08/1934 - Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente

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MIIVISTERIU D^ ACiR ^ CliL.TU^^
DIRECC[ON GENERAL DE AGRICULT ^ RA
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ABRIL DE 1934
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LA POBLACION RURAL D^ ESPANA
por hRANC_1^C0 Cc)LLAK.
Ayudanly dcl lusiiluto Kacioual :1^rt^nJn^iro
Es muy frecuente llamar poblacíón rural a la yue se ocupa
mantíene de la agricultura, t_enga donde quiera su resídencía,
1^ inca iínica sin enda^^ados ajenos, ideal de mdo a^ri^.ulmr.
y se aplica el mísmo título a las famílias y personas que habítan
en el campo. Semejante confusíón proccde de haber
olvidado los dos conceptos ba jo los yue se consídera al
habitante, por su ocupacíón o por su domícilio, y clara
Estas ^hojas^ se remiten gratis a quien las pide al $ervicio de Publicaciones Agrícolaa de la Dirección
Generol de Agricultura.
está la díferencia entre población agrícola consagrada al cultivo y población rural o campestre; la prímera se refiere a la ocupación> la segunda a la resídencia; aquélla comprende varios millones de españoles, y
ésta no cuenta, por desgracia, más que con varíos míles de famílias.
Luego la población rural rigurosamente hablando la constítuye la
familia labradora que vive en la finca enclavada en el pedazo de tierra
reunida que cultiva, que es lo que constituye la verdadera agricultura.
Los caseríos vascongados----con características diferentes, según la
localidad-podrían servir de modelo para fomentar la población rural ;
y este ejemplo que tiene lugar en la zona septentrional, sobre el paralelo 43 de latitud Norte, bajo un cielo encapotado, de poca luz, y una
atmósfera de humedad excesiva con una temperatura media anual de 14°
centígrados, bastaría para justificar en todos los conceptos> la importancia de que la clase agrícola viva y domine los campos, a seme janza de
lo que actualmente realiza Italia y de lo que hizo Francia con sus
maisons rustiques, y otras naciones a cuya acertada distribución de la
propíedad deben su mayor apogeo agrícola.
Las personas que han estudíado a fondo los problemas de la tierra,
no encontrarán nada nuevo en este escrito, como no sea una recopílacíón
más o menos completa y ordenada de mis observaciones durante bastantes años de estancia en el campo; pero a muchos agricultores y propietarios a pesar de vivir en él, les llamará la atencíón el sinnúmero de
ventajas que encuentra el cultivador que contínuamente habíta dentro
del campo que trabaja; porque parece íncreíble que síendo tantas, tan
perceptíbles, de interés grandísímo y ocurriendo a todas horas y momentos de la vida agraria, muchos indívíduos se muestren ciegos a la
luz, y habíendo tenído posíbilídad de crear la finca rural o patrímonío
familiar, por medio de compras o permutas, permanezcan con la propiedad divídida y en arrendamiento a diferentes colonos que la cultívan
mal, con evidentes pérdídas e inconveníentes graves.
Por mucha maquinaria moderna que se introduzca en una labranza,
métodos nuevos de cultivo sancíonado por la ciencia experímental, leyes
hipotecarias, crédíto agrícola, ílustracíón del agricultor por medío de la
cátedra ambulante, etc., como las tierras continúen desperdigadas, es
seguro que nada sólído se habrá hecho en favor de la población rural. Es
como tener una obra escrita en 50 tomos y cada tomo en distinta biblioteca: se puede lograr el leerla yendo y viniendo de local en local, de
sala en sala, y cogiendo y dejando los 50 tomos; pero compárese ese
trabajo con la facilidad que ofrece la reunión del escrito en un solo tomo,
3
y tendremos una clara idea dcl funcionamíento y de la utilídad de la
finca única.
Para que resalten más acentuadamente las ventajas de la finca rural,
estableceremos un parangón entre el agricultor que reside en el pueblo
y el que habita en la finca que cultiva.
