El Fondo de Compensación Interterritorial como instrumento de política regional: Evolución, destino y reforma Xoaquín Fernández Leiceaga, Santiago Lago Peñas, Patricio Sánchez Fernández Dirección de contacto: [email protected] Palabras Clave: Política regional, Fondo de Compensación Interterritorial, FCI, Comunidades Autónomas Keywords: Regional policy, Inter-territorial Compensation Fund, FCI, Regions Clasificación del JEL: H73, H77, O18, R42 Resumen: El Fondo de Compensación Interterritorial (FCI) es el principal instrumento de política regional previsto en la Constitución Española. En este trabajo analizamos su funcionamiento desde 1990, destacando los elementos de continuidad que lo caracterizan así como los efectos sobre la inversión pública autonómica de las Comunidades Autónomas beneficiarias. A continuación, efectuamos una propuesta de reforma que afecta a la variable de referencia para su determinación, a los recursos que debiera concentrar en un momento de caída de los fondos europeos, y a los criterios de selección de las comunidades beneficiarias y de distribución entre ellas. Finalmente, incidimos en la necesidad de mejorar en la planificación, eficiencia y transparencia en la utilización del FCI. Abstract: The aim of this paper is twofold. First, we analyze the Inter-territorial Compensation Fund (ICF) as a regional policy instrument contemplated in the 1978 Spanish Constitution. Attention is focused on the period 1990-2013. The criteria to become a beneficiary region and the distribution of grants are also discussed. Second, it evaluates the functions of the ICF allocation and explores the existence of common patterns for groups of regions. Third, we stress the need to improve planning, efficiency, and transparency in using ICF resources. Finally, a reform proposal is discussed, involving changes in ICF total amount for compensating the declining flow of European funds to Spain. 1. INTRODUCCIÓN La Constitución Española dispuso la creación de un Fondo de Compensación Interterritorial (FCI) para contribuir a la corrección de los desequilibrios económicos espaciales. Solo a partir de 1990 el FCI se configura como un instrumento exclusivo de política regional. Sin embargo, por razones vinculadas a su diseño, su eficacia se ha debilitado progresivamente. Si este proceso no ha generado una inquietud significativa entre las regiones beneficiarias es porque los bien dotados fondos europeos de desarrollo regional han ocupado el mismo espacio (Álvarez, Aparicio y González, 2006; Mas, 2010) y porque han existido fórmulas alternativas para la financiación de infraestructuras (López Martín y De los Ríos, 2007; Utrilla, 2007). No obstante, las diferencias interregionales en renta per cápita persisten en España. Los factores de polarización no han desaparecido, pese a la descentralización de servicios y las políticas de desarrollo regional. El estancamiento de la movilidad interior de la población ha provocado que la convergencia se debilite. En este artículo evaluamos críticamente el FCI, incorporando los efectos del último boom y la ulterior crisis; y articulamos una propuesta de reforma que le permitiría recuperar su papel en el futuro, teniendo en cuenta las perspectivas de consolidación fiscal y las exigencias de transparencia y eficiencia. El trabajo se estructura de la siguiente manera. En la sección segunda analizamos las principales características de la determinación y asignación del FCI, incluyendo algunos rasgos de su evolución. A continuación, en la sección 3 nos detenemos en el destino del FCI en función de las áreas de gasto a las que se ha destinado. A la luz del análisis anterior, en la sección cuarta formularemos una propuesta de reforma. La sección quinta sintetiza las principales conclusiones. 2. ASPECTOS DEFINITORIOS Y EVOLUCIÓN DEL FCI Las características básicas del FCI actual son definidas en 1990 (Ley 29/1990, de 26 de diciembre), cuando fue convertido en un verdadero instrumento de política regional (Borrel y Zabalza, 1990; IEF, 1992; Hierro, 1994). La novedad de mayor relieve introducida en la revisión normativa de 2001 (Ley 22/2001, de 27 de diciembre) fue la escisión del antiguo fondo en el de Compensación y el Complementario que, con una tercera parte de los recursos totales, puede financiar gasto corriente relacionado con proyectos de inversión recientes. El FCI ha vivido a la sombra de los fondos europeos de desarrollo regional y, en menor medida, de la inversión territorializada de la 1 Administración General del Estado. Ya en 1990 se planteaba su necesaria coordinación con las actuaciones del FEDER, al tiempo que las comunidades beneficiarias aparecían en los Presupuestos Generales del Estado (PGE) por ser o haber sido regiones objetivo 1. Para el conjunto de las comunidades beneficiarias, los fondos europeos han multiplicado por cuatro las aportaciones del FCI desde 1990 hasta 2013, proporción que se mantiene en el período de programación vigente (Ogando et al., 2010). Posiblemente este enorme flujo de recursos, con dificultades de absorción para algunas regiones, ha restado interés al FCI, permitiendo su lánguida existencia a lo largo de estas décadas (Utrilla, 2011; Fernández Llera y Delgado, 2008; Atienza et al., 2008). 2.1 La evolución de los recursos globales del FCI El Gráfico 1 muestra la evolución en el período 1994-2014 del volumen de recursos que integran el FCI1. En valores corrientes, el FCI evolucionó al alza hasta la llegada de la crisis en 2009. Con valores constantes, se muestra con claridad el comportamiento procíclico de los recursos asignados, dentro de una suave tendencia general al descenso. Especialmente, en los cinco últimos ejercicios la caída ha sido extraordinaria, perdiendo el FCI un 70% de su montante global. Gráfico 1: Valor de los FCI, 1990-2014 1600000 1400000 1200000 1000000 800000 CORRIENTE 600000 CONSTANTE 400000 200000 2014 2012 2010 2008 2006 2004 2002 2000 1998 1996 1994 1992 1990 0 Corriente: miles de euros de cada año. Constante: miles de euros de 2011 Fuente: Elaboración propia a partir de Informes FCI Véase Fernández Leiceaga et al. (2015) para una discusión en profundidad sobre las factores que determinan los recursos globales y su responsabilidad individual sobre las cifras. 1 2 El factor clave para la dinámica de FCI es la evolución de las inversiones del Estado y sus organismos autónomos. El notable avance de la descentralización y la externalización de inversiones originan que la AGE se configure progresivamente como hacienda de transferencias, y que las inversiones civiles reduzcan su peso sobre el conjunto del gasto público central y, aún en mayor medida, sobre el gasto de las CCAA beneficiarias. Finalmente, la inversión pública se externaliza progresivamente fuera del ámbito presupuestario consolidado. En los últimos diez años el sector público empresarial y fundacional ha supuesto en torno a la mitad o más de la inversión del sector público, con una clara tendencia al ascenso. De esta forma, la base de cálculo del FCI se estrecha progresivamente, conforme va ganando importancia la atribución de la actividad inversora pública al sector empresarial. 