PSICOANÁLISIS: ESCUELA INGLESA 1 La interpretación de los juegos Lucrecia Musumeli Klein afirmó poco antes de morir :… “mi contribución a la teoría psicoanalítica como un todo deriva de la técnica del juego que desarrollé en el trabajo con niños pequeños”. Se intentará mostrar cómo la técnica del juego ha incidido sobre la configuración y el alcance del campo terapéutico del psicoanálisis y sobre la metapsicología. Lo nuevo En relación a las experiencias psicoanalíticas anteriores, Klein sorprendió al plantear la posibilidad de puesta en juego y exploración del inconsciente con niños muy pequeños. Descubrió en el jugar la vía regia y entendió que el Complejo de Edipo está vigente desde la constitución misma del psiquismo. El juego fue para Klein en el análisis con niños lo que el sueño para Freud en el campo de las neurosis de transferencia. La concepción kleiniana de la presonificación en el juego tiene alcance sobre el modo de pensar la transferencia. Klein afirma que la transferencia analítica sólo requiere para su despliegue, un marco peculiar y permanente y un analista dispuesto a interpretar desde el lugar que le es dado en la escena que aloja al juego, atento a los efectos de intercambio entre los accidentes del jugar y la palabra y en condiciones de detectar y poner a producir lo que Ferenczi, años antes, había distinguido como transferencia negativa. El suelo del análisis infantil, el terreno para la interpretación no es, dice Klein el juego en sí. La entrada de la interpretación está indicada cada vez que el jugar se cruza con la angustia en el espacio- ilimitado por enmarcado- y en el tiempo- infinito por acotado- propios de una sesión de análisis. Los primeros descubrimientos Klein pone en foco los accidentes del jugar- sus interrupciones, su monotonía, su carácter coercitivo, su vertiginosidad, el desandarse. Los mira a la luz de las hipótesis freudianas sobre la pulsión de muerte, la angustia y el sentimiento inconsciente de culpabilidad. Supone la actividad precoz de un super yo amenazador o mortificante en la base de la limitación y la pobreza del jugar infantil y piensa que esa misma virulencia superyoica es la fuente del sufrimiento que ha llevado al niño a la consulta. Descubre que sus interpretaciones – que dan configuración edípica a la trama que despliega el juego y la ligan siempre con el dominio puntual de una zona erógena y una modalidad de angustia peculiar – liberan, restablecen la continuidad y favorecen la construcción de otro terreno de juego sobre el que seguir trabajando. Concibe el análisis como un ir y venir de la ansiedad y de las resistencias hacia la interpretación y el alivio, de un modo que evoca el “una y otra vez en el telar volver a poner”…del que habló Freud. Con sus primeras experiencias clínicas construyó Klein tanto su técnica como sus formulaciones metapsicológicas tempranas que parecen próximas a aquellas ideas de Freud más resistidas por la comunidad analítica de la época. Anclajes de Klein en Freud . El dualismo pulsional es premisa para Klein que concibe la pulsión de muerte como una fuerza cuya irrupción amenazante activa desde el vamos la puesta en marcha de los primeros movimientos defensivos que parten de lo que hay de Eros en el aparato psíquico precoz. Ese núcleo reactivo de defensa es lo que Klein llama yo temprano, lugar donde resuena la angustia y del que parten masivamente, los primeros recursos que se oponen a la disgregación. En los primeros textos de Klein, la angustia de aniquilación pone en funciones al yo, lo destina a funcionar defensivamente ante el exceso disruptivo de lo tanático. La ansiedad de aniquilación es noticia para el yo temprano, y activa defensas primarias de carácter masivo. Entre esas defensas necesarias- que por excesivas y extremas son paradojales, porque así como aseguran la mínima integración, hipotecan desde el comienzo lo que luego será el curso ulterior de la formación de símbolos- hay dos que resultan decisivas: la expulsión de tánatos y la escisión. Son operaciones fragmentadoras que evitan la implosión y actúan sobre el aparato liberando pulsión de muerte que da origen al sadismo , y creando escindido un objeto prototípico a la vez persecutorio e idealizado. El comienzo de la vida psíquica es el tiempo previo a la formación de símbolos, que se verá posibilitada a consecuencia de estas operaciones primeras que afectan al aparato, y crean en el exterior y en el interior el anclaje pulsional de lo que será luego la realidad. Expulsión es en Klein, puesta afuera de la pulsión, predominantemente puesta afuera de tánatos. El el exceso tanático que amenaza hacer estallar al aparato psíquico temprano es noticia para el yo, y notificado por la angustia de aniquilación el yo le da salida por exclusas privilegiadas: las zonas erógenas, comprometidas así, desde el inicio de la vida con el registro de las fantasías que opera desde muy temprano. La ansiedad que en su primera versión es ansiedad de aniquilación, fuerza entonces el accionar de estas defensas primarias, la expulsión de tánatos y la escisión. La escisión se produce en dos planos simultáneamente: en el