EI que vive en un sitio fíjo del campo, adquiere mucha experíencia
y un gran conocimicnto de la naturaleza del suelo que labra, de la meteorología peculiar de la local_idad, de la botáníca v z^oología, de cuanto sucede de día
y de noche, en cada estación.
^
uno y muchus años; porque
la superfície es contínua sin
enclavados ajenos, más l^omogénea, con menos alteraciones o influencias más
constantes. pudiendo aprecíar la forma má, conve1:1 pat^imonio iamilfar ron vivienda fija en é l, es lo que cor,sniente de efectuar las labotituye la verdadera agricultnra'..
^
res en tempero, el establecírniento de las alternativas, la sazón de la sementera y de las demás operaciones complementarías: mientras que el agricultor que reside en poblado tiene que ir como ave de paso por sus tierras desparramadas, conociendo poco de todas y nada fundamental de cada una, porque en suertes distantes en las que apenas se detiene, han de variar las calidades, las
exposíciones, ]as altitudes y los agentes cxteriores, perdiéndose e] agrícultor en conjeturas sin poder abarcar tantas características.
E1 tiempo, de un valor inapreciable en la industria agrícola, lo emplean de bíen dístinto modo el agricultor que vive en la finca y el que
reside en el poblado. El primero lo aprovecha todo, el segundo pierde la
mayor parte: para aquél el día es completo. para éste no tiene veinticuatro horas.
Suponíendo diez horas de trabajo diario en la finca, son diez horas
compleias las que utilíza, porqu.e todo está a la mano: desde que el
agricultor pone el píe en el umbral, desde que la yunta sale de la puerta
ya empieza a desarrollar su actívidad, abonando, arando, sembrando,
etcétera, y para cuanto es necesario ni un cuarto de hora se malgasta.
Muy de otro modo corre el tiempo para el labrador de tierras esparcidas
y lejanas; una o dos horas diarias emplea en el camino, en quitar y po-
-l
ner el arado, en buscar agua para el ganado, etc., y este ír y venir lo lleva
rendído al sitio de la faena, donde no puede hacer lo que desea.
Asímismo, gana tiempo y beneficios el agricultor que víve en la
finca, efectuando en la ocasión más conveniente todas las faenas y evitan^o y remediando los daños de su hacienda; testigo presencial de todas
las evoluciones de sus frutos, aprovecha ]a oportunidad para acudir
donde convíene con su inteligencia, con su trabajo y sus cuidados; la
extínción de las malas hierbas antes que fructífiquen,
las binas y pases de grada
cuando la tierra está esponjada, ni seca ni húmeda; la dirección de las aguas
Ilevándolas donde hagan
provecho; la lucha preventiva o el reparo de los daños causados por alguna
plaga o por los agentes
E^ ganado eale ae ^a finca descansado, y ni cinco n,inntr^s
invierte en Ilegar al siÍio de ia faena...
atmosférícos todo lo ejecu-
ta con oportunidad y economía, porque o ve venir el golpe cuando amaga, o se apercibe de la
extensión del destrozo apenas sucedido. 1 Cómo ha de operar tan a tiempo el que tiene sus tierras esparcidas por la extensa superficíe de una
jurísdícción?
Cuando llega ya es tarde para todo; la tierra calada ha forinado
costra, las míeses se tronchan al escardar, el barbecho está barroso; pero
ya que allí se encuentra quiere aprovechar el tiempo y trabaja en condictónes perniciosas, y cn lugar de utilidad encuentra perjuicios.
La creación de un gran número de fincas , urales traería como secuela
l^a sustítucíón en las faenas agrícolas del ganado mular por el vacuno y
caballar. Está demostrado que las distancias a que se labra hoy son la
razón del sostén del ganado híbrido, influyendo además la falta de pasEos en muchas localidades; con la fínca única se evitaría esto, por existir
rrtás medios de procurarse pastos, ya naturales o artíficíales. Mientras la
propiedad esté tan fraccionada, serán inútíles cuantos esfuerzos se hagan
para introducír en las labranzas el ganado citado, por ser la mula más
parca en la alimentación y más resistente para las grandes marchas.