2.2 La selección de Comunidades beneficiarias No existe un criterio legal expreso de selección de comunidades. La ley de 1990 relacionaba expresamente las beneficiarias de los años 1990 y 19912, remitiendo en el futuro a los PGE. En la reforma de 2001 se continúa con esta técnica, renunciando a establecer cualquier criterio de selección. En todo caso, hasta ahora han sido beneficiarias las comunidades que eran o habían sido regiones objetivo 1 de la Unión Europea. Esa laxa vinculación de origen con los criterios comunitarios era funcional, pues las comunidades beneficiarias coincidían con un criterio objetivo decisivo, aunque tácito, el de tener un nivel de renta por habitante inferior al promedio español. Sin embargo, ya ha dejado de operar la referencia europea y la posición original de las comunidades ha variado, lo que hace preciso una clarificación del criterio. 2.3 La asignación de los recursos entre Comunidades La mecánica de la asignación de los recursos entre comunidades no ha variado desde 1990. Se utilizan siete variables de reparto, con una primera ronda distributiva y una segunda de redistribución3. Las variables distributivas son la población, el saldo migratorio, la tasa de paro, la superficie y el número de entidades de población. En la fase de redistribución influye la condición insular de Canarias y, sobre todo, la renta por habitante. En esta ronda, Cantabria o la Comunidad Valenciana pierden más de la 2 Galicia, Andalucía, Canarias, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Extremadura, Murcia, Comunidad Valenciana y Asturias; además de Ceuta y Melilla y posteriormente se incorpora Cantabria, que no había sido región objetivo 1. 3 Véase Fernández Leiceaga et al. (2015) para una referencia más demorada. 3 mitad de los recursos atribuidos en la fase distributiva, mientras que Extremadura gana un 75% adicional. En el ¡Error! No se encuentra el origen de la referencia. observamos para el conjunto del período la proporción que representa cada comunidad beneficiaria en los FCI. Andalucía (38%) y Galicia (16%) han concentrado buena parte de los recursos. A continuación aparece un grupo nutrido de comunidades que no alcanzan el 10%. Gráfico 2: Distribución de los FCI por Comunidades, 1990-2013 ANDALUCIA ASTURIAS CANARIAS CANTABRIA CASTILLA LM CASTILLA LEÓN CEUTA EXTREMADURA GALICIA MELILLA FUENTE: Informes FCI, Elaboración propia Esta aproximación estaría incompleta si no indicásemos el notable cambio en la proporción que representa cada comunidad. En el ¡Error! No se encuentra el origen de la referencia. reflejamos la ratio entre la proporción de cada comunidad en el primer año (1990) y en el último (2013). Gráfico 3: Proporción de cada Comunidad en los FCI: 2013/1990. (1990= 100) C.VALENCIANA MURCIA GALICIA EXTREMADURA CASTILLA LEÓN CASTILLA LM CANTABRIA CANARIAS ASTURIAS 4 ANDALUCIA 0 50 100 150 200 250 300 350 FUENTE: Informes FCI. Elaboración propia La variación se explica, en primer lugar, por la modificación en la renta relativa y solo en un segundo plano por las oscilaciones demográficas. Además, ambos factores han operado en el mismo sentido, pues las regiones con mayor dinamismo poblacional han sido las de peor comportamiento en renta por habitante. 2.4 Otras características del FCI Las CCAA deben destinar los recursos asignados a proyectos de inversión. ¿Cómo seleccionan esos proyectos? ¿Qué destinos priorizan? ¿Cuánto ejecutan de lo previsto? Respecto a los procedimientos de gestión destacan cuatro características. Primero, la concertación. Legalmente se obliga a que CCAA y la AGE seleccionen los proyectos de común acuerdo en el seno del Comité de Inversiones Públicas4. Segundo, la búsqueda de la cooperación entre la administración autonómica y local, que puede ser gestora y ejecutora del mismo, recibiendo transferencias por ese concepto. Tercero, un procedimiento eficaz, que acompasa la transferencia de recursos desde la AGE al ritmo de ejecución de los proyectos, tanto para los gastos de inversión como los de funcionamiento, con un sistema automático de incorporación de los remanentes. Cuarto, la transparencia y el control. Los proyectos que integren el FCI han de figurar expresa y específicamente en los PGE de cada año, con sección única y servicio para cada comunidad receptora. Cada proyecto de inversión ha de ser contabilizado separadamente por parte de las comunidades, cuyos Tribunal de Cuentas (u organismos homólogos) deben presentar un informe de fiscalización específico5. Algunas de estas previsiones se han quedado en el papel. La actividad del Comité de Inversiones Públicas como instrumento de concertación es desconocida. Las CCAA se limitan a determinar de forma unilateral en qué invertirán los recursos del FCI, que pasan a tener de hecho una condicionalidad genérica. Tampoco parece que la cooperación con las entidades locales haya dado ningún fruto. En cambio, sí figuran relaciones pormenorizadas de proyectos y actividades cada año en los PGE, el 4 Este Comité tiene una nula visibilidad pública. En la Ley 22/2001 y sus predecesoras aparece mencionado sin regulación específica alguna. 5 Así mismo, tanto las asambleas legislativas de las comunidades como el Senado están legitimados para el control político del uso de estos recursos. 5 Ministerio de Hacienda (vv.aa) realiza para cada ejercicio un informe cuantitativo y los órganos de control externo efectúan con normalidad los informes anuales previstos. Sin embargo, el FCI ha perdido visibilidad social y política, no suscita atención parlamentaria y los fundamentos de su normativa permanecen sin cambios desde hace más de dos décadas. Los datos existentes indican una gestión en general fluida de los recursos que el FCI pone a disposición de las comunidades. La libertad de facto de que disponen las autonomías para su aplicación y la limitada escala de los proyectos de inversión en que se gastan explican esta rápida y plena utilización, reflejada en la escasa cuantía de los remanentes incorporados, en general. 