Machismo VS Feminismo

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EL FALSO ANTAGONISMO ENTRE FEMINISMO
Y MACHISMO1
“… y, un viento fresco se llevará
entre nubes de sueño y de pasado
las debilidades que por siglos nos mantuvieron
a hombres y mujeres separados,
como seres de distinta estatura”
Mtra. María de Lourdes Pérez Oseguera
¿Qué es el Machismo?, ¿qué es Feminismo?, ¿son acaso la contraparte
uno del otro?
¿Por qué razón existe el equívoco de que el feminismo es la oposición
del machismo y por lo tanto sugiere la supremacía de la mujer sobre el
hombre?
¿Por que ciertas actitudes en los hombres las calificamos de machismo
y otras actitudes en las mujeres de feminismo?
Empecemos por definir cada uno de los conceptos pues es ahí donde
radica principalmente la confusión.
El feminismo es un movimiento social de mujeres que se inició hace
más hace más de 200 años, se ubica su surgimiento en la época de la
Revolución Francesa, sin embargo sus orígenes se remontan más allá
de hace 600 años.
El feminismo es un movimiento que nace por la demanda de los
derechos humanos más elementales de las mujeres, dada la situación
de desigualdad en el que vivían las mismas. Las demandas principales
a lo largo de la historia han sido el derecho a la educación, el
reconocimiento a la ciudadanía y la igualdad jurídica entre hombres y
mujeres.
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Texto de conferencia que se dicto en las Jornadas Culturales organizadas por los Consejos Estudiantiles del
Departamento de Económico -Administrativo de la UIA Puebla
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Siglos anteriores a la revolución francesa, una de las pioneras del
feminismo fue la famosa escritora y poeta Cristine de Pizzan, mujer
cultísima que enviudó a los 23 años y que, gracias a sus escritos logró
mantener a sus dos hijos y a su madre. En 1405 escribió la obra: La
ciudad de las damas. Ella afirmaba entonces que las mujeres poseen la
misma capacidad intelectual que los hombres, lo importante era que
disfrutaran de las mismas oportunidades de acceso a la educación para
que alcanzaran los mismos logros que los varones.
Posteriormente en los albores de la revolución Francesa, la francesa
Olympe de Gouges redactó la “Declaración de los Derechos de la
Mujer”, dado que las mujeres habían participado en la lucha por
derrocar al absolutismo pero que no fueron tomadas en cuenta,
cuando se plasmaron en el documento “Los derechos del hombre y del
ciudadano”. Ella redacta un documento en el que inscribe las
demandas de las mujeres activistas de entonces, que exigían también
Libertad, Igualdad y Fraternidad. Mary Wolstonecraft contemporánea
de Olimpia escribió la obra “Vindicación de la Mujer”. Ella aspiraba
entonces a algo imposible para una mujer del siglo XVIII: una vida
independiente para decidir por sí misma.
Desde el surgimiento del Feminismo como movimiento de mujeres a lo
largo de la historia y en diferentes lugares del mundo ha habido toda
una serie de acontecimientos que nos hablan de la permanencia y
sobre todo del vitalismo permanente de dicho movimiento. Los
incontables movimientos de agrupaciones de mujeres de diferentes
lugares del mundo durante el siglo XIX con demandas obreras, de
ciudadanía y de educación. Los movimientos por la ciudadanía y por el
derecho a la educación y al trabajo en igualdad de condiciones que los
varones las emprendieron tanto las francesas, las inglesas, las
norteamericanas, las rusas, las mexicanas y mujeres de muchas otras
regiones del mundo en las primeras décadas del siglo XX.
Posteriormente en los años 60 y 70, con el surgimiento de la nueva ola
del feminismo, mujeres del movimiento
unidas a intelectuales
comenzaron a cuestionar el statu quo dominante y la condición y
situación de las mujeres.
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Las corrientes de pensamiento feminista no aspiran a la supremacía de
las mujeres por arriba de los hombres, reivindican precisamente lo
contrario, que nadie resulte supeditado a nadie por razón de su sexo.
Como bien dice la Dra. Marcela Lagarde: Feminismo es Humanismo.
El feminismo resume siglos y siglos de esfuerzo de miles de mujeres y
de hombres que lucharon por cambiar una situación injusta y
aberrante.
Pasemos ahora a la definición del otro concepto que nos convoca
ahora: el machismo. A pesar de que todos lo reconocemos, la realidad
es que no es tan sencillo definirlo.
El machismo es una actitud, un comportamiento, podemos afirmar que
es el cumplimiento de un rol donde siempre se establece una relación
de desigualdad, entre posiciones de arriba y abajo. Tiene componentes
económicos, sociales, históricos, culturales, psicológicos… se trata de
un tema interdisciplinario del cual existen pocos expertos (Castañeda,
2002).
No es un asunto exclusivamente personal; también juega un papel
central en la vida pública, pues atraviesa la estructura y
funcionamiento de nuestras instituciones.
El machismo se define “como un conjunto de creencias, actitudes y
conductas que descansan sobre dos ideas básicas: por un lado la
polarización de los sexos, una contraposición de los masculino y lo
femenino según la cuál no solo son diferentes, sino mutuamente
excluyentes; por otro lado, la superioridad de lo masculino en las
áreas consideradas importantes para los hombres” (Castañeda: 2002).