También se contribuiría grandemente al fomento del arbolado y
cultívo de frutales. A1 descuido de ]os agricultores en general, en materia
de arbolado, ha contribuído en grande escala la mala distriLución de las
tierras y la falta de fincas rurales. Tan sólo en las fincas habitadas-sobre todo en ambas Castíllas-suelen conservarse algunas choperas y alamedas, por estar guardadas, y esto nos dice que existiendo gran número
de fincas se poblarían también de arbolado, con grandes ventajas particulares y generales, aumento de maderas y de frutas, mejoramiento de
clima y adorno de las áridas lianuras, que harían más grata la vida en el
campo.
Teniendo cada agrícultor reunido e] terreno que necesita, se mejorarían notablemente los cultivos. E1 desconocimiento de los adelantos
en matería agronómica, y el no seguir muchas veces los consejos del
técnico, reconoce entre otras causas, las dificultades que ofrece para implantar cualquier innovación, la distancia y la diseminacíón de las tierras
de reducída superfície.
No son pocas las ventajas apuntadas, pero podrían añadirse otras
no menos importantes que se obtendrían desde el punto de vista social
y económico.
Reconocemos que esta transformación es obra de mucho tíempo.
pero no imposible, pu.es ya la han realizado en su mayor parte otras
naciones, y a ello deben tender todos ]os esfuerzos de los actuales legisladores que se preocupan de los problemas de la tierra, ímplantando el
patrímonio familíar o pequ.eño coto, fundamento y base sólida del engrandecímiento y prosperidad de la población rural.
Del procedimiento a seguir, como medida general, para ir concentrando lentamente la pequeña propiedad, con la tendencia de Ilegar a
formar la finca única, nos ocuparemos en un próximo artículo.
ALGUNAS ADVERTENCIAS A LOS VITICUI_TORES
por RAFAEL .TANINI .IANINI.
Ingenicro agrdnomo.
1VIe diríjo a los que cultivan sus viñas como suele decirse: según uso
y costumbre de buen labrador.
Principio por llamar la atención respecto a la conveniencia de desfondar (cavar o remover bien) todo el terreno que se ha de plantar de
víña, cuanto más hondo mejor, por lo menos hasta alcanzar los dos
palrnos de profundídad.
I
,
En el caso que al intentar desfondar, a poca profundidad, la tierra
sea ya mala para la vid, y de la mezcla con la tierra superior, puede
resultar un terreno malo para el viñedo, lo preferible es no dedicarlo
a víñedo, porque en los terrenos cuya capa superior buena es de escaso
espesor o de poco fondo, las vides, máxime las de pie americano y sus
híbridos, sufren mucho cuando falta humedad en la tierra.
Es de aconsejar el desfonde de rodo el campo, el desfonde total,
; porque con él se facílita que las raíces de las vides se extíendan por todas
^, partes y busquen y consígan, con el mínimo esfuerzo y la míníma pér! dida de tiempo y de trabajo de vegetacíón, todos los elementos que necesitan para vivír.
Cuando se desfonda parcialmente, sea por zanjas ^o por hoyos más o
menos grandes, las plantas desarrollan sus raíces como encerradas en
macetas o poco más, según las dimensiones de las zanjas, o de los hoyos,
i y la compacidad de terreno que no ha sido desfondado. Basta observar
I con algún detenímiento, el desarrollo que alcanzan las plantas en terre^ no bíen desfondado y comparar con viñedos inmedíatos, en terreno
igual, no desfondado, cultívad^o lo mismo, para convencerse de la gran
utilidad práctica de los desfondes.
Pueden citarse muchísimos casos de agricultores inteligentes que
antes de decidirse a desfondar, por el importante gasto que esta operación
lleva consígo, han indagado, y han examinado muchos viñedos; un^os
en terrenos desfondados, otros en terrenos sin desfondar, y siempre han
quedado plenamente convencidos de la posítíva utilídad y ventajas de
los desfondes.
