¿Posee Jesús la naturaleza de Dios?

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¿Posee Jesús la naturaleza de Dios?
Así Que ¿cuál es la naturaleza de Dios?
Cuando pensamos en Dios en general, (no solo en la visión cristiana de Dios),
no podemos evitar el “formarnos” una imagen de la naturaleza y atributos de
Dios, al observar el mundo físico y utilizar nuestra capacidad para razonar y
pensar filosóficamente. Desde luego, este intento ‘natural’ de entender a Dios solo puede
llevarnos hasta allí. Sencillamente DEBEMOS tener una revelación directa de Dios para
comprender por completo su naturaleza y su carácter. Pero dejemos la timidez de
revelación especial por el momento, y simplemente razonemos a través de la naturaleza
de Dios de una manera más bien clásica.
Los Cuatro “omni’s”
Un entendimiento clásico de Dios, nos lleva a creer que si hay un Dios, él
debe ser “omnipotente” (después de todo, realmente fue él quien creó todas
estas cosas de la nada); él sería “omnisciente” (como el Dios que tiene el
máximo poder, también tendría el poder para el máximo conocimiento); y él sería
“omnipresente”. (Dios no es un ser material, y como ser espiritual, no está limitado al
tiempo y espacio). Hay un cuarto atributo que puede no resultar tan obvio al principio,
pero sí parece ser consistente con la creación del mundo que nos rodea. Si hay un Dios, él
también podría ser descrito como “omni-benevolente” (después de todo, ¿de que otra
forma podríamos explicar la presencia del amor en el mundo, y por qué otra razón
decidiría Dios crear al mundo, si no AMARA a su creación?). Estos cuatro atributos
contienen el prefijo latín “omni” (significa ‘todo’) y por eso puede ser expresado como
“omnipotente” (la naturaleza todopoderosa de Dios), “omnisciente” (la naturaleza ‘todo
sapiente’ de Dios), “omnipresente” (la naturaleza ‘todo presente’ de Dios), y “omnibenevolente” (la naturaleza ‘todo benevolente o amorosa’ de Dios).
Así ¿que tiene él todo lo necesario?
Ahora, cuando vemos detenidamente al hombre que conocemos como
Jesús, tenemos que considerar tanto sus afirmaciones como sus hechos.
Cuando leemos acerca de su vida y su enseñanza, obtenemos una visión real
de su naturaleza como hombre, y la verdad sobre de su naturaleza como DIOS. Veamos si
Jesús posee la naturaleza de Dios, como lo hemos razonado por el mundo creado que nos
rodea.
El omnisciente Jesús
Una y otra vez, en las narrativas del evangelio sobre el ministerio de Jesús,
vemos que Jesús es todo conocimiento. Es claro que él sabe más acerca de
la gente de lo que ellos saben acerca de sí mismos, y también sabe más
acerca del futuro que cualquiera que parezca entenderlo. Mira un ejemplo del evangelio
de Juan, mientras Jesús habla con la mujer en el pozo:
Juan 4:16-19, 28-30
“Jesús le dijo: Ve, llama a tu marido, y ven acá. Respondió la mujer y dijo: No tengo
marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido; porque cinco maridos has
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tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad. Le dijo la
mujer: Señor, me parece que tú eres profeta. …… “Entonces la mujer dejó su cántaro, y
fue a la ciudad, y dijo a los hombres: Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo
cuanto he hecho. ¿No será éste el Cristo? Entonces salieron de la ciudad, y vinieron a
él”.
Esta sola conversación es asombrosa por la forma en que muestra no solo la
“omnisciente” naturaleza de Jesús, sino también su divina visión del corazón de la
humanidad y ¡su compasión como para programar cuidadosamente ir a nuestro
encuentro justo donde estemos! Los evangelios nos dicen repetidamente que Jesús
conocía los pensamientos de la gente que lo rodeaba (por ejemplo Lucas 6:8 y 11:17) y que
él también sabía quién lo iba a traicionar (Juan 6:70). Más importante aún, Jesús conoce
la naturaleza misma de nuestros corazones:
Juan 2:24-25
“Pero Jesús mismo no se FIABA de ellos, porque conocía a todos, y no tenía necesidad de
que nadie le diese testimonio del hombre, pues él sabía lo que había en el hombre.”
