Los montepíos militares del siglo XVIII como origen del sistema de

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Los montepíos militares del siglo
XVIII como origen del sistema
de clases pasivas del Estado1
CÉSAR HERRÁIZ DE MIOTA *
INTRODUCCIÓN
D
esde que la Ley 193/1963 de 28 de
diciembre, de Bases de la Seguridad
Social, considerada el comienzo de
la sistematización de la Seguridad Social española, estableciera el principio de universalidad, una de las cuestiones pendientes es la
unificación de los sistemas de previsión social de los funcionarios y del resto de los trabajadores.
Pero, ¿por qué los funcionarios públicos
tienen un sistema de previsión social diferente al del resto de los trabajadores?. Una de las
razones es de índole histórica: la génesis de
ambos sistemas de previsión social es diferente.
Aunque existen antecedentes más remotos, el nacimiento de la previsión social en
España se produce en las postrimerías de la
Edad Moderna, a partir de mediados del siglo
XVIII. Pero mientras los trabajadores de la
naciente industria se organizan en las sociedades de socorros mutuos, en un principio
prohibidas y perseguidas por el Estado, ese
* Universidad Autónoma de Madrid.
1
Este artículo está basado en el segundo capítulo
de la primera parte de la tesis doctoral «La previsión social mutualista en la Armada», presentada por el autor
en diciembre de 2003 en la Universidad Autónoma de
Madrid.
mismo Estado crea los denominados montepíos oficiales, destinados a auxiliar a los funcionarios y a sus familias. De esta forma, la
previsión social de la segunda mitad del siglo
XVIII y del siglo XIX, prácticamente hasta el
nacimiento de la Seguridad Social pública2,
estuvo protagonizada por los montepíos y las
sociedades de socorros mutuos.
Teniendo en cuenta la estructura social de
la época, no es de extrañar que los montepíos
oficiales más importantes fueran los de los
militares. De hecho el primer montepío oficial
que se creó fue el Montepío Militar (1761), al
que siguieron los montepíos de la Armada.
También se crearon montepíos de funcionarios civiles, el primero de los cuales fue el
Montepío de Ministerios y Tribunales (1763),
el Montepío de Oficinas de la Real Hacienda
(1764), ambos fundados, también, a instancia
del ministro Esquilache, el Montepío de
Ultramar (1765), el Montepío de Lotería
(1770), el Montepío de las Minas de Almadén
(1778) y el Montepío de Correos y Caminos
(1785).
2
Existe coincidencia en considerar la Ley de 30 de
enero de 1900, conocida como «Ley Dato», como el
nacimiento de la Seguridad Social obligatoria. Esta Ley
determinó la responsabilidad del empresario por los
daños sufridos por el trabajador como prestador del servicio sin exigir la concurrencia de dolo o culpa en el responsable; es decir, se asumió la teoría de la responsabilidad objetiva.
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INFORMES Y ESTUDIOS
La creación de tantos montepíos oficiales
indujo a la constitución de montepíos en el
ámbito privado, llegando a ser más numerosos que los montepíos funcionariales, que les
habían precedido en el tiempo. Estos montepíos privados fueron constituidos, en el
ámbito local o provincial, por las clases obreras y mercantiles, y solían financiarse por
medio de cuotas mensuales cuya cuantía
estaba en función de las edades y los sueldos
de sus miembros; con ellas se prestaban ayuda mutua o socorro en caso de enfermedad,
auxiliando también a sus familiares por los
gastos originados por fallecimiento o falta de
trabajo.
Asimismo, muchas profesiones liberales
crearon sus propios montepíos3, siendo el primero el de abogados, repartidos por la geografía, según los diversos Colegios profesionales, empezando por el Montepío de Abogados de Zaragoza (fundado el 30 de septiembre
de 1771) al que siguió el Montepío de Abogados de Madrid (19 de agosto de 1776), pero
hubo muchos más de tal manera que las crónicas indican que no hubo profesión que no
contase con el suyo4. Rumeu5 da cuenta de
que en el último cuarto del siglo XVIII se
constituyeron con nombre de montepíos
varias sociedades de socorros mutuos para el
pago de gastos de entierro, sobre todo en Galicia.
Los montepíos tuvieron grandes problemas financieros, pues a diferencia de las
sociedades de socorros mutuos que cubrían
normalmente riesgos de corta duración, como
enfermedad, accidente, incapacidad para
seguir trabajando y muerte, pero cubriendo
3
LUIS MIGUEL ÁVALOS MUÑOZ «Antecedentes históricos del mutualismo», CIRIEC-España, n. 12, diciembre
1991, págs. 39-58.
4
M.UCELAY REPOLLÉS «Previsión y seguros sociales»,
Madrid, 1955, pág. 405.
5
ANTONIO RUMEU DE ARMAS «Historia de la previsión
social en España. Cofradías-Gremios-HermandadesMontepíos.» Editorial Revista de Derecho Privado, Ediciones Pegaso, Madrid, 1944, pág. 461
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la asistencia médica, farmacéutica y la entrega de alguna cantidad, los montepíos solían
orientarse a cubrir riesgos de larga duración,
seguros de supervivencia, seguro de invalidez
y de vejez. Por ello, prácticamente los únicos
montepíos que sobrevivieron, con muchos
avatares, fueron los montepíos oficiales,
entre ellos los militares, a los que el Estado
ayudó y a la postre, y tras casi un siglo de
existencia, absorbió en la génesis del sistema
de Clases Pasivas.
Este artículo relata la creación de los montepíos militares, describe su funcionamiento,
con objeto de presentar una fotografía de los
albores de la previsión social de los funcionarios, que es al mismo tiempo una radiografía
de una parte de la sociedad de la época, y presenta su absorción por el Estado, como el
embrión del actual sistema de Clases Pasivas.
CREACIÓN DE LOS MONTEPÍOS
MILITARES
Según se desprende de los documentos
obrantes en el Archivo General de Simancas6,
las primeras iniciativas para crear una institución benéfica, protectora de viudas y huérfanos de militares aparecen en 1755, de la
mano del Marqués de la Mina, quien se dirige, en una epístola, al entonces Secretario de
Guerra, Sebastián de Eslava, para proponerle el establecimiento de un Monte Militar
«para socorro de viudas y huérfanos». Para
mover su piedad y la del monarca, el Marqués
de la Mina alega la conocida «infelicidad en
que quedan las desgraciadas viudas y los
hijos de los oficiales», y defiende la formación
de un fondo con el fin de obtener así una ren-
Estos documentos han sido recogidos por MARÍA
CARMEN GARCÍA DE LA RASILLA, para realizar el único trabajo en profundidad que existe sobre el Montepío Militar,
aunque sólo hasta el año 1800: «El Montepío Militar. La
Asistencia Social en el ejército de la segunda mitad del
siglo XVIII». R evista de Historia Militar, 1987.
Núm.31(63)
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ta que socorra a las viudas y huérfanos de
militares, «que será un especial alivio para
estas desdichadas, reducidas con sus hijos a
mendigar para comer, si no eligen otro peor
partido. Morirán sus maridos con este consuelo. Será a Dios esta obra tan acepta, como propia de la piedad del Rey, que se libertará de
continuas instancias de esta naturaleza y su
erario del crecido número de pensiones que les
concede, y que dejará una memoria y una gratitud inmortal».
Un año después se presentó al Rey un proyecto ya más concreto para «evitar en adelante los clamores de las viudas de militares, por
un medio que sin aumentar cargas al real erario, las suministrase lo suficiente para mantenerse con decencia y educar a sus hijos con
proporción a la clase del oficial difunto». El
Marqués de la Mina envía incluso un formulario del reglamento del Monte de Nápoles,
adaptando sus normas a las circunstancias
del ejército español peninsular, pero tomando
del mismo el modelo del descuento de ocho
maravedíes en escudo7 del sueldo mensual de
los oficiales, desde capitán general hasta alférez, además de otros arbitrios. Sin embargo,
este descuento de ocho maravedíes será la
piedra de toque del proyecto, dado el «limitado sueldo de los oficiales» con el que han de
mantener «el decente porte que exige lo noble
de la profesión y los gastos que les causa su
continuo movimiento». La mayoría piensa
que dicha retención, añadida a la de otros
ocho maravedíes para inválidos y un 3 por
100 para gastos de cobranza, imposibilitaría
su manutención y haría decaer «el esplendor
de los oficiales». Añaden además, que muchos
de ellos asisten con su corto sueldo a madres,
hermanas o sobrinas, a quienes no podrían
atender si se verificase la retención: «parece
irregular prevenir remedios para el mal futuro y dejar sin él al mal presente».
7
Un escudo = ½ doblón (Diccionario de Autoridades, 1732). Vellón = 10 reales de vellón real, moneda
de valor de 34 maravedíes (Diccionario de Autoridades,
1737).
En ese momento tiene mejor acogida que el
montepío el proyecto de establecimiento de
«colegios marciales» para el recogimiento y
educación de los hijos de huérfanos de oficiales, según el modelo ofrecido por las Cortes de
Versalles y de Viena.
Seis años después de ese primer intento,
por Real Cédula de 20 de abril de 1761, se
crea el Montepío Militar. En el encabezamiento de esta Disposición Real se establece
que «Don Carlos8 por la gracia de Dios ...
habiendo considerado siempre, como uno de
los objetos más dignos de nuestra Real consideración el desamparo en que quedan muchas
viudas de oficiales militares, después que
pierden a sus maridos en la gloriosa carrera
de las armas, hemos procurado exercitar por
varios modos, los efectos más sensibles de
nuestra real piedad, en favor de las que se
hallaban en mayor urgencia, ... nuestro Real
ánimo, desde el ingreso y posesión de estos
dominios fue siempre el de atender a todas
con proporcionada y fija asignación además
de las dos pagas que las dispensamos al fallecimiento de sus maridos, para que pudiesen
mantenerse con decencia ... no solo para ocurrir a su subsistencia, sino también para que
puedan atender a la obligación que se les
impone de la educación y enseñanza de los
hijos con que quedaren hasta que lleguen a la
edad de emplearse en nuestro real servicio los
varones, y de tomar estado las doncellas,
hemos resuelto el establecimiento de un Monte de Piedad9, después de bien examinado el
asunto, y discurrido todos los medios más
propios y equitativos, que puedan concurrir al
Se refiere, claro está, a Carlos III.
Según refiere MARÍA CARMEN GARCÍA DE LA RASILLA
«El Montepío Militar...»«(op.cit.) en nota al pie de página
130, aparece el nombre de Monte de Piedad en lugar de
Montepío, porque en un principio ambos se usaron
indistintamente. Sin embargo, más tarde en la fraseología vulgar comenzaron a tomar acepciones distintas. Así,
al finalizar el siglo, por Montes de Piedad se entendían
principalmente las entidades o instituciones benéficas
de crédito, y por Montepíos las que se dedicaban a asegurar los riesgos de la vida.
8
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intento, y sean menos gravosos y sensibles a
los oficiales, para efectuar la función de una
obra tan pía... »10.
El Montepío Militar se enmarca dentro del
reformismo ilustrado que caracteriza el siglo
XVIII y especialmente el reinado de Carlos
III. Forma parte de la preocupación social del
Estado de la época, empeñado en sustraer a
la Iglesia sus atribuciones en este terreno, y
en promover el bienestar de sus súbditos. Asimismo, su aparición se explica por el protagonismo del Ejército y de la Armada en la política borbónica. Los estudiosos del ejército del
XVIII destacan esas reformas llevadas a cabo
en esa época, en las Fuerzas Armadas.
Esa dedicación de Carlos III a sus Fuerzas
Armadas se plasma también en las aportaciones de fondos de la Hacienda Real que el
monarca proporcionará durante la vida del
montepío a fin de que con sus réditos, y el de
los caudales que se fueran juntando con los
descuentos, pudiese atender el Montepío
Militar a todas sus obligaciones, «sin temor,
ni recelo de decadencia...».
Incluido en la Disposición aparece el
Reglamento del Montepío Militar, estructurado en seis capítulos con sus respectivos
artículos. Como epílogo, el Rey ordena a los
capitanes generales, oficiales generales,
miembros del Consejo Supremo de Guerra y
del Gobierno del Monte de Piedad, así como a
los tribunales y ministros de guerra y hacienda, cumplir y hacer cumplir y observar su
contenido. Una serie de órdenes emanadas de
Aranjuez el 10 de abril de 1761 disponen la
fijación de carteles en Madrid y en las provincias, a fin de que las viudas que no tengan
pensión acudan a las contadurías respectivas.
10
Archivo General de Simancas Leg. 4.466 (Sección
de la Secretaría de Guerra). En esta cita y en todas las
transcritas de documentos antiguos se mantiene el literal
del documento, respetando los errores ortográficos y
caligráficos según la gramática actual. Estas citas aparecen en cursiva en el texto.
180
Antes del establecimiento del Montepío
Militar, las viudas de oficiales recibían ya
algunos auxilios por parte del Estado. Por
ejemplo, anualmente se disponían 6.000
doblones, procedentes de la Tesorería general, para repartirlos entre aquellas mujeres
de oficiales que quedaron viudas a partir de
mayo de 1717. Para aquellas viudas que no
gozaban de ninguna pensión, el rey Carlos III
ordenó que no se las excluyera totalmente de
los beneficios del Montepío Militar, y que se
les asistiera con 250.000 reales de vellón al
año, repartidos «con proporción y equidad al
carácter de sus difuntos maridos»
Pero no todas las viudas y huérfanas de los
oficiales podían ser beneficiarias del Montepío Militar, ya que los que provenían de categorías inferiores, al estar casados con anterioridad a su pertenencia al montepío, no
podían cumplir las condiciones que respecto
del matrimonio tenía establecido el Montepío
Militar. Por otro lado, a ciertos cuerpos les
estaba vetado su ingreso en el Montepío Militar. Estas y otras razones, hicieron que se
constituyeran otros montepíos entre los militares. De este modo, en el ámbito de la Armada, se establecieron los siguientes:
• Montepío del Real Cuerpo de Artillería
de Marina por «Real Establecimiento de
un Montepío a favor de las viudas e
hijos de los individuos de Artillería de
Marina y de los Oficiales de su Estado
Mayor» en 27 de mayo de 1785.