interior del aparato separa en el interior del ello el núcleo tanático del super yo, y en el exterior recae sobre el objeto que el sadismo encuentra en su recorrido separando en él un polo persecutorio de otro idealizado. Sadismo es en kleiniano pulsión de muerte puesta fuera del aparato y a partir de su puesta en obra se escinden el aparato y el primer objeto pulsional y esta escisión abre a otros movimientos defensivos eficaces en ese primer tiempo, tan imprescindibles como potencialmente peligrosos, que a la vez que preparan y ponen en marcha la formación de símbolos, crean desde el inicio de la vida una primera realidad irreal externa y un mundo interno correlativo, ambos de existencia fantasmática en un tiempo en que domina la omnipotencia del pensamiento. Otros recursos defensivos- introyección, proyección, disociación de las imagos- dan comienzo al proceso de simbolización de cuyas trabas y obstáculos dicen las neurosis y de cuya detención y clausura tempranas da testimonio ese caso que conocen como “el caso Dick” en el que Klein interroga y cuestiona el diagnóstico psiquiátrico de autismo y despliega su hipótesis acerca de la inhibición del yo. Pulsión de muerte, fantasía inconsciente y primera realidad Desde el inicio de la vida psíquica la ansiedad de aniquilación, pone en marcha un proceso que a expensas del sadismo y tomando apoyo en experiencias reales- tan fragmentarias como autónomo es el funcionamiento temprano de las zonas erógenascrea partiendo del objeto prototípico, escindido en persecutorio y retaliativo, un mundo exterior irreal, cuyo carácter insatisfactorio está determinado desde el vamos por el exceso pulsional y el sadismo que tiñen las experiencias primeras de una significación estructuralmente frustrante. Apoyado en esa realidad irreal se funda y despliega a partir de las imagos, un campo fantasmático arborizante que abre desde lo pulsional la vía hacia la formación de símbolos. Esta vía, sostenida por un juego básico y constante de introyecciones y proyecciones va vinculando, poniendo en relación las primeras experiencias autoeróticas( se trata de la parcialidad y de la autonomía temprana de las zonas erógenas) , el objeto alucinatoriamente creado en mundo exterior en consonancia con el objeto interno nacido por introyección y la angustia. Se teje así una trama irreal que es registrada por el lactante como la primera realidad. A partir de allí, las fantasías sádico retaliativas pueden sucederse en una deriva que desgasta sadismo y va creando por sucesivos movimientos de introyección una envoltura fantasmática que pone distancia entre el núcleo tanático del super yo y el yo. Se ve que la ansiedad de aniquilación es un disparador que pone la energía tanática en la vía de ese despliegue y termina haciendo de lo pulsional un capital de investiduras que en un movimiento de huída del objeto persecutorio y de sustitución, apunta a la construcción de la realidad en el territorio de la fantasía. Hay un recorrido ideal que llevaría de ese modo a un desarrollo que hace del super yo primitivo una instancia que internamente funciona como ley que enmarca y posibilita el movimiento del deseo. Veamos cuáles son las condiciones de partida del proceso de formación de símbolos. Con el regreso del sadismo, y por introyección surgen las imagos, figuraciones primarias y amenazantes que toman apoyo en las primeras experiencias frustrantes con el pecho. La orina, las heces, el pecho como si fueran uno con las zonas erógenas, pasan a ser parte de un mundo de objetos parciales peligrosos que devoran, queman, corroen, hacen explotar, penetran. Se constituye una batería inicial de objetos, un mundo primero que el yo infantil localiza imaginariamente en el interior del vientre materno y funcionan como objetos que amenazan destruir al yo y gozan destruyéndose entre sí. Las primeras experiencias- displacientes por definición- son vividas como ataques retaliativos provenientes del objeto malo, aun cuando las experiencias placenteras acotan el malestar, mitigan la angustia retaliativa y son atribuídas al accionar del pecho idealizado primer mojón del Ideal del yo. Escisión, introyección y proyección :un primer esbozo de lo que será la posición esquizoparanoide La expulsión, se vió hasta aquí, deja lugar a un doble movimiento de escisión. Una escisión en el interior del aparato, que encapsula en el ello un cuantum de tánatos no expulsado que se instala irreductible. Así surge el super yo precoz, núcleo pulsional apto para ser vestido por las primeras introyecciones y así surgen las imagos, equivalentes de las protofantasías que había construído/descubierto Freud, que al instalarse fundan el mundo interno. De esas imagos la más arcaica y disparadora de ansiedad es la figura combinada, escena excluyente que presenta a los padres unidos en coito sádico, que evoca la protofantasía freudiana de escena primaria y representa metapsicológicamente la primera marca cualitativa de lo que hasta el momento de su configuración era, según Klein, mera cuestión cuantitativa. Una escisión que afecta al primer objeto que el sadismo rodea en su recorrido y lo transforma