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La historia española no se explica sin la de Castilla, y la de Castilla no tiene
sentido sin la de Burgos, eje principal del quehacer histórico de España y
predilecta de reyes y caudillos.
La histórica cabeza de Castilla, que vio nacer a personajes tan
ilustres como el héroe burgalés y castellano por excelencia, el Cid
Campeador, se extiende a los pies de su monumental catedral
gótica, cuyas obras se iniciaron en 1221 a partir de una iglesia
románica anterior y siguiendo el modelo de los grandes templos
franceses. La catedral de Burgos abarca desde el gótico más puro
de la obra inicial, presente en portada y naves, hasta el flamígero,
con importantes influencias hispanoárabes que se pueden apreciar
en el cimborrio.
Las hermosas torres caladas del templo, coronadas por esbeltas
agujas, destacan nada más echar un primer vistazo a la ciudad. En
sus extremos se abren las puertas del Sarmental y de la
Coronería, ambas del siglo XIII. En su fachada principal se encuentra
la Puerta Real o del Perdón, reformada en el siglo XVIII, y también
en el exterior aparece el extraordinario cimborrio octogonal.
Ya en el interior, su contenido artístico es igual de abundante y rico.
El templo presenta planta de cruz latina con tres naves, girola y nave
transversal. Nada más pasar adentro aparecen las figuras
articuladas del Papamoscas y su colega Martinillo, que forman parte
de un extraordinario reloj, y algo más adelante, en el centro del
crucero, se sitúan las tumbas del Cid Campeador y su esposa. Frente
al retablo mayor, el coro acoge el sepulcro gótico del fundador de la
catedral, el obispo Mauricio.
El balance de las piezas más sobresalientes del templo se completa
con la Capilla del Condestable, situada en la zona del ábside y
construida entre 1482 y 1494 por Simón de Colonia, la Capilla de
Santa Tecla, la llamada escalera dorada y el claustro, edificado en
el siglo XIV y compuesto por dos pisos.
De la misma forma que el interior del templo aglutina una
prestigiosa variedad de obras artísticas, los alrededores de la
catedral están sembrados de excelentes piezas arquitectónicas
como es el caso de la iglesia de San Nicolás y los arcos de Fernán
González y el de San Martín, este último de estilo mudéjar.
Las excelencias de la ciudad continúan por el conocido como Barrio
del Castillo, uno de los enclaves que mejor conserva su aire medieval
y con templos de la talla de la iglesia gótica de San Esteban, en
donde se ha instalado el Museo del Retablo, con obras castellanas
de los siglos XVI y XVII. Asimismo destacan la puerta de San Esteban
y la iglesia de San Gil, situada frente al arco del mismo nombre. Ya
en el Barrio de San Lorenzo están la ostentosa iglesia barroca que da
nombre al barrio y la Casa del Cordón, bautizada así por el cordón
franciscano de la portada que enmarca la puerta.
Ubicado al otro extremo del Espolón, un agradable paseo que
transcurre a orillas del río Arlanzón flanqueado por árboles, se alza
el Arco de Santa María. Se trata de una antigua puerta medieval de
la muralla, que fue rehecha en honor de Carlos V en 1536. Entre sus
torres almenadas se reparten diversas estatuas de personas ligados
a la historia de la ciudad.
Fuera ya de Burgos, aunque cercanas a la urbe, es obligado visitar el
Monasterio de las Huelgas y la Cartuja de Miraflores. En el primer
caso nos estamos refiriendo a un edificio concebido como lugar de
enterramiento de la realeza y retiro espiritual para muchachas
nobles, y que quedó bajo la tutela de las monjas de la Orden de San
Bernardo. Desde una perspectiva estilística, el monasterio
representa la transición del románico al gótico propio del arte
cisterciense.
La Cartuja de Miraflores, por su parte, se levanta a unos 3 kilómetros
al este de Burgos y fue erigida a partir de 1442 y reconstruida
posteriormente tras un incendio. En el siglo XVI se le añadieron las
agujas y cresterías que dan esbeltez a los altos muros.