• Montepío del Cuerpo de Pilotos de la
Real Armada por «Real Establecimiento
de un Montepío a favor de las viudas e
hijos de los individuos del Cuerpo de
Pilotos de la Real Armada» de 20 de
agosto de 1785.
• Montepío e inválidos de la Maestranza
de Arsenales por «Reglamento de inválidos y Monte-Pío a favor de los Maestranzas de los Arsenales» de 17 de septiembre de 1785.
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• Montepío del Real Cuerpo de Batallones de Marina por «Real Estableciendo
un Monte-pío a favor de las viudas e
hijos de los individuos de Batallones» de
6 de noviembre de 1785, al que luego se
incorporaron los Inválidos de Batallones por Disposición de 12 de junio de
1787 estableciendo «Que los Inválidos
de Batallones se incorporen en el Monte-pío de su cuerpo» y los Músicos de
Guardias marinas por Disposición de 4
de noviembre de 1791 « Incorporando a
el Monte-pío de Batallones a los músicos de Guardias marinas».
• Montepío del Real Cuerpo de Brigadas
de Marina.
• Montepío de los Músicos de Batallones
por «Real Establecimiento de un Montepío a favor de las viudas de los músicos
de Batallones» de 21 de mayo de 1787.
• Montepío de los Médicos y Cirujanos de
la Armada por «Real Establecimiento
de un Montepío a favor de las viudas,
madres e hijos de los de los Médicos y
Cirujanos de la Armada» de 13 de abril
de 178911.
• Montepío del Cuerpo de Oficiales de
Mar de la Real Armada por «Real establecimiento y acompaña reglamento de
Monte-pío a favor del cuerpo de Oficiales de mar de la Real Armada» de 16 de
octubre de 1794.
Como muestra de las razones que llevaron
a la constitución de estos Montepíos se puede
citar el preámbulo del «Real Establecimiento
de un Montepío a favor de las viudas e hijos
de los individuos de Artillería de Marina y de
los Oficiales de su Estado Mayor» en 27 de
mayo de 1785, que fue el primero que se cons-
tituyó: «Los continuos clamores de las Viudas
de Condestables, y otros individuos del Real
Cuerpo de Artilleria de Marina, que no han
dexado de ser atendidos por el Rey aunque no
como su benefico corazon ha deseado, junto
con el aprecio que S.M. hace de este Cuerpo
por la honradez, aplicación á las ciencias, y
esmero con que ha procurado siempre distinguirse en las acciones de guerra, en que se ha
hallado, han movido su paternal amor á establecer un Monte Pio, en que se comprehendan
todos los individuos de dicho Real Cuerpo, y
los Oficiales de su Estado mayor; pues como
hijos de él para llegar á sus empleos han gastado lo mejor de su vida desde la clase de Ayudantes hasta la de Condestables, en la que por
lo regular contraen sus matrimonios, y quedan por esta razon sin accion, aunque contribuyentes, á los beneficios del Monte pio Militar quando ascienden á Oficiales; lo que ocasiona forzoso detrimento á estas Viudas; en
cuya atencion se ha servido S.M. separarles
del Monte pio Militar, estableciendo las reglas
que expresan los artículos siguientes»12.
Pese a la proliferación de montepíos no
todos los cuerpos de la Armada consiguieron
que se estableciera un montepío para ellos.
Se puede citar como ejemplo la Disposición de
28 de octubre de 1794 «Negando el establecimiento de Monte-pío a los individuos de los
Juzgados de marina». Tal cantidad de Montepíos, en los que además, una misma persona
podía pasar de uno a otro, motivó la Disposición de 18 de noviembre de 1791 que establecía «Que todo individuo de los cuerpos particulares de la Armada, que siendo graduado
de oficial adcendiese a la clase para quien
está declarada obción en el Montepío Militar,
goce de los beneficios de éste, con arreglo al
artículo 8º del Montepío de Maestranza y que
«Real Establecimiento de un Montepío a favor de
las viudas e hijos de los individuos de Artillería de Marina y de los Oficiales de su Estado Mayor» de 27 de mayo
de 1785 D. JOACHIN IBARRA Impresor de Cámara de S.M.
Documento Museo Naval de Madrid. Se mantienen la
redacción y ortografía originales.
12
11
En el año 1776 los Cirujanos de las Fuerzas Armadas no fueron admitidos en el Montepío Militar por
carecer de graduación militar. MARÍA CARMEN GARCÍA DE
LA RASILLA. (Op. cit.).
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INFORMES Y ESTUDIOS
las licencias para casarse las soliciten por el
conducto de su jefes no obstante lo previsto en
el Reglamento de 29 de diciembre de 1789 y en
el artículo 8º del Montepío de Batallones». No
obstante, se dieron algunos conflictos, como
el que dio lugar a la «Real Orden de 15 de
mayo de 1797 sobre que conforme al artículo
16 del Capítulo 7º del nuevo Reglamento del
Montepío militar, corresponde que a un individuo de Batallones que pasó a ser ayudante
de la Plaza de Palma, se le continue considerando como contribuyente al Montepío de su
cuerpo, reintegrandose a este por el Monte
militar de los descuentos que se le hayan
hecho con motivo de su nuevo destino»13.
Todos estos montepíos se suprimieron
mucho antes que el Montepío Militar, a la vez
que este último iba acogiendo a todos los militares, ya fueran del Ejército o de la Armada.
Los primeros montepíos en suprimirse fueron
el Montepío del Real Cuerpo de Brigadas de
Marina y el Montepío del Real Cuerpo de
Batallones de Marina por Disposición de 6 de
marzo de 1804 ordenando «Que se suspendan
los descuentos que se hacen a los individuos
de tropa de Batallones y Brigadas de Marina
para el Monte-pío, el que queda suprimido, y
sólo deberán disfrutarlo los que ya se hallen
casados, sus viudas y huérfanos», que se completó con la Disposición de 18 de julio de 1804
«Declarando el método que debe seguirse en la
extinción de Montes píos en los Cuerpos de
Batallones y Brigadas de Marina, con respecto a los del Estado Mayor del último.»
Posteriormente, por Disposición de 3 de
diciembre de 1806 se estableció que «Ha
resuelto S.M. se supriman para desde 1º de
enero de 1807, los Montes-píos de Cirujanos,
Pilotos, contramaestres y Maestranza por las
razones que se expresan, pero sin pribar del
derecho que ya tienen adquirido a todos los
13
Todas las disposiciones recogidas del «Registro de
Reales Ordenes, Decretos, y Disposiciones generales
sobre ... - Monte Pio. Folios 59-78 Siglos XVIII y XIX»
Manuscrito del Museo Naval.
182
individuos que se hallan actualmente en el
servicio, a semejanza de lo que se hizo con los
de Batallones y Brigadas hace dos años.» Con
ello quedaban suprimidos todos los montepíos de la Armada, incluido el Montepío del
Cuerpo de Oficiales de Mar de la Real Armada14.
La supresión de las montepíos particulares de la Armada no significó, como la norma
que los extinguía mandaba, la desaparición
de los derechos de sus miembros. Así lo corroboran multitud de disposiciones posteriores,
como la de 6 de abril de 1807 en la que «Declara S.M. se continue a los Individuos de la
Maestranza el goce de Imbálidos no obstante
la supresión de los descuentos se les conserve
según las reglas previstas en su Reglamento»,
y la de 12 de julio de 1817 «Que las concesiones de pensiones de viudas de los individuos
de los Cuerpos de la Armada que no tienen
obción al Montepío Militar lo tengan a los
particulares de sus Cuerpos, competen al
Ministerio de Marina al cual deben acudir
con las pretensiones de viudedad las interesadas»; etcétera15.
RÉGIMEN ADMINISTRATIVO
El régimen administrativo del Montepío
Militar se establece en el capítulo primero del
reglamento. El gobierno del montepío se componía de un director, dos gobernadores, un
contador con tres oficiales, y un tesorero con
sus respectivos oficial y secretario. El cargo
de director recaía en el decano del Consejo
Supremo de Guerra. Los dos gobernadores lo
eran por elección real entre todos los consejeros del mismo Consejo Supremo de Guerra.
Aunque no mencionado en la reseña de la Disposición de 3 de diciembre de 1806, que como todas las
demás disposiciones mencionadas en el párrafo, está
recogida del «Registro de ...» (Op.cit.) sí está apuntado a
mano sobre el Reglamento del mismo, depositado en el
mismo Museo Naval de Madrid.
15
Todas las disposiciones recogidas del «Registro de
...» (Op.cit.).
14
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El secretario debía ser el oficial mayor de la
secretaría de dicho Consejo. Por su parte, el
contador, tesorero y sus oficiales eran del mismo modo nombrados por el rey, pero debían
reunir una serie de cualidades técnico-profesionales: «prácticos en el manejo de papeles de
cuenta y razón». Sus plazas, además, tenían
carácter fijo en la Tesorería Mayor de Guerra
y en la Intervención de la Data de la misma
Tesorería16.
solicitaba continuamente al monarca la concesión de dichos auxilios, sin los cuales difícilmente hubiera podido subsistir la benéfica
institución. Se incluirán los residuos o
sobrantes de la consignación de los 6.000
doblones destinados a socorrer a las viudas
anteriores al establecimiento del Montepío
Militar. También «por fija dotación», el 20 por
100 del producto de expolios y vacantes de
mitras17.
Concluido el primer año de gestión, los
gobernadores salientes debían entregar a sus
sucesores todos los papeles y noticias que
hubiesen tenido a su cargo, procurando realizar esta operación en los ocho primeros días
del nuevo año. El tesorero en el mismo plazo
de tiempo tenía que presentar al gobierno un
estado de las obligaciones del montepío, y de
los caudales existentes. Todas las partidas de
dinero que se fuesen librando había de anotarlas el tesorero en su libro de caja, y el contador debía pasarlas a los asientos particulares de las partes interesadas. De esta manera
siempre se consignaban las cantidades libradas, y en los asientos la razón que se había
recibido. Asimismo, el Gobierno del Montepío
Militar podía realizar todas las comprobaciones que estimase oportunas, y cada año inspeccionaba junto con el Consejo de Guerra la
cuenta final del año precedente.
La mayoría de los montepíos militares preveían esta fuente de financiación. Así, en la
segunda parte del artículo IX del «Real Establecimiento de un Montepío a favor de las
viudas e hijos de los individuos del Cuerpo de
Pilotos de la Real Armada» de 20 de agosto de
1785 se establecía que «si en algún tiempo no
sufragase el fondo (de que debe llevarse cuenta separada) á cubrir las obligaciones, se ha
de prorratear la falta en las pensionadas, y
dar cuenta á S.M. para que se proporcionen
alivios, que eviten la decadencia del fondo; y
si por el contrario aumentase este en términos
de que hecho un prudente arreglado cálculo
de lo que á lo mas puede crecer el número de
pensiones, se aumentarán estas proporcionalmente»18.
FINANCIACIÓN Y CUOTAS
DE LOS MONTEPÍOS MILITARES
Los ingresos de los montepíos militares
eran de dos categorías: los procedentes de los
descuentos de los sueldos de los contribuyentes y de las pensiones de los pensionistas, y
por otra parte, los «auxilios concedidos por su
Majestad». Estos últimos, se establecen para
que «pueda atender el Monte a todas sus obligaciones, sin temor ni recelo de decadencia...».
La Junta de Gobierno del Montepío Militar
16
Archivo General de Simancas Leg.4.466 (Op.cit.).
Aparte del producto de los expolios y
vacantes de mitras, el Montepío Militar contaba con otros ingresos de origen eclesiástico,
17
M ARÍA C ARMEN G ARCÍA DE LA R ASILLA (Op.cit.
pág.147) explica que los espolios eran los bienes derivados de aquellas rentas eclesiásticas que dejaban los obispos a su muerte. Por su parte las vacantes eran los bienes que producía la mitra hasta el nombramiento de un
nuevo titular. Unos y otros eran percibidos por la Santa
Sede, pero a partir del Concordato de 1753 su administración fue concedida al Estado. Los productos administrados por la Colecturía General de Espolios y Vacantes,
debían destinarse a obras de beneficencia y a atenciones
eclesiásticas.
18
«Real Establecimiento de un Montepío a favor de
las viudas e hijos de los individuos del Cuerpo de Pilotos de la Real Armada» de 20 de agosto de 1785 D. JOACHIN I BARRA Impresor de Cámara de S.M. Madrid
MDCCLXXXV Documento Museo Naval de Madrid. Se
mantienen la redacción y ortografía originales.
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INFORMES Y ESTUDIOS
como las «mercedes de hábito» y las «medias
annatas eclesiásticas»19, caudal extraído de
las temporalidades de los jesuitas. Ello tiene
su explicación, según Fontana20 en la política
hacendística de los monarcas del XVIII,
empeñados en que el clero pagase al menos
un mínimo de impuestos, con lo que, según
este autor, se observa un incremento de la
presión fiscal sobre la Iglesia a partir de
1760. Con la aparición del Montepío Militar,
se establecieron una serie de arbitrios provenientes de rentas eclesiásticas para subvenir
a los fondos del montepío, y por consiguiente
la Iglesia cedió parte de su autonomía fiscal
que le permitía la Corona.
Entre los ingresos figuraban también
suplementos proporcionados por la Hacienda
Real, como los procedentes del Consulado de
Cádiz, con cargo al fondo depositado en sus
arcas del 1 por 100 de avisos.
En cuanto a los ingresos procedentes de los
descuentos de los sueldos de los contribuyentes y pensiones de los pensionistas, y tal como
estaba previsto desde aquel primer proyecto
del marqués de la Mina, el descuento habitual en el Montepío Militar era de ocho maravedíes por cada escudo de vellón de emolumento con lo que debían de contribuir a lo largo de toda su vida, y continuaban también
descontándose los ocho maravedíes de las
pensiones concedidas.
