LA DIALÉCTICA TRASCENDENTAL (de la primera crítica kantiana

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LA DIALÉCTICA TRASCENDENTAL
(de la primera crítica kantiana)
Introducción: Ilusión trascendental.
Libro primero: sobre las ideas.
Libro segundo: sobre los raciocinios dialécticos.
Sección 1ª: Paralogismos.
Sección 2ª: Antinomias.
Sección 3ª: El ideal de la razón.
La importancia de la “dialéctica trascendental” proviene de que representa la culminación de la CRV1, pues aquí se pregunta Kant por la posibilidad de que la metafísica sea
ciencia y lo central de la CRV es la pregunta por la metafísica, y no como pensaban los
neokantianos, para quienes la CRV se ocupaba principalmente de justificar el conocimiento científico2.
El objeto del conocimiento lo es porque el sujeto lo ha revestido de sus “formas
a priori”. El noúmeno, la cosa-en-sí, es incognoscible porque no ha sido iluminada por
las formas a priori del sujeto. Mientras el sujeto no “vista” al objeto, éste no pasa a ser
“objeto de conocimiento”. Todo lo que sabemos está, pues, ordenado por el sujeto.
Pero hay un saber, la metafísica, que pretende estudiar las cosas-en-sí mismas,
conocer el en-sí de las cosas. Kant se va a preguntar aquí si la metafísica es posible, si la
metafísica cumple los requisitos de objetividad, de cientificidad, si usa juicios sintéticos a priori. La respuesta será negativa porque la metafísica no cumple esos requisitos.
Para que el conocimiento sea científico, el objeto del conocimiento tiene que
estar constituido por los elementos formales (aportados por el sujeto, a priori) que dan
universalidad y necesidad al conocimiento, y elementos materiales (proporcionados
por los sentidos y que le hacen ser un conocimiento sobre cosas sensibles, le da sinteticidad).
La metafísica pretende que exista un conocimiento que sea “científico”, o sea,
objetivo y que no sea conocimiento sobre fenómenos, esto es, sobre el objeto vestido
por el sujeto, sino sobre las cosas en sí mismas, sobre noúmenos. Esta es la ilusión de
la metafísica. Se trata ahora de descubrir, paso a paso, sus fallos.
En primer lugar, las cosas-en-sí, esos objetos que pretende estudiar la metafísica,
no nos son dadas en la experiencia sensible. ¿Cómo llega entonces la razón a formar
esos objetos al margen de la experiencia sensible? Porque la razón se los inventa, ya que
la razón es un poder sintetizante tiene el poder de sintetizar impresiones, formar síntesis,
uniones. Esta capacidad de sintetizar o unir es válida, legítima si cae sobre material sensible, como ocurría en el entendimiento (las categorías del entendimiento pensaban sintetizaban- fenómenos). Pero la razón sintetiza saliéndose de los límites de la experiencia sensible: realiza síntesis de síntesis hasta llegar a las últimas síntesis que engloben todo lo sintetizable o unible. Esas síntesis totales son los objetos que estudia la metafísica y Kant las llama ideas. Por lo tanto, estas ideas son unidades absolutas, totalitarias, que la razón, saltando por encima de las condiciones del conocimiento, constituye
más allá de los límites de toda experiencia posible, saliéndose de esos límites.
1
CRV=Kritik der reinen Vernunft=Crítica de la razón pura.
La interpretación neokantiana de la CRV, malinterpretando al mismo Kant, pero en la línea del
espíritu cientificista de la segunda mitad del XIX, da prioridad al tema de la teoría del conocimiento sobre el de la metafísica.
2
¿Cómo fabrica la razón las ideas?
La razón usa la categoría de causalidad y va retrocediendo de un efecto a su
causa hasta llegar a una causa incausada, retrocede de lo condicionado hasta lo incondicionado en todos los órdenes del saber. Lo incondicionado es el ideal al que quiere llegar la razón, pero lo incondicionado está más allá de nuestra experiencia. No obstante,
la razón quiere llegar a ello. Y por eso, en un determinado momento, en vez de ir de
condición en condición en un proceso infinito, en una serie infinita, la sintetiza y estatuye una idea como síntesis final y total y última, afirma lo incondicionado.
