CABRERA, Sebastián Luis

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ENSAYO: LA CRISIS ENERGÉTICA
CABRERA, Sebastián
Escuela de Educación Técnica Nº 1 “Don Luis Bussalleu”, Rojas, Buenos Aires
Profesor Guía: BOYERAS, Daniel
En la actualidad, uno de los temas de debate más controvertidos es el de la crisis energética. En este
debate participan tanto ecologistas y ONG’s como grandes multinacionales, gobiernos de países
productores de petróleo, organismos de investigación y reguladores, y ciudadanos en general; si
analizamos cuidadosamente la magnitud de las consecuencias de este problema nos damos cuenta
de que afecta a toda la humanidad en general.
Con el transcurso del tiempo, cada vez más tomamos conciencia de este problema y tratamos de
tomar medidas tanto preventivas como correctivas para solucionarlo. Basándonos en la conclusión
lógica de que es necesario conocer las causas y características básicas del problema para poder
afrontarlo con seguridad y eficacia, nos preguntamos a continuación, ¿qué es una crisis energética?
Y, fundamentalmente, ¿cómo y por qué se produce?
La definición más aceptada de esta palabra (según la enciclopedia Wikipedia, en el artículo “Crisis
energética”) nos conduce al siguiente significado:
“Una crisis energética es una gran carestía (o una subida de precio) en el suministro de fuentes
energéticas a una economía. Normalmente hace referencia a una disminución de la disponibilidad
de petróleo, electricidad u otros recursos naturales. La crisis ha menudo repercute en el resto de la
economía, provocando una recesión en alguna forma.”
Es decir, más simplemente, un país tiene una crisis energética cuando no puede satisfacer las
demandas energéticas de su población. De esto se desprende que la crisis se da por tres factores
fundamentales, a saber:
•
•
•
La dificultad para obtener un suministro de energía (generalmente la causa más aceptada).
El creciente aumento de la población.
Consumo de energía (per cápita).
Con respecto al primer factor, podemos preguntarnos inmediatamente de dónde proviene esa
dificultad, y encontramos una respuesta aparentemente sencilla: la subida de precios por parte de los
proveedores de energía. Este es el caso más común, y también el más directo, pero alguien puede
objetarlo, diciendo: “¿Y si el país no compra la energía, sino que es el que la produce?”, y debemos
admitir que esta pregunta tiene sentido. Esto nos lleva a darnos cuenta de que hechos como la
subida de precios tienen una causa más profunda, y esta es la escasez de los recursos energéticos, en
especial el petróleo. Dicho de forma más simple: la disponibilidad del petróleo es cada vez menor, y
esto tiene consecuencias en el precio del mismo, por el básico principio económico de oferta y
demanda.
Entonces nos encontramos ante un panorama desalentador, puesto que las reservas mundiales de
petróleo se están agotando, y esta misma situación se extiende a otros recursos naturales, llamados,
por esta razón, no renovables. Sin estudiar demasiado la cuestión, podemos imaginar cómo los
distintos factores repercuten en otros, hasta producirse la crisis energética. Y también es lógico
pensar que la situación, si sigue su curso natural, tenderá a agravarse. Además, es necesario hacer
notar que la crisis energética de un país influye mucho en su situación económica, hasta llegar a un
estado de recesión (como por ejemplo, inflación en los precios). En particular, los costes de
producción de electricidad crecen, lo que eleva los costes de las manufacturas. Para el consumidor,
el precio del combustible para los automóviles aumenta, lo que lleva al consumidor a una reducción
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de sus gastos y a una menor confianza en el sistema. Prueba de esta recesión ocasionada son los
muchos casos históricos, como la crisis del petróleo de 1973 (ocasionada por un embargo de la
exportación de petróleo de la OPEP), la crisis de la energía de 1979 (provocada por la revolución
iraní) o el disparo en el precio del petróleo de 1990 (motivo: la Guerra del Golfo). Con estos
ejemplos notamos también como son decisivos los conflictos socio-políticos de cada país, en
especial los de los productores de petróleo (unificados bajo la OPEP, Organización de Países
Exportadores de Petróleo).
Podemos decir entonces que el agotamiento de los recursos energéticos, asociado a su mala
disposición, es el principal causante de la crisis energética actual.
Si estudiamos más profundamente este agotamiento, en especial el del petróleo, nos encontramos
con la llamada teoría del pico de Hubbert, que habla sobre el “pico del petróleo”, momento en el
cual la producción de petróleo mundial alcanzará un límite, para después decaer irrefrenablemente.
