BUENOS VECINOS Esteban: El lugar donde vivimos es parte de nuestra historia personal, la casa donde habitar con su familia es el lugar que quisiera tener para habitar dulcemente con sus seres queridos. Pero como dijo alguien, uno piensa mucho en la casa pero poco en los vecinos, uno elige la casa pero no los vecinos, y a veces no se da cuenta a los vecinos que está relacionando a ese lugar físico que está decidiendo tomar para vivir. Todos somos vecinos, ¿cómo podemos ser buenos vecinos en este contexto? Mientras que los especialistas están diciendo que el mundo se ha convertido en un gran vecindario ¿cómo hacer para convivir juntos en este contexto? El ser buenos vecinos es algo que todos los días se construye en la relación con las otras personas. Salvador: Bueno, yo creo que cuando los que analizan la situación actual dicen que el mundo se convirtió en un gran vecindario están hablando de la rapidez de las comunicaciones, están hablando de los puentes tan rápidos que se utilizan, ahora bien, yo no se si esto se podría aplicar a la buena vecindad, porque muchas veces se habla de “pueblos vecinos” porque están simplemente cercanos geográficamente. Creo que cuando hablamos de vecinos estamos hablando de la convivencia social directa que nosotros tenemos con personas físicas a las que podemos ver y con las cuales podemos interactuar. Porque sino con el Twitter y con tantas otras cosas tendríamos vecinos en todas partes del mundo, pero no hay inter - actuación. Yo creo que la convivencia social aparece porque el hombre no es un ser gregario, no está hecho para estar sólo...y cuando Dios dice: “No es bueno que el hombre esté sólo” no sólo se está refiriendo a la pareja, sino que da por sentado que cualquier tipo de soledad es perniciosa en el hombre. Y es verdad que la pareja es el objetivo en el matrimonio para no tener la soledad humana, pero necesitamos también al otro. El sabio Salomón que conocía bien todas estas cosas, decía bien que “mejor es el vecino cerca que el hermano lejos”. Él allí compara los vínculos sanguíneos con las relaciones humanas y a veces los vínculos de sangre las culturas le dan tanta jerarquía y tanta importancia, sin embargo no son tan sólidos como muchos piensan. Y en otros casos los buenos vecinos reemplazan a los vínculos de sangre y los aventajan en muchos aspectos. Esteban: Se da una relación muy familiar entre algunos de ellos, más incluso que con las personas pertenecientes al mismo lazo de sangre. Salvador: Por supuesto, más incluso que con la misma familia. Es interesante incluso que las grandes obras de la literatura siempre sus personajes tuvieron fuerza cuando los personajes se encontraban acompañados. Por ejemplo; Robinson Crusoe, el paradigma del hombre solitario que no podía tener vecinos porque estaba en una isla solitaria, sin embargo; Daniel Defoe en un momento tiene que ponerle en un momento un personaje a ese hombre sólo: y allí aparece “Viernes” el perro que lo acompaña, porque sino Robinson Crusoe va a caer en la locura, porque no tiene respuesta, no tiene solución, y creo que es muy inteligente de su parte poner a alguien allí con el que puede sentirse “humano”, porque sino perdería su humanidad. Sino fíjense los diálogos de Sherlock Holmes y Watson, esos diálogos indudablemente enriquecen toda la trama, es la relación de toda la trama. O el Quijote y Sancho. Son todas parejas de la literatura que muestran la convivencia de caracteres a veces a veces diferentes y hasta opuesto a veces, pero que se ayudan y edifican mutuamente. Fuera del grupo es muy difícil considerar y desarrollar la vida. La vida humana solamente se satisface cuando tenemos relación con otro, cuando estamos con otras personas. Tenemos necesidades que solamente las otras personas pueden llegar a satisfacer. Aristóteles tiene una frase lapidaria en cuanto a esto, dice: “el hombre sólo o es un bruto o es