LOS MODELOS DE EXPLICACIÓN RACIONAL EN LOS

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LOS MODELOS DE EXPLICACIÓN RACIONAL EN LOS PRESOCRÁTICOS
1. INTRODUCCION
La primera pregunta que hay que formular es ¿por qué la filosofía surge en Grecia y
no en alguna otra cultura? Esto no puede ser contestado de forma tajante. Es posible,
sin embargo, subrayar algunas circunstancias que ciertamente influyeron en este
hecho. El origen de la filosofía se ha pretendido explicar recurriendo a la genialidad de
los griegos. Sin embargo, se ha de tener en cuenta ciertas condiciones socioculturales
que hicieron posibles el surgimiento de la filosofía en Grecia.
La Grecia anterior a la filosofía se caracteriza por las dos siguientes circunstancias:
1. Se trata de una sociedad aristocrática, agrícola y guerrera. Esto lleva consigo
una determinada estructura social y unos determinados ideales morales. La
estructura social es la de una colectividad dividida en 2 clases: la nobleza y el
pueblo. En cuanto a los ideales morales los nobles son los depositarios únicos
de la virtud, siendo los valores supremos el linaje, la fama y el éxito. En una
sociedad estructurada así no hay lugar para la idea de justicia y derecho que
implican cierta igualdad.
2. La cultura griega carece de libros sagrados y de un sistema educativo
organizado. Esta circunstancia es sumamente importante ya que el papel
educador lo desempeñan los poetas. Aprendían con Homero. Por otra parte,
señalábamos que la cultura griega carecía de libros sagrados. En aquellas
sociedades donde hay libros sagrados y dogmas, la posibilidad de crítica a las
doctrinas es escasa o nula. El carácter peculiar de la cultura griega en este
aspecto hizo más fácil la crítica de las doctrinas homéricas. Y esta crítica a
todos los aspectos de las enseñanzas homéricas constituye el punto de partida
de la filosofía.
A partir del S VII a.c tuvo una honda transformación en la sociedad griega. Cobra
importancia el comercio. Aparece la moneda. Los viajes traerán consigo nuevos
conocimientos técnicos y geográficos. En las mentes más despiertas la sabiduría
popular comienza a aparecer como inadecuada: se abre paso la convicción de que la
interpretación del universo y de la convivencia humana ha de asentarse sobre bases
racionales.
Se trata de una nueva visión de la realidad, una visión que se esfuerza en eliminar los
supuestos irracionales del mito.
En general, cabe entender por mito el conjunto de narraciones y doctrinas
tradicionales de los poetas acerca del mundo, los hombres y los dioses.
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Cada mito trata de explicar el origen de una determinada realidad, al explicar el origen
pretende que su explicación sea definitiva, última y universal. En el mito los fenómenos
naturales son dioses o dependen de la voluntad de los dioses, sin embargo, por
encima de esa voluntad de los dioses existe una necesidad irracional: el destino.
La filosofía pretende suplantar al mito, por ello, asume los rasgos del mito (explicación
última y universal) pero desde una perspectiva racional. La racionalidad surge cuando
la idea de arbitrariedad es sustituida por la de necesidad, es decir, cuando se impone
la convicción de que las cosas suceden cuándo y cómo tienen que suceder. Esto está
relacionado con la idea de permanencia o constancia, es decir, la realidad tiene una
manera de ser constante. Esta manera de ser constante fue denominada por los
griegos esencia (lo que una cosa es mas allá de sus cambios), la esencia da unidad a
una serie de seres diferentes. Conocer las cosas será, por tanto, conocer lo que
verdaderamente son, lo que tienen de común y permanente. Los griegos estaban
convencidos que los sentidos no bastan para proporcionarnos tal conocimiento, por lo
que se establece una dualidad en el campo del conocimiento: razón frente a sentidos.
La búsqueda de lo permanente y común está asociada a una segunda convicción
fundamental: que todo el universo se reduce, en último término, a uno o muy pocos
elementos. Es ésta la perspectiva que permite comprender la pregunta de los filósofos
griegos acerca de la arché o principio último de lo real.
2. LOS PRIMEROS JÓNICOS Y EL PROBLEMA DEL PRINCIPIO DE TODAS LAS
COSAS
En Mileto surge, a comienzos del S VI ac la primera escuela filosófica de Occidente.
Sus miembros, Tales, Anaximandro y Anaxímenes tienen una problemática en común,
centrada en la idea de physis.