Debe tenerse muy presente, que los gastos que cargan sobre los viñedos, sean de la clase que fueren, directos e indirectos, todos, absolutamente todos, gravan toda la extensíón del campo, y en las plantaciones
hechas sin desfondar todo el terreno, difícilmente aprovechan las vides
la tierra dura no desfondada de fuera de lo.s hoyos o de las zanjas.
Respecto a época de plantar es la más propicia desde que se secan las
j hojas de las vides hasta antes de que termíne el período de Iluvias más
j probables. Desde mediado octubre hasta mediado diciembre; cuanto
i más pronto mejor, para poder aprovechar al máxímo las lluvias de esa
^ época, y que cuando se presenten los primeros calores de la prímavera.
'i o de fines de invierno, las tiernas plantas, ya enraizadas o poco menos.
puedan brotar con facilidad y seguridad, sin exponerse a secarse.
Saben ]os viticultores práctícos, las ventajas de plantar barbados
^
I sobre plantar sarmientos. Cu.ando se plantan barbados se cortan las
-^/
(
raíces para de jarlas de un largo de tres a cuatro traviesas de dedo. Si se
plantan sarmientes, convíene rebanar, con navaja cortante (navaja de
injertar) todas las yemas que hayan de quedar enterradas, excepcíón de
'
las dos que han de quedar más hondas, las que se quitarán con los dedos,
con las uñas.
`
Hay que tener especíal cuidado, al hacer la plantación, sea de barbados o de sarmientos, al colocarlos en el hoyo, al echar en contra de ellos
1 la tíerra suelta, que ésta se adhiera fuertemente contra la planta. Es muy
conveniente que haya el mayor contacto posible entre la tierra y la planta, sea barbado o sarmiento, en toda la longitud enterrada. Un sarmíento bien plantado, acabado de plantar, no debe podérsele arrancar
fácilmente, tirando de él con fuerza.
E1 estíércol jamás debe echarse puro en el hoyo o en la zanja: no
' es conveniente hacer esto. Debe mezclarse con bastante tíerra; así mezI clado, que ocupe el fondo del hoyo o de la zanja. Abonar o estercolar
j echando el estiércol poco hondo obliga a que muchas raíces de la planta
^ suban a buscarlo, y al acercarse a la superficie del terreno se exponen,
más fácilmente, a los efectos de las sequías. Es un contrasentido plantar
hondo y abonar a menor profundidad.
Si el estiércol se echa puro en el hoyo, las raíces, las más finas raíces.
I las raicillas y radicelas, al llegar a hacer contacto con él se queman, con
lo cual sufre mucho la planta y se da con mucha frecuencia el caso que
I una verdadera red o malla de raíces, con gran número de raícillas que,, madas, envuelve como dentro de un saco todo el estiércol, sin poder
^ penetrar en él. Este estiércol, apelotonado pur^o, tarda muchísimo en
descomponerse, todo lo cual no sucede cuando se mezcla con tierra,
I con ^^uena tíerra, máxime sí ésta no es pobre en caliza, l^o que es el caso
de muchas de las de España.
^
Es muy frecuente hallar, en viñedos abonados con estiércol, verda^ deros bloques de éste sin descomponerse, a los tres o más años de haber
I sido enterrado (de abonada la viña) , no obstante ser la tíerra caliza;
' todo ello debido a no haberlo mezclado bíen con tierra. Es como si la
i
^ viña hubiera sido poco abonada.
Es sabido que el ínjerto más recomendable por su buena soldadura
es el llamado de escudo. Sea éste, o el de púa, u otro el empleado, jamás,
en ningún caso, dcberá quedar por bajo del nivel del terreno, la zona de
la soldadura. Esta delicada zona, que sólo se cubrirá con tierra formanI do montón, al hacer el injerto y durante el primer verde. debe quedar.
', por lo menos y definitivamente, dos o tres traviesas de dedo, sobre la
superfície, fuera de la superfície del terreno, con la importante e imprescindible finalidad de que jamás pueda darse el caso de quedar las púas o
injertos en contacto de la tíerra y con la humedad, echar raíces, con perjuicío grandísimo de la viña toda, porque las vides deben nutrirse exclusivamente de sus pies o patrones, que son los plantados para poder resistir los ataques de la terrible y destructora fíloxera.