La historia y el arte en la capital burgalesa es todo este patrimonio
levantado durante siglos, pero también los nuevos inmuebles
construidos en los últimos años, encabezados por el edificio del
Museo de la Evolución Humana, que da cabida a los hallazgos de
los yacimientos de Atapuerca, a los que más adelante dedicamos
varias líneas, además de organizar talleres didácticos, seminarios y
conferencias. El recorrido por el moderno edificio, diseñado por el
arquitecto y pintor español Juan Navarro Baldeweg, es un
apasionante descubrimiento para el viajero, que encuentra en él
todas las respuestas sobre la evolución humana y profundiza en la
relación del hombre con la naturaleza.
Lerma
El trazado urbano de Lerma es hoy lo que es, uno de los conjuntos
histórico-artísticos mejor conservados en España de estilo
herreriano, gracias a Don Francisco de Rojas y Sandoval, personaje
que está íntimamente ligado a su historia.
Localizada sobre un cerro que domina el valle del Arlanza, a mitad
de camino entre las márgenes del Duero y la capital burgalesa, la
villa, en otro tiempo amurallada y cabeza de alfoz, perdió su antiguo
aspecto por deseo de este ilustre personaje que gozó de poderes
omnímodos en tiempos del rey Felipe III y que se dedicó a
embellecer su población natal entre los años 1600 y 1617.
Durante este tiempo la villa se vio engrandecida y favorecida con la
construcción de edificios como el Palacio Ducal -que preside la
gran Plaza Ducal, escenario de las fiestas palaciegas celebradas en
tiempos del duque-, la Plaza Mayor de Armas con sus edificaciones,
seis monasterios y una Iglesia Colegial, además de reparar otros
edificios y establecer una industria de paños y tintes, una imprenta
con licencia real y un hospital.
La ex colegiata de San Pedro, edificio del gótico tardío, presenta
elegantes proporciones con tres naves con crucero. El retablo mayor
resguarda imágenes del escultor Gregorio Fernández, y ante el altar
se halla la estatua orante del arzobispo Cristóbal de Rojas y
Sandoval, tío del duque.
A la cabeza de la lista de conventos erigidos en tiempos de Don
Francisco de Rojas y Sandoval está el de San Blas que, si bien no fue
el primero, fue el que proporcionó al duque mayor orgullo de
cuantas edificaciones religiosas levantó. Su construcción se inició en
1613 por Francisco de Mora para monjas dominicanas y, entre sus
joyas artísticas, resguarda un retablo mayor del siglo XVII con
importantes pinturas de comienzos del siglo XVI y una relevante
colección de tallas, pinturas y relicarios.
El total de monasterios construidos bajo sus órdenes se completan
con: el Monasterio de Santa Teresa, levantado para los frailes
carmelitas; el de la Asunción, el más antiguo de todos; el
Monasterio de la Madre de Dios, situado en el extrarradio para
monjas carmelitas; el de Santo Domingo, erigido por el duque para
sus protegidos frailes dominicos y, por último, el de San Francisco
de los Reyes para frailes franciscanos.
El señorío y la elegancia que transmite Lerma al conocer sus más
afamados rincones adquieren su máxima expresión al descubrir la
Plaza de Santa Clara, un rincón muy recoleto entre el monasterio
de Santa Teresa y el de Santa Clara. En el centro se hallan
sepultados los restos del héroe de la Guerra de la Independencia, el
guerrillero Cura Merino, y al fondo discurre el pasadizo volado que
une el Palacio Ducal con la Colegiata y desde el que se tiene una
panorámica espectacular de la vega del Arlanza.
Santo Domingo de Silos
Hablar de la provincia de Burgos y no hacerlo del Monasterio de
Santo Domingo de Silos es casi como no decir nada. El edificio está
situado en la parte oriental de un pequeño valle de la gran meseta
castellana, y su relevancia histórica queda patente al indagar un
poco en su trayectoria y descubrir que fue un monasterio con gran
vida y actividad al ser centro de peregrinaciones, educativo, cultural
y artístico.
La antigüedad del conjunto no corresponde con su aspecto actual,
muy transformado por circunstancias históricas. No obstante, lo que
no ha cambiado nada es el papel que ha jugado y juega su claustro
románico, que es y ha sido siempre el centro de la vida de la
comunidad monástica. Arquitectónicamente, el claustro tiene dos
niveles superpuestos: el claustro inferior y el claustro superior. El de
abajo es de dos épocas: las galerías Oriente y Norte son de la
segunda mitad del siglo XI y las galerías Poniente y Sur son del siglo
XII. El solar forma un rectángulo, con un total de 16 arcos en las
galerías Norte y Sur, y 14 en las de Oriente y Poniente. Los
bajorrelieves y los capiteles son, por sí mismos, piezas de
incalculable valor artístico.