2.1 Tales de Mileto
El pensador que según la tradición da comienzo a la filosofía griega es Tales, que vivió
en Mileto de Jonia, probablemente durante las últimas décadas del siglo VII y la
primera mitad del VI ac. No es mucho lo que se sabe de Tales, excepto el hecho de
que fue marino y nació en Mileto. Sabemos que no escribió nada. Se le considera el
primer filósofo de la historia. Fue el primero y más famoso de los siete sabios de
Grecia. Nos ofrece por primera vez una explicación basada en la razón, es decir, en la
que no se apela a entidades sobrenaturales para explicar lo real. Por tanto fue el
iniciador de la filosofía de la Physis, al afirmar por vez primera que existe un único
principio originario, causa de todas las cosas y sostuvo que dicho principio es el agua.
Aristóteles afirma que Tales dedujo tal convicción de la constatación de que el
sustento de todas las cosas es húmedo, las simientes y los gérmenes de todas las
cosas poseen una naturaleza húmeda y por consiguiente la desecación total provoca
la muerte. Puesto que la vida está ligada a la humedad y la humedad presupone el
agua, ésta será el manantial último de la vida y de todas las cosas.
Ahora bien, no se debe creer que el agua de Tales consiste en el elemento físico –
químico que bebemos. El agua de Tales hay que considerarla de una manera
totalizante, como aquella physis líquida originaria, de la que todo se deriva y de la que
el agua que bebemos no es más que una de sus múltiples manifestaciones. En la
práctica su agua llegaba a coincidir con lo divino. Dios, decía, es la cosa más antigua,
porque no es generado, es decir, porque es principio. Se introduce así una nueva
concepción de Dios: se trata de una concepción en la que predomina la razón y que se
halla destinada como tal a eliminar muy pronto todos los dioses del politeísmo de los
griegos. Y cuando Tales afirmaba además que todo está lleno de dioses, quería decir
que todo está penetrado por el principio originario.
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Por lo demás, investigó los fenómenos celestes hasta el punto de predecir un eclipse,
quizás el del 585 a.c. También se halla ligado con su nombre un teorema célebre de la
geometría.
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2.2 Anaximandro de Mileto
Nacido hacia el final del siglo VII a.c y muerto a principios de la segunda mitad del
siglo VI, fue probablemente discípulo de Tales. Compuso un tratado Sobre la
naturaleza, del cual nos ha llegado un fragmento. Consiguió un reconocimiento público
en el campo de la astronomía, porque dibujó el primer mapa terrestre.
Con Anaximandro se profundiza en la problemática del principio. El elemento
primordial y básico a partir del que surgen todas las cosas no podía estar constituido
por ninguno de los elementos conocidos, ni tampoco por ninguna clase particular de
materia. Siendo el principio tenía que ser algo necesariamente distinto. Una sustancia
indeterminada, indefinida, ilimitada a la que da el nombre de Apeiron. En la medida en
que se niega a identificar esta primera causa con un elemento material particular su
pensamiento supondrá un avance con respecto a Tale, en cuanto significa un
considerable esfuerzo de abstracción y coherencia racional. Su argumentación en
contra del agua se basaba posiblemente en que ésta es una sustancia determinada
por lo que no podía explicarse como surgían de ella sustancias opuestas.
Probablemente pensaba que el mundo estaba constituido por una serie de contrarios,
y que éstos tienden a atropellarse el uno al otro. La injusticia consistirá precisamente
en este atropello. El tiempo es visto como un juez, en cuanto asigna un límite a cada
uno de los contrarios, acabando con el predominio de uno sobre otro y viceversa.
Una contribución importante de esta autor fue el concebir la tierra esférica y sin
necesidad de soporte alguno (Tales había recurrido al agua como sustentadora de la
misma). Ésta se encuentra en el centro del universo y los demás astros giran
alrededor de ella no sólo lateralmente sino también por encima y por debajo.
2.3 Anaxímenes de Mileto
Vivió en Mileto, discípulo de Anaximandro, en el S VI ac de cuyo escrito Sobre la
naturaleza nos han llegado tres fragmentos, además de testimonios indirectos. Vuelve
a concebir el arjé como un elemento determinado: el aire. En cuanto toma como arjé
un elemento particular su pensamiento supone un retroceso con respecto a
Anaximandro. Según Anaxímenes el aire se transforma en las demás cosas a través
de la rarefacción y condensación. Por condensación del aire, se forman las nubes, si
las nubes se condensan se forma el agua, la condensación del agua da lugar a la
constitución del hielo, de la tierra y la condensación de la tierra da lugar a la
constitución de las piedras y de los minerales; el proceso inverso lo representa la
rarefacción.
