Introducción Atendiendo que Mapu significa "tierra" y Che "gente", diremos que...

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Introducción
Atendiendo que Mapu significa "tierra" y Che "gente", diremos que la Gente de la Tierra ha vivido desde
siempre al sur de lo que hoy conocemos como Chile −entre el río Choapa al norte y el archipiélago de Chiloé
al sur− y Argentina −desde el sur de las provincias de Mendoza, San Luis, Córdoba y Buenos Aires hacia la
Patagonia (zona austral del sur de América del Sur)−.
Pertenecen a un pueblo de tradición oral, aunque a través de las artes −tejido, platería, cancionero, etc−
podemos leer pasajes de la vida de sus antepasados
.
El dominio de la lengua −mapudugun, chedugun− permite seguir teniendo vivo el genio de su cultura y las
prácticas, tales como ceremonias y fiestas sagradas.
Ellos siempre se han sentido como Gente de la Tierra pero luego, con la existencia de los Estados−Nación,
pasaron a ser Chilenos y Argentinos. De igual forma se habla de la gran familia Mapuche. El orden en la vida
Mapuche aún sigue en práctica. Los diferentes roles que se siguen diagramando en cierta forma el desarrollo
cultural les permite seguir ligados a su historia.
Pero como bien lo mencionó Logko Juan Kajfü Küra (Cacique Juan Cafulcura) "... no se puede ser gente de la
tierra sin tierra". Realidad que aún hoy se padece: la negación del derecho a ser ellos mismos. Es por ello que
algunos Mapuches creen que difundir parte de su cultura en los diferentes aspectos, contribuye a asegurar la
continuidad de su pueblo, puesto que se entrega al mundo pero muy especialmente a los niños y jóvenes. Al
final todos ellos pueden sentirse Mapuche: Gente de la Tierra.
• Origen
Los Mapuches se localizaban entre los ríos Itata y Toltén. Hablaban mapudungu y compartían muchos de los
elementos culturales con picunches y huilliches.
Este pueblo se denominaba a sí mismo, mapuche, de mapu que significa tierra y che, de gente. Es decir, gente
de la tierra. Los españoles le dieron el nombre de araucanos, proveniente tal vez de una corrupción de ragco,
agua de greda, designación del lugar donde ellos fundaron el fuerte de Arauco.
De acuerdo con una teoría, habrían llegado desde el otro lado de la cordillera dividiendo a los antiguos
ocupantes del valle central en dos grupos, a los que denominaron Picunches y Huilliches respectivamente.
Según Latcham, este pueblo provenía del otro lado de la cordillera de los andes, donde habría vivido como un
pueblo nómade, vistiéndose de pieles, construyendo toldos con cueros de guanaco y cazando guanacos y
avestruces.
Atravesando por los pasos cordilleranos, los mapches habrían penetrado como una cuña entre los picunches y
los huilliches, separándolos para siempre. A la larga, los mapuches se hicieron sedentarios en esas regiones,
adoptando en cuanto pudieron la cultura de aquellos así como su lengua
Origen de la lengua mapuche: La lengua mapuche se caracteriza por su notable estabilidad fonética y por su
estructura sencilla y de fácil análisis. Como es natural, hay pocos sustantivos y casi carece de vocabulario que
no exprese ideas concretas. Las vocales, claras y hasta cierto punto numerosas, están bien distribuidas entre
las consonantes, lo que hace de él un idioma armonioso y sonoro.
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• Organización Social
• La Familia:
La familia mapuche se componía del padre, sus mujeres y sus hijos. Existía la poligamia, pero sólo la
practicaban los individuos más ricos, los ulmenes, que podían adquirir cinco o seis mujeres, lo que constituía
la excepción.
El matrimonio se hacía mediante la compra de la novia a su padre, a cambio de animales, bebidas o utensilios;
pero debía seguirse después de un rapto simulado. En este caso, el novio y sus amigos se dejaban caer
sorpresivamente sobre a ruca y procuraban raptar a viva fuerza a la novia, venciendo la resistencia que
oponían las demás mujeres.
Dentro de la familia, la primera mujer, era la verdadera dueña del hogar y su hijo mayor era considerado el
primogénito. Las demás mujeres vivían en rucas separadas, acompañadas de sus respectivos hijos, y en caso
de fallecimiento del marido, pasaban a ser esposas del primogénito.
La posesión de varias mujeres no era considerada por los mapuches como un lujo, sino como un factor de
aumento de la producción, pues eran ellas las que cultivaban la tierra, hacían las cosechas, tejían, fabricaban
las bebidas, preparaban las pieles y practicaban la alfarería.
