76 AVANCES RECIENTES EN INMUNOLOGIA PARASITARIA OMAR. O BARRIGA, DVM, PHD The Ohio State University, Columbas, Ohio 43210SUSA La implementación de la inmunidad requiere el concurso de una serie de elementos (antígenos, anticuerpos, receptores de células T, proteínas de histocompatibilidad, complejos de diferenciación, linfocitos, macrófagos, neutrófilos, eosinófilos, basófilos, mastocitos, citoquinas, etc.) que ejercen funciones promotoras, reguladoras o efectoras. Los antígenos de origen externo (exógenos) requieren la asistencia de las proteínas de histocompatibilidad de clase I (PI) para estimular los receptores de los linfocitos T cooperadores (Tco). Los antígenos de origen interno(endógenos) requieren la asistencia de las proteínas de clase II (PII) para estimular a los linfocitos T citóxicos (TC). Los complejos de diferenciación asisten en esta estimulación. Los anticuerpos actúan como receptores de antígenos para iniciar respuestas inmunes secundarias, activan el complemento, facilitan la unión de células parasitolíticas con los parásitos, inician inflamaciones anafilácticas, y actúan como efectores contra parásitos extracelulares. Los linfocitos B producen anticuerpos y activan a los linfocitos Tco. Los linfocitos Tco promueven y regulan las respuestas mediadas por células y las respuestas humorales mediante la producción de citoquinas. Los linfocitos TC Usan ciertas células parasitadas. Los linfocitos T supresores (TS) inhiben la reproducción de los linfocitos y terminan la respuesta inmune. Los macrófagos inician la estimulación de los linfocitos Tco, regulan las respuesta mediadas por células o por anticuerpos, fagocitan parásitos pequeños, y lisan parásitos grandes. Los neutrófilos y eosinófilos lisan parásitos grandes, están cubiertos por anticuerpos o factores del complemento. Los basófilos y mastocitos capturan anticuerpos IgE y se degranulan cuando éstos se combinan con sus antigenos. La degranulación causa una inflamación anafüáctica que atrae células, anticuerpos y complemento que expulsan o dañan los parásitos extracelulares. CONTROL DE LAS REACCIONES INMUNES EN PARASITOLOGÍA La evidencia sugiere que las respuestas del hospedero a la invasión por un parásito proceden en la siguiente secuencia: 1. Reacción de fase aguda, 2. Activación de los linfocitos Tco precursores (TcoP), 3. Reactivación de los linfocitos Tco activados (TcoA), 4. Activación de los linfocitos Tco de tipo 1 o de tipo 2(Tcol o Tco2), 5. Respuesta inmune mediada por células o por anticuerpos y 5. Resolución de la infección, cronicidad o muerte del hospedero. La reacción de fase aguda es una inflamación inespecífica rica en macrófagos, neutrófilos y linfocitos, mediada por la reproducción de las interleuquinas(IL) 1,6,y 8, y el factor de necrosis tumoral. Estas sustancias son liberadas por los macrófagos, endoteliocitos, fibroblastos y plaquetas cuando son estimulados por la presencia o metabolitos de un parásito. Los TcoP son linfocitos Tco que son estimulados por la primera vez. Los estímulos son el contacto con el antígeno que ha sido procesado por un macrófago y conjugado con una proteína de clase II y la IL-1 producida por el macrófago. Los TcoP se multiplican y diferencian a TcoO. Citoquinas del macrófago y del linfocito TcoP mantienen y amplifican la inflamación existente. Cuando los linfocitos TcoO son activados nuevamente por el mismo antigeno secretan una serie de citoquinas, que estimulan las respuestas mediadas por células y humorales. El estimulo antigénico persistente los hace multiplicarse y diferenciarse hacia linfocitos Tcol o Tco2. Cuando los linfocitos Tcol reencuentran su antígeno específico secretan citoquinas que estimulan una inflamación por macrófagos, linfocitos TC, y otras células(inmunidad mediada por células). Cuando los linfocitos Tco2 reencuentran su antígeno específico secretan citoquinas que estimulan la producción de anticuerpos y de una inflamación rica en eosinófilos y mastocitos (inmunidad humoral). 