¿Quién sos para vos y quién sos para los demás? Cómo nos vemos y cómo nos ven Responder a esta pregunta puede ser tan fácil como tan difícil. El tema radica en la profundidad que se le quiera dar a la respuesta. Y encontrar una respuesta cierta puede ser todo un arte, ya que en concreto, no existe respuesta cierta. Así es, la realidad se compone por lo que percibimos, construyendo de esta manera lo que se llama en PNL “mapa”. Por más que indaguemos preguntando a los demás o buscando dentro nuestro, no existe la respuesta común a todos. Existe solo una visión subjetiva y que dista mucho de la que otros pueden tener. Pero entonces cómo nos aproximamos a una respuesta, dado que a todos nos gusta saberla. En rigor de verdad es más sencillo de lo que parece: Para nosotros somos lo que creemos que somos, y para los demás somos lo que transmitimos que somos. Pero jamás existirá una única respuesta que sea aceptada por todos como la verdad. Si no hagan la prueba. Veamos con un ejemplo como puede entenderse esto: Si voy a una entrevista laboral y a través de mi lenguaje corporal, manifiesto inseguridad, cuando me retire, el entrevistador puede decir “era una persona insegura”. Pero yo diré para mi “estaba inseguro”. Observar donde radica la diferencia: la otra persona se refiere a mi identidad al afirmar “ES una persona insegura”, lo cual es muy distinto a mi propia expresión “me COMPORTÉ en forma insegura”, donde estoy haciendo hincapié en mi conducta, y no en mi identidad. Este es un claro ejemplo, de que para los demás soy lo que transmito. Todas las personas que nos rodean van a tener opiniones diferentes sobre nosotros, en algunos puntos coincidirán, pero en otros no. Cada cual opinará desde sus propias percepciones. Y esas percepciones entraron a través de sus sentidos cuando nos vieron actuando de alguna manera específica. Pero hay algo más importante, algo que puede reforzar o hundir nuestra autoestima. ¿Quién soy yo para mi mismo? Y aquí está el punto clave, porque seré lo que crea que soy. Si creo que soy el mejor vendedor, entonces lo seré. Al menos para mí, los demás tal vez no piensen eso, pero lo bueno de todo esto, es que las conductas se desprenden de las creencias, por lo cual, si creo que soy el mejor vendedor, al menos me comportaré en forma congruente con lo que creo. Tal vez sea mejor entenderlo por el contraejemplo, si creo que soy un mal vendedor, difícilmente pueda vender mucho. Las creencias tratan sobre cosas inciertas, y eso es lo bueno. Si son hechos confirmados dejan de ser creencias. La expresión “creo que el hombre llegará a la luna” no es una creencia, es un hecho confirmado. La expresión “creo que hoy puedo tener un buen día”, no está confirmada, es una creencia. Entonces ya que tratan sobre cosas inciertas, que mejor que programarse para tener creencias positivas, ya que si creo que “no puedo”… para qué intentarlo. ¿Tiene sentido, no? Trabajar con nuestras creencias es como hacer el service del coche, cada tanto conviene revisarlas y ponerlas a funcionar adecuadamente. ¿Cómo están tus creencias hoy? La pregunta quién soy entonces queda dividida en dos: Para vos, sos lo que creas que sos, y para los demás serás lo que les transmitas. Me reservé lo mejor para el final: cuando las creencias son fuertes, trasmitirás lo que creas que sos a los demás. ¿Qué quiere decir esto? Que la brecha entre la forma de percibirte vos mismo y la forma en que te perciben los demás, se achica, dado que te comportás según lo que crees, y entonces los demás podrán ver eso mismo. Qué poderoso es saber que con solo pensar un poco podemos cambiar tanto. Por Axel Persello