su Materia médica es quizás la obra médica más
veces reeditada y traducida de la historia. Todavía hoy sigue siendo objeto de interés por numerosos
estudiosos. Constituye una fuente indispensable para el estudio de la materia médica, de la botánica, de las
creencias populares y también para el estudio de la expresión formal de la prosa científica y del léxico.
En Al−Andalus destacan los nombres, ibn Yulyul y el judío Hasday Ibn Saprut, pero sobre todo el del famoso
Abu l−Qasim al−Zahrawi, el Abulcasis del medievo, autor de treinta tratados, "Kitab al Tasríf ", entre los que
se halla uno de cirugía, apenas estudiada en la época. Ibn Yulyul escribió un Comentario a la obra de
Discórides, además de un tratado sobre las plantas medicinales de Al−Andalus, que no estaban incluidas en la
obra de Discórides, y de una obra donde hace una exposición de los errores más comunes cometidos por
algunos médicos. A su faceta como médico unió la de historiador, pues escribió una obra bibliográfica, Clases
de Médicos. Esta hace referencia a nueve categorías de médicos y abarca la historia de la ciencia médica
desde sus fundadores mitológicos, Hermes y Esculapio, hasta sus días; contiene biografías de médicos y
sabios, tanto griegos −Hipócrates, Discórides, Platón, Aristóteles, Ptolomeo, Euclides, etc.−, como del periodo
musulmán −Al−Kimdî, Al−Râzi, etc.− y compatriotas. Esta obra tuvo pronto una amplia difusión, sirviendo
de base para posteriores estudios médicos, basándose en ella para sus escritos tanto sabios andaluces como
orientales. Su conocimiento es fundamental para comprender el estado y extensión de los estudios científicos
en la Andalucía del siglo X.
Abul Qasim al Zahrawi fue medico de la corte de Al Hakam II y excelente cirujano. Su extraordinaria obra
está basada en los conocimientos médicos de sus predecesores, sobre todo Al Razi. Sin embargo, es de gran
importancia la sección de cirugía, que contiene numerosas ilustraciones de instrumental quirúrgico y está
dividida en tres libros: el primero que trata de la cauterización; el segundo de cirugía, describiendo litotricias,
amputaciones, cirugía oftálmica y dental y curación de heridas; y el tercero sobre fracturas. La obra está
escrita con lucidez y fue traducida al latín por Gerardo de Cremona, poniéndose de moda en Europa. Otra obra
es el "Liber Servitoris", que describe la preparación de medicamentos a base de plantas, minerales y animales.
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Gracias a sus múltiples viajes tuvo conocimiento de las técnicas quirúrgicas tanto orientales, de la India, como
las griegas occidentales que integró en su propia experiencia personal para lograr técnicas nuevas: desde los
alucinógenos hasta la invención y empleo de nuevos instrumentos quirúrgicos, tipos de sutura, descripción de
enfermedades raras, etc.
En cuanto al trato a los enfermos, los pobres eran ingresados en dependencias del palacio de Medina Azahara,
o en lazaretos del arrabal. Quienes podían, iban a las consultas de los médicos, cuyos nombres, salvo los
relacionados con la Corte, los autores o los traductores, no han llegado hasta nosotros. Por ejemplo, sí llega el
Calendario de Córdoba, obra de un médico, `Arib b. Sa'id en colaboración con un obispo mozárabe, Rabi b.
Zayd. Dicho libro predice día a día pronósticos del tiempo, momentos de parideras y es bilingüe latino−árabe,
lo que demuestra que el califato fue un gran momento de convivencia entre culturas.
Con la llegada de los reinos de taifas, paradójicamente la ciencia no sólo sigue creciendo, sino que se
especializa en cada reino, siendo Toledo el más activo. Los campos científicos que más se desarrollan son
alquimia, medicina, astronomía y agricultura, especialmente ésta última debido a las bases grecolatinas que la
sustentan. El cadí Sa'id de Toledo, en Tabaqat al−umam, una historia de la ciencia árabe, destaca los nombres
de Azarquiel (astronomía), Abu Maslama (alquimia) e Ibn Wafid (medicina y agricultura), gracias al monarca
toledano al−Ma'mun.
