Resumen de las opiniones del Grupo de Lectura en la reunión del 20 de octubre de 2008 sobre LA EDAD DE HIERRO de John Maxwell Coetzee: La novela del premio Nobel 2003 J. M. Coetzee ha gustado bastante a la mayoría de lectores del Grupo aun cuando la han considerado un texto espeso, denso y empapado de tristeza. Ya el planteamiento fundamental de la obra –una anciana sola y enferma de cáncer que escribe una carta a su hija que vive en otro continente– nos sitúa en un ambiente cargado de pena y desolación. Se ha valorado muy positivamente la descripción gradual del agravamiento de la enfermedad de la protagonista, la señora Curren, una maestra jubilada que vive prácticamente de espaldas al mundo hasta que el mundo, con toda su crudeza, entra en su casa en forma de personajes de novela. También se ha considerado que es un libro escrito, al menos originalmente, para sudafricanos y se ha recriminado a las ediciones castellana o catalana que no hayan traducido completamente las frases en afrikaaner, lengua muy alejada de nuestro ámbito cultural, con la consecuente pérdida de algunos significados de la novela que se intuyen de interés para el lector. Todas las relaciones personales de la novela, las que tienen entre sí sus personajes, son absolutamente frías y en la práctica faltas de cualquier humanidad, empezando ya por la relación madre-hija, puesto que la larga carta que de hecho es el libro puede ser interpretada como una venganza narrada de la señora Curren hacia la única persona que parece amar de verdad, pero que ella considera que la ha dejado sola. Las otras dos relaciones de la protagonista que son básicas en la obra –con el indigente Vercueil y con la empleada del hogar Florence– son igualmente restrictivas y áridas, y jamás desembocan en el más mínimo gesto de sensibilidad o de aprecio, por leve que fuera. Se halló muy lograda la descripción de la vejez como estado vital, y la del dolor conectado con la enfermedad o la dura exposición de la degradación corporal y anímica que comporta la edad anciana. La obra también se adentra con éxito y buen oficio literario por los terrenos siempre difíciles de la fealdad, el hedor, la miseria, el racismo, la violencia, el odio... todo lo depresivo y horroroso que representa el apartheid y que la señora Curren parece descubrir cuando ya tiene una edad bastante avanzada y una enfermedad terminal que la destruye. Aun cuando la novela puede ser leída e interpretada lineal y literalmente como la historia de una anciana y sus extraños conocidos, quizás la gran virtud o el gran anzuelo que prende en el lector es la interpretación general del texto como una metáfora de la historia de la Sudáfrica de finales del siglo XX. Y realmente todo encaja: la anciana Curren puede representar la sociedad blanca, liberal y anglófona, no descaradamente racista pero sí indiferente a la situación de apartheid, con una enfermedad que la aboca a la desaparición, la sirvienta Florence puede ser la viva imagen del desengaño de la población negra tras tantos años de miseria y de práctica esclavitud, los chicos jóvenes activistas jugarían el papel de los extremistas negros que consideraban una traición el pactismo de Nelson Mandela, la policía de habla afrikaaner que entra en casa de la señora Curren sin un solo papel representa y es claramente el régimen racista, y finalmente, el mismo indigente Vercueil podría representar a la muerte, tanto la que acorta el sufrimiento de la enferma terminal como la que "mata" al régimen antiguo para que emerja la nueva Sudáfrica de después del apartheid. Hay, sin embargo, quien interpretó el abrazo final entre Curren y Vercueil como un símbolo de la nueva nación pactada que surge del cambio político, necesario, consentido, pero de una frialdad absoluta. Cabe insistir en la carencia de detalles de afecto y de calidez que domina la novela, falta que puede reflejar muy bien los sentimientos del mismo Coetzee respeto a su país. En conclusión, diríamos que a pesar de la dureza del texto la novela ha satisfecho a los lectores del Grupo, y que tanto si se toma como buena la interpretación literal o bien la metafórica, la obra cumple las expectativas que este premio Nobel había generado. Dos personas del Grupo también han recomendado la lectura de otra obra de Coetzee, Desgracia. Queda, pues, dicho y escrito. Como siempre, nuestro agradecimiento más sincero a los miembros del Grupo de Lectura por su presencia y por sus acertadas contribuciones al debate. Os esperamos en nuestra próxima cita: EL FESTÍN DEL AMOR / EL FESTÍ DE L'AMOR, de Charles Baxter (lunes, 17 de noviembre de 2008, a las 7 de la tarde). Castellano: RBA Catalán: La Magrana