1 Está Pasando. Ana Galvañ Empieza a ser inevitable hablar de un

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ENCUENTROS EN VERINES 2015
Casona de Verines. Pendueles (Asturias)
Está Pasando.
Ana Galvañ
Empieza a ser inevitable hablar de un circuito de cómic alternativo en
España que se mueve entre fanzines, webcomics y festivales de
autoedición como Gutter Fest, Tenderete, Grapa-Grapa, GRAF y MEA,
entre otros. Festivales que cuentan con una gran afluencia de público,
que cada vez va a más; Y esto me dice que tenemos algo aquí que ya
no podemos pasar por alto. Hablamos de la penúltima y última
generación de autores de cómic españoles, jóvenes que tienen en
común una visión pesimista sobre el sistema socio-político, paralela a
una necesidad de ruptura de los presupuestos de la cultura occidental.
Esta necesidad comunicativa y creativa se ha instaurado cómodamente
en el fanzine y la web, medios que permiten mucha libertad y poca
inversión, compensando así el insuficiente apoyo económico y
mediático y las escasas posibilidades de profesionalización de los
autores; Este hecho ha conseguido, sin embargo, que exista una
ruptura de los prejuicios propios del medio y la creación de unas
propuestas más delirantes y subversivas que las de generaciones
anteriores. Por eso, también hay una tendencia generalizada de
confluencia entre varias disciplinas artísticas y de experimentación, que
afecta directamente a los códigos narrativos y visuales del cómic.
No es esta la primera vez que vivimos una ola vanguardista, ya hubo
una corriente parecida en los años ochenta, que aunaba a los autores
más representativos en revistas como Raw y Madriz aquí en España.
Sin embargo, no ha habido una conexión directa entre estas dos
generaciones, sino que sus influencias se atisbaban en el cómic
underground de los noventa. Después, hemos vivido años de auge de
la novela gráfica, en la que los autores españoles parecían más
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interesados en descubrir nuevos campos temáticos que experimentar
con los aspectos formales. (He de aclarar que en esta etapa también
ha habido autores vanguardistas, pero no los suficientes como para
formar un circuito) Como contraposición, nos llega esta corriente de
cómic emergente a raíz de diversos factores, como el surgimiento de
editoriales dispuestas a apostar por la experimentación como Fulgencio
Pimentel, Apa-Apa y Fosfatina, la difusión de autores extranjeros, la
necesidad generacional de expresión personal lejos de un contexto
comercial y la afinidad al movimiento “hazlo tú mismo” que se ha
extendido también a otros ámbitos artísticos.
Esta nueva corriente está generando cierta controversia y quizás esté
siendo injustamente desatendida por los medios generalistas, teniendo
en cuenta que su aparición se debe a una consecuencia lógica y puede
que necesaria para romper con lugares comunes y códigos ya
asentados de la novela gráfica. De esta forma, los ciclos creativos se
suceden y los lenguajes se renuevan. Puede que algunos de estos
hallazgos narrativos y formales sean adaptados en el cómic comercial
en un próximo ciclo y asumidos por los lectores como parte del
lenguaje del cómic. La transgresión de las normas se revela a través de
los nuevos hallazgos de los creadores y siempre ha formado parte de la
historia del cómic, que ha ido avanzando en este sentido desde sus
inicios. Algo que ya hicieron en su día autores como Winsor McCay,
Will Eisner o Miller. La exploración de los límites representacionales de
la ficción surge como consecuencia de una búsqueda creativa personal
del autor, con la consecuente experimentación de las posibilidades
expresivas del medio, y sin prever las consecuencias futuras en el
mismo.
En este circuito encontramos un panorama más heterogéneo de lo que
parece, en el que
propuestas más ortodoxas coexisten con otras
mucho más innovadoras, pero todas conviven como parte de un
movimiento que no se reconoce como tal, huyendo de etiquetas y
clasificaciones. Sus referentes se alejan de la novela gráfica reciente,
retomando puntualmente a autores antiguos como Seiichi Hayashi y
Ernie Bushmiller, y otros actuales como Olivier Schrauwen y Yûichi
Yokoyama. En algunos casos, las influencias son quizás demasiado
endogámicas, creando un aislamiento premeditado en ciertos círculos;
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en otros, sus influencias se alejan del cómic, fraternizando sin
complejos con el diseño gráfico, la arquitectura, los videojuegos, etc..
Encontramos aquí más mujeres que nunca, lejos de los prejuicios
machistas del cómic comercial y de la tradición masculina de
generaciones pasadas; muchas de ellas son autoras de las creaciones
más atrevidas e innovadoras que podemos encontrar.
Resulta significativo que una gran parte de las propuestas, tanto de
autoras como de autores, sea de gente aún en proceso de formación,
que está empezando a producir cómics y no tiene claras sus
referencias, sólo quieren expresarse y disfrutar de lo que están
haciendo. Todo esto puede resultar insolente en ocasiones, una
generación que parece no necesitar de las enseñanzas de la anterior ni
tener un gran bagaje de conocimientos sobre el cómic de décadas
pasadas. O quizás sea el hecho de que cuestionen todo lo anterior lo
que da cierto miedo a un sector más conservador. Lo que no sabemos
es si, aun sin pretenderlo, serán éstas las grandes autoras y autores
del futuro, o si se quedarán por el camino como tantos otros. Es
probable que los más experimentales abandonen el cómic para
dedicarse a otras disciplinas artísticas que les permitan un nivel de
abstracción mayor. O quizás algunos consigan ampliar los límites de la
narración gráfica y crear nuevos códigos para el cómic futuro. Pero,
¿tiene sentido hablar de futuro? O lo que no hemos entendido es que
debemos dejar de hacernos tantas preguntas y simplemente disfrutar.
Miremos aquí, ahora. Está pasando.
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