El ministerio del Párroco y la Acción Católica

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El ministerio del Párroco
y la Acción Católica
Delinear la relación existente entre el ministerio sacerdotal y la Acción
Católica puede ser de suma utilidad para un mejor servicio pastoral a nuestra
querida Institución, a la vez que nos ayudará a profundizar en el conocimiento
de la misma y de su misión evangelizadora.
En este artículo abordamos, en primera instancia, las distintas
situaciones en las que los sacerdotes desempeñan el rol de asesores, para
pasar luego a profundizar en la particular relación que se establece entre el
Párroco, pastor propio de toda una comunidad y la Institución en la cual se
presta dicho servicio de asesoría.
1) Naturaleza del ministerio sacerdotal
El Sínodo de los Obispos del año 1990, al reflexionar sobre el ministerio
sacerdotal, estableció su auténtica comprensión como participación en la Iglesia
del Sacerdocio mismo de Jesucristo. De la conciencia plena de esta naturaleza
sacerdotal se desprende el desarrollo de la acción pastoral de todo sacerdote en
una parroquia, ya que “el obrar sigue al ser”.
Básicamente y siguiendo las enseñanzas de “Pastores Dabo Vobis”
podemos enmarcar el ser y la misión sacerdotal en los siguientes enunciados:
a) La identidad sacerdotal ha de vivirse desde la comunión trinitaria. Esto
configura su relación con Dios al servicio a la Iglesia, misterio de comunión
misionera, y a la vez su relación con todos los miembros del Pueblo de
Dios.
b) El ministerio sacerdotal se entiende como “amoris oficcium” desde la
configuración con Cristo Cabeza, Esposo, Siervo y Pastor de la Iglesia.
c) El ministerio sacerdotal se ejerce desde y en la comunión eclesial.
d) La actitud fundamental que sostiene, unifica y define el ejercicio del
ministerio es la caridad pastoral.
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2) El Párroco y la Acción Católica
El Concilio Vaticano II se ha explayado abundantemente en lo referente
al quehacer pastoral de quien ejerce la cura de almas (cf. PO 9). Nada de esto
podría entenderse ni sobrellevarse sin la caridad pastoral que ha de animar la
espiritualidad de aquel ministro a quien se le encomienda la conducción y
animación de una parroquia. En este mismo espíritu el Concilio señala a los
párrocos la necesidad de fomentar la activa participación de los laicos como
agentes necesarios de la obra evangelizadora y menciona, entre otras formas, a
la Acción Católica como Institución reconocida para la consecución de dicha
finalidad (ChD 17).
En lo referente a la relación que existe entre el ministerio sacerdotal y la
Acción Católica, podemos decir que al Párroco, en su calidad de pastor propio
de la comunidad, le corresponde promoverla, formarla y orientar su rumbo. A
su vez, por su oficio sacerdotal y de acuerdo a los estatutos de la Institución,
puede constituirse en “Asesor” de la misma. Por eso será saludable distinguir en
primera instancia, la diversidad de situaciones en las cuales los sacerdotes se
relacionan y promueven la vida y la misión propia de la Acción Católica tanto en
la Iglesia como en la sociedad.
3) Diversas situaciones
Los sacerdotes que asumen un rol de asesoría dentro de la Acción
Católica pueden enmarcarse dentro de las siguientes posibilidades:
Niveles nacional y diocesano:
En el nivel nacional el Asesor General es designado por la Conferencia
Episcopal mientras que el Asesor a nivel diocesano es designado por el Obispo
del lugar.
Nivel parroquial:
Pueden darse dos situaciones:
a) El Párroco designa para ejercer la asesoría de la Acción Católica a su
Vicario u otro sacerdote delegado.
b) El Párroco, siendo el pastor propio de la comunidad, ejerce a su vez la
asesoría de la Institución.
