El Padre Nuestro, el modelo espiritual adecuado para aprender a dialogar con nuestro Padre (Mt. 6:5-13) Introducción: Un nuevo año nos puede motivar a hacer inventario y evaluar qué debemos cambiar. Para la mayoría de las personas, las resoluciones de año nuevo solo tratan sobre perder peso, dejar malos hábitos, vivir sanamente, tiempo familiar de calidad, disfrutar la vida, salir de deudas, etc. Todos estos son buenos puntos en los que trabajar, pero yo siempre termino en la vida de oración. Sé que no nos tornamos en personas de oración por accidente, así que mi deseo es ayudar a otros a hacer de esta su meta también: cultivar una vida de oración más íntima y profunda en 2013. 1) La oración es simplemente un diálogo con nuestro Creador, una de las lecciones más importantes que aprenderemos nunca, pero también una tarea desalentadora, y muchos se rinden antes de poder encontrar la clave. ¡Nuestra tendencia es reducirla a una actividad religiosa! Este era el primer problema al que hizo referencia Jesús en su enseñanza en Mateo 6. ¿Has escuchado a la gente decir “Intenté orar y no funcionó”? Básicamente quieren decir “Intenté conseguir lo que quería de la oración, y no sucedió, así que me di por vencido”. Jesús quizá diría que esto es un intento de utilizar la oración de una manera para la cual no fue diseñada, un modelo falso de espiritualidad. • En Mt. 6:5-8, Jesús advierte sobre modelos falsos de espiritualidad (maneras de orar que no te hacen bien ni a ti ni a los demás): a) El modelo hipócrita: Cuando tu oración básicamente se dirige a conseguir la aprobación de otra persona (“para ser visto por los hombres”), se trata de realzar tu propia imagen, hacer que otros te vean o escuchen hacer algo que realmente no es una práctica a la que estás comprometido cuando nadie te ve; ese tipo de oración no funciona. b) El modelo de “vana repetición”: La palabra que Jesús utiliza sugiere parlotear sin parar; pensamos que si tan solo le explicamos claramente nuestro punto de vista a Dios, Él verá las cosas de nuestra manera y nos concederá nuestras peticiones; Prov. 10:19 nos recuerda que ¡las muchas palabras llevan al pecado! ¡Y no son solamente los paganos los que caen en esta trampa! A nosotros también nos gusta “ir al grano” e ir directamente a nuestras peticiones de lo que queremos – así que hay un torrente de palabras que surge cuando oramos, intentando que Dios ceda. Jesús dice que más importante que pedir cosas es quitarnos del lugar que le corresponde a Dios. • La fuente de nuestro verdadero problema es que practicamos c) un modelo egocéntrico y egoísta: La respuesta natural del corazón carnal es andar por ahí orando: ¡“Venga mi reino, hágase mi voluntad”, como un mantra personal! Solo queremos que Dios haga las cosas de nuestra manera. Santiago 4:3 expone el problema egocéntrico: “Y cuando pedís, no recibís porque pedís con malas intenciones, para satisfacer vuestras propias pasiones.” La oración no fue designada para ayudarnos a “conseguir lo que queremos”, dejándonos básicamente ocupar el centro de nuestra existencia. La oración consiste en conectar profundamente con lo que Dios quiere; ¡Él es el verdadero centro, y el único que sabe qué es lo mejor! • Otro modelo falso de espiritualidad lo encontramos en Mateo 6:14-15, donde Jesús deja implícito que d) la oración sin perdón también es un ejercicio vano: Si piensas que puedes pararte frente al Todopoderoso sin perdón en tu corazón y aún así hablarle sinceramente sobre cualquier otra cosa, estás engañándote a ti mismo. Negarnos a perdonar significa que te estás poniendo como juez; esto actúa como una barrera que cierra la comunicación efectiva entre tú y Dios. Otro modelo falso bastante relacionado es e) la oración sin arrepentimiento: Conforme leemos en el Salmo 66, “Si en mi corazón hubiera yo abrigado maldad, el Señor no me habría escuchado”. Para evitar albergar pecados mascotas en nuestro corazón, debemos estar en un estado continuo de arrepentimiento, buscando el poder de Dios para que nos permita clavar en la cruz esos hábitos pecaminosos y aprender a practicar su camino. • Siguiendo cualquiera de estos falsos modelos de espiritualidad, encontrarás que la oración “no funciona”, y eventualmente desaparecerá de tu estilo de vida como una práctica superflua, innecesaria para las metas reales que persigues. Si descubres que puedes alcanzar tus metas sin la oración, eventualmente harás el doloroso descubrimiento de que las metas a las que apuntabas no son las que Dios tenía en mente para tu vida, ni aquellas que te traerían verdadera realización. Las metas de Dios para ti no pueden ser alcanzadas sin oración ni crecimiento en ella. Así que mi mensaje el día de hoy no se centra en técnicas para orar, y tampoco intenta hacerte sentir culpable por no orar más. Somos peregrinos aprendices, ¡y necesitamos animarnos mutuamente para tener la visión correcta de la oración! 