3. EL DESTINO DEL FCI POR GRANDES ÁREAS DE GASTO El análisis de los proyectos financiados indica una intensa selectividad regional y una notable variedad global, sin que quepa extraer conclusiones relevantes sobre las estrategias regionales de desarrollo. El FCI se ha convertido en una fuente de financiación más de las inversiones que las CCAA realizan en los ámbitos de sus competencias. Solo en la medida en que ha servido de cofinanciador a los fondos europeos de desarrollo regional, se suma a las estrategias impulsadas desde la Unión Europea. Resulta interesante desde una perspectiva analítica la agrupación y comparación interregional de proyectos por grandes áreas de gasto (transportes; desarrollo empresarial; cultura y turismo; agricultura, ganadería y pesca; protección y mejora del medio; educación e investigación; sanidad; vivienda; y otras materias6). El importe porcentual destinado a cada una de ellas durante el periodo 2000-2013 se recoge en la ¡Error! No se encuentra el origen de la referencia.. Tabla 1: Destino de los recursos del FCI por Comunidades Autónomas, 2000-2013. Cifras en porcentaje. Áreas Transportes Desarrollo emp. l Cultura y turismo Agricultura ganadería y pesca AN D AST 23,6% 42,8% 0,0% 11,0% 0,0% 5,3% 5,7% CAN CANT CLM CLE VAL EXT GAL MUR Media 16,6% 28,7% 60,8% 38,0% 39,5% 44,0% 45,9% 34,0% 0,0% 0,0% 0,0% 0,0% 0,0% 7,9% 10,0% 0,0% 2,9% 9,7% 1,8% 0,0% 0,0% 0,0% 0,0% 1,1% 2,7% 0,2% 2,1% 0,5% 0,5% 0,0% 1,1% 23,7% 0,5% 0,0% 10,9% 6,8% 5,0% Que incluye, básicamente, partidas relativas a servicios sociales, justicia e interior de cada Comunidad. 6 6 Protección y mejora del medio Educación e investigació n Sanidad Vivienda Otras materias Total Desviación típica 15,4% 1,0% 2,5% 76,6% 7,6% 5,7% 34,3% 4,4% 18,3% 28,5% 19,4% 13,8% 1,0% 7,9% 6,8% 22,5% 5,2% 1,2% 0,0% 9,4% 13,2% 8,1% 10,5% 3,4% 50,3% 0,0% 22,9% 4,7% 17,7% 0,0% 1,1% 4,7% 11,5% 12,0% 17,8% 0,0% 0,0% 1,1% 0,0% 0,3% 31,7% 2,9% 0,7% 6,7% 2,6% 23,9% 100,0 % 37,0% 100,0 % 0,0% 100,0 % 16,1% 100,0 % 0,0% 100,0 % 8,0% 100,0 % 15,4% 100,0 % 0,6% 100,0 % 0,0% 100,0 % 10,4% 100,0 % 6,3% 14,6% 18,9% 25,2% Fuente: FCI. Elaboración Propia 11,5% 20,1% 15,4% 14,9% 13,6% 16,0% 10,1% 100,0% De estos datos se desprende una fuerte orientación del gasto hacia transporte e infraestructuras (singularmente, en materia de transporte terrestre) en todas las Comunidades, con un 34% de media. Es la más relevante en todas las CCAA, con excepción de Canarias y Cantabria7, aunque con variaciones significativas. Igualmente, destacan las inversiones dirigidas a la protección y mejora del medio natural, donde se incluyen partidas relativas a territorio, medio ambiente y agua, con una media de casi el 20%. Además de Cantabria, están por encima de la media estatal para este periodo la Comunidad Valenciana y Murcia (34,3 y 28,5%, respectivamente). En sentido contrario, Asturias, Canarias y Extremadura no alcanzan el 5% del gasto total En menor medida, las áreas de gasto centrales de las autonomías (educación, sanidad), así como alguna financiación sectorial, muy especializada por territorio, adquieren protagonismo notable. Los gastos sanitarios suponen, en términos globales, el tercer destino de los fondos FCI de las CCAA. No obstante, su reparto también resulta muy desigual, liderando Canarias (50,3%), Castilla-La Mancha (22,9%) y Valencia (17,7%) frente a otras que no destinan nada como son Cantabria y Extremadura. La educación, concentra algo menos de la décima parte del destino final de los fondos FCI del período. Igual que ocurre con el gasto sanitario, cuya distribución es muy desigual entre las CCAA al superar el 20% en Castilla-La Mancha (22.5%) y ser insignificante en Asturias o Extremadura. Por lo que se refiere a otras partidas, son destacables el porcentaje destinado al sector primario en Castilla y León (23,7%), a la vivienda en Asturias (17,8%) o al desarrollo empresarial en Andalucía y Galicia (11,0 y 10,0%). Canarias y Cantabria destinan preferentemente sus fondos hacia sanidad y protección y mejora del medio, respectivamente. 7 7 Otro aspecto que debe ser comentado es el referente a la concentración del FCI en partidas por parte de cada CA. Se observa en este sentido un comportamiento muy heterogéneo entre Comunidades. Mientras Cantabria concentra su gasto sólo en tres partidas, Andalucía o Galicia lo distribuyen entre nueve. Complementariamente, comparamos la distribución por grandes áreas de gasto en dos períodos temporales, 2000-07 y 2008-13, obteniendo los resultados recogidos en las ¡Error! No se encuentra el origen de la referencia. y¡Error! No se encuentra el origen de la referencia.. Dentro de una continuidad general, es posible realizar algunas matizaciones. En primer lugar, el peso del área de transportes e infraestructuras se reduce considerablemente en el segundo periodo. Frente a ella, la partida que más se incrementa es la de educación e investigación, como consecuencia de una evidente adaptación a la estrategia de Lisboa por parte de las autonomías. De manera semejante, se incrementa notablemente el área de otras materias, reflejando una mayor variedad en cuanto al destino final de las partidas. En este sentido, hay que destacar la novedad de la incorporación en los últimos años a los presupuestos FCI del ámbito de los servicios sociales autonómicos, que no estaba presente en las etapas iniciales. Tabla 2: Destino de los recursos del FCI por Comunidades Autónomas, 2000-2007. Cifras en porcentaje. Materias Transportes Desarrollo empresarial Cultura y turismo Agricultura ganadería y pesca Protección y mejora del medio Educación e investigación Sanidad AND AST CAN 23,3% 48,5% 0,0% 15,1% 0,0% 6,4% CANT CLM CLE VAL EXT GAL MUR Media 11,9% 43,2% 71,9% 50,4% 36,8% 44,7% 55,4% 38,6% 0,0% 0,0% 0,0% 0,0% 0,0% 10,5% 9,5% 0,0% 3,5% 0,0% 0,0% 0,0% 0,0% 0,0% 0,0% 0,0% 2,9% 0,0% 0,9% 4,6% 0,0% 0,0% 0,0% 2,0% 22,0% 0,0% 0,0% 10,3% 6,6% 4,5% 13,7% 0,9% 0,0% 88,1% 7,2% 6,1% 22,6% 0,6% 18,7% 22,8% 18,1% 13,1% 0,4% 0,0% 0,0% 14,6% 0,0% 2,6% 0,0% 8,9% 11,7% 5,1% 76,4% 0,0% 13,7% 0,0% 22,7% 0,0% 1,1% 2,2% 13,1% 10,3% 4,3% Vivienda 13,1% 29,3% 0,0% 0,0% 2,0% 0,0% 0,7% 41,7% 3,7% 1,3% 9,2% Otras materias 0,4% 16,6% 23,6% 0,0% 17,3% 0,0% 0,9% 10,5% 0,3% 0,0% 7,0% Total Desviación típica 100,0% 100,0% 100,0% 100,0% 100,0% 100,0% 100,0% 100,0% 100,0% 100,0% 100,0% 6,7% 17,3% 25,7% 29,1% Fuente: FCI. Elaboración Propia 13,8% 23,9% 17,6% 16,6% 13,8% 18,3% 18,3% Tabla 3: Destino de los recursos del FCI por Comunidades Autónomas, 2008-2013. Cifras en porcentaje. Materias Transportes AND AST 24,1% 33,8% CAN 0,0% CANT 24,9% CLM CLE VAL EXT GAL 10,9% 42,1% 27,4% 43,9% 42,9% 8 MUR 34,7% Media 28,5% Desarrollo empresarial Cultura y turismo Agricultura ganadería y pesca Protección y mejora del medio Educación e investigación Sanidad Vivienda Otras materias Total Desviación típica 4,9% 0,0% 0,0% 0,0% 0,0% 0,0% 0,0% 3,9% 10,8% 0,0% 2,0% 3,7% 24,9% 3,1% 0,0% 0,0% 0,0% 0,0% 2,7% 2,3% 0,4% 3,7% 7,4% 1,2% 0,9% 0,0% 0,0% 