En una sala medieval del conjunto están expuestos artículos que se
salvaron de la desamortización de Mendizábal. Sin embargo, el
segundo espacio después del claustro que tiene más adeptos entre
los visitantes es la botica, de principios del siglo XVIII. En ella se
conservan anaqueles, con sus tarros para las pócimas y los
remedios, así como los hornos, retortas y alambiques.
Covarrubias
Muy próximo a Santo Domingo de Silos está Covarrubias, una de
las villas castellanas que mejor conserva su imagen medieval, por
lo que merece la pena acercarse hasta ella. Al llegar, un arco
plateresco blasonado de 1575 da entrada al viajero al recinto
monumental, en donde están la empedrada Plaza de Doña Urraca
y la de Doña Sancha. En las callejuelas que hacia ellas confluyen se
reparten las casas con típicos entramados de madera de enebro
sobre pilares también de madera y con curiosas balconadas. Un
ejemplo de ello es la casa de Doña Sancha.
En un rincón arbolado abre sus puertas al viajero la Colegiata de
San Cosme y San Damián, edificación de estilo gótico tardío
levantada entre los siglos XV y XVI, donde está enterrada la princesa
Cristina de Noruega.
Aranda de Duero
La Ribera burgalesa forma parte de la afamada zona vinícola de la
Ribera del Duero, que se extiende por las provincias de Valladolid,
Burgos, Segovia y Soria. Sus caldos están reconocidos
internacionalmente y amparados bajo Denominación de Origen
propia. Para degustarlos, podemos acercarnos a las bodegas y
realizar, además -en aquellas que lo ofertan- visitas guiadas,
realizar un curso de cata o, por ejemplo, catas maridadas con
chocolate, como disponen en la Bodega PradoRey, en Gumiel de
Mercado. Bodegas Cuevas Jiménez también apuesta por abrir sus
puertas al viajero amante del vino y mostrarle las entrañas de la
bodega para, al final, rematar la visita con la cata de sus vinos.
En el epicentro de la gran vega que riega el río Duero se sitúa la
capital de la comarca ribereña: Aranda de Duero. No solo es la
tercera ciudad en importancia de la provincia burgalesa, sino que
también es relevante desde una perspectiva artística al alternar en
su casco urbano antiguos edificios y casonas con construcciones
modernas. Lo que no ha cambiado y continúa igual en Aranda es el
protagonismo de la viticultura, que sigue desempeñando un papel
esencial en el sustento y la cultura de sus gentes. De hecho, en
muchas casas se conservan las antiguas bodegas que sobreviven
junto a las modernas y prósperas.
El valor arquitectónico de Aranda está claro al conocer la Iglesia de
Santa María, gótica del siglo XV. Su fastuosa portada, atribuida a
Juan de Colonia, tiene un aspecto bellísimo. Junto a ella completan
el panorama artístico de la villa la Iglesia de San Juan, también
gótica y anterior a la de Santa María; el Palacio de los Berdugo,
elegante mansión señorial levantada en el siglo XV; el Humilladero;
el Santuario de la Virgen de las Viñas y el Puente de las Tenerías,
de origen medieval y situado sobre el río Bañuelos.
Atapuerca
Para entender el mundo en el que vivimos es necesario saber
aspectos acerca de nuestro pasado. El trabajo llevado a cabo por
los arqueólogos en la Sierra de Atapuerca, uno de los yacimientos
más importantes del mundo, y los sucesivos hallazgos han ayudado
al hombre a conocer mejor a sus antepasados.
Las excavaciones empezaron en 1978 después de que los
arqueólogos apreciaran en las tierras muchos huesos e
instrumentos prehistóricos. Los descubrimientos posteriores
llevaron a que en 1991 una parte de la sierra fuera declarada Bien
de Interés Cultural, con categoría de zona arqueológica. Ya en el
2000, la Unesco la declaró Patrimonio de la Humanidad. Su interés
ha sido reconocido también con varios premios, entre los que
destaca el Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica,
recibido en 1997.
