Los hábitos alimenticios saludables ayudan no sólo a crecer bien, sino también a crecer fuerte y con el peso ideal. En edad escolar los pequeños necesitan alimentarse bien, no tan sólo para lograr la relación ideal peso-salud, sino también para rendir de la mejor manera posible en el colegio. El niño no cambia sus hábitos alimentarios de un día para otro. Se trata de un proceso lento que puede durar meses y en el que es posible que el niño coma menos. Se trata de aportar alimentos que permitan recibir las calorías y los nutrientes necesarios para que su actividad diaria y rendimiento escolar no se vean afectados. Para conseguir todo lo que vemos en la pirámide nutricional hay que actuar en la comida más importante del día: el desayuno que debe de ser nutritivo para evitar la fatiga y comer alimentos saludables a media mañana. Los alimentos como lácteos, grasas , frutas y cereales, mediante una rica mezcla entre todos, hacen del desayuno una deliciosa primera comida. Las frutas, antes o después de la comida, siempre traerán beneficios para la salud y un correcto crecimiento, aportándole vitaminas del grupo A, B y C, fortaleciendo el sistema inmunológico. La agencia española de seguridad alimentaria y nutrición (AESAN) reconoce que la población infantil es un grupo vulnerable a desequilibrios nutricionales. Aporte energético: La comida debe aportar el 35 % de la energía total de las necesidades diarias. Perfil Calórico: Se recomienda en el menú que la grasa aporte más del 3035% de la energía. Las proteínas un 12 15% del contenido calórico y el resto de los hidratos de carbono. Perfil lipídico: Las grasas saturadas no deben de aportar más de 10% de la energía total. Aporte de micronutrientes como vitaminas y minerales: Se deben incluir a diario. Ante el problema de muchos padres es importante la alimentación que prime la calidad en vez de la cantidad y usar técnicas agradables alrededor de la mesa. Hacer participe al niño de la preparación. Crear un hábito de alimentación. Fortalecer la autonomía. Comer en familia. Hacer de la comida un momento de relajación. Evitar llevar a la mesa juegos y ver la televisión. No hacer una comida nueva si no le gusta. Reconocer cualquier avance a la hora de la comida. No hacer caso si se porta mal. Ser paciente, firme y constante. Dos tipos: Liberación inmediata y liberación prolongada. Efectos secundarios más frecuentes: › Perdida de apetito. › Retraso en la conciliación del sueño. Estos efectos secundarios suelen desaparecer reduciendo la dosis aunque generalmente disminuyen con el tiempo. Si el niño se siente inapetente después de tomar el medicamento, dale la dosis después del desayuno. Como probablemente no tenga apetito a la hora del almuerzo, compensa con una buena cena por la noche y ten siempre a mano bocadillos nutritivos de bajas calorías. Si la inapetencia se prolonga, el médico deberá decidir si se rebaja la dosis o suspende el medicamento, por ejemplo, los fines de semana. La quina es una sustancia completamente natural que proviene de la corteza de un árbol llamado quino. Tiene varios usos medicinales, como tónico digestivo, antipirético (calma la fiebre) y antiséptico. Posee excelentes propiedades para estimular el apetito. Los preparados de quina suelen ser administrados a partir de los 2 años de edad y acompañan su composición con sustancias muy nutritivas, como la jalea real, que aportan vitaminas, minerales y oligoelementos. La quina nunca debe de sustituir a una dieta equilibrada y variada. ¿Que debe de incluir un menú equilibrado? Los niños en edad escolar tienen unos requerimientos nutricionales muy exigentes por varios motivos: › Desarrollo físico y crecimiento › Esfuerzo intelectual. › Actividades extraescolares. › Hiperactividad. Debe contener proteínas, una importante cantidad de hidratos de carbono y fruta: › Un vaso de leche con o sin cacao. › Pan integral o blanco con aceite de oliva (la cantidad dependerá de cada niño). › Embutido no graso (jamón dulce, pechuga de pavo, queso tierno, …). › Una pieza de fruta o zumo o cereales con leche. La comida y cena deberían aportar los siguientes alimentos: › Pescado azul: por su alto contenido en fosforo. Imprescindible para una buena concentración y memorización. › Carnes rojas: con un día a la semana es suficiente, pero son necesarias por la vitamina B12. › Verduras y legumbres: este debería ser un plato imprescindible por su alto contenido en vitaminas y minerales. Debería tener los mismos ingredientes que el desayuno, pero no tan contundentes en cuanto al tamaño de la porción. Debe de incluir: › Frutas dulces o cítricas. Fuente de vitaminas del grupo B1 y B2 con la naranja como máximo exponente rica en vitamina C que fortalece el sistema inmunológico. Cuando hay falta de apetito, debe de primar la calidad a la cantidad. Primer plato: › Verduras, hortalizas, patatas, pastas, arroz, legumbres…. Por su aporte vitamínico y energético. Segundo plato: › Alternar carnes, pescados y huevos. Ricos en aminoácidos esenciales para mantener su estructura corporal. La comida irá acompañada de pan y agua, mejor que bebidas carbonatadas. El agua es importante en la salud de los niños. Los niños hiperactivos fomentan mucha actividad física y por consecuencia se deshidratan más rápidamente. La cantidad de agua es relativa. Se aconseja de 4 a 6 vasos de agua. Para la elaboración de las comidas usar preferiblemente aceites vegetales monoinsaturados (aceite de oliva) o poliinsaturados (aceite de girasol, maiz). Utilizar el tamaño de platos para engañar visualmente la cantidad de comida. Usando un plato más grande, el niño creerá que come menos cantidad. No abusar de los alimentos precocinados como nuggets de pollo o varitas de merluza. Leche y yogur mejor que natillas y flanes. Evitar dulces con aceites de coco y palma. Intentar utilizar dulces caseros mejor que los elaborados industrialmente. Comer más no es estar mejor alimentados y nutridos.