en una polaridad condensada y arbitraria. Así surge el primer mojón del mundo externo, de carácter bipolar e impredecible: tan persecutorio y cruel como idealizado y protector. Comienza entonces el proceso de arborización de escenas y personificaciones que surge de las descomposición de las imagos que para el niño habitan amenazantes tanto el interior de su cuerpo como el mundo exterior .Estas escenas y sus personajes (objetos parciales) son el suelo fantasmático del que parte en un movimiento de huída y sustitución, el “mecanismo fóbico” como lo llama Klein, el proceso de formación de símbolos. Fantasía inconsciente y construcción de la realidad A consecuencia de la expulsion cuyas exclusas son las zonas erógenas, éstas pasan a ser componente esencial de las imagos. Muy tempranamente las zonas erógenas intervienen en la dialéctica sádicoretaliativa que está en la base de la creación del objeto exterior cuya existencia fantasmática se liga a la experiencia con el pecho, predominantemente insatisfactoria, frustrante, dada la significación retaliativa que trae como consecuencia la investidura primera predominantemente tanática. Desde el inicio las fantasías sádico retaliativas tiñen de predominantemente insatisfactoria la temprana experiencia real con el pecho. En este tiempo domina la operatividad de dos destinos pulsionales reconocibles: la transformación en lo contrario y la vuelta contra la propia persona, y gracias a esta operatividad, lo que comenzó siendo un desajuste económico en el aparato pasa a ser cuestión representacional. Las imagos y las fantasías más tempranas suscitan angustia y sacuden vitalmenteal yo, impulsando un trabajo de proyecciones e introyecciones que- a menos que el resto tanático intramitable interfiera inhibiendo el proceso y retrotraiga la situación del aparato a la angustia de aniquilación más temprana- dejará cada vez como producto un paso nuevo hacia la construcción simbólica de la realidad . La puesta en circulación del sadismo ha promovido el surgimiento de objetos y fantasías retaliativos y la ansiedad persecutorioa dice al yo de un peligro que lo acosa simultáneamente desde exterior y desde el mundo interno incipiente. Esta es la situación que enmarca el comienzo de lo que Klein llama “proceso de formación de símbolos”. Es un proceso seriado de sustituciones que parte de un puñado mínimo de elementos fantasmáticos persecutorios ecuacionables – que guardan correspondencia puntual y con las zonas erógenas dominantes y autónomas. Según Klein la realidad para niño pequeño es este puñado de objetos que interactúan sádicamente en el interior del vientre materno y (aquí “la primera realidad irreal”) y desde aquí y por un mecanismo que progresa a la manera de la fobia, motorizado por la angustia y a expensas de la energía pulsional que viaja en el sadismo temprano, en un continuo de sustituciones que reconoce como mojón primero el objeto prototípico, se crea, entre la fantasía y la experiencia real de la lactancia y los primeros cuidados, el mundo de objetos y relaciones que llamamos realidad. El proceso de formación de símbolos abre una vía que gasta y transforma el sadismo temprano y hace al yo cada vez más rico en representaciones y por tanto más capacitado para tolerar la angustia, más dispuesto a responder a su emergencia con sustituciones simbólicas que con reacciones defensivas que ponen en riesgo, por su masividad, su estructura interna. La primera realidad es exterior/interior, existe en un territorio que aún no es discriminable en términos de afuera y adentro. Su creación deja instalada, en el interior del yo, una base fantasmática fundamental: el mundo interno. Klein piensa que el super yo temprano es una pieza fundamental de ese mundo. Las imagos- complejos fantasmáticos primarios que alojan la parcialidad de las zonas erógenas y sus objetos parciales correspondientes más los vínculos sádicos entre ellos- se instalan y quedan como momificadas rodeando al núcleo tanático y disociadas de la serie sustitutiva que el proceso de formación de símbolos pone a andar. En las imagos – escena primaria de carácter sádico, seducción y castración a la manera de la mutilación- reconoce Klien la horma preedípica y el punto de partida del mundo humano que se constituye y modifica cada vez por el juego constante y siempre abierto a la angustia, de encuentros y desencuentros, acoplamientos y desajustes entre a. mundo interno, eficaz generador de angustia, por estructura incognoscible, sólo conjeturable a partir de los intercambios con el afuera, constituído en torno al núcleo tanático y a esa primera semilla preedípica que es la imago de los padres acoplados, mundo en correpondencia puntual con la primera realidad, que sufrirá a consecuencia del juego invariante introyección/ proyección y del progreso de la formación de símbolos, modificaciones que irán transformando el cruel super yo primitivo- que nunca pierde su vigencia- parahacer de él una función menos arbitraria, más próxima a la conciencia (siempre moral), más encauzadora del deseo y b. mundo externo, constituído a partir del objeto escindido del sadismo y modificado