dios”. Queriendo decir que Dios puede estar sólo por ser Dios, y que el bruto por su condición también, pero que el hombre aislado va de seguro hacia la auto-destrucción. Lope de Vega muestra la fuerza de la unión vecinal en Fuenteovejuna. Tienen un gobernante que abusa y entonces todo el pueblo se une y asume el protagonismo de la historia, y cuando lo hace, es tan fuerte el lazo de vecindad, que dicen que todos “lo han hecho a una”, son los vecinos que han encontrado en su relación la solución a un problema. Por supuesto que la convivencia tiene sus dificultades. Esteban: Y allí por ejemplo es donde se trata de mediar. Por ejemplo allí surge modernamente la figura del “Defensor del vecino”. Salvador: bueno, a medida que las sociedades se transforman en más cosmopolitas y hay movimientos étnicos de un lugar a otro, estas migraciones producen problemas. Recordemos por ejemplo que en los pueblos de la antigüedad era difícil la convivencia, los pueblos vivían bien entre ellos, cuando eran del mismo grupo, de la misma etnia, tenían la misma religión entonces convivían, pero siempre el pueblo que estaba al lado, que pertenecía a otra raza o a otra raza o religión o etnia siempre era visto distinto y se formaban las grandes luchas por dominarlo, es decir, cada uno tenía su identidad y era difícil la convivencia en la antigüedad. La buena convivencia social se fue transformando a medida que el hombre fue progresando en sus ideas y entendiendo ciertas cosas con respecto al prójimo pero hoy mismo la buena convivencia en muchos países europeos, en muchos países latinoamericanos, con las grandes migraciones de pobres y ricos trae problemas de vecindad muchas veces razonables porque son culturas que chocan, formas de vida que chocan y que lógicamente producen escozor, hay personas que no se adaptan a las nuevas culturas y entonces eso trae problemas, pero la convivencia nunca ha sido fácil. Esteban: Y eso creo en las grandes ciudades el hecho que se formaran vecindarios con grupo raciales o étnicos, impulsándose unos a otros formando grupos realmente muy cerrados en esas vecindades. Salvador: Bueno hay lugares donde se dice “este es el barrio negro” este es “el barrio judío” “este es el barrio musulmán”, uno muchas veces piensa que se han agrupado por las cosas que tienen en común, pero a veces se han agrupado por segregación y en algunos casos podemos visitar los barrios por las formas de las casas y por la forma en que se viste la gente uno sabe de dónde provienen y en que barrio en definitiva está. Lo que quiere decir que la buena convivencia social es difícil. Y hoy en día hay “aisladores” de la buena convivencia. Yo creo que la tecnología nos ha “comunicado” de alguna manera, pero sin embargo es un problema para la convivencia, porque nos acostumbramos a la relación virtual y no a la relación personal y la relación virtual siempre es una relación muy pobre. La vida comunitaria en el pasado tenía mucha más fuerza, en un pueblo por ejemplo, las campanas de una iglesia convocaba, cuando se escuchaban las campanas, todos iban porque estaban siendo convocados. La vida comunitaria era muy activa, en los pueblos había que construir puentes, el pueblo se juntaba y los construía. Había que levantar una Iglesia y todo el pueblo trabajaba para levantarla. Había que organizarse para la defensa y todo el pueblo corría para la defensa. En esos pueblos del pasado la convivencia era mucho más sencilla que ahora y también mucho más eficaz. Entonces se sabía que había que ponerse al lado del vecino si uno quería realmente sobrevivir. En tiempos de Jesús la vida comunitaria era también muy antigüa. Había leyes muy especiales, las leyes de la hospitalidad, Jesús pasaba por un pueblo y a Él lo invitaban a comer en la casa a Él y a los discípulos, era muy común y las comidas eran públicas porque las casas eran realmente muy pequeñas. Entonces al ser