MUNDO REAL Y MUNDO CUANTICO ( primer ensayo

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MUNDO REAL Y MUNDO CUANTICO
( primer ensayo )
INTRODUCCION
Admito que tanto el material leído, como las charlas y discusiones en “MUNDO REAL
Y MUNDO CUANTICO” me han impactado. Se ha planteado la existencia de una
lucha entre los sentidos y la ciencia, entre el cuerpo y el numero, entre el contenido
emocional y la precisión, entre la percepción y la realidad objetiva, entre lo científico y
lo artístico, entre la tecnología y la naturaleza. Ciertamente estas dicotomías existen,
pero hasta ahora no estoy convencido de que los elementos que las componen siempre
estén en conflicto o que estos conflictos sean en todos los casos de una naturaleza tan
radical o relevante.
---Asumamos que presenciamos un debate entre los humanistas y los científicos. Los
humanistas posiblemente alegarían que la ciencia y la tecnología han deteriorado el
ecosistema y la interrelación del hombre con la naturaleza, endureciendo al ser humano
(“El medio día es la hora mas egoísta del hombre”), erosionando la calidad emotiva de
las relaciones del hombre con sus semejantes (“una baraja grasienta es lo mas sucio de
lo sucio”), afectando negativamente la creatividad. La ciencia opaca la poesía de
nuestra existencia, atenta contra nuestros sueños e ilusiones (“La millonaria tenia un
guía para los sueno”). En fin, la ciencia contribuye a crear un vacío espiritual.
Los científicos demostrarían con cifras, la existencia de un ser humano, mejor
educado, que ha logrado vivir mas anos alimentándose mejor y protegiéndose de las
inclemencias de la naturaleza, que no siempre es benigna. Un hombre que se relaciona
con mas gente, que conoce mas mundo, que tiene mas y mas acceso a información, que
antes era privilegio de pocos y que es dueño de verdades inobjetables que han
destrozado mitos. Este hombre tiene mas herramientas a la mano para ser feliz. Algunos
afirmarían que la ciencia a apoyado la creatividad. Otros acusarían a los humanistas de
sonadores y otros alegarían que lo que les interesa a los humanistas, en vez de conocer
la verdad, es estar cada ano mas acribillados de aire.
Los humanistas entonces sostendrían que mas importante que conocer la verdad es la
felicidad, abriéndose una interminable discusión al respecto, hasta que el moderador
interviene con un tajante “!Se ha agotado el tiempo!” Uno de los humanistas del publico
sentado junto a mi se hace sentir con un emotivo “! Solo los poetas conocen la verdad!”
Todavía excitado por el debate, decido irme a la marina y abordar mi velerito y ya bien
entrada la noche logro anclar en mi ensenada favorita de un apartado y casi desierto
islote. Me recosté en la proa y disfrute de la brisa que me acariciaba la piel, respirando
aire limpio condimentado con salitre. Contemple ese negro cielo, ausente en las
ciudades, poblado de una infinidad de estrellas, inmensos planetas y una hermosa luna
en creciente. El melodioso mar, salpicado por el sonido de algún pez que saltaba
reforzaba el mágico momento. Me sentía parte de un todo. Ciertamente en la ciudad esto
no estaba a mi alcance. Esto era felicidad ......y también verdad. ¿Pero si era felicidad,
por que a mi mujer no le gustaba? Esa noche se fue a la opera, que tanto disfrutaba. Mi
hijo tampoco quiso venir, gozaba frente a su ordenador y después se iba a sus amadas
discotecas. Mi hija que es ingeniero, iba a una charla de un monje budista que siempre
deleitaba a su audiencia. No se lo perdía por nada del mundo.
Mi mente se desplazo hacia el debate. Si el objetivo es ser feliz, quien tenia razón?
Los componentes de la felicidad pueden ser distintos en cada persona. Por otra parte las
dos posiciones no se excluyan mutuamente. Al fin y al cabo ahí estaba yo, interactuando
con la naturaleza gracias un velerito de 23 pies que se fue desarrollando a través de los
siglos hasta llegar a ser lo que era hoy. “Las Valkirias” que mi mujer iba a ver esa noche
se podía presentar por la invención de instrumentos musicales y de innumerables otras
cosas desde las vestimentas hasta la iluminación, el teatro etc. El monje budista, que
usaba gafas, no había venido de Nepal caminando, y en un auditorio tan grande, el
equipo de sonido tenia que ser muy bueno. El ordenador de mi hijo no solo era utilizado
para jugar. El gozaba leyendo libros que alguien había escrito o escuchando una
estridente música que alguien había compuesto. A través de el ordenador se relaciono
con numerosos jóvenes, algunos vivían en la ciudad, los ha conocido personalmente y
se han convertido en buenos amigos.
Si el objetivo era encontrar la verdad, también había algo que complicaba las cosas,
aunque un poco menos: En este mundo las percepciones son realidades y mas aun,
muchos viven la realidad de su poesía o imaginación. Muchas veces se nos demuestra
objetivamente que estamos “equivocados”, pero aun así nos aferramos a nuestra
realidad. Recuerdo al amigo que a pesar de que le llevaron nítidas fotos de su mujer en
actos de infidelidad, tomadas con una excelente cámara Canon, nunca creyó lo que
veía, porque para el, sencillamente su amada jamás actuaría así. El era poeta, el conocía
la verdad. Otros, sin embargo si ceden ante la evidencia... aun siendo poetas.
