Causalidad - Educantabria

Anuncio
EJERCICIO 5:
RELACIONA EL SIGUIENTE FRAGMENTO CON LA
FILOSOFÍA DEL AUTOR. Sigue las pautas que te proponemos.
“Mi mente discurre por hábito desde el objeto visible, una bola corriendo hacia otra, al
efecto usual del movimiento en la segunda bola. No sólo concibe ese movimiento, sino
que siente en la concepción de él algo diferente de un mero ensueño o de la
imaginación. La presencia de este objeto visible, y la conjunción constante de ese efecto
particular, hacen que esta idea sea diferente, para el sentimiento, de aquellas ideas vagas
que llegan a la mente sin introducción alguna. Esta conclusión parece un tanto
sorprendente; pero hemos sido llevados a ella por una cadena de proposiciones que no
admiten ninguna duda. Ninguna cuestión de hecho puede ser probada si no es a partir de
su causa o de su efecto. Nada puede ser conocido como causa de otra cosa si no es por
la experiencia. No podemos aducir razón alguna para extender al futuro nuestra
experiencia del pasado; pero estamos enteramente determinados por la costumbre
cuando concebimos que un efecto se sigue de su causa usual. Sin embargo creemos que
se sigue un efecto, sólo por haberlo concebido. Esta creencia no añade ninguna idea
nueva a la concepción. Solamente varía la manera de concebir, imponiendo una
diferencia a la sensación o sentimiento.” (Pp.296-297 de Lecturas fundamentales)
1. Analiza el contenido del fragmento. Fíjate bien en la diferencia que establece el
autor entre “concebir” y “sentir”. Date cuenta de la diferencia existente entre
explicar cómo se produce el razonamiento causal y poder justificar este tipo de
razonamientos.
2. Explica a partir de la diferencia entre relaciones de ideas y cuestiones de hecho a
qué tipo de razonamiento pertenece el que se discute en este fragmento. Lee el
texto 3 del la autor para fundamentar tu exposición.
3. Relaciona la afirmación de autor “no podemos aducir razón alguna para
extender al futuro nuestra experiencia del pasado” con el tema plateado al final
del texto 4 del autor acerca de los límites de este tipo de inferencias. Resume su
razonamiento.
4. Explica su concepción de la creencia como un sentimiento. Lee en el texto 1 la
diferencia entre impresiones e ideas. ¿A qué clase pertenecen los sentimientos?
5. Expón la posición de Hume con respecto a la costumbre contenida en el texto 5
y relaciónala con lo que expone en este fragmento. Lee el final del texto de
Hume en Lecturas fundamentales…….... y haz una síntesis entre su posición”
naturalista” y los principios de asociación que ahí expone.
6. Redacta, en conexión con lo que has obtenido hasta aquí, las consecuencias de
su posición con respecto a la metafísica y las otras ciencias a partir de
fragmento 10 del autor.
TEXTO 3: Distinción entre relaciones de ideas y cuestiones de hecho.
“Todos los objetos de la razón e investigación humana, naturalmente, pueden dividirse
en dos grupos, a saber: relaciones de ideas y cuestiones de hecho; a la primera clase
pertenecen las ciencias de la geometría, álgebra y aritmética y, en resumen, toda
afirmación que es intuitiva o demostrativamente cierta. Que el cuadrado de la
hipotenusa es igual al cuadrado de los dos lados es una proposición que expresa la
relación entre estas partes del triángulo. Que tres veces cinco es igual a la mitad de
treinta expresa una relación entre estos números. Las proposiciones de esta clase
pueden descubrirse por la mera operación del pensamiento independientemente de lo
que pueda existir en cualquier parte del universo. Aunque jamás hubiera habido un
círculo o un triángulo en la naturaleza, las verdades demostradas por Euclides
conservarían siempre su certeza y evidencia.
No son averiguadas de la misma manera la cuestiones de hecho, los segundos objetos
de la razón humana; ni nuestra evidencia de su verdad, por muy grande que sea, es de
la misma naturaleza que la precedente. Lo contrario de cualquier cuestión de hecho es,
en cualquier caso, posible, porque jamás puede implicar una contradicción, y es
concebido por la mente con la misma facilidad y distinción que si fuera totalmente
ajustado a la realidad. Que el sol no saldara mañana no es una proposición menos
inteligible ni implica mayor contradicción que la afirmación saldrá mañana. En vano,
pues, intentaríamos demostrar su falsedad. Si fuera demostrativamente falsa
implicaría una contradicción y jamás podría ser concebida distintamente por la
mente.”
