Una piedra grabada, descubierta en Larache

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UNA PIEDRA LABRADA, DESCUBIERTA EN LARACHE
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VII
UNA PIEDRA GRABADA, DESCUBIERTA EN LARACHE
Encargado por el señor Director de informar á la Academia
acerca de dos improntas de una piedra grabada y una interesante
carta con que favoreció á la Corporación el poseedor de la piedra original D. Adriano Rotondo Nicolau, debo cumplir ante
todo el triste deber de dar cuenta del fallecimiento, recientemente
ocurrido de este entusiasta investigador, dignísimo individuo del
Cuerpo Consular.
Larache, punto importante de nuestra zona de influencia en
Marruecos, situado en la costa occidental de África, donde estuvo la colonia romana de Lixtis, perteneciente á la Mauritania
Tmgitana, desde la modificación administrativa de Diocleciano,
formó parte de las diócesis de España.
El Sr. Rotondo, durante su permanencia en aquel país, hizo
algunas investigaciones y reunió varias antigüedades. Fruto de
estos desvelos fué un artículo que escribió con el título de Colonias prehistóricas en Marruecos, publicado en La
Ilustración
Española y Americana (i), y en el cual discurre acerca de ciertas
piedras simbólicas, de amuletos y de inscripciones en letras desconocidas, como asimismo respecto de las colonias libio jónices,
á cuyo tiempo pudieran ser atribuidas muchas de esas antigüedades que designa como anterromanas.
En la carta por él dirigida á nuesto Director, al enviar en calidad de donativo á la Academia las dos improntas de la piedra
grabada, manifiesta que ésta fué hallada en Larache, «en el sitio
llamado El S/temis», «Por la prohibición del Sultán de hacer excavaciones—dice—no pude, cuando estuve de Cónsul de España
en dicha población, realizar lo que tanto hubiera deseado, para
haber remitido á la docta Corporación... prueba de las diversas
(1) Tomo 1, de 1910, págs. 58 y 59.
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razas que han debido pasar por el mencionado sitio, al que Ha.
man Jardín de las Hespérides, y del cual se han recogido ya n o
pocos objetos, que indudablemente habrán pasado al extranjero
ó desaparecido.» Añade que esa zona española en Marruecos es
muy digna de ser explorada, «hoy mejor que mañana», para que
no se «dejen perder más objetos de los que allí se están encontrando, con motivo de la extracción de piedra, por una Sociedad alemana, para la construcción del muelle».
Muy oportuno es este aviso acerca de lo que, tocante á las
ciencias históricas, puede y debe hacer España en el suelo africano, como lo han hecho y hacen arqueólogos franceses y alemanes en Argelia, y sería conveniente que la Academia tomase
alguna iniciativa en tal sentido.
La mitología griega designa, en efecto, esta región como encantadora residencia de las Hespérides, hijas de Atlas, de quienes conquistó Hércules las manzanas de oro, pasando en su expedición para tal empresa por nuestra Península, donde venció á
los hijos de Gerion, y plantando en el Estrecho, por testimonio de
su paso, una columna en cada continente. Este mito, como otros
varios referentes á expediciones aventureras, acaso oculta bajo la
ficción poética un remoto pasado, del que dan, sin duda, testimonio las antigüedades anterromanas que llamaron la atención del
Sr. Rotondo.
Pensaba él, y lo indica en la citada carta, que uno de esos indicios arqueológicos debía ser la piedra grabada, cuyo original
me mostró. Es un entalle ó grabado en hueco, en
cornelina, de forma rectangular, con los ángulos robados, de 0,021 por 0,015. Su asunto es un busto
de perfil, hacia la izquierda, de un dios marino,
barbado y con melena, cuyos rizos desordenados se
Entalle griego escapan de un caracol que ciñe su cabeza á modo
de Larache.
de yelmo.
En cuanto á qué dios sea el representado, sus caracteres convienen menos con los del Poseidon griego, y Neptuno romano,
que pudieran convenir con los de Nereo, el viejo • profético del
mar, ó como conjeturaba el poseedor de la piedra, con los de
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Consus, antigua divinidad latina, de un cierto carácter misterioso,
identificada en Roma con Neptuno.
Esta cuestión iconográfica se relaciona, sin duda, con los caracteres artísticos del entalle. La piedra, por su forma, difiere de
j a o-eneralidad de las antiguas, que son ovales ó circulares. En
cuanto al estilo del grabado, aun habida cuenta de que, como dice
un experto conocedor, M. Babelon (i), fué tal el espíritu de imitación de los artistas del Renacimiento italiano, «que á veces es
imposible distinguir sus obras de las que nos ha legado la Antigüedad», además de que solían retocar las piedras antiguas,
creemos reconocer en ella caracteres de autenticidad. Antiguo
parece el trabajo y su estilo, su acento, la expresión grave del
rostro y el modo como están tratados los revueltos mechones de
barba y melena, está todo ello en relación con el estilo helenístico, tan señalado en la Escultura con las producciones de las
escuelas de Pérgamo y de Rodas por los siglos ni y n antes de
nuestra Era.