En tiempos de paz, el prestigio del jefe de familia dependía del número de sus mujeres y de su riqueza en
tierras, víveres, animales y bebidas. En tiempos de guerra basaba su fama en su valor personal y en el número
de conas o mocetones que podía movilizar.
• División del territorio
El territorio estaba dividido en tres: lavquenmapu, Lelvunmapu e Inapire−mapu, correspondiendo a la costa,
llanura central y precordillera respectivamente. Es como decir, en nuestro idioma la Tierra de la costa La
tierra de los llanos, La Tierra andina. La división alude, por supuesto, a los grandes sistemas ecológicos con
que los mapuches percibían a su territorio.
El Lovche es la unidad familiar básica, organización de tipo patriarcal, que antes de la llegada de los
españoles, constituía un hogar polígamo, vale decir, un hombre con varias mujeres como esposas, conviviendo
y trabajando un mismo territorio. Se puede decir que practicaban la agricultura, completando la dieta
alimenticia con la caza y recolección. Además han desarrollado la ganadería, adicionalmente.
El levo o rehue es la agrupación de lóvches de un mismo linaje, que ocupan un territorio en común. A este
nivel de organización social y división territorial los españoles llamaron parcialidad, en el sentido que el
conjunto de individuos son entre sí parientes o emparentados.
El ayllarehue − reunión de nueve rehues − es el nivel de la organización social inmediatamente superior y
correspondería a la noción que tenemos nosotros de una pequeña provincia. En todo el sistema ejercen el
poder los lonkos o jefes.
Los Butalmapus, o grandes territorios tienen como base la división ecológica prehispánica, pero su integración
se logró, aparentemente, después de la llegada de los españoles y por la apremiante necesidad de defender
política y militarmente al territorio araucano, alcanzan su máximo esplendor y poderío en el siglo XVIII,
donde los mapuches−araucanos discuten de igual a igual con los españoles.
• Levos, aillarehues y vutamapus
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Como todos los pueblos en su estado de cultura, los mapuches tuvieron muy escasa cohesión. Sus diversos
grupos sociales sólo se unían transitoriamente ante el peligro común, pues habitualmente vivían en constantes
rivalidades.
Estos grupos empezaban en el lov y se prolongaban en otros más amplios, que eran el levo, el aillarehue y el
vutamapu.
• Los lovs: Los formaban todas las familias que tenían un antepasado común. Vivían en rucas vecinas y
tenían por jefe al lonco o cacique, que presidía las juntas en que se discutían los asuntos internos de la
comunidad.
Todos los miembros del lov participaban en las fiestas y ayudaban a sus parientes a construir las rucas,
sembrar, cosechar, etc. Todo ello acompañado de borracheras.
• Los levos o rehues: Eran grupos más amplios, que sumaban varias tribus.
Cada levo tenía un jefe civil, un jefe militar para el caso de guerra y un sacerdote que servía de asesor. El jefe
militar era elegido por la asamblea de los conas y se le designaba con el título de toqui, nombre que se daba
también al hacha que le servía se insignia de mando.
El levo era independiente y autónomo. La asamblea de los conas acordaba la paz o la guerra.
• Los aillarehues o agrupaciones de tribus: En caso de grandes calamidades, como sequías, epidemias y
otros acontecimientos sensacionales que afectaban a una extensa comarca, los rehues de ella se unían para
hacer frente a la situación. Tales eran los aillarehues, que adquirieron gran desarrollo desde el momento en
que los españoles comenzaron a penetrar en al Araucanía.
Su jefe era el mapu−toqui, o jefe militar de una comarca en estado de guerra.
• Los vutamapus o zonas de guerra. No obstante su repugnancia a formar grandes unidades
político−militares, los mapuches se vieron obligados a concretar alianzas entre los aillarehues de extensas
comarcas a fin de defenderlas de los conquistadores.
Así nacieron tres vutamapus o agrupaciones de aillarehues: el de la región de la costa (lavquen−mapu), el de
los llanos (levun−mapu) y el de la región precordillerana (inapire−mapu). El primero parece haber sido el de
la comarca vecina a la costa de Arauco, que eligió por generalísimo a Lautaro.
Los jefes de los vutamapus eran elegidos por los toquis federados, y los españoles los llamaron gran toqui.
Terminada la guerra, cesaba su mandato.
