Cuando un niño tiene fiebre, ¿qué se debe hacer? La fiebre es un síntoma común a muchas dolencias ya es una reacción natural del organismo que lucha para dominar la enfermedad. La fiebre es una reacción defensiva del organismo muy efectiva, y por tanto en principio no tiene por qué ser mala. El sentido de la fiebre reside en la protección del sistema inmunitario frente a su lucha contra los agentes patógenos que provocan las enfermedades. No obstante, se debe saber cuándo hay que tratar una enfermedad que se manifiesta por fiebre y cuándo visitar al médico. A menudo se debe reducir también la temperatura corporal con medidas físicas y medicamentos. ¿Qué es la fiebre? El término "fiebre" proviene del latín "febris" y originalmente se refería a un aumento de la temperatura corporal por encima de los 38 ºC. La fiebre suele ser resultado de una infección por agentes patógenos tales como virus o bacterias. Con menos frecuencia, también puede haber fiebre en caso de enfermedades autoinmunes u otros procesos menos frecuentes. Por lo general, la fiebre tiene cuatro etapas: la fase de ascenso de la temperatura, la del pico de temperatura más elevada, la de disminución de la fiebre y la de remisión. Cuando sube la fiebre, se siente frío y pueden sentirse escalofríos, y cuando baja la fiebre predomina la sudoración. La fiebre ayuda al sistema inmunitario a combatir los agentes patógenos. Solo debe reducirse la fiebre cuando es tan elevada que causa notables molestias generales. ¿Cómo se origina la fiebre? El aumento de la temperatura corporal potencia la actividad del sistema inmunitario. Así, el organismo intenta perder el mínimo calor posible, y estrecha los vasos sanguíneos de la piel, las manos y los pies. Además, pueden sentirse temblores musculares (escalofríos), con los que el cuerpo se empieza a calentar. Puesto que las defensas de los niños todavía no han tenido mucho contacto con agentes patógenos, su cuerpo reacciona ante las infecciones por medio de la fiebre con más frecuencia e intensidad. ¿A partir de cuándo se trata de fiebre? La temperatura corporal normal ronda los 37 °C. Entre los 37,5 y los 38ºC, se habla de una temperatura ligeramente elevada, temperatura subfebril o febrícula. La fiebre comienza a partir de los 38 °C. Se habla de fiebre muy alta en los niños a partir de los 39 - 40 °C. La fiebre suele aparecer muy a menudo con resfriados y enfermedades infantiles. afortunadamente la mayoría de las veces banales, pero también puede ser originada por infecciones más severas. Tras las vacunas habituales de la infancia, también es posible que aumente la temperatura o que haya una fiebre moderada transitoria. ¿Cómo se toma la fiebre en los niños? La manera más exacta de tomarla es por vía recta, es decir en el ano. También se recomienda tomarla en el conducto auditivo con un termómetro de oído, aunque los resultados suelen ser unos 0,5º C inferiores a cuando se toma en el ano. La temperatura que se toma a nivel de las axilas es más imprecisa. Por lo general, los termómetros digitales son los idóneos, puesto que el tiempo de medición es mucho menor que con los desechados termómetros de mercurio. La fiebre puede impedir el desarrollo de una enfermedad La fiebre no es una enfermedad en si misma, es solo un síntoma. Aunque puede ser una señal de que existe una enfermedad latente o manifiesta y de que las defensas trabajan en situación de stress. Puede que el niño tenga fiebre alta durante todo un día o una noche, que al día siguiente esté bien de nuevo y que la enfermedad no llegue a manifestarse. ¿Es necesario bajar la fiebre? No existe una temperatura concreta a partir de la cual se considere la fiebre como grave. Por tanto, no pueden hacerse recomendaciones comunes sobre la utilización de medios para bajar la fiebre. Una temperatura corporal elevada requiere de mucha energía, por eso muchos niños con fiebre se sienten débiles y cansados. Por lo general, suele ser mayor motivo de preocupación un niño apático, postrado o poco activo con una fiebre moderada, que un niño muy espabilado y activo con fiebre muy alta. Los padres deben bajar la fiebre en las siguientes circunstancias: En niños con temperaturas muy elevadas (más de 39 ºC en lactantes ó más de 40 ºC en niños mayorcitos). Cuando exista afectación del estado general. Cuando el niño se encuentre apático, cansado y poco activo. Cuando existan síntomas molestos asociados tales como dolor de cabeza, dolores óseos o musculares. Cuando el niño tenga antecedentes de espasmos o convulsiones febriles. En niños con enfermedad cardiopulmonar o neurológica subyacente. Cuando el niño parece cada vez más agotado por la fiebre alta y por lo tanto no puede beber lo suficiente. ¿Cuáles son las medidas para bajar la fiebre? Para combatir la fiebre en el niño, se dispone esencialmente de dos medidas: el empleo de medicamentos que bajan la temperatura corporal (antitérmicos o antipiréticos) y el empleo de medidas físicas de enfriamiento del niño con el mismo fin. Entre los medicamentos antitérmicos o antipiréticos, los más usados son el paracetamol y el ibuprofeno, de los cuales