La razón llega a tres ideas o unidades incondicionadas de esas series infinitas
condicionadas: la idea de alma, de universo y de Dios. Alma como condición incondicionada de todas mis vivencias, universo como condición incondicionada de todo lo
que existe fuera de mis vivencias y Dios como síntesis suprema de las dos ideas anteriores, síntesis incondicionada de todo lo que hay (de mis vivencias y del universo).
Todos nuestros juicios se sintetizan en estas tres ideas; todo lo que sabemos puede sintetizarse en ellas. Estas tres ideas son el objeto de la metafísica racionalista y el
modo descrito es su proceder habitual. Kant, a continuación, pasa a criticarlas3. Criticará
la parte de la metafísica especial de Wolff llamada Psicología Racional (idea de alma)
por cometer paralogismos, la llamada Cosmología Racional (idea de universo) por sus
antinomias, y la llamada Teología Racional (idea de Dios) por sus pruebas (no válidas)
de la existencia de Dios.
Introducción: la ilusión trascendental de la razón.
Esta ilusión trascendental está en la base de la metafísica. Esta ilusión nos lleva
más allá del uso empírico y correcto de las categorías y nos engaña con el espejismo de
una ampliación del entendimiento puro. La ilusión está en que se nos presentan como
objetivos unos principios que sólo son subjetivos.
Frente al entendimiento, que es una facultad de reglas (de normas, de ordenación), la razón como facultad de principios. Conocer por principios es conocer por
conceptos lo particular en lo general. La razón no se refiere de modo inmediato a la experiencia, ni a ningún objeto, sino al entendimiento. La razón trabaja sobre el material
ya ordenado por el entendimiento; la razón se limita a dar unidad a priori a los conocimientos del entendimiento.
Dos usos de la razón: uso lógico o modo de ir ascendiendo hacia la unidad, hacia
lo incondicionado, hacia el mínimo número de principios; uso puro: afirmar lo incondicionado, la unidad, el principio como real ya que existe toda la serie de condiciones.
Libro 1º: De las ideas.
Toda idea de la razón expresará lo incondicionado, la totalidad absoluta de las
condiciones. Por eso una idea no puede referirse a una experiencia, porque la experiencia nunca es absoluta. Idea entonces sería un concepto necesario de la razón para el cual
no puede darse en los sentidos un objeto coincidente. No obstante, las ideas, aunque no
sean principios constitutivos, aunque no tengan un uso objetivo, sirven al entendimiento como principios regulativos, heurísticos. Las ideas son tan connaturales a la razón
3
El máximo representante de la metafísica racionalista era Christian Wolff, discípulo de Gottfried Wilhelm Leibniz, cuya filosofía sistematizó y convirtió en un enorme montaje conceptual,
perfectamente sistematizado, que pretendía reducir todos los conocimientos a unidad, deduciéndolo todos de la mera razón. Un discípulo de Wolff, Alexander Gottlieb Baumgarten (autor de
la primera “Estética”, que es curiosamente uno de los últimos libros escritos en latín en Europa)
escribió una “Metafísica” que era el libro que Kant usaba en sus clases (era obligatorio para el
profesor dar sus clases siguiendo un manual oficial).
2
como las categorías al entendimiento. La razón sufre su “ilusión” por su naturaleza. Es, pues, un defecto congénito de la razón -del que no se puede librar- el
proceder “ilusoriamente”. No podemos, en consecuencia, usar las ideas como principios
constitutivos (como si las ideas representaran objetos reales) sino sólo como principios
regulativos (como polos imaginarios en los que convergen las reglas del entendimiento).
Libro 2º: Raciocinios dialécticos.
Los raciocinios dialécticos se caracterizan por ser sofismas de la razón pura
por los que la razón da realidad objetiva a algo de lo que no podemos tener concepto
alguno.
Sección 1ª: Paralogismos4.
Se refiere a la unidad absoluta de las condiciones subjetivas de toda representación del sujeto: alma.
