Agricultura Intensiva De Regadío

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 Agricultura Intensiva De Regadío Jorge Garcia Gomez F. López Bermúdez Serie Folletos: C Número: 3 Contenidos INTRODUCCIÓN A LA AGRICULTURA DE REGADÍO EVOLUCIÓN DE LA AGRICULTURA DE REGADÍO Y SUS EFECTOS SOBRE LA DESERTIFICACIÓN ¿Por qué se han producido cambios en la agricultura de regadío? Tecnología de riego Rentabilidad y competencia por los recursos El problema de los recursos hídricos CONSECUENCIAS NEGATIVAS DE LA AGRICULTURA DE REGADÍO SOBRE LA DESERTIFICACIÓN Salinización SOBRE‐EXPLOTACIÓN DE ACUÍFEROS Contaminación de suelos por pesticidas y fertilizantes Erosión de suelo Cambios en el paisaje RECOMENDACIONES DE GESTIÓN DE LOS REGADÍOS PARA PREVENIR LA DESERTIFICACIÓN BIBLIOGRAFÍA Y LECTURAS ADICIONALES 1 3 3 4 5 5 6 6 7 7 7 8 9 11 INTRODUCCIÓN A LA AGRICULTURA DE REGADÍO El origen y desarrollo de la agricultura Mediterránea es la historia de una interacción larga e intensa entre el hombre y su ambiente (co‐existencia). El actual paisaje rural Mediterráneo es el resultado de miles de años de interacción entre los cambios de clima y las prácticas agrícolas, empezando en la transición entre los períodos geológicos Pleistoceno y Holoceno en la zona del “creciente fértil” en Oriente próximo, en el episodio conocido como la “Revolución Neolítica”, hace unos 10.000 años. Las nuevas prácticas agrícolas se expandieron hacia el Mediterráneo occidental, y la consecuente larga evolución tuvo lugar bajo una compleja combinación de factores climáticos, edáficos, hidrológicos, geomorfológicos, sociales, culturales y tecnológicos que quedaron reflejados en el paisaje por el desarrollo de dos tipos principales de agricultura: la agricultura de secano y la de regadío. Hoy en día, la agricultura de regadío es una actividad que comparte un espacio limitado con muchas otras actividades económicas. La expansión de la producción intensiva de la agricultura de regadío puede ser tanto una fuente de riqueza como un problema generalizado respecto al uso sostenible del suelo y la desertificación. Las consecuencias ambientales potencialmente negativas de este tipo de uso del suelo sobre otras funciones económicas y ecológicas deben ser analizadas. Estos efectos negativos incluyen la degradación del suelo, el agotamiento de los acuíferos, la intrusión de agua marina en áreas litorales y la salinización, y la contaminación del suelo. Ha habido una reciente tendencia a la expansión de este tipo de agricultura desde las áreas tradicionales de riego, por ejemplo a lo largo de las planicies aluviales de los ríos, hacia antiguas áreas de agricultura de secano. A escala global existe un movimiento hacia los países meridionales, en busca de un aumento de la producción con costes más bajos. Este folleto ilustrará las consecuencias de la agricultura intensiva de regadío pero también explicará los principios y prácticas que pueden aplicarse a la gestión de los regadíos. Este tipo de agricultura juega un papel muy importante en las sociedades, especialmente en áreas rurales. Cualquier estrategia de gestión de la relación entre agricultura y desertificación ha de tener en cuenta no sólo la parte ambiental del problema sino también los aspectos socioeconómicos de un mundo rural involucrado en un proceso de desarrollo, con muchas fuerzas motrices, ejerciendo su efecto sobre la situación y que se hallan en continuo cambio. 1 Figura 1. Cultivo de lechuga en regadío. España Figura 2. Calabacines, cultivados bajo cubierta de polietileno y riego por aspersión En la Europa Mediterránea la mayor demanda de la agricultura son los recursos hídricos. La agricultura de regadío puede utilizar entre el 70 y el 80 % del total de agua disponible. La disponibilidad de agua en calidad y cantidad suficientes se ha convertido en la cuestión y el problema más importante para agricultores y gestores públicos, llegando incluso a ser asunto de confrontación social y política. Este conflicto puede encontrarse en todos los países Mediterráneos y, especialmente, en España. Las consecuencias de las actividades agrícolas de regadío a menudo no se consideran de la misma manera que las de secano. Las últimas tecnologías y métodos de regadío permiten que los cultivos sean eficientemente productivos sobre casi cualquier tipo de suelo y por tanto, mientras haya agua disponible, los cultivos de regadío pueden crecer casi en cualquier parte. El problema aparece cuando el suelo 2 se ha degradado completamente y es muy difícil su restauración. Los nuevos retos de globalización y cambio climático van, probablemente, a añadir más inestabilidad a estos procesos. Otras opciones, como el cultivo en substratos, necesitan infraestructuras que modifiquen totalmente el área afectada. Figura 3 Cultivos 0B