• Concepciones religiosas mapuches
En la necesidad de explicar su mundo, formular juicios y jerarquizar valores, la cultura mapuche está dotada
de un rico bagaje de creencias, como también de ritos que la ponen en contacto con la naturaleza y lo
sobrenatural. El machi o chamán pone en contacto a estos dos mundos. Los mapuches poseen una gran
cantidad de deidades que viven en el Wenu mapu o región celeste. En la cúspide del panteón existe un
personaje que actualmente designaron el nombre de Ngenemapu, o dueño de los hombre Ngenechen, rey o
principal. Representa lo masculino y lo femenino, la juventud y la ancianidad. Este ser supremo llevó al
pueblo mapuche al lugar que hoy habita, y vela eternamente por su bienestar.
Otros cuerpos celestiales, como la luna (killén), el lucero del alba (Wuñefle), las estrellas (Wanglén), también
están deificados e influyen directamente sobre las dotes de las machis.
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Los espiritus de los gloriosos antepasados de un lunaje se personifican en el Pillán, que vive detrás de las
montañas en el oriente o puel mapu. Es considerado el ser sobrenatural que está más cerca que los hombres,
por lo que su invocación constituye el primer peldaño en el ascenso hacia el mundo sagrado
El mapuche considera que la enfermedad o muerte no tienen causas naturales, sino provienen de la acción de
las fuerzas maléficas de una persona. Normalmente se culpa a un wekufu a una kalcu de provocarlas. A través
de la ceremonia llamada Machitún, la machi sacará del cuerpo del afectado al demonio y debería descubrir al
brujo que le causó el mal y delatarlo. En épocas pretéritas la persona acusada de artes de brujería era
condenada a morir; hoy sólo son segregadas del grupo y deben emigrar.
La machi es la intermediaria entre el pueblo mapuche y el wenu mapu o tierra de los dioses. Su mediación
otorga bienestar y abundancia al indígena. Está encargada de la representación divina en la lucha diaria entre
el bien y el mal en la tierra, por eso está dotada de facultades adivinatorias, terapéuticas y rituales.
Antiguamente estas labores las ejercían exclusivamente hombres. También preside el Nguillatún, culto o
rogativa colectiva a los Pillanes.
Para desempeñarse como chamán, previamente se debe haber tenido sueños y visiones premonitorias que se
relacionan con ciertos animales de color blanco, después de los cuales contrae una enfermedad incurable que
sólo puede aliviar por su consagración como machi. Decidido a hacerlo, el o la candidata conviene su
entrenamiento con una machi de experiencia y se traslada a vivir con ella en calidad de aprendiz, donde
conocerá las plantas medicinales, los ritos y las ceremonias de innovación. Posteriormente, deberá fabricar
ella misma su rehue o escalera ceremonial y su kultrum.
• La vida en el más allá
Los mapuches creían que el alma seguía necesitando al cuerpo como morada provisional durante un tiempo:
tal era am, que vivía en las vecindades del cuerpo y participaba de las fiestas y reuniones de los parientes.
Cuando se borraba el recuerdo del difunto, su alma se convertía en pulli y adquiría poderes sobrenaturales que
era preciso tener propicios.
Los muertos eran enterrados en cementerios, acompañando al cadáver sus utensilios, sus armas y sus
alimentos. Pero en esta vida en el más allá no había premios ni castigos, y cada cual seguía desarrollando las
mismas actividades a que se había dedicado aquí en la tierra.
• La magia
En esta región primitiva, carente de principios morales y de ideas abstractas, hallaba campo la superstición y
la magia.
Creían en seres o espíritus malévolos, como el colocolo, especie de basílisco que al beber la saliva de los
hombres les causaba la muerte; el chonchón, vampiro que chupaba la sangre; el huecubo o espiritu malo que
servía a los brujos, etc.
Como creían en la magia, los mapuches utilizaban los servicios de los voiguevoes o señores del canelo, el
árbol sagrado. Estos magos eran diestros en influenciar favorablemente al pillán y en combatir las
maquinaciones de los brujos o calcus. Con el tiempo, los voiguevoes se transformaron en machis o médicos,
que mediante la ceremonia llamada machitún, sacaban el mal del cuerpo del doliente. Si éste fallecía, un
dunguve o adivino señalaba al culpable de la muerte, casi siempre algún indio desvalido, que era acusado de
brujo y quemado como tal. Tales prácticas, que originaban asesinatos y venganzas, subsistieron entre los
araucanos hasta tiempos relativamente recientes, no obstante las medidas tomadas por las autoridades.
A fin de obtener buenas cosechas, lluvias o aumento del ganado, los mapuches hacen todavía guillatunes o
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rogativos al pillán y al cuga. En ellos se salta, se baila y se toca el tambor, todo ello acompañado de libaciones
y de ofrendas de chicha y de carne.
