INTRODUCCION APROXIMACION TEORICA AL ASOCIACIONISMO COOPERATIVO (*) Las asociaciones de cooperativas (uniones, federaciones o confederaciones) han sido muy poco estudiadas en las investigaciones sobre acción colectiva en la agricultura. Sus cooperativas de base sí han sido, por el contrario, objeto de mayor atención por parte de los estudiosos del cooperativismo, analizándolas en términos bien económicos -en su calidad de empresas comerciales o de servicios-, bien sociológicos -como formas de acción colectiva extendidas ampliamente por toda la agricultura y convertidas, por ello, en un fenómeno social- o bien jurídicos -en la medida en que son objeto de protección estatal y están reguladas mediante estatutos jurídicos especiales-. La amplia bibliografía existente sobre el cooperativismo contrasta con la ausencia de trabajos sobre las formas utilizadas por el movimiento cooperativo para articular sus intereses y representarlos en el ámbito de la interlocución social. Este contraste es una buena muestra de que el asociacionismo cooperativo es un gran desconocido, no sólo para la opinión pública poco relacionada con el cooperativismo, sino también para muchas personas que aun siendo socios de alguna cooperativa, no acaban de comprender el significado y la razón de ser de las uniones y federaciones en que aquéllas se integran. En muchas ocasiones es necesario explicar las diferencias entre una cooperativa de primer o segundo grado y una unión o federación de cooperativas, aclarando algunas confu(t) Una primera versión fue publicada en el número 6 de la revista Cooj^eracime Agra^ia, 1993, que edita la CCAE. 27 siones al respecto y exponiendo las características y funciones de estas últimas formas de asociacionismo. Parece conveniente, por tanto, definir de un modo sistemático los elementos característicos del asociacionismo cooperativo a la luz de las distintas experiencias desarrolladas a lo largo de este siglo en la agricultura europea. Asociaciones de tipo reivindicativo Como punto de partida hay que señalar que las relaciones intercooperativas suelen desarrollarse en dos niveles. A saber: en el nivel de las actividades económicas, dando lugar a cooperativas de segundo y ulterior grado, y en el nivel de la representación de intereses, creando estructuras organizativas en forma de uniones, federaciones o confederaciones, que no son cooperativas, sino asociaciones a las que éstas se adhieren voluntariamente. Ambos niveles de la acción colectiva responden a lógicas diferentes: económicas y empresariales, las primeras; políticas y reivindicativas, las segundas. De acuerdo con esa distinción, las asociaciones de cooperativas (federaciones o confederaciones) serían asociaciones de tipo reivindicativo que presentan rasgos comunes con otras asociaciones agrarias de naturaleza sindical, como son las OPAs (Organizaciones Profesionales Agrarias), aunque lógicamente también presentan diferencias con ellas. Las diferencias más importantes derivan del hecho de que, mientras la base social de una OPA está constituida por agricultores que se adhieren a título individual a su correspondiente asociación territorial -ya sea un sindicato agrario de ámbito provincial, una unión local o comarcal, o incluso una organización de ámbito regional o nacional-, la base social de una asociación de cooperativas está formada no por agricultores, sino por cooperativas, que actúan como sujetos colectivos dándole a este tipo de organizaciones su propia singularidad como asociaciones de naturaleza reivindicativa o sindical. ' Aceptar que las asociaciones de cooperativas pertenecen a la misma categoría que las OPAs, aunque con sus respectivas singularidades, significa aceptar también que ambas formas 28 de asociacionismo comparten algunos elementos esenciales de las organizaciones de tipo reivindicativo o sindical. En otro lugar he expuesto los que me parecen que son tales elementos esenciales y he procedido a analizar, a partir de ellos, a las OPAs (1). En esta ocasión haré lo propio con las asociaciones de cooperativas, intentando comprobar hasta qué punto responden al modelo ideal de asociaciones reivindicativas. En ese modelo, tres son sus rasgos esenciales, a saber: a) naturaleza integral de su finalidad; b) naturaleza universalista de su acción, y c) naturaleza ideológica de su discurso. Desarrollaré