Figure 4 Figura 5 EVOLUCIÓN DE LA AGRICULTURA DE REGADÍO Y SUS EFECTOS SOBRE LA DESERTIFICACIÓN Por qué se han producido cambios en la agricultura de regadío? Históricamente la agricultura de regadío ha ocupado los mejores y más fértiles suelos, aquéllos en valles y planicies aluviales de ribera, junto con las llanuras costeras donde los inviernos tienden a ser más suaves. Estas áreas presentan las mejores condiciones posibles para la agricultura de regadío y se hallaban próximas al principal recurso necesario: el agua. Actualmente, la presión ejercida por otras actividades económicas y sociales aumentando la demanda en estas áreas, así como los desarrollos tecnológicos (que, por ejemplo, permite el cultivo en pendientes pronunciadas o terrenos nivelados mecánicamente), ha hecho que los regadíos se encuentren ahora en el interior, en áreas tradicionalmente de secano. Las explotaciones agrícolas de áreas de interior no tienen las mismas condiciones y características para el regadío que las tradicionales, pero olos costes de producción son más baratos. De cualquier modo, el suelo no suele ser el ideal para la agricultura de regadío. La superficie de regadío aumentó un 12 % en la Europa de los 12 (EU‐12), de 12.3 a 13.8 millones de hectáreas entre 1990 y 2000. En Francia, Grecia y España, la superficie de regadío aumentó un 29 % durante el mismo periodo. No obstante existen patrones diferentes en los países europeos individuales e incluso a escales locales/regionales. Cuando hablamos de agricultura de regadío debemos comenzar por distinguir dos tipos principales: • Agricultura de regadío tradicional, con pequeños campos y mínima utilización de maquinaria, granjas familiares o pequeñas cooperativas. •
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Figura 6. Canal de riego tradicional de planicies bajas Agricultura de regadío a gran escala, normalmente asociada a procesos industriales y transporte a larga distancia, que podríamos llamar “agroindustria”, centrada en la exportación de los productos fuera del área de producción. Figura 7 Esta distinción es importante ya que el enfoque del uso del suelo es diferente en cada sector, y los dos grupos tienen un papel diferente en el desarrollo o en el uso de los factores que dan como resultado los cambios más extendidos en la agricultura. Los agricultores de regadío tradicionales son más dependientes de los recursos locales ya que tienen pequeños huertos y no tienen la capacidad logística o económica de llevar un gran número de explotaciones o de diversificarse en lugares diferentes. Por esta razón, normalmente, se les considera más integrados en el territorio local. Hay muchos factores que afectan a la agricultura de 3 regadío. Nos centraremos en algunos de ellos: la tecnología, la rentabilidad, y la competencia por los recursos, específicamente el agua, y sobre las consecuencias que tienen. Tecnología de riego La innovación es especialmente importante en agricultura. El objetivo es proporcionar más productos competitivos (nuevos, diferentes o de mejor calidad, o productos fuera de temporada) y superar las dificultadas asociadas, principalmente, a la escasez de recursos: agua, suelo, energía… La tecnología hace a los agricultores más competitivos y las innovaciones se transmiten rápidamente entre ellos. El riego por goteo, nivelado del terreno por láser, invernaderos, nuevos materiales plásticos, fertilizantes, maquinaria, investigación genética… Obviamente, las grandes compañías tienen ventajas temporales sobre los pequeños agricultores debido a su capacidad económica para invertir en investigación. Actualmente, es más sencillo adaptar la agricultura a áreas y condiciones donde no era posible con anterioridad. A los agricultores se les ofrecen nuevas oportunidades de uso del terreno. Además, existe un aumento de la disponibilidad de productos a lo largo de todo el año ya que la explotación de nuevas tierras supone también un mayor rango de condiciones climáticas. Finalmente, la utilización de nuevas tecnologías también contribuye a que los productos estén disponibles para mercados lejanos. de que aparezcan efectos negativos en los suelos. El principal problema podría ser que la investigación está centrada en el aumento de la producción vegetal sin considerar la sostenibilidad del suelo. A continuación se muestran algunos ejemplos: Disponibilidad de nuevas áreas para la agricultura: La tecnología crea nuevas áreas, tradicionalmente de secano, disponibles para el regadío. Los suelos de estas zonas normalmente no son adecuados para este tipo de uso tan intenso, por lo que los procesos de degradación de suelo son evidentes al poco tiempo. Estos procesos se aceleran con posterioridad si la tierra que ha sido intensamente cultivada se abandona. Por otra parte, la expansión de los regadíos hace que aumente la demanda hídrica. Esto afecta a los niveles hídricos de lagos, ríos, y, especialmente, aguas subterráneas. El agotamiento de los acuíferos es un indicador muy directo de la sobreexplotación de las aguas subterráneas. También tiene consecuencias negativas indirectas, como la intrusión de agua marina que contamina los acuíferos costeros con agua salada. El agua extraída de pozos para el regadío y el uso doméstico se vuelve salada y contribuye a la salinización del suelo. Sistemas de riego por goteo: El riego por goteo reduce la cantidad de agua usada pero, por ejemplo, a veces los huertos se transforman de manera demasiado forzada para adaptarse a este sistema de riego. Esto supone un severo impacto sobre la estructura de suelos frágiles. Nivelado láser: Esto puede ayudar a reducir o a evitar el agua de escorrentía en campos de pendientes pronunciadas. Es utilizado para sistemas de riego por goteo, pero también puede causar efectos severos sobre la estructura del suelo. 2B
