ESPAÑOL. TEORÍA GRAMATICAL I Profs. Carmen Acquarone – Alicia Gil UNIDAD 4 LECTURA Nº3 Ángela Di Tullio: MANUAL DE GRAMÁTICA DEL ESPAÑOL Ed. Isla de la luna. Buenos Aires, 2005 Capítulo 6 La estructura de la oración simple. El sujeto y el predicado 6.3. El sujeto. Definición sintáctica La gramática tradicional definía el sujeto en términos semánticos o pragmáticos. Las gramáticas escolares identificaban el sujeto con el agente: “es el que realiza la acción”. Ya hemos visto cómo el agente es sólo uno, aunque el más característico, de los papeles temáticos posibles que corresponden al sujeto. Otra definición muy repetida en nuestra tradición gramatical es la siguiente: “El sujeto es la persona o cosa de la cual decimos algo” (Esbozo de una nueva gramática de la lengua española, p. 350). Adviértase que en esta definición se confunde el plano extralingüístico con el gramatical: el sujeto no es una entidad (una persona o una cosa) sino un constituyente que desempeña una función sintáctica dentro de la oración. Por otra parte, aquí se identifica al sujeto con el tema de la oración, aquello de lo que se habla. Si bien frecuentemente sujeto y tema coinciden –como en todos los ejemplos de (6)–, tal coincidencia no es forzosa, como vemos en las siguientes oraciones: (7) a. A Juan lo vi anoche en el cine. b. A Juan le encantan las papas fritas. El primer constituyente de (7a) y (7b) es el tema (A Juan): en ambas se dice algo acerca de esa expresión. Sin embargo, en ninguna de ellas es el sujeto (como se verá en el próximo capítulo, es objeto directo en (a) y objeto indirecto en (b)). Vistas estas dificultades, propondremos una definición gramatical del sujeto. Para ello apelaremos exclusivamente a sus rasgos formales: A. En cuanto a la categoría, el sujeto es un SN (N"): proyecciones nominales completas, que abarcan no sólo los SSNN cuyo núcleo es un sustantivo común, como (8a), sino también los nombres propios (8b) y los pronombres (8c). También una oración subordinada puede ser sujeto (8d). Quedan excluidos, los otros tipos de sintagmas (SA; SV; SP; SAdv). (8) a. b. c. d. El polémico gobernador de esa provincia es un embustero. Ramón Suárez es un embustero. Él / Ése /Alguien / ¿Quién es un embustero? Quien dijo eso es un embustero. B. Desde el punto de vista configuracional, el sujeto es el nudo inmediatamente dominado por O (= SF1) y hermano del predicado ([SN, FL]). El hecho de que sea el constituyente inmediato del SV significa que todo el predicado –y no sólo el verbo– se predica del sujeto: (9) a. b. c. d. Juan es fanático de la música rock. Juan adora la música rock. Juan estornudó tres veces. Juan entregó el informe al profesor. En cada una de estas oraciones, el SN Juan –como expresión lingüística y no como entidad designada– es el sujeto del cual se predica una determinada propiedad (9a) o un cierto estado (9b) o una acción (9c) y (9d). C. La marca estructural que permite identificar más claramente al sujeto gramatical es la concordancia con el verbo en los rasgos flexionales de número y persona. Cualquier variación en estas propiedades flexionales repercutirá necesariamente en el verbo: (10) a. A Juan se le ocurrió una idea. b. A nosotros se nos ocurrió una idea. c. A Juan se le ocurrieron varias ideas. El primer constituyente es el tema de las oraciones en (10), pero no su sujeto, como lo demuestra el hecho de que al variar sus propiedades flexionales el verbo no se altera. En cambio, si se cambia el número de una idea el verbo automáticamente covaría: es, por lo tanto, el sujeto gramatical. La rica flexión del verbo español hace posible que el sujeto pueda no estar expreso. Así, en Saliste temprano identificamos al sujeto, a pesar de no estar expreso, a partir de las propiedades flexionales del verbo. Se lo representa con la categoría nula o tácita denominada pro, que comparte la información flexional contenida en el verbo. Por admitir la omisión del sujeto expreso, el español es una lengua de sujeto nulo, a diferencia del inglés o del francés, que requieren obligatoriamente un sujeto expreso: (11) a. pro salió temprano. b. *pro went out early. D. Por otra parte, en lenguas como el inglés o el francés el sujeto ocupa la posición inicial de la oración. En el español y en otras lenguas de sujeto nulo como el italiano o el portugués, la posición