La evidencia, pensé. Es evidente, por ejemplo, que la ciencia ha deteriorado el
ecosistema. Pero me cuesta trabajo creer que se podrá rescatar sin el apoyo de la
ciencia.
En el debate uno de los participantes hizo una deliciosa exposición sobre la evolución
del alfabeto, citando al autor de lo que es sin lugar a dudas un interesantísimo libro. Fue
francamente fascinante. Para mi, la herencia pictográfica del alep-beth que en cierto
sentido todavía lo hacia formar parte del mundo viviente ha representado un
enriquecedor descubrimiento. El razonamiento de cómo la palabra evoluciona hasta
convertirse en objeto es demoledor. Pero la magia sigue ahí, porque sigue exaltando las
emociones y estimulando la imaginación. Cuando leo las novelas de Patrick O’Brien,
me interrelaciono con la naturaleza, vivo el mar, respiro el salitre y siento la brisa como
ahora en la proa de mi barco. Pronto van a exhibir una película del primer libro de su
serie, “ Master and Commander”. Por cierto, cuando la ciencia y la tecnología nos
trajeron el cine y comenzó a deleitarnos, hubo un debate en Paris sobre si el cine debía
de considerarse como un arte o no. Fue Andre Basin quien entonces afirmo: “ La
pregunta no es si el cine es o no un arte. La pregunta es... ¿Que es el arte ahora que
existe el cine?”
Contemplando el cielo estrellado llegaba a la conclusión de que el enfrentamiento entre
la ciencia y la experiencia es menos radical de lo que la intensidad del debate parecía
indicar.
Es mas, a estas alturas me parece que hay cierta simbiosis y que en muchos casos
interactúan. ¿ Por que entonces el debate se ha tornado en algo tan acalorado ?
Me vino a la mente un pasaje de el libro Ángeles Caídos de Larry Niven, Jeremy
Pournell y Michael Flynn donde tal vez se esconda parte de la explicación:
“ Los profesores de matemáticas leen literatura, Gordon, pero esto no es reciproco. Los
profesores de literatura nunca leen matemáticas. La gente que abraza las artes tiende a
estar mas dispuesta a abandonar las ciencias que viceversa.” La ciencia será atacada por
los humanistas, mas que las humanidades por los científicos. La ciencia, en gran parte
por su carácter innovador, siempre estará mas a la defensiva en el debate.
Lo cierto es que las artes y las ciencia tienen objetivos similares. Ambas tratan de
describir aspectos de la experiencia humana, tangible y cuantificable por la ciencia,
intangible cualitativa y emocional por las artes.
¿Pero y el vacío espiritual en occidente? ¿No es la ciencia al menos parcialmente
culpable?
“ El hombre para poder vivir en sociedad”, decía Hayek, “ tiene que contener sus
instintos naturales.” Una moral objetiva y un codigo de conducta externo es necesario
para lograr que el hombre pueda vivir en sociedad. Hayek, ateo, señalaba que la religión
le brinda estabilidad y perdurabilidad ha este codigo de conducta externo.
De no existir la religión tarde o temprano, la moral se haria cada vez mas subjetiva y
los individuos podrían racionalizar cualquiera de sus actos. La desorientación resultante
contribuye a crear ese vacio espiritual.
La ciencia, en mi opinión, ha contribuido a “ la muerte de Dios ” en occidente,
especialmente durante los ultimos cincuenta anos de relativa paz. Los avances
científicos han debilitado el carácter real de las escrituras, conviritiendolas en buen
grado en una serie de “pasajes simbolicos” . La pastilla anticonceptiva ha impulsado un
libertinaje sexual que es convenientemente racionalizado, que convierte la religión en
un estorbo y que debilita la institución del matrimonio. El hombre para justificar su
conducta va creando una nueva moral. La ciencia nos protege cada vez mas de la
naturaleza que la raza humana antes veia como una expresión divina. Con los avances
de la ciencia se le teme a Dios menos porque confiamos en la ciencia mas.
La televisión, como tiene que estar en sintonía con su audiencia alimenta la intensidad
de los deseos y emociones resultantes de esos instintos naturales de que hablaba Hayek.
Violencia, odios, venganzas, sexo y demás pasiones se convierten en rutina diaria
dentro de los hogares occidentales. Como los códigos morales externos se debilitan, ya
no esta muy claro quienes son los malos y quienes son los buenos. La ciencia ha
contribuido, a través de la masificación de la cultura, el progreso económico, las
comunicaciones y hasta de la industria de armamentos a fortalecer a las democracias
occidentales establecidas y emergentes. La democracia, con el tiempo inevitablemente
trae consigo mas respeto a las minorías, lo que le abre mas el camino a la secularización
de las sociedades, promovida por los humanistas. El hombre gira ansiosamente sobre si
mismo en la búsqueda de algo que lo ayude a llenar el vacío espiritual dejado por la
ausencia de Dios. Es un gigantesco reto.
La brisa levantaba mientras jugaba con estos pensamientos. Decidí aprovechar la
ocasión, izar velas, levantar ancla y navegar bajo las estrellas consubstanciándome mas
a través de mis sentidos con el mágico y misterioso universo.
RENE SCULL
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