Sin embargo, cuando se establece el primer Montepío propio de la Armada, el descuento varía en función de la categoría del
miembro. Así el artículo I del «Real Establecimiento de un Montepío a favor de las viudas e
hijos de los individuos de Artillería de Marina
Las annatas eran la suma que se pagaba a la Santa
Sede cuando se entraba a disfrutar de un obispado o de
un beneficio eclesiástico en general. En España fueron
suprimidas por el Concordato de 1753.
20
JOSEP FONTANA LÁZARO, «La quiebra de la Monarquía Absoluta, 1814-20», Ariel, Barcelona 1978, págs.
184-192 citado por MARÍA CARMEN GARCÍA DE LA RASILLA
(Op.cit., pág.148).
y de los Oficiales de su Estado Mayor» de 27
de mayo de 1785, establecía que «Á cada uno
de los Oficiales de Estado mayor de Artilleria
vivos y reformados con agregacion al cuerpo,
se continuará por la Tesoreria el descuento de
ocho maravedis por escudo: á los primeros y
segundos Condestables se hará este descuento: á los primeros y segundos Cabos el de seis
maravedis: á los Bombarderos el de cinco: á
los Artilleros y Tambores el de quatro; y á los
Ayundantes el de tres: á los Condestables
inválidos el de seis: á los cabos el de cinco: á
los Bombarderos el de tres; y á los Artilleros y
Ayudantes el de dos; pero quando se embarquen se les descontará á todos á razon de ocho
maravedis por escudo, excepto á los Ayudantes, que solo se les descontarán quatro»21.
Un sistema similar de descuentos era el
que se estableció en el Montepío del Real
Cuerpo de Batallones de Marina, a través del
artículo I del «Real Estableciendo un Montepío a favor de las viudas e hijos de los individuos de Batallones de Marina» de 6 de
noviembre de 1785, que ordenaba los siguientes descuentos «Al Sargento primero con grado y sueldo de Oficial se le descontarán en tierra doce maravedis por escudo: al Primero
Ordinario ocho: al Segundo seis: al Cabo Primero, Tambor, ó Pifano quatro: al Cabo
Segundo tres; y al Soldado dos: y estando la
Tropa embarcada, al Sargento Primero graduado de Oficial diez y seis: al Primero Ordinario doce: al Segundo diez: al Cabo Primero
y Segundo Tambor, ó Pifano seis; y al soldado
quatro»22.
Por contra, en el Montepío del Cuerpo de
Pilotos de la Real Armada, la diferencia en los
descuentos se basaba únicamente en si se
estaba embarcado o no, y dónde. Así el artícu-
19
184
21
«Real Establecimiento de un Montepío ... Artillería de Marina ...» (Op. cit.).
22
«Real Estableciendo un Monte-pío a favor de las
viudas e hijos de los individuos de Batallones» de 6 de
noviembre de 1785 Documento Museo Naval de
Madrid. Se mantienen la redacción y ortografía originales.
REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES
56
CÉSAR HERRÁIZ DE MIOTA
lo I del «Real Establecimiento de un Montepío
a favor de las viudas e hijos de los individuos
del Cuerpo de Pilotos de la Real Armada» de
20 de agosto de 1785 establecía «Á cada uno
de los Pilotos primeros, graduados, ó no de
Oficiales, segundos Pilotos, Prácticos de esta
clase, y Pilotines, inclusos los Ayudantes y
Maestros, como asimismo á los jubilados, se
les descontará por la Tesoreria de Marina
ocho maravedis por escudo en tierra: estando
embarcados en Europa doce; y en Indias diez
y seis, desde que salgan de España con este
destino»23.
Un procedimiento semejante era el del
Montepío del Cuerpo de Oficiales de Mar de
la Real Armada, en cuyo artículo I del Reglamento se establecía que «A cada Oficial de
mar de sueldo fixo de las clases de primeros y
segundos Contramaestres, y prímeros y
segundos Guardianes, como tambien á los
Buzos y Patrones de Falúa, Lancha, Bote,
inclusos los jubilados, se les descontará ocho
maravedís por escudo en tierra; doce embarcados en Europa; y diez y seis en viage de
América desde que salgan de España con este
destíno»24.
Por el contrario, en el Montepío e inválidos
de la Maestranza de Arsenales, el descuento
era de ocho maravedíes por escudo de vellón,
para todos los componentes de la Maestranza
(excepto los peones, que no tenían derecho a
las prestaciones)25.
Por tanto, los descuentos en los montepíos
militares de la Armada variaban en función
23
«Real Establecimiento de un Montepío ... Pilotos
...» (Op. cit.).
24
«Reglamento de Monte-pío a favor del cuerpo de
Oficiales de mar de la Real Armada» de 16 de octubre
de 1794 Imprenta de la Viuda de Don JOAQUIN IBARRA.
Madrid MDCCXCIV Documento Museo Naval de
Madrid. Se mantienen la redacción y ortografía originales.
25
Artículo XIII del «Reglamento de inválidos y Monte-Pío a favor de los Maestranzas de los Arsenales» de 17
de septiembre de 1785 Documento Museo Naval de
Madrid.
de la categoría del contribuyente y de si se
estaba embarcado o no, y esto último podría
ser para tratar de acomodar la cotización al
riesgo.
En lo que coincidían todos los montepíos
militares es que a todo oficial que ingresaba
en el montepío, excepto aquellos pertenecientes al «Cuerpo de Inválidos», se les descontaba media paga de sueldo disfrutado. Asimismo se establecía una retención a los oficiales
promovidos de «la diferencia líquida de goces
en el primer mes», y el importe de una paga
líquida a los nuevamente empleados.
Pero los reglamentos de los diferentes
montepíos de la Armada no son uniformes en
lo concerniente al descuento de media paga al
ingresar en el montepío, probablemente porque muchos miembros de estos montepíos ya
habían ingresado previamente en otros, y
habrían satisfecho esta «entrada». Por ello, la
normativa del Montepío de Artillería de
Marina no establece nada. Sin embargo el
«Real Establecimiento de un Montepío a
favor de las viudas e hijos de los individuos
del Cuerpo de Pilotos de la Real Armada» de
20 de agosto de 1785 establecía «Ántes de
practicarse los descuentos expresados en el
artículo antecedente26, deberá hacerseles el de
media paga á favor del Monte desde el dia primero del próximo mes de Septiembre, practicándose en término de seis meses para que les
sea menos gravoso, y con estas circunstancias
será tratado todo el que entre en el Cuerpo con
empleo efectivo: bien entendido, que con los
graduados de Oficiales se ha de observar lo
mandado para quando un individuo contribuyente al Monte Pio de Oficinas pasa á serlo
del Militar»27.
En el mismo sentido, pero elevando la
«entrada» a toda una paga se manifiesta el
artículo II del Reglamento Montepío del
26
Se refiere a los descuentos normales, a practicar
de cualquier emolumento.
27
«Real Establecimiento de un Montepío ... Pilotos
...» (Op. cit.).
REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES
56
185
INFORMES Y ESTUDIOS
Cuerpo de Oficiales de Mar de la Real Armada, que ordenaba que «Antes de practicarse
estos descuentos28 ha de hacérseles el de una
paga de sus goces á favor del Monte, desde el
dia primero del mes de Noviembre próximo,
repartiéndose en el término de un año para
que les sea menos gravoso. Del mismo modo
será tratado todo el que entre en el Cuerpo con
empleo efectivo; y con los graduados de Oficiales se ha de observar lo mandado para
quando un indíviduo contribuyente al Monte
Pío de Oficinas pasa á serlo del Militar»29.
Sí son más homogéneas todas las disposiciones reguladores de los montepíos de la
Armada en lo relativo al descuento a practicar de cualquier retribución extraordinaria,
haciendo referencia al Reglamento del Montepío Militar. A modo de ejemplo, pues en
todos es similar, el artículo II del «Real Establecimiento de un Montepío a favor de las
viudas e hijos de los individuos de Artillería
de Marina y de los Oficiales de su Estado
Mayor», de 27 de mayo de 1785, establecía
que «Como tiene S.M. resuelto para el Monte
pio Militar que todo sobresueldo, gratificacion, ó pension sufra el regular descuento
para subvenir á las pensiones, deberá practicarse lo mismo en este Monte con todo sobresueldo, pension y premio de constancia conforme corresponda á la clase del que lo disfrute»30.
Los demás montepíos de los Cuerpos de la
Armada hacían referencia, a su vez, al Montepío de Artillería de Marina, que por ser el
primero servía de guía. Así, el artículo III del
«Real Estableciendo un Monte-pío a favor de
las viudas e hijos de los individuos de Batallones de Marina» de 6 de noviembre de 1785
mandaba que «Teniendo S.M. determinado
en el Reglamento del Monte del Real Cuerpo
de Artillería, que se haga el descuento que
corresponda por toda pension, sobresueldo, ó
premio, deberá observarse en este la misma
práctica según el señalado á cada clase»31.
Semejante, pero con diferente fundamento, era el descuento a realizar en el caso de
ascenso de empleo. Igual que lo expuesto
para el Montepío Militar, el artículo III del
«Real Establecimiento de un Montepío a
favor de las viudas e hijos de los individuos de
Artillería de Marina y de los Oficiales de su
Estado Mayor» de 27 de mayo de 1785 establecía que «Tambien se retendrá á los expresados individuos en el primer mes despues de
su ascenso á otra clase, ó empleo la diferencia
que haya de uno á otro goce, como de practica
en el Monte pio Militar con los que contribuyen á él»32.
Este descuento se repite en los demás
montepíos, creados con posterioridad y que
utilizan el de Artillería como referencia. Por
ejemplo, el artículo IV del «Real Estableciendo un Monte-pío a favor de las viudas e hijos
de los individuos de Batallones de Marina» de
6 de noviembre de 1785 decía «Siguiendo
tambien lo establecido para dicho Real Cuerpo, se retendrá en el primer mes de ascenso la
diferencia de goce de un empleo, ó clase á otra;
executando lo propio con los premios»33.
Aunque puedan parecerse, estos descuentos «adicionales» tienen diferente fundamento. Así, mientras el descuento a realizar de
percepciones extraordinarias está basado en
razones asistenciales o incluso de solidaridad, los descuentos a realizar al ingresar en
el montepío o al ascender de empleo dejan
«Real Estableciendo un Monte-pío a favor de las
viudas e hijos de los individuos de Batallones» de 6 de
noviembre de 1785 Documento Museo Naval de
Madrid. Se mantiene la redacción y caligrafía original.
32
«Real Establecimiento de un Montepío ... Artillería de Marina ...» (Op. cit.).
33
«Real Establecimiento de un Montepío ... Batallones ...» (Op. cit.).
31
28
Se refiere a los descuentos normales a practicar
de cualquier emolumento.
29
«Real Establecimiento de un Montepío ... Oficiales de Mar ...» (Op. cit.).
30
«Real Establecimiento de un Montepío ... Artillería de Marina ...» (Op. cit.).
186
REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES
56
CÉSAR HERRÁIZ DE MIOTA
entrever una cierta preocupación por acomodar las cuotas a las prestaciones. El descuento extraordinario al ingresar tenía su razón
en el hecho de que los miembros del montepío
tenían derecho al disfrute de las prestaciones
desde el momento de ese ingreso. La justificación del descuento extraordinario por ascenso
hay que buscarla en tratar de compensar el
aumento de la prestación consecuencia del
sueldo de referencia, ya que los montepíos
cuantificaban sus prestaciones en función del
último sueldo, o de la categoría del causante
de la prestación, sin tener en cuenta las aportaciones efectuadas por el mismo.
Cuestión importante es la dependencia del
sistema de descuentos del sistema de nómina. Los montepíos militares basaron los descuentos en su sólida red de pagamento. Así el
artículo sexto del capítulo segundo del Reglamento del Montepío Militar establecía que
«Todos los expresados descuentos se han de
continuar en adelante sin intermisión, así a
las tropas que se hallaran en los reinos del
continente, como en Mallorca y presidios de
África, por las respectivas oficinas de Guerra
y razón ... debiendo los ministros a cuyo cargo
estuviese apoyada la ejecución, retener mensualmente sobre el haber de los mencionados
oficiales, el importe correspondiente a los referidos descuentos, sin que en ellos se interponga dificultad, reparo, ni dilación alguna»34.
Los reglamentos también preveían el caso
de que un miembro del montepío saliese del
poderoso sistema de pagamento militar y no
se le pudiesen descontar las cuotas. Así, el
artículo VI del «Real Establecimiento de un
Montepío a favor de las viudas e hijos de los
individuos del Cuerpo de Pilotos de la Real
Armada» de 20 de agosto de 1785 establecía
que «El Piloto de la Real Armada, que navegue en buques particulares, deberá contribuir
con lo expresado en el artículo I; á cuyo fin, sin
no lo executase, se le descontará de su haber
34
145).
MARÍA CARMEN GARCÍA DE LA RASILLA (Op. cit., pág.
mensual triplicada cantidad hasta la extincion de la deuda; y si falleciere antes, se hará
el descuento á quien disfrutare la pension, ó
su heredero»35.
Respecto a los miembros de la Armada que
dejaban de serlo, se promulgó la Disposición
de 11 de julio de 1804 «Declarando que en el
hecho de separarse cualquier individuo en el
cuerpo de la Armada en el que sirve pierde el
derecho al Montepío». Muy posterior, tocando
una cuestión similar, pero con una precursora relación cuotas-prestaciones, que deja
entrever un posible derecho de rescate, la disposición de 21 de abril de1829 establecía
«Que las familias de los individuos de Maestranza conservan el derecho a la pensión del
Montepío aunque hayan sido despedidos por
no tener cabida en los Arsenales, pero que esto
no se entienda con aquellos a quienes se les ha
reintegrado de los descuentos que sufrieron.»