4 Figura 8. La mecanización a gran escala de la nivelación del terreno proporciona nuevas áreas para los cultivos de regadío La tecnología considerada de manera aislada no puede ser catalogada como positiva o negativa. Es el uso que se hace de ella el que tiene efectos diferentes. En términos generales, la tecnología ha cambiado completamente el enfoque de la labor agrícola, adaptando las actividades agrícolas a las condiciones del terreno y del suelo así como adaptando a éstos de acuerdo con las necesidades de producción. Normalmente, cuanto más intenso es el uso del suelo (y el regadío es uno de los más intensos en términos de utilización de recursos y de transformación del terreno) mayor es la probabilidad Figura 9. La mecanización del cultivo y la eliminación de malas hierbas puede afectar negativamente la estructura del suelo y aumentar el riesgo de erosión y degradación Eliminación de malas hierbas: Para reducir el tiempo de cultivo y para ahorrar agua, se debe eliminar toda la vegetación adventicia.Estas acciones dejan un suelo desnudo que puede ser más fácilmente afectado por la erosión por el viento o el agua. Figura 10. Huertos donde el cultivo mecanizado y la eliminación de malas hierbas deja la superficie del suelo desnuda y propensa a la erosión erosion Investigación vegetal: La investigación del material vegetal desde el punto de vista genético ha dado como resultado el cultivo de plantas más resistentes a aguas salinas. Por otro lado, la utilización continuada de agua de mala calidad química para riego afecta al suelo y causa degradación Rentabilidad y competencia por los recursos La agricultura de regadío es una actividad económica que comparte un espacio limitado (el área Mediterránea) con muchas otras actividades económicas con las que compite (urbanismo, ocio…) y con numerosas y variadas presiones (condiciones climáticas, movimientos de poblaciones, expansión urbana, escasez hídrica…). La población en zonas costeras ha crecido un 3.44 % (en promedio, casi 0.5 millones de personas por año), lo que supone una tasa de crecimiento un 25 % más rápida que la población total de estos países. Para Europa, las densidades de población de las regiones costeras (NUTS3) son en promedio 10 % superiores a las de zonas de interior, un 50 % en algunos países. El agua es un recurso esencial, limitado y sin substituto. En agricultura, las provisiones de agua necesitan fuertes inversiones e importantes infraestructuras (presas, pozos, canales de riego, bombeos…) que necesitan de cierto grado de desarrollo tecnológico para ser eficientes, junto con las adaptaciones del terreno y de la superficie del suelo. El uso del suelo es muy intenso y la rentabilidad (por unidad de área) es muy elevada comparada con la agricultura de secano e incluso con otros usos alternativos del terreno. Las presiones del mercado (p. ej. los precios del terreno, la demanda específica y las elevadas inversiones), la regulación de ciertos sectores (leche, producción de aceite de oliva y frutos secos, etc.) y las prácticas agrícolas (p. ej. intensificación de tierras marginales) son responsables del cambio agrícola. La superficie agrícola en uso (SAU) en EU‐12 disminuyó un 2.5 % (de 115.3 a 112.7 millones de hectáreas) entre 1990 y 2000. Los mayores cambios de SAU se encuentran en Italia (‐ 3.121.190 ha, ‐ 19 %) (12) y España (1.649.310 ha, + 7 %). En Francia, Grecia y España la superficie de regadío aumentó de 5.8 a 7.4 millones de ha entre 1990 y 2000. El desarrollo económico de las áreas Mediterráneas (que también provoca que los jóvenes busquen trabajo fuera del sector agrícola), el hecho que la seguridad alimentaria no sea un riesgo en Europa (y la agricultura no es actualmente un sector estratégico) y la mayor rentabilidad económica “directa” o “instantánea” del desarrollo urbano frente al sector agrícola hace que estas presiones tengan un efecto doble. A escala local, las actividades agrícolas desaparecen o se desplazan hacia zonas de interior (donde todas estas presiones son menores), dependiendo principalmente de la disponibilidad de suelo, agua y de las restricciones legales/políticas a la expansión urbana/recreativa. Entre 1990 y 2000 se han perdido casi 2000 km2 de zonas agrícolas a lo largo de las costa, con distintas tasas en diferentes países europeos. Esto ha ocurrido, por ejemplo, en Almería y en el Levante mediterráneo de España y en las regiones 5 meridionales de Italia, Grecia y Chipre. Figura 11. Nivelación del terreno a gran escala y cultivo mecanizado para la transformación de áreas de secano en regadío A una escala global, las actividades agrícolas también se desplazan hacia el sur, a otros países, buscando zonas donde la competencia por los recursos es menor y la rentabilidad mayor (costes más bajos). Este proceso afecta a la desertificación ya que la decisión final de cultivar no se toma de acuerdo a la idoneidad del suelo sino desde una perspectiva exclusivamente económica. En estos casos, es más importante incluso tomar medidas de conservación del suelo. El problema de los recursos hídricos El