precedentes de la guerra de independencia

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PRECEDENTES DE LA GUERRA
DE INDEPENDENCIA
Jorge Isauro Rionda Ramírez
En toda la historia de la humanidad, aquello que
principalmente mueve toda disrupción social es la
desigualdad social que llega a expresiones de indignación e
injusticia insufrible. Así sucede en el México de principios
del siglo XIX. Mientras criollos, peninsulares, hacendados,
mineros y comerciantes lo tienen todo, los indígenas,
campesinos, artesanos, trabajadores peones de diversas
industrias viven con las peores carencias.
Si bien los Habsburgo tratan a los pobladores de los
territorios que están bajo su corona como provinciales
españoles, y con ello dan ciertas canonjías a criollos como a
distintos ricos del territorio (mineros y comerciantes), a
quienes otorgaron representaciones reales de corregiduría
tales como son los virreinatos, con la administración de
Borbones esto cambia radicalmente para darles un trato de
colonias y exacerbar la explotación de sus moradores,
especialmente aquellos que detentan tierras, minas, ganado,
comercio, dinero y administración pública.
Desde la injerencia de José de Gálvez en tierras novohispanas a mediados del siglo XVIII,
los agentes económicos locales se ven empobrecidos y acicateados por las reformas fiscales
promovidas por éste. El resentimiento no viene en sí del pueblo, el cual ya desde inicios de
la sujeción peninsular se muestra renuente ante el nuevo orden económico, sino de las
clases que las reformas borbónicas vienen a perjudicar: ricos mercaderes, banqueros,
mineros, hacendados, ganaderos, arrieros, y miembros de la administración virreinal que no
fuesen peninsulares. Son propiamente los criollos quienes se ven lastimados por las
reformas promovidas por José de Gálvez.
En la metrópoli Carlos III, ante la independencia de las 13 colonias inglesas en
Norteamérica en 1776, admite que es difícil sostener su control en los territorios a ultramar,
siendo que las clases ilustres en dichos lugares cada vez son más influidos por el
pensamiento de la Ilustración francesa derivados de la revolución de esta misma nación
(1789). Que la independencia de otras naciones Caribeñas y la presión de Inglaterra y
Holanda mediante la piratería son causa de que se acunen en el territorio provincial
aspiraciones independentistas y de autonomía.
Cita Galeana (2009; 27) que:
“En el ayuntamiento de la ciudad de México se encontraban dos hombres muy valiosos,
Francisco Primo de Verdad y Francisco Azcárate. Ellos plantearon lo que está en la Ley de
partida de Alfonso el Sabio, en Francisco Suárez, y también en los autores franceses, que al
faltar el rey, la soberanía regresa al pueblo, que debe gobernarse. De la misma idea era le
mercedario Melchor de Talamantes y otros más. Los síndicos se pusieron de acuerdo para
que Iturrigaray gestionara la independencia, pero los peninsulares actuaron con rapidez y
los aprendieron….”
Son las guerras napoleónicas en Europa, y en especial la intervención francesa en 1808 en
España (tratado de Fontainebleu), como territorio intermedio entre Francia y Portugal (la
guerra de Napoleón Bonaparte va contra el reino de Portugal, leal a Inglaterra), las que en
gran medida causan una coyuntura favorable para que los anhelos de autonomía e
independencia crezcan en los territorios españoles en América.
Temeroso Carlos III, quien tardíamente se da cuenta de su error al permitirles el paso a las
tropas francesas que iban contra Portugal, claudica ante su hijo Fernando VII, quien se
subleva y encabeza el motín de Aranjuez contra su padre, y quien finalmente queda cautivo
de Napoleón Bonaparte, que impone como rey de España a su hermano José Bonaparte
(pepe Botellas), así como en 1812 impone la constitución de Cádiz, muy de acuerdo a la
respectiva francesa, de corte abiertamente liberal y jacobino.
La regencia de José Bonaparte distancia aún más a la metrópoli de sus colonias, las cuales,
ante el silencio y aparente abandono de la metrópoli de sus provincias, gestan gobiernos
autónomos ante la ausencia del rey.
España por otra parte, viene a contribuir financieramente a las guerras napoleónicas y por
lo cual aumentan las contribuciones en los reinos americanos. Si bien las reformas
borbónicas crean la plataforma de expoliación fiscal necesaria para sacar más recursos de
los territorios de América, la sujeción de Francia sobre España, incrementa la expoliación
colonial. Las aspiraciones de autonomía en su seno también acunan intereses pro
independentistas.
No se debe dejar de lado que los borbones, especialmente bajo el reinado de Carlos III en
España inician la secularización del Estado, donde la Iglesia católica se sujeta a la dirección
del Estado, cuestión que de antemano ya es bastante incómodo para Roma y sus
parroquianos.
