Gráfico Nº 1

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Publicado en la Revista NOTICIAS, Año XXII, Nº 1413, Enero 24, 2004.
Páginas 36, 37 y 38.
Soja
El grano de la discordia?
La uniformidad productiva genera impactos ecológicos, sociales y tecnológicos.
Qué modelo agropecuario necesita el país.
Por Walter A. Pengue*
“El país se debate en el latifundio. El progreso social y político se estrella contra él como contra una
muralla china…” Jacinto Oddone (1930).
Desde los años noventa, la soja se instaló en el centro del sistema agroproductivo, bajo
importantes transformaciones, que sostenidas en un modelo tecnológico intensivo
contribuyó a delimitar un nuevo perfil del país agropecuario, que creyó encontrar en
la creciente especialización, ventajas comerciales relevantes.
Condiciones agroclimáticas, variedades adaptadas, disponibilidad de mano de obra,
estructura portuaria y agroindustrial, simplificación técnica y de manejo, favorable
paridad cambiaria para la importación y la apertura irrestricta de la economía,
facilitaron la capitalización del campo y el desplazamiento hacia la agricultura
continua tanto en la Región Pampeana como en áreas más marginales.
La llegada a mediados de la década de la soja transgenica y de la siembra directa (un
paquete tecnológico que permitió acelerar los ciclos agroproductivos, sostenido en el
uso de herbicidas y que ciertamente tiende a una disminución de los niveles de erosión
del suelo) simplificó más el proceso que logra récord tras récord de producción (ver
Un Cultivo en Alza) haciendo que hoy en día lleguemos a 13.750.000 has con una
producción promedio de 34 millones toneladas.
Sin embargo, mientras en las economías más desarrolladas del mundo, se discute
plenamente la importancia de la diversificación, la industrialización, el valor agregado y
los servicios que brindan más y mejores empleos a sus ciudadanos, la economía
argentina ha retrocedido décadas hacia una reprimarización, apoyada básicamente en
la monocultura y su dependencia en la exportación de materias primas.
Por otro lado, la coyuntura internacional emergente de la crisis de la “vaca loca” y la
demanda creciente por proteínas vegetales ha hecho que en los últimos años, y
especialmente en el anterior y actual, el precio del grano roce los 220 dólares la
tonelada, mejorando la composición del complejo oleaginoso argentino (con ingresos
superiores a los 8000 millones de dólares). Las divisas engrosaron las arcas de sectores
específicos, contribuyeron a la estabilización de las variables macroeconómicas y
sustentaron una buena parte de la gobernalidad de la anterior Administración de
Eduardo Duhalde y la actual del Presidente Néstor Kirchner, que tienen además en las
retenciones agropecuarias, una interesante fuente de ingresos para su caja social.
No obstante, no debieron escapar al ojo de los decisores políticos otros factores no
menos importantes como las pérdidas generadas por la uniformización de la
producción. José Martí (1853-1895) indicaba que “el pueblo que se dedica a una sola
producción, se suicida” y es de ello, de donde Argentina velozmente debe salirse. La
coyuntura no puede superar a la planificación de país. Habrá que darse cuenta que la
falta de definiciones sobre una política agropecuaria nacional, que propenda a una
administración sustentable de los recursos naturales y humanos involucrados,
pueden exponernos a riesgos innecesarios.
La cara oculta del boom con la soja, es el modelo de agricultura industrial intensivo
que seguimos y que puede producir impactos ecológicos y sociales, muchos de ellos
quizás, irreversibles. La evaluación del riesgo tecnológico y de la prudencia
necesaria frente a una tecnología tan poderosa está pobremente considerada.
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Publicado en la Revista NOTICIAS, Año XXII, Nº 1413, Enero 24, 2004.
Páginas 36, 37 y 38.
La paradoja de una Argentina exitosa sojaexportadora y por otro lado,
desnutrida, no es tal, ya que sólo confirma la tesis – comprobada con el café o el
azúcar o el caucho… - que son muchas las naciones subdesarrolladas que han
enriquecido con sus recursos a economías avanzadas, subsumiendo a sus compatriotas
en el hambre más adjecto. Lo que alguna vez fuera el granero del mundo puede llegar a
hipotecar sus recursos detrás de la renta económica inmediata y enfrentarse a una
pérdida importante de su Soberanía Alimentaria. Pan para hoy, hambre para
mañana?.