agua es el recurso crítico en regiones semiáridas Mediterráneas, un factor que (en términos de cantidad y calidad) limita la actividad agrícola. La disponibilidad de agua es una preocupación fundamental para todos los países, especialmente para aquéllos que sufren unas condiciones climáticas áridas, semiáridas o secas sub‐húmedas y que están amenazados por la desertificación. En estas áreas las cuestiones hídricas causan preocupación, discusión y conflictos entre los usuarios. alimentaria. Esto supone un reto para la sostenibilidad del recurso. Figura 13. RIEGO 6 Figura 12. RIEGO El uso agrícola del agua es el más demandado en el mundo entero (70 % del uso del recurso), siendo el porcentaje incluso mayor en los países en vías de desarrollo (95 %). En los países Mediterráneos, la agricultura utiliza el 75‐80 % de los recursos hídricos. Existe una fuerte distribución regional de la demanda de agua de riego. Las 41 regiones europeas (de un total de 332) que presentan el mayor consumo de agua con fines agrícolas (más de 500 millones m3/año) se encuentran todas en el Sur de Europa. El agua es básica para garantizar la seguridad alimentaria en muchos países. Por otro lado, a medida que se van desarrollando y aumentando en importancia otros sectores económicos (turismo, ocio, industria) aumenta la competencia por este recurso, especialmente en aquellos países que tienen garantizada su seguridad productos agroquímicos pueden tener consecuencias muy negativas sobre la estructura del suelo y aumentar los riesgo de desertificación. Los procesos de degradación incluyen una variedad de cambios físicos, químicos y biológicos en las propiedades del suelo y en los procesos edáficos que llevan a una reducción de la calidad del suelo como recurso. Los procesos de degradación más importantes asociados a la agricultura de regadío son la salinización, la sobreexplotación de aguas subterráneas, la contaminación del suelo por pesticidas y fertilizantes, la erosión del suelo, y los cambios de paisaje. Salinización La rápida expansión del regadío en las últimas décadas ha llevado aparejado un aumento de la salinización del suelo y el agua. Se estima que el 30 % del área en regadío en la Europa Mediterránea está afectado por la salinización en mayor o menor medida. La utilización frecuente de aguas subterráneas o de aguas residuales con una calidad inadecuada añade sales que se acumulan en el suelo si éste no se riega también con agua de buena calidad. Entre 1995 y 2000, la cantidad de lodos de depuradora utilizada en agricultura aumentó en muchos países, incluídos Reino Unido, Francia, España, Italia e Irlanda. CONSECUENCIAS NEGATIVAS DE LA AGRICULTURA DE REGADÍO SOBRE LA DESERTIFICACIÓN Los rápidos cambios culturales, sociales, económicos y tecnológicos que han ocurrido en la agricultura de regadío en los años 60 y 70 ha supuesto un aumento espectacular en las producciones de los cultivos, pero también supuso el inicio de procesos significativos de degradación del suelo. Actualmente, el regadío ha transformado por completo el paisaje agrícola tanto cuantitativa como cualitativamente. Desde un punto de vista cuantitativo, la superficie cultivada en muchas partes del Mediterráneo ha aumentado para satisfacer el aumento de población, y el desarrollo de nuevas tecnologías han hecho posible que nuevas zonas sean aptas para el cultivo. Esta expansión se ha realizado a expensas de la eliminación de la vegetación natural y por el cambio de la agricultura de secano a la de regadío. Algunas de estas nuevas áreas no son adecuadas para una explotación intensiva, por lo que los problemas de degradación del territorio son generalizados. Desde un punto de vista cualitativo, la agricultura intensiva a impuesto un fuerte proceso selectivo de los ecotipos vegetales (subespecies, variedades, etc.) en busca de aquéllos más productivos. Esto ha supuesto una pérdida de biodiversidad y afecta al conjunto del ecosistema, favoreciendo los procesos de degradación. La FAO afirma que en el siglo XX se ha perdido alrededor del 75 % de la biodiversidad genética mundial. 7 Figura 14. Erosión del suelo generalizada y acarcavamiento en un campo recientemente plantado y con el suelo desnudo. El elevado consumo de agua, la mecanización y la necesidad, bajo determinadas condiciones ambientales y culturales, de utilizar más cantidad de Figura 15. Salinización del suelo. Los pequeños cristales blancos de sales precipitan sobre la superficie del suelo El problema es crítico bajo condiciones climáticas Mediterráneas semiáridas, donde las altas tasas de evapotranspiración durante el verano hace que las sales disueltas asciendan por capilaridad por el perfil del suelo y que se acumulen en la superficie del mismo. Estas sales solubles afectan negativamente a las plantas y a la producción de los cultivos. Además, el suelo pierde capacidad productiva y se degrada. Sobreexplotación de aguas subterráneas Muchas de las áreas de regadío se encuentran en las planicies costeras, a menudo en zonas que también presentan altas densidades de industrias y áreas urbanas. La sobreexplotación de las aguas subterráneas permite que el agua marina penetre hasta los acuíferos, degradando la calidad del agua por el aumento de