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Resumen
This paper ofthers a brief summary about the visigothic pottery and its evolution during this
period, as stated by the strtigraphical study carried upon a restricted number of recently discovered sites. The complete re-evaluation of coarse ware importance and diagnostic value
was possible thanks to a new approach on its analytic study.
Palabras clave: Visigothic pottery
Abstract
Este artículo proporciona un breve resumen sobre la cerámica del periodo visigodo y su evolución, tal y como queda de manifiesto a partir del estudio estratigráfico llevado a cabo sobre
un número limitado de yacimientos recientemente descubiertos. La reevaluación completa de
la importancia y valor diagnóstico de las producciones comunes ha sido posible gracias a una
nueva aproximación en su estudio analítico.
Key words: Cerámica visigoda
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La cerámica del período visigodo en Madrid
A. Vigil-Escalera Guirado*
A través de las siguientes páginas, y de modo muy resumido, trataremos de ofrecer algunas de las claves que ayudan a comprender los rasgos y pautas evolutivas de la cerámica del periodo visigodo en Madrid.
Pero antes de llegar a esta especie de estado de la cuestión es
necesario advertir que se trata de un asunto vivo, en continua
renovación a partir de los datos proporcionados por intervenciones arqueológicas y del análisis de unos materiales y contextos
sobre los que no cabe una selección previa, ya que es la coyuntura de la arqueología de salvamento la que condiciona el objeto
de estudio.
La indefinición cronológica en la que se movían estos repertorios cerámicos hasta hace pocos años era en parte el resultado
del escaso volumen con que otros materiales de importación bien
fechados (las cerámicas finas mediterráneas) alcanzaron las
regiones del interior peninsular a partir de inicios del siglo V d.C.
Este factor nos impulsó a buscar tras la excavación del yacimiento de Gózquez en 1998 la posible lógica interna de las cerámicas
comunes que constituyen proporcionalmente la práctica totalidad
de esos repertorios.
La estratigrafía, el análisis tecnológico de los lotes cerámicos
completos, la valoración cuidadosa de la residualidad, el apoyo de
dataciones externas y la selección de unos paralelos escasos pero
firmes son los cimientos sobre los que se ha construido una
secuencia que describe la evolución de estas producciones de
cerámica común a partir de la cual se puede dibujar una tabla flotante de yacimientos que constituye el esqueleto de este discurso.
* Area, S. Coop. Mad.
Fig. 1. Tabla flotante de yacimientos madrileños.
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Fig. 2. Curva tecnológica TR/TL.
La citada tabla flotante queda constituida sobre un repertorio
de ocho yacimientos cuyas secuencias internas cubren el periodo comprendido entre inicios del siglo V e inicios del IX d.C.
Si bien los yacimientos con ocupaciones cortas muestran lotes
homogéneos de cerámicas correspondientes precisamente a lapsos breves de tiempo con escasa importancia de la residualidad,
son los yacimientos de ciclo largo los que nos permiten observar
la clase de problemas contingentes del tipo que Sahlins definiera
como “el riesgo de las categorías en acción” (SAHLINS 1997: 136).
Los datos estratigráficos de asentamientos como Gózquez, La
Indiana o El Pelícano, todos ellos con periodos de ocupación plurisecular, son el banco de pruebas donde se debe comprobar la
coherencia de las pautas evolutivas descritas.
Respecto a los datos conocidos hace un par de años (VIGILESCALERA 2003) la reciente excavación del yacimiento de
Congosto, en Rivas (dirigida por A. Martín y J. Rincón), ha venido a rellenar casi por completo la parte más oscura de la secuencia, la que conduce desde el abandono de las últimas villas tardorromanas (inicios del siglo V d.C.) hasta la creación de una red
estable de aldeas en época visigoda (finales del siglo V-inicios del
VI d.C.).
No entraremos en esta ocasión a detallar el proceso metodológico involucrado en la confección de unos inventarios de material
cerámico que, en cualquier caso, han supuesto la clasificación de
más de 75.000 fragmentos con un peso de unos 1800 Kg.