Por otra parte, los reglamentos de los montepíos militares establecían ciertas aportaciones a costa de las herencias de sus miembros fallecidos. Así, en 1780, al ponerse de
relieve de nuevo el continuo aumento de pensionistas, se determina aplicar en beneficio
del Montepío Militar la tercera parte de todos
los bienes que por testamento o donación
dejasen los beneficiarios de la institución
para limosnas, fundaciones, dotes o cualquier
otro objeto. Asimismo se aplican al montepío
todos los bienes dejados por aquellos militares que muriesen sin testar y sin herederos
legítimos, «siendo cierto por otra parte que los
militares que por falta de herederos forzosos,
por religiosidad u otra causa dejan el todo o
alguna parte de sus pecitlios (sic. 36 ) para
obras pías, parece que tienen mayor obligación que otros a no olvidar un establecimiento
para socorro de las viudas y huérfanos de los
conciudadanos de su clase ... ».
35
«Real Establecimiento de un Montepío ... Pilotos
...» (Op. cit.).
36
No existe ni una sola referencia en el Corpus Diacrónico del Español.
REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES
56
187
INFORMES Y ESTUDIOS
PRESTACIONES DE LOS MONTEPÍOS
MILITARES
Las pensiones se hicieron efectivas desde
la creación del Montepío Militar, sin tener en
cuenta la cotización previa. Es decir, a partir
del primero de enero de 1762 empezaron a
cobrar aquellas viudas cuyos maridos hubiesen fallecido después del 1 de mayo de 176137,
fecha en la que comenzaron a realizarse los
descuentos de los sueldos.
Los montepíos de la Armada cuantificaban
sus prestaciones en función del último sueldo
del causante de la prestación, aunque a veces
también hacían referencia a las prestaciones
establecidas por el Montepío Militar, que
tenía una escala de pensiones proporcional a
las diferentes categorías del Ejército o Marina, que oscilaba entre los 18.000 reales para
las viudas y huérfanos de los capitanes generales y los 4.000 reales para los de menor
categoría.
A modo de ejemplo, se recogen aquí las
prestaciones del primer y último montepío de
la Armada, cronológicamente hablando. El
artículo VI del «Real Establecimiento de un
Montepío a favor de las viudas e hijos de los
individuos de Artillería de Marina y de los
Oficiales de su Estado Mayor» de 27 de mayo
de 1785, establecía que «Á las Viudas de Tropa del Real Cuerpo se les librará mensualmente la mitad del prest38 que disfrutaba su
marido al tiempo de su fallecimiento, y á las
de Oficiales del Estado mayor el tercio del
sueldo correspondiente á sus empleos en propiedad; pues si alguna vez no sufragase el fon-
Las llamadas «viudas modernas».
38
Término en desuso que según el diccionario de la
Real Academia Española (Vigésimo primera edición.
Madrid, 1992) proviene del francés prêt y significa la
parte del haber del soldado que se le entregaba en mano
semanal o diariamente. La Academia, en su Corpus Diacrónico del Español, data la última fecha de uso en
1890, en el Código de Justicia Militar. No aparece referencia alguna en el Corpus de Referencia del Español
Actual.
37
188
do (de que debe llevarse cuenta separada) á
cubrir las obligaciones, se ha de prorratear la
falta entre las pensionadas»39. y el artículo
XIII del Reglamento Montepío del Cuerpo de
Oficiales de Mar de la Real Armada, que
ordenaba que «La pension de este Monte consistirá por ahora en la quarta parte del último
haber del marido ó padre; lo mismo se dará á
las viudas ó hijos de los jubilados de su
empleo vivo; y á las de los graduados de Oficiales desde la clase de Alferez de Navio hasta
la de Capitan de Fragata vivo, se las asistirá
con cantidad igual á la que se libre por el
Monte Militar respecto de las propias graduaciones»40.
Variedad, por tanto, en cuanto a la cuantía
de las prestaciones, entre la mitad y el cuarto
del último sueldo del causante. El rasgo
común a todas ellas es que debido al sistema
financiero, si se puede llamar así, de reparto,
las prestaciones podían aumentar o disminuir. Así lo establecía el artículo XIV del
Reglamento Montepío del Cuerpo de Oficiales de Mar de la Real Armada, que decía que
«Se ha de llevar cuenta separada del fondo de
este Monte, y así podrá deducirse mas adelante lo que sea dable aumentar, ó convenga disminuir la contribucion y las pensiones»41.
Para poder disfrutar de los beneficios de
los montepíos militares era preciso reunir
una serie de condiciones. En primer lugar, no
todas las viudas, huérfanos y madres de los
miembros de las Fuerzas Armadas podían
pasar a formar parte de los beneficiarios del
Montepío Militar, sino sólo los de los oficiales
con grado de capitán en adelante, con exclusión, por tanto, de los «oficiales subalternos».
Todas las disposiciones reguladoras de los
montepíos contenían el procedimiento para
solicitar la prestación. A modo de ejemplo, se
39
«Real Establecimiento de un Montepío ... Artillería de Marina ...» (Op. cit.).
40
«Reglamento de un Monte-pío ... Oficiales de
mar ...» (Op. cit..)
41
Ibídem.
REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES
56
CÉSAR HERRÁIZ DE MIOTA
transcribe el artículo IX del «Real Establecimiento de un Montepío a favor de las viudas e
hijos de los individuos de Artillería de Marina
y de los Oficiales de su Estado Mayor» de 27
de mayo de 1785, que establecía que «Para
acreditar el derecho á la viudedad deberán
presentar en la Contaduria de Marina su fe de
matrimonio y de viuda con copia de la filiacion de su marido certificada del Sargento
mayor, y visada del Comandante del Cuerpo;
en la qual conste haberse casado con licencia,
y tener en aquel tiempo las circunstancias
expresadas en el artículo IV, á fin de que se
incluya en la libranza mensual para el cobro
de su haber, que deberán percibir personalmente del Habilitado del Cuerpo sin descuento alguno, ó por poder, acompañado de una fe
de vida, en caso de hallarse avecindadas fuera de la Capital del Departamento»42.
Pero en este punto, las autoridades y los
documentos variaban de un montepío a otro y
además esta cuestión fue objeto de múltiples
disposiciones aclaratorias y complementarias. En cualquier caso era común acreditar
de forma fidedigna las condiciones exigidas
para alcanzar la categoría de pensionista, ser
mujeres legítimas del oficial fallecido mediante la fe de matrimonio, así como una copia del
despacho del último empleo que tuvieron sus
difuntos maridos. Si en dicho despacho no se
hacía mención del sueldo, tenían que exhibir
con la referida copia una certificación de las
oficinas de cuenta y razón que lo declarase.
La viuda que quedara con hijos de su difunto marido había de exhibir aquellos documentos que testificasen la existencia de los mismos, su edad y estado. Por su parte, siempre
que la madre de un oficial entrara, por la
muerte de su hijo, a disfrutar de una pensión,
debía probar su legítima calidad de madre.
Todos estos documentos se tenían que presentar a los jefes que habían sido inmediatos
42
«Real Establecimiento de un Montepío ... Artillería de Marina ...» (Op. cit.).
superiores de los oficiales difuntos, quienes
examinaban la legitimidad de los documentos, y una vez acreditados pasaban, junto con
los memoriales, al secretario de Estado y del
Despacho de Guerra, quien informaba con su
dictamen acerca de los mismos. Después de
considerar todo esto y el informe del Gobierno
del Montepío Militar, se expedía una real
orden que asignaba a cada beneficiario la
pensión que le correspondía.
Por otra parte, para que se hiciese efectivo
el libramiento de las pensiones, las viudas
debían presentar cada tres meses, al intendente del Ejército del Reino o provincia donde
residieran, la fe de vida correspondiente, así
como testimonio de estado de viudez, y justificación de la existencia de hijos, acreditando
conservarlos en su compañía y el cuidado de
su educación y alimento. Los tutores y curadores de los hijos menores que hubiesen dejado los oficiales difuntos, debían presentar
igualmente a los intendentes, y con la misma
reiteración, la fe de vida de los pupilos bajo su
tutela, así como testimonio de la educación y
asistencia procuradas, y del estado de las
doncellas. El mismo procedimiento habrían
de seguir las madres con derecho a pensión.
La pensión era la misma para las viudas
de una misma categoría, independientemente del número de hijos que tuvieran. Si la viuda llegaba a casarse de nuevo, quedaba privada de la pensión, que pasaba a beneficio de
los hijos, y el importe se entregaba al tutor de
los mismos. Igual sucedía si el oficial moría
ya viudo, y en caso de no haber señalado un
curador para sus hijos, era la Junta del Monte la que lo nombraba.
En el supuesto de fallecimiento de un oficial sin dejar mujer ni hijos, la pensión
correspondía entonces a la madre. También
se preveía el caso de una mujer con dos derechos de pensión, uno como viuda de un oficial
y otro como madre, por la muerte del hijo, disponiéndose que sólo se asistiese con una pensión, la correspondiente al mayor de los sueldos ya fuera el disfrutado por el marido o el
REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES
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189
INFORMES Y ESTUDIOS
hijo. Esto es una muestra del carácter asistencial, no contributivo, del Montepío.
Respecto a los «oficiales inválidos», debido
a la cortedad de sus sueldos, se les eximía de
contribuir a los montepíos, y sólo si se hubiesen casado antes de pasar a pertenecer a
dicho Cuerpo, tenían derecho sus viudas a la
mitad del sueldo que gozaban sus maridos.
Los reglamentos de los montepíos militares contemplaban la posibilidad de que alguna vez los caudales del Monte hubiesen disminuido hasta el punto de no poder cubrir el
pago de las pensiones. En ese caso se estipulaba un prorrateo de sus fondos entre los pensionistas. Criterio de reparto puro que se
sigue aplicando en algunos organismos de la
Armada en pleno siglo XXI, por ejemplo en la
Asociación de Socorros Mutuos de Suboficiales de la Armada.
En otro orden de cosas, Rumeu43 señala la
costumbre entre los montepíos, de conceder, a
manera de dote, el importe de varios años de
pensión, como estímulo a las huérfanas para
que contrajesen matrimonio. En un principio
el Montepío Militar estableció un incentivo
de esa clase, estableciendo a modo de dote el
importe anual de la pensión, pero posteriormente se dictó la «Real Resolucion de S.M.
declarando, que a las viudas, e hijas de Oficiales Militares, y Ministros comprendidos en
el Monte Pio Militar, que disfrutando pension
en él, pasen a tomar estado de casadas, o religiosas, se las deba satisfacer la mitad de su
goze en el Monte», datada en 2 de diciembre de
176744.
Se justifica la citada Real resolución en
que «Aunque en los Articulos 8 10 y 14 del
Capitulo 4, y en el 8 del Capitulo 5, del Reglamento del Monte Pio Militar está expresamente prevenido, que las Viudas, Huerfanos, ó
madres de Oficiales, y de los demás Ministros
43
44
190
ANTONIO RUMEU DE ARMAS (Op. cit., pág. 485).
«Registro de ...» (Op. cit.).
de Guerra, y Hacienda, comprehendidos en
los descuentos, y beneficios del Monte, para
poder gozar de las pensiones de él, havian de
justificar precisamente mantenerse en actual
estado de viudéz ó solteras respectivamente:
No obstante, considerando el Rey, que la absoluta restriccion, y prohibicion del goze de la
pension á las referidas Viudas, y Huerfanas,
en el caso de tomar estado, no solo puede
retraer en mucha parte los matrimonios, sino
que quizá los dificulta, ó imposibilita en perjuicio del propio Monte, y aun del interés
comun del Estado; en esta atencion, y deseando el paternal amor de S.M. dispensarlas
todos los auxilios que puedan ser compatibles
con la subsistencia, y conservacion del Monte,
se ha dignado declarar lo que contienen los
Articulos siguientes»»45.
Como su título indica, el método de esta
Real Resolución difería del referido por
Rumeu, expuesto un poco más arriba, ya que
en este caso no se les daba a las viudas y
huérfanas una cantidad a modo de dote, sino
que seguían percibiendo su pensión, pero por
la mitad de su importe. El artículo VII dice
que «el fin de esta Providencia es el de proporcionar á las familias pobres de los Oficiales
Militares, casamientos correspondientes á sus
calidades, y evitar el que se expendan pródigamente sus fondos entre las que no necesitan
de este auxilio». Por ello, el mismo artículo
establece que «se exceptúa de esta gracia á las
Viudas, é hijas de Capitanes Generales, y
Mariscales de Campo, que no se hallen en este
caso; porque solo serán acreedoras al mismo
beneficio aquellas en quienes la Junta, informada de sus circunstancias, encuentre verdadera necesidad; pues no haviendola, deberá
«Real Resolucion de S.M. declarando, que a las
viudas, e hijas de Oficiales Militares, y Ministros comprendidos en el Monte Pio Militar, que disfrutando pension en él, pasen a tomar estado de casadas, o religiosas,
se las deba satisfacer la mitad de su goze en el Monte»
Imprenta de Antonio Marin Madrid, 1769 Documento
Museo Naval de Madrid. Se mantienen la redacción y
ortografía originales.
45
REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES
56
CÉSAR HERRÁIZ DE MIOTA
hacerlo presente á S.M. para que resuelva lo
que fuere de su Real agrado».
No todas las Viudas y huérfanas tenían
esta posibilidad, ya que la Real resolución se
refiere «á las Viudas, que gozando pension en
el Monte, hayan quedado, y quedasen en lo
sucesivo sin hijos en quienes pueda recaer el
goze, que á ellas las estuviese asignado, y tambien á las hijas huerfanas, que (por ser unicas, ó carecer de hermanos que tengan derecho á la pension) disfrutasen enteramente el
todo del goze»46.
Además, para poder acceder al mencionado cobro de la mitad de la pensión, caso de
que pretendieran casarse con «Oficiales, ó
Ministros de las clases comprehendidas en él
(Montepío Militar)» tenían que solicitar, ellos
la «Real licencia de S.M. por medio de sus respectivos Gefes, en la comformidad que se
practíca actualmente»47. Caso que la viuda o
huérfana pretendiese casarse con «Individuos que no estén comprehendidos en el Monte Militar, han de obtener antes ellas mismas
precisamente el permiso de la Junta de
Gobierno del propio Monte, á la que S.M. concede esta facultad; cuidando de que el casamimento se verifique con sugeto honrado, de
buenos procederes, y de circunstancias correspondientes á la calidad, y clase de las mismas
Viudas, ó Huerfanas; pues de lo contrario perderán éstas enteramente el derecho, que por
esta Declaracion se las concede á la mitad de
la pension»48. Las únicas que no tenían que
solicitar permiso eran «las Viudas, ó Huerfanas que se inclinen á tomar estado de Religiosas». Esta últimas sólo tenían que informar a
la Junta de Gobierno del Montepío Militar49.