En cierto sentido Anaximenes representa la manifestación más rigurosa y más lógica
del pensamiento de la Escuela de Mileto, porque con el proceso de condensación y
rarefacción se introduce la causa dinámica de la que Tales aún no había hablado y
que Anaximandro había determinado apelando a concepciones órficas. Cuando en el
S V ac reviva este pensamiento, será la physis del principio- aire de Anaxímenes la
que inspire tal recuperación.
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2.4 Héraclito de Éfeso
Vivió entre los siglos VI y V ac en Éfeso. Escribió un libro titulado Sobre la naturaleza,
del cual nos han llegado numerosos fragmentos.
Los milesios habían advertido el dinamismo universal de las cosas y del mundo
(nacen, crecen y mueren). Además habían considerado que el dinamismo era un
rasgo esencial del principio que genera, rige y reabsorbe todas las cosas. Sin
embargo, no habían elevado a nivel temático, de un modo adecuado, este aspecto de
la realidad. Y esto fue lo que hizo Héraclito. “Todo se mueve”, “Todo fluye”, nada
permanece inmóvil y fijo, todo cambia y se modifica sin excepción. Podemos leer en
sus fragmentos: “No podemos bañarnos dos veces en el mismo río”. La explicación es
clara: el río es aparentemente siempre el mismo, mientras que en realidad está
constituido por aguas siempre nuevas y distintas que llegan y se escabullen. Por eso,
no se puede bajar dos veces a la misma agua del río, porque cuando se baja por
segunda vez es otra agua la que está llegando; y también, porque nosotros mismos
cambiamos y en el momento en que hemos acabado de sumergirnos en el río nos
hemos convertido en alguien distinto al que éramos en el momento de comenzar a
sumergirnos. El devenir, al que todo se ve obligado, se caracteriza por un continuo
pasar desde un contrario al otro: las cosas frías se calientan, las calientes se enfrían,
las húmedas se secan, las secas se humedecen, el joven envejece, lo vivo muere,
pero de lo que ha muerto renace otra vida joven, y así sucesivamente. Existe pues una
guerra perpetua entre los contrarios que se van alternando. Esta guerra es algo
esencial, se trata de una guerra que al mismo tiempo es paz y de un contraste que es
simultáneamente armonía. Ni siquiera se conocería el nombre de la justicia, si no
existiese la ofensa. En la armonía coinciden los opuestos. Esta armonía y unidad de
los opuestos es el principio y, por tanto, Dios y lo divino.
Hegel apreció a Heraclito hasta el punto de incluir todas sus proposiciones en la
Lógica. Sin embargo, como es evidente, la armonía de los opuestos de Heráclito se
halla aún muy lejos de la dialéctica hegeliana y radica en la filosofía de la physis.
Heráclito eligió el fuego como principio fundamental y ha considerado que todas las
cosas son transformaciones del fuego. El motivo por el cual Heráclito adjudicó al fuego
la naturaleza de todas las cosas es algo obvio: el fuego expresa de modo ejemplar las
características de la mutación continua, del contraste y de la armonía. El fuego se
halla en constante movimiento. Es como un rayo que gobierna todas las cosas, y lo
que gobierna todas las cosas es inteligencia, es razón, es logos, ley racional. Así, al
principio de Heráclito se vincula expresamente la idea de inteligencia, que en los
milesios sólo quedaba implícita.
Al referirse al fuego como principio único del Todo, está subrayando el carácter
esencialmente dinámico y creativo de dicho principio y quiere expresar la idea de que
la unidad no sólo no excluye la pluralidad, sino que por su propia naturaleza al exige.
En esta doctrina existe la contradicción de un logos permanente que dicta unas leyes a
los fenómenos que devienen, por ello existe el orden y el equilibrio del mundo
constante, sin embargo sus componentes internos sufren cambios continuos.
En Heráclito emerge ya una serie de elementos concernientes a la verdad y al
conocimiento. Es preciso estar en guardia con respecto a los sentidos, porque éstos
se detienen en la simple apariencia de las cosas. Y también es necesario guardarse
de las opiniones de los hombres, que están basadas sobre las apariencias. La Verdad
consiste en captar más allá de los sentidos aquella inteligencia que gobierna todas las
cosas.