del sujeto no es fija: puede variar por razones sintácticas, semánticas, pragmáticas e incluso rítmicas: (12) a. Usted afirmó eso ayer. b. Eso lo afirmó usted ayer. c. Afirmó usted eso ayer. d. Afirmó eso usted ayer. En el caso de las oraciones que contienen un único argumento, la posición del sujeto resulta más significativa: (13) a. Los perros ladran. b. Los niños juegan. c. Murió el perro. d. Se produjo un atentado. Cuando el sujeto ocupa la posición inicial, la oración se interpreta como predicativa; tanto (13a) como (13b) atribuyen una cierta acción a sus respectivos sujetos, por lo que pueden ser respuestas adecuadas a preguntas como ¿Qué hacen los perros / los niños? En cambio, cuando el sujeto está pospuesto, la oración se interpreta como la información sobre un evento o la introducción del sujeto en el discurso. Estas oraciones, que se conocen como ‘presentativas’, responden más bien a la pregunta ¿Qué ocurrió? E. Por último, los pronombres personales están marcados en caso, que, como se definió en el capítulo 4, es la categoría morfológica que diferencia, por ejemplo, a yo (nominativo), me (objeto), mí (término o caso oblicuo). El caso nominativo es una marca de la función de sujeto que el SN desempeña en la oración. En el español sólo los pronombres personales están marcados en caso (a diferencia del latín o del alemán, lenguas en las que se flexionan en caso todos los SSNN): (14) a. Yo lo acabo de ver. b. Él me acaba de ver. c. *Me acabo de ver él. Las dos primeras oraciones de (14) son gramaticales, pero tiene significados diferentes: el caso y la concordancia indican que el sujeto de (14a) es yo y el de (14b), él. En cambio, (1c) es agramatical porque la información flexiva (que indica que el sujeto es primera persona del singular) no coincide con el caso asignado al pronombre que presenta esos rasgos. 6.4. El sujeto. Definición semántica Hasta aquí hemos señalado los rasgos formales que caracterizan al sujeto sintáctico –en oposición al predicado en su conjunto–. Pero el término sujeto es ambiguo. En un segundo sentido, también puede entenderse el sujeto como un argumento del predicado. En esta acepción se opone a los otros argumentos que desempeñan las funciones de objeto directo, objeto indirecto, etc. En algunos modelos gramaticales –como la gramática de dependencias– todos los argumentos se hallan al mismo nivel: así, un predicado diádico, por ejemplo, establece una relación entre los dos argumentos simétricos, el sujeto y el objeto. Si se plantea, en cambio, que el sujeto es el argumento externo del que se predica no sólo el verbo sino el predicado en su conjunto, establecemos una asimetría entre el sujeto y los otros complementos que se hallan incluidos dentro del SV. Esta asimetría puede fundamentarse con varios argumentos: a. Sólo el sujeto concuerda con el verbo. Las propiedades flexionales del verbo transmiten una información relativa al sujeto y no a las otras dependencias del predicado. b. El papel temático del sujeto se asigna composicionalmente: será un agente, por ejemplo, en echar al marido de la casa, pero no en echarse a perder, echar raíces. c. Los modismos verbales están compuestos por el predicado y sus argumentos internos, pero no incluyen al sujeto: tomar el toro por las astas, no tener pelos en la lengua, hacer la vista gorda. Asimismo, buena parte de las palabras compuestas constan de un verbo y su objeto pero no incluyen el sujeto: guardacostas, rompehielos, guardabarreras. Ahora bien, si hemos distinguido dos nociones de sujeto, debemos ver qué relación existe entre ambas: eso significa establecer si el sujeto sintáctico siempre corresponde a un argumento del predicado. En última instancia, nos preguntamos si puede haber sujetos sintácticos no argumentales. Adviértase que la definición de oración como unidad de construcción, en términos de sujeto y predicado, hace referencia a los constituyentes sintácticos, no así a sus correlatos semánticos. En caso contrario, queda refutada por la existencia misma de algunos tipos de oraciones impersonales, como las que tienen predicados cero-ádicos, que, como ya hemos visto, carecen de todo tipo de argumentos. Comparemos la oración española, con las correspondientes del inglés (15b) y del francés (15c): (15) a. ... llueve. b. It rains. c. Il pleut. En estas lenguas, aparece