Es mucho más común de lo que los vitícultores pueden suponer el
I
caso de ínjertos o púas que han echado raíces y que por esto víven en
gran parte de ella (raíces de vinifera) y casi o del todo emancipadas de
I
sus patrones o pies americanos o híbridos. Resultado de esto es que las
^,
raíces de la púa o injerto mueren al fin filoxeradas, y no pocas veces
perece la viña, no obstante haber sído in jertada sobre pies americanos o
sus híbridos.
I'^r causa de abandono, descuírio o ígnorancia del víticultor, los
pies o patrones acaban por morír ahogados, porque ni pueden comunicar con los ínjertos ni prosperar por sus retoños, que débilmente extirpa el viticultor, descuidando desde el primer momento la total y
constante extírpación de las raíces de las púas.
Es frecuente, por la falta de lluvias oportunas al termínar de hacer
^
I una plantación de viña, tener que regar las plantas una a una. Lo coi rríente es verter el contenído de agua de un mediano o pequeño cántaro, o parte de él, al pie de la joven planta, barbado o sarmiento. Esa
escasa agua> muy útil bíen aprovechada, vertída de esta manera, rara vez
salva la planta; se esparce, más o menos, por la superficíe de la tierra,
i junto a la planta, y muy pocas veces llega a la profundídad, donde hace
falta; al píe del barbado o del sarmiento. Para poder aprovechar bien
el
agua, es lo más práctico servirse de un pal^o, un buen mango de azaV
^
! da, al cual se le pone un corto regatón de hierro, para con esa punta
1 facilítar híncarlo en la tierra. Provistos de ese palo calzado con el re^ gatón, se hunde en la tierra hasta alcanzar la profundidad adonde llega
el pie del barbado o el del sarmiento. Se saca el palo, y por el agujero
que deja en la tierra, se víerte, muy poco a poco, el agua del cántaro,
que así alcanza, desde el primer momento, el pie de la planta, que es
lo que convíene.
Es común, entre vitícultores, quejarse de que tanto los tratamien\^--tos dados a sus viñedos para defenderlos, bien de los ataques del míldiú,
o de los del oidium o cenicilla, no han surtido efecto útil; que no han
servido más que de gasto, o poco menos. No se fijan los que así hablan
y piensan en que muchos de esos infructuosos tratamientos snelen ha-
-
y
-
cerse tan dc prisa, tan mal y tan inoportunamente, que hubiera sido
preferíble no darlos. Para convencerse de esto basta examinar con alguna detención las viñas tratadas. Con frecuencia se puede comprobar
que si se ha empleado el caldo bordelés hay más sulfato en el suelo del
campo que sobre los pámpanos.
Si se ha empleado el azufre, más de éste sobre la tierra que sobre
las hojas y racimos de las vides; debido t^odo a que suelen ir los trabajadores l^ablando, fumando y a buen andar, sumamente distraídos,
sin detenerse ni preocuparse, ni poco ni mucho, en tratar bien cepa por
cepa, como es conveniente hacerlo en redondo, por todas partes de la
planta: por dentro y por fuera; sin olvidar un solo racímo, ní los sarmíentos, cortos o largos. Del modo como muchísimos sulfatan y azufran, dejan más de un 60 por 100, cuando no muchísímo más, por
tratar, de hojas y de sarmientos, sin alcanzar un solo racimo. Con ese
imperfecto modo, muy general por cierto, no es posible defender ní
del mildiú ni de la cenicilla un viñedo. Es indiscutible; sobran hechos
para demostrarlo; que si los tratamíentos se dan a su debido tiempo y
se hacen bien, siempre resultan utílísimos. Si se dan empleand^o el sulfato de cobre y la cal (caldo bordelés) , no olvidarse de emplear un buen
adherente. La hiel o bílis de animales de matadero es excelente adherente. Veinticinco a cincuenta gramos de hiel bastan por cíen litros de
caldo bordelés, removiendo mucho y bien para mezclarla y desleírla lo
mejor posible.