existen preparados tanto en jarabes como en comprimidos, que pueden adquirirse en la farmacia sin receta. Pida consejo cuando vaya a comprarlas. Los medicamentos que contienen ácido acetilsalicílico, ampliamente usados como antitérmicos en tiempos pasados, no deben suministrarse a los niños puesto que se ha descrito que en asociación con determinados virus pueden desencadenar una enfermedad muy grave (Síndrome de Reye). Las medidas físicas antitérmicas consisten en mantener un ambiente térmico en la habitación en torno a los 20-22 ºC manteniendo al niño casi desnudo o con muy poca ropa, lo que facilitará la eliminación de calor por irradiación. El no abrigar en exceso a los niños febriles se ha incorporado afortunadamente al saber popular desterrando así las viejas creencias de tapar siempre a los niños con fiebre. La única indicación para el arropamiento del niño con fiebre es en caso de temblores y escalofríos al menos hasta que estos desaparezcan. Los baños con agua tibia favorecen la pérdida de calor por conducción desde la piel del niño al agua que está a una temperatura más baja. La aplicación de esponjas o paños húmedos empapados en agua tibia es todavía más eficaz que los baños por inmersión ya que favorecen la pérdida de calor por evaporación desde la piel. En ambos casos se aconseja que la temperatura del agua esté unos 5-7 ºC por debajo de la temperatura corporal, es decir, a unos 32-33 ºC y la duración del baño de unos 30 minutos. Las fricciones con alcohol están desaconsejadas porque producen vasoconstricción periférica que dificulta la pérdida de calor y porque el alcohol puede tener efectos tóxicos a través de su absorción a través de la piel. Es aconsejable emplear las medidas físicas antitérmicas en niños con fiebre pero siempre asociadas a los medicamentos antitérmicos ya que el efecto es mayor cuando se combinan ambos procedimientos que cuando se utilizan solo los medicamentos para bajar la fiebre. ¿Cuáles son los cuidados generales del niño con fiebre? Se recomienda alimentar al niño de forma ligera y ofrecerle muchos líquidos ya que durante el proceso febril el organismo pierde líquidos lentamente a través del sudor. Se recomienda tomar bebidas ligeras para proporcionar al cuerpo los líquidos y minerales suficientes. Para contrarrestar la pérdida de líquidos, por cada grado centígrado que supere los 37, se debe tomar al día alrededor de medio litro de líquido aparte del que se suele beber habitualmente. En caso de fiebre se recomienda el reposo, aunque no necesariamente en cama. Así, el esfuerzo se reduce y el cuerpo puede dedicar la energía para defenderse ante la enfermedad. ¿Se debe llevar al niño al médico cuando tiene fiebre? La cuestión de llevar al niño al médico o no, dependerá de cómo se encuentre. En este caso, la experiencia de los padres será fundamental. Los padres inseguros y angustiados que sientan que el niño está enfermo siempre deberán llevarlo al médico. Se debe consultar al médico sin falta si el niño: Presenta fiebre alta durante más de tres días seguidos. No bebe lo suficiente, lo vomita todo o tiene diarrea muy líquida, ya que existe riesgo de deshidratación. Presenta un cansancio, debilidad y desfallecimiento prolongados. Tan sólo tiene tres meses de edad o menos. Siente fuertes dolores de cabeza o el cuello rígido, por lo que el niño no deja que le inclinen la cabeza hacia delante. Ya está recibiendo un tratamiento con antibióticos, pero sigue teniendo fiebre dos días después. Parece más enfermo, débil y adormecido en el plazo de pocas horas. Es decir, cuando su estado empeora rápidamente. Cuando presenta convulsiones febriles. ¿Qué pueden hacer los padres para que el niño febril esté bien? Un niño con fiebre no tiene por qué quedarse necesariamente en cama, si es que prefiere jugar. Ese suele ser un síntoma de mejora. Tan sólo es importante que el niño lleve suficiente ropa cálida, pero sin excederse. El niño no debe sudar. Por ello, se deben evitar los esfuerzos corporales y el deporte. Un niño muy enfermo y con fiebre alta no tiene ganas de practicar ciertas actividades. Debe permanecer tranquilo para no desperdiciar innecesariamente más energía. Lo mejor que se puede hacer es observar cómo evoluciona su estado. Los niños con fiebre pierden muchos más líquidos que cuando su temperatura es normal, por tanto, deben beber mucho. Resulta útil ofrecer bebidas a menudo y estimularlo para que beba. Mientras el niño beba bien, la falta de apetito que suele acaecer durante la fiebre resulta inofensiva, al menos mientras dure tan sólo unos días. La fiebre no es una enfermedad autónoma, sino un síntoma de enfermedad. En la mayoría de las ocasiones, la causa es una infección vírica o bacteriana. Una temperatura corporal elevada ayuda a las defensas en su lucha contra los agentes invasores. No existen recomendaciones generales que indiquen a partir de qué temperatura se deben utilizar medicamentos para bajar la fiebre. Cuando su hijo parezca muy enfermo o le preocupe su estado, es mejor que lo lleve a su médico. Sin embargo, es importante que beba bastante mientras tenga fiebre.