Cuatro paralogismos en la Psicología Racional y todos se refieren al yo. El yo
es el sujeto trascendental de todos nuestros pensamientos; este yo se nos presenta siempre como dato paralelo a nuestros fenómenos de conciencia, nunca en sí mismo, sino
acompañando a todos los objetos de nuestra actividad consciente.
El error de los paralogismos consiste en predicar cosas del yo o alma del que nada podemos predicar. Se coge el yo en dos sentidos: en su uso lógico y en su uso metafísico. En su uso lógico podemos decir con razón cosas del yo, pero en su uso metafísico no hacemos sino suponer un yo como cosa-en-sí, un yo que ya no viene de la experiencia sino que ha sido inventado por la razón pura en su afán de postular lo incondicionado. Empezamos el razonamiento con un yo fenoménico y terminamos afirmando
en la conclusión un yo-en-sí, nouménico, sustancial, con lo cual el razonamiento falla
porque en vez de tener tres términos en realidad tiene cuatro.
Sección 2ª: Antinomias5.
Se refieren a la unidad absoluta de las condiciones objetivas del fenómeno: el
universo.
La razón se enreda al hacer afirmaciones contradictorias sobre el universo. Cada
pareja de afirmaciones contradictorias -tesis y antítesis-, demostrables con igual fuerza,
es una contradicción.
Kant encuentra cuatro antinomias en la Cosmología Racional:
1ª) Comienzo y finitud del mundo.
2ª) Simplicidad de los elementos del mundo.
3ª) Existencia de una causalidad libre para explicar todos los fenómenos del
mundo.
4ª) Existencia de un ser necesario.
En las dos primeras antinomias, que Kant llama matemáticas, el error consiste
en que se ha tomado el espacio y el tiempo como cosas-en-sí, en vez de tomarlos como
formas que nuestra facultad de conocer (sensibilidad) aplica o imprime a los fenómenos.
En ambas, tanto la tesis como la antítesis son falsas, porque se parte de un supuesto contrario a las leyes y condiciones del conocimiento objetivo. En las dos últimas es lo contrario: tesis y antítesis pueden ser verdaderas. Las tesis se ajustan a las leyes del cono4
Paralogismo: razonamiento erróneo sin ánimo de engañar.
Antinomia: razonamiento que conduce a conclusiones opuestas, siendo correcto el razonamiento.
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cimiento y las antítesis se salen de las condiciones de todo conocimiento posible y se refieren a las cosas-en-sí mismas. Tesis y antítesis son compatibles y
válidas: la tesis en el mundo de los fenómenos y la antítesis en el de los noúmenos.
Sección 3ª: El ideal de la razón.
Repasemos: A medida que nos alejamos de la experiencia sensible aparecen tres
clases de elementos trascendentales: los conceptos puros o categorías (simples formas
del pensamiento que se aplican a la materia empírica); las ideas que no son sino categorías transportadas al grado incondicionado y que no pueden realizarse en ningún fenómeno y que señalan el límite inaccesible hacia el que el movimiento natural orienta a las
series empíricas; y, finalmente, el ideal: la idea considerada en su plenitud, no como
simple límite de la experiencia sino como individualmente realizada en sí misma, como
completamente determinada.
¿Cómo llega la razón a ese ideal?
Se parte de todo lo que existe. Lo que existe, existe “determinado”, existe de una
determinada manera. Se parte de la determinación completa de todo lo que existe y se
busca la condición de su determinación. A cada cosa tiene que convenirle, de todas las
determinaciones posibles, un predicado de cada par. Para conocer completamente una
cosa es preciso conocer todo lo posible y determinarla por ello. Sin pensar el todo de
determinaciones posibles no podemos determinar la existencia de algo, pues es frente a
ese todo como fondo contra lo que hay que decantarlo. El conjunto de todos los predicados posibles, de las determinaciones posibles, el “todo de posibilidades” no se puede
representar empíricamente, sino que ha de ser una pura idea de la razón. Si a esta idea la
depuramos de predicados negativos -si a ese todo de posibilidades le quitamos las negativas- hasta quedarnos con un “todo de realidad”, que ha sido determinado completamente a priori, obtenemos el “ideal de la razón”.