Secularización que continuará con José Bonaparte y que la patente más sensible es la
constitución de Cádiz de 1812. El rey impuesto José Bonaparte, gobernará con la
constitución, situación que al regreso de Fernando VII a la corona crea una situación
conflictiva pues éste trata de gobernar proscribiendo la constitución, más una rebelión
popular le obligará finalmente a obedecerla (1821).
En América ya en los colegios jesuitas se alecciona a las clases pudientes bajo tesis de
inspiración liberal, y son estos quienes promueven anhelos de independencia en la Nueva
España, lo cual les cuesta su expulsión en 1767 (como de todos los reinos de España). El
Virrey De La Croix declara que los habitantes de la Nueva España han nacido para callar y
obedecer (según cita Francisco Javier Clavijero en Historia antigua de México). Los
jesuitas son rebeldes a las regidurías de los Borbones dado su abierta inclinación de
secularización, lo que lesiona los intereses de la Iglesia católica en la metrópoli como en
cualquiera de sus provincias.
Carlos III emprende las reformas con el propósito de fortalecer su imperio, mismas que
restan libertades a los americanos. Cambia la geografía política de las regiones y provincias
de cada virreinato como de las capitanías mayores, dándoles categorías de Intendencias,
con la finalidad de incrementar la recaudación y el control de las actividades industriales a
nivel local. Desde ese mismo momento se pierde la calidad de virreinato para tratarse al
territorio novohispano como colonia.
El territorio novohispano por otra parte no tiene una situación socio económica estable.
Continuamente hay sequías y hambrunas, epidemias y guerras intestinas.
El resentimiento criollo, como de la Iglesia católica ante la regiduría borbónica se patenta
en abiertas aspiraciones, primero de autonomía ante la ausencia del rey, para culminar en
deseos de independencia. Cuestión que se refuerza ante la independencia de las 13 colonias
inglesas de Norteamérica y la formación de los Estados Unidos de América en 1776.
Pensadores como Juan de Mariana (Universidad de Salamanca), Adam Smith, John Locke,
John Stuart Mill, David Hume, propios del liberalismo despertado siglos antes por la
revolución conservadora alemana encabezada por Lutero, así como los respectivos de la
Ilustración francesa como son Rousseau, Voltaire y Montesquieu, conforman una línea de
pensamiento que comulga con los anhelos libertarios como separatistas de los americanos
de todo orbe.
Se afirma por otra parte que durante el tiempo de la sujeción española a Francia, los agentes
de Napoleón por su parte promovieron por todas partes la insurrección al grito de “Viva la
religión y muera el mal gobierno”.
Otro evento importante que alienta los anhelos independentistas es la independencia de
Haití en 1804. Afirma Galeana (2009; 25) que “…la invasión napoleónica a España
desencadenó el proceso independentista en toda la América hispana….”
Algunos movimientos beligerantes en América, como lo es el del español Xavier Mina,
tratan de lograr apoyos desde las provincias para respaldar a la metrópoli para lograr la
liberación de Fernando VII ante su cautiverio impuesto por Napoleón. No obstante, poco
respaldo se logra, las huestes insurgentes se mueven por los intereses de los criollos no por
rescatar al rey de España, sino para quitarse su sujeción.
MIGUEL HIDALGO Y COSTILLA Y LA LID PRO INDEPENDENTISTA
Proviene de una familia modesta, hijo de Cristóbal Hidalgo, administrador de la Hacienda
de Corralejo (Pénjamo, Guanajuato), conforman una familia de 7 miembros: Ana María
Gallaga (madre), José Joaquín (cura), Miguel (cura), Mariano (administrador), José María
(oficial realista) y Manuel (abogado) (Galeana, 2009;28).
Miguel Hidalgo es instruido desde sus primeros años por los jesuitas (Colegio de Francisco
Xavier) y el seminario en el Colegio de San Nicolás. Alumno en la cátedra de filosofía en
1764 del sacerdote Francisco Javier Clavijero. Cursa el doctorado en Teología pero no
termina debido a la muerte de su padre, no obstante llega a ser rector del Colegio de San
Nicolás. Este cargo deja en claro que Hidalgo es considerado clérigo presbítero, cuya
autoridad parte de ser un hombre de moralidad, erudito y serio. Hombre altamente culto,
hablaba el otomí, el tarasco y el náhuatl.