Pero es el siglo XII el más floreciente para la cultura andalusí, con nombres como Avempace, Avenzoar,
Maimónides, al−Gafiqi, Averroes... Un siglo más tarde, con Ibn al−Baytar, se llegará a lo más alto. Destaca la
medicina, a la que se dedican Maimónides, Averroes y Avenzoar. Maimónides destacó en los campos de la
filosofía religiosa, el derecho rabínico, la exégesis de textos, la medicina y de la astronomía. Autor de obras
monumentales como la Guía de los Perplejos, el Mishné Torá, el Comentario a la Mishná y de diez obras
médicas, representa el nivel más alto del pensamiento sefardí de la Edad Media. Su obra es material de estudio
permanente en ambientes académicos de diversas orientaciones. Sin embargo, no se dedicó a la medicina
práctica hasta los últimos años de su azarosa vida; evidentemente sus contactos con esta ciencia se habían
realizado mucho antes. Parece ser que hay que remontarse al período de su estancia en el Magreb, tras la
salida forzosa de al−Andalus y antes de su marcha a la Tierra de Israel y su posterior establecimiento en
Egipto. En su propia obra se recogen datos sobre las influencias recibidas de otros médicos. Sus primeros
conocimientos básicos sobre medicina los recibió de su padre, Maimón y de algunos médicos del Magreb. El
hecho de que Maimónides se dedicara al ejercicio práctico de la medicina se debió a muy diversas
circunstancias: la más determinante fue la ruina familiar que acaeció a raíz del accidente, en el Índico, que
costó la vida a su hermano David, por lo que Moshé hubo de hacerse cargo del mantenimiento de toda la
familia, haciendo de la medicina su medio de vida. Escribirá sobre la higiene, la conservación de la salud y la
farmacopea.
En su faceta como médico, Averroes mostró un amplio interés por todo lo que estuviese relacionado con este
campo, escribiendo su Kitâb Kulliyât fî−tibb (<<El libro completo de la medicina>>), traducido al latín en
1255 con el título de Colliget. Es una obra enciclopédica en siete volúmenes, publicada en Venecia en 1482
(liber de medicina, qui dicitur colleget). Se trata de una compilación que sigue muy de cerca el Canon de
Avicena. Con todo, por la abundancia del material acumulado, constituye un manual muy completo de
medicina que resume gran parte de las experiencias de su época en la esfera de esta ciencia. Presenta
particular interés el primer libro, que trata profundamente de la anatomía del cuerpo humano, y es documento
imprescindible para el conocimiento del estado de la medicina entre los árabes. Fue considerado nuestro
médico por esta obra, como la mayor autoridad en medicina de la época. Aparte de tratar de anatomía nos
habla de fisiología, enfermedades y sus síntomas y curas, comidas, medicinas y la conservación de la salud.
En ésta, escrita cuando contaba 36 años, polemiza contra las particularidades, es decir, la medicina que trata
de forma separada cada uno de los miembros del cuerpo. Aparte de este compendio, escribió
aproximadamente unas catorce obras médicas, siendo ocho de estas resúmenes de las que escribió Galeno
acerca de la mezcla, las facultades naturales, enfermedades, fiebres, medicinas, curas, etc. Junto con la
medicina estudió por estas fechas astrología, introduciéndose en este campo gracias al Anagesto de Arzaquiel,
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del que hizo un compendio. Sus aportaciones, junto con las de Ibn Zuhr, Al−Razî y Al−Sinâ fueron traducidas
al latín, convirtiéndose todas ellas en obras clásicas para los eruditos. Unas se emplearon en las universidades
hasta el siglo XVI, e influyeron en el pensamiento de Alejandro de Halle, Tomás de Aquino, Alberto Magno,
Roger Bacon, y otros más. Hasta los siglos XVI y XVII no llegó a desaparecer la influencia andaluza cuando
hombres como Copérnico, Vesalio, Galileo, y otros dieron una nueva perspectiva y dirección a las ciencias.
Avenzoar era miembro de una importante familia de eminentes científicos. Su bisabuelo Muhammad ibn
Marwân ibn Zuhr (m.1030) fue fundador de la dinastía. Su abuelo `Abd al−Mâlik marchó a Kairwân y Egipto,
donde estudió medicina, estableciéndose en Denia. También siguió la tradición familiar su padre,
Abû−l−`Alâ', que se estableció en Córdoba y escribió un manual para la formación de los estudiantes de
medicina, llamado Mucharrabat al−jawâss.Ibn Zuhr, comúnmente conocido por Abenzoar, aprendió de su
padre los conocimientos médicos que más tarde le harían ser médico de la corte almorávide y almohade,
llegando a convertirse en el galeno más famoso e importante de la época. Se dedicó exclusivamente a la
ciencia médica, dejándonos importantes guías sobre el tema, como el Tratado de Medicina General (Kitâb
al−iqtisâl fi islâh al−anfus wa−l−asjâd), y otra, la más relevante, que trataba sobre el mantenimiento de la
salud y en la que describe la elaboración de dietas y medicamentos, llamada Kitâb al−taysîr fi−l−mudâwât
Wa−l−tadbîr, que fue traducida al latín con el título de Theisir (1280). Estaba dedicada a Ibn Rushd
(Averroes) y llegó a ser una de las más importantes obras de la Medicina andalusí. Fue gran enemigo de las
sangrías y de las intervenciones quirúrgicas, aunque a veces operó y con éxito. También llevó a cabo
originales experimentos en terapéutica y describió los tumores y accesos mediastinales. Su pericia y sentido
de la observación fue tal que se cuenta que llegó a curar enfermedades hasta entonces incurables.