No solo se da en la relación hombre mujer sino que consiste en toda
una serie de valores y patrones de conducta que afecta todas las
relaciones interpersonales, el amor, el sexo, la amistad, el trabajo, el
tiempo libre, la política… Todo esto incluye la pretensión del dominio
sobre los demás, principalmente sobre las mujeres; la rivalidad entre
los hombres; la búsqueda de múltiples conquistas sexuales; la
necesidad constante de exhibir ciertos rasgos supuestamente viriles
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como, la fuerza, la valentía, la indiferencia al dolor, y un abierto
desprecio a todo aquello que se considere femenino (Castañeda,
2002).
El machismo no solo es un rasgo de carácter, sino una forma de
relacionarse pues siempre se exhibe en el contacto con él o la otro (a).
Todos los roles masculinos asociados al machismo tienen su
contraparte femenina. Por ejemplo la mujer insegura de si misma, que
depende para todo del marido, que duda de sí misma, que busca la
atención y aprobación en todo, del marido; el padre; el hermano; el
jefe, etc. siempre les tiene miedo y acepta sin chistar las reglas del
juego que ellos imponen “para no buscarse problemas”.
Aquí nos surgen varias preguntas: ¿Por qué tantos hombres cultivan el
machismo como modelo de masculinidad?; ¿La conducta machista es
innata o es aprendida?; el machismo ¿es una actitud y/o conducta
exclusiva de los varones o también la encontramos en las mujeres?
Desde los estudios de género, de sociología, antropología, historia,
etnografía, se llega a la conclusión de que el machismo no es innato es
aprendido, como es una conducta aprendida, también las mujeres la
aprendemos, cuando estamos en una posición de poder. Pero dado
que no es innato sino aprendido se puede desaprender y aprender
otras maneras de ser hombre.
El machismo que muchos jóvenes demuestran en la actualidad, es el
mismo que compartieron sus ancestros: padres, abuelos, bisabuelos,
etc. es: la necesidad de dominar a las mujeres para demostrar su
masculinidad (Castañeda: 2002).
En una sociedad machista se sobre-valoran los valores masculinos por
encima de los femeninos. Además en ella prevalecen ideas como: el
hombre de verdad es varón emprendedor que rechaza toda debilidad
humana, debe demostrar constantemente que no tiene nada de
femenino y que está muy por encima de las preocupaciones y
actividades “típicas femeninas”; la única mujer genuina es la madre
dedicada a sus hijos, su esencia es ser pasiva, sumisa, hogareña, etc.
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Esta visión esencialista de los sexos que supone a los hombres duros e
implacables y a las mujeres sensibles e irracionales nos condena a
desempeñar papeles opuestos y estereotipados (Castañeda: 2002).
Dividir el mundo y los quehaceres en espacios femeninos
masculinos nos empobrece a hombres y mujeres por igual.
y/o
Algunas formas (trampas) del machismo
La descalificación es una maniobra de poder y es al mismo tiempo un
arma poderosa del machismo.
Otra forma de descalificación es tratar a las mujeres como si fueran
invisibles, solo existen para facilitar y amenizar el intercambio entre
los varones.
Otra forma de descalificación es tratar a la mujer como sirvienta,
llamarlas para que traigan el café o busquen cualquier cosa a cualquier
hora del día o de la noche.
Y otra más, es tratar a las mujeres como eternas menores de edad,
como incapaces de tomar decisiones, de salir solas, de emprender
cualquier cosa.
Los dobles discursos del machismo
La doble moral del machismo es la existencia de reglas de juego
diferentes para hombres y mujeres. Por ejemplo “cuando una pareja
se casa ella se compromete en serio, muchas veces renuncia a sus
estudios o trabajo y cuando se convierte en madre renuncia a su
libertad. Para los varones es mucho más fácil cambiar de parecer, no
tiene el mismo peso los compromisos que asumen” (Castañeda). El
compromiso de ella no es por gusto es por obligación y como nos dice
la autora Marina Castañeda eso marca una diferencia abismal, por eso
afirma: “Ellas negocian necesidades y ellos preferencias”.
Algunas de las frases predilectas de los machos:
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“Es que yo soy así”
“No voy a permitir que me cuestiones”
“A mi nadie me ve la cara”
“Yo soy la Ley”
Además ser macho es: “nunca tener que pedir perdón”.
La doble moral y el sexo.
El eje central de esta es que los hombres pueden juzgar a las mujeres
pero no viceversa.
La doble moral sexual machista establece valores antagónicos para
hombres y mujeres: enaltece en ellos la promiscuidad y en ellas la
castidad. Un hombre que acumula conquistas es admirado por ello,
mientras una mujer que hace lo mismo verá gravemente afectada su
reputación (Castañeda: 2002).
A manera de conclusión
Espero que haya quedado claro el planeamiento que acabo de
exponer: el feminismo es un movimiento social, no es odiar a los
hombres, ni ser lesbiana, o, ser mala madre y/o esposa, y entregarse
al libertinaje sexual. Que el machismo es una actitud, es desempeñar
un rol aprendido y que por lo tanto no se correlacionan uno con el
otro.
“El machismo no necesita de hombres y mujeres como tales: solo
necesita de sus roles. Lo único que requiere es una relación basada en
la desigualdad” (Castañeda: 2002).
Bibliografía
Castañeda, Marina. El machismo Invisible. Edit. Grijalbo, México, 2002.
Montero, Rosa. La loca de la casa. Edit. Alfaguara. México. 2003
Zschirnt, Christiane. Libros. Todo lo que hay que leer. Edit. Taurus.
México, 2004.
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