26,4% 0,8% 0,0% 11,9% 7,1% 5,6% 17,9% 1,0% 4,3% 56,7% 8,1% 5,1% 44,3% 10,5% 17,7% 35,2% 20,1% 15,0% 2,0% 13,7% 18,5% 32,3% 14,0% 0,0% 0,0% 10,3% 14,9% 12,1% 10,8% 1,9% 31,3% 0,0% 34,1% 12,5% 13,3% 0,0% 1,2% 7,7% 11,3% 10,4% 0,0% 0,0% 0,0% 0,0% 0,0% 0,0% 15,8% 1,7% 0,0% 2,8% 5,9% 35,2% 46,7% 0,0% 14,7% 0,0% 14,1% 23,2% 1,1% 0,0% 14,1% 100,0% 100,0% 100,0% 6,7% 15,4% 16,8% 100,0% 100,0% 100,0% 100,0% 100,0% 100,0% 100,0% 100,0% 19,6% 13,7% 14,7% 15,7% 14,7% 13,3% 14,4% 8,9% Fuente: FCI. Elaboración Propia Para testar formalmente la existencia de pautas de asignación comunes entre CCAA recurrimos a la prueba chi-cuadrado de independencia entre dos variables8. El resultado obtenido es significativo (p-valor<0,0001) y por tanto no se puede rechazar la hipótesis nula. En definitiva, se pone de manifiesto que no existe un patrón común a la hora de repartir las partidas, lo que viene explicado en buena medida por el hecho de que no existe ninguna indicación previa de cómo debe ser repartido por parte del FCI, ni tampoco de estrategias comunes de desarrollo por parte de las CCAA. Tabla 4: Prueba de chi-cuadrado para FCI por Comunidades Autónomas, 2008-2013. Valor gl Sig. asintótica (bilateral) Chi-cuadrado de Pearson 8.894.163a 72 0,000 a. 0 casillas (0,0%) tienen una frecuencia esperada inferior a 5. La frecuencia mínima esperada es 3599. De forma complementaria, se estudió la existencia de una mayor homogeneidad por grupo, mediante un análisis clúster9. Los resultados se recogen en el ¡Error! No se encuentra el origen de la referencia.. En el dendrograma se visualiza tanto el procedimiento de unión seguido como en qué nivel concreto se realiza dicha unión. Para la determinación de los grupos es necesario tener presente que la representación de las 8 Tomando, en este caso, como variables de interés de la tabla de contingencia el reparto del gasto por partidas y las respectivas CCAA. 9 Optando por un clúster jerárquico con método de conglomeración la vinculación intergrupos y como medida la distancia euclídea al cuadrado al no saber, a priori, el número de grupos. 9 distancias entre grupos está re-escalada, de modo que no debe ser objeto de interpretación, eligiendo un número de clusters que facilite algún tipo de interpretación. Atendiendo al reparto del gasto en cada Comunidad, es posible diferenciar cinco subconjuntos para el periodo 2000-2013. De estos cinco, tres serían individuales: Canarias, Cantabria y Castilla-León; el cuarto grupo estaría formado por Asturias y Extremadura; y el quinto y último grupo lo constituirían Castilla-La Mancha, Andalucía, Comunidad Valenciana, Murcia y Galicia. En esta última agrupación sería posible hacer una separación en dos sub-grupos: Castilla-La Mancha y Andalucía, por una parte y Comunidad Valenciana, Murcia y Galicia, por otra. Gráfico 4: Dendrograma Comunidades Autónomas. Periodo 2000-13. FUENTE: Informes FCI. Elaboración propia. Acrónimos empleados: GAL (Galicia); MUR (Murcia); Val (Comunidad Valenciana); ANDA (Andalucía); CLM (Castilla-La Mancha); AST (Asturias); EXT (Extremadura); CLE (Castilla y León); CANT (Cantabria); CAN (Canarias). Siguiendo el criterio establecido al principio de este epígrafe, se realizó el mismo ejercicio de agrupación de Comunidades según distribución en partidas de gasto FCI distinguiendo su evolución pre y post crisis. Los periodos considerados fueron 2000-07 y 2008-2013, obteniendo los resultados que se muestran en el ¡Error! No se encuentra el origen de la referencia.. En general se mantienen las agrupaciones señaladas para el periodo en su conjunto, si bien se observan comportamientos particulares. 10 En concreto, destaca el caso de Castilla-La Mancha, que muestra para el segundo periodo una pauta de distribución de gasto que le hace conformar un grupo único y diferenciado del resto. En sentido contrario, Cantabria que, tanto en el periodo conjunto como en el inicial aparecía como agrupación única, pasa a formar parte del grupo más numeroso en el segundo periodo, presentando una distribución de gasto equiparable a Valencia. En cuanto a su estabilidad y comportamiento uniforme a lo largo de periodo, deben ser señaladas Galicia, Murcia y Andalucía con comportamientos equiparables, al igual que Asturias y Extremadura. Canarias conforma un grupo único cualquiera que sea el periodo de tiempo analizado. Gráfico 5: Dendrograma Comunidades Autónomas. Periodos 200007 y 2008-2013. Periodo 2000-07 Periodo 2008-13 Fuente: Elaboración propia 4. LA REFORMA DEL FCI A nuestro juicio, la reforma del FCI debería garantizar que el FCI pueda cumplir el papel previsto en la Constitución, encaminado a la corrección de desequilibrios territoriales mediante actividades de inversión. Con el horizonte de reducción sustancial del papel de los fondos europeos, se trataría de reconfigurar el FCI actual para que 11 pueda convertirse en un verdadero Fondo Interterritorial de Desarrollo Regional (FIDER). Existen tres características principales del actual Fondo que deberían ser reformadas: la determinación de los recursos, la asignación de los mismos entre CCAA y la forma de gestionarlos. 4.1 La determinación de los recursos Los recursos que cada año alimentan al FCI dependen de la inversión civil nueva de la AGE. Esta variable es una proporción tendencialmente decreciente de los gastos no financieros (GNF) aunque esta pauta pueda ser enmascarada por su acusado comportamiento cíclico10. Como hemos indicado, son dos los procesos que explican esa caída: la descentralización y la externalización de actividades. Nuestra propuesta es que el volumen de fondos a disposición de las comunidades beneficiarias se incrementase sustancialmente, en la línea sugerida por Herrero et al. (2011), y su evolución en el tiempo dependiese de una base de cálculo más amplia y con menor variabilidad cíclica que la inversión real civil nueva (Utrilla, 2011; Fernández Llera y Delgado, 2008). Si se vinculase el FCI a los GNF consolidados en créditos iniciales y en media móvil aritmética del ejercicio que se presupuesta y de los dos anteriores, se haría depender de una variable presupuestaria de base muy amplia, menor variabilidad cíclica, y escasamente afectada por la externalización de actividades de inversión. El porcentaje mínimo admisible debería ser el 1% de los GNF que lo situaría en los niveles máximos alcanzados desde 1990. La aplicación simulada de este criterio al período 1990-2013 produce un 28% adicional de recursos11, con una amortiguación considerable de la variabilidad media anual (de 5,9% a 2.8%) y del componente cíclico. No obstante, si el objetivo fuese compensar la caída de los fondos europeos de desarrollo regional que tendrá lugar a partir del ejercicio 2013, el porcentaje de los GNF de la AGE a integrar en el FCI debería aumentar al 2%12. En relación con la media del período 1990-2013 los recursos aumentarían un 156%, hasta los 3049 millones de Fernández Llera y Delgado (2008) estiman la evolución del FCI en relación al PIB para el período 1986-2008, destacando la fuerte caída hasta 2002 y la estabilización posterior. Puede verse también Atienza et al. (2008). En los últimos cuatro años el descenso ha sido muy marcado. 