2) Así que Jesús dio a sus discípulos un modelo de oración, un guión para ayudarnos a comenzar, ¡porque no sabemos qué decir en nuestra conversación con el Todopoderoso (Rom. 8:26)! Los anglicanos inventaron el Libro de la Oración Común como ayuda con este problema, y los católicos tienen sus rosarios y otras oraciones que recitan; pero en la tradición Bautista, todo lo que tenemos es la Biblia, y quizá es el libro más descuidado en la biblioteca humana. Pero Dios tenía la intención de que su palabra nos sirva como guía y manual para el diálogo con nuestro Creador. • La Palabra de Dios nos muestra claramente que hay un punto de partida alternativo para pensar y vivir que la economía del mercado nunca consideró y que la psicología freudiana rechazó. Un punto de partida que los poderes políticos solo ridiculizarían (o intentarían manipular), y que ninguna de nuestra actual jerarquía de ideologías podría comprender, esto es, ¡Dios como Padre y Progenitor… de toda la raza humana! Así que ahí es donde Jesús comienza el modelo de la oración, encomendándonos a Dios como nuestro Padre, encomendándonos a aprender la santidad de su nombre y la prioridad de las reglas de su reino y su voluntad. • “Primero lo primero”, ¡no solo en la oración, sino también en la vida! Y si no practicas estas prioridades en la oración, ¡es muy probable que no las practiques en tu vida tampoco! ¡Hay que recordarnos esto a menudo, porque nos salimos del camino con rapidez! ¡Y se necesita ahondar profundamente en la Palabra para realmente entender el mensaje grabado en nuestros corazones! • ¡Los Salmos son mi punto de partida favorito para reformatear nuestro disco duro! Es donde encontramos a los antiguos hombres de Dios procesando sus experiencias de la vida en la presencia de Dios y bajo su influencia. Veamos algunos ejemplos. En Salmo 51, David acaba de ser expuesto por su adulterio con Betsabé y el asesinato de su esposo; así que él procesa su devastador fracaso personal y pecado en la presencia de Dios, permitiendo que el Espíritu Santo le guíe a través de su confesión, arrepentimiento y restauración. Como él procesó su culpa bajo la guía de Dios, se dio cuenta de que “un corazón quebrantado y arrepentido” es el mejor sacrificio de todos, y su meditación nos ha dejado gemas invaluables de la sabiduría de Dios. • En el Salmo 52, David procesa su ira contra un hombre malvado, dejando que Dios le enseñe la respuesta apropiada en una situación muy complicada; él termina confiando en el amor infalible de Dios y esperando en el buen nombre de Dios. ¡Cuando procese mi ira, ahí es a donde quiero llegar también! En el Salmo 53, procesa con perplejidad la maldad del mundo, horrorizado al darse cuenta de que simplemente no hay nadie justo; pero con ayuda del Espíritu, termina afirmando la soberanía y victoria de Dios. Quiero afirmar eso también, ¡no importa cuán desolada se vea la situación del mundo! • En el Salmo 55, David está de duelo por la traición de un amigo cercano y aprendiendo a procesar sus sentimientos heridos bajo el tutelaje del Espíritu Santo; ¡su conclusión es “Encomienda al Señor tus afanes, y El te sostendrá”! En el Salmo 56, está procesando sus miedos, mientras se siente atacado y lucha contra la frustración, la autocompasión y la ira; así que necesita de la ayuda del Señor para encontrar equilibrio y verdad en medio de su confusión. Podríamos seguir sin cesar, observando como el hecho de procesar las subidas y bajadas de la vida en la presencia de Dios, bajo la mano del Espíritu, le enseña al salmista cómo confiar en Dios en todas las dificultades de la vida, ¡y a trabajar los sentimientos hacia un lugar de equilibrio y adoración! ¿Creemos que no lo necesitamos, o que ya somos maduros en estas áreas? El apóstol Pablo confesó, “Hermanos, no pienso que yo mismo lo haya logrado ya. Más bien, una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante”, -y había estado en ello 30 años cuando escribió esas palabras. 