Menester es tener en cuenta también que la glíptica fué en
los tiempos clásicos un arte esencialmente griego. Griegos fueron
sus mejores cultivadores en Roma, quienes, como es consiguiente,
reproducían, por lo general, los tipos preconcebidos y sancionados. De manera que., trátese de una obra helenística ó hecha por
recuerdo de este estilo en época romana, será acertado tenerla
por producción de un artista griego, que debió copiar un tipo
. tradicional de dios marino, el cual, probablemente, es Nereo.
Este dios primitivo del mar, á quien Hesiodo en la Theogonia
nos presenta como un ser bondadoso que á nadie engaña, figura
como personaje episódico en la citada leyenda de la expedición
de Hércules á la Lybia, pues á él arrancó el héroe el secreto del
lugar misterioso en que se escondían las Hespérides. No es pues
de extrañar, ni debe considerarse como cosa puramente casual,
la presencia del viejo Nereo en el sitio que ocupó Lixus^ hoy
Larache.
Hay un detalle en la piedra, que tendría grandísima impor(ii La gravare en fierres fines carnees eí intailles. París, 1894, pág. 128.
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tancia si no se advirtiese bien pronto que es una adición hecha
con intento de avalorar el objeto. Es una inscripción grabada al
pie del busto y que simula ser firma del más afamado grabador
griego; Pyrgóteles. Pero es el caso que de este grabador, al que
Plinio proclama el más hábil de todos los tiempos, colocándole
á la altura de los mejores escultores y pintores, y á quien honró
Alejandro, ordenando que nadie más que él tuviese derecho de
reproducir su imagen en piedras preciosas, como Lysipo en la
Escultura y Apeles en la Pintura, no se conserva obra alguna que
con certidumbre le pueda ser atribuida, siquiera se considere que
de tal imagen deben proceder ciertos entalles y camafeos con
el busto de Alejandro, existentes en las colecciones; y en el caso
presente, mal podría atribuírsele este entalle, cuyo estilo es evidentemente posterior al del siglo iv.
Por otra parte, la inscripción misma, por su incorrección lexicográfica, no abona su autenticidad, pues por lo menos algunas
de sus letras son latinas. Literalmente, y tal como la vemos en
las improntas, ó sea en sentido inverso á conforme está grabada,
como en todo entalle destinado á sellar, es así:
PYPGOTELE
en vez de
nYPrOTEAHS.
No es nuevo el caso de un nombre de artista famoso grabado
en alguna obra antigua, por darle valor. Desde el Renacimiento*
se practicó este género de fraudes, un tanto inocentes, que hoy
se registran en las colecciones. En la de esculturas antiguas de
nuestro Museo del Prado se lee opits Praxiteles en una hermosa
estatua de mármol, que lejos de tener relación alguna con las
del famoso escultor ático del siglo iv, es una excelente copia
antigua del Diadamenos, de Policleto, el jefe de la escuela argiva
del siglo v.
En suma, la piedra cuyas son las improntas, es un entalle
griego, de estilo helenístico, que debió formar parte de un anillo
signatorio, de uso personal, acaso de algún viajero ó traficante
que se confiaba á la protección de los dioses del mar, y que
UN DOCUMENTO ANTIGUO
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debió adquirió á Larache antes de la dominación romana, 6 durante ella, si como objeto religioso ó recuerdo familiar de tiempo
pasado lo conservaba.
Madrid, 30 de Enero de 1914.
JOSÉ RAMÓN MÉLIDA.
VIII
UN DOCUMENTO ANTIGUO
D. Claudio Sanz Arizmendi, docto catedrático de la Universidad de Sevilla, me remite con atenta carta copia de un privilegio de Alfonso X, por el cual concedió aquel rey á la villa de
Arcos la celebración de un mercado semanal. El documento
lleva la fecha de 26 de Marzo de la Era 1306, que corresponde
al año 1268.
Avaloran la. importancia del mismo, escrito en letra gótica,
sobre pergamino, la circunstancia de que, al parecer, no ha sido
citado ni dado á luz, pues aunque son conocidos otros dos privilegios del mismo rey, se refieren: el primero, fechado en Segovia en 13 de Junio de 1256 (Memorial histórico, tomo 1, página 86) á la concesión á los vecinos de la villa citada de el fuero
de Sevilla, y el segundo, de 27 de Enero de 1268 (Memorial
histórico ¡ tomo 1, pág. 240) á los caballeros de linaje, á quienes
concede los privilegios de los fijos-dalgo de Toledo y las franquezas de los ciudadanos de Sevilla.
Como puede observarse, el remitido ahora, en copia, por el
Sr. Sanz Arizmendi, cuyo original se conserva en el archivo del
monasterio de San Clemente el Real, de Sevilla, es posterior á
ambos, y muestra el empeño del rey en favorecer á Arcos, y en
verdad que bien lo merecía por su situación y por los riesgos á
que se habían expuesto sus moradores, y por los que era de presumir que habían de correr nuevamente, en aquellos tiempos en
que aún no derrocados los árabes, ó, por mejor decir, los mahoTOMO LXIY.
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