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3. PITAGORAS Y EL NÚMERO COMO PRINCIPIO
Parece que fue el primero en afirmar “soy un filósofo”, nació en la isla jónica de
Samos, por razones políticas emigró al sur de Italia, donde fundó un movimiento no
solamente intelectual sino también religioso, moral y político: una secta de iniciados
con un claro objetivo, la purificación del alma tanto a nivel corporal como intelectual.
Con los pitagóricos el problema del arché se desplaza definitivamente desde el plano
sensible al plano formal, ya que afirma que las cosas en sí son números y la totalidad
del cielo es armonía y número.
Los números, participan de la naturaleza de lo par y lo impar, del límite y lo ilimitado.
De la unidad que se considera el principio de la serie, combinándola con lo ilimitado,
surgen los números, de los números los puntos, de los puntos las líneas, de las líneas
las figuras planas, de las figuras planas los sólidos y finalmente los cuerpos sensibles.
Puesto que todas las cosas están compuestas de números y la unidad es el principio
de los números, puede decirse que ésta es el principio de todas las cosas y aquello a
partir de los que todas las cosas se originan.
4. JENÓFANES Y LOS ELEÁTICOS: EL DESCUBRIMIENTO DEL SER
4.1 Jenófanes y sus relaciones con los eleáticos
Nació en la ciudad de jónica de Colofón, alrededor del 570 ac. Era un pensador
independiente, que sólo poseía algunas afinidades genéricas con los eleáticos.
El tema central que se desarrolla en los versos de Jenófanes está constituido sobre
todo por la crítica de aquella concepción de los dioses que Homero y Hesíodo habían
configurado de un modo ejemplar. Nuestro filósofo descubre cuál es el error de fondo
del cual surgen todos los absurdos ligados con dicha concepción. Este error consite en
el antropomorfismo, es decir, en atribuir a los dioses formas exteriores, características
psicológicas y pasiones semejantes o idénticas a las de los hombres, más notables
desde un punto de vista cuantitativo, pero cualitativamente análogas. Los hombres
acostumbran a atribuir a los dioses todo aquello que hacen los humanos, no sólo lo
que hacen bien sino también lo que hacen mal. Se pone en tela de juicio no sólo la
credibilidad de los dioses tradicionales, sino también la de sus aclamados cantores.
Los grandes poetas son calificados de pregoneros de falsedades.
Jenófanes procede a desmitificar las diversas explicaciones míticas de los fenómenos
naturales que eran atribuidos a los dioses.
Después de las críticas de Jenófanes, el hombre occidental ya no podrá seguir
concibiendo lo divino de acuerdo con formas y medidas humanas.
Jenófanes afirma que Dios es el cosmos, Aristóteles nos dice que Jenófanes afirmó
que el uno es Dios. El uno es el universo, es decir, a Dios se le atribuye el ver, el oír, el
pensar, así como la fuerza omnipotente que hace vibrar todas las cosas, pero no en
dimensión humana, sino en dimensión cosmológica.
Los antiguos nos dicen que Jenófanes consideró como principio la tierra “Todo nace
de la tierra y todo acaba en la tierra”. Ahora bien, esta afirmación no se refiere al
cosmos en su conjunto, que no nace ni muere, sino sólo a la tierra.
4.2 Parménides en contraposición con Heráclito
A lo largo de toda la historia del pensamiento, con frecuencia se han repetido dos
concepciones del mundo antagónicas y enfrentadas: como si, inevitablemente,
hubiese dos modelos dominantes de reflexión filosófica. Heráclito y Parménides son
los fundadores de estas dos visiones del mundo arquetípicas.
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Parménides nació en Elea en la segunda mitad del siglo VI ac y murió a mediados del
siglo V ac. Fundó en Elea la escuela filosófica llamada eleática, que tendrá un influjo
muy notable sobre el pensamiento griego.
En el ámbito de la filosofía de la physis, Parménides se presenta como un innovador
radical y, en cierto sentido, como un pensador revolucionario. En efecto, gracias a él la
cosmología recibe una profunda sacudida desde el punto de vista conceptual,
transformándose en una ontología (teoría del ser).