11 La media en euros de 2011 del FCI entre 1990 y 2013 es de 1190 millones de euros; con la nueva base pasaríamos a una media de 1524 millones. 12 Suponiendo que la caída del volumen de recursos a disposición de las comunidades beneficiarias fuese del 50%. 10 12 euros. En el ¡Error! No se encuentra el origen de la referencia. comparamos estas propuestas con las de Fernández Llera y Delgado (2008)13. Gráfico 6: Comparación en los resultados de distintas propuestas para el FCI en 2010 FCI 2010 FCI 2010, 0,25% PIB FCI 2010, 0,5% PIB FCI N 2010, 1% GNF FCI N 2010, 2% GNF 1,000,000 2,000,000 3,000,000 4,000,000 5,000,000 6,000,000 Notas: Cifras expresadas en millones de euros de 2011.Elaboración propia 4.2 La distribución de los recursos La asignación de recursos entre comunidades mejoraría con criterios explícitos de selección de las beneficiarias y con una revisión a fondo de las variables distributivas que reflejase adecuadamente la necesidad o coste de la inversión pública. Por el contrario, no existe un problema de excesiva variabilidad anual de los fondos recibidos por cada comunidad ni un impacto severo por la pérdida de la condición de beneficiaria (Utrilla, 2009). La media anual de variación es de solo 1,05%, y en ninguna autonomía superaría el 2%. Solo en dos de las 100 observaciones14 se supera el 3%. El uso de medias móviles de cinco o diez años para la consideración de algunas variables y el carácter estructural de otras (superficie, dispersión) contribuiría decisivamente a esa estabilidad. Es posible actualizar y mejorar el funcionamiento del sistema, con dos cambios en profundidad. En primer lugar, se debería recoger expresamente en la ley el criterio de Estos autores proponen un 0,5% del PIB y una fórmula más conservadora del 0,25% del PIB, con un escenario de transición hasta 2013. Hemos hecho el cálculo para 2010 con el PIB real de ese año y los dos anteriores (también una media móvil aritmética) suponiendo que se habían alcanzado los objetivos del 0,5 y del 0,25% del PIB. 14 Correspondiente a 10 ejercicios y 10 comunidades. 13 13 selección de beneficiarias utilizando como criterio la renta por habitante media española (Fernández Llera y Delgado, 2008). Las regiones beneficiarias serían las que se encontrasen por debajo de la misma, utilizando la media de los últimos tres años disponibles y el Valor Añadido Bruto a coste de factores por habitante, para el conjunto del período de programación15. De este modo se produciría un resultado aceptable en términos políticos, manteniendo el grueso de las comunidades beneficiarias actuales16, se adecuaría mejor al papel del FCI (corrector de las desigualdades internas) y estaría al margen de los efectos estadísticos provocados por la ampliación de la UE. En segundo lugar, en lo que concierne a las variables de reparto, convendría hacer efectivas las previsiones legales y proceder a su olvidada revisión17. Las variables geográficas contempladas (dispersión, superficie, insularidad) son a priori relevantes (Herrero, Martínez Vázquez y Murillo, 2011) y aparecen como criterios de reparto del fondo de garantía del sistema de financiación autonómico, aunque con pesos diferentes18. Sin embargo, sus ponderaciones son discutibles y sería posible que otras variables también merezcan ser consideradas. La población podría ser mejorada sensiblemente como indicador de necesidad si consideramos los cambios competenciales ocurridos con la incorporación generalizada de la educación, la sanidad o los servicios sociales. La ponderación del sistema de financiación autonómica acordado en 2009 (De la Fuente, 2010) otorga implícitamente un peso en las competencias autonómicas de 21.13% a la educación, de 8.76% a los servicios sociales, de 39.1% a la sanidad19 y de 30.9% a las restantes funciones, y utiliza agregados poblacionales específicos en cada caso. Tanto el desempleo como la expulsión de población vía emigración significan, normalmente, incapacidad para ocupar los factores disponibles. Pero el carácter de saldos de las variables paro relativo y saldo migratorio relativo debilita su pertinencia. Si usamos el período de programación de siete años como en los fondos europeos 20142020, calcularíamos el VAB a coste de los factores por habitante para cada región en relación con la media española para el año de inicio (últimos tres años disponibles en 2013). Las comunidades seleccionadas recibirían fondos a lo largo de todo el período con independencia de como variase su posición relativa en esos siete años. 16 Como fue señalado obligaría a excluir a Cantabria al haber superado el 100% de la media española de renta por habitante; y dejaría muy cerca a Castilla y León. 17 La Ley 7/2001 prevé la revisión cada cinco años (artículo 16.4). 18 Un 1.8% para la superficie, un 0.6% para la dispersión y un 0.6% para la insularidad, que también ncluye a Baleares (aunque casi un 80% se asigna a Canarias). 19 Resultado de retirar del conjunto de la población a los beneficiarios de las mutuas sanitarias de empleados públicos y ponderar el resultado por el gasto sanitario por habitante asociado a cada tramo de edad (GTS, 2005). 15 14 En el caso del desempleo, la diferencia entre ocupados y activos depende de factores demográficos (la población en edad de trabajar) y socioculturales (la propensión a la actividad), además de económicos, ya que un desempleo elevado inhibe esa propensión. Una comunidad puede mostrar un paro relativo inferior porque su población manifiesta una menor propensión a la actividad o una estructura de edades diferente, siendo compatible con una proporción de ocupados sobre el conjunto de la población menos favorable. La tasa de ocupación es un indicador mejor de la eficiencia en la utilización de la base humana productiva de un territorio. Por su parte, el saldo migratorio combina movimientos interregionales (salidas y entradas de personas) e internacionales que afectan a personas de diferente edad y relación con la actividad. Un saldo migratorio positivo, que no da lugar a más recursos, puede deberse a la salida de población joven, potencialmente activa, más que compensada con el retorno de antiguos emigrantes, ya en edad de jubilación. Sin embargo, una salida similar de jóvenes, no compensada, sí