M. Hubbert, el geofísico que propuso esta teoría, explica este pico en la curva de la producción (con
comportamiento de parábola) diciendo que el factor limitador de la extracción de petróleo es la
energía requerida y no su coste económico. En otras palabras, después de este momento, la
inversión necesaria será igual o mayor a las ganancias obtenidas, y esta diferencia ira aumentando
con el tiempo.
Dado que el crudo (petróleo) es un recurso natural finito (en realidad las teorías más aceptadas
sobre su origen nos dicen que su formación se da en escalas de millones de años, con lo que resulta
imposible la renovación de este recurso a corto plazo), la única solución posible al problema de la
crisis energética parece ser la utilización de nuevas formas de generar energía, también llamadas
alternativas: los recursos renovables, tales como la energía solar, la eólica, la hidráulica, la
mareomotriz, la geotérmica, la de biomasa, la nuclear, etc. Estas energías pueden agruparse en
contaminantes y no contaminantes. Cabe destacar la importancia de considerar energías no
contaminantes.
La misma concientización sobre el problema energético ha llevado a incrementar el interés en la
investigación de combustibles y energías alternativas tales como la tecnología de la célula de
combustible, del hidrógeno, del metanol, del biocombustible, de la energía solar, de la energía de la
mareas y de la energía eólica. Hasta ahora, únicamente la energía hidroeléctrica y la energía nuclear
han mostrado ser alternativas significativas al combustible fósil. Exploremos un poco estas dos
formas de generar energía:
Energía nuclear: Es la que se obtiene a partir de reacciones nucleares de isótopos de distintos
elementos. Puede producirse por fisión, en la que se divide el núcleo (este es el tipo de energía
nuclear más usado, en las llamadas centrales nucleares, donde se la usa para obtener energía
eléctrica); o por fusión, en la que se unen dos núcleos atómicos (este tipo de energía esta todavía en
fase experimental, pero promete ser la opción más eficiente y limpia de las conocidas por el hombre
para generar electricidad).
Energía hidroeléctrica: Es la que se obtiene a partir del aprovechamiento de la energía potencial
acumulada en el agua.
Si prestamos suficiente atención, nos daremos cuenta de que estas dos energías ya se están
utilizando mucho en la actualidad (la fisión nuclear y la energía hidroeléctrica son incluso las
técnicas más usadas para obtener electricidad), y esto es algo muy importante para tener en cuenta a
la hora de establecer una transición viable entre el petróleo y energías renovables. Esta transición es
crítica, pues el cambio del tipo de energía en cuestión tiene profundas consecuencias en la vida de
las personas, en la infraestructura de servicios y hasta en los sistemas económicos de los países del
mundo. Parece ser que las dos energías mencionadas no suscitan ningún inconveniente en este
sentido.
Pero la idea de una transición estable nos lleva a preguntarnos qué áreas se deben abarcar y qué
necesidades se deben satisfacer para que ésta sea posible. Más concretamente, debemos definir
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cuáles son las aplicaciones actuales del crudo para estudiar con qué energías reemplazarlo en estos
ámbitos. Entre las principales aplicaciones se encuentran:
•
•
•
Transporte.
Calefacción y refrigeración.
Generación de energía (ya satisfecha con las energías antes mencionadas).
En cuanto a transporte y calefacción y refrigeración (así como también generación de energía), las
energías alternativas que mejor cubren estas necesidades son:
Energía solar: Obtenida a partir de los rayos del sol, a través de paneles fotovoltaicos.
Energía eólica: Obtenida a partir del movimiento que produce el viento en aerogeneradores.
Biocombustible: Obtenida a partir del procesamiento de los residuos orgánicos producidos
mayormente en áreas agrícolas.
En total, tenemos cinco alternativas ante la desaparición del combustible fósil. Estas prueban ser
realmente viables para una transición adecuada, fundamentalmente porque el hecho de que ya
se estén usando y ya estén en desarrollo evita el inconveniente de crear una nueva infraestructura;
además resultan también adecuadas económicamente (ya se ha calculado que satisfacerían la
demanda) y ecológicamente, pues son todas energías no contaminantes y totalmente naturales.
Debemos remitirnos ahora al comienzo del texto, y recordar otra causa de la crisis energética: el
aumento de la población. A simple vista, esto parecería insalvable y cualquier medida a tomar un
tanto ridícula e irrealizable, pero este factor nos lleva a pensar en otra forma de contrarrestar la
crisis energética.