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Analicemos los diversos casos:
A nivel nacional y diocesano los asesores ejercen su función animando
(siendo así “alma” de la Institución) a los miembros de la Acción Católica para
que, en comunión con el Magisterio de la Iglesia, puedan llevar adelante las
prioridades evangelizadoras delineadas o directamente solicitadas por los
pastores.
En el nivel parroquial, cuando se da la primera situación (a) se reitera la
referencia del Asesor hacia la instancia superior (en este caso el Párroco)
instando a los militantes a asumir plenamente las prioridades pastorales de la
comunidad.
En la segunda situación (b) el rol de pastor propio de la comunidad (Cf.
CIC 519) y Asesor de la Institución están unificados en la persona del Párroco,
por lo cual los militantes comprenden que el termino “Asesor” no limita el radio
de acción del sacerdote a un mero acompañamiento espiritual sino que, a su
vez, se constituye en el responsable de la vida de la Institución (teniendo así
poder de decisión en cuanto a su conformación dirigencial). Sin constituirse en
dirigente de la misma es, sin embargo, quien marca el horizonte de su acción
pastoral. En este último sentido se dice que el Asesor “en cuanto pastor,
ejerce la dirección superior al orientar el rumbo y convocar a la
comunión” (cf. Proyecto Institucional 7.2).
No obstante lo dicho en este último caso cabe agregar que quien
es Asesor de la Institución en los niveles diocesano y nacional posee, como
todo sacerdote, el carisma para conducirla a la consecución de sus objetivos.
Esta consideración supera la comprensión del término “animación” como mero
aliento o estímulo externo. “Animar” es poner alma, dar vida, santificar, y así
quien está asesorando a la Acción Católica está poniendo su carisma sacerdotal
al servicio de la misma. Repasando la historia de los grandes asesores de la
Acción Católica comprendemos que no han desarrollado su actividad
superficialmente sino que han dejado marcado a fuego en el corazón de los
militantes la impronta de sus enseñanzas y estilos de vida.
4) Relaciones mutuas
El servicio de asesoría ejercido por los sacerdotes en las diversas
circunstancias descriptas reclama una serie de actitudes que hacen al espíritu
de comunión y a la eficacia de la acción apostólica:
Desde los militantes hacia el Asesor: Han de considerarlo como
maestro y guía en lo que se refiere a la recta comprensión de su misión laical
como miembros de la Acción Católica. No olvidar el carisma sacerdotal que se
manifiesta a veces con vehemencia pero de ordinario muy discretamente y
estar atentos a discernir con atención las sugerencias y propuestas del mismo.
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En sentido complementario están llamados a entrar en diálogo confiado y
fecundo con el Asesor a la hora de buscar y proponer los métodos y las
estrategias evangelizadoras. Cabe aquí lo de San Agustín “En lo opinable,
libertad; en lo necesario, unidad y en todo, caridad”. Se trata, en
definitiva, de asumir como propias las preocupaciones y afanes de los pastores
en la consolidación de la vida de la Iglesia y en la evangelización de la
sociedad.
Desde el Asesor hacia los militantes: Es primordial la actitud de
servicio hacia la misión propia de la Institución y de cada militante en particular.
Tener conciencia de la riqueza que supone la Acción Católica en la vida de la
Iglesia como promotora de cristianos y comunidades maduras al servicio de la
evangelización en la diversidad de ámbitos en los que se desarrolla la vida de la
sociedad. No temer a las confrontaciones o críticas constructivas que puedan
surgir de los laicos en su afán de construir una Iglesia cada vez más coherente
con la misión que Cristo le ha confiado.
El Párroco ha de tener en claro que la Institución a nivel parroquial, si
bien responde, como toda institución, a una dirigencia diocesana y nacional, sin
embargo no tiene planes propios sino que se pone al servicio de los objetivos
evangelizadores de la comunidad en la que está inserta y de la cual él es el
responsable. Por eso el Párroco nunca debe “quedar a un lado” en el obrar de
la Institución en su parroquia.