La naturaleza omnisciente de Jesús está claramente delineada en la Biblia. Por supuesto,
también está claro que Jesús, siendo Dios mismo, se niega a sí mismo una serie de
derechos y privilegios divinos que permanecen con Dios el Padre. No nos engañemos por
esto. Jesús nos dice en su conversación con Pedro la noche que fue arrestado, que él
podía fácilmente invocar el infinito poder de Dios:
Mateo 26:53-54
“¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y él no me daría más de doce
legiones de ángeles? ¿Pero cómo entonces se cumplirían las Escrituras, de que es
necesario que así se haga?”
Pero Jesús eligió NO disponer del poder que tenía a su disposición por la razón que él
menciona aquí. Jesús tenía un plan y una misión. Y para lograrlo, él necesitaba alcanzar
estos objetivos. Jesús estaba dispuesto a rendir este poder a los pies del Padre,
(incluyendo parte de su omnisciencia) a fin de vivir como humano y ofrecerse a sí mismo
por nosotros.
El omnipresente Jesús
Desde luego, mientras Jesús vivió y caminó entre nosotros, él estaba
limitado al espacio, tiempo y materia, así como nosotros lo estamos (sin
embargo fue otra cualidad de su naturaleza a la que él renunció
temporalmente para salvarnos). Él prometió que estaría entre nosotros para siempre.
Escuchen lo que dijo mientras estaba con sus discípulos:
Mateo 18:20
“Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de
ellos”.
Mateo 28:20
“.... y he aquí yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo….”
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Jesús nos dice que él posee toda la ‘omnipresencia’ de Dios mismo.
El omni-benevolente Jesús
La ‘todo amorosa’ naturaleza de Jesús puede ser demostrada de dos
maneras. Primero, el hecho de que Jesús daría su vida como la suprema
demostración de su amor, es una prueba increíblemente poderosa. Miren lo
que Jesús dijo acerca de esto:
Juan 15:9-13
“Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor. Si
guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado
los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. Estas cosas os he hablado,
para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido. Este es mi
mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado. Nadie tiene mayor
amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos”.
Si esta es la verdaderamente la indicación de lo que es amar, entonces pocos de nosotros
hemos amado a alguien de la manera en que Jesús nos ama. Él pagó el máximo precio
del amor. ¿Cuántos de nosotros podríamos alguna vez amar hasta este extremo? Y
recuerden que a diferencia de la visión humana del amor, ¡Jesús ama a la humanidad,
aunque rara vez, si no es que nunca somos dignos de su amor!
Romanos 5:6-8
“Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos.
Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera se que alguno osara
morir por el bueno. Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún
pecadores, Cristo murió por nosotros”.
Jesús no limita su amor únicamente a aquellos que son dignos. Él ama y desea
que TODOS lleguen a conocerlo:
Juan 3:16-17
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que
todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a
su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.”
Nosotros sencillamente ELEGIMOS la manera en que responderemos al amor de Jesús.
Él nos ama a TODOS nosotros lo suficiente como para querer salvarnos, pero también
respeta nuestro libre albedrío lo suficiente como para permitir que rechacemos su amor,
si es que así lo deseamos. Aún ese nivel de respeto por nuestra propia decisión es una
poderosa demostración de su amor. La omni-benevolencia de Jesús se demuestra, no
solo por el amplio grupo que ama, sino por el grado hasta el cual él está dispuesto a
demostrar ese amor.
El omnipotente Jesús
Jesús demostró su poder aquí en la tierra por la gran cantidad de milagros
que realizó mientras estuvo aquí con nosotros. La lista es impresionante.
Mira los milagros realizados por Jesús como una demostración de su poder.
