El ser del Animador - Salesianos Uruguay

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Escuela de Animadores – Primera etapa – 2013
EL SER DEL ANIMADOR: Presentado por Hna. Silvia Ortega fma.
¿CÓMO SER ANIMADOR Y NO MORIR EN LA PAVADA?
Cuando pensamos en animadores, pensamos rápidamente en quienes desempeñan un
liderazgo en un grupo, gente divertida, popular, organizadores de actividades, recreadores de
tiempo libre, etc.
Pareciera que para ser animador bastan dotes de ser divertido, líder,
comunicativo, organizador, saber muchas dinámicas.
En cambio, si tomamos en cuenta la raíz etimológica de animador,
tomamos conciencia que hace referencia a algo bien distinto. Animador
viene de "animus", es decir, ofrecer vida, cuidar la calidad de vida.
ANIMAR = DAR ÁNIMO, DAR VIDA
La etimología de la palabra animador contiene una exigencia
fundamental: para ser animador hay que dar vida, hacer crecer
humanamente, ayudar a ser a otros desde la fe.
Y para poder proponer al grupo un camino de crecimiento personal a la luz de la fe, el
animador debe ocuparse de su propio camino de fe, de su proyecto de vida, tener la voluntad
de ser fiel a lo que Dios le va pidiendo día a día.
Cuanto más comprometido está el animador con su vida, mas será capaz de ayudar a
otros a comprometerse con su proyecto de vida.
Un animador, sobre todo es un creyente, alguien que cree en Jesucristo. No se considera
perfecto, acabado, más bien sabe que vive su fe con limitaciones; se siente en camino, en
búsqueda y en continua conversión como cualquier cristiano.
Recorre su camino dejándose guiar por Jesús, intenta seguir sus huellas como los primeros
discípulos.
Caminar por la vida dejando que la fe marque el rumbo no es fácil; a veces hay que nadar
contra corriente con la confianza puesta en Dios, teniendo la certeza de que El nos cuida y
acompaña en el caminar.
Cuando un joven se decide a ser animador, tiene ciertamente
sus propias motivaciones. Todos los motivos que le surgen
pueden ser nobles, pero el animador que quiere ser animador
salesiano como Madre Mazzarrello y Don Bosco, frente a las
preguntas porqué y para qué animar: una única respuesta es
la que ocupa el primer lugar que cada niño, joven pueda
encontrarse con el amor que Dios les tiene y puedan
proyectar sus vidas desde ese amor; todas las otras respuestas
que se encuentren suceden a esta primera o bien se desprenden de ella.
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Escuela de Animadores – Primera etapa – 2013
Por consiguiente, la animación no se reduce solo a saber dinámicas, ser alegres, sino
que implica tener claro el horizonte hacia donde caminar: DIOS.
Por lo tanto, animar exige un concepto creyente de la vida y de la educación, no es
cualquier cosa o vivir de cualquier manera. Sino que el animador tiene experiencia de Dios, lo
busca, lo desea y eso lo convierte en un testigo de Dios, no puede hablar de él a los demás sólo
desde la teoría o desde cosas aprendidas; tiene que haber constatado primero en su vida que
Dios actúa. El animador es un creyente que busca sus momentos de intimidad con Dios, de
estar a solas, de hablarle, de escucharlo. Sabe cuidar sus momentos de oración, de encuentro.
Esto no hay que darlo por supuesto, como si fuera una afirmación, un complemento y
nada más. Es parte de una identidad a ir construyendo siempre, Cristo no es SOLO PARA UN
MOMENTO DE LA VIDA sino que es necesario ir madurando
nuestra fe, buscando esos espacios que nos ayuden a
CRECER en la relación con Dios.
Sin una aproximación constante al Evangelio, sin
conocer realmente a la persona de Cristo, sus actitudes,
sentimientos, su manera de obrar y confrontar su vida con la
nuestra, será un tanto difícil, ser animador cristiano salesiano,
sin relación personal con El, caeremos en el riesgo de actuar una animación o quedarnos con
lo que nos conviene de Cristo. Animar con estilo cristiano, salesiano, implica opciones
concretas.
Por lo tanto, lo que comparte el animador con el grupo es su experiencia de fe, de vida
e ilumina desde ahí las situaciones concretas que puedan surgir en el grupo.
Lamentablemente, para muchos animar solo significa jugar, estar juntos, pensar temáticas de
interés, ser el alma de la fiesta sin preocuparse demasiado por ayudar a vivir una experiencia
de fe.
Insisto, formarnos como animadores implica tomar conciencia que “ser” animador es
ser creyente y en nuestro caso con una espiritualidad concreta: la espiritualidad juvenil
salesiana.
Educamos y evangelizamos más por lo que somos que por lo que hacemos o decimos. Dice el
dicho: “Las palabras mueven, los ejemplos arrastran”. Lo que más cuenta, es nuestro
testimonio de vida, nuestro ejemplo, nuestra entrega, nuestro modo de ser y de relacionarnos.
Si ven que somos coherentes, nos creerán. Hacer una decidida opción por “ser” animadores,
es decir, vivir y actuar como animadores siempre y en todas partes, no sólo cuando estamos al
frente de un grupo o actividad, sino en cualquier parte y en todo momento de nuestra vida. Es
un estilo de vida, es una vocación.
Solo así se podrá SER ANIMADOR Y NO MORIR EN LA PAVADA.
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Para reflexionar:
¿Qué me dice el título de este artículo?
¿Qué cosas nuevas aporta este artículo a mi “ser animador”?
¿Qué ideas de las que ya tenía se vuelven a reafirmar?
¿Qué cosas estoy en desacuerdo?
¿Por qué estás animando?
¿Dónde “te contagiaron”? ¿Quién/es?
¿Qué sentimientos te despierta la animación?
¿Qué sueñas para los gurises que vas a acompañar?
¿Qué sentimientos te despierta el pensar en estos sueños?
¿Cómo alimentás tu ser animador?
¿En qué aspectos de mi vida siento la invitación a crecer?
¿Qué cosas te propones para cuidar tu vida de fe este año?
¿Qué lugar ocupa Cristo en mi vida?
¿En mis opciones, actitudes, etc. tengo en cuenta el modo de vivir de Cristo, como un
camino también para mí?
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