Por lo tanto, del monismo dinámico (la unidad no excluye la pluralidad, sino que tiende
a considerarla como manifestación modal de la misma) de Heráclito y los Jonios
pasamos al monismo estático (afirma la unidad y excluye como ilusoria toda
pluralidad) de Parménides. Escribió una obra filosófica en forma de poema, titulada
“Sobre la Naturaleza”, en la que proclama la inmutabilidad radical de la realidad, es
decir, los cambios que afirma Heráclito son sólo apariencias sensoriales, la razón nos
lleva a negarlos.
En cierto sentido los pitagóricos ya menospreciaban las aportaciones sensoriales;
afirmaban que para descubrir teoremas matemáticos no se necesitaba observar el
mundo, sólo se tiene que especular o razonar lógicamente. Parménides asume esta
concepción: si los sentidos nos dicen una cosa y la razón otra, debemos guiarnos más
por la razón; los sentidos muchas veces nos engañan, en cambio un razonamiento
lógico nunca engaña. En consecuencia, aquello que pienso con rigor lógico tiene que
ser real.
La afirmación fundamental de Parménides podía ser enunciada de la siguiente
manera: “lo que es, es, y no puede no ser”, que es lo mismo que decir “el ser es”.
¿Cómo justifica su principio básico? La argumentación es muy sencilla: todo lo que
uno piensa y dice, es. No se puede pensar (y por lo tanto, decir), si no es pensado (y
diciendo) aquello que es. Pensar la nada significa no pensar, y decir la nada significa
no decir nada. Por ello nada es impensable e indecible. El pensar y el ser coinciden.
Este principio parmenidiano es la primera y notable formulación del principio de no
contradicción, esto es, del principio que afirma la imposibilidad de que los
contradictorios coexistan al mismo tiempo.
Deduce una serie de características para el ser, entre las que encontramos la
inexistencia del vacío, ya que todo lo que hay es ser y no hay lugar alguno para el noser; la inexistencia de la pluralidad o, lo que es lo mismo, la unicidad del ser, puesto
que si hubiera 2 seres tendría que haber algo entre ellos que los separase y ello
supondría afirmar que el no – ser existe, lo cual es absurdo; la inexistencia del tiempo
o, lo que es lo mismo, la eternidad del ser, ya que si no fuese eterno, tendría principio
y fin, y si tuviese principio, esto supondría que antes del ser existía el no –ser; de la
misma manera, si tuviese fin, después del ser existiría el no – ser, lo cual es
lógicamente incoherente, y por último, la inexistencia del movimiento, ya que si
únicamente existe el ser, no hay lugar que éste no ocupe ni posibilidad de cambio del
mismo.
5. LOS FISICOS PLURALISTAS
La réplica a Parménides no se hizo esperar; pronto hubo pensadores que se opusieron
al monismo creando una filosofía de corte pluralista. Era necesario establecer una
multiplicidad de principios que, al combinarse entre sí, dieran lugar a este universo
móvil y plural. Entre sus representantes más importantes encontramos a Empédocles,
Anaxagoras y Demócrito.
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5.1 Empédocles y las cuatro causas
Acepta como evidente el razonamiento de Parménides según el cual ninguna realidad
nueva puede originarse. Por consiguiente, y puesto que existen muchas cosas ha de
admitir también que todo existe desde siempre. La realidad es esférica y en su interior
encontramos 4 elementos: el fuego, aire, tierra y agua, a partir de los cuales, y tras su
mezcla, se van a generar los seres. La mezcla de estos elementos se produce por dos
fuerzas cósmicas, el amor y el odio, que actúan como fuerzas de atracción y de
repulsión. Gracias a estas fuerzas desarrolla la teoría del eterno retorno: al principio
del tiempo reina el amor en soledad y los 4 elementos están mezclados, sobreviene
luego el odio, y comienza la separación. Aquí aparece el cosmos y todos los seres. En
un tercer momento, cuando triunfa definitivamente el odio, los elementos se separan
totalmente, finalmente triunfa de nuevo el amor, que realiza la mezcla total de los
elementos volviéndose a la esfera, con lo que el ciclo cósmico puede comenzar de
nuevo.