5) El párroco como modelador de la espiritualidad laical de
los militantes
El Párroco tiene la misión de formar la conciencia y la vida cristiana de
los militantes apoyado siempre en criterios de fe e inculcándoles un hondo
espíritu apostólico capaz de iluminar con la luz del Evangelio las circunstancias
concretas de la vida y de la misión de los mismos. También es necesario que
sepa resaltar la importancia del pertenecer a la Institución en el marco de la
eclesialidad, fomentado la comunión con el resto de los movimientos e
instituciones de la Parroquia ya que la Acción Católica, aún poseyendo un
método y un estilo que le son propios, no se concibe estando o sintiéndose
aislada del trabajo pastoral orgánico.
6) El párroco como animador de la acción pastoral de la
institución
Afianzar e impulsar el protagonismo de los militantes en su comunidad es
otra de las tareas a desarrollar por el pastor de la comunidad parroquial. “Los
asesores son el alma de Institución” decía Pablo VI. El Párroco es aquel
que anima el trabajo pastoral y despierta el deseo de santidad en cada uno de
los miembros de la Acción Católica. Para ello es necesario que esté atento a
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diluir los miedos y reticencias que a veces se manifiestan en algunos de ellos.
Con la confianza y el amor de un padre que se alegra por el crecimiento y la
madurez de sus hijos fomenta el trabajo en comunión con los militantes a los
cuales puede delegarles responsabilidades diversas pero cuidándolos de caer en
cualquier tipo de clericalización.
De acuerdo a su carisma sacerdotal, el Párroco discierne los talentos y
dones dados por Dios a cada militante para el mejor desarrollo de las diversas
funciones requeridas por la Institución y por la Iglesia. Es fundamental que
cada uno sepa “qué es” y “qué debe hacer” dentro del trabajo pastoral
ejercido por la Acción Católica, como así también en el descubrimiento y
asimilación de su vocación cristiana. Pero esta función especifica de quien es
cabeza de la comunidad parroquial no lo lleva a “hacer y deshacer” a su gusto,
sino que, en un mismo espíritu con el Consejo Parroquial, va moldeando la vida
y la acción pastoral de la Institución, discerniendo la voluntad de Dios para
responder a lo que la realidad de la Parroquia demande en ese momento y lo
que, a su vez, colabore en la realización de los militantes en su apostolicidad.
7) Conclusión
La experiencia de innumerables asesores de la Acción Católica confirma
que en el desarrollo de estos elementos mencionados no sólo se logran gozosos
resultados a nivel pastoral sino que también se enriquece sobremanera el
ejercicio del ministerio incluyendo la vida afectiva del sacerdote. Porque a
menudo, donde no existe un laicado maduro, el sacerdote queda muy
circunscrito a su rol de cabeza o jefe de la comunidad, ejerciendo un liderazgo
en soledad y viéndose empañada su condición de hermano y amigo de los
hombres y mujeres a los que sirve como pastor. En cambio un laicado
conciente de su identidad y misión, que se pone a la par del Párroco en su
preocupación por la Iglesia y por el mundo (llámese barrio, ciudad, nación)
logrará sintonizar más sensiblemente con los gozos y esperanzas de éste, como
así también con los “dolores de parto” que supone la ardua tarea de apacentar
al Pueblo de Dios y de hacer de Cristo el corazón del mundo. La Acción Católica
ofrece la posibilidad de transformar “feligreses” en auténticos discípulosmisioneros, hermanos y hermanas, padres y madres, “amigos” que acompañan
la aventura del consagrado de ser hombre de Dios y servidor de todos.
Pbro. Daniel Bossio
- Equipo de Asesores -
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ANEXO
EL PÁRROCO Y LA ACCION CATOLICA
En el Estatuto y el Reglamento de la Acción Católica Argentina
Estatuto, art. 36: “El Consejo Parroquial de la Acción Católica es el
órgano conductor de la actividad formativo-apostólica de la Institución en cada
Parroquia; actúa bajo la dirección superior del Párroco y en estrecha relación
con el Consejo Diocesano a todos los efectos de su inserción en la pastoral
diocesana y nacional”.