Para los primeros tratamientos, la conocidísima fórmula de un
kilo de sulfato de cobre, medio kilo de cal viva y cien litros de agua
pura es suficiente, añadiendo la materia adherente, sea hiel, caseína u
otra de las conocídas y dívulg^das. En los restantes tratamientos no
vale la pena pasar de los dos kilos de sulfato de cobre con un kilo de
cal viva y cien litros de agua, con adherente síempre, haciendo cuidadosamente el tratamiento.
Respecto al momento más propicio para podar, la mejor regla es
proceder a podar ]as vídes cuando^ se han secado naturalmente la mayoría de los pámpanos y comienzan éstos a desprenderse de los sarmientos. Esa es la época normal de poda; lo que puede llamarse poda
racional. Si se poda antes de que comiencen a secarse, a agostarse los
pámpanos, o no se poda hasta que comienzan a llorar los pulgares y a
hincharse las yemas, se debilita más o menos la cepa. Esta manera de
podar, muy pronto o muy tarde, es poda para combatir corrímientos
o abor*os de las flores de la vid, pero es arma de dos filoç, porque si
-- 10 bien combate el corrimiento, es a costa de debilítar la planta, de restarle reservas alimenticias, reservas de almidón principalmente. No se debe
olvidar nunca que un podador, si es bueno, si sabe bien su oficío, lo
que no suele ser tan general como a primera vista parece, contribuye
mucho a alargar la vida de las cepas y a regular su produccíón con
arreglo a su robustez y pujanza; y sí el podador es malo, si no sabe su
profesión, insconscíentemente acor'ta la vida de la planta e incluso la
precipita a la muerte.
1VIucho cabe decir respecto a pies o patrones americano•s o híbridos
de vinífera y americanos. Téngase en cuenta no sólo la importantísima
resistencía a la caliza y a la afinidad con el ínjerto, sí que también,
dentro de esa afinídad, y esto es muy principal desde el punto de vista
económíco, el rendímiento en bien sazonada uva, que una misma clase
de púa o ínjerto alcanza sobre determinados "patrones o pies. La influencia decisiva que tienen en el normal rendímíento del viñedo, síendo iguales todas las demás circunstancias, de suelo, cielo, cultivo, etcétera, etcétera. No faltan casos en los cuales, según el patr ^•^, el mísmo
ínjerto rinde un 15 a un 25 por 100 más, no obstante ^^eg_:ar bíen y
rendir buena cosecha sobre los otros patrones con los q•úe se compara
la producción.
Se ha escrito muchísimo, se ha hablado más> y muchísímo más se
escribiría y continuará hablándose, de dos cualidades que poseen, más o
menos acentuadas, las vídes que se emplean como patrones o portainjertos americanos o sus híbridos en las plantaciones: la resistencia a los
ataques de la filoxera y la resístencia a la ac_í^n de las muy diversas
calizas de las tierras que se dedican a viña. De la una y de la otra
cualidad se han dado tablas, coeficientes, etc., etc., expresándolos en
números, pues de alguna manera habían de expresarse, pero se ha olvidado y se olvída muchas veces, y esto debe tenerlo muy presente el
viticultor para su buen gobierno, que tanto la resistencia a los ataques
de la filoxera, como a la acción de las calizas, es siempre, así como todas
las resistencías de los seres orgánicos, circunstancial y condicionada. De
ello pueden verse, con frecuencia, abundantísimos ejemplos, en especial
en los animales, y más fácilmente en las personas, que resisten un día
una enfermedad que en otra ocasíón no la resisten. La planta que sufre
por falta de alímentos, la que se debilita por exceso de producción, la
que sufre por falta o por exceso de humedad, la que ha padecído por
plagas o por agentes atmosférícos fríos, granizos, excesivos calores,
etcétera, etcétera, está en condicíones inás o menos deficientes para poder
resistir cualquier cosa que pueda dañarla; por tanto, los ataques de la
filoxera y los efectos de los excesos de caliza. Consecuencia de esto es
que en una plantación de vides, si sus portaínjertos o patror_es, aun
habienda sido bien elegidos, resistentes a los ataques de la filoxera y
a la acción perjudicíal de la caliza, si no se atienden en todo y por
todo debida, cuidadosamente las plantas, esta viña estará siempre en
peores condicíones de resistencia y de producción que otro viñedo de
pie americano o de sus híbridos de marcada menor resistencia a la filoxera y a la acción de la calíza, si este viñedo es bien atendído por inteligente viticultor en labores, abonos, apropiada poda y defendido del
míldiú, del oídium y de las diversas plagas que pueda padecer.
