El guion, tal y como su nombre lo indica, es una guía que nos

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El guión
El guión, como su nombre lo indica, es la guía de las estructuras dramáticas y
como tal su piedra angular. Desde la tragedia griega se hacen guiones; los
Diálogos de Platón son un ejemplo de la forma incipiente de la expresión
guionística. El guión, tal como se entiende hoy día, se nos muestra como la
estructura de un suceso contado por palabras pero pensado totalmente en
imágenes representativas, es decir, percibimos los vocablos a través de la
lectura pero su expresión plena radica en la realidad, en la representatividad
que se le dan a las palabras.
Esta forma lingüística (quizás literaria) nace por la necesidad inherente del
hombre por comunicarse. Platón emplea sus Diálogos no por otra cosa que
comunicar sus pensamientos; Homero escribe su Ilíada para ‘contar’ un hecho.
También se podría decir que el guión, como su palabra lo indica, surge con el
fin de hacer guías para sucesos, tales como describir rutas, espacios
geográficos, contar situaciones vividas, o simplemente por querer recordar con
más detalle algunas anécdotas.
A Aristóteles se le debe todo el sustento teórico del guión cinematográfico,
porque con La poética cimienta las bases para la construcción de una historia
fiable, es decir, literatura. Algunos aspectos demarcados por él tales como la
música, el espectáculo (parafernalia del show), los personajes, fueron
recogidos fielmente por todos los cineastas. Con Aristóteles nace aquello de
principio, nudo y desenlace, que marcaría el rumbo de todas las artes literarias
y escritas de la historia (léase la absurda parodia: Syd Field).
Personaje, acción y conflicto son partes de la historia que se fusionan,
formando una cadena que se complementa para crear la estructura dramática
de la historia que se desea plasmar. Es propio de la tragedia el terminar en el
infortunio, de modo contrario para los buenos y para los malos. El héroe no
pasa de la desdicha a la dicha (cómo sucede en la comedia) sino de la dicha a
la desdicha. No por maldad sino por un gran yerro. También hay un sacrificado
que casi siempre es el héroe.
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La llamamos tragedia porque estos tres elementos (personaje, acción,
conflicto) se convierten en el punto clave para terminar la historia de esta
manera: el reto que al héroe (un hombre con características especiales: valor,
fuerza, inteligencia) se le impuso no lo puede llegar a realizar sin el ‘trágico’
sacrificio suyo o de un ser amado. El mismo suceso en el caso de la comedia
aparece como el héroe (que se impone a sí mismo el desafío), un hombre
común y corriente, realiza su reto por su propia torpeza. Cuando se consigue
una armonía de estos tres elementos, los resultados conllevan a la
consecución de una historia, buena o mala, pero historia.
Tal armonía la ejemplifican algunos modelos modernos de construcción, los
cuales voy a citar a continuación: El paradigma (o parodia) de Syd Field es uno
de los modelos más conocidos. Propone un esquema muy simple que se
adapta a cualquier género. El paradigma de Field es un modelo conceptual que
según éste se divide en tres actos, ubicados respectivamente así:
presentación, confrontación y resolución del conflicto principal. Una vez
establecido el paradigma, el escritor tiene un mapa con el cual puede construir
los tres puntos que constituyen el guión (o sea, Aristóteles): principio, nudo y
desenlace.
Otro modelo importante es conocido como la metodología de Antoine Cucca,
según el cual el componente inicial de todo guión es la idea, la cual “es la
primera condición creativa e interpretativa del guión”, seguido por el asunto o
argumento que da el desarrollo de la historia, la acción.
Cabe anotar, respecto a las preguntas descritas, que la sinopsis tal como se
emplea en la actualidad, es decir, en pocas palabras resumir una historia que el
espectador tiene duda de ver, es un elemento de distracción. Una sinopsis es
lo que un trailer en la imagen: mediante descripciones grandilocuentes se
intenta atrapar al lector-espectador. Pero no en vano este intento seductor del
arte (‘déjate atrapar’), también lo cumple el guión. Un guión no se escribe para
hacer una película, ni para poner en marcha un equipo de producción; si un
guión tiene algún fin está en la receptividad del público. Si en esto falla no hay
nada que hacer. En la célebre entrevista a Hitchcock hecha por Truffaut (El
cine según Hitchcock), el genio del suspense nos enseña una cosa: de un buen
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guión pueden salir películas malas, pero que de un guión malo nunca podrá
salir algún fruto digno de ser visto.
Tess Guisselle Moya Muñoz
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