salinidad. Esto también puede ocurrir en áreas de interior, donde la expansión de la agricultura de regadío necesita mayores cantidades de agua, más de lo que hay normalmente disponible en los ríos y ramblas. En este caso es necesaria la utilización de aguas subterráneas de pozos para el riego de los cultivos. El problema es que la precipitación anual no es suficiente para equilibrar la extracción, por lo que la concentración de sales (cloruros, carbonatos de sodio y magnesio y sulfato cálcico) aumenta a ritmo constante y se degrada la calidad de las aguas subterráneas groundwater. CASO DE ESTUDIO: SOBREEXPLOTACIÓN DE ACUÍFEROS Los usos agrícolas de las aguas subterráneas suponen alrededor del 75 % de todos sus usos (que también incluyen el urbano, industrial, recreativo y ambiental). Se estima que el 28 % de la superficie agrícola en España se riega con aguas subterráneas. Esto supone 942.000 ha que necesitan 4500 hm3/año. El riego con aguas subterráneas es a menudo más eficaz que con agua de otro origen debido a un mejor uso y ahorro del agua. Esto es consecuencia de un mejor ajuste entre los costes reales de las infraestructuras y los precios que paga el usuario. Otro factor a tener en cuenta es que la mayor parte de la utilización de las aguas subterráneas comenzó en los años 60 por lo que utiliza sistemas de riego modernos. La existencia de aguas subterráneas en áreas apropiadas para la agricultura, como la costa Mediterránea, supuso el desarrollo de explotaciones de regadío con elevada rentabilidad. De todos modos, existen numerosos acuíferos que sufren una explotación intensiva, con tasas de extracción que superan las entradas y que causan diferentes consecuencias negativas: agotamiento de manantiales, interferencia en el régimen de los cursos de agua y de las áreas húmedas conectadas al acuífero, descenso del nivel piezométrico, lo que supone un agotamiento de los pozos y un aumento de los costes de bombeo (FIGURA 1), degradación de la calidad el agua, intrusión del agua de mar a los acuíferos costeros y problemas de hundimientos (FIGURA 2). 8 Figura 16. Figura 17. La explotación intensiva del acuífero “Ascoy‐Sopalmo” (río Segura, España), alrededor de 45 hm3/año, excede sobre manera las entradas (sobre 2 hm3/año), generando un descenso continuo del nivel piezométrico desde los años 60. El consumo de las reservas de agua ya ha sobrepasado los 1000 hm3 Figura 18. Evolución de nivel piezométrico en el acuífero “Vega Media”, río Segura (España). Durante la severa sequía de los años 90 la reducción de las entradas (precipitación y retorno de las actividades de riego), junto con el aumento del bombeo, causó un descenso del nivel piezométrico de 15 m, generando problemas estructurales (desplazamientos entre edificaciones) debido a episodios de hundimiento del suelo Contaminación de suelo por pesticidas y fertilizantes La principal fuente de nitratos en las aguas subterráneas es la actividad agrícola. En general, los excedentes de nitrógeno, medidos como balance bruto de nitrógeno, han disminuido en la EU‐15. Entre 1990 y 2000, en áreas Mediterráneas como España, los excedentes de nitrógeno aumentaron un 47 %. En algunos casos las cantidades han sido excesivas y, ya que normalmente estas sustancias son altamente solubles, se lavan fácilmente a través del perfil del suelo hasta afectar a las aguas subterráneas o los cursos de los ríos. Figura 19. Fertilizantes De manera global, las consecuencias de estos productos en los suelos pueden producir procesos de degradación que lleven a la desertificación. Erosión del suelo En el área Mediterránea, la erosión del suelo por flujo de agua es uno de los principales procesos de degradación del suelo, y a menudo está relacionado con la agricultura. EL laboreo y la eliminación de la cubierta vegetal deja la superficie del suelo descubierta y expuesta a agentes erosivos (agua y viento). El suelo recibe menos materia orgánica, y el humus se mineraliza más rápidamente debido a los efectos del laboreo y las altas temperaturas. La utilización de maquinaria pesada tiende a compactar el suelo y aumentar la escorrentía superficial. Un laboreo excesivo reduce la rugosidad del suelo y destruye los agregados que pueden ser más fácilmente transportados y lavados. La reducción y la simplificación de los ciclos de cultivo y las rotaciones también pueden favorecer los procesos erosivos. Figura 20. La erosión del suelo cuando se elimina la cubierta vegetal del suelo ground. 9 La erosión del suelo causa un constante descenso del contenido en nutrientes, la degradación de la estructura del suelo, la reducción de la profundidad del suelo y por tanto del descenso de la capacidad de retener agua y nutrientes. El proceso lleva a una disminución de la fertilidad del suelo, afectando al crecimiento y a la productividad de las plantas. El uso de maquinaria agrícola en laderas inclinadas puede causar deterioro del suelo, especialmente cuando el laboreo se hace a favor de la pendiente. Incluso si es bien conocido que la manera adecuada para la conservación del suelo es siguiendo las curvas de nivel, los agricultores a menudo evitan hacerlo así ya que puede ser inconveniente y molesto para los tractoristas. Figura 21. Maquinaria Cambios en el paisaje La percepción del paisaje para la población en general es muy importante. Es resultado de la interacción de factores humanos y naturales. Es un recurso que puede ser fácilmente degradado y dejar de ser atractivo si se permite que las políticas agrícolas perjudiciales no sean revisadas. Por esta razón (su escasez potencial), junto con los valores ecológicos, funcionales, estructurales y culturales que los paisajes naturales y semi‐naturales representan, se hace necesario evaluar la situación y desarrollar políticas de conservación. 