77 La activación de los linfocitos B requiere la presentación del antígeno con una proteína de clase II a un linfocito TcoO, seguida de la reproducción de linfoquinas por el linfocito TcoO. Algunas de estas linfoquinas estimulan la proliferación de los linfocitos B y otras estimulan su diferenciación hacia plasmocitos productores de Igs M, G o A. Si la respuesta inmune es efectiva, el parásito es eliminado. Si el parásito no es suceptible a los efectores de la inmunidad, la infección se hace crónica y a menudo se desencadena alguna forma de inmunopatología. Si la respuesta, inmune no es efectiva y los parásitos son muy patogénicos o abundantes, el hospedero puede morir. LAS REACCIONES POR CÉLULAS O POR ANTICUERPOS EN PARASITOLOGÍA Las respuestas inmune son menos efectivas contra los parásitos que contra los organismos procariotes por que los parásitos poseen una serie de posibilidades de eludir o manipular la inmunidad. Estas derivan de la complejidad antigénica, biológica, fisiológica, y estructural de los parásitos. Sin embargo los macrófagos y linfocitos de esta fase, inician la respuesta inmune (multiplicación de linfocitos TcoP) dentro de 24 horas. Anticuerpos específicos empiezan a producirse al cuarto día y coinciden con la inflamación inmune mediada por los linfocitos TcoO. Los macrófagos, neutrófilos y eosinófilos presentes en este momento se fijan sobre los parásitos pluricelulares cubiertos por anticuerpos IgG específicos y los dañan mediante, la producción de moléculas oxidantes y proteínas citotóxicas. Los parásitos unicelulares son fagocitados por los macrófagos. Células parasitadas pueden ser destruidas por los linfocitos TC. La producción de anticuerpos continúa y se diversifica(IgE). Hacia el final de la primera semana, la respuesta inmune se diferencia hacia la producción de linfocitos Tcol que atraen y'activan a los macrófagos y linfocitos TC(inmunidad mediada por células), o hacia la producción de linfocitos Tco2 que estimulan la producción de anticuerpos IgE y la infiltración con mastocitos (inmunidad mediada por anticuerpos). La inmunida mediada por las células particularmente a través de los macrófagos y linfocitos TC. El aumento de la producción de anticuerpos IgG incrementa la fagocitosis de protozoos y la lisis de helmintos por los macrófagos. La infiltración con linfocitos TC facilita la lisis de células parasitadas. La inmunidad mediada por anticuerpos actúa particularmente a través de la IgE y los mastocitos. La presencia de antígeno, anticuerpos IgE, y mastocitos promueve la degranulación de los mastocitos que provoca el flujo de macrófagos, neutrófilos, eosinófilos, anticuerpos, y complemento. Los anticuerpos y complemento se combinan con los antígenos superficiales de los helmintos y favorecen la fijación de los macrófagos, neutrófilos, y eosinófilos sobre ellos. Sustancias oxidantes y proteínas citotóxicas de estas células destruyen las membranas externas de los helmintos. Los anticuerpos circulantes clásicos(IgM e IgG), aparte de facili- tar la fijación de los macrófagos, neutrófilos y eosinófilos sobre los helmintos, actúan principalmente sobre los protozoos extracelulares neutralizando sus receptores, enzimas y toxinas, y activando el complemento que promueve la inflamación, la fagocitocis, y la lisis de membranas biológicas. LOS EOSINOFILOS EN LAS INFECCIONES PARASITARIAS La eosinofilia localy periférica es una característica común de muchas infecciones por helmintos que presentan al sistema inmune superficies grandes, nofagocitables. El efecto de los eosinófilos sobre estos organismos ha sido estudiado por los últimos 18 años usando Schistosoma mansoni, Trichinella spiralis, y otros helmintos como modelos. Al comienzo la infección parasitaria provoca una inflamación inespecífíca rica en macrófagos, linfocitos y neutrófilos que preparan el terreno para la respuesta inmune subsecuente. Los elementos efectores predominantes en las infecciones por helmintos son los anticuerpos anafilácticos (IgE), los mastocitos y los eosinófilos. El influjo de estos elementos a la localización del parásito es mediado por la producción de citoquinas por parte de los linfocitos Tco de tipo 2. Las sustancias liberadas por los mastocitos atraen eosinófilos y concentran anticuerpos y complemento alrededor del parásito. Los anticuerpos específicos y los factores del complemento se fijan a los antígenos y membranas superficiales del parásito y sirven de puentes para que los eosinófilos se adhieran sobre él. Estas células vierten sobre el parásito radicales oxidantes y proteínas básicas. Los radicales alteran las moléculas del parásito y las proteínas dañan el tegumento o la cutícula. Ocasionalmente, ellos también pueden dañar células del hospedero. Los eosinófilos también fagocitan y pueden