por sucesivas proyecciones y desplazamientos simbólicos en constante interacción con las experiencias que, aun teñidas por la significación retaliativa, dejan como resto alteraciones en la forma primera que cobró la realidad, forma pregnante y siempre lista para volver a presentarse, pero transformable de modo que partiendo de la imago de los padres acoplados correlato de la ansiedad persecutoria puede haber acceso a la situación edípica más próxima al duelo por la infancia que a la ansiedad esquizoparanoide. La noticia en el yo de la vigencia del primitivo objeto interno y su correlato exterior, es la angustia extrema, masiva, latente, incapaz de motorizar la simbolización, lista para de trabar la fluidez de la sustitución de las representaciones. Pero aún a partir de esa realidad irreal, es posible que en el marco de la invariante proyección/introyección una operatoria escenificadora que se abre a la experiencia, permita que la actividad simbolizante del yo, activada por un mecanismo fóbico, produzca en el curso de las primeras experiencias corporales, sustituciones que propician la deriva de la fantasías, el desgaste del sadismo y en consecuencia lo que Klein llama el desarrollo del yo. La actividad fantasmática, vector de la formación de símbolos, comienza con las primeras imagos, es constante y funciona como un conector/transformador entre lo pulsional, el mundo interno y el mundo exterior y como fuente de transformaciones y relanzamientos. Las modificaciones y las tonalidades benignas que con el desgaste del sadismo puede adquirir el mundo interno inciden benéficamente en la vida simbolizante del yo y en las relaciones entre el yo y lo que se va construyendo como mundo exterior . Este último está hecho a expensas de la angustia que motoriza el procesamiento simbólico, sustitutivo y derivante de las primeras imagos. El proceso de formación de símbolos enlaza las imagos y las fantasías primarias con las experiencias de la lactancia y los primeros cuidados y va ingresando en la horma de la fantasía la realidad de tal modo, que ésta nace ya en el marco del complejo de edipo. Klein con Freud Puntos de amarre de esta articulacion entre pulsion de muerte, angustia, super yo y construccion de la realidad se encuentran en textos freudianos como Totem y Tabú (l9l3), Más allá del principio de placer (l920), El yo y el ello (l923) o El Malestar en la Cultura (l930).Un recorrido por estos textos permite recortar en Freud cuestiones básicas fácilmente localizables en las hipotesis iniciales de Klein. Se lee en Freud que la conexion entre pulsion de muerte, sentimiento inconsciente de culpabilidad y operatividad del super yo, otorga a a esta instancia una dimensión que no se agota en la mera incorporacion post-edipica de la prohibición. En el texto freudiano también puede leerse cómo el superyo surge ligado a una operación que lo ubica, como instancia, muy cerca del ello y afecta la llaneza del camino que podría llevar a hacer de él algo apropiable, reconocible o manejable por el yo. Nacido a consecuencia de esa identificacion casi inmediata con la figura primordial , será por modificaciones sucesivas y no en todos los casos, que el super yo podrá llegar a tomar la forma de esa conciencia moral que interviene normalmente en el conflicto neurotico y que alimenta la tambien neurótica necesidad de sufrimiento que se presenta ligada a las dificultades de elaboración del duelo. Puede ocurrir entonces que el curso de las modificaciones que llevan al superyo primitivo a funcionar como conciencia moral, sea interrumpido de modo que esta instancia se puede hacer presente, ya no como determinando el sentimiento de culpabilidad que encontramos en las neurosis, sino bajo formas más primarias y acompañado con otra cualidad de angustia , como son el delirio de ser observado, tipico de la paranoia o los autorreproches y la indignidad característicos de la melancolia. La actividad silenciosa y opaca del superyo está, para muchos analistas, activa cuando la tarea analítica se encuentra con los obstáculos que se presentan en el curso de las neurosis de transferencia. Esta actividad guarda estrecha relación con aquello que Freud llamó resistencias y cubre un amplio espectro que abarca en un extremo la roca del análisis, pero tambien la reaccion terapeutica negativa y por supuesto esa resistencia paradojal que es el amor de transferencia, apta para interrumpir el flujo asociativo y al mismo tiempo para colocar en el centro de la escena, cuando la vía asociativa se detiene, la figura del médico. El compromiso neurótico con el sufrimiento, el recrudecimiento de los síntomas cuando la cura progresa y la transferencia negativa que toma a veces forma de enamoramiento ciego, son pruebas clinicas del poder silencioso que ejerce el super yo. Esta instancia , según Freud tanto más cruel y severa cuanto mayores las renuncias que acepta el yo para satisfacerla, funciona como base de la plataforma teórica que Klein construye para elaborar y transmitir lo que descubre su experiencia clínica con niños. …………………………………………………………………………………………………… …………… 2. La interpretación de los juegos (continuación) Para Klein, la angustia, resonancia en el yo del accionar de la pulsion de muerte, de la vigencia amenazante de su primer representante interno, el super yo precoz, y de la peligrosidad del objeto exterior, es clinicamente localizable. Cuando surge en el curso de una sesion indica la necesidad de la interpretacion, herramienta que abre la via para que fantasias cargadas de sadismo sean puestas en circulacion y la angustia ceda. El juego infantil es equivalente para Klein del relato del sueño y las asociaciones. Su interrupción, sus reiteraciones, sus accidentes, son indicadores clinicos de la angustia, indicadores de una arremetida superyoica, indicadores de un yo sin recursos simbólicos aptos para la doma, recursos que la interpretacion analitica puede poner en funcion, porque propicia la produccion de fantasias, relanza la formacion de sustitutos. La situación analitica enmarca el juego y la figura del analista entra muchas veces en él, personificando imagos aterradoras que prestan figuracion fantasmática al super yo temprano.Al interpretar el analista funciona como parte de la escena del análisis, si bien no siempre se superpone con un personaje del juego. Esa superposición capaz de generar angustia intensa,cuando se produce puede alcanzar un terapéutico decisivo. El intercambio entre el jugar y la interpretacion acompaña y favorece la puesta en acto en la escena o situacion analitica, de fantasias cuyos personajes- encarnados en juguetes, hacen presentes figuras protectoras o temidas, compañeros o enemigos imaginarios. Hacen posible la la descomposición y la puesta en juego de imagos, que resultaban aterradoras por su alta densidad, por su nivel de condensación de los opuestos. La técnica del juego facilita entonces el acceso analítico a configuracionesinaccesibles de otro modo- de objetos internos primarios que traban la fluidez de la simbolización. La continuidad del jugar es para Klein el equivalente fenoménico de la capacidad yoica de tolerar la angustia generada por la simultánea y enloquecedora polaridad de esos objetos que una lógica inapropiable para el yo, torna muy peligrosos o muy idealmente protectores. El pasaje o desplazamiento de la escena del juego a la situación analitica en la que se da el contrapunto juego/fantasía/ interpretación, propicia, dice Klein, la disminucion de la presion superyoica y la modificación de la angustia abre nuevas vías a la simbolización. La exploración y puesta en juego del inconsciente, la deriva de fantasías y la apertura hacia la simbolización son la tarea del análisis. No hay allí, asegura Klein, lugar para la actitud sugestiva o directiva por parte del analista. Si se tiene como indicador la angustia y como herramienta la interpretación, la situación que se crea, plantea Klein en oposición a Anna Freud, con niños o con adultos es analitica y conduce al despliegue de la neurosis de transferencia, al encuentro de las ansiedades más tempranas y a su resolución, único camino por el que se tiende a la cura. En este proceso, una posición realista, prohibidora, orientadora o educativa por parte del analista, rompe las reglas del juego, impide la instalacion de esa situación. El juego como el sueño es para Klein realización de deseo. Para Klein, en el juego, un deseo se realiza, toma forma en escenario, se presenta y revela o confirma su estatuto de deseo inconsciente cuando el niño no puede seguir jugando. Si allí hay lugar y buen entendedor, se instala la situación analítica. Que un deseo se realice en el juego, es en kleiniano correlato de que la fantasía tenga espacio adecuado y suficiente para derivar y promover sustituciones. De ese espacio para la deriva de la fantasía, da testimonio el juego: su despliegue indica que la fantasía es tolerable y que no dispara angustias incontrolables. La angustia interrumpe así como el sueño, el jugar. Cuando Klein presenta su trabajo sobre la personificación en el juego, ” Más allá del principio de placer “ tiene nueve años. Klein comienza interesada dijimos, menos en el contenido mismo del jugar que en sus accidentes. Y así empieza este texto: preguntándose por qué algunos juegos infantiles en sesión en lugar de abrir el camino hacia lo inconsciente lo cierran. Es una pregunta práctica:¿ por qué ciertos pacientes no pueden usar ese recurso que ofrece el juego: la personificación? ¿por qué en lugar de jugar algunos niños ejecutan acciones monótonas o reiterativas? ¿por qué se clausura el juego y con él, la superposición de la escena analítica con la otra escena? ¿Qué obstáculos es preciso suponer en esos casos en el registro de la fantasía? ¿Por qué el territorio de la fantasía no es apto en esos casos para que se realice en él, con él , esa operación liberadora, productiva, conectora, que es la personificación? Esta es la pregunta que formula el texto al que apelamos para saber qué dice Klein cuando habla de personificación en el juego. La personificación según la concible Klein es un recurso yoico que está en la base del juego y de la trasnferencia analítica misma.Y este modo de plantear la cuestión confirma lo que vimos en la primera clase: la