D. Hume, Investigación sobre el entendimiento humano, pp. 141 y 142.
TEXTO 4: Crítica de la inferencia inductiva
“Es por todos aceptado que no hay una conexión conocida entre cualidades sensibles
y poderes ocultos y, por consiguiente, la mente no es llevada a formarse esa
conclusión, a propósito de su conjunción constante y regular por lo que puede conocer
de su naturaleza. Con respecto a la experiencia pasada, sólo puede aceptarse que da
información directa y cierta de aquel periodo de tiempo abarcado por su acto de
conocimiento. Pero por qué esta experiencia debe extenderse a momentos futuros y a
otros objetos, que, por lo que sabemos, puede que sólo en apariencia sean
semejantes, ésta es la cuestión en la que deseo insistir. El pan que en otra ocasión
comí, que me nutrió, es decir un cuerpo con determinadas cualidades sensibles estaba
en aquel momento dotado con determinados poderes secretos. Pero ¿se sigue de esto
que otro trozo distinto de pan también ha de nutrirme en otro momento y que las
mismas cualidades sensibles siempre han de estar acompañadas por los mismos
poderes secretos. De ningún modo parece la conclusión necesaria. Por lo menos ha de
reconocerse que aquí hay una conclusión alcanzada por la mente, que se ha dado un
paso, un proceso de pensamiento y una inferencia que requiere explicación. Las dos
proposiciones siguientes distan mucho de ser las mismas: He encontrado que a tal
objeto ha correspondido siempre tal efecto y preveo que otros objetos, que en
apariencia son similares, serán acompañados por efectos similares. Aceptaré, si se
desea, que una proposición puede correctamente inferirse de la otra. Sé que, de
hecho, siempre se infiere. Pero si se insisten que la inferencia es realizada por medio
de una cadena de razonamientos, deseo que se represente aquel razonamiento. La
conexión entre estas dos proposiciones no es intuitiva. Se requiere un término medio
que permita a la mente llegar a tal inferencia, si efectivamente se alcanza por medio
del razonamiento y la argumentación. Lo que este término medio sea, debo
confesarlo, sobrepasa mi comprensión, e incumbe presentarlo a quienes afirman que
realmente existe y que es el origen de todas nuestras conclusiones acerca de las
cuestiones de hecho”
D. Hume, Investigación sobre el entendimiento humano, pp. 150 y 151.
TEXTO 1: Diferencia entre impresiones e ideas
“He aquí, pues que podemos dividir todas las percepciones de la mente en dos clases
o especies, que se distinguen por los distintos grados de fuerza o vivacidad. Las menos
fuertes e intensas comúnmente son llamadas pensamientos o ideas; la otra especie
carece de un nombre en nuestro idioma, como en la mayoría de los demás, según
creo, porque solamente con fines filosóficos era necesario encuadrarlos bajo un
término o denominación general. Concedámonos, pues, a nosotros mismos un poco de
libertad y llamémoslas impresiones, empleando este término en una acepción un poco
distinta de la usual. Con el término impresiones, pues, quiero denotar nuestras
percepciones más intensas: cuando oímos, o vemos, o sentimos, o amamos, u odiamos
o deseamos, o queremos. Y las impresiones se distinguen de las ideas en que son
percepciones menos intensas de las que tenemos conciencia, cuando reflexionamos
sobre las operaciones o movimientos arriba mencionados (…………) En resumen, todos
los materiales del pensar se derivan de nuestra percepción interna o externa. La
mezcla y composición de ésta corresponde sólo a nuestra mente y voluntad. O, para
expresarme en un lenguaje filosófico, todas nuestras ideas o percepciones más
endebles son copias de nuestras impresiones o percepciones más intensas.
Para demostrar esto, creo que serán suficientes los dos argumentos siguientes.
Primero cuando analizamos nuestros pensamientos o ideas, por muy compuestas o
sublimes que sean, encontramos que siempre se resuelven en idas tan simples como
las copiadas de un sentimiento o estado de ánimo precedente. Incluso aquellas ideas
que, a primera vista, parecen las más alejadas de este origen, resultan, tras un estudio
más detenido derivarse de él. La idea de Dios, en tanto que significa un ser
infinitamente inteligente, sabio y bueno, surge al reflexionar sobre las operaciones de
nuestra propia mente y al aumentar indefinidamente aquellas cualidades de bondad y
sabiduría. Podemos dar a esta investigación la extensión que queramos, y seguiremos
encontrando que toda idea que examinemos es copia de una impresión similar.
Aquellos que quisieran afirmar que esta posición no es universalmente válida ni
carente de excepción tienen un solo y sencillo método de refutación: mostrar aquella
idea que, en su opinión, no se deriva de esta fuente”
D. Hume, Investigación sobre el entendimiento humano, Editorial Tecnos (Grupo Anaya
S.A.) 2007, pp. 123 y 124.
TEXTO 5: La costumbre es el origen de la inferencia causa-efecto.