dañar los, Trypanosoma cruzi extracelulares; incluso, puede que jueguen un rol en el daño del tejido cardiaco en la enfermedad de Chagas. La respuesta de los eosinófilos está regulada por factores eosinofilopoyéticos (interleuquinas [IL] 3 y 5, y el factor estimulador de colonias de granulocitos y macrófagos), eosinófilacticos(factor C5a del complemento, factor de la anfilaxis quemotáctica para los eosinófilos, histamina, factor estimulante de las plaquetas, y otras sustancias de los mastocitos, basófilos, y los parásitos mismos), y eosinofilo activadores (IL-5, factor de necrosis tumoral, anticuerpos, y factores del complemento). Aparte de los eosinófilos, otras células fagocitarias (macrófagos, neutrófilos) también exhiben importantes actividades contra los helmintos. IMPORTANCIA, PREVALENCIA Y CONTROL DE LA TOXOCARIASIS La toxocariasis humana es comunmente considerada como una infección leve y transitoria. En realidad, la encues- 78 ta más detallada que existe (322 casos) demostró que la forma visceral causa síntomas hepáticos, respiratorios, o fiebre en 79-69% de los niños afectados y fiebre astenia o síntomas digestivos en 71-60% de los adultos afectados. En 85% de los pacientes, los síntomas duraron desde 6 meses hasta más de 2 años. La forma ocular, por otra parte, puede causar pérdida permanente de la visión. Para evaluar la importancia de la enfermedad debe tomarse en cuenta también que la infección ocurre en casi 3% de la población general de los Estados Unidos, y en casi 30% de los niños de bajo nivel socio- económico. La prevalencia es probablemente más alta en países menos desarrollados. La toxocariasis humana a menudo no es diagosticada en forma eficiente, debido en parte, porque hay pocos centros de diagnóstico confiables y porque el médico prefiere no someter al paciente a exámenes y gastos adicionales que no contribuyen a mejorar el tratamiento. La prevalencia de la infección intestinal en perros es casi 100% al momento de nacer pero disminuye gradualmente hasta alcanzar a sólo 5-15% en la edad adulta. La prevalencia de la infección en la población canina general o de perros vagos, sin emb^go, varia grandemente. La incidencia de huevos infectantes de Toxocam canis en el suelo también varía grandemente, pero es particularmente abundante e importante en parques y plazas de juegos infantiles. Las medidas recomendadas para el control de toxocariasis consiste en evitar la contaminación ambiental con excrementos de perros, reducir la población de perros, educar al público y principalmente, eliminar la infección de los perros. Los niveles actuales de contaminación con huevos de T: canis, el aumento regular de la población canina en los últimos 30 años, y el desconocimiento general del publico acerca de la toxocariasis indica que la implementación de las tres primeras medidas no es eficiente en los Estados Unidos y en muchos otros países. La eliminación de los parásitos intestinales (que son los que contaminan el ambiente y facilitan la infección humana) requiere tratamiento de los perros (y de la madre) cuando éstos tienen 2,4,6,y 8 semanas de vida. La eliminación de los parásitos sistémicos hipobióticos en los perritos nuevos(que son los que mantienen la infección en la naturaleza) requiere tratamiento con fenbendazole desde 40 días antes del parto hasta 14 días después del parto. Trabajos por el autor indican que la inmunidad contra las larvas puede evitar las infecciones y sugieren que una vacuna contra la toxocariasis canina es posible. INMUNOPROFILAXIA EN LAS INFECCIONES PARASITARIAS Los intentos de vacunación contra las enfermedades parasitarias se iniciaron a fines del siglo pasado con la premunición contra Babesia que, con mejoras, aún se utiliza. En 1958 se empezó a usar una vacuna viva contra la coccidiosis aviar (CocciVac) que aún está en uso. En 1959 se comenzó a usar una vacuna con larvas irradiadas contra la Dictyocaulosis bovina (Dictyol) que aún se usa en Europa. En 1964 se inicio en Australia el uso de vacuna con Babesia viva, modificadas por pasaje rápido por terneros esplenectomizados, que aún está en uso. En 1965 y 1968, respectivamente, se comenzaron a usar una vacuna con esporozoitos contra Theileria parva que consistía en infec-ción-tratamiento, y una vacuna con esquizontes contra T. annulata; ambas continúan usándose en la actualidad. En 1973 se empezó a comercializar en los