10 Figura 22. Paisaje La Cuenca Mediterránea fue una de las primeras zonas del mundo en ser colonizada y ofrece una de las secuencias históricas de alteración y cambio del paisaje más intensas y diversas, donde las actividades agrícolas han tenido un papel crucial. Los patrones de cambio incluyen cambios climáticos y de uso del suelo empujados por políticas agrícolas, industriales y turísticas y por otras fuerzas motores socio‐económicas. El cambio en el uso del suelo sigue siendo una importante fuerza motriz de cambio climático, acelerándose últimamente por la expansión de los regadíos. Los agrosistemas tradicionales han sido amenazados por dos pautas diferentes: la intensificación de la agricultura y el abandono de la tierra si la agricultura deja de ser rentable. El descenso en un 25 % en la proporción de ‘granjas ganaderas mixtas’ entre 1990 y 2000 es particularmente significativo, ya que estas granjas a menudo se asocian con elevada biodiversidad y calidad del paisaje y forman parte de las áreas agropecuarias de alto valor natural (AVN). Estas AVN son características en regiones Mediterráneas y se estima que cubren alrededor del 15‐25 % del total de la superficie agrícola de la EU‐15. La mayoría de las aves de estas áreas han sufrido una fuerte reducción entre 1980 y 2002. Los datos de importantes zonas de aves y mariposas muestran que una porción significativa de estas áreas se ve negativamente afectada por la intensificación agrícola y/o por su abandono. Se ha producido una importante pérdida de hábitats (p. ej. pastos, granjas mixtas, áreas naturales y semi‐naturales y humedales) extremadamente relevantes para la biodiversidad. Por otra parte, en zonas donde la producción agrícola tradicional genera beneficios, p. ej. zonas de producción de vinos de alta calidad, los paisajes se mantienen bastante bien. Figura 23. Paisaje La sostenibilidad del territorio significa que los cambios deben estar adaptados a las capacidades de carga y al potencial de los sistemas naturales. La combinación del desarrollo local, con parámetros de sostenibilidad, quiere decir mantener un profundo respeto por los valores culturales y naturales de las zonas y sus poblaciones. La cuestión clave es “¿qué clase de modelo de territorio, económico y social queremos?” El cambio climático será un factor que incrementará los riesgos empresariales y los efectos negativos de la agricultura sobre la desertificación. Durante la segunda mitad del pasado siglo, en Murcia (Sureste de España) el aumento de la temperatura media anual ha sido de, aproximadamente, 2ºC y en Valencia el aumento ha sido del mismo orden de magnitud. Temperaturas más altas en estas zonas suponen mayores tasas de evapotranspiración, mayor estrés hídrico y mayor riesgo de desertificación. Existen incertidumbres en relación a las predicciones regionales de cambio climático, pero es probable que la región Mediterránea en su conjunto se caliente de manera significativa. El pronóstico para las precipitaciones es mucho más incierto, pero la mayoría de las proyecciones apuntan a más precipitación en invierno y menos en verano en todo el Mediterráneo. Un rasgo común a muchas proyecciones es un descenso de las precipitaciones más al sur de la latitud 40º ‐ 45º N, y aumentos al norte de la misma. Incluso áreas que recibirán más precipitación serán más secas que actualmente debido al aumento de la evaporación y a los cambios en la estacionalidad e intensidad de las precpitaciones. Como consecuencia, la frecuencia y severidad de los episodios de sequía pueden aumentar en toda la región. La disponibilidad de agua estará en peligro y se prevén más conflictos entre los usuarios. Un buen ejemplo de cambio en el paisaje puede observarse en estas imágenes, desde 1956 hasta 2003. El área seca se ha convertido en zona de regadío de agricultura intensiva. Este caso es muy común en amplias zonas en los países del sur del Mediterráneo. En la actualidad el paisaje tiene también que acoger nuevos asentamientos urbanos, principalmente de ocio y turismo, que añaden más presión sobre los recursos como el agua y el suelo. RECOMENDACIONES DE GESTIÓN DE LOS REGADÍOS PARA PREVENIR LA DESERTIFICACIÓN Cuando se habla de agricultura de regadío y desertificación, primero es necesario aclarar si este tipo de agricultura tiene consecuencias positivas o negativas sobre la desertificación, y si puede utilizarse como herramienta de lucha contra el proceso de degradación. Actualmente no existe una respuesta sencilla. El principal factor a considerar es la idoneidad del suelo para el regadío. Deberia ser el factor clave para decidir si una superficie de terreno se cultiva o no, pero la decisión