Aquí hay pues una especie de armonía preestablecida entre el curso de la naturaleza y
la sucesión de nuestras ideas, y, aunque los poderes y las fuerzas por las que la
primera es gobernada nos son totalmente desconocidos, de todas formas
encontramos que nuestros pensamientos y representaciones han seguido la misma
secuencia que las demás obras de la naturaleza. La costumbre es el principio por el
cual se ha realizado esta correspondencia tan necesaria para la supervivencia de
nuestra especia y la dirección de nuestra conducta en toda circunstancia y suceso de la
vida humana. Si la presencia de un objeto no hubiera inmediatamente excitado la idea
de los objetos usualmente unidos a él, todo nuestro conocimiento hubiera tenido que
limitarse a la estrecha esfera de nuestra memoria o sentidos, y nunca hubiéramos sido
capaces de ajustar medíos a fines o emplear nuestros poderes naturales para hacer el
bien o evitar el mal.
Añadiré, para mayor confirmación de la teoría precedente, que como esta operación
de la mente, por medio de la cual inferimos los mismos efectos de causas iguales y
viceversa, es tan esencial para la subsistencia de todas las criaturas humanas, no es
probable que pudiera confiarse a las engañosas deducciones de nuestra razón, que es
lenta en sus operaciones, que no aparece en grado alguno durante los primeros años
de la infancia y que, en el mejor de los casos, está en toda edad y periodo de la vida
humana muy expuesta al error y la equivocación. Concuerda mejor con la sabiduría
habitual en la naturaleza asegurar un acto tan necesario de la mente con algún instinto
o tendencia mecánica que sea infalible en sus operaciones, que pueda operar a partir
de la primera aparición de la vida y pensamiento y que pueda ser independiente de
todas las deducciones laboriosas del entendimiento. ”
D. Hume, Investigación sobre el entendimiento humano. pp.171 y 172.
TEXTO 10: Clasificación de las áreas de conocimiento.
“Me parece que los únicos objetos de las ciencias abstractas o de la demostración
son la cantidad y el número, y que todos los intentos de extender la clase más perfecta
de conocimiento más allá de estos límites son mera sofistería e ilusión (……….)
Todas las demás general investigaciones de los hombres conciernen sólo a cuestiones
de hecho y existencia. Y, evidentemente, éstas no pueden demostrarse. Lo que es,
puede no ser. Ninguna negación de hecho implica una contradicción. La no existencia
de cualquier ser, sin excepción alguna, es una idea tan clara y distinta como la de su
existencia. La proposición que afirma que no es, por muy falsa que sea, no es menos
concebible e inteligible que la que afirma que es. El caso es distinto con las ciencias
propiamente dichas. Toda proposición que no es verdadera es confusa e ininteligible.
Que la raíz cúbica de 64 es igual a la mitad de 10 es una proposición falsa y jamás
podrá concebirse distintamente. Pero que Cesar o el ángel Gabriel, o cualquier ser
nunca existió, podrá ser una proposición falsa, pero de todas formas es perfectamente
concebible y no implica contradicción.
Por tanto, la existencia de cualquier ser sólo puede demostrarse con argumentos a
partir de su causa o de su efecto, y estos argumentos se fundan exclusivamente en la
experiencia. Si razonamos a priori, cualquier cosa puede parecer capaz de producir
cualquier otra. La caída de un guijarro puede, por los que sabemos, apagar el sol o el
deseo de un hombre controlar los planetas en sus órbitas. Sólo la experiencia nos
enseña la naturaleza y límites de la causa y el efecto y nos permite inferir la existencia
de un objeto de la de otro. Tal es el fundamento del razonamiento moral, que forma la
mayor parte del conocimiento humano y es la fuente de toda acción y
comportamientos humanos.
Los razonamientos morales conciernen a hechos generales o a hechos particulares.
Todas las deliberaciones en la vida conciernen a éstos, así como también todas las
disquisiciones históricas, cronológicas, geográficas y astronómicas.
Las ciencias que tratan de hechos generales son la política, la filosofía de la naturaleza,
la física, la química etc., donde se investigan las cualidades, causas y efectos de una
especie entera.
La teología, como demuestra la existencia de una divinidad y la inmortalidad de las
almas, se compone en parte de razonamientos sobre hechos particulares, en parte de
razonamientos sobre hechos generales. Tiene su fundamento en la razón en la medida
en que está apoyada por la experiencia, pero su mejor y más sólido fundamento es la
fe y la revelación divina.
La moral y la crítica no son propiamente objetos del entendimiento como del gusto y
del sentimiento. La belleza moral o natural es sentida más que percibida. O si
razonamos acerca de ella, e intentamos fijar su patrón, consideramos un hecho nuevo,
a saber: el gusto general de la humanidad o algún hecho que pueda ser objeto de
razonamiento o investigación.
Si procediéramos a revisar las bibliotecas convencidos de estos principios, ¡qué
estragos no haríamos! Si cogemos cualquier volumen de teología o metafísica
escolástica, por ejemplo, preguntemos: ¿Contiene algún razonamiento abstracto sobre
la cantidad y el número? No. ¿Contiene algún razonamiento experimental acerca de
cuestiones de hecho o existencia? No. Tírese entonces a las llamas pues no puede
contener más que sofistería e ilusión”
D. Hume, Investigación sobre el entendimiento humano, p. 282-285.
Descargar