• Organización y prácticas guerreras
Como pueblo guerrero, los mapuches dieron gran importancia a la educación militar.
Tan pronto como el niño empezaba a caminar, se le dejaba andar por todas partes ligeramente vestido y comer
de todas cosas. Así crecían en la gran libertad hasta loa doce años las mujeres y los catorce los varones,
edades en que comenzaba la enseñanza del admapu o conjunto de reglas tradicionales que regían la conducta
para con el grupo social.
Al mismo tiempo se iniciaba la gimnasia, destinada robustecer el vigor físico y la práctica de las armas. Los
ancianos enseñaban al niño varón al arte de hablar en público, a que tan aficionados fueron los mapuches, y a
desarrollar la memoria para acostumbarlos a transmitir mensajes oídos una sola vez. Los juegos atléticos
(chueca, pelota, levantamiento de piedras o troncos) y la enseñanza del manejo de las armas, solían durar tres
años, y después de rendir satisfactoriamente las pruebas de valor y de destreza, el joven era admitido en la
casta de los conas o guerreros.
[La chueca y la pelota fueron los principales juegos de habilidad practicados por los mapuches. La primera
era una competencia en que dos bandos de hasta veinte personas por lado, se disputaban la conducción de
una pelota de madera al campo contrario, impulsándola con un palo arqueado de coigüe. Mientras que el
juego de pelota consistía en el lanzamiento de una bola de madera esponjosa, como el corcho, procurando
herir a los bandos contrarios. La habilidad principal estaba en esquivar el golpe sin perder el puesto]
La enseñanza de las niñas corría a cargo de las mujeres de edad madura. Comprendía los quehaceres
domésticos, el arte de tejer, la alfarería, la fabricación de chichas, etc. Ellas mismas les enseñaban las normas
del admapu y las tradiciones familiares. La mujer, que tenía además todos los pesados trabajos de la tierra, era
robusta, y vigorosa, resistente al frío y a las fatigas.
Aunque los mapuches nunca formaron una nación con gobierno organizado, las tribus no dejaron por eso de
poseer una fuerte contextura militar.
En caso de guerra, cada lov, levo o aillarehue, movilizaba sus guerreros o conas por medio de un heraldo de
corría la flecha ensangrentada, llevando a veces el dedo de un enemigo muerto.
Reunidos los conas, celebraban grandes asambleas militares donde elegían a los toquis o jefes de guerra.
Antes de empezar esta deliberación, se practicaban los ritos religiosos tradicionales, sacrificando un prisionero
o un animal. Los acuerdos eran sometidos por los caciques a la asamblea, la que los aceptaba por aclamación.
Toda empresa de importancia era consultada a los adivinos, los que, previo examen de corazón de la víctima,
se comunicaban en sueños con en pillán y daban enseguida su opinión.
Una vez elegido el toqui, todos los otros jefes se sometían a su autoridad bajo la más estricta disciplina. Al
salir a campaña, los conas debían separarse de sus mujeres y obedecer ciegamente al jefe.
Los conas, que entre los mapuches formaban una verdadera aristocracia de guerreros, pintaban en sus arreos y
en sus armas la figura del cuga de que dependían como exteriorización de su alcurnia. Así, los del cuga gurú
(zorro) llevaban colas, cabezas, cueros o dientes de este animal.
En sus bosques de Arauco, los conas hacían una guerra de emboscadas, atacando siempre de sorpresa y en
grupos. El triunfo era celebrado con grandes borracheras y con el sacrificio ritual de los prisioneros, a los que
se despedazaba con crueldad. Dentro de su mentalidad mágica, el mapuche creía que bebiendo la sangre del
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corazón del vencido, se asimilaba su fuerza y su valor.
Las armas principales a la llegada de los españoles eran la flecha del colihue, la honda, la lanza o pica de quila
de cuatro o cinco metros de largo y la macana. La macana, arma tan terrible que según un cronista podía
derribar a un caballo, era un palo duro de temo o de luna, de tres metros de largo y del grueso de la muñeca,
con una punta arqueada a manera de cachiporra. En la persecución de los fugitivos usaban las boleadoras para
agarrarlos de las piernas y derribarlos.
Las armas ofensivas, que tanto perfeccionaron los mapuches en el curso de la guerra de Arauco, se reducían
en un comienzo a las pecheras y a los cascos. Las pecheras eran una especie de coseletes de cuero de lobos
marinos endurecidos, en los cuales pintaban sus cugas a manera de insignias. Los cascos eran de cueros duros,
forrados o acolchados por dentro.
