The image of the other one

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The image of the other one. Dialogue, cultures and
communication
Conference in the Forum Universal de las Culturas- Barcelona 2004, on April
24, 1999
Sean mis primeras palabras de agradecimiento a los organizadores de este
Forum Universal de las Culturas y, en particular, sirva mi primera
intervención para aplaudir y expresar mi reconocimiento por este debate
sobre la "imagen del otro".
Vamos a hablar de diálogo y comunicación entre culturas, y de la imagen del
otro, de un otro que nos es suficientemente cercano, tanto como para
entablar un diálogo que obtenga verdadera comunicación, verdadero
entendimiento entre identidades a priori diferentes. En mi opinión, ese
"otro" con el que podemos dialogar es cualquier ser humano, cualquier
comunidad. Mi reconocimiento se explica facilmente por mi trayectoria
profesional, que coincide plenamente con mi trayectoria vital, ya que la
diplomacia es una forma de vida, un constante viaje, un perpetuo esfuerzo
de entendimiento.
La diplomacia es una de las formas más antiguas que se conocen —tal vez la
más antigua- para el contacto entre comunidades humanas organizadas. La
idea de la sociedad que envía a sus representantes a mantener un diálogo
con otro grupo es tan antigua como la misma sociedad, y expresa la mirada
al exterior que existe siempre en cualquier grupo humano, el contacto y la
apertura, el deseo de tender puentes a traves de los cuales se va
produciendo una comunicación que siempre enriquece, que, en mi opinión,
nos acercan al otro hasta el extremo en que las identidades se van
difuminando.
El diplomático es el primero que se enriquece en sus contactos, por eso es
siempre vehículo de diferentes culturas. Hablamos de "ciudadanos del
mundo" porque consideramos que no somos ciudadanos de un lugar o una
identidad precisa, y expresamos así nuestra fe en una sociedad internacional
en la que resulta mucho más importante lo que une —naturaleza, valores,
sentimientos- que lo que nos separa. Por ello, dada mi condición de
diplomático, mi contribución tratará de centrarse en aquellos aspectos
político-diplomáticos en los que la imagen del otro y las distorsiones,
manipulaciones y exageraciones sobre esa imagen perturben y dañen
negativamente la siempre difícil tarea de acercar posicionesm y así lograr
reforzar las relaciones y el entendimiento entre pueblos y sociedades
pertenecientes a distintas culturas y civilizaciones.
CUATRO REFLEXIONES
Desarrollaré mi exposición en cuatro ideas básicas. Cuatro reflexiones que
no pretenden acotar un tema tan sugerente y vasto, simplemente aportar
unos pensamientos en torno al encuentro con el otro esbozados a la orilla
del Mediterráneo, un mar que es en sí la imagen del encuentro entre
culturas, del enriquecimiento mutuo, del contacto que crea una cultura
mediterránea que trasciende lenguas, religiones e historia para hacernos
mestizos, un sentimiento que nunca es fácil de explicar pero que se resume
en esa sensación familiar que uno siente en esta ciudad, en Cairo, en Atenas
o en Tunez, ese espíritu que tuvo su mejor expresión diplomática aquí, en el
transcurso de aquella Conferencia Euromediterránea que alumbró la
"Declaración de Barcelona".
Mis reflexiones comenzarán a partir de la idea de la diplomacia como forma
de diálogo con el otro, como embrión del diálogo y el contacto de culturas
que lleva al mestizaje y la superación de la diferencia, y de cómo esa
concepción se aplica a mi experiencia diaria en Oriente Próximo, un espacio
donde los planteamientos radicales que insisten en las diferencias se van
enfrentando —y creo que superando- con un proyecto de convivencia y
diálogo. Sobre esta base intentaré explicar por que considero un desatino la
idea del "choque de civilaciones" y concluiré con mi cuarta reflexión sobre
qué podemos hacer para acercarnos más al otro y romper con esas
tendencias de intolerancia y exclusión.
Mi primera reflexión es pues referente a la relación existente entre
diplomacia y el nuevo discurso sobre el "otro", es decir, sobre la alteridad.
Decía Jean Baudrillard "nous sommes engagés dans une orgie de
decouverte, exploration et invention de l'autre", en su libro "La transparence
du mal". Esta cita del polémico autor francés nos brinda la oportunidad de
identificar claramente las características esenciales de toda acción
diplomática: descubrimiento, exploración, invención y relación con el "otro",
todas ellas nos encaminan precisamente hacia el discurso del "otro". James
Der Derian, un prestigioso politólogo de la Universidad de Massachuschets,
se pronuncia en la misma línea al definir a la diplomacia como el arte de la
mediación entre extraños grupos, individuos o sujetos, es decir entre
"otros".