no es tan fácil. Ya que relacionamos los problemas de desertificación con el bienestar humano, se deben incluir los aspectos socio‐económicos. Todos los usos agrícolas tienen un impacto sobre las condiciones del suelo, e incluso los suelos con una mejor idoneidad para el cultivo pueden degradarse por una gestión no sostenible. Por otro lado, resulta muy duro y caro mantener en cultivo a suelos de baja calidad agrícola. La cuestión es que a veces no es posible elegir, ya que la población de una región debe encontrar un sustento del sector agrícola en suelos pobres no adecuados para el cultivo. Por último, debemos considerar que incluso el abandono de la actividad no es una opción de recuperación instántanea ya que los suelos afectados no se recuperan por sus propios medios durante mucho tiempo, mientras que los procesos erosivos son activos y casi continuos. Podemos sugerir dos escenarios posibles: 1. Es posible gestionar el territorio de manera sostenible donde la seguridad alimentaria el bienestar socio‐económico no esté en peligro. En este caso, la idoneidad del suelo, junto con la dispoibilidad hídrica, deberían ser los factores clave para decidir o no el cultivo. La gestión del suelo de las zonas cultivadas debería centrarse en mantener una correcta estructura y contenido de materia orgánica del suelo y en proteger la superficie del suelo con una cubierta vegetal, mulches o geotextiles para evitar la erosión por viento o agua. El suelo no se ha considerado aún como el aspecto clave que es desde el punto de vista de la conservación ambiental. El primer nivel de actuación ha de ser político‐administrativo, desarrollando una política activa de gestión del territorio. policy. En algunas partes se han desarrollado códigos de buenas prácticas agrícolas (por ejemplo, cada comunidad autónoma española tiene su propio código de buenas prácticas), pero el punto clave es incluirlas tanto en las políticas como en la toma de decisiones. La última revisión de los planes de subvención agroambiental en la Región de Murcia incluyó un nuevo marco de subvenciones para los agricultores por la prevención de la erosión del suelo. Se basa en la adopción de algunas medidas obligatorias, como la conservación de la cubierta del suelo, dependiendo de la pendiente y del tipo de suelo. También incluye algunas regulaciones sobre el modo de realizar determinadas labores e incluso la eliminación de subvención para los cultivos en pendientes fuertes (superiores al 20%), promoviendo su cambio a terreno forestal. 11 2. A veces no es posible elegir no cultivar una zona pues la población rural se vería negativamente afectada. En este caso, deben intensificarse tanto la gestión como las prácticas de restauración. El regadío es una actividad muy intensiva por lo que de manera simultánea deben producirse actuaciones de restauración. Es importante distinguir entre regadío a gran escala o “agricultura dura” (más intensiva y basada en el uso de maquinaria a gran escala) y los pequeños agricultores (que utilizan maquinaria más pequeña de modo menos agresivo), pero ambas requieren una labor intensiva. Es la agricultura dura la que es más agresiva contra el medio ambiente. Las labores de cultivo contempladas en este tipo de agricultura y que tienen efectos negativos incluyen: laboreo frecuente y eliminación de bimasa; riego con agua de mala calidad; e intensa gestión de plagas. Laboreo frecuente y eliminación de biomasa Un cambio de cultivo (para actividades hortícolas) implica unos trabajos iniciales de preparación del suelo para acondicionar el campo para futuros trabajos de cultivo mecanizados (riego, uso de maquinaria, plantación y cosecha, etc.). La reducción de la frecuencia de laboreo hasta un mínimo, junto con la aplicación sobre la superficie del suelo de los restos de biomasa tras la cosecha, puede ayudar a aumentar los niveles de materia orgánica de los suelos y prevenir la erosión por viento y agua. Es muy importante mantener la superficie del suelo cubierto tanto tiempo como sea posible, especialmente durante las estaciones lluviosas. También puede servir para añadir algunos nutrientes al suelo, bien con plantas con capacidad de fijar nitrógeno o bien incorporando las plantas al suelo. Figura 24. Laboreo 12 Riego con agua de baja calidad Tanto en la agricultura a gran escala como a pequeña escala, el uso de agua de baja calidad, especialmente agua salada, afecta seriamente a las propiedades del suelo. Esta práctica, si ocurre de manera continuada, conduce a la degradación del suelo. En muchas áreas Mediterráneas no existe disponibilidad de agua de buena calidad, agua no salada, por lo que el regadío en estas áreas debe considerarse como el principal problema de desertificación. La desalación de agua puede ser una vía de solucionar este problema, pero es, en la actualidad, inevitablemente muy cara, y los costes se añaden a los costes de producción de los cultivos. Figura 25. Riego Gestión de plagas intensiva La gestión de plagas es necesaria a todas las escalas de la agricultura, pero hay alternativas, siendo algunos métodos menos nocivos para el medio ambiente que otros. El uso frecuente de productos químicos para controlar las malas hierbas y las plagas puede afectar a la composición del suelo y a la fauna, y tener efectos negativos sobre la estructura del suelo. La utilización de productos menos agresivos en la gestión integrada de plagas o la implementación de procedimientos de la agricultura orgánica o agroecología puede ayudar a mantener en condiciones óptimas los suelos. Utilización del regadío como herramienta en la lucha contra la desertificación Normalmente, las áreas con elevado riesgo de desertificación comparten condiciones geo‐