Estados Unidos una vacuna con larvas irradiadas contra la ancilostomiasis canina. A pesar de que era altamente efectiva, no tuvo éxito comercial y fue retirada después de 2 años. En 1988, investigadores neozelandeses introdujeron una vacuna contra el aborto ovino por Toxoplasma que consiste en parásitos vivos modificados que no producen bradizoitos ni infectan gatos. En 1989 investigadores australianos introdujeron una vacuna con antígenos recombinantes que protege contra la cisticercosis ovina. Todas las vacunas actuales son de uso veterinario. Trabajos por casi 30 años para producir vacunas con antígenos de esporozoitos o con epitopes de merozoitos de Plasmodium falciparum del humano aún no han dado resultados prácticos. En los mejores casos, estas vacunas antimaláricas protegen sólo 25-33% de la población vacunada. Respecto a la esquistosomiasis, hay una vacuna con cercarías irradiadas de uso en animales domésticos pero los intentos de vacunar con antígenos aislados han causado solo 30-55% de protección. La inmunización contra la enfermedad de Chagas ha sido poco exitosa y los estudios han sido dificultados por la falta de un modelo para la enfermedad crónica, la inmunodepresión e inmunodesviación producidas por el parásito, y el peligro de causar reacciones que a la larga generen patología. Aunque, las dificultades aún son monumentales, la producción de una vacuna contra parásitos reconoce una tecnología bien definida que requiere una decena de pasos fundamentales. INMUNOPATOLOGÍA EN LAS INFECCIONES PARASITARIAS Las reaciones inmunológicas producidas por los parásitos pueden ser dañinas para el parásito, perjudiciales para el hospedero, o irrelevantes para ambos asociados. Las reacciones que dañan al hospedero generalmente, se conocen como hipersensibilidades. En clínica, se reconoce cuatro clases principales de hipersensibilidades. La hipersensibilidad de tipo I (o inmediata o reaginica) en las cuales los anticuerpos IgE se fijan a los basófilos o mastocitos por su extremo caudal y a sus antígenos específicos por su extremo de combinación. La aglomeración de los anticuerpos por el antigeno causa degranulación de las células y los mediadores liberados causan fenómenos inflamatorios con abundancia de eosinófilos. Este fenómeno es responsable por algunas manifestaciones de las infecciones con larvas migratoria, de algunas 79 nematodiasis intestinales, y de algunas infestaciones por artrópodos. La hipersensibilidad de tipo II (o citotóxica) ocurre cuando las células del hospedero absorben antígenos circulantes de los parásitos o producen neoantígenos a consecuencia del parasitismo. La reacción de los anticuerpos específicos con estos antígenos en la superficie de la célula promueven la fagocitosis de la célula o activan el complemento. El complemento activado, a su vez, causa inflamación, favorece la fagocitosis y puede lisar membranas biológicas del hospedero. Este fenómeno es parcialmente el responsable por la anemia de la malaria, babesiosis, y leishmaniasis, la pneumonía de la esquisostomiasis y posiblemente contribuye a la cardiopatía chagásica. La hipersensibilidad de tipo III (o por complejos inmunes) ocurre cuando se encuentran altos temores de antígenos del parásito y de sus anticuerpos correspondientes en la circulación. Los complejos antígeno-anticuerpos se generan más rápido de lo que el organismo lo puede eliminar y se depositan en los tejidos. Estos complejos activan el complemento el que, a su vez, provoca inflamación y lísis de las membranas biológicas. Este fenómeno es el responsable por el daño renal de la malaria, y de algunas manifestaciones de los céstodos larvales y de la triquinosis. La hipersensibilidad del tipo IV (o tardía) es una reacción de inmunidad mediada por células generadas por las citoquinas de los linfocitos cooperadores de tipo 1. La intensa inflamación por macrófagos y linfocitos que resulta puede dañar los tejidos del hospedero. Este fenómeno es el responsable por la patología hepática de la esquistosomiasis, los granulomas de las larvas migratorias, la inflamación de las leishmaniasis, posiblemente por la patología crónica de las filariasis linfáticas, algunas lesiones por ectoparásitos y probablemente, por parte de la cardiopatía chagásica. Como ejemplos, se discutirían la inmunopatología de la Enfermedad de Chagas de la esquistosomiasis, y de las filariasis linfáticas.