El artículo VI de la Real Resolución señala
los trámites y documentos para poder acceder
al cobro de la mitad de la pensión. Natural-
46
Artículo primero de la «Real Resolucion de S.M.
...» (Ibídem).
47
Ibídem, artículo segundo.
48
Ibídem, artículo tercero.
49
Ibídem, artículo cuarto.
mente la Viudas y Huérfanas casadas con
«Oficiales, ó Ministros comprehendidos en el
Monte Militar», que a su vez falleciesen,
dejándolas el derecho a cobrar otra pensión,
no podían cobrar ambas, estableciendo el
artículo VI de la Real Resolución que se está
comentando que «las asignaciones, que posteriormente se hiciesen á las referidas Interesadas, deberá ser á correspondencia de la graduacion de los Oficiales, ó Ministros, sus ultimos maridos, ó de los sueldos que estos disfrutasen al tiempo de su fallecimiento, ya sea
la asignacion mayor, ó menor que el importe
de la mitad de la pension.» No tenían pues,
posibilidad de elección. Esta práctica de mantener parte de la pensión a las viudas que se
casasen también pretendía acabar con el
fraude de las «viudas falsas», nombre que se
daba a las viudas que se casaban en secreto
para poder seguir cobrando la pensión, lo que
había obligado al rey a enviar órdenes a los
prelados para que previniesen a los curas
párrocos encargados de certificar el estado de
viudedad y orfandad50.
Los economistas del siglo XVIII, sin
embargo, dictaminaban que la concesión de
dotes e incentivos, como el que se acaba de
describir, fomentaban la ociosidad de las doncellas y favorecían el establecimiento de
familias que luego carecían de recursos para
subsistir. Pero el verdadero problema de este
tipo de incentivos es el desequilibrio que
generaba entre ingresos y prestaciones. El
déficit que arrastraron los montepíos militares durante algunos años provocó una revisión del sistema de pensiones, hasta el punto
de plantearse la reducción de las mismas en
algunos momentos, e incluso su supresión,
extremo éste que nunca se conoció gracias a
los auxilios proporcionados por el monarca.
Por ejemplo, la Disposición de 20 de mayo
de 1777 mandó que «cesen estas pensiones
Archivo General de Simancas Leg.4.478 citado
por M ARÍA C ARMEN G ARCÍA DE LA R ASILLA (Op. cit.,
págs.134-136).
50
REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES
56
191
INFORMES Y ESTUDIOS
(que se cobran) a las viudas que se casen o
entren Religiosas y a las que sin mudar de
estado cumplan venticinco años»51. Otro caso
es el de las viudas de capitanes generales,
tenientes generales y mariscales de campo, a
quienes en 1770, y por ser las más favorecidas
económicamente, pues no son «notoriamente
pobres», la Junta del Montepío les suprimió el
pago de las pensiones en tanto no viniesen
caudales de Indias52. Por el contrario, con la
recuperación económica se levantará la cláusula que prohibía dar pensión a las huérfanas
mayores de veinticinco años. Así una Disposición de 23 de septiembre de 1788 ordenaba
«Que a las huérfanas a quienes por exceder de
25 de años se les había suspendido la pensión,
se continue, y que cese el descuento de 8 maravedíes que se hacía para el fondo»53.
No obstante, la actuación del Montepío
Militar respecto a las viudas o huérfanas que
se casaban varió en función de las diversas
situaciones económicas por las que pasó la
institución, y en los últimos años de su existencia todavía se seguían promulgando disposiciones como la de 9 de enero de 1829,
declarando «Que toda pensión de gracia concedida hasta ahora y que en adelante se concediese sin la expresión de vitalicia, debe
cesar en las viudas al pasar a segundas nupcias, en las huérfanas al tomar estado y en los
varones al cumplir los 18 años de edad.». Esta
disposición se repitió con fecha 19 de enero de
1835, añadiendo que «con arreglo a lo prevenido en la Real Orden de 9 de enero de 1829,
porque aunque está en sentido contrario la de
29 de mayo siguiente, es con conceptos a las de
los Monte-píos particulares, pero no con las
del erario».
Ante situaciones sobrevenidas, se dictaban disposiciones, que en ocasiones eran tam-
«Registro de ...» (Op. cit.).
Archivo General de Simancas Leg.4.483 citado
por MARÍA CARMEN GARCÍA DE LA RASILLA (Op. cit., pág.
138).
53
«Registro de ...» (Op. cit.).
51
52
192
bién contradictorias, lo cual no es de extrañar
considerando la variedad de situaciones económicas y políticas que se dieron durante la
vida de los montepíos militares. Por ejemplo,
respecto a la recuperación del derecho a la
prestación al enviudar por las viudas o huérfanas que la habían perdido por casarse, la
Disposición de 4 de octubre de 1816 establecía «Que las viudas sin hijos y las huérfanas
de los individuos de la Armada que por ser
únicas gozasen pensión en los Montepío particulares, tienen derecho según el artículo 17
Capítulo 8º del Reglamento del Montepío
Militar al goce de la pensión que disfrutaban
antes de contraer matrimonio en el caso de
enviudar», y, en el mismo sentido la de 19 de
octubre de 1817 disponía «Que todas las viudas tienen derecho a obtener las pensiones que
disfrutaban antes de casarse y quedando suspendidas por sus matrimonios, siempre que
concurran en ellas las demás circunstancias
para obtenerlas.»
En otro orden de cosas, se tenía especial
consideración a las viudas y huérfanas de
militares muertos en acción de guerra. A
estas viudas no se les aplicaba la incompatibilidad entre pensiones. En ese sentido la
Disposición de 15 de febrero de 1785 mandaba «Que las pensiones de gracia que se conceden a las viudas de los que fallecen en acción
de guerra se entienda que son sin perjuicio de
las que les correspondan por ordenanzas.»
Además, aunque se casaran o entraran en
alguna orden religiosa, continuaban percibiendo la pensión, por Disposiciones tales
como la de 19 de mayo de 1788 que ordenaba
«Que no obstante lo prevenido en la anterior
de 15 de septiembre de 8654 se continúe a la
viudas y huérfanos de los que falleciesen en
funciones de guerra, sus pensiones vitalicias
aunque contraigan nuevo estado» o la de 5 de
54
Tal Disposición establecía «Que las pensiones
establecidas a viudas o huérfanos con el título de vitalicias se gobiernen por las mismas reglas que las del Monte Pío, para su continuación o cese.» («Registro de ...»
Op. cit.).
REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES
56
CÉSAR HERRÁIZ DE MIOTA
junio de 1789 estableciendo «Que a todas las
viudas cuyos maridos hubiesen fallecido de
resultas de algún combate en la última guerra, disfruten las pensiones aun cuando
pasen a segundas nupcias». En ese sentido la
Disposición de 17 de diciembre de 1793 estableció «Que el naufragio se considere función
de guerra respecto al disfrute del Montepío»55.
Curioso es lo dispuesto en el artículo XIII
del «Real Establecimiento de un Montepío a
favor de las viudas e hijos de los individuos
del Cuerpo de Pilotos de la Real Armada», de
20 de agosto de 1785, que establecía que «Las
viudas, madres, y huérfanos, residentes en las
Indias, tendrán la misma pension que si estuvieran en los dominios de S.M. en Europa;
pero no la tendrán si residen en Pais extranjero»56.
Las beneficiarias principales de la prestación eran las viudas, pero «Por defecto de Viuda á quien corresponda la pension, recaerá
esta en los hijos de los expresados; y de no
tenerlos, en su madre, si fuere viuda; advirtiendo, que los varones solo deberán disfrutarla por entero hasta la edad de diez y seis
años, en que pueden entrar á servir, ó antes si
sentaren plaza en calidad de Ayudantes jóvenes, y las mugeres hasta tomar estado»57.
Todos los montepíos de la Armada de la
época tenían un norma similar, aunque algunos elevaban la edad a la que los varones perdían el derecho a cobrar a los dieciocho años y
los artículos XIII y XIV del Reglamento Montepío del Cuerpo de Oficiales de Mar de la
Real Armada, establecían que «En falta de
todas ellas58 se atenderá por el Monte á los
hijos que no tengan diez años cumplidos, pues
55
Todas las disposiciones recogidas de «Registro de
...» (Op. cit.).
56
«Real Establecimiento de un Montepío ... Pilotos
...» (Op. cit.).
57
«Real Establecimiento de un Montepío ... Artillería de Marina ...» (Op. cit.).
58
Se refiere a las viudas, madres viudas e hijas.
en esta edad pueden ya aplicarse á pages de
escoba, ó aprendices en los Obradores de Arsenales, según su inclinacion; y por tanto en llegando á cumplir los diez años les cesará la
pension.»y «Como alguno de ellos por robustez
ó aptitud adelantadas podrá ganar su sustento antes de quella edad, se evitará la duplicacion de goces presentando sus tutores ó
parientes justificacion de notoriedad de no
tener los huérfanos otro que el del Monte»59.
Con independencia del juicio que pueda
merecer el trabajo de los menores, desde la
óptica de hoy, es indudable el carácter asistencial que se desprende de esta norma.
Pero cotizar no era sinónimo de tener derecho a la prestación. El artículo IV del «Real
Establecimiento de un Montepío a favor de
las viudas e hijos de los individuos de Artillería de Marina y de los Oficiales de su Estado
Mayor» de 27 de mayo de 1785, establecía que
«Sin embargo de que el descuento de viudedad
se hace á todos los individuos del Real Cuerpo
hasta la clase de Ayudantes, ni estos, ni los
Bombarderos, ni Artilleros tendrán opcion á
que la disfruten sus Viudas, á menos que no
cumplan veinte años de servicio, ó fallecimiento en combate, ó faena del Real Servicio,
debiendo solicitar todas sus licencias de casamiento por medio del Comisario general, y
este obtener la aprobacion del Capitan general de la Armada»60.
Por otro lado, y probablemente con el fin de
evitar matrimonios de conveniencia, una Disposición de 28 de mayo de 1779 estableció
«Que no tengan opción a pensión de Monte Pío
las viudas cuyos maridos se hubiesen casado
después de la edad de sesenta años, sin morir
en función de guerra»61. Esta norma se incorporó a todos los Reglamentos de los Montepíos de la Armada, añadiendo otras prohibicio-
59
«Reglamento de Monte-pío ... Oficiales de mar
...» (Op. cit.).
60
«Real Establecimiento de un Montepío ... Artillería de Marina ...» (Op. cit.).
61
«Registro de ...» (Op. cit.).
REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES
56
193
INFORMES Y ESTUDIOS
nes. Así el artículo V del «Real Establecimiento de un Montepío a favor de las viudas e
hijos de los individuos de Artillería de Marina
y de los Oficiales de su Estado Mayor» de 27
de mayo de 1785, establecía que «...quedarán
privados de la opción a los beneficios del Monte los que se casaren á los sesenta años de
edad, y los que lo executaren obligados de la
Iglesia por haber contraido empeño matrimonial por medios indebidos; y respecto á que el
Comisario general no dará curso sin informarse de los Comisarios Provinciales á las
solicitudes de casamiento, asi de Oficiales de
Estado mayor, como individuos de Tropa, si
no es con persona correspondiente por sus costumbres, ó calidad, quedarán estos tambien
privados del derecho de la viudedad, ya sea
que se hayan casado compelidos de la Iglesia
en fuerza de palabra, ó que lo hayan executado, ocultando que son individuos del juzgado
Castrense»62.
ASPECTOS SOCIALES
DE LOS MONTEPÍOS MILITARES
Los montepíos, por la misma importancia
de las cantidades que manejaban e invertían,
tenían la tendencia a vigilar estrechamente
las actividades de sus socios 63 . Así, para
casarse era regla general en casi todos los
reglamentos que no se podía alcanzar derecho al Montepío si el matrimonio se efectuaba
sin la licencia correspondiente, o si se mantenía en secreto declarándolo en la última
enfermedad o en caso de muerte. Tanto el
Montepío Militar, como los montepíos particulares de la Armada, siguen esa tendencia
general. Así según el capítulo sexto del Reglamento del Montepío Militar, aparecen las
condiciones necesarias para contraer matrimonio sus socios. Según García de la Rasilla
dos son las razones que mueven a ello, evitar
62
«Real Establecimiento de un Montepío ... Artillería de Marina ...» (Op. cit.).
63
ANTONIO RUMEU DE ARMAS (Op. cit., pág. 483).
194
el oportunismo en detrimento de la Institución, y preservar el status social de la oficialidad64.
Según esta autora, todo oficial, con rango
de capitán hacia arriba, debía presentar un
memorial, debidamente acreditado, donde
pidiera la real licencia para casarse. En él
debía informar acerca de la mujer con quien
pretendía casarse, que debía ser hija de oficial o de padre noble e hidalgo. En caso de
pertenecer al estado llano, el padre debía formar parte de los «hombres buenos, honrados y
limpios de sangre y oficios», excluyéndose
todas aquellas cuyos padres o abuelos inmediatos ejercieran o hubiesen ejercido «empleos o profesiones mecánicas o populares, y las
hijas o nietas de los artistas, y las de los mercaderes, cuando éstos no sean de razón o de
cambios». Además, las mujeres de origen
noble e hidalgo tenían que aportar una dote
de 20.000 reales de vellón, y las pertenencias
al estado llano de 50.000, mientras que sólo
las hijas de los oficiales y ministros de guerra,
de las clases comprendidas en el Montepío
Militar, podían ser admitidas sin dote. Si la
mujer no reunía estas condiciones, el rey, en
circunstancias excepcionales, podía conceder
su licencia, pero la viuda, hijos o madre de
estos oficiales no tendrían derecho alguno a
disfrutar de los beneficios del montepío.