a continuación cada uno de esos elementos tomando como referencia a las asociaciones de cooperativas, ya sean federaciones o confederaciones. a) Naturaleza integral Centrándonos en las asociaciones de cooperativas, diremos que defienden de forma integral la totalidad de los intereses que afectan a su base social, es decir, a las cooperativas. En efecto, ya sean problemas relacionados con la legislación reguladora del cooperativismo, con los programas de ayuda a la promoción de cooperativas, con la formación de sus técnicos y dirigentes, con el fomento de las relaciones intercooperativas en el ámbito de la actividad económica (por ejemplo, la promoción de cooperativas de segundo grado) o con la dinámica de interlocución con los poderes públicos o con otros grupos sociales (acuerdos interprofesionales, por ejemplo), las asociaciones de cooperativas no tienen una lista cerrada (1) E. MOVnt^o: Sindicalismo y Política Agraria en Euro^ra Madrid, Servicio de Publicaciones del MAPA, 1988. Es importante aclarar que cuando se construyen «tipos ideales•, como éste de las asociaciones reivindicativas, suelen seleccionarse aquellos rasgos que sirven para caracterizar al tipo ideal correspondiente por ser rasgos que están presentes en sus manifestaciones empíricas, pero que no lo están de un modo general en las asociaciones pertenecientes a otro tipo ideal. Por esta razón, tales rasgos se consideran «elementos esenciales^ de un determinado tipo ideal, y es función del investigador deducirlos. Hay que señalar también que todo tipo ideal es una abstracción teórica, una invención intelectual, que no se encuentra en la realidad tal cual es definido por el investigador a través de los elementos considerados como «esencialesA. Por ello, en la realidad lo que nos encontramos son asociaciones concretas en las que no sólo están presentes dichos elementos esenciales, sino también ovos secundarios. 29 (un numerus clausus) de intereses a defender, sino que han de estar permanentemente abiertas a la renovación de sus programas reivindicativos para incorporar en ellos los nuevos problemas que afectan a su base social, es decir, al movimiento cooperativo. Cosa distinta ocurre con las cooperativas de base, en las cuales, al no ser asociaciones reivindicativas, sino económicas, la naturaleza de su finalidad está siempre ceñida al ámbito específico que le marcan sus estatutos, ya sea el de la comercialización de un determinado producto, la prestación de servicios o la adquisición colectiva de insumos. En cada uno de esos casos, aparece definido de forma precisa en sus estatutos el objeto social por el que se constituye una cooperativa y en el que debe concentrar de modo predominante su actividad y recursos organizativos, siendo también a través de la identificación con dicho objeto por el que sus socios se han adherido a ella y por el que éstos valorarán sus acciones. Ese será, por tanto, el rasgo esencial de su finalidad, su razón de ser como cooperativa, aunque en la práctica pueda desarrollar otro tipo de actividades complementarias o coyunturales, como, por ejemplo, organizar ^ursos de formación para sus socios o un programa de conferencias sobre temas de política agraria, o incluso liderar un movimiento de protesta de agricultores ante la ausencia o incapacidad de una organización de tipo reivindicativo o sindical. Estas últimas actividades no pueden ser consideradas, sin embargo, como esenciales en una cooperativa, por cuanto que no es para desarrollarlas para lo que ésta fue creada por sus promotores, sino para cumplir con el objeto social establecido en el acta de su constitución. Como es obvio, una cooperativa no se crea para organizar cursos de formación o para liderar movimientos de protesta, sino para comercializar en común el producto de sus socios, comprar insumos para las explotaciones de éstos, etc. Las actividades de una federación de cooperativas no aparecen, por el contrario, autolimitadas por ningún objeto social previamente definido en sus estatutos. La defensa de intereses, las tareas de promoción y fomento del cooperativismo, las de formación, las de representación o interlocución social, 30 son una muestra del ilimitado número de actividades que pueden desarrollar este tipo de asociaciones, viéndose sólo restringidas por las limitaciones que algunas legislaciones