Recalcaremos, eso sí, la importancia que a la hora de establecer
unas pautas clasificatorias objetivas tiene la discriminación de la
tecnología involucrada en la fabricación de las piezas: tanto la
vajilla levantada mediante el uso del torno (en adelante TR o
torno rápido) como la modelada a mano con o sin el auxilio de
instrumentos de rotación para obtener una cierta regularidad (TL,
torno lento o torneta) forman parte de ámbitos estrictamente
diferentes, de tradiciones tecnológicas en las que están involucrados sistemas productivos, de distribución e incluso culturales
cuyo análisis ha sido expuesto de forma ejemplar por diversos
autores (REYNOLDS 1985: 247; MATESANZ 1987; GUTIÉRREZ 1988:
121, 1996: 44-48; KIRCHNER 1988).
Se parte, pues, de una tradición tardorromana en la que, como
demuestran las excavaciones de El Rasillo (Barajas, Madrid),
toda la cerámica doméstica está realizada a torno rápido (exceptuando los grandes contenedores, por razones técnicas). Los
contextos excavados muestran además la presencia regular de
productos de importación mediterránea (ARS o Sigillata Africana
C y D, material anfórico) aunque obviamente en porcentajes
mucho menores que en los de otros contextos coetáneos del
litoral o del valle del Guadalquivir. La TSHT supone un porcentaje importante, mayoritario respecto al resto de las producciones
“finas”, en cuyo seno y a lo largo de todo el siglo IV se advierten
posibles cambios en la proporción que mantienen las producciones meridionales (o buriladas) respecto a las de la Meseta Norte
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Fig. 3. Principales rasgos evolutivos en la morfología de los cuencos carenados.
o el valle del Ebro (a molde, estampadas o de grandes círculos
secantes).
A partir de mediados del siglo V d.C., tal y como demuestran
las excavaciones de Congosto, la TSHT ya no accede a los yacimientos madrileños. Sí lo hacen, en cambio, algunos materiales
anfóricos, escasas piezas de procedencia mediterránea y abundantes imitaciones de las DSP o sigillatas grises provenzales. La
cerámica común sigue siendo durante casi toda la segunda mitad
del siglo V un producto realizado a torno rápido y sólo al final de
la centuria se advierte la incorporación en los repertorios de unos
porcentajes todavía muy bajos de cerámica con factura a torno
lento. Aún dentro del lote de la cerámica a torno se aprecian
algún detalle de interés que marca la diferencia respecto a los
contextos de El Rasillo: han desaparecido las típicas ollas de
borde moldurado, siendo sustituidas por otras de borde exvasado sencillo o con cama para la tapadera.
Yacimientos transicionales, fechados preliminarmente entre
finales del siglo V y el primer cuarto del VI d.C. como La Huelga,
en Barajas (sector meridional) presentan porcentajes de TL en
torno al 7%. Las fases más antiguas del sector 9 del yacimiento
de El Pelícano (Arroyomolinos) o de La Indiana (Pinto) ofrecen un
panorama similar. Los cuencos carenados conforman uno de los
elementos más característicos desde el punto de vista morfológico. Todos ellos muestran pastas decantadas, propias de las imitaciones de las producciones clásicas.
A partir de finales del primer cuarto del siglo VI se datan los
contextos más antiguos documentados en la aldea de Gózquez.
Todo un grupo de estructuras con un alto grado de homogeneidad por lo que respecta a sus conjuntos cerámicos muestran
repertorios formados al 50% por producciones de las dos categorías tecnológicas. Las cerámicas a torno rápido son similares
a las anteriormente documentadas, pero la cerámica a torno
lento conforma una categoría bien definida: ollas de paredes
gruesas, desgrasantes grandes de cuarzo y láminas de mica
plateada, bordes suavemente exvasados con labios de tendencia triangular y bases macizas con arista más o menos marcada en la unión con el galbo. Se trata de la familia de cerámicas
descrita como TL1, documentada también en La Indiana o La
Huelga y que en yacimientos más alejados (como El Pelícano, a
28 km en línea recta) conoce variantes en las que la mica plateada (moscovítica) prácticamente desaparece aún manteniendo
los restantes rasgos formales del grupo. Todas las formas ads-
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Fig. 4. Ollas a torno lento de la clase cerámica TL1.