Toda la historia diplomática no es más que la narración de los esfuerzos de
los gobiernos, autoridades políticas o de sus agentes en poner en contacto
lo que consideran propio con lo que les es extraño, es decir, con el "otro".
Este pensamiento no hace sino expresar en término de relaciones
internacionales la corriente tradicional occidental de afianzar nuestra
identidad poniendo en evidencia las diferencias con el "otro". Toda identidad
requiere diferencia y la diferencia requiere extrañamiento o enajenación.
En ese proceso de extrañamiento/enajenación está el origen de la necesidad
de la diplomacia. Reforzamos nuestra identidad cuando la expresamos en
términos de diferencia con otros conjuntos políticos y culturales, pero
también es cierto que la debilitamos a medida que incrementamos el
contacto con lo ajeno, cuando nuestros puentes se convierten en lugar de
tránsito de ideas y modas que nos influyen y con las que influimos
haciéndonos algo diferente, diluyendo el concepto del "uno" y del "otro".
La diplomacia existe y es necesaria precisamente porque existe este
enfoque de alteridad en las relaciones entre Estados y pueblos. Y aunque no
se diseñe para superar esa alteridad, creo que está en el origen de esa
superación siempre deseable.
Como diría Der Derian: " La diplomacia es la mediación de la enajenación".
La diplomacia moderna es intersubjetiva. Se refiere a la mediación entre
sutiles y diferenciadas subjetividades. "El otro" es esencial para la
diplomacia, porque obviamente, uno no puede tener relaciones consigo
mismo. No hay necesidad no hay urgencia en mediar consigo mismo. Por lo
que el conocimiento del otro es esencial para la construcción y el
conocimiento de uno mismo. Así Rousseau señalaba "El cuerpo político está
forzado a mirar hacia fuera al objeto de conocerse, asimismo depende de su
entorno y debe tomar en consideración y con todo interés lo que pasa
alrededor suyo". Éste es el desafío que tiene todo diplomático y es que la
"razón de ser" de la diplomacia se establece solo por lo tanto cuando existen
límites o fronteras para enmarcar la propia identidad de lo que uno trata de
defender para al mismo tiempo cuando estos límites a su identidad son
cruzados y transgredidos en el contacto y aproximación con el otro. Por lo
tanto, la condición para toda diplomacia reside en el binomio
identidad/diferencia.
EL OTRO
Pero también el diplomático es asimismo otro en sí mismo. Jacques Lacan
señala en su libro sobre los "cuatro conceptos fundamentales del
Psicoanálisis": ¿qué hacen los diplomáticos cuando se dirigen entre si o a los
otros? Simplemente ejercen la función de ser puros representantes de
otros". Éste sería mi caso, más agravado por el hecho de que no tendría una
razón de Estado que defender como diría Maquiavelo sino 15 razones de
Estado.
Además la diplomacia sólo puede existir en el escenario del "otro"- El "locus"
del otro es el entorno en el que la diplomacia se desenvuelve. Diplomacia no
tiene un mecanismo para autorealizarse. Así Cornelius Castoriadis apunta:
"mi discurso debe tomar en consideración el lugar del discurso del "otro" si
se quiere alcanzar un resultado satisfactorio. El diplomático debe "descubrir
las similitudes así como las diferencias". "Es necesario objetivizar al otro".
En definitiva, sin la existencia del otro no existiría diplomacia. La diplomacia
moderna es intersubjetiva, se construye sobre el binomio
identidad/diferencia, el "otro" es esencial para la diplomacia y constituye su
"arte". No hay mediación sino hay una enajenación diferenciada., por lo
tanto si hay alguien legitimado para reflexionar sobre la imagen del "otro"
éste es el diplomático.
Esta primera reflexión sobre la verdadera esencia de la diplomacia y su
profunda interrelación con todo el nuevo discurso sobre "El Otro" se acentúa
aún más en mi caso. El ámbito de ejecución de mi misión me obliga a
plantear mi segunda reflexión. Como EUSE me corresponde "mediar",
ejercitar mis funciones en un espacio en el que las "alteridades" son
múltiples y se manifiestan de forma evidente. El espacio mediterráneo en
general, y Oriente Medio en particular, es el paradigma del encuentro y del
desencuentro del "otro". Si existe un lugar donde la super-vivencia, la coexistencia y la contra-existencia de las distintas culturas y civilizaciones se
haya puesto en evidencia con mayor violencia a lo largo de los últimos
siglos, éste es sin duda el cercano Oriente. El "otro" religioso, sea este judío,
cristiano o musulmán, se superpone al "otro" político "árabe-israelípalestino, o al "otro" cultural-ideológico, occidente-Europa versus Islammundo árabe. Por lo tanto Oriente Medio es el escenario ideal para
contrastar las tensiones existentes y las tendencias latentes acerca de este
distorsionado debate sobre los roces y los enfrentamientos entre Occidente
e Islam.