un pronombre expletivo, una mera marca de función sin contenido semántico. Aunque el español no presenta ningún pronombre, el verbo está flexionado en 3° persona del singular. Como el español es una lengua que admite sujetos tácitos, a diferencia del inglés y francés, que requieren sujetos expresos, es posible entender que también el español tiene un sujeto: una categoría nula o tácita, que se representará con el signo Ø, en concordancia con la información flexional del verbo. Si adoptamos esta propuesta, no se hace necesario reformular nuestra definición de oración. Es aplicable así no sólo al inglés o al francés sino también a las lenguas de sujeto nulo como el español ya que todas las lenguas comparten la exigencia de un sujeto –explícito o no–. Si, en cambio, no se reconoce la existencia de esta categoría nula, habría que plantear que las oraciones en español –pero no en otras lenguas– son de dos tipos: las de sujeto y predicado y las que sólo contienen un SV. Tanto el pronombre expletivo como la categoría nula que postulamos para (a), cuya existencia se infiere a partir de la flexión, responden, pues, a la caracterización del sujeto sintáctico pero no a la del sujeto semántico. Ninguno de los dos corresponde a un argumento. Esta solución se extiende no sólo a otros “verbos atmosféricos” (refresca, nieva, graniza) o a expresiones como hace frío, hace mucho tiempo, es de noche, está oscuro, sino también a la forma terciopersonal del verbo haber: Hay demasiada gente en este lugar, Hubo fiestas: (16) a. Ø es invierno. b. Ø hay gente talentosa en esta Universidad. c. Ø son las doce. Mientras que en (16a) y (16b) el verbo se flexiona en tercera persona del singular, en (16c) vemos que el verbo no mantiene la flexión de número propia de estas oraciones impersonales sino que concuerda con el elemento predicativo. Lo mismo ocurre en oraciones como Ø son mis padres, que es ambigua. El sujeto Ø puede ser argumental (por ejemplo, si quiero identificarlos al presentarlos) o no argumental (si, por ejemplo, menciono a quien acaba de llegar): la primera interpretación admite la reposición del sujeto, pero no así la segunda. Estas oraciones impersonales deben diferenciarse de otras que se han denominado asimismo impersonales (de tercera persona del plural), como las que aparecen a continuación: (17) a. Ø Te buscan. b. Ø Acaban de llamarte. También estas oraciones son ambiguas: el sujeto tácito puede corresponder a una entidad definida –ellos– o bien a una entidad no determinada; mientras que en la primera interpretación el número plural se corresponde con un referente plural, en la segunda el plural es una mera marca de indefinición, ya que puede referirse a un único individuo. Como vemos, en esta segunda interpretación el sujeto es argumental, aunque es indefinido y no específico. El sujeto de este tipo de oraciones se suele denominar pro arbitrario. Hemos visto que la posición de sujeto de una oración puede estar ocupada por un elemento que es de naturaleza meramente sintáctica (pro en español) ya que no se corresponde con un argumento del predicado. Consideraremos ahora la naturaleza de sujetos de oraciones que contienen predicados monádicos como los de (13), que repetimos aquí como (18). A pesar de ser argumentales, estos sujetos se diferencian tanto a nivel semántico cono sintáctico: (18) a. El perro ladró toda la noche. b. Ayer murió el perro. Tanto en (a) como en (b) el SN el perro reúne todos los rasgos definitorios del sujeto sintáctico. Sin embargo, existen diferencias entre ambas oraciones: (a) denota una acción realizada por un agente (el perro), mientras que (b), más que predicar una acción del sujeto, indica que sucedió algo. Es una oración presentativa, como lo son también las siguientes: (19) a. Cayó el telón. b. Bajaron las tasas de interés. c. Llegó una encomienda. d. Se rompió el vaso. En ellas se presenta un evento (19a) y (19b), se introduce una entidad en el discurso (19c) o se denota el cambio sufrido por una entidad (18b) y (19d); así, los sujetos de estas oraciones tienen el rol temático de paciente o tema. En ningún caso el sujeto sintáctico de estas oraciones corresponde a un agente, como el que aparece con otros verbos intransitivos como el de (18a) y los de las siguientes oraciones: (20) a. Juan trabaja. b. Pedro sonríe. La