exploración del inconsciente no apunta para Melanie Klein a una traducción del contenido del juego o del sueño o del decir, intenta abrir el camino allí donde una inhibición , una imposibilidad, traba la puesta del inconsciente en juego. Es que la personificación permite poner en los objetos reales las imagos a circular y con esa circulación a desgastar o pulir el carácter extremo y mutante de las imagos primeras que mágica y vertiginosamente pueden ser idealmente bondadosas o extremadamente destructivas. El corazón de las personificaciones dice Klein es impersonificable y clínicamente coincide con el lugar al que va a caer el analista cuando la transferencia negativa alcanza un nivel extremo. Allí lo clínicamente adecuado es que el analiste logre una vez más ser receptor de fragmentos, trozos de imagos proyectadas y recomenzar. La capacidad de jugar es no sólo indicador de un yo que tolera las fantasías que se le presentan sino un indicador del funcionamiento de este recurso que permite al yo enhebrarlas y ponerlas a derivar . El jugar, esa puesta en obra de la personificación, muestra cómo las imagos se descomponen, pierden su carácter compacto y contradictorio, enloquecedor , muestra que la fantasía tiene espacio y posibilidad de despliegue. Al mismo tiempo la continuidad del jugar posibilita y propicia la formación de novedosas sustituciones y el avance de la simbolización que es vital para el desarrollo del yo. En el juego infantil Klein ve operando esto que le parece esencial no sólo para pensar la clínica infantil sino también para pensar el trabajo analítico con pacientes adultos: el recurso a la personificación es una posibilidad que se presenta al yo de descomponer escenas condensadas, de abrirlas y permitir desplegarse a partir de ellas figuras menos angustiantes por menos monolíticas y contradictorias. Los objetos personajes, diversifican, fragmentan, y aportan así al debilitamiento del carácter extremo y amenazador del mundo temprano. El jugar y su despliegue en la cura, dan la mejor imagen de lo que sería deseable que ocurriera en el curso del desarrollo del proceso de formación de símbolos. La multiplicidad de los personajes del juego permite la diversificación que alivia de la angustia extrema generada por compacidad de las imagos, posibilita su apertura, descomposición y desgaste (este desgaste figurativo que es análogo al desgaste del sadismo). Ubicación de algunos textos de Klein en relación con la publicación y circulación de los trabajos de Freud. Tal vez resulte útil esta comparación para tener una idea acerca de qué noticia podía tener Klein de Freud cuando estaba escribiendo sus textos y viceversa. Freud 1913 Totem y Tabú 1914 El Moisés 1917 Duelo y melancolía 1919 Más allá del PP Pegan a un niño 1921 Psicología de las masas y análisis del yo 1923 El yo y el ello 1924 Homenaje a Abraham 1925 La negación 1926 Inhibición, síntoma y angustia 1927 El porvenir de una ilusión Fetichismo El humor 1928 1929 El malestar en la cultura 1931 Sobre la Sexualidad Femenina 1932 Conferencia 32(Angustia y vida pulsional) Conferencia 33(La feminidad) 1933 Homenaje a Ferenczi Por qué la guerra 1935 Klein . El desarrollo de un niño .Análisis temprano .Principios psicológicos del análisis infantil. .Simposium sobre análisis infantil .Tendencias criminales en niños normales .Estadíos tempranos del conflicto edípico. . La personificaciónen el juego de los niños .La importanciadelaformación... .Una contribución a la teoría sobre la inhibición intelectual. .El desarrollo temprano de la conciencia en el niño .Contribución a la psicogénesis de los estadosmaníacodepres. 1937 Análisis terminable e interminable Construcciones en psicoanálisis 1938 El aparato psíquico y el mundo exterior El mundo interior (dos capítulos de Esquema del psicoanálisis) Las escisiones Lo que el psicoanalisis llama conciencia moral, afirma Klein, es el resultado de un proceso de modificaciones, que lleva del super yo precoz de las primeras introyecciones al funcionamiento del super yo tal como lo presenta la identificación postedípica. Ese desarrollo parte de la vigencia de la angustia persecutoria, se llama formación de símbolos y es paralelo al proceso que va de la imago de los padres acoplados a la figura de los padres cuando se llega a la puerta de salida del complejo de edipo. Vimos funcionar la escisión casi al comienzo, cuando simultáneamente a la salida del sadismo al exterior, vimos dividirse Ello y separarse a la manera de una cápsula tanática el núcleo del super yo precoz. Ese mismo recurso, la escisión, dijimos, disocia al mismo tiempo al objeto. La escisión opera simultáneamente en el interior del aparato, creando el super yo tanático que queda a la espera de introyecciones y en el exterior disociando- en este tiempo en que la omnipotencia del pensamiento da estatuto de realidad a las imagos y las fantasías tempranas- al objeto prototípico, en persecutorio e idealizado. Nuca, dice Klein, perderá del todo ese carácter. Si pensamos la escisión, no cuesta mucho ver allí, aunque polarizada, la tendencia a disgregar, a fragmentar con la que caracterizábamos al accionar