También los montepíos de la Armada tenían establecido un sistema de licencias al
casamiento. Así, y por citar un par de ejemplos, los artículos VII y VIII del «Real Establecimiento de un Montepío a favor de las
viudas e hijos de los individuos del Cuerpo de
Pilotos de la Real Armada» establecían que
«Todo individuo de dicho Cuerpo deberá solicitar la licencia de casamiento por medio del
Comandante en Gefe del Cuerpo de Pilotos, y
este obtener la aprobacion del Capitan general de la Armada.» y «Ántes de dar curso el
64
MARÍA CARMEN GARCÍA DE LA RASILLA (Op. cit. pág.
138) cita Archivo General de Simancas Legs. 4.466 y
4.501.
REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES
56
CÉSAR HERRÁIZ DE MIOTA
Comandante en Gefe de dicho Cuerpo á instancias de casamiento de los Pilotos, sean, ó
no graduados de Oficiales, indagará si es persona correspondiente por su calidad y circunstancias, para lo que deberá acompañar el
Pretendiente con instancia la justificacion de
la calidad de la contrayente, así como la de
efectiva existencia de dote, ó alguna decente y
regular conveniencia, si solo fuere Pilotin,
para subvenir al alivio del matrimonio que
solicita; cuyos documentos servirán al
Comandante para fundar el informe con que
ha de pasarse el memorial al Capitan general
de la Armada para obtener la aprobacion»65. y
los artículos XV y XVI del Reglamento Montepío del Cuerpo de Oficiales de Mar de la
Real Armada, establecían que «Todo individuo de este Cuerpo ha de solicitar la licencia
para casarse, por medio del Comandante del
Arsenal de su destino, á fin de obtener la aprobacion del Capitan General del Departamento respectivo..» y «El Comandante del Arsenal
antes de dar curso á las instancias de casamiento (sean. ó no, graduados de Oficiales los
pretendientes) indagará si la contrayente es
de buena vida y costumbres, para cuya justificacion el mismo interesado ha de presentarle
una informacion de tres testigos, y certificacion de su Párroco, cuyo documento servirá á
dicho Comandante para fundar el informe
con que ha de pasar el memorial al Capitan
General del Departamento»66.
la Viuda mantener y educar con la pension á
los hijos que tuviere, deberán ser educados
por tutor con el goce de la viudedad quando
fuesen huérfanos de padre y madre»67.
EVOLUCIÓN ECONÓMICA
DE LOS MONTEPÍOS MILITARES
En los reglamentos de los montepíos militares se especificaba el deber de las viudas de
mantener y educar a sus hijos con el importe
de la pensión del montepío, hasta que los
varones cumpliesen dieciocho años «que es la
edad competente, para que puedan entrar a
servir en la carrera de la milicia o seguir otro
destino», y las hijas hasta que tomasen estado, bien de casadas o de religiosas. La norma
era del estilo de «Así como será obligacion de
El Reglamento del Montepío Militar no
sólo señalaba el régimen de cuotas y prestaciones, sino que también establecía la forma
de invertir los fondos acumulados. Así en el
artículo noveno del capítulo segundo decía
que «Para hacer fructar y aumentar desde
luego los fondos de este Monte, de forma que
con el tiempo sean capaces de corresponder a
sus obligaciones ordinarias, procurará el
gobierno unidamente con el consejo de Guerra, discurrir y proponernos sin pérdida de
tiempo, por medios que sean seguros y ventajosos, el medio de emplear el dinero que se
halla detenido e introitado (sic.68) en el Arca
del Monte, a fin de que no exista muerto en la
Caja y que sus réditos puedan producir algún
aumento, bien entendido que en estos casos,
ha de proceder el Consejo con todas aquellas
precauciones y cautelas, que afiancen en buena y debida forma la seguridad del dinero, sin
que éste deba ponerse a ganancia en manos de
negociantes particulares, cuando no tengan y
señalen por hipoteca los bienes raíces que
correspondan a la tercera indemnización del
capital y sus réditos: no debiendo tampoco
emplearse parte alguna del dinero en comercio marítimo de cualquier naturaleza que sea,
a menos que no se ejecute con la cautela .de
alguna compañía de seguridad, por medio de
la cual se pueda evitar todo riesgo y menoscabo de estos fondos». Siguiendo esta pauta, los
fondos se impusieron en los «Cinco Gremios
Mayores de Madrid», una compañía española
privilegiada, que proporcionó buenos réditos
65
«Real Establecimiento de un Montepío ... Pilotos
...» (Op. cit.).
66
«Reglamento de Monte-pío ... Oficiales de mar
...» (Op. cit.).
67
«Real Establecimiento de un Montepío ... Pilotos
...» (Op. cit.).
68
No existe ni una sola referencia en el Corpus Diacrónico del Español.
REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES
56
195
INFORMES Y ESTUDIOS
durante los primeros años del Montepío. A
partir de 1790 se invirtió en la compra de
«vales reales».
En cuanto a las obligaciones que debía
hacer frente el Montepío Militar, el capítulo
cuarto del Reglamento proporciona amplia
información sobre el empleo de sus fondos. La
partida de gastos más importante (89 por 100
del total), corresponde a las pensiones concedidas a «viudas modernas», es decir, aquellas
cuyos maridos habían muerto a partir del primero de mayo de 1761. La partida que le
sigue en importancia es la dedicada a la asistencia de «viudas antiguas», o anteriores al
establecimiento del Montepío Militar. Del
mismo modo, el Montepío atenderá a las viudas del Cuerpo de Ingenieros, y se ocupará de
proporcionar las pagas de tocas69. El resto de
las partidas se dedicaban a costear las honras
y sufragios por los militares difuntos, los
sueldos de las oficinas de contaduría y tesorería del Monte, los gastos de escritorio, así
como las inversiones realizadas para aumentar los fondos.
Tras los años iniciales, con el crecimiento
del número de viudas que cobraban pensión,
los montepíos comenzaron a tener dificultades, como describe el informe sobre el balance
de 1778, presentado por el tesorero del Montepío Militar: «Pues –por exemplo–, un capián
contribuye al mes con once reales y catorce
maravedís, y su viuda, hijos o madre tiran la
pensión de 250 reales mensuales y debe aquél
sufrir el descuento de más de veintiún años
para completar una sola paga de pensión
anual....»70. La situación llegó a tal extremo
que en marzo de 1777 la falta de caudales
provocó la suspensión del pago de pensiones,
por lo que en abril de dicho año el rey resolvió
69
Pagas de tocas: Llámense así, o también pagas de
luto, las dos pagas que se conceden a las viudas o huérfanos de aquellos militares que mueren sin dejar derecho a viudedad u orfandad. Enciclopedia Espasa-Calpe,
Tomo LXII, 1928.
70
MARÍA CARMEN GARCÍA DE LA RASILLA (Op. cit., pág.
149) cita Archivo General de Simancas Leg.4.500.
196
que el prior y cónsules del Consulado de
Cádiz suplieran del fondo depositado en sus
arcas del 1 por 100 de avisos, un millón de
reales de vellón a la Junta del Montepío Militar «a fin de que no cesen ni se retarden las
pensiones con que el Monte socorre a las viudas y huérfanos de los militares del Ejército y
Marina»71.
No obstante este auxilio, la Junta adoptó
medidas restrictivas, para evitar que se repitan situaciones semejantes. En ese sentido se
dictó la disposición de 20 de mayo de 1777
«Mandando cesen estas pensiones (...) a las
viudas que se casen o entren Religiosas y a las
que sin mudar de estado cumplan veinticinco
años. Y otras prevenciones sobre los que
pasan de uno a otro cuerpo con derecho a
Monte Pío»72.
Los datos económicos contenidos en el
Archivo de Simancas demuestran que fue el
rey, mediante la concesión de auxilios, quien
salvó una y otra vez al Montepío Militar de la
quiebra. Este hecho se halla en la línea de la
conclusión a que llega Rumeu de Armas en su
estudio sobre los montepíos del siglo XVIII.
En su opinión, «los seguros sociales en su
mayor parte no pueden subsistir sin la colaboración eficaz del Estado, ya sea dándoles
seguridad, ayuda, garantía, ya dotándoles
con cuantiosas rentas independientes de las
cuotas o descuentos; los montepíos que no
alcanzaron esta ayuda arrastraron en la
generalidad de los casos, una vida lánguida y
poco fructífera».
Los montepíos militares llevaron una vida
semejante al resto de los montepíos: «próspera en términos generales y con los vaivenes
propios de estas instituciones de ensayo, en
sus primeros tiempos (...) Pero, en la generalidad de los casos la ayuda indirecta del Estado, con sus consignaciones y rentas fijas, les
permitió pasar por el período heroico de los
71
Ibídem Págs. 151, cita Archivo General de Simancas, Leg. 4.497.
72
«Registro de ...» (Op. cit.).
REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES
56
CÉSAR HERRÁIZ DE MIOTA
años primeros y consolidarse posteriormente,
sin contratiempos ni desazones»73.
La medidas adoptadas para paliar las
sucesivas crisis del Montepío Militar, unido a
la mejora paulatina de la Hacienda Pública
durante el siglo XVIII, provocada por la instauración de los «equivalentes» en los antiguos reinos de la Corona de Aragón74, hacen
que a partir de 1779 el balance arroje un saldo positivo, que será ya una constante hasta
finales de siglo. La influencia del equilibrio
fiscal es tal que García de la Rasilla afirma
que la aparición de los montepíos de inspiración oficial sería «impensable en otras épocas
donde la hacienda real padecía grandes dificultades»75.
La buena situación económica de los montepíos militares a finales de la década de los
ochenta se aprovecha para promulgar disposiciones que aumentan los beneficios de los
mismos. Se pueden citar como ejemplos76 la
de 23 de junio 1788 estableciendo «Que aunque lo oficiales fallezcan sin sueldo, por
haberse excedido del tiempo de las licencias
temporales, no deben por esto sus viudas
dejar de percibir las pensiones que les corres-
73
430).
ANTONIO RUMEU
DE
ARMAS (Op. cit., págs. 416 y
74
Los equivalentes fueron los tributos establecidos
en los antiguos reinos de Aragón por los tratados de
Utrech (1713) y Raastad (1714), tras la guerra de sucesión entre Felipe de Borbón y el Archiduque Carlos.
Como Aragón había apoyado a los carlistas, sus reinos
fueron obligados a contribuir más, a través de un sistema
que se llamó «equivalentes», que consistían en tributos
que cumplieran la función de las rentas provinciales en
Castilla pero más fácil aplicación, ya que en Valencia se
había intentado la aplicación del «sistema» castellano y
fue un caos. Además de la denominación de equivalente, recibida en Valencia, en Cataluña se llamó catastro,
en Aragón, única contribución, y en Mallorca, talla. Fueron un éxito en recaudación, provocando que el objetivo de la reforma tributaria trabajada hasta mediados del
siglo XIX, fuese la instauración de una única contribución en toda España.
75
MARÍA CARMEN GARCÍA DE LA RASILLA (Op. cit., pág.
153).
76
Extraídas del «Registro de ...» (Op. cit.).
pondan», la de 23 de septiembre de 1788
ordenando «Que a las huérfanas a quienes por
exceder de 25 de años se les había suspendido
la pensión, se continue, y que cese el descuento de 8 mrs que se hacía para el fondo.» y por
último, la de 5 de junio de 1789 disponiendo
«Que a todas las viudas cuyos maridos hubiesen fallecido de resultas de algún combate en
la última guerra, disfruten las pensiones aun
cuando pasen a segundas nupcias»
También, la situación económica expansiva provoca la aparición de nuevos montepíos,
así como la apertura de los ya existentes a
otros colectivos. Además de la creación de los
montepíos particulares de la Armada, mencionados más arriba, el Montepío de Maestranza se abre a los «rastrilladores de las
Fabricas de Xarcia77» por disposición de 8 de
mayo de 1789, aunque exigiendo un servicio
de veinte años, la disposición de 9 de junio de
ese mismo año amplía el mismo beneficio a
los «Espadadores e Hiladores de la Fábrica de
Jarcia», la de 26 de julio de 1789 la extiende a
los «individuos de las Fábricas de Lonas» y la
de 17 de noviembre de 1989 a los «despresentadores de las Fábricas de Jarcias», todos
ellos a los veinte años de servicio. En el mismo sentido, por disposición de 12 de junio de
1789 se establece «Que el establecimiento de
Monte Pío para el cuerpo de Médico-Cirujanos de la Armada, comprende también a los
jubilados de esta clase» y la disposición de 4
de noviembre de 4 de noviembre de 1791
incorpora «a el Monte-pío de Batallones a los
músicos de Guardias marinas»78.
Otra muestra de la desahogada situación
económica de esos años es la disposición de 15
de diciembre de 1789 «Adicción de el Monte-
Se refiere a la jarcia de los barcos de vela.
Todas las disposiciones recogidas del «Registro de
...» (Op. cit.). En la disposición de 1 de diciembre de
1789 se establece «Que los que pasen de hiladores a rastrilladores debe retenérseles para el Monte-pío la diferencia de los dos sueldos del primer mes», apareciendo
una vez este peculiar sistema de compensación por el
aumento de la prestación a que tienen derecho.
77
78
REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES
56
197
INFORMES Y ESTUDIOS
pío de la Maestranza amplía y aumenta el
goce de pensiones a sus viudas y huérfanas»,
como la de 17 de junio de 1791 disponiendo
«Que a las viudas de los Tenientes de Brulot y
Bombarda aunque sena graduados se les
habone la mitad de la pensión de vivos si
hubiere fondos en el Monte-pío del Cuerpo»,
pero quizá ninguna como la de 21 de septiembre de 1791 que establecía «Que no se les haga
descuento alguno en sus pensiones a las viudas de los individuos de Batallones, Brigadas
y Pilotos, mientras los fondos del Monte
alcancen a cubrir sus obligaciones y quando
no S.M. resolverá.»