muy pequeñas ¿dónde cenaban? Colocaban las mesas en la calle. El año pasado yo estuve en Italia y lo seguí viendo en algunos pueblos, la gente sacar sus mesas para cenar en las calles y era muy común para ellos. Entonces pasaba el vecino, lo saluda, se queda allí, los invita a tomar algo y es la convivencia, porque pasó el vecino y hay que saludarlo, y de repente sale otro con la comida que preparó la esposa, y uno se da cuenta que esto es la convivencia. Realmente eso es la convivencia, incluso en las fiestas hay algunos pueblos en Europa que celebran, o todavía tienen celebraciones en las cuales participan todo el vecindario. Yo recuerdo haber llegado a la ciudad de Pisa, al norte de Italia, entrar a la ciudad para ir a ver la catedral, la torre de Pisa, pero resulta que cuando uno baja de la estación de tren y quiere llegar hasta ese lugar tiene que caminar unas veinte a veinticinco cuadras, y mientras caminaba veo a cuatro personajes tocando el tambor, y vestidos como pregoneros de la edad media. Y yo dije: “bueno, retrocedimos en el tiempo”. Pero no, se paraban en las esquinas y leían un texto convocando a una reunión en la tarde a todos los vecinos. Nosotros pasamos el día allí, entonces fuimos a la tarde a la convocatoria y habían hecho un torneo de ballestas, entonces estaban todos los vecinos y estaba el alcalde de la ciudad que estaba vestido como un alcalde de la edad media, y su esposa como una señora de la edad media y todos los ediles vestidos a la usanza de la época, y la gente del pueblo también se había vestido de esa manera, así que los turistas estaban todos ahí disfrutando de una fiesta que parece que es tradicional e hicieron un concurso de ballestas, y yo por primera vez vi funcionar al ballesta y a los ballesteros trabajar y ser premiados, y unirse con otros pueblos que también habían venido con sus vestimentas de la edad media, en pocas palabras, celebraban juntos como vecinos. Uno dice: “que buena convivencia” porque eso de alguna manera ayuda a la convivencia de todos los días, uno piensa, al otro día esta gente volverá a la vida de todos los días, se encontrará con su vecino y le dirá “se acuerda lo que pasó ayer y viste a Fulano o a mengano”. Esa es la convivencia de la buena vecindad. El año pasado estuve en la ciudad de Brujas en el norte de Europa y justo llegamos el día de la ascención. Allí se lleva a cabo una de las diez más importantes procesiones de Europa. A mi me interesaba ver en el norte de Europa como eran las procesiones, es interesante porque todos los vecinos se reúnen, y todos habían trabajado, sabían que habían venido a verlos de varias partes, y se juntaron varios vecinos y armaron toda la historia bíblica, desde la creación hasta el Nuevo Testamento con Jesucristo y eran realmente cuadros vivos, entonces iban pasando Adan y Eva y Caín y Abel, y se paraban en la esquina y se peleaban Caín y Abel, mientras tanto aparecía el segundo cuadro apareciendo Noé arriando animales y todos los vecinos habían colaborado con eso, y cuando Abraham se marcha para Egipto llevaban los camellos y aparecían todos los vecinos disfrazados. Era gente del mismo pueblo, no eran actores profesionales, pero esos hombres se habían compenetrado como vecinos, habían hechos sus trajes y habían colaborado con eso. Lo hacían con entusiasmo. El que hacía de Moisés pasaba con las tablas de la ley se paraba y recitaba los mandamientos, bueno.... eso es buena vecindad. Es decir, cosas en común que hacen que los vecinos puedan convivir. Esteban: Hacemos una pausa en Tierra Firme... ¿es usted un buen vecino? ¿cómo es su relación con los que lo rodean en su vecindario? Ya volvemos en Tierra Firme. PAUSA... Esteban: Estamos hablando de cómo ser buenos vecinos. Ahora Salvador. A todo lo que nos planteabas hace minutos...