5.2 Anaxágoras: el descubrimiento de las homeomerías y la inteligencia
ordenadora
Continúa el intento de solucionar la gran dificultad provocada por la filosofía de los
eleáticos. Escribió un tratado Sobre la naturaleza, del cual poseemos fragmentos
significativos. Se declara totalmente de acuerdo con la imposibilidad de que exista el
no ser y que, por lo tanto, nacer y morir constituyen acontecimientos reales: “los
griegos consideraban el nacer y el morir, en efecto, ninguna cosa nace ni muere, sino
que a partir de cosas que son se produce un proceso de composición y de división; así
para hablar correctamente habría que llamar componerse al nacer, y dividirse al morir”.
Estas cosas que son y que al componerse y descomponerse dan origen al nacer y al
morir de todas las cosas, no pueden ser únicamente las cuatro raíces de Empédocles.
Agua, aire, tierra y fuego no están en condiciones de explicar las innumerables
cualidades que se manifiestan en los fenómenos. Las semillas o elementos de los que
proceden las cosas, deben ser tantas como las innumerables cantidades de las cosas.
Son infinitamente diversas (poseen formas, colores). Son infinitas en números e
infinitas en cantidad, es decir, carecen de límite en su tamaño porque se pueden dividir
hasta lo infinito, sin que la división llegue jamás a un límite, es decir, sin llegar a la
nada (puesto que la nada no existe). Puede dividirse por tanto cualquier semilla en
partes cada vez más pequeñas, y las partes que se obtengan poseerán siempre la
misma cualidad, hasta lo infinito. Debido a esta característica a tales semillas se le
denomina homeomerías que significa partes semejantes.
Al principio estas homeomerías constituían una masa en al que todo se mezclaba a la
vez, de modo que no se distinguía ninguna. Más tarde una Inteligencia produjo un
movimiento, que convirtió la mezcla caótica en mezcla ordenada, de la que surgieron
todas las cosas. Por tanto, todas y cada una de las cosas son mezclas bien
ordenadas, en las que existen todas las semillas de todas las cosas. Por esto dice
Anaxágoras, Todo está en todo. A esta Inteligencia la llama Nous. Por primera vez se
postula la existencia de una inteligencia ordenadora, separada de la materia primera
que es la causante del movimiento.
5.3 Leucipo, Demócrito y el atomismo
El último intento de solucionar los problemas planteados por el eleatismo,
permaneciendo en el ámbito de la filosofía de la physis, fue llevado a cabo por Leucipo
y Demócrito, al descubrir el concepto de átomo.
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Solo es necesaria una única cosa para poder explicar el mundo físico partiendo el ser
de Parménides: el vacío. Una vez aceptada la existencia del vacío, postula la
existencia de innumerables elementos en continuo movimiento a los que denomina
átomos, que son ilimitados en números y figuras y que se mueven libremente en el
vacío. Estos átomos no son divisibles y, frente a Anaxágoras, no admite el principio de
divisibilidad infinita por considerarlo inconcebible. No acepta la característica de
esfericidad del ser de Parménides, pues hay átomos de muchas formas diferentes:
redondeados, ganchudos, angulosos, etc. Tampoco acepta la característica de
unidad, pues lo que es uno no puede dar lugar a la pluralidad de seres. El cosmos se
origina tras los choques producidos por los átomos que libremente se mueven en
todas direcciones.
6. CONCLUSIÓN
El desarrollo de las teorías griegas acerca del universo hasta mediados del S V ac nos
ofrece un espectáculo fascinante, sin duda, pero también descorazonador. Por lo
tanto, descorazona y escandaliza la diversidad de teorías opuestas e incompatibles
que se oponen entre sí: para unos el principio o arché es único, para otros es múltiple,
para Parménides el movimiento es imposible, mientras que para Heráclito el universo
es movimiento, devenir incesante; Anaxágoras afirmaba que es producto de una
inteligencia, aquél afirmará que es el resultado de una necesidad ciega y azarosa. No
tiene nada de extraño que este espectáculo creara una actitud escéptica ante la
filosofía de la naturaleza que se había mostrado incapaz de producir un sistema
aceptable para todos. Solo apuntar ya que no compete a este tema que esta actitud
escéptica es claramente palpable en la segunda mitad del S V ac con la llegada de los
sofistas.
7. BIBLIOGRAFÍA.
1. Angel J. Cappelletti. (1994). Mitología y filosofía. los presocráticos. Madrid:
ediciones pedagógicas.
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Barcelona: editorial Herder
6. Coplestón, F.(1994). Historia de la filosofía, vol 1. Barcelona: Ariel.
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8. Gigon, O.(1978). Los orígenes de la filosofía griega. Madrid: Gredos
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