Fuera de Ruta El estrés en la salud, una ecuación peligrosa Ma. Del Carmen Castro V.* Vengo en el camino a la oficina pensando en resolver lo prioritario e importante del día, pero al llegar ya estoy en tres asuntos diferentes y pensando en un cuarto y a veces un quinto asunto pendiente para el día siguiente. La semana se acaba y hay que tomar tiempo de los días de descanso para reponer un poco el atraso. Me encanta mi trabajo, pero el estrés que se genera día con día, a veces lo vuelve más cansado. Cotidianamente escuchamos decir “ando muy tensa”, “estoy muy estresado”, “no he dormido bien”, “estoy abrumada”, “estoy preocupado”, en fin, lidiamos con una carga de estrés diario, que por ser cotidiano, aprendemos a soportar un límite mucho más alto que deja de ser benéfico para mantener la energía y la creatividad. Aquí se vuelve una conjunción peligrosa para la salud. Hans Selye, médico pionero en el estudio del estrés desde la década de los 30, observó en sus experimentos con ratas cómo al ser sometidas a condiciones extremas en el laboratorio, presentaban atrofia del sistema linfático y desarrollaban ulceras gástricas. Después observó que pacientes con distintas enfermedades, compartían síntomas similares como el cansancio, insomnio, depresión, ansiedad, gastritis, hipertensión, entre otras, lo que llamó Síndrome de Adaptación General (SAG), también conocido como síndrome del estrés, proceso bajo el cual el cuerpo enfrenta fuertes demandas y condiciones extremas de adaptación. Actualmente se sabe que el cuerpo produce el estrés a través de tres etapas: 1ra. cuando hay una “señal de alarma”, el cuerpo se prepara para “la defensa o la huída”. No obstante, ningún organismo puede mantener esta condición de excitación, por ello pasa a la 2da., que permite sobrevivir a la primera, construyendo una resistencia, tratando de adaptarse a las nuevas demandas. Pero, si la duración del estrés es prolongada, el cuerpo entra a una tercera etapa que es de agotamiento; una forma de envejecimiento debida al deterioro del organismo por mantener constante el desgaste que durante la resistencia conduce a un estado de gran deterioro y pérdida de las capacidades fisiológicas. Cotidianamente sometemos y a veces abusamos de nuestro cuerpo para continuar funcionando, haciendo frente a las demandas en el trabajo, de la familia, de la sociedad, e incluso de uno sobre sí mismo, y a mediano o largo plazo, el organismo nos pasa la factura. Se ha estudiado cómo el trabajo es un fuerte estresor para la salud de las personas; vivimos en un país con fuertes problemas de desempleo, de bajos salarios y vemos los embates a la normatividad sobre la seguridad social (jubilación), por lo que nuestras preocupaciones aumentan. El estrés laboral se conceptualiza como el conjunto de demandas que influyen en el desempeño del organismo del trabajador, con la participación de agentes estresantes lesivos derivados directamente del trabajo o que con motivo de éste, pueden afectar la salud. Por ejemplo, se ha encontrado una cercana relación entre estrés e hipertensión, diabetes y cáncer. Se ha observado, a través del monitoreo de los indicadores vitales, que los procesos fisiológicos del cuerpo se alteran y afectan el funcionamientos orgánico. Si a esto le sumamos la falta de ejercicio, de tiempo libre y de relajación, de una alimentación equilibrada y sobrepeso, estamos ante un panorama poco promisorio en términos de salud y de calidad de vida. Es obvio señalar entonces que la clave para afrontar el estrés es incorporando prácticas saludables, si de todas maneras este abrumador ritmo no tiene miras de bajar, los sonorenses seguirán muriendo principalmente por enfermedades cardiovasculares, tumores y diabetes, enfermedades de la modernidad. *Profesora-Investigadora del Programa Salud y Sociedad de El Colegio de Sonora, [email protected].