No se cuida bastante, mejor dicho, se descuida mucho, la muy conveniente selección de los sarmientos de vinífera que han de servir para
los injertos. Es muy conveniente observar durante varios verdes, varios
años, en particular al llegar la madurez de los racímos, qué cepas son
las que vegetan mejor y producen más cosecha, para de ellas, previo
señalamiento (enjalbegar el cuerpo de la cepa, etc., etc.), cortar sus
sarmientos 1legado el momento de la poda, y de esos sarmientos desechar las puntas y las partes inferiores, guardando sólo las partes centrales para con ellas hacer los injertos.
FABRICACION DE ESTIERCOL. ARTIFICIAL
por GUSTAVO GILLEKENS.
El estíércol de granja desempeña, por el humus y las materias nutritivas que contiene, un papel ímportantísimo en la fertilización de
las tierras; por ello, desde tíempo inmemorial se ha empleado como
abono, y el único durante siglos. Ahora hemos recurrído a los abonos
químicos, pero está demostrado por numerosas experiencias que los
rendimientos más remuneradores no se obtíenen sino asociando a éstos
estiércol de granja.
Si el gran cultivo dispone de estiércol, el cultivo hortícola, en cambio, se ve bastante privado de él, porque desde que han disminuído los
caballos, los horticultores no encuentran estiércol en las grandes cíudades ni en sus proximidades.
Como el cultivo de las legumbres necesita una tierra muy rica en
- 12 -humus, los horticultores se ven precísados a recurrír al estiércol artificial para fertilizar sus huertas o a los abonos verdes.
La fabricación del estiércol artificial se realíza fácilmente si se dispone de un poco de estíércol natural, que sírve para formar la primera
capa, sobre la que se extíende paja en cuatro capas sucesivas, de forma
que constituyen en conjunto un montón de una altura aproximada de
un metro. Durante la fabricacíón del montón se riega abundantemente
con agua, y mejor con purin.
Con el fin de activar la fermentación, debe extenderse sobre cada
capa un abono nítrogenado, bajo la forma de sulfato de amoníaco, a
razón de cinco kilogramos por 1.000 kilogramos de paja.
Bastan tres o cuatro días para que la temperatura se eleva a 65° C. Er_
tonces se apisona el montón pisando fuertemente sobre él, o haciendo
marchar un caballo, después de haber regado abundantemente.
Cuando la temperatura haya subido, lo que sucede a los dos o tres
días, se extíende una nueva capa de paja, a la cual se agregan solamente dos kilos y medío de sulfato de amoníaco por 1.000 kilogramos de
paja. En las mismas condiciones pueden añadirse nuevas capas, a razón
de una por semana, pero nunca mientras la temperatura sea ínferior
a 60° C.
El estíércol que así se obtiene es en un todo semejante al de granja, tanto por el color como por el olor, y tiene sensíblemente su misma
composición.
Para obtener 1.000 kilogramos de estiércol artificial se necesitan
400 kilogramos de paja y de ocho a diez kilogramos de sulfato de
amoníaco. Este abono artificial resulta más económico que el de granja.
Las obras y revistaa reunidas para su Vabajo por el Serviolo de Pu^
blioaoiones Agrfoolas pueden ser oonsu^tsdas en el Weal dei mismo
(Ministerio de Agrioultura, paseo de Atooha, 1 y 3) todos los dfas
laborables, de diez a una.
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