MODELO. Existen ya cuestiones tecnológicas, sociales y ecológicas pendientes de
resolver por el nuevo modelo. El paradigma de la eficiencia y la incorporación
tecnológica de cultivares de soja transgénica adaptados a las ecoregiones
argentinas facilitó el desplazamiento de sistemas productivos enteros. Tanto las
economías regionales, como muchas otras producciones vieron ocupados sus espacios
por el avance de la soja. En el quinquenio 96/97 –01/02, el arroz se redujo un 44,1 %,
maíz un 26,2, girasol el 34,2 y el trigo un 3,5 % mientras del sector lechero
desaparecieron el 27,3 % de los tambos. La producción porcina se redujo un 36 % y la
economía algodonera decreció 10 veces (de 700.000 a 70.000 has). Los números siguen.
La demanda por nuevas tierras para soja (que empieza a repicarse en Bolivia, Brasil,
Paraguay o el Uruguay) sigue sostenida. La escasa cosecha norteamericana (la más baja
desde 1996, hoy de 65,6 millones de toneladas) y los reducidos stocks mundiales
aceleran el proceso. Hoy mismo, en vastos territorios la deforestación para soja y
ganadería corre a la velocidad de las caterpillars. Tasas de deforestación que en cuatro
años (1998-2002) llegaron a 117.974 hectáreas en el Chaco, alrededor de 220.000 en
Santiago o superan las 170.000 en Salta.
También las pymes agropecuarias pueden, a pesar de los buenos precios, verse
afectadas. Podríamos preguntarnos si más allá de la búsqueda por el incremento en los
rendimientos, muchos agricultores o el gobierno no perciben que manejos altamente
intensivos pueden generar. Es muy probable que estos productores, vean año tras
año, que sus bolsillos se engrosan con atrayentes pagos por arrendamiento y que
sus propios campos - explotados por terceros - se degradan cosecha tras cosecha.
El aumento de la escala, base del nuevo modelo agrícola es una realidad
incontrastable. En poco más que una década, la unidad económica agropecuaria en la
región pampeana aumentó de 250 a 538 hectáreas, mientras que el número de
explotaciones se redujo un 24,5 % a nivel país, y aún más en esta región, un 30,5 %
(Ver Cada vez Menos Establecimientos Agropecuarios).
Si alguna vez J.B. Alberti (1810-1884) pensó que gobernar es poblar, y lo entendía en
el sentido que poblar es educar, mejorar, civilizar, enriquecer y engrandecer a la Nación,
es evidente que estamos mirando otra película.
La agricultura y sus servicios es lo que debemos analizar. Si aquella que sólo mira el
vencer récords para alcanzar una meta posible – pero a que costo! – de los 100 millones
o aquella otra que incorpora en su centro al verdadero agricultor. D.D. Eisenhower
(1890-1969) decía que la agricultura parece ser la cosa más sencilla, cuando el arado
de uno es un lápiz y se está a mil millas del maizal. Nuestros hombres de campo, saben
claramente que no es así, que el sistema es muy complejo, riesgoso y que amerita, un
intenso trabajo en el medio rural, lejos de la parafernalia informativa que los inunda y
llamó – como si fuera una vergüenza ser chacarero - a los nuevos actores del negocio,
farmers o chacrers (será porque son ya 17.000.000 las hectáreas que están en manos de
capitales extranjeros especulativos?).
En términos ambientales, los economistas ecológicos hablamos de externalidades,
cuando no se incluyen en los costos los impactos producidos. En el caso de la soja, se
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utiliza una batería de agroquímicos, especialmente herbicidas (en una década, el
consumo del glifosato, pasó de uno a 150 millones de litros) e insecticidas sumados
también ahora a fungicidas y curasemillas, de alto costo. La aparición de malezas
tolerantes, que obligan a un consumo de herbicidas aún mayor, no se ha hecho
esperar. El riesgo relativo por contaminación con plaguicidas ha mostrado una
evolución destacada, especialmente durante los últimos quince años, asociado
posiblemente al notable incremento en el uso de herbicidas y agroquímicos
vinculados a la producción de soja.
El cultivo demanda una gran cantidad de nutrientes que extrae del suelo. Su siembra
recurrente, lo degrada y facilita una pérdida de minerales cuyos costos no son
incluidos en las cuentas y ponen un horizonte finito a la agricultura (Ver
Vaciamiento del Suelo). La deuda ecológica con nuestras Pampas aumenta con cada
cosecha.