3) Cuán desesperadamente necesitamos “seguir avanzando”, aprendiendo a procesar todas las experiencias de la vida desde la perspectiva de la Palabra. Es la única manera de realmente aprender a hacer de Dios el punto de referencia y centro de todo en nuestras vidas, de manera que no solo sea Dios en teoría, sino Dios de hecho: reinando sobre nuestros pensamientos y sentimientos, ¡para que su nombre, reino y voluntad se conviertan en nuestras prioridades! • Cuando realmente anhelamos estas realidades en espíritu y verdad, ¡esto se convierte en una oración genuina! ¿Sabemos lo que es ANHELAR que el nombre de Dios sea venerado como santo, SUFRIR porque su reinado gobierne nuestras relaciones, y ANSIAR que su voluntad (su buen propósito) se convierta en el enfoque de nuestras vidas? Cuando aprendamos a anhelar estas cosas, por lo menos a la par con nuestras preocupaciones, ¡entonces entenderemos mejor cómo practicar el resto del diálogo con nuestro Padre! • Él es Aquel que genuinamente se preocupa por nuestro pan diario, y anhela que hagamos un mejor trabajo compartiendo lo que tenemos con los que no tienen. Él quiere tanto perdonar nuestras faltas que estuvo dispuesto a cargar sobre sus hombros la culpa de los pecados del mundo entero. Tanto quiere guiarnos en medio de las tentaciones y permitirnos salir victoriosos, que se sometió a sí mismo a las mismas pruebas que nosotros afrontamos (Heb. 4:15), y prevaleció y nos ofrece su victoria. Dios desea tanto librarnos del mal que ¡nos entregó a su hijo como rescate, para que Él pudiera desarmar a los poderes y autoridades, haciendo un espectáculo público de ellos y triunfando sobre ellos en la cruz! • Otro estímulo para nuestra vida de oración lo podemos encontrar en libros como El Marketing del Mal, de David Kupelian (2005). Él pregunta ¿cómo es que los occidentales han llegado a tolerar, adoptar, e incluso luchar por muchas cosas que hubieran horrorizado a la generación de nuestros padres –desde el divorcio fácil y el aborto sin restricciones, a los piercings extremos en el cuerpo y a enseñar la homosexualidad a estudiantes de primaria? Él intenta contestar a estas preguntas explorando cómo las mentiras se empaquetan como verdad: los comerciantes del mal presentan la promiscuidad como “libertad”, y el aborto como una “decisión”; promueven filosofías neo-paganas y ocultistas como “sabiduría natural”; pero en verdad, siempre intentan venderte algo destructivo como si fuera la respuesta a tus sueños. Desde los gobiernos nacionales al sistema de escuelas públicas, las noticias y los creadores ocultos de “la cultura joven”, el libro revela las tácticas de persuasión utilizadas por aquellos que están detrás de la “transformación” de la sociedad occidental, comprometidos en una acérrima guerra contra la cultura judeocristiana. Así pues, ¿cuál debería ser nuestra respuesta? Necesitamos intensificar nuestro escudo de oración: “Ábrele tu corazón cuando estés ante él, ¡Dios es nuestro refugio!” • También es vital que aprendamos a orar unos por otros, especialmente los padres por sus niños, ¡y los hijos adultos son también un desafío! Llevo en mi Biblia una carta de mi padre que escribió cuando tenía 82 años; es intensamente personal, pero no le molestará que la comparta (1914-2003). Habíamos estado en Texas de visita durante varios meses. Así que en enero de 1996, mientras volábamos de regreso a España, mi padre escribe sobre la clase de noche que tuvo mientras pensaba en nosotros volando a través de tormentas de nieve sobre el océano: “Queridos: La noche del miércoles fue toda una experiencia de oración en nuestra casa. Escuchamos el canal del tiempo casi todo el día. Cerca de las nueve oramos juntos por vosotros, y me fui a la cama (luchando contra un resfriado). [Tu madre] se quedó despierta para el noticiero de las diez de la noche, y cuando vino a la cama, me desperté y tuve otra hora de oración silenciosa antes de dormir nuevamente. A la una me desperté para ir al baño. Otra vez más tiempo para orar. A las tres nuestra alarma de incendios comenzó a sonar, una vez cada minuto. (Necesitaba una nueva batería). Me levanté y le saqué la batería. Más tiempo para orar. A las cinco me dio un calambre en mi pie izquierdo, tuve que levantarme para que se me pasara. Me quedé despierto y me afeité. Más tiempo para orar… Confiamos que llegaréis a Madrid en algún momento del día de hoy… Vuestra visita a casa ha sido muy alentadora para Jeanne y para mí… No sé cuánto tiempo el Señor nos mantendrá por aquí, pero confío en que estaremos aquí la próxima vez que vengáis a casa.” • Estuvieron ahí para nosotros los siguientes siete años, perseverando en la tarea de orar por sus hijos y nietos, y muchos otros; ¡solo Dios sabe todo lo que Él llevó a cabo en nuestras vidas gracias a la fiel vida de oración de mis padres! ¿Te comprometerás en una visión más profunda de “diálogo con tu Creador” en 2013?