Uno de los ejemplos más clarificadores de la construcción de ese binomio
identidad-diferencia lo encontramos en el mismo Proceso de Paz de Oriente
Medio, donde los palestinos consideran, con amplio apoyo de la Comunidad
internacional, que la creación de un estado que refleje esa identidad es una
exigencia de esta misma identidad. La creación de la subjetividad es a la vez
la razón y el efecto de la diplomacia y es la que permite que justo después
del ejercicio de la libre autodeterminación se puedan establecer relaciones
de cooperación con los países vecinos. El ejemplo del pueblo palestino es
claro en este sentido, y todos les empujamos a disenar cuanto antes esta
cooperación tan necesaria como util para la paz.
La historia de diplomacia empieza consecuentemente cuando el cordón
umbilical se corta, cuando el "recién nacido" es efectivamente e
irrevocablemente separado del "otro". Lo que era antes de competencia
interna pasa a ser de competencia externa. El arte de la diplomacia
envuelve un proceso de relacionarse con el "otro".
Mi tercera reflexión se dirige precisamente a desmontar esa tesis perversa y
falsa relativa a la inevitabilidad del choque de civilizaciones, tesis que si bien
ha perdido, felizmente, gran parte de su inicial impacto, sigue adherida
como ventosa al subconsciente del mundo occidental. Su falta de rigor
científico y sus equivocadas premisas las expone con gran claridad el filósofo
marroquí Al Jabri. En un seminario organizado en Toledo hace ya tres años,
el autor marroquí supo con gran lucidez situar el debate en sus justas y
adecuadas proporciones. Su tesis es clarividente, nadie duda que existan
diferencias entre el mundo occidental y el mundo islámico, lo que no es
acertado es considerar que estas diferencias culturales sean las causantes
y/o el germen de futuros e inevitables conflictos. Esto no ocurrió en el
pasado y no debe tampoco irremediablemente ocurrir en el presente ni en el
futuro. Lo que existe es una utilización política de una diferencia religiosa o
cultural, por parte de algunos sectores extremistas de ambos lados. Por lo
contrario, las tensiones y rivalidades a lo largo de la historia entre las
distintas civilizaciones han estado siempre originadas en simples conflictos
de intereses, que en cualquier caso pueden ser siempre resueltos
racionalmente. Los intereses se pueden identificar, examinar sus elementos
conflictivos y siempre hay margen suficiente para encontrar una solución de
compromiso. Los ideales, las creencias, las identidades no pueden
enajenarse o concederse gratuitamente. He aquí en donde los principios
epistemológicos de Al Jabri se presentan con toda contundencia, en primer
lugar la necesidad de comprender al "otro" y su propio sistema de
referencia; en segundo lugar, preservar el derecho a la diferencia, en el
sentido de que el "otro" aunque es diferente no se le debe entender en
términos de oposición, negación o conflicto y, por último, la necesidad de
valorar en su justa medida la necesidad de privilegiar la tolerancia y la
indulgencia.
EL YO
Es aquí donde radica, según Al Jabri, la diferencia más sustancial entre el
método filosófico occidental (Parmenides, Espinoza, Hegel), en el que el "yo"
se autoafirma frente al "otro" y la razón árabe-musulmana, en donde el
"yo", es diferente, pero no rechaza ni se opone al "otro". Por otra parte, la
historia de las relaciones entre civilizaciones muestra una tendencia
progresiva hacia la interdependencia inter-cultural e inter-civilizacional. En
la actualidad, términos como la "aldea planetaria", "terre patrie", etc. son
moneda común. Es por ello que exista cada vez con mayor énfasis un
rechazo hacia todo tipo de exclusión ya que esta actitud es sólo patrimonio
de los extremistas y radicales, el sentido común de la mayoría se encamina
prioritariamente hacia el encuentro y el respeto mutuo y no hacia el rechazo
y la controversia.