otorga derecho a más recursos del FCI. Esta circunstancia, no parece muy razonable. La variable penaliza también a las autonomías que pierden población como consecuencia de un decrecimiento vegetativo frente a aquellas que lo hacen por una emigración neta positiva. Tampoco es sensato que se asignen recursos por un saldo migratorio positivo y no se detraigan por un saldo migratorio negativo. En suma, la falta de simetría, la discriminación entre los diversos componentes de la dinámica demográfica y la desconsideración de la composición de los flujos migratorios retiran significatividad a esta variable. Fernández Llera y Delgado (2008) defienden una variable distributiva representativa de “necesidades de inversión”, la inversa del stock de capital público neto nominal de infraestructuras, por habitante. Es una propuesta interesante y sugerente: si el nivel de infraestructuras de cada territorio es una limitación para los procesos de crecimiento y, por ello, el FCI potencia la capacidad de formación pública de capital, tenerlo en cuenta tiene sentido. Sin embargo, el FCI es una transferencia de capital para el desarrollo y no de nivelación (Herrero, Martínez Vázquez y Murillo, 2011), en donde encajaría mejor esta sugerencia. Además, su propuesta se limita a algunos tipos de infraestructuras, dejando fuera a todas las relacionadas con las funciones básicas de las comunidades autónomas (servicios de sanidad, educación, servicios sociales), así como algunas áreas con relación directa con los procesos de crecimiento (investigación, innovación y desarrollo). Así mismo, recoge en su variable capital público de titularidad 15 estatal (las grandes infraestructuras viarias, portuarias, aeroportuarias o hidráulicas) o de las corporaciones locales (infraestructuras urbanas). De existir, los déficits no podrían ser cubiertos por la acción del FCI y, por tanto, no deberían tenerse en cuenta para su distribución. Para considerar esta variable de distribución tendríamos que construir un índice de stock de capital público nominal neto del conjunto de las infraestructuras autonómicas, hoy inexistente (Mas y Cucarella, 2009; Mas, Pérez y Uriel, 2010). Nuestra propuesta consiste en mantener la distinción entre la fase asignativa, convenientemente modificada, y la redistributiva, sin cambios de fondo20. Para la primera fase seleccionaríamos seis variables (Población equivalente, Superficie, Dispersión, Insularidad, Tasa de Ocupación, Esfuerzo inversor), con las siguientes especificaciones: La variable población es un indicador adecuado de la necesidad relativa de inversión, a igualdad de circunstancias, máxime teniendo en cuenta que la administración autonómica está centrada en los servicios básicos a las personas. Pero convendría calcular la población “equivalente”, aplicando los factores de corrección previstos en el modelo de financiación autonómica. Las tres variables geográficas (superficie, dispersión, insularidad) definen el flujo de servicios asociado en cada región a una unidad de gasto de inversión, de nuevo siguiendo al modelo de financiación autonómico vigente. Sería necesario realizar un estudio sobre los factores que determinan la necesidad de recursos para la inversión por igualdad de servicios para las CCAA21. La tasa de ocupación relativa (definida como el ratio entre los ocupados equivalentes a tiempo completo y la población, en relación con la media de las comunidades beneficiarias), sustituiría a los criterios Paro relativo y Saldo Migratorio relativo. Por último, con el Esfuerzo Inversor Autónomo (EIA) mediríamos la contribución de cada comunidad a la formación de capital, para hacer operativo el principio de adicionalidad, evitando la sustitución de los fondos propios con fondos de transferencias. Si definimos los gastos de capital autónomos de la Comunidad i (GKA) como la diferencia entre gastos de capital e ingresos de 20 El factor multiplicativo 3,62 no tiene una justificación teórica. Por tanto, una apuesta por un grado mayor o menor de redistribución conllevaría una modificación del factor. En un margen razonable, entre 3 y 4 por ejemplo, sería defendible. 21 Introducimos aquí la insularidad, que únicamente afecta a la comunidad canaria, por homogeneidad con el tratamiento de las otras dos variables geográficas. 16 capital ( GKAi = GK i - IK i ), el EIA de la comunidad i será de la siguiente forma: EIA i GKA i GK i Para la ponderación de estas variables partiríamos de los valores que el modelo de financiación autonómica 2009 otorga a las denominadas geográficas, notablemente inferiores a las actuales. Para la Tasa de Ocupación defendemos reducir también la ponderación de las variables que sustituye, situándola en el 2%, en línea con las anteriores. Hemos conferido a la variable Esfuerzo inversor un peso similar, al de las restantes variables asignativas distintas de la población (5%). Para ésta, la ponderación del 90% refuerza ligeramente su papel en el modelo. En la Tabla 5 sintetizamos nuestra propuesta. Tabla 5: Las variables distributivas y su ponderación: la propuesta Variable Ponderación Población equivalente 90 Superficie 1,8 Dispersión 0,6 Insularidad 0,6 Tasa de ocupación 2 Esfuerzo fiscal 5 TOTAL 100 FUENTE: Elaboración propia 4.3 La definición de una estrategia de desarrollo El modelo de gestión del FCI otorga un elevado nivel de libertad para las decisiones de las comunidades, que favorece un alto grado de ejecución. No obstante, no es posible identificar modelos de desarrollo detrás de los proyectos de inversión. Tampoco el FCI posee la visibilidad que merecería como instrumento de solidaridad para el desarrollo acabando fundido en el magma general de los recursos autonómicos. Las propuestas de reforma deben ser capaces de reducir esos problemas sin afectar a las fortalezas del modelo. Para el período de programación 2014-2020, las comunidades beneficiarias de fondos europeos de desarrollo regional ya han sido obligadas a ajustarse a las 17 disposiciones comunitarias22. Por tanto, se trataría de integrar el FIDER en este engranaje. En realidad los recursos del FCI son considerados fondos propios libres por las comunidades receptoras, que los asignan a uno u otro proyecto en función de su nivel de ejecución y de las necesidades de financiación. Nada garantiza un uso sometido a la disciplina de una estrategia de desarrollo. Si queremos que el nuevo FIDER cumpla eficientemente su papel de promoción de la convergencia interregional es preciso romper con este modelo, estableciendo una estrategia articulada, transparente y verificable. Además, a partir de 2020 algunas comunidades dejarán de percibir fondos europeos de desarrollo regional pero deberán ser aún receptoras del FIDER. En