Al parecer Hidalgo después de 20 años de rectorado, de alguna manera es tratado de alejar
de sus cargos como autoridad puesto fue enviado al curato de Colima, posteriormente a San
Felipe Torres Mochas, entonces una pequeña población de poca importancia. Finalmente
sustituye a su hermano José Joaquín, ante su muerte, en el pueblo de Dolores, otra modesta
población. Se afirma que la remoción de Hidalgo a roles de menor valía es en castigo por
ser dispendioso, pero en se especula que bien pudo ser por ser adepto al pensamiento liberal
y propio de la Ilustración, que no se dude bien pudo ser parte de sus propias cátedras, como
que en su rectorado bien pudo dar una orientación con este sello ideológico a la cátedra. No
obstante de retirarle de la rectoría del Colegio de San Nicolás en Valladolid (Morelia), su
sueldo es muy superior como párroco en cualquiera de sus posteriores cargos, por modesta
que fuera su parroquia. Sin negar que de hecho es retirarle de la vida cultural e intelectual
de una de las principales metrópolis de entonces: Valladolid.
Su labor educadora es cambiada por la de emprendedor. Introduce el cultivo de la seda y la
morera al pueblo de Dolores. Ironías de la Historia pero establece gran amistad con quienes
posteriormente enfrenta en la guerra de independencia de Guanajuato, como lo es el
Intendente Riaño, como también con Manuel Abad y Queipo, obispo de Michoacán (quien
es el primero en excomulgar a Hidalgo). La intensión de excomulgarlo, siendo que como
obispo no estaba confirmado por el Papa y dicha excomunión realmente no era válida. Pudo
ser para salvar al amigo de la real excomunión con una espuria, o bien por cuestiones de
orden político en obediencia a las autoridades virreinales (o por ambas razones).
El orden estamental establece una República de indios, donde las leyes de indias tratan por
siempre como menores de edad a los indígenas, la República de españoles tiene abiertos
privilegios mientras que los mestizos quedan al margen de todo orden institucional. Por
tanto, solo los criollos y peninsulares realmente gozan de derechos, privilegios y garantías,
mientras que el resto de la población están en abierto menosprecio.
Los criollos sufren con las guerras napoleónica la expoliación fiscal que las reformas
borbónicas les crean desde la visita de José de Gálvez y Gallardo en 1765. El resentimiento
de este grupo es cada vez más sentido entre la población novo hispana y ante el cautiverio
de Fernando VII sujeto por Napoleón Bonaparte en 1808, los criollos, conspiran si bien por
la autonomía de la Nueva España ante la ausencia del rey, también por la posibilidad de la
Independencia ante antecedentes importantes como lo es la independencia de las 13
colonias inglesas en Norteamérica en 1776 o la reciente independencia de Haití en 1804.
Las primeras conspiraciones posteriores a las reformas borbónicas se dan en Valladolid,
posteriormente pasan a Querétaro, aunque lo más probable es que estas se dieran en todo el
territorio novohispano (Rionda, 1994 y 1996).
El virrey de Iturrigaray y los síndicos de la ciudad de México intentaron la autonomía local
ante la metrópoli ante la ausencia del rey, pero los peninsulares administradores del
virreinato los apresaron y terminaron con esta principal intentona.
Es ante la presión de haber sido descubiertos los conspiradores de Querétaro que Hidalgo
inicia la guerra por la Independencia en la mañana del 16 de septiembre de 1810, en el
pueblo de Dolores de donde sale con solo 15 leales. Ya en Celaya va con una hueste de 50
almas. Eso evidencia que la Intendencia de Guanajuato era un polvorín para la insurgencia,
tanto por ser una región donde hay un gran número de criollos, como ser dominantemente
mestiza.
El Estandarte de la Virgen de Guadalupe es el ícono que habla por la América indígena y la
América mestiza, mientras que Calleja toma como emblema el ícono de la virgen de los
Dolores, que representa la madre patria, devoción de los peninsulares. Se trata de sacralizar
la revuelta con base a los derechos naturales emanadas de Dios a los Hombres,
especialmente de América ante su madre indígena, por lo que es un derecho natural ser
dueños y gobierno de estas tierras. En una carta al Intendente de Guanajuato, Riaño,
Hidalgo deja en claro que la razón del movimiento es la Independencia de la nación.
BIBLIOGRAFÍA:
Galeana, Patricia (2009) Charlas de café con Miguel Hidalgo y Costilla. México. Grijalbo.
P. 120.
Rionda Arreguín, Isauro
(1994) “Situación de la Intendencia de Guanajuato, antes de iniciarse la Revolución de
Independencia”. Periódico local A.M. de fechas 25 de agosto al 14 de septiembre de 1986,
en el número 65-66 de febrero-mayo de 1987 de la revista Colmena Universitaria, órgano
periódico trimestral de la Universidad de Guanajuato, en la revista Gente número 9, del
Consejo Estatal de Población de Guanajuato, de diciembre de 1994.
(1996) “Consumación de la revolución de independencia en la intendencia de Guanajuato,
1818-1821”, en el Boletín del Archivo General del Gobierno del Estado de Guanajuato,
número 10, julio - septiembre de 1996.
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