Mi cuarta y última reflexión me lleva a la necesidad de establecer unas
líneas claras de acción. No es suficiente denunciar las contradicciones, los
errores y las insuficiencias en el comportamiento político contemporáneo,
por el contrario parece imperativo proponer algunas orientaciones
específicas para romper este círculo vicioso de fatal enfrentamiento entre el
mundo occidental y el árabe-musulmán. En el mismo seminario
anteriormente mencionado de Toledo, ya propuse varias recomendaciones
que en mi modesta opinión los políticos europeos deberían adoptar para
cambiar no sólo su imagen distorsionada en el mundo árabe sino sobre todo
para mejorar su capacidad de acción en beneficio mutuo. Mis consejos eran
sencillos, algunos de ellos se han ido ya recogiendo en el lenguaje
diplomático occidental, otros sin embargo siguen sin aplicarse
correctamente. Es cierto que es ya habitual escuchar a la mayoría de los
dirigentes europeos y occidentales referirse al "islam" en clave de respeto y
reconocimiento religioso y cultural, y distinguir entre lo que ha aportado y
sigue aportando el islam en tanto que creencia religiosa y civilización y lo
negativo de algunos mensajes políticos, que enarbolando el "islam" como
bandera "esconden unos objetivos políticos muy diferentes al legado de
tolerancia y solidaridad que esa misma religión defiende. Se ha avanzado
también mucho en distinguir "islam" de "islamismos", al reconocer que cada
país árabo-musulmán tiene su propia característica histórica y sus propias
claves nacionales. Se trata de evitar "amalgamas" como aquellas en las que
islam era sinónimo de musulmán, musulmán de fanático y fanático de
terrorista, etc. Hoy hay más rigor. Aunque no conviene bajar la guardia en
este sentido. Sin embargo, a pesar de estos avances, se sigue
contemplando las distintas áreas geográficas del Mediterráneo, Oriente
Medio y Lejano, así como a la propia África con criterios eurocéntricos, y sin
la suficiente dosis de rigor científico para adentrarse hacia la complejidad de
las distintas situaciones.
PROYECTO REVOLUCIONARIO
El proceso euro-mediterráneo nacido en Barcelona, fue una iniciativa
encaminada en instaurar un proyecto revolucionario, tanto en su concepto,
como en sus instrumentos como en los objetivos fijados. Aunque sigue vivo,
me temo que muchos de sus planteamientos iniciales parecen asfixiarse
ante el estrecho corsé economicista que se le trata de imponer. La fuerza
innovadora de Barcelona fue la de establecer una interacción más estrecha
entre las dimensiones políticas, económicas y culturales de este heteroclito
espacio que es el Mediterráneo. Hoy sin embargo, y tras la decepcionante
Conferencia de Stuttgart, nos limitamos a desarrollar un discurso
económico, que no se atreve a debatir los verdaderos problemas que
afectan a la estabilidad y el futuro de esta región. Parece como si
quisiéramos ocultar a las opiniones públicas mediterráneas los verdaderos
desafíos de nuestro diario acontecer. Sin abordar el problema de Oriente
Medio, sin denunciar la falta de democratización política de esta región, sin
buscar alternativas viables a la crisis de Argelia, difícilmente la simple
instauración de zonas de libre cambio podrá resolver los grandes retos que
nos acechan. Seguiremos contemplando el mar Mediterráneo de Norte a
Sur, de Occidente a Oriente, de este a oeste, en esa desafortunada imagen
de una "cruz" que podrá quizás servir de estandarte de una nueva cruzada,
pero que perderá la oportunidad de establecer por primera vez en la historia
de esta región el espíritu de "mesa redonda", de solidaridad y asociación tan
necesario hoy para resolver pacíficamente y solidariamente los problemas
del presente y del futuro.
Termino mis reflexiones, con una nueva referencia a mi primera reflexión, el
diplomático, y más el nuevo diplomático que representa un nuevo modelo
de representación internacional, ese deseado y anhelado Sr Europa para
Oriente Medio y el Mediterráneo, debería hacer un llamamiento aquí en
Barcelona, en este Forum Universal de las Culturas, para que en su
mediación con el "otro", sirva para alcanzar ese objetivo loable de edificar
una Agora común en el que el extranjero, aunque considerado diferente, sea
acogido y recibido con la tradicional hospitalidad mediterránea y en el que
no sólo nos empeñemos en enseñar pero también mostremos nuestra
intención y voluntad de aprender . Sólo así podremos vivir en un espacio de
paz y prosperidad. Frente a las amenazas coloreadas a lo largo de estas
últimas décadas, el peligro amarillo, la bota roja, la marea islámica verde,
todos deberíamos intentar poner en marcha una nueva expedición azul
mediterránea, una nueva expedición diferente de las organizadas por los dos
Napoleones I y III cuando encargaron a Champollion o a Renan visitar
Egipto y Líbano, para dar a conocer a Europa esta región. Estoy convencido
de que hay muchos europeos, árabes, musulmanes y judios que estarían
deseosos de participar en esta nueva aventura. Pongamonos hoy en marcha
aquí en Barcelona.
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