definitiva, se trataría de aplicar los objetivos, principios y mecanismos de la programación regional comunitaria al ámbito español. Para ello, precisamos ampliar decididamente el horizonte temporal. El período de siete años que caracteriza a los fondos comunitarios de desarrollo regional es una referencia razonable. Las comunidades podrían así identificar las barreras que impiden su desarrollo, aplicando recursos a acciones de alcance que permitan superarlas. Al mismo tiempo la AGE debería comprometerse a mantener el nivel de financiación a lo largo de ese período: el cumplimiento de los criterios de selección y la medición de las variables de asignación de los recursos vinculan al conjunto del período de programación. En segundo lugar, las comunidades beneficiarias tendrían que definir una estrategia para ese período de programación. El gobierno de España debería elaborar un Marco de Convergencia que analizase la evolución de las disparidades interregionales en el período inmediatamente anterior y establecerá escenarios de futuro. También identificaría las barreras a la convergencia interregional, así como los caminos para superarlas, consignando las prioridades temáticas y territoriales. El ejecutivo también tendría que identificar las acciones en pro de la convergencia territorial en los ámbitos que son de su competencia (singularmente las perspectivas de inversión territorializada), estableciendo una referencia de fondos a invertir, como una forma de garantizar la adicionalidad en los recursos aplicados al FIDER. Solo de esta forma el Marco de 22 Reglamento (CE) 1083/2006 del Consejo, de 11 de julio de 2006. 18 Convergencia sería realmente integral. Este documento debería ser discutido en Sede Parlamentaria23. A partir de este horizonte global, cada comunidad tendría que definir una estrategia de desarrollo, con sus programas operativos y su calendario. Estos documentos serán validados en el Consejo de Política Fiscal y Financiera (CPFF), y deberían ser objeto de control y evaluación, con objetivos cuantificados y procedimientos explícitos de seguimiento de los indicadores de progreso. El análisis efectuado indica la necesidad de que los gobiernos autonómicos reflexionen sobre el destino de las transferencias de capital para el desarrollo de la convergencia interregional. Seguramente ello conducirá a una concentración superior de los destinos así como a optar por áreas de actuación mejor integradas en la Estrategia de Lisboa. Lo importante es garantizar un procedimiento que vele por la calidad de las propuestas, la transparencia y la verificabilidad. 4.4 Mejorar la eficiencia en el uso de los fondos Las estrategias regionales de desarrollo han de ser objeto de seguimiento y evaluación. Antes de su aprobación definitiva en el seno del CPFF tendrían que ser sometidas a una evaluación externa independiente, que permitiría mejorar su diseño en un diálogo bilateral entre la administración central y cada una de las administraciones beneficiarias. Las estrategias deberían incorporar un número limitado de programas operativos, con objetivos cuantificados para cada uno de ellos. Esta cuantificación haría posible emitir un juicio objetivo sobre los progresos alcanzados en cada uno de los plazos previstos. Debiera preverse un informe intermedio de progreso al cabo de cuatro años para cada comunidad beneficiaria; así como una evaluación general final con un procedimiento similar24. Los proyectos específicos en que se concretan los programas operativos tendrían también una consideración plurianual. Estos deberían ser seleccionados inicialmente, en el momento de la aprobación de la estrategia regional, aunque podría establecerse cierta flexibilidad en la aplicación de los fondos. Es decir, un proyecto puede experimentar modificaciones, e inclusive ser sustituido, pero no de forma automática, sino a través de 23 Preferentemente en la Comisión General de las Comunidades Autónomas del Senado para dar participación a las comunidades. 24 Además de las evaluaciones propias de cada comunidad autónoma, tanto técnicas como políticas. 19 un procedimiento que garantice la transparencia y, en el supuesto de cambios substantivos, una nueva evaluación. Los programas operativos deberían consistir en un número limitado de proyectos de cierta envergadura en vez de en una lluvia fina de acciones de escaso porte. Con pocos proyectos grandes la transparencia es mayor, el seguimiento más fácil y la evaluación más clara. La normativa comunitaria25 define los “grandes proyectos” como acciones que superan un umbral de gasto de 10 millones de euros e incorpora un sistema específico de evaluación, incluyendo un análisis coste-beneficio. Este mecanismo debería ser incentivado, para garantizar la eficacia y visibilidad del FIDER. Esta voluntad de concentración nos conduce a proponer la inversión del procedimiento habitual en relación con la cofinanciación: normalmente se establece un máximo a cubrir con transferencias externas -un porcentaje mínimo de fondos propios. Pero esta técnica permite una dispersión superior del FIDER. De nuevo, para garantizar su visibilidad y su aplicación al servicio de una estrategia de desarrollo, debería pesar decisivamente en la financiación de las acciones para las que se aplica, por lo que optamos por establecer un porcentaje mínimo del 50% sobre el importe total del proyecto26. Finalmente, somos partidarios de establecer una “reserva de eficacia” a escala española que, una vez efectuada la evaluación intermedia al cabo de cuatro años, permitiese premiar con recursos adicionales a aquellas comunidades beneficiarias que hubieran efectuado un más diligente y ajustado uso de los fondos, de acuerdo con un procedimiento reglado. 4.5 Una vocación tradicional, pero con flexibilidad, para el uso del FIDER La escisión del FCI entre un Fondo de Compensación y un Fondo Complementario inicia una deriva peligrosa, pues conduce un instrumento de desarrollo hacia la financiación ordinaria de las actividades de las comunidades autónomas. Las propuestas para ampliar el Fondo Complementario con el objeto de financiar nuevas demandas sociales, el gasto corriente asociado a infraestructuras ya existentes o la atención de los requerimientos derivados de la Estrategia de Lisboa caminan en una Reglamento (CE) 1083/2006 del Consejo, de 11 de julio de 2006. Si el FIDER convive con fondos comunitarios de desarrollo regional este porcentaje mínimo ha de ser interpretado como el resultado de la suma de FIDER más Fondos comunitarios sobre el total. 