De los 70 millones de toneladas de granos que exportamos, solamente el 2 % son
productos terminados (en países desarrollados superan el 40 %!). Enviamos materias
primas, para engordar el disparatado sistema de producción europeo y no nos
permitimos poner a nuestros alimentos finales la rica calidad local. Menos
diversificación, menos valor agregado, significan menos trabajo, menos riqueza, menos
progreso real y menor equidad.
PROTEINAS. El modelo intensivo sojero (básicamente proteinoso) nos lleva a
presentar una nueva discusión que se plantea entre el Norte y el Sur: la Batalla por la
Proteína de calidad. Esto es, mientras las economías ricas consumen mejores y
mayores cantidades de proteínas animales, a las naciones empobrecidas les quedan
las proteínas vegetales, de menor calidad nutricional. Los argentinos comemos hoy
peor que hace treinta años y estamos siendo inducidos a reemplazar nuestra antigua
dieta y cultura culinaria rica en trigo, carnes, huevos, leche por la baratura de la
milanesa de soja o la “leche de soja”, que podríamos aceptar en una canasta balanceada,
pero muy riesgosa, si se la concentra exclusivamente y más aún si se la dirige a los
pobres, cada vez más subalimentados. En un año bajamos de 230 a 180 litros de leche y
comemos diez kilos de carne menos por habitante.
El dilema entonces, no pasa por el pobre grano de soja y la posibilidad para los
productores que aprovechan hoy en día una rentabilidad coyuntural pero de corto
tiempo. El problema está en el modelo agropecuario que Argentina debe seguir, y en
ello, es relevante la participación y responsabilidad del Estado. Es dirimir si se
favorece un país que produce cada vez menos diversidad de materias primas en
enormes latifundios industriales que hoy generan soja (mañana puede ser maíz) o si
nos proponemos pensar la cuestión integralmente y en como rescatar la diversidad
productiva, mejorar la competitividad en todos nuestros rubros, optimizar la
marca argentina natural y proyectar un campo para más de un millón de
agricultores exitosos en lugar de trabajar con tan pocos.
Somos y seremos por muchos años un país agroexportador neto, nuestra base
comparativa y competitiva pasa por la tierra, por eso es que debemos favorecer las
actividades sustentables, del hombre de campo vinculado a esta, de la
multifuncionalidad de la agricultura, del reconocimiento cabal del valor de los recursos
y de su potencialidad, por la propia diversidad que nuestro país posee. Esa es la base de
una buena gestión de los bienes que tenemos, que en definitiva, son de las generaciones
actuales y más aún de los futuros argentinos.
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CULTIVO EN ALZA
Evolución de la Producción (en miles de Toneladas) y Superficie Implantada (en
Evolución
dedel
la soja
Argentina
miles
de Hectáreas)
cultivoen
de Soja
en Argentina.
en miles de ha y miles de tn
35.000
Toneladas
(por Mil)
30.000
25.000
20.000
15.000
10.000
Hectáreas
(por Mil)
5.000
0
71/72 74/75 77/78 80/81 83/84 86/87 89/90 92/93 95/96 98/99 01/02
SAGPyA
Fuente:Fuente:
Secretaría
de Agricultura, Ganadería, Pesca ySuperficie
Alimentación, 2003
MENOS ESTABLECIMIENTOS
Censo Año Total País Pampeana NEA
1988
421.221
85.249
196.254
2002
317.816
68.332
136.345
Diferencia
- 24,5
- 30,5
- 19,8
%
Producción
AGROPECUARIOS
NOA
Cuyo
72.183
46.222
63.848
32.541
- 11,5
- 29,6
Patagonia
21.313
16.750
- 21,4
Fuente: Censo Nacional Agropecuario 2002, INDEC.
VACIAMIENTO DEL SUELO
Nutrientes del suelo (nitrógeno y fósforo) extraídos por el cultivo de soja y cálculo
de los costos si se repusieran con fertilizantes minerales. Datos para la cosecha
2002/3.
Nitrógeno
Fósforo
Total
Nutriente extraído en Toneladas
1.020.000
227.800
1.247.800
Equivalente en Fertilizantes – Toneladas
2.217.400
1.109.386
3.326.786
u$s 332.816.000
u$s 909.340.000
Costo estimado de la reposición por lo u$s 576.524.000
exportado
Fuente: Pengue, Walter A.. El vaciamiento de las Pampas. Buenos Aires. Le Monde Diplomatique.
( 2003, Junio).
* Ingeniero Agrónomo,
Consultor Agropecuario e
Investigador de la UBA
www.gepama.com.ar/pengue
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