inicial de la pulsión de muerte en el aparato. Pero vimos cómo cuando ese accionar es noticia para el yo, ansiedad de aniquilación, éste puede transformar ese peligro en recursos defensivos que apuntan a asegurar la integridad del aparato. Por lógica esos recursos tempranos como la expulsión y la escisión van a conservar el carácter disgregador de tánatos pero están puestos en acción con el fin de preservar de tánatos al aparato y al yo. Y por su proximidad con la fuerza tanática son recursos que ponen en riesgo la continuidad de la vía a la simbolización. Ahora bien, cuando el proceso de formación de símbolos está ya funcionando regularmente y la figura temida de los padres haya sufrido las modificaciones que la aproximen a los padres reales, la escisión- ahora en otro nivel, en otro espaciovolverá a ser operación central. No apuntará esta vez al objeto, sino al yo mismo, que siente sacudida su estructura. Una vez más la escisión es recurso que divide para abrir el camino a la integración, porque por su intervención, el yo , si es capaz de tolerar la ansiedad depresiva, podrá descubrirse a la vez capaz de odiar y amar a un mismo objeto. Las dos corrientes pertenecen y son reconocidas propias por el yo, que se descubre dividido. Aquí la escisión marca la entrada de la ambivalencia. Con esta modificación pierde en gran medida su virulencia temprana el mundo exterior y emerge desde el suelo del mundo interno- trabajado ya por la simbolización y sus consecuencias- la semilla de la responsabilidad. Conflicto edípico y posición depresiva (Nota: Antecedentes teóricos en relación a la aparición precoz de la culpabilidad son rastreables en la noción de “moral esfinteriana” que Ferenczi presenta como precursor fisiológico del super yo a nivel de los impulsos uretrales y anales y también en la idea de Abraham de que la culpa nace en la fase anal sádica y deriva de la angustia oral canibalística) De la figura combinada a los padres reales El primer texto para trabajar la concepción kleiniana del complejo de edipo será “Estadíos tempranos del conflicto edípico” de 1928. El otro es cuatro años posterior y se llama “Primeros estadíos del conflicto de Edipo y de la formación del Super Yo”. Vamos a leer ambos trabajos. Edipo precoz Desde sus primeros escritos Klein afirma que las tendencias edípicas comienzan temprano. Al comienzo del segundo año de vida se observa que los niños se inclinan preferentemente por la figura parental del sexo opuesto. Klein remonta el origen de las tendencias edípicas a la frustración oral, al destete. La significación retaliativa que toma la experiencia más temprana con el pecho hace que la frustración se instale- y con ella el destete- muy precozmente, en el marco de las fantasías paranoides y la tendencia a la escisión. El camino que conduce al posicionamiento ante la castración comienza con la frustración oral y su inicio queda ligado a la imago de los padres acoplados y a las experiencias de lactancia y primeros cuidados corporales. Según afirma Klein, en los estratos más profundos del inconsciente, es la figura materna la temida cuando se trata de la castración. En cuanto a la culminación del complejo, y la relación de su resolución con el punto de desarrollo más alto que alcanza el super yo, Klein no cuestiona ninguna de las hipótesis freudianas. No discute que el desarrollo final del super yo coincida con el final(aquí tal vez sea útil distinguir y relacionar resolución del complejo de Edipo y elaboración del duelo y el texto freudiano sobre la negación resultaría un buen ordenador para esto) del conflicto edípico, pero esto no le impide postular la vigencia precoz y conflictiva de las tendencias edípicas, tendencias cuyo procesamiento y cuyos destinos corren parejo y se entrecruzan con el desarrollo que lleva del super yo temible temprano a lo que llamamos conciencia moral que coincide con el despliegue del proceso de formación de símbolos. Estadíos tempranos del conflicto edípico Hacia 1927/8 Klein presenta el conflicto edípico como el punto culminante de una danza de quites que conjuga oralidad analidad y falicidad. El corte que representa el destete (frustración que resulta del retorno retaliativo) recibe el espaldarazo de la exigencia que impone el aprendizaje de los hábitos higiénicos y termina de tomar forma con el descubrimiento que confirma la diferencia sexual anatómica. El conflicto edípico es entonces un precipitado de faltas que instala culpa retroactiva. Para Klein ya en el marco de las escenas más tempranas dominadas por el sadismo temprano en plena oralidad y analidad, se ubican en el marco de la parcialidad la angustia de castración y el sentimiento de culpabilidad. Se ve entonces surgir el conflicto edípico en el escenario esquizoparanoide- dominio del sadismo temprano de modo que la trama triangular aparece ya prefigurada en el espacio de los objetos parciales. Cuando surge la imago de la figura combinada se produce una primera ecuación que introduce a los padres edípicos en el marco de una ecuación: el pecho es en el marco de las primeras operaciones defensivas ecuacionado por niños y niñas con el pene. Por