Este armamento primitivo, así como la táctica y la estrategia, experimentaron profundas transformaciones ante
la necesidad de luchar con los castellanos. Desde luego, se convirtieron en excelentes jinetes.
• La economía de los mapuches
Antes de la llegada de los españoles, la subsistencia mapuche se relacionaba con la caza y recolección de
productos de la amplia y variada dama existente en la flora y fauna de la región. Los hombres se dedicaban a
la caza y las mujeres ala recolección de frutos silvestres como el maqui, frutilla, boldo, etc
En la precordillera, la recolección del piñón fue básica en la dieta alimenticia de los indígenas de aquella
región.
El lafkenche o habitante de la costa, se internaba en el mar, aprovechando las majas mareas, para extraer
erizos, choros y machas. Las mujeres recolectaban el cochayuyo y sus raíces (huilte), el luche y la lúa. Objeto
de trabajo comunitario era la pesca que practicaban mediante la técnica de arrastre de redes de fibra vegetal.
La llama fue domesticada por el mapuche, pero en reducidas proporciones, si se le compara con la ganadería
de los andes centrales. La posesión del weke, llamado posteriormente chiliweke, para diferenciarlo del ovino
europeo, era símbolo de alcurnia y riqueza, ya que su lana era la única usada para la confección de textiles.
El cultivo de la tierra se limitaba a la mantención de pequeñas huertas familiares de porotos, habas, quinoa,
calabazas, ají y papas, y a la preparación de reducidos campos para el cultivo del maíz (wa), mediante la tala y
roce de los bosques del territorio.
Esta labores de subsistencia determinaron que el asentamiento mapuche no fuera totalmente sedentario, sino
que los grupos se fueran trasladando de un lugar a otro en busca de mejores tierras para procurar una óptima
subsistencia.
La movilidad favorecía las relaciones de intercambio entre los grupos que habitaban diversos nichos
ecológicos, (costa, valle central, precordillera). Los leflunche o habitantes de los llanos acudían a la costa en
procura de productos marinos que los costinos intercambiaban por granos; como también el pewen
precordillerano era apreciado por los hombres del valle.
Con la llegada de los españoles, los mapuches comienzan a adoptar nuevas especies de vegetales y animales
que se adaptan fácilmente como las ovejas, caballos, vacunos, manzanas, etc Mientras la población aborigen
de las regiones pacificadas, en un acelerado proceso de mestizaje, adopta un nuevo modo de vida determinado
por las encomiendas agrícolas, el indígena de los indómitos territorios del sur continúa con su tradicional
asentamiento móvil, el que resulta exacerbado por la guerra de Arauco y la introducción del caballo. La
actividad agrícola, entonces, no se desarrolla más allá de la adopción de las nuevas especies. No ocurre lo
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mismo con la ganadería, la que si se compadece con la movilidad de los grupos y que beneficia la
introducción de ovinos, caballares y vacunos.
Después de la pacificación de la Araucanía (s. XIX), reducidos los indígenas a las mercedes de tierras
concedidas por el Estado, se crea un vínculo de mayor permanencia entre el mapuche y el suelo,
disminuyendo paulatinamente las labores de recolección de productos silvestres y acrecentándose, en cambio,
las actividades agrícolas. Recién a partir del presente siglo se puede hablar de una economía con base agrícola
entre los mapuches. Se adquieren técnicas de cultivo, rotación de suelos y uso de animales de arado a través
del contacto con los campesinos.
Conclusión
De todas las culturas que hemos estudiado, esta nos parece la más interesante, debido a que poseen una muy
novedosa forma de organización, comparado con el resto de las culturas, nos parece más moderna (comparado
con el resto de los pueblos en ese tiempo). La educación que se les daba cuando niños, la forma en que se los
preparaba para la vida adulta, el matrimonio: el rapto simulado de la mujer, (fascinante hemos encontrado la
forma en que los mapuches lo ejercen, ya que tienen que compensar al padre de la novia, con animales y
pieles, a cambio de dicha mujer, hecho que, a juicio de nuestro tiempo, nos parece una aberración, [si la
aislamos del hecho que son una cultura antigua], además el hecho de que a la muerte del padre, el hijo mayor
heredaba su esposas) la lengua mapuche, la forma de sanación que aplicaban para los enfermos, en fin, son
por estas razones que hemos logrado aprender de una cultura que todos, como chilenos creemos conocer, ya
sea por la televisión, información en periódicos, etc. Pero pocos conocen en realidad como convivían en
sociedad, como eran sus costumbres, su lenguaje, su vida, etc.
Una muy interesante cultura, que aun sigue vigente...
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