En primer lugar, es fundamental entender por qué el aumento de la población contribuye a la crisis
energética. Sencillamente, cuanta más población más difícil es satisfacer las demandas energéticas
de la misma. Sería difícil también controlar la cantidad de habitantes y/o producir más energía,
pero, ¿no sería más fácil controlar la demanda energética de esos habitantes? ¿Reducir ese consumo
per cápita?
No alcanza sólo con producir más energía, también es necesario replantear el modelo socioenergético, es decir, la forma en que la energía es empleada por las personas.
Este cambio apunta esencialmente a dos aspectos diferentes:
•
•
Disminución de la demanda energética.
Mejor aprovechamiento de la energía.
Estos son los objetivos básicos para un nuevo modelo socio-energético que se adapte a la situación
actual ya descripta. Surge un nuevo interrogante: “¿Cómo se logran estos objetivos?”
Así como está claro que el Estado tiene la tarea de implementar las nuevas formas de energía que
sustituirán al petróleo y otros recursos no renovables, también es obvio que el mismo debe
encargarse de fomentar y hacer cumplir estos objetivos a través de medidas concretas. Lo que no
está claro, pero vale la pena aclarar, es que es nuestro deber también, de los ciudadanos, el
promover este nuevo modelo socio-energético. Debemos entender que este cambio no debe afectar
sólo las estadísticas, tampoco sólo el desarrollo de nuestras tareas, sino también nuestra mismísima
mentalidad. Implica un cambio profundo.
En relación al deber del Estado, cabe destacar también sus acciones para promover este cambio;
acciones que ya han sido puestas en marcha a través de proyectos como la llamada Ley del
Biodiesel, que implica la obligatoriedad de mezclar la nafta y el gasoil con un porcentaje de este
biocombustible, una medida que seguramente fomentará la utilización y desarrollo del mismo, el
cual encaja perfecto con las actividades económicas de nuestro país. Otra opción muy importante a
tener en cuenta, a veces subestimada, es la del reciclaje. Aplicarla significaría no sólo una mejora
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del medio ambiente, sino también una gran reducción del consumo de energía, como así lo indica
un gran número de investigaciones. Definitivamente, algo para tener en cuenta.
Recapitulando, he aquí entonces dos formas de solucionar la crisis energética (energías renovables y
nuevo modelo socio-energético), ambas basadas en las mismas causas que la provocan. Implican
cambios de paradigma, es decir, buscar maneras innovadoras de resolver un problema.
Pero el cambio, ese cambio fundamental que se necesita, todavía no se ha dado, aunque ciertamente
ha habido miles de intentos, en todas partes del mundo, en todos los niveles. Falta algo: falta
compromiso... y por parte de todos.
Debo mencionar ahora lo que ocurriría si no nos atenemos a estas soluciones recién mencionadas,
es decir, las consecuencias que sufrirá el modo de vida del hombre común si este problema no
se resuelve .
Basándonos en el modelo matemático de Hubbert, se prevé el pico mundial del petróleo para el año
2007. Opiniones más optimistas lo colocan dentro de 100 años; pero una cosa es segura:
eventualmente llegará. Sin más: si no hacemos nada, ¿qué sucederá después de ese punto de no
retorno? Según la enciclopedia Wikipedia, en el artículo “Teoría del Pico de Hubbert”:
“La llegada del pico del petróleo provocaría una escasez de dicho recurso. Pero esta escasez sería
diferente a todas las sucedidas en el pasado ya que sus causas serían muy distintas. Los anteriores
períodos de escasez tuvieron más que ver con razones políticas que con problemas reales en la
extracción de los recursos. Esta vez, en cambio, el motivo fundamental será la falta de crudo
suficiente para abastecer a toda la demanda. Los efectos y la gravedad de dicha escasez
dependerán de lo rápido que decrezca la producción y de si se adoptaron medidas preventivas para
adaptar la sociedad al uso de energías alternativas. Pero puede que esas alternativas ni siquiera
lleguen a tiempo. En ese caso todos los productos y servicios que requieran el uso de petróleo
escasearán disminuyendo el nivel de vida de todos los países. Los escenarios futuros van desde un
más que probable colapso de la sociedad industrializada hasta los que afirman, no sin cierta fe en
ello, que la economía de mercado o las nuevas tecnologías resolverán el problema.”