25 26 20 dirección equivocada, aunque bienintencionada. El nuevo FIDER debería evitar la financiación ordinaria de actividades autonómicas para concentrarse en la financiación de gastos de capital para promover la convergencia de los territorios más atrasados. Este es su leitmotiv original que explica su encaje constitucional y lo que ha mantenido su originalidad situándolo al margen de la financiación autonómica. Por tanto, defendemos la supresión del Fondo Complementario. Cuestión diferente es tratar de evitar la concentración excesiva del FCI en proyectos de infraestructura para ampliar con claridad la elegibilidad a ciertas actividades de capitalización blanda (formación, I+D+I). En el análisis empírico hemos observado una gran concentración del destino del FCI en el área de transportes e infraestructura, aunque en el período 2008-2013 ganan peso las actividades de educación e investigación. Ya hemos indicado que no cabía efectuar un diseño general, atendiendo a la diversidad autonómica. Sin embargo, nos atrevemos a sugerir la necesidad de establecer un porcentaje mínimo en inversión en actividades de capitalización blanda (formación, I+D+i), que actúe de elemento equilibrador del intenso crecimiento en el stock de infraestructuras públicas en el último período expansivo. Por último, el FIDER tendría que contemplar explícitamente la necesidad de colaboración entre el nivel autonómico y el local, favoreciendo la cooperación interinstitucional en los ámbitos de competencias compartidas. Nada impide que el FCI actual sea gestionado por ayuntamientos o diputaciones, al contrario el FIDER tendría que contemplar la puesta en común de fondos autonómicos y locales. 5. CONCLUSIONES El Fondo de Compensación Interterritorial es el principal instrumento de la política regional española. La progresiva caída de los fondos europeos para el desarrollo canalizados hacia las regiones españolas, el mantenimiento de amplios diferenciales en el PIB per cápita regional y su mal comportamiento en los últimos años hacen que su reforma sea algo necesario y urgente. Los problemas a resolver son de naturaleza variada. Los recursos globales que integran el FCI son hoy escasos y volátiles. La asignación de recursos entre comunidades es claramente mejorable y, si bien los procedimientos de gestión previstos son en general correctos, solo se han seguidos 21 parcialmente: no hay concertación ni cooperación, las comunidades usan libremente el FCI sin subordinarlo a una estrategia de desarrollo y la concentración en infraestructuras físicas es excesiva. Nuestra propuesta de reforma del FCI tiene como objetivo que recupere un papel relevante como instrumento de política regional, convirtiéndolo en un verdadero Fondo Interregional de Desarrollo (FIDER). Para ello sería necesario establecer una nueva variable de referencia, presupuestaria, de base muy amplia y menor variabilidad cíclica, escasamente afectada por la externalización de actividades de inversión: los Gastos No Financieros (GNF) de la AGE. En segundo lugar, elevar considerablemente su dotación. Con el 1% de los GNF se recuperarían los valores medios del período 1990-2010. Con el 2% las regiones beneficiarias sustituirían los fondos europeos que perderán en el próximo período de programación. Por su parte, la asignación de recursos entre comunidades mejoraría con criterios explícitos de selección de las beneficiarias y con una revisión a fondo de las variables distributivas para garantizar que reflejan adecuadamente la necesidad o coste de la inversión pública; mantenemos sin variaciones significativas la fase redistributiva. Las comunidades beneficiarias serían aquellas que tuviesen una renta por habitante inferior a la media española. En lo referido a los criterios de reparto, en este trabajo seleccionamos seis variables distributivas: población equivalente, superficie, dispersión, insularidad, tasa de ocupación y esfuerzo inversor. La reforma debería mejorar la eficiencia en la utilización del FCI insertándolo en una estrategia plurianual y concertada de desarrollo; introduciendo la técnica de evaluación para los grandes proyectos; y ampliando su campo de aplicación para integrar la formación de capital humano y la I+D+i. Nada garantiza un uso del FCI sometido a la disciplina de una estrategia de desarrollo. Si queremos que el nuevo FIDER cumpla eficientemente su papel de promoción de la convergencia interregional es preciso romper con este modelo, para establecer una estrategia articulada, transparente y verificable. Además, a partir de 2020 algunas autonomías dejarán de percibir fondos comunitarios de desarrollo regional pero deberán ser aún receptoras del FIDER. En definitiva, se trata de aplicar los objetivos, principios y mecanismos de la programación regional comunitaria al ámbito español, también allí donde aquella no opere. 22 También proponemos establecer un Marco español de desarrollo regional, previa discusión con las comunidades implicadas y participación del Senado, con compromisos para la administración central y las regiones. En este cuadro global, cada autonomía tendrá que definir una estrategia de desarrollo, con sus programas operativos y su calendario, a validar en el Consejo de Política Fiscal y Financiera. En este sentido, es preciso ampliar decididamente el horizonte temporal, con períodos de programación de siete años. El destino de los fondos para el desarrollo tiene que someterse al objetivo de la convergencia interregional, lo que debiera conducir a una superior concentración de los destinos así como a optar por áreas de actuación mejor integradas en la Estrategia de Lisboa. Las estrategias regionales de desarrollo han de ser objeto de seguimiento y evaluación antes, durante y después de su aplicación. Los programas operativos se concretan en un número limitado de proyectos, que son objeto de aprobación explícita. Se trata de evitar la improvisación y fomentar el sometimiento a una estrategia meditada y estable. Será incentivada la eficiencia y la transparencia, prefiriéndose los grandes proyectos que enfrentan cuellos de botella específicos para el desarrollo regional a una lluvia fina imposible de cuantificar en sus efectos y con menos visibilidad. Por último, se proponen mecanismos específicos de mejora de la gestión como la “reserva de eficacia”, un procedimiento específico para grandes proyectos o un mínimo de cofinanciación. También se propone la abertura explícita del nuevo FIDER a la colaboración entre el nivel autonómico y el local. Finalmente, se aboga por la supresión del Fondo Complementario para la concentración de los recursos en la formación de capital, aunque incluyendo expresamente al capital humano o la investigación Referencias [1] [2] [3] [4] [5] Álvarez, S., Aparicio, A. y González, A. (2006) “Financiación autonómica y solidaridad interregional. 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