modificaciones sucesivas esta imago, impronta del edipo, toma la forma de una soldadura pecho/pezón- pene/vagina. Y la forma más elaborada que alcanza esta imago de la figura combinada es una escena en la que los padres en comercio sexual constante excluyen tiránicamente al sujeto del saber sexual y de la gratificación.La angustia de castración surge como vuelta contra el yo de un movimiento intrusivo que Klein vincula al impulso epistemofílico y es vivido como el peligro desatado por un movimiento de incursión violenta, penetración y exploración del interior del cuerpo materno, esa primera realidad irreal que es dice Klein la fuente última de toda ecuación, simbolización y sublimación. Esos contenidos son fantasmáticamente arrancados, destruídos, poseídos.El interior del vientre materno contiene el pene del padre, niños, objetos parciales. La vuelta retaliativa del ataque a esos objetos, ataque que está conectado con el impulso epistemofílico toma para el varón la forma de una amenaza de mutilación del pene y para la niña de una amenaza de destrucción y envenenamiento y de robo de los hijos que guarda en su propio interior. Freud afirmaba hacia l93l que el germen de la paranoia en la mujer se encontraba en la angustia de ser devorada por la madre y esto coincide con la idea que tiene Klein del contenido de la angustia de castración en la niña. Y Klein sostiene además que es común a ambos sexos el atravesamiento de una fase femenina del edipo en la que la madre funciona como rival y tanto el varón como la niña anhelan ocupar su lugar, se desea poseer, ser capaz de alojar los hijos y el pene del padre que su vientre contiene. Mandar hacia casi el inicio de la vida la angustia de castración, hacerla coincidir con la ansiedad retaliativa, plantear para ambos sexos la vigencia de una fase femenina, son novedades kleinianas a las que se agrega la idea de que tanto en uno como en otro sexo coexisten simultáneamente edipo positivo y edipo invertido. Así, la niña , además de desear despojar a la madre de sus contenidos, la ama y se identifica con ella, y el varón ama y se identifica con el padre a la vez que desea excluir, eliminar y despojar a la madre de los órganos de la concepción ( pene del padre, pecho) y la fuente del alimento. Del interjuego y la simultaneidad de edipo positivo y negativo resulta una confluencia de figuras amadas y odiadas que conduce, en el mejor de los casos, a la configuración de un objeto interno único hacia el cual se dirigirán simultáneamente amor y odio. Cuando este panorama se presente ya habrá que reconocer el tiempo y el territorio de la ambivalencia – odio y amor simultáneamente dirigidos a un objeto, que se logra a expensas de una división del yo - y del sentimiento de culpabilidadmodalidad depresiva de la ansiedad - que deriva de la asunción por el yo de los estragos llevados a cabo fantasmáticamente por el sadismo en el tiempo en que la fantasía es lo que hay de realidad para el yo. Ambivalencia y sentimiento de culpabilidad son , dice Klein los indicadores de los inicios de la posición depresiva. El conflicto edípico funciona como bisagra entre las posiciones , como horma que da el fondo sobre el cual se produce el pasaje- veremos que nunca irreversible- de una a otra posición. Y es marco de modificaciones centrales: la angustia cambia de cualidad, el objeto cambia de estado y las defensas que el yo implementa cambian en intensidad y virulencia. El yo precoz había enfrentado a los amenazadores objetos parciales con recursos extremos, masivos, automáticos: la escisión, la idealización y el constante juego introyección proyección. El yo que va encontramos en el tramo final del edipo, es amenazado por una angustia ligada a la necesidad de devolver cierta integridad al objeto hecho pedazos por el sadismo temprano, esa angustia más cercana a lo depresivo, lo impulsa a intentar reparar a un objeto que además se presenta ahora, no sólo como perseguidor o idealizado sino como un objeto menos polarmente dividido, un objeto a la vez odiado y amado. De esta relativa unidad del objeto- que estructuralmente es necesaria para favorecer una identificación constituyente del yo – unidad hacia la cual tienden la reparación, y la invariable introyección/ proyección, y contra la cual atenta un recurso defensivo peligroso que es la negación maníaca – dependerá el alcance de la integridad yoica , integración siempre precaria y vacilante que comienza a perfilarse en los inicios de la posición depresiva. Culpa o ansiedad depresiva o angustia depresiva, intentos de reparar las secuelas del sadismo y momentos de negación maníaca nos permiten una imagen del yo en los inicios de la posición depresiva. Es el tiempo en que se abre la vía del duelo y la elaboración, vía que venía ya promovida por la formación de símbolos, que propició y acompañó la transformacion de las extremas ansiedades tempranas en la productividad fantasmática y sustitutiva que caracteriza a las neurosis, territorio centrado en la reparación y sus dificultades, territorio cuyas raíces se hunden, no obstante, en las extremas ansiedades iniciales. -----------0-----------