DECADENCIA DEL MONTEPÍO
MILITAR
Se puede decir que la situación económica
gozó de buena salud hasta que en diciembre
de 1808, las tropas francesas ocuparon
Madrid. Se formó en Sevilla el Consejo interino de Guerra y Marina, que fue encargado de
la dirección del Montepío Militar, y se confió
el pago de las prestaciones a la Tesorería
general «para que lo verificase a cuenta de lo
que la misma adeudaba al Monte, y también
por razón de los descuentos que empezó a retener, junto con los demás fondos del establecimiento en la península y remesas de América
que igualmente ingresaron en la Tesorería
mayor»79.
Desde entonces fueron retrasándose los
pagos de las pensiones, de forma que «ostigadas por un lado de la necesidad, y por otro cansadas de sufrir la humillación de verse confundidas las viudas y las hijas de generales y de
oficiales, que generosamente habían perdido
su vidas en defensa de los derechos de V.M. y de
la Patria, con todas las demás clases de perso-
79
«Apéndice a la exposición hecha por la Junta de
Gobierno del Monte Pío Militar en 31 de enero último el
cual contiene las tres consultas de 9 y 15 de diciembre y
12 de enero a que se hace referencia en la exposición»
Imprenta de D. MATEO REPULLÉS. Madrid, 1821, pág. 6.
198
nas de ambos sexos, hasta las de las más ínfima extracción y educación, en las porterías y
corredores de la expresada Tesorería, para
implorar del Tesorero y sus dependientes, frecuentemente en vano, unos escasos auxilios,
que con el odioso nombre de socorro80, recibían
a cuenta de lo mucho que les adeudaba y adeuda; acudieron al Congreso Nacional con una
respetuosa y enérgica representación, pidiendo
que se restableciese a la Junta de Gobierno del
Monte pio militar, y su Tesorería...»81.
Las Cortes «en su rectitud y sabiduría»,
valorando la situación, pero también teniendo en cuenta que era «un triste espectáculo y
un objeto de escándalo para los que exponían
la suya82 a igual sacrificio en los combates,
viendo la suerte que esperaba a su familias si
fallecían», promulgaron el Decreto de 3 de
noviembre de 1813, en que se tomaron las
siguientes medidas:
1.º Restablecimiento de la Junta del Montepío Militar, «con arreglo a la Constitución y las leyes, encargándose a la
Regencia del Reino, que presente a las
Cortes a la mayor brevedad la planta
bajo la que deba establecerse.»
2.º Que los fondos de ultramar fuesen
consignados separadamente «y enteramente independientes de los de la
Hacienda Pública».
3.º El cese inmediato de la recaudación de
los caudales del Montepío Militar por
parte de la Tesorería general, «dando
cuenta y razón, como está determinado
en la resolución de 31 de julio de 1811.»
80
Este odio por el nombre de «socorro» se puso de
manifiesto mucho después, en pleno siglo XX: la prestación que recibían los beneficiarios al fallecer el socio de
la Asociación Mutua Benéfica de la Armada, destinada a
cubrir los gastos de sepelio, se denominaba «socorro por
fallecimiento» en el primer Reglamento de 1949, pero
en el Reglamento de 1954 pasó a denominarse «auxilio
por fallecimiento».
81
«Apéndice a la exposición ...» (Op. cit., pág. 6).
82
Su vida.
REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES
56
CÉSAR HERRÁIZ DE MIOTA
4.º Que mientras se recaudasen las cantidades necesarias para que el montepío
pudiese pagar las pensiones a las
beneficiarias, «continuará a éstas sus
asignaciones la Tesorería general a
cuenta de los cincuenta y dos millones
novecientas cincuenta y ocho mil setecientas setenta y un reales y once
maravedíes de vellón que debía al
Monte en fin del año 1811».
5.º Los Agentes del Gobierno que autorizasen o ejecutasen «alguna orden para
invertir en otro objeto, cualquiera que
sea, los caudales pertenecientes a dicho
Monte pio, serán declarados reos de
atentado contra la propiedad individual y castigados como tales con arreglo a las leyes.»
Pero este Decreto de 3 de noviembre de
1813 no se cumplió en su totalidad y dio lugar
a la Consulta, hecha por la Junta del Montepío Militar al Rey de 9 de diciembre de 182083,
en la que se aconsejaba que no fuese «preciso
que la Tesorería Nacional en sus actuales
apuros tenga que sufrir el desembolso que se
expresa en el artículo 4º del mismo decreto,
que aunque justo en si mismo, podía en la
actualidad serle gravoso en su ejecución, y ha
sido hasta ahora el punto que ha impedido la
realización de todos los demás».
En base a esta recomendación, «para que
puedan tener efecto las justas intenciones de
las Cortes y los paternales deseos de V.M., y
para que todos los agentes del Gobierno (...), a
cuyo cargo se hallan los negocios o los fondos
del Monte pío militar, puedan echar de sí la
grave responsabilidad en que incurren y que
les impone el artículo 5º de dicho decreto, que
declara reos de atentado contra la propiedad
individual a todos los que autoricen o ejecuten...», la Junta pedía al rey que ordenase siete medidas, para conseguir fondos a fin de
83
14).
«Apéndice a la exposición ...» (Op. cit., págs. 5-
pagar las pensiones de 1820 e ir satisfaciendo
los atrasos de las pensionistas, acumulados
desde 1808. Lo que se pretendía era arbitrar
medios para que la Junta acudiese por si misma y algún recurso extraordinario e independiente de la Tesorería mayor, a los primeros
pagos de las viudas y huérfanos militares,
«hasta tanto que la entrada ordinaria y periódica de asignaciones la pusiese en situación
de hacer frente a ellos con la regularidad antiguamente observada».
La Junta de Gobierno del Montepío Militar, creyó encontrar el recurso extraordinario
buscado en el «crédito liquidado y corriente de
más de cuarenta millones de reales que por
efecto de la economía y buena administración
anterior a 1808 resultaba a su favor, después
de satisfechas puntualmente las cargas hasta
aquella época». Pero siendo la mayor parte de
ese crédito de la naturaleza de los que entonces se denominaban «deuda de libre disposición sin interés», dicha Junta proponía, conseguir fondos mediante alguna «transacción
con el mismo establecimiento deudor, o bien
negociando en la plaza al descuento corriente». Con el importe así obtenido, pretendía la
Junta, «sin molestar a la Tesorería mayor»,
pagar «un tercio o a lo más dos tercios a las
pensionistas interesadas», y dar tiempo para
que se fuesen ingresando los fondos necesarios para hacer frente a los pagos sucesivos.
Con ello, según dice en la Consulta citada, la
Junta se creía hallar en situación de poder
tomar a su cargo el pago de las pensiones desde el comienzo del año 1821.
Pero por Real Orden de 1 de diciembre de
182084 se dispone que «ha resuelto el Rey que
desde hoy cese la contaduría y Tesorería del
Monte pio del Ministerio de hacer pagos a las
viudas, a las cuales se las satisfará por esa
Comunicada por el Secretario del Estado y del
Despacho de la Guerra a la Junta de Gobierno del Montepío Militar con fecha 6 de diciembre de 1820 y publicada en la sesión del 11 de diciembre de 1820, es decir
con posterioridad a la Consulta de La Junta de Gobierno
del Montepío Militar al Rey de 9 de diciembre de 1820.
84
REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES
56
199
INFORMES Y ESTUDIOS
Tesorería general y las de provincia según se
hace con las de los Montes de Guerra85 y Oficinas». Además dicha Real Orden determinaba que las liquidaciones del Montepío Militar
y del Montepío de Oficinas se ejecutasen en
las oficinas de la Hacienda Pública. Con ello
se pretendía una cierta unificación de los tres
Montepíos, muestra de lo cual es, que la misma disposición establecía que «se destinen a
la contaduría general de distribución para
auxiliar los trabajos que debe el ajuste de las
pensionistas, los individuos de las oficinas
particulares de los tres Montes que por hallarse estos reunidos en gran parte de sus funciones en las oficinas de la Hacienda Pública, no
tuvieren ocupación bastante»86.
Inmediatamente la Junta de Gobierno del
Montepío Militar se apresuró a presentar
otra Consulta al Rey, con fecha 15 de diciembre de 192087 en la que asegura que «creería
faltar a sus más esenciales deberes y comprometer los intereses de las viudas y huérfanos
militares que le están encargados, si no se
apresurase a representar a V.M. los inconvenientes que ofrece por lo respectivo al Monte
pio militar, el contenido de la expresada
orden dimanada del Ministerio de Hacienda». En ella advierte que, al motivarse la realización de los pagos pertenecientes al Montepío del Ministerio, por la Tesorería mayor, «se
incurre en una equivocación de hecho citando
como ejemplar y modelo para el efecto lo que
se practica en el Monte pío militar, sin advertir que con respecto a este establecimiento,
obra y procede la Tesorería general en virtud
de un mero encargo provisional y de comisión,
dimanado de las circunstancias extraordinarias de la invasión francesa, y prolongado
hasta el día con visible perjuicio de las viudas
y huérfanas».
Se refiere al Montepío Militar.
En ese momento la Junta de Gobierno del Montepío Militar contaba para el cumplimiento de sus atribuciones con cinco oficiales y otros tantos auxiliares
[«Apéndice a la exposición ...» (Op. cit., pág. 27)].
87
«Apéndice a la exposición ...» (Op. cit., págs. 15-29).
85
86
200
Pero el asunto de fondo es que este afán
unificador, que se irá consumando en años
posteriores, desagrada a los colectivos de los
Montepíos que se sienten perjudicados, pues
como advierte la Junta de Gobierno del Montepío Militar en la Consulta de 15 de diciembre de 1820, citada, «Si así se llevase a efecto,
se cometería en ello una enorme injusticia, no
siendo como no son iguales los fondos, las
asignaciones, los créditos, las pertenencias ni
las reglas que gobiernan en unos y otros establecimientos».
Y para corroborar esa información la Consulta continua88 «En el Monte pio militar
están contribuyendo toda su vida y no gozan
los individuos que se casan en la clase de subalternos, porque esta medida indirecta se ha
creído necesaria para evitar los matrimonios
precoces de la joven oficialidad, y para mantener el vigor de la disciplina en el ejército. En
el Monte pio militar entran los contribuyentes
a pagar desde los primeros años de su edad, y
estan contribuyendo durante una larga vida;
en el del ministerio entran a servir todos los
individuos ya avanzados de edad después de
una larga carrera de estudios, y muchos en el
último tercio de su vida. En el Monte pio militar hay infinitos que, después de haber contribuido mucho tiempo, se retiran sin sueldo y
con el mero uso del uniforme y fuero criminal,
o con un sueldo muy corto, y las pensiones de
sus viudas son proporcionadas, no a lo que
han contribuido en su larga carrera, sino al
estado en que fallecen; en el del Ministerio son
proporcionadas las pensiones a los empleos
efectivos, y es muy raro el que se retira de la
carrera sin sueldo ni derecho a pensión para
su viuda»
Tras aludir también a la diferencia de
patrimonio entre los montepíos, se pregunta
la Junta «¿Que se intenta pues por la tesorería
general y sus contadurías, cuando se ha pretendido así igualar la suerte de las pensionis-
88
Pese a que la cita es larga se incluye en su redacción original pues se considera muy interesante.
REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES
56
CÉSAR HERRÁIZ DE MIOTA
tas de los tres Montes píos?». La Junta en la
Consulta citada propone «a V.M. que por el
ministerio de la Guerra, a que exclusivamente
corresponde por reglamento todo lo respectivo
a la dirección y administración de los negocios y los fondos del Monte pío militar, se suspenda o deje sin efecto el contenido de la orden
expedida por el ministerio de Hacienda con
fecha de 1º del corriente, en la parte que es
relativa la Monte pío militar y sus pertenencias; y que al mismo tiempo se sirva V.M.
mandar guardar y cumplir el decreto de las
Cortes ordinarias de 3 de noviembre de 1813».
ABSORCIÓN DE LOS MONTEPÍOS
POR EL ESTADO
Pese a las reticencias apuntadas, la deficiente situación económica de todos los montepíos oficiales los abocaba a la unificación en
el seno del Estado. Por Instrucción de 26 de
diciembre de 1831, el Gobierno decidió incautarse de los fondos de los montepíos, percibiendo a partir de ese momento sus ingresos
el Tesoro Público y comprometiéndose a
levantar sus cargas, esto es, asumiendo la
obligación de subvenir a las necesidades de
los empleados públicos jubilados y de las viudas y huérfanos de los mismos.
Sin embargo, existe coincidencia en que la
razón de esta absorción de los montepíos oficiales por parte del Estado no fue tanto el solventar los problemas y carencias que se han
descrito más arriba, que habían llevado al
descrédito de estos montepíos, sino la política
de desamortización que llevó al Estado a la
incautación de los fondos de asociaciones de
carácter asistencial y benéfico y las propias
necesidades de tesorería de la Hacienda
Pública.
Para demostrar esta afirmación se hace
notar el alcance que tuvo la mencionada
absorción de fondos. En realidad no se trataba de suprimir el sistema de los montepíos,
con toda su carga de insuficiencia y desigualdad, sino tan sólo de apoderarse de sus fon-
dos, pasando el control de los mismos a
manos del Estado y comprometiéndose éste,
en consecuencia, al pago de las pensiones. El
Estado se convirtió así en una especie de gran
mutualidad que siguió percibiendo las aportaciones de los socios de los montepíos89, pero
la identificación de los sujetos protegidos, los
requisitos para tener derecho a las pensiones
y el régimen jurídico de las mismas continuaron siendo los mismos.
La Ley de Presupuestos del Estado de 26
de marzo de 1835 se considera el nacimiento
del régimen de Clases Pasivas del Estado,
pues consagra ese compromiso del Estado de
abonar las pensiones, hasta el momento
pagadas por los montepíos oficiales, con cargo
al Presupuesto del Estado. Pero no se produjo, sin embargo, como hubiera sido lógico, una
regulación completa de las Clases Pasivas,
dado que el sistema hasta el momento en
vigor, el correspondiente a los montepíos,
había sido formalmente extinguido. Por el
contrario, como se ha dicho, las reglas que
determinaban el derecho a las pensiones, los
requisitos y cuantía de las mismas continuaron siendo las contenidas en los Reglamentos
de los montepíos, pese a su extinción.