Se hipostasía la idea de un todo en el que están todas las posibles determinaciones o formas de ser y se hace derivar de él todas las cosas. Ese todo se convierte en “el
concepto de una cosa que se halla en la cúspide de la posibilidad de todas las cosas y
que suministra las condiciones reales para determinarlas completamente”. Nuestra razón, pues, hipostasía esa idea queriendo que el todo de realidad que habíamos pensado
como concepto se dé objetivamente y constituya una cosa. Esta idea hipostasiada sería
Dios, la cual es una ficción sin contenido real alguno.
Kant pasa a continuación a criticar las pruebas que demuestran la existencia de
Dios. Pero antes de pasar a criticarlas una por una, hace una crítica global de todas. Todas las pruebas de la existencia de Dios se basan en un un Ser Necesario (N=Ens Necessarium) y un supremo Ser Perfecto, Infinito (I=Ens Infinitum) y en la identificación
entre uno y otro (N=I).
Pero estas dos condiciones no se dan. A N se llega al final saltando sobre una
cadena de fenómenos o condicionados y postulando su existencia (en la 4ª antinomia)
como idea reguladora. Recuérdese que las ideas sólo tienen valor regulativo, heurístico,
no constitutivo (N era la síntesis incondicionada de toda la serie de condicionados del
mundo). Por otra parte, tampoco está claro que sean convertibles N e I.
Las pruebas de la existencia de Dios de la Teología Racional se reducen a tres:
(1) argumento ontológico, (2) argumento cosmológico, y (3) argumento físico-teológico
(o teleológico). Kant demuestra que el argumento ontológico es imposible y luego nos
hace ver que el cosmológico desemboca en el ontológico y el teleológico, a su vez, en el
cosmológico, con lo que, al criticar el primero, quedan los otros dos criticados también.
Sólo hay dos caminos para llegar a la existencia de Dios: el natural y el antinatural. El camino natural consiste en ascender de la realidad -la naturaleza- a N, un Ser
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Necesario. El camino antinatural arranca de I, de la idea de Dios como Ser Infinito, y desde su idea pasar a identificarlo con N. El poder convertir estos dos
conceptos (N, I) uno en otro es la base de toda la teología tradicional.
Kant invalida ambos caminos. El camino natural (N→I) lo invalida por insuficiente: es imposible poder afirmar a N como “único”, pues es “indeterminado”; no podemos identificarlo con I ni llamarlo Dios, ya que N podría ser la misma materia (Engels) o la naturaleza (Spinoza). El camino antinatural (N←I), constituido por el argumento ontológico, no es válido porque realiza un salto ilegítimo entre dos órdenes distintos como son el lógico y el ontológico. La “existencia” no es un predicado que se
añade por un “acto de síntesis lógica”, racional, formal; la existencia es un estado del
sujeto. La existencia va más allá de lo analítico, necesita síntesis entre conceptos y experiencia. No es lícito saltar del orden lógico (analítico) al orden existencial, ontológico
(sintético).
Consecuencias de la Dialéctica para la metafísica.
La metafísica, concebida al modo tradicional, no podrá ser nunca una ciencia.
Pero la metafísica no puede desaparecer porque surge de la naturaleza misma de la razón que se siente siempre impelida a buscar lo incondicionado y a traspasar los límites
de la razón. Aunque la metafísica como ciencia es imposible, la necesidad de la metafísica se mantiene y es posible hablar de una metafísica como disposición natural de la
razón. Kant admite como reales los interrogantes metafísicos.
La nueva metafísica sería la ciencia de los límites de la razón. Se niega la metafísica como ciencia del ser (afirmar como reales las tres ideas) y se convierte en la ciencia de la razón pura, la ciencia de las condiciones y los principios de todo conocer.
Dice Kant en su Opus postumum: Metaphysica est logica intellectus puri. Por esta
senda caminará el idealismo posterior a Kant.
La limitación de la razón teórica (que concluya la CRV demostrando que la metafísica no puede ser ciencia) se ve compensada por ampliación de la razón práctica.
Desde la razón práctica afirmará la existencia de las tres ideas, como condiciones del
hecho moral (los postulados de la razón práctica).
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