Las responsabilidades de los profesionales con el medio ambiente

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LAS RESPONSABILIDADES DE LOS
PROFESIONALES CON EL MEDIO AMBIENTE
ADA.C CONSULTORES
La responsabilidad del profesional para con su entorno y la salud de los demás está actualmente
tipificada tanto por vía administrativa y civil como penal.
La Constitución española, en su artículo 45, recoge el derecho al disfrute de un medio ambiente
adecuado para el desarrollo del ser humano, así como el deber de conservarlo. Este mismo
artículo obliga a los poderes públicos a velar por la conservación y control del medio ambiente. De
este derecho constitucional se derivan las legislaciones penal, administrativa y civil que forman el
cuerpo legislativo actual en el que desarrollamos nuestras actividades.
Responsabilidad Administrativa
El incumplimiento de cualquier norma ambiental, de ser detectada, trae asociada una actuación
administrativa del órgano ambiental competente estatal, autonómico o municipal. Estas
actuaciones pueden ser de dos tipos: sancionadoras o de control de la actividad (licencias,
autorizaciones, inspecciones o concesiones). La actuación administrativa suele traer como
consecuencia una responsabilidad civil asociada a la falta y una obligatoriedad de adoptar medidas
que impidan la comisión futura de la falta. Cuando la administración medioambiental incoa un
expediente administrativo y sanciona a una empresa, suele imponer la multa que corresponda a la
tipificación de la falta, además suele solicitar una determinada suma de dinero por daños y
finalmente suele imponer unas prescripciones técnicas que impidan i/o reduzcan el riesgo de
cometer la misma falta.
La acción administrativa va dirigida habitualmente contra la sociedad, no contra sus directivos, y la
responsabilidad administrativa y civil consiguiente suele normalmente recaer en la empresa.
A modo de ejemplo, destacamos los planes de descontaminación gradual (PdG) que utilizan
algunas comunidades autónomas. Estos planes vienen a consensuar la posición del empresario y
de la administración cuando el primero está, normalmente, emitiendo a la atmósfera o vertiendo a
cauce público por encima de los límites establecidos legalmente, y suponen el compromiso de la
empresa de reducir su contaminación hasta los límites legales en un determinado periodo de
tiempo. Estos debatidos planes se encuentran actualmente en litigio puesto que pudieran incurrir
en delito ecológico al permitir sobrepasar los límites legales de vertido durante cierto tiempo.
Las leyes ambientales y la Ley de Procedimiento Administrativo recogen el procedimiento
sancionador y el procedimiento de defensa que tiene el expedientado. Una vez agotado este
procedimiento, el expedientado puede recurrir mediante procedimiento contencioso administrativo
ante el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Autónoma y posteriormente se puede apelar
la sentencia de éste ante la Sala Tercera del Tribunal Supremo. Por último, contra la sentencia de
éste se puede recurrir en revisión ante la Sala Especial del Tribunal Supremo.
Responsabilidad Civil
Todo hecho humano que produzca daño a otros obliga a aquel por culpa del cual ocurrió a resarcir
a éstos. La responsabilidad es la obligación legal que tiene una persona de reparar cualquier
menoscabo, daño o pérdida causados a un tercero. Esta responsabilidad civil, en el caso de daños
al medio ambiente, está integrada dentro de la denominación extracontractual, ya que no media
una obligación contractual y puede estar provocada por un acto ilícito y tipificado en la ley penal.
Esta responsabilidad sería la derivada del delito ecológico.
La responsabilidad civil nace del artículo 1.902 del Código Civil, que dice: “El que por acción u
omisión causa daño a otro interviniendo culpa o negligencia, está obligado a reparar el daño
causado".
Este artículo nos da la clave jurídica de actuación dentro del campo civil por la que una empresa
está obligada a prevenir los daños, graves o leves, al medio ambiente y además en caso de que
los produzca, independientemente de las acciones penales o administrativas, está obligada a
resarcir de los daños causados.
Un encauzamiento efectivo de esta responsabilidad es el Anteproyecto de Ley de
responsabilidad civil derivada de actividades con incidencia ambiental, que establece un
régimen objetivo de responsabilidad en el que se garantiza la reparación efectiva de todos los
daños y del medio ambiente deteriorado, incluso en los casos en que no se hayan producido como
consecuencia de causas accidentales.
En cualquier caso, es evidente que los riesgos ambientales son un elemento más del
funcionamiento de las actividades industriales que, al igual que otros riesgos como los financieros
o patrimoniales, pueden ser objeto de identificación, evaluación y cuantificación mediante
parámetros y reglas objetivas de no muy difícil aplicación, con la finalidad de eliminar los daños de
contaminación o, al menos, de reducir sus posibles efectos negativos.
Responsabilidad Penal, el delito ecológico
La responsabilidad penal no puede ser imputada a la empresa, ya que nuestro ordenamiento
jurídico y en concreto en el Nuevo Código Penal se impide responsabilizar de actos delictivos a
organismos colectivos o personas jurídicas. La responsabilidad penal es directamente imputable a
las personas que se responsabilizan de las acciones de las empresas. Por tanto, el delito
ecológico, fruto de un delito tipificado en el Código Penal de 1995, se atribuye a los
administradores o directivos de las empresas y su responsabilidad no puede ser transmitida a la
empresa. Es decir, la empresa no va a la cárcel, va el directivo.
La naturaleza jurídica de este tipo penal se ha configurado como un delito de riesgo o peligro, es
decir, que exige para que se produzca dicho delito un resultado consistente en la existencia de un
peligro concreto y además grave. Se necesita por tanto acreditar con pruebas, no la existencia de
un daño para el medio ambiente, sino la existencia concreta de un peligro para dicho medio. El
requisito de la gravedad introduce, desde luego, un elemento valorativo y subjetivo por parte del
tribunal que es difícil que pueda estar previamente definido, ni siquiera por la jurisprudencia.
Podemos decir que para que exista el delito ecológico, tal y como se define en el artículo 325, se
tienen que dar los siguientes elementos:
-
Provocar o realizar algunas de las conductas de contaminación o alteración del medio.
Que se produzca un peligro o riesgo grave para los ecosistemas o la salud.
Que se hayan contravenido normas de protección ambiental.
Siendo elementos agravantes:
a) Que la industria o actividad funcione clandestinamente, sin haber obtenido la preceptiva
autorización o aprobación administrativa de sus instalaciones.
b) Que se hayan desobedecido las órdenes expresas de la autoridad administrativa de corrección
o suspensión de las actividades tipificadas en el artículo anterior.
c) Que se haya falseado u ocultado información sobre los aspectos ambientales de la misma.
d) Que se haya obstaculizado la actividad inspectora de la administración.
e) Que se haya producido un riesgo de deterioro irreversible o catastrófico.
f) Que se produzca una extracción ilegal de aguas en período de restricciones.
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