expresamente les imponen (por ejemplo, algunas legislaciones nacionales prohíben que las asociaciones de tipo sindical desarrollen actividades comerciales). b) Naturalexa universcilista En el caso de las asociaciones de cooperativas hay que tener en cuenta que su universo social de referencia está formado por el grupo de cooperativas al que dirigen su mensaje. Si estamos ante una federación de cooperativas agrarias, el universo de referencia estará constituido por todas las cooperativas de esa clase que actúen en el ámbito territorial correspondiente -una provincia, si es una federación provincial de cooperativas, una región si estamos ante una federación regional, una nación si es el caso de una federación o confederación nacional-, mientras que dicho universo será restringido a las cooperativas agrarias de una determinada rama (olivareras, cerealistas, remolacheras, vitivinícolas, de productos lácteos o ganaderas) cuando estemos ante la correspondiente unión de cooperativas. En el extremo opuesto están los modelos multisectoriales, como el italiano, en los que una federación de cooperativas (por ejemplo, la LNMC o la Confcooperativa) dirige su mensaje a un universo mucho más amplio, constituido por todas las cooperativas (ya sean agrarias, de trabajo asociado, de enseñanza, etc.) existentes en el ámbito territorial en que dicha federación desarrolla su acción reivindicativa. Cada asociación de cooperativas define previamente, por tanto, su universo social de referencia, de acuerdo con un modelo organizativo concreto y con un discurso ideológico determinado, y a él dirige su mensaje y hacia él orienta su actividad reivindicativa. Los resultados de esa actividad no sólo afectan al colectivo de cooperativas afiliadas a ella, sino a todo su universo de referencia. Si una federación de cooperativas agra rias, por ejemplo la CCAE, logra, a través de sus acciones ante 31 los poderes públicos, que éstos aprueben un programa de ayudas al cooperativismo o que se apruebe un determinado régimen fiscal, serán todas las cooperativas agrarias las que se beneficiarán de ello, estén o no afiliadas. Al igual que ocurre con las OPAs, este rasgo de universalidad de las asociaciones de cooperativas plantea siempre el problema de la afiliación, por cuanto que la actividad reivindicativa no es suficiente para hacer que una cooperativa decida afiliarse a una determinada federación, ya que esté o no afiliada podrá beneficiarse de tal actividad. Esto es lo que la teoría de la acción colectiva ha denominado el problema del free-ridero del «gorrón». Para neutralizar este problema, las asociaciones reivindicativas, entre ellas las federaciones de cooperativas, se ven en la necesidad de ofrecer incentivos dirigidos sólo a sus afiliados (por ejemplo, un servicio centralizado de contabilidad o de gestión fiscal, un servicio de información sobre la marcha de los mercados, etc.), si bien este tipo de incentivos de carácter individual no pueden ser considerados como actividades esenciales, sino complementarias, por muy importantes que sean para una asociación de cooperativas. Es evidente que una federación de cooperativas, por ejemplo, no se crea para desarrollar ese tipo de actividades, ya que pueden ser desarrolladas por otra categoría de asociaciones, por una sociedad de servicios, por ejemplo. c) Naturaleza ideológica Cuando se dice que las asociaciones reivindicativas tienen naturaleza ideológica, se quiere significar con ello que en dichas asociaciones siempre hay una forma de interpretar los problemas de su base social de referencia, es decir, ideología. Este rasgo parece fácilmente comprensible cuando nos referimos a asociaciones del tipo de las OPAs, en las que podemos encontrar formas diferentes de interpretar los problemas de los agricultores y por tanto ideologías y estrategias también diferentes. Por ejemplo, organizaciones que defienden un modelo de agricultura de tipo familiar, junto a otras que abogan por un modelo empresarial guiado por criterios de eficiencia productiva; 32 organizaciones que definen una estrategia de tipo profesional basada en la concertación con los poderes públicos, junto a otras que apuestan por una estrategia más reivindicativa y de movilización. Estas diferencias reflejan la diversidad ideológica existente entre los agricultores y muestran las formas