diferente asignación de papel temático a los sujetos de esas oraciones no es solo una cuestión semántica, sino que tiene claras repercusiones. Se oponen así las oraciones (18b) y (19) a las de (18a) y (20) en los siguientes comportamientos sintácticos: a. Mientras que en las oraciones de (20) la posición normal (no marcada) del sujeto es preverbal, en las de (19) suele ir pospuesto, posición típica del objeto directo. b. El sujeto típico es un sintagma nominal introducido por un determinante o cuantificador, es decir, una proyección máxima, como ocurre con el ejemplo de (18a); por carecer de estos elementos las oraciones de (21a) son agramaticales. Por el contrario, con los verbos de (19) son frecuentes los sujetos sin determinante, como se ve en (21b): (21) a. *Perro ladra / *Obrero trabaja / *Niños sonríen. b. Cayó piedra / Llegaron buenas noticias / Murieron perros / Falta café. También ésta es una coincidencia con los objetos: Difundieron noticias, Bebí café, Veo perros. c. Los verbos transitivos cuentan con participios pasivos, que pueden funcionar como modificadores del sustantivo: difundir las noticias / las noticias difundidas. Esto no ocurre con los verbos intransitivos de (20) pero, significativamente, sí con muchos de los de (19): (22) a. las noticias difundidas / el café bebido b. el perro muerto / la piedra caída / las noticias recién llegadas c. *el hombre trabajado / *el perro ladrado Nuevamente este comportamiento es compartido por el objeto directo de los verbos transitivos y por los sujetos de los verbos de (19). Los de (20), una vez más, tienen comportamientos diferentes.4 Todos estos datos5 nos permiten reconocer dos tipos de verbos intransitivos: los intransitivos propiamente dichos o inergativos, en los que el sujeto sintáctico coincide con el semántico (trabajar, sonreír, bostezar), y los verbos inacusativos o semideponentes,6 en los que el sujeto sintáctico comparte algunas características con el O.D. Con los verbos inacusativos, pues, el sujeto sintáctico, marcado con los rasgos de concordancia con el verbo y caso nominativo, se corresponde con el papel temático que le asigna el verbo: el de paciente, típico del objeto directo. Así se explican algunos comportamientos sintácticos atípicos del sujeto de estas oraciones. Como vemos, no hay una correspondencia total entre los criterios formales que definen al sujeto sintáctico y el criterio semántico, que concierne al carácter argumental y al papel temático. Es necesario, pues, distinguir las dos nociones de sujeto. Nos atendremos a la caracterización sintáctica del sujeto, entendiendo que, aunque no necesariamente, el sujeto es, por lo general, un argumento del predicado, al que pueden corresponder distintos papeles temáticos. 4 5 6 Asimismo, los participios transitivos de los verbos de (19) –pero no los de (20)– pueden formar oraciones denominadas absolutas (que carecen de verbos flexionados): i. Difundidas las noticias, renació la calma. ii. Muerto el perro, se acabó la rabia. iii. *Trabajado el hombre. Pueden mencionarse también otros comportamientos como los siguientes: los verbos transitivos y estos verbos se asemejan por el hecho de que ambos admiten, como O.D. y como sujeto respectivamente, un sintagma partitivo como de todo: Comió de todo, Nos pasó de todo. No existen construcciones similares con los verbos intransitivos como trabajar, sonreír. Por otra parte, en lenguas como el italiano y el francés, el perfecto compuesto de estos verbos selecciona el auxiliar ser y no haber (é morto, el est mort). Si bien el español actual ya no presenta esta diferencia (que sí existía también en el español medieval), persisten algunos restos de esta diferenciación (Soy nacido en Santa Fe). Esta es la denominación que daba Andrés Bello a los participios de estos verbos. Los verbos deponentes del latín tenían forma pasiva y significación activa. Se suelen distinguir dos tipos de verbos inacusativos: los intransitivos (caer, morir, nacer, llegar, faltar, sobrar) y aquellos que son neutros en cuanto a la transitividad, los ergativos, que presentan tanto una versión transitiva como otra intransitiva. Los verbos ergativos se dividen en dos grupos: los no pronominales, como bajar, aumentar, mejorar, empeorar; y los pronominales como romperse, fundirse, congelarse, enfriarse, ensuciarse.