climáticas y recursos naturales que las hacen poco apropiadas para la agricultura de regadío. Por este motivo, el regadío no es una opción habitual en estas zonas, pero a veces se permite para que la comunidad agrícola residente puede mantenerse bajo condiciones adversas. Permitir o promover algo de regadío en campos donde los suelos son menos susceptibles a la degradación, utilizar prácticas específicas e intensivas de conservación de suelo, o el desarrollo de regadíos en áreas próximas puede evitar los problemas asociados con el abandono del territorio por parte de los agricultores. Así, los agricultores pueden continuar con los cultivos de secano en áreas sensibles y percibir ingresos suficientes. Podría haber sitio para una nueva legislación agrícola que regule las prácticas agrarias en estas áreas tendentes a degradación y desertificación, y que apoye la sostenibilidad. Respecto a esto, la Política Agrícola Común (PAC) y las políticas de Desarrollo Rural deberían mejorar las políticas centradas en la lucha contra la desertificación, apoyar a los agricultores a regular sus explotaciones en áreas sensibles y asegurarles suficientes ingresos mediante un “contrato social”. Alrededor de un 17 % de las habitats de la Red Natura 2000 depende de que continúen las prácticas agrícolas extensivas. Esta gestión, que favorece el mantenimiento de la biodiversidad, puede ser apoyada mediante planes agro‐ambientales y otros instrumentos de la política agrícola. La agricultura orgánica podría también ser una opción para combatir la desertificación. Este tipo de agricultura incluye, en sus principios, al suelo como factor clave para un buen uso agrícola, por lo que la gestión debe centrarse en proteger y mejorar la estructura del suelo, su actividad biológica y fertilidad, integrando todos los factores (biológicos, económicos, sociales y culturales) en un enfoque holístico y sostenible de gestión de los recursos naturales. Esta es la opción más interesante para la agricultura y horticultura bajo condiciones climáticas áridas, semiáridas y secas sub‐húmedas. BIBLIOGRAFÍA Y LECTURAS ADICIONALES Bradbury, D.E. (1981) The physical geography of Mediterranean lands. In F. Di Castri, D.W. Goodball & R.L. Spechy [Eds]. Ecosystems of the World, 11 Mediterranean‐Type Shrublands. Elsevier, 643 pp. Brandt, C.J.; Thornes, J.B.[Eds] (1996) Mediterranean Desertification and Land Use. Wiley and Sons. Chichester, 600 pp. CCD (1994) United Nations Convention to Combat Desertification in those Countries Experiencing serious Drought and / or Desertification, particularly in Africa. United Nations Environment Programme (UNEP). Geneve Executive Center. Geneve, 71 pp. Brauch H. G. (2002) Urbanization and Natural Disasters in the Mediterranean: Population Growth and Climate Change in the 21st Century. In http://www.afes‐press.de EEA Report 6/2005. Agriculture and environment in EU‐15 – the IRENA indicator report EEA Report 6/2006‐ The changing faces of Europe’s coastal areas Kosmas, C.; Danalatos,N.G.; López‐Bermúdez,F.; Romero‐Díaz, M.A. (2002) The efffect of land use on soil erosion and lands degradation under mediterranean conditions. In Mediterranean Desertification: A Mosaic of Processes and Responses. Edited by N.A. Geeson, C. J. Brandt & J.B. Thornes. John Wiley & Sons. London, pp: 57‐70 Le Houérou, A. N. (1992) Vegetation and land‐use in the Mediterranean Basin by the year 2050: A prospective study. In: Jeftic, L., Milliman, J. D. And Sestini, G. [Eds] Climatic Change and the Mediterranean, Edward Arnold, London: pp. 175‐232 Butzer,K. (1974) Accelerated soil erosion: a problem of man‐land relationships. In I.R. Manners & M.W. Mikesell, [Eds] Perpectives on Environment. Ass. Amer. Geogr., Washington Lopez Bermudez, F. (1990) Soil erosion by water on the desertification of a Semi‐Arid Mediterranean fluvial basin: The Segura basin – Spai. Agriculture, Ecosystems & Environment. Vol. 33. No 2, pp 129‐145. López Bermúdez, F. (2002) Erosion and desertification. Nivola Libros y Ediciones. Madrid, pp.190 Rosenzwieg, C. and Tubiello, F. N., (1997) Impacts of global climate change on Mediterranean agriculture: current methodologies and future directions. An introductory essay. Mitigation and Adaptation Strategies for Global Change, 1 (3), pp. 219‐232. Rubio, J.L., Calvo, A. [Eds] (1996) Soil degradation and desertification in Mediterranean environments. Geoforma Ediciones. Logroño, pp.290 Sagarduy Alonso, J. A. (2003) Water management in agriculture. III Conference on technology for the human development organized by ISF (Engineers without borders). Madrid. Spain Scoging, H.M. (1991): Desertification and its management. In Global Change and Challenge‐
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