Este lugar, único en el planeta, muestra al visitante los rincones
donde los científicos escarban para extraer pedacitos de nuestra
historia. En la conocida como Trinchera del Ferrocarril, el
yacimiento más famoso de los 180 hallados hasta el momento, se
han encontrado, en la galería de la Gran Dolina y la Sima del
Elefante, los huesos con mayor interés científico. En la Sima del
Elefante se hallaron los restos de presencia humana más antiguos
de toda la sierra, de hace casi un millón y medio de años, mientras
que en la Gran Dolina se ha producido el último gran
descubrimiento con la aparición de restos del Homo Antecessor, un
individuo de unos 900.000 años, alto, fuerte, de rostro arcaico y
cerebro pequeño, considerado la especie homínida más antigua de
Europa.
Otro descubrimiento interesante se produjo en las profundidades
de Cueva Mayor, donde se descubrieron los restos de unas 33
personas que murieron hace 300.000 años, y que eran en su
mayoría jóvenes de ambos sexos, altos, sanos y robustos, pero con
una esperanza de vida corta. En la entrada de la Cueva los
hallazgos constatan que hace 10.000 años vivieron los últimos
grupos de cazadores-recolectores.
Los hallazgos de Atapuerca han sido claves para saber más acerca
de nuestros antepasados y Burgos, una vez más, determinante a la
hora de situar las primeras palabras escritas en castellano, que los
historiadores y científicos atribuyen a unos documentos hallados en
el monasterio de Valpuesta, a 90 kilómetros de la capital
burgalesa. Tirando por tierra la teoría que señalaba las Glosas
Emilianenses de San Millán de la Cogoda, en La Rioja, como la
primera página de la literatura española, la Real Academia Española
(RAE) acreditó en 2010 que los términos en castellanos encontrados
en el monasterio burgalés eran dos siglos más antiguos (siglo XI).
Concretamente, las palabras castellanas han sido halladas en los
cartularios, textos que recogen información sobre donaciones y
pagos de servicios funerarios realizados por particulares al
monasterio burgalés, un edificio macizo, elegante y con aspecto de
fortaleza.
Espacios naturales
Las tierras burgalesas conservan espacios naturales que constituyen
una permanente caja de sorpresas. El Desfiladero de la Yecla, los
Montes Obarenses, el Cañón del Ebro y la Sierra de la Demanda son
algunas de esas sorpresas.
‒ Desfiladero de la Yecla. Declarado Parque Natural, estamos ante
una profunda y estrecha garganta formada por el río Mataviejas en
las Peñas de Cervera, comarca de la Arlanza, en el centro de la
provincia. Su entorno guarda los más extensos y mejor conservados
sabinares del planeta. Además, también hay especies como encinas,
rebollos y quejigo, y una abundante población de aves rapaces,
entre las que destacan 395 parejas de buitre leonado.
‒ Los Montes Obarenses. Este paraje, localizado al noreste de la
capital burgalesa, está caracterizado por sus desfiladeros y dotado
de la figura de Zona de Especial Protección para las Aves y Parque
Natural. Sobresale por sus grandes hayedos y encinares y por la
presencia del buitre leonado, alimoche, águila real, azor, gavilán,
halcón peregrino, búho real y chovas.
‒ Cañón del Ebro. Considerado por muchos como el cañón más
bello de la meseta castellana, está tallado por los ríos Ebro y Rudrón
y situado en el municipio de Valdelateja, al oeste de la provincia.
Entre sus valores naturales están los abundantes bosques de ribera
con chopos, tilos, alisos, sauces y fresnos. En las aguas de los ríos
son habituales la trucha y los barbos.
‒ Sierra de la Demanda. El alargado macizo que constituye esta
sierra está localizado en el sureste de Burgos y su parque natural se
extiende hasta tierras riojanas. Es una zona de abundante
repoblación forestal mediante pinos, encinares, acebos, robledales
y algunos de los hayedos más meridionales de Europa. En sus
parajes viven el jabalí, el corzo, el gato montés, la ardilla, el conejo,
la liebre, el zorro y el lobo, y por el cielo sobrevuelan aves como el
buitre leonado, el halcón abejero, el azor y el cuco.
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