Prueba de esta continuidad son las disposiciones dictadas posteriormente90. Por ejemplo, la de 18 de mayo de 1842 establecía «Que
las pagas de tocas que se conceden a las familias de los militares como obligación peculiar
que siempre ha sido del Tesoro Público han de
hacerse efectivas por el Ministerio de Hacienda y que así estos pagos como los de las pensiones del Montepío Militar se abonen sin descuento alguno.» y la de 26 de noviembre de
1848 «Que continúen pagándose las mesadas
llamadas de supervivencia en la Hacienda
civil y de tocas en la militar sin necesidad de
comprender su importe en el presupuesto de
gastos, debiendo satisfacer cada Ministerio
89
J.M ALMANSA PASTOR, «Derecho de la Seguridad
Social». Madrid, 1987.
90
«Registro de ...» (Op. cit.).
REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES
56
201
INFORMES Y ESTUDIOS
las de su personal activo con el fondo de las
vacantes que en él ocurran y el de Hacienda
además las del pasivo».
La absorción de los fondos de los Montepíos por parte de la Hacienda Pública no
supone, por tanto, un cambio de la regulación
de las pensiones, sino que las primeras manifestaciones de auténticas Clases Pasivas no
hacen sino incorporar, con todas sus deficiencias, lo que venía aplicándose en el seno de los
distintos montepíos de funcionarios, con el
agravante de que el Estado no sólo continuó
abonando las pensiones de quienes habían
estado incorporados a los montepíos y colaborando, por tanto, a su formación, sino que
también reconoció el derecho, y asumió el
pago, de las pensiones de funcionarios de
nuevo ingreso tras la extinción de los montepíos y que, por tanto, no habían contribuido a
su financiación. Es más, en los años posteriores a la absorción, el Estado dejó, en muchos
casos, de percibir las aportaciones sociales,
con lo que el sistema de protección perdió su
apariencia mutualista y pasó a hacer gravitar el coste de las pensiones exclusivamente
sobre los presupuestos y fondos del Estado.
Este sistema ha sido muy criticado. Jordana de Pozas91 habla de mantenimiento de los
«fantasmas de los diversos Montepíos», con
una «legislación fragmentaria, inspirada
muchas veces por presiones de los interesados más que por la conveniencia general». De
Cárdenas92 arguye que las incorporaciones de
nuevos funcionarios, son debidas a presiones,
protestas y valedores, configurando un «régimen de castas» en el que, pese a la igualdad
de los descuentos hechos a los funcionarios,
91
L. JORDANA DE POZAS «Tendencias modernas sobre
el régimen de Clases Pasivas», conferencia pronunciada
el 30 de junio de 1926, recogida en el volumen 2º del
tomo II, de los Estudios Sociales y de Previsión. Instituto
Nacional de Previsión. Ministerio de Trabajo. Madrid,
1961.
92
F. DE CARDENAS y DE LA TORRE en el prólogo al libro
de M.A.Asensio Casanova «Derechos pasivos de los funcionarios civiles y militares». Madrid, 1928.
202
las pensiones eran de cuantía variadísima,
«desde el misérrimo auxilio a la liberalidad
despilfarradora», sin relación apenas con el
sueldo o con los años de servicios prestados.
El rechazo generalizado, ya en su momento,
se fundamentaba en93.
• Desigualdad: Fruto de la continuidad
del sistema de montepíos, existían funcionarios que no tenían derecho a pensiones y, cuando tenían ese derecho, las
diferencias existentes entre los diferentes grupos o categorías de funcionarios
eran considerables.
• Intervencionismo estatal: Asunción del
Estado de un protagonismo en cuanto a
la previsión que en esa época se consideraba debería quedar a la libertad del
individuo.
• Carga excesiva que suponía para la
Hacienda Pública el pago de las pensiones a los funcionarios, por la continuidad del sistema financiero de los montepíos, amén de las incorporaciones discrecionales de funcionarios que se han
descrito más arriba.
Este rechazo lleva a determinados intentos normativos de corrección. El Montepío
Militar, fue suprimido por el Real Decreto de
23 de febrero de 1857, tras casi un siglo de
existencia. Curiosamente, en la exposición de
motivos de este Real Decreto, aparece una de
las pocas definiciones de montepío funcionarial, que la doctrina ha adoptado: «asociaciones legales y obligatorias bajo el amparo y
protección del Gobierno, que depositando en
las Cajas públicas una parte de los haberes de
aquellos (militares) con sus rendimientos,
acudían al pago de las pensiones que fueron
objeto de su instituto»94.
93
L. M IQUEL I BARGUEN , «Clases Pasivas» Revista
General de Legislación y Jurisprudencia, 1884 Tomo II
pág. 158.
94
LUIS ENRIQUE DE LA VILLA GIL, «La previsión social
mutualista de los funcionarios públicos del Estado.»
REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES
56
CÉSAR HERRÁIZ DE MIOTA
GÉNESIS DEL SISTEMA DE CLASES
PASIVAS
Al mismo tiempo que van desapareciendo
los montepíos oficiales, comienzan los intentos de promulgación de un estatuto de Clases
Pasivas. El Proyecto de Ley de 20 de mayo de
1862 pretendió crear las denominadas «pensiones del Tesoro» para funcionarios, sus viudas y huérfanos, no incorporados a ningún
montepío, lo que pone de manifiesto que sólo
los que sí lo estaban alcanzaban alguna protección. Dicho Proyecto fue puesto parcialmente en vigor por la Ley de Presupuestos de
25 de junio de 1864, la cual, en su artículo
15.1, señalaba que «hasta que se publique la
Ley General de Clases Pasivas, las viudas y
huérfanos de los funcionarios públicos no
incorporados actualmente a los montepíos
tendrán derecho a pensión del Tesoro». Pero
cuatro años más tarde, el Decreto-ley de 22 de
octubre de 1868 suspendió la aplicación de
este artículo de la Ley de 1864, volviendo «con
estricto rigor» al régimen anterior, es decir, al
establecido por los Reglamentos de los distintos montepíos.
Se suceden, por otro lado, propuestas de
reforma que van desde la modificación de la
legislación en cuanto a determinación del
haber regulador, incompatibilidades, cómputo de años de servicio y otras variables que
influyen en el calculo de las cotizaciones y las
pensiones, hasta las más audaces de deslindar los fondos destinados a las pensiones del
resto del Presupuesto del Estado, formando
un gran montepío o asociación mutua forzosa
que administrara tales fondos para el pago de
las pensiones.
La situación desemboca en la creación de
una Comisión para la formulación de un Pro-
Revista de Administración Pública, 1963, núm.40,
pág.123, artículo recogido también en «Estudios sobre
Seguridad Social de los funcionarios públicos» Publicaciones de la Escuela Nacional de Administración Pública. Madrid, 1971, págs. 109-165.
yecto de Ley sobre Clases Pasivas que,
haciendo frente a una legislación, muy criticada por sus defectos, necesitada de codificación y simplificación, introdujera un principio
de racionalidad y de tratamiento unitario con
el fin de dar término a una situación normativa de «acarreo histórico», producto de diversas épocas y de sistemas muy diferentes, que
daba lugar a muchas reclamaciones.
Se cuentan hasta cinco proyectos de Ley
para regular las Clases Pasivas durante la
segunda mitad del siglo XIX, a los que hay
que añadir otros cuatro en el primer cuarto
del siglo XX, hasta que en 1926, fuera aprobado el primer Estatuto de Clases Pasivas.
Todos estos proyectos de Ley, infructuosos,
pretendían la «fijación de un límite a la constitución de nuevos derechos pasivos con cargo
al Tesoro, el establecimiento de un sistema
más justo (que eliminara las discriminaciones y desigualdades de tratamiento) y científico, y la entrega de su gestión a un órgano
distinto de la Administración General del
Estado»95.
En algunos de estos proyectos se hacía
una distinción entre los funcionarios que ya
habían causado derecho a las pensiones del
sistema de montepíos y los que aún no los
habían generado, dejando a los primeros al
margen del nuevo sistema propuesto. Esta
distinción estaba motivada por la toma en
consideración de un concepto amplio de derecho adquirido, que también fue causa del fracaso del Real Decreto de 29 de enero de 1899,
que pretendía una revisión de los derechos
pasivos, pero que no tuvo eficacia en virtud
de las reclamaciones planteadas sobre la
base de tales derechos adquiridos. Esta cuestión, que volverá a manifestarse en momen-
95
L. JORDANA DE POZAS, «Tendencias modernas sobre
el régimen de Clases Pasivas», conferencia pronunciada
el 30 de junio de 1926, recogida en el volumen 2º del
tomo II, de los Estudios Sociales y de Previsión. Instituto
Nacional de Previsión. Ministerio de Trabajo. Madrid,
1961.
REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES
56
203
INFORMES Y ESTUDIOS
tos posteriores, será fuente de graves problemas de derecho transitorio.
El Real Decreto-ley de 22 de enero de 1924
estableció, el 1 de enero 1919 como la fecha a
partir de la cual, a los funcionarios que ingresaran al servicio del Estado les serían de aplicación los derechos pasivos que se les reconociesen en la Ley que habría de emanarse, y
por tanto a partir de dicha fecha se suprimieron para el futuro los derechos pasivos regulados por las normas propias de los montepíos.
Por fin, el Estatuto de Clases Pasivas fue
promulgado por Real Decreto-ley de 22 octubre de 1926, entrando en vigor el 1 de enero
de 1927 y complementado por el Real Decreto-ley de 21 de noviembre de 1927, que aprobó su Reglamento.
El Estatuto de Clases Pasivas tuvo que
hacer frente a una situación caracterizada,
sobre todo, de falta de unidad. El Estado ya
había asumido el pago de las pensiones a sus
funcionarios, pero la ausencia de una disposición común a los funcionarios civiles y militares, y la multiplicidad de regímenes aplicables, dentro de estos dos grandes grupos,
dependiendo de cada categoría de funcionarios según el cuerpo, el servicio o la dependencia administrativa en la que prestaban
sus servicios, caracterizaba una situación criticada y objeto de muchos intentos de reforma, sólo mantenida por la toma en consideración de un concepto amplio de derecho adquirido.
En el Estatuto de Clases Pasivas, las pensiones de los funcionarios se configuran como
una obligación del Estado, cuya carga financiera se satisface a costa del Tesoro Público y
cuya gestión es encomendada a la propia
Administración Pública. Ello es debido a que
los derechos pasivos se consideran como una
parte de Estatuto del funcionario público, un
elemento más de sus condiciones de empleo96.
96
LUIS ENRIQUE DE LA VILLA GIL, «La previsión ...» (Op.
cit., pág. 133)
204
Se produce por tanto una identificación entre
retribución y haber pasivo, que supone un
tratamiento diferenciado de las pensiones de
los funcionarios públicos que se mantiene hoy
en día.
En el Estatuto de Clases Pasivas, se prescinde, por tanto, de la técnica mutualista propia de los montepíos, de los cuales, como se ha
descrito, procede. Y también se aleja de la fórmula de organización característica de los
seguros sociales que, referidos a los trabajadores por cuenta ajena, habían surgido y se
estaban generalizando en esos años.
Sin embargo, los montepíos habían consolidado determinados principios que luego,
serían recogidos por la regulación de Clases
Pasivas, y que se mantendrán a lo largo de
las distintas normas que, posteriormente,
van a regular el tema de las pensiones de
funcionarios públicos. Entre otros, la determinación de los derechos pasivos según el
sueldo regulador y los años de servicio del
funcionario público, la relación entre el descuento operado sobre las retribuciones de los
funcionarios en activo y la cuantía de los
haberes pasivos y la fijación del sueldo regulador en función de los ingresos normales o
básicos del funcionario, reforzando su carácter de renta de sustitución y, por consiguiente, estableciendo una conexión directa entre
ingresos efectivamente percibidos y cuantía
de la pensión97.
BIBLIOGRAFÍA
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Gobierno del Monte Pío Militar en 31 de enero
último el cual contiene las tres consultas de 9 y
15 de diciembre y 12 de enero a que se hace referencia en la exposición» Imprenta de D.Mateo
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«Real Establecimiento de un Montepío a favor de
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S.M. Madrid MDCCLXXXV Documento Museo
Naval de Madrid.
«Real Resolución de S.M. declarando, que a las viudas, e hijas de Oficiales Militares, y Ministros
comprendidos en el Monte Pio Militar, que disfrutando pension en él, pasen a tomar estado de
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Naval de Madrid.
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205
INFORMES Y ESTUDIOS
RESUMEN
206
Partiendo de la realidad de que el Sistema de previsión social de los funcionarios en España es diferente al del resto de los trabajadores, y sobre la base de que, fundamentalmente,
son razones históricas las causantes de tal diferencia, el artículo repasa la vida de los montepíos funcionariales, desde su origen hasta su desaparición en la génesis del Sistema de
Clases Pasivas actual.
Se comienza por la creación de los primeros montepíos funcionariales, que fueron los militares. A continuación se hace un análisis pormenorizado de su regulación y funcionamiento, lo que conlleva cierta descripción de las costumbres de una parte de la sociedad española de la época. Al mismo tiempo, se detalla el régimen financiero de cuotas y prestaciones
de estos montepíos, para indagar en el devenir económico de estas instituciones, en el que
también influyen causas políticas, en una etapa tan convulsa de la Historia de España.
Del estudio cronológico de los aspectos citados, se deduce la imposibilidad de supervivencia
de los montepíos oficiales sin la protección oficial. Por ello, tras las ayudas entregadas
durante la primera parte de la existencia de los montepíos funcionariales, el Estado se
incauta de sus fondos y asume sus compromisos, primer paso para crear un sistema público de previsión social de los funcionarios.
Precisamente la última parte del artículo está dedicada a la creación de ese Sistema público, llamado de Clases Pasivas, cuya génesis no fue precisamente fácil y duró más de medio
siglo. En total, el artículo abarca más de siglo y medio de la historia de la previsión social
de los funcionarios en España, desde que en 1791 se creó el Montepío Militar, hasta que en
1927 fue promulgado el primer Estatuto de Clases Pasivas.
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