¿hay normas claras de cómo comportarnos para desarrollar esa buena convivencia que estamos buscando promover? Salvador: Yo no diría: “hay normas”, diría mas bien que hay algunos principios que tenemos que respetar. En primer lugar, si quiero ser un buen vecino tengo que intentar evitar las agresiones, el hombre tiende a atacar, a ser agresivo por naturaleza, no agredir ni psicológica ni físicamente forma parte de ser un buen vecino. Tengo que establecer un buen vínculo de comunicación, aprender a dialogar, a escuchar, a entender, a contestar debidamente, tengo que respetar y esto es muy importante las normas sociales. Cada sociedad tiene sus normas para relacionarse, tiene sus “saludos”, sus “cortesías”, yo que he viajado por América Latina te diría que cada país tiene sus formas distintas. Yo se que cuando voy a un país tengo que preguntar por la familia, preguntar por aquellos a quienes conozco, me van a preguntar a mí también por mi familia y como Argentino no tengo que hacer como los de mi país de acelerar y decir “están todos bien” sino que detalladamente tengo que hablar sobre mi familia, todo esto debo hacerlo porque la cultura es así, y porque la cultura de algún modo lo exige. Yo tengo que reconocer los mensajes del otro como valiosos, escucharlo, no interrumpirlo, hacerle notar mi discrepancia pero sin ser dogmático, diciendo: “Yo pienso así”, respetar la intimidad del otro, no invadirlo. Que el otro entienda que yo lo considero persona. Creo que además tenemos que entender a manejarnos en grupo, porque muchas veces no sabemos como manejarnos en grupo. Tenemos que respetar el entorno porque todos tenemos un hábitat, y si yo tiro un papel en la calle, no sólo estoy ensuciando mi hábitat, sino que contamino también el del otro, entonces, cuidar el entorno es una buena manera de tratar bien a mi vecino. Contribuir al aseo, al bien común, eso es importante, hay una calle en la ciudad del Mar del Plata que todas las navidades los vecinos se han puesto de acuerdo para adornar los frentes de sus casas y son varias cuadras donde todo el mundo adorna y pone luces, ángeles y pesebres, hay gente que va exclusivamente para pasar por esas calles para ver qué han hecho esos vecinos que se han puesto de acuerdo. Ellos aportan al embellecimiento de la ciudad. Valorar al otro y respetar el bien común son dos características esenciales para ser un buen vecino. Yo creo que estas cosas son básicas, dichas así, rápidamente. Cuando los hebreos iban al templo de Dios, había una ceremonia en el momento de llegar a Jerusalén. Salían los ayudantes de los sacerdotes, entonces la gente cantaba y ellos contestaban. La pregunta era, ¿quién entrará al templo de Dios? En esa contestación decían: “el que no calumnia con su lengua, ni hace mal a su prójimo, ni admite reproche alguno contra su vecino”, es decir, el que funciona bien como vecino. Para funcionar bien como vecino, no calumnies con tu lengua, hay que tener mucho cuidado porque este suele ser un elemento que suele herir la buena vecindad. No haga mal a su prójimo, no admita reproche contra su vecino. Salomón decía: “detén tu pie de la casa de tu vecino, no sea que hastiado de ti te aborrezca” como diciendo: “no te metas en la casa de tu vecino, se medido, porque va a llegar un momento en el que se hartará”. Dios está muy ocupado en la buena vecindad y nos deja estos mandamientos que son los que Él tiene en cuenta. Si quieres entrar a tener comunión con Dios y relacionarte bien con Él, entonces no calumnies, no hagas mal a tu prójimo, no admitas ningún reproche contra tu vecino. A veces no tenemos en cuenta estas cosas pero son normas que Dios mira y que Él se las recordaba al pueblo cuando se acercaba a la casa de Dios. Si usted se acerca a la casa de Dios y quiere estar más cerca de Él, entonces tenga cuidado, porque Él está interesado también en los grandes detalles de nuestra vida, y eso que a nosotros nos parece simplemente “detalles” para Dios es muy pero muy importante.