diferentes de definir e interpretar los problemas que les afectan. Afirmar que hay ideología en una asociación de tipo reivindicativo no quiere decir necesariamente que tal ideología forme parte de sistemas ideológicos más amplios y que la correspondiente asociación se conecte o identifique con movimientos sociales o políticos concretos. Tal conexión puede existir -como de hecho ha ocurrido en determinados períodos históricos con el sindicalismo de inspiración socialista, comunista, anarquista o social-católico-, pero ella no se deduce necesariamente de la presencia de discursos ideológicos en el seno de una asociación reivindicativa, por cuanto que tales discursos pueden estar restringidos al ámbito de los problemas que afectan a su base social (agricultores, por ejemplo), sin trascender ese ámbito ni conectarse con ninguna cosmovisión ideológica de la sociedad. Si nos aproximamos al análisis de las asociaciones de cooperativas, este rasgo ideológico puede resultar más dificil de percibir, ya que es frecuente encontrar modelos unitarios de articulación en los que aparentemente la diversidad es sustituida por una mayor convergencia a la hora de interpretar los problemas del cooperativismo. Sin embargo, la realidad del asociacionismo cooperativo nos muestra también casos de diversidad en los que se produce la división del cooperativismo agrario en varias federaciones, separadas por raíces ideológicas distintas, orígenes históricos diferentes y formas también diferentes de concebir e interpretar los problemas de las cooperativas agrarias. El caso italiano, con tres grandes confederaciones de cooperativas -la LNMC («Liga»), de ideología socialista; la CCI («Confcooperativa» ), de ideología demócrata^ristiana; y la AGCI, de ideología liberal- es un caso paradigmático de diversidad ideológica en el seno del cooperativismo, pero no siempre tal diversidad se manifiesta de forma tan clara. Por ejemplo, en el cooperati^^ismo agrario francés, existe una sola confederación, la CFCA, pero ella es el resul- 33 tado de la fusión, en 1966, de dos grandes confederaciones en las que habían estado divididas por razones ideológicas las cooperativas agrarias desde principios de siglo. En Portugal, la CONFAGRI es la asociación reconocida como representativa del cooperativismo agrario, pero un sector cuantitativamente importante del mismo -el que está constituido por pequeñas cooperativas de compra-venta- no está integrado en ella, sino que forma su propia asociación, diferenciada por razones ideológicas y por las distintas características que tienen en cuanto a su tamaño y funcionamiento interno. El caso de la CCAE es también bastante ilustrativo. La actual confederación española de cooperativas es el resultado de la fusión de dos asociaciones que le precedieron:.UCAE y AECA. Tales asociaciones reflejaban la diversidad existente en el seno del cooperativismo agrario español y eran proyectos surgidos desde ideologías y sensibilidades distintas. La conveniencia de aunar esfuerzos y acercar posiciones en aras de un proyecto unitario como el que se pretende que sea la actual CCAE, no significa que tal diversidad ideológica haya desaparecido del cooperativismo agrario, sino simplemente que se ha trasladado al seno de esta última. La CCAE representa, de hecho, una especie de superestructura en la que las diferentes interpretaciones sobre los problemas que afectan a las cooperativas agrarias se dirimen en la dinámica interna de la confederación a través de sus mecanismos democráticos. Esto es lo que suele ocurrir en todos los modelos unitarios de organización, de donde surgen disidencias o proyectos alternativos cuando tales mecanismos no son suficientes para integrar en un proyecto de síntesis la diversidad ideológica existente en su seno. Lo que ocurre en el caso de las asociaciones de cooperativas es que, al estar su base social constituida por cooperativas, es decir, por colectivos de agricultores agrupados en torno a proyectos económicos y no a afinidades ideológicas, se produce ya én ese nivel de base una primera síntesis, síntesis en la que se integran agricultores de muy diversa sensibilidad e ideología. Por ello, cuando se constituye una federación de cooperativas se hace sobre la base de sujetos colectivos menos ideologizados, lo que no quiere decir que sean a-ideológicos. 34