Fig. 5. Jarrito y cazuela de la clase cerámica TL1.
critas de momento a esta categoría son ollas de perfil globular
estilizado a excepción de una cazuela con carena media y borde
engrosado en T.
A partir de mediados del siglo VI d.C. hace su aparición una
nueva categoría de cerámicas modeladas con ayuda de la torneta, se trata de la familia o grupo descrito como TL2 y caracterizado por su pasta arenosa fina con laminillas de mica dorada,
correspondiente a piezas de paredes relativamente delgadas y
fondos redondeados finos, retocados tras su separación de la
torneta. Los bordes suelen ser exvasados sencillos y esbeltos,
con labios redondeados, y demuestran un alto grado de perfeccionamiento técnico a través de su notable regularidad.
Durante toda la segunda mitad del siglo VI (periodo IB de
Gózquez, El Pelícano, El Encadenado, La Indiana) van sustituyendo progresivamente a las producciones TL1 al mismo tiempo que
la cerámica a torno (TR) baja su representación porcentual. De
unas producciones iniciales en las que predominan las formas de
ollas y jarros, el grupo TL2 pasa a englobar durante el siglo VII una
gran variedad morfológica: barreños y cazuelas altos y bajos,
cántaros, jarros con pitorro, tazas, incluso cuencos carenados. A
finales del siglo VI las producciones del grupo TL1 desaparecen
de la secuencia y la cerámica con factura a torno (TR) baja hasta
porcentajes del orden del 15-20%.
Durante el siglo VII y la primera mitad del VIII la situación varía
relativamente poco. Las cerámicas a torno quedan reducidas a
escasos ejemplares de botellas o jarritos de pastas depuradas y
a algunos cuencos y jarros. Los perfiles de los cuencos carena-
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Fig. 6. Ollas de la clase cerámica TL2.
dos son cada vez más abiertos, y predominan las pastas no
depuradas. A finales de este periodo, durante la primera mitad
del siglo VIII, podrían observarse algunas innovaciones esporádicas: algunos barreños o cazuelas presentan bordes moldurados
y ciertos jarros con o sin pitorro adquieren bordes con labios
engrosados en forma de T. Son muy comunes los grandes cántaros de un asa con boca tremolada, las tazas con piquera y los
contenedores de buen tamaño (orzas o tinajas). Se observa una
tendencia general de las asas a remontar su perfil sobre el borde
de las piezas. También adquieren formatos bastante amplios los
barreños altos.
Los únicos contextos madrileños conocidos hasta la fecha de
la segunda mitad del siglo VIII e inicios del IX son los del yacimiento de Fuente de la Mora (Leganés). Dentro de un repertorio formado básicamente por las piezas descritas con anterioridad aparecen de forma esporádica algunos ejemplares de clara vinculación con el mundo islámico: candiles de piquera corta, jarritas de
boca ancha y labio biselado al interior, y lo que es más importante: ollas con factura a torno, de paredes relativamente delgadas.
Son las primeras producciones de cerámica de fuego con factura a torno desde la desaparición de los tipos de tradición tardorromana.
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Fig. 7. Jarritos y jarros con pitorro de la clase cerámica TL2.
Fig. 8. Cuencos, barreños y cazuelas de la clase cerámica TL2.
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Fig. 9. Barreños altos de la clase cerámica TL2.
Fig. 10. Contenedores de la clase cerámica TL2.
Fig. 11. Cántaros/jarros de la clase cerámica TL2.
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Fig. 12. Tazas de la clase cerámica TL2.
Fig. 13. Variantes tipológicas tardías de ollas de la clase cerámica TL2.
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