Más alla de un relativo pesimismo u optimismo, no podemos confiar en que la ayuda caiga del
cielo: es mejor esperar ese colapso de la sociedad industrializada, la opción más realista. Este efecto
traería otras consecuencias aparejadas, directa e indirectamente: inestabilidad económica y nuevas
depresiones, disminución de la calidad de vida de las personas, efectos negativos en el medio
ambiente, y hambre y pobreza. Motivos más que suficientes para una reactivación inmediata.
Antes de finalizar, me gustaría volver a hablar de las soluciones humanas al problema, más
específicamente, de la importancia de la educación de la población en el uso racional de los
recursos no renovables.
Esto es algo que, puedo decir con orgullo, se está efectuando en nuestro país desde hace mucho.
Pero, a falta de una crítica, debo decir que los esfuerzos quizás no sean los suficientes. Se debe
poner mucho énfasis en la transmisión de los valores a través de la educación porque ésta es la
mejor herramienta con la que construir la solución. Sencillamente, la educación de un país y la
importancia que éste le da hacen al país, y por consiguiente hacen a cada uno de sus ciudadanos y la
calidad de vida de los mismos. Una aplicación práctica podría ser la de darle mayor importancia a
temas de ecología en el plan de estudios escolar. También sería muy útil el desarrollo de actividades
que promuevan este uso racional de los recursos no renovables. Repito que estas cosas seguro se
están llevando a cabo ya, en parte, ¡pero nunca es suficiente si queremos excelencia!
Para concluir, es mi deseo expresar una opinión personal, que queda sintetizada en lo siguiente:
Muchas veces se tilda de alarmistas a personas que logran ver la realidad con todos sus problemas,
sin caer en un conformismo ciego. La realidad es que, como nos explican estas personas, nos
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enfrentamos a unos de los más difíciles problemas que han acometido a la humanidad, y por lo tanto
su solución también es difícil. Pero no es de ninguna forma imposible, existen vías de escape e
incluso ya las hemos encontrado. Lo que no debemos hacer es esperar a que el problema se resuelva
solo: cuando las reservas de petróleo se acaben (definitivamente se van a acabar), si no se ha
tomado ninguna medida al respecto las consecuencias serán gravísimas, implicarán un caos
económico mundial y un cambio drástico en el modo de vida de las personas. Esto es irrefutable.
Por eso, citando a Marcos Aguini, debemos pasar de la "protesta" (algo pasivo) a la "propuesta"
(algo activo); es decir, debemos empezar a preocuparnos todos ya mismo, porque, como se dijo al
principio, la crisis energética es un problema que afecta a toda la humanidad, sin excepciones. Más
allá de cualquier estimación de la fecha de agotamiento del petróleo, debemos tener en cuenta la
estimación de la fecha del comienzo del uso de energías renovables: ahora mismo. Es tarea entonces
de los gobiernos de los países promover este cambio fundamental; pero también todos y cada uno
de nosotros debemos adoptar un compromiso individual: que sean la concientizacion de la
población y la promoción del conocimiento las armas fundamentales de los ciudadanos contra la
crisis energética.
BIBLIOGRAFIA CONSULTADA:
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•
Crisis Energética (http://www.crisisenergetica.org). Documentos:
o Prieto, Pedro A. “El libro de la selva”.
o Ballenilla, Fernando. “Agricultura, población y energía”.
MSN Encarta. Artículo “Recursos energéticos”:
(http://es.encarta.msn.com/encyclopedia_761568724_2/Recursos_energ%C3%A9ticos.html)
.
Wikipedia, la enciclopedia libre (http://es.wikipedia.org). Artículos:
o “Crisis energética”.
o “Energía nuclear”.
o “Energía renovable”.
o “Organización de Países Exportadores de Petróleo”.
o “Petróleo”.
o “Teoría del pico de Hubbert”.
Energía hidroeléctrica:
(http://www.tecnun.es/Asignaturas/Ecologia/Hipertexto/07Energ/140EnHidroe.htm).
Crisis energética argentina (www.cai.org.ar/energia/villalobos.doc).
Diario Clarín. “Diputados aprobó la ley del biodiesel”. Sección “El País”. Edición del
jueves 23 de marzo de 2006 (Clarín.com http://www.clarin.com/diario/2006/03/23/elpais/p-02007.htm).
AGUINI, Marcos. “El atroz encanto de ser argentinos”. Editorial Planeta, año 2001.
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