En el siglo XIII serán fundamentales para la ciencia andalusí la Escuela de Traductores de Toledo, la figura de
Alfonso X el Sabio y el reino nazarí. El rey castellano acoge a científicos andalusíes en su corte tras la
desaparición del poder almohade, recopila los escritos científicos andalusíes de los siglos XI y XII y los
traduce a castellano y latín. Asimismo tuvo un intenso contacto con eruditos orientales. En los reductos
andalusíes que quedaban, predominan las ciencias de la naturaleza, agricultura y medicina, ésta última
orientada a la botánica. Ibn al−`Awwam escribe una obra fundamental, su Libro de agricultura. Respecto a la
botánica, su gran paladín será Ibn al−Baytar, el Dioscórides español según Menéndez Pelayo. Para su gran
obra, el Kitab al−yami', recorrió el norte de África y Oriente, recogiendo unos 1.400 simples.
Respecto al Reino de Granada, en él se siguió estudiando la astronomía, la astrología y la medicina,
alimentadas por la afluencia de científicos musulmanes huidos del avance cristiano, aunque ya no alcanzarían
el nivel de épocas anteriores. Habrá tres figuras relevantes. Muhammad al−Safra será el único que escribe un
tratado de cirugía en Al−Andalus tras al−Zahrawi, con explicaciones muy gráficas. Muhammad al−Safra era
un hombre sencillo y preocupado por el arte de la medicina, a la cual consagró toda su existencia. En la
primera etapa de su vida, se dedicó a investigar la mayor parte de las especies de las plantas, oficio por el que
sentía una gran pasión y que le sirvió de medio de vida en estos primeros tiempos; su afición a las plantas le
llevó a recorrer, en busca de las mismas, todos los lugares poblados de vegetación. Su padre debió de iniciarlo
en las cuestiones médicas y el arte de reducir fracturas aunque no sin advertirle de los muchos problemas e
inconvenientes que esto tenía ya que muchas veces es el propio enfermo el que se produce el daño a si mismo,
al comer cosas que no le convienen o al mover el miembro dolorido, y, en cambio, se le atribuye todo a la
inexperiencia del médico.Entre los maestros de al−Safra, además de su padre, se encuentran un médico
cristiano de Valencia llamado Barnad o Biznad que, al decir de al−Safra, era el único que en esta época
dominaba el arte de la reducción de fracturas y el médico granadino Abu Abd Allah Muhammad b. Ibrahim b.
Abd Allah b. Ahmad al−Ansari, más conocido como Ibn al−Sarray. Como otros tantos musulmanes, al−Safra
se vio obligado a emigrar al Norte de Africa, donde también estuvo ejerciendo la medicina en las ciudades de
Ceuta, Marrakex, Siyilmasa y Fez desde el año 1344 hasta el 1360, en que regresó a la capital granadina
donde murió, inmediatamente después de su llegada, el día 17 de rabi` al−awwal del año 761/6 de febrero. La
gran actividad de al−Safra como cirujano, por las diferentes ciudades de al−Andalus y el Norte de África,
parece que no le dejó demasiado tiempo libre para dedicarse a la composición de obras científicas. Se le
atribuye la composición de un libro sobre plantas (Kitab al−Nabat), aunque no se nos ha conservado. Sí se nos
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ha conservado, en cambio, otra obra suya que no aparece recogida por sus biógrafos y cuyo último tratado del
Kitab al−Istiqsa', como veremos más adelante, está dedicado al estudio de los medicamentos simples. Esta
última composición lleva por título Kitab al−Istiqsa' wa−l−ibram fi ilay al−yirahat wa−l−awram ("Libro de la
indagación exhaustiva y la confirmación probada acerca del tratamiento de las heridas y los tumores") y está
dividida en tres tratados: el primero se ocupa de los tumores; el segundo de las heridas, la extracción de
flechas y alguna reducción de fracturas; y el tercero de los medicamentos simples y compuestos. El
almeriense Ibn Jatima se hará famoso por su tratado contra la peste, y luchará contra ella junto al granadino
Ibn al−Jatib, aplicando unas avanzadísimas medidas profilácticas que salvaron miles de vidas. Ibn al−Jatib
será la tercera gran figura, y la más polifacética, ya que además de escribir sobre higiene, embriología,
patología, fue poeta, biógrafo e historiador. Otra aportación fundamental del reino nazarí fue la creación de la
madraza y el maristàn. Sin embargo, tras 1492 la mayoría de los moriscos que practicaban la medicina tenían
que hacerlo entre las clases más humildes, siendo intoxicados por prácticas mágico−creenciales, aunque
manteniendo bastante más rigor que el de los médicos cristianos.
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