Tanto en el Estatuto como en el Reglamento de la ACA no se habla de
Asesor Parroquial, sino del Párroco o “su delegado”. Solamente aparece el
concepto en el Estatuto, art. 37, donde se dice que “El Párroco o su delegado
ejercerá la Asesoría del Consejo Parroquial de la Acción Católica”, y en el
Estatuto, art. 40, donde se habla de la asistencia que reciben del Asesor los
grupos de militancia con lo cual se mantienen alimentados espiritualmente. Por
lo demás el término “Asesor” se utiliza generalmente en referencia a los niveles
nacional y diocesano.
Atribuciones del Párroco
1. Debe ponerse en conocimiento del Párroco respectivo la postulación de
miembros para integrar las listas electivas para las Asambleas Diocesanas
(Regl. 29.2; 30.3).
2. En la Asamblea Parroquial de la ACA, el Párroco o su delegado tiene
derecho a veto en los casos señalados en el Art.19º: “las resoluciones
tomadas que no se ajusten a la doctrina católica, a la moral o a la
disciplina eclesiástica” (Est. art. 35).
3. La convocatoria a la Asamblea Parroquial siempre deberá contar con la
conformidad del Párroco (Regl. 35.3).
4. La convocatoria a la Asamblea Parroquial puede ser dispuesta por el
Consejo Parroquial por indicación del Párroco (Regl. 35.3).
5. Las Actas de las Asambleas deberán ponerse en conocimiento del
Párroco, quien podrá vetar sus resoluciones en los casos del Art. 19º del
Estatuto (Regl. 35.4).
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6. El Consejo Parroquial de A.C. actúa bajo la dirección superior del Párroco
(Est. art 36).
7. El Consejo Parroquial promueve y desarrolla la implantación de las Áreas
en la jurisdicción parroquial, de común acuerdo con el Párroco (Est. art.
36).
8. La creación de la Acción Católica en una Parroquia es una facultad del
Consejo Diocesano, contando con la debida autorización o a solicitud del
Párroco (Regl. 36.3).
9. El Párroco, en comunicación con el Consejo Diocesano, podrá constituir
en la jurisdicción parroquial un Consejo Promotor, designando sus
miembros (Regl. 36.3).
10. El Párroco puede solicitar al Consejo Diocesano la oficialización del
Consejo Parroquial. En este caso, el Párroco convocará a una Asamblea
constitutiva e invitará al Consejo Diocesano a presidirla (Regl. 36.4).
11. El Párroco designa al Presidente y al Vicepresidente del Consejo
Parroquial (Est. art 37; Regl. 36.4).
12. El Párroco aprueba la lista de candidatos de los demás miembros a ser
elegidos por la Asamblea Parroquial (Est. art 37; Regl. 37.1).
13. El Párroco o su delegado ejercen la Asesoría del Consejo Parroquial de
Acción Católica (Est. art 37).
14. Cuando mediaren causas excepcionales, el Párroco podrá determinar, por
única vez, la elección de un miembro para el mismo cargo por un tercer
período consecutivo (Regl. 37.4).
15. El Párroco avala con su firma la lista de las oficializaciones solicitadas al
Consejo Diocesano (Regl. 38.4).
16. El Párroco puede requerir la reunión extraordinaria del Consejo Parroquial
(Regl. 38.5).
17. El Párroco puede solicitar al Consejo Diocesano la constitución y
oficialización del Consejo Parroquial (Regl. 38.6).
18. El Consejo Diocesano requiere el conocimiento previo del Párroco
respectivo para intervenir o excluir del Registro de Consejos Oficializados
a los Consejos Parroquiales (Regl. 28.1).
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