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Convirtió el agua en vino (Juan 2:1-11)
Sanó al hijo de un hombre noble (Juan 4:46-54)
Sanó a un minusválido en Betesda (Juan 5:1-9)
Le dio la vista a un hombre que había nacido ciego (Juan 9:1-7)
Resucitó a Lázaro de los muertos (Juan 11:38-44)
Produjo una pesca milagrosa (Juan 21:1-14)
Restituyó la vista a dos hombres ciegos (Mateo 9:27-31)
Apareció una moneda en la boca de un pez (Mateo 17:24-27)
Sanó a un hombre sordomudo (Marcos 7:31-37)
Restituyó la vista a un ciego en Betsaida (Marcos 8:22-26)
Pasó entre la multitud sin ser visto (Lucas 4:28-30)
Produjo la pesca milagrosa (Lucas 5:4-11)
Resucitó al hijo de una viuda en Naín (Lucas 7:11-18)
Sanó a una mujer con espíritu de enfermedad (Lucas 13:11-17)
Sanó a un hombre hidrópico (Lucas 14:1-6)
Sanó a diez leprosos (Lucas 17:11-19)
Sanó a Malco (Lucas 22:50-51)
Sanó a la hija de una mujer sirofenicia (Mateo 15:28; Marcos 7:24)
Alimentó milagrosamente a más de cuatro mil (Mateo 15:32; Marcos 8:1)
Maldijo la higuera y se marchitó (Mateo 21:18; Marcos 11:12)
Sanó al siervo de un centurión (Mateo 8:5; Lucas 7:1)
Sanó a un endemoniado ciego y mudo (Mateo 12:22; Lucas 11:14)
Sanó a un endemoniado en una sinagoga en Capernaum (Marcos 1:23; Lucas 4:33)
Sanó a la suegra de Pedro (Mateo 8:14; Marcos 1:30; Lucas 4:38)
Ordenó la calma a una tormenta (Mateo 8:23; Marcos 4:37; Lucas 8:22)
Sanó a los endemoniados gadarenos (Mateo 8:28; Marcos 5:1; Lucas 8:26)
Ordenó a los demonios entrar en los cerdos (Marcos 5:1-20)
Sanó a un leproso (Mateo 8:2; Marcos 1:40; Lucas 5:12)
Resucitó a la hija de Jairo (Mateo 9:23; Marcos 5:23; Lucas 8:41)
Sanó a una mujer con enfermedad hemorrágica (Mateo 9:20; Marcos 5:25; Lucas
8:43)
Sanó a un hombre paralítico (Mateo 9:2; Marcos 2:3; Lucas 5:18)
Sanó a un hombre que tenía una mano seca (Mateo 12:10; Marcos 3:1; Lucas 6:6)
Sanó a un muchacho lunático (Mateo 17:14; Marcos 9:14; Lucas 9:37)
Restauró la vista a dos ciegos (Mateo 20:29; Marcos 10:46; Lucas 18:35)
Caminó sobre el agua (Mateo 14:25; Marcos 6:48; Juan 6:15)
Milagrosamente alimentó a más de 5,000 personas (Mateo 14:15-21; Marcos 6:30;
Lucas 9:11-17; Juan 6:1-14)
Se transfiguró (Mateo 17:1-8)
Él resucitó (Juan 21:1-14)
Ascendió al cielo (Lucas 2:42-51)
Es muy claro que Jesús tenía un poder milagroso y divino sobre todo el mundo natural.
De hecho, repetidamente demostró poderes que típicamente asociamos con la noción de
“Dios”. Aún si no fuéramos cristianos, y en vez de ello tuviéramos una concepción
racionalizada de la realidad de un Dios creador, probablemente imaginaríamos que este
Dios tendría poderes creativos, la habilidad para perdonar el pecado, la habilidad para
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atraer a su creación ante su presencia de alguna forma, y el derecho de juzgar lo que él ha
creado. Bueno, Jesús demostró estos cuatro atributos y habilidades divinas.
El poder para crear
Jesús no es solamente nuestro salvador. De acuerdo con la Biblia, Jesús también es
nuestro creador.
Juan 1:3
“Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho”.
Colosenses 1:16
“Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la
tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean
potestades; todo fue creado por medio de él y para él”.
La autoridad para perdonar
Y Jesús también demostró repetidamente su autoridad divina para perdonar los pecados:
Mateo 9:1-8
“Entonces, entrando Jesús en la barca, pasó al otro lado y vino a su ciudad. Y sucedió
que le trajeron un paralítico, tendido sobre una cama; y al ver Jesús la fe de ellos, dijo
al paralítico: Ten ánimo, hijo; tus pecados te son perdonados. Entonces algunos de los
escribas decían dentro de sí: Este blasfema. Y conociendo Jesús los pensamientos de
ellos, dijo: ¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? Porque, ¿qué es más fácil, decir:
Los pecados te son perdonados, o decir: Levántate y anda? Pues para que sepáis que el
Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dice entonces al
paralítico): Levántate, toma tu cama, y vete a tu casa. Entonces él se levantó y se fue a
su casa. Y la gente, al verlo, se maravilló y glorificó a Dios, que había dado tal potestad
a los hombres”.
La autoridad para conceder la vida eterna
Si Jesús es quien dijo ser, y realmente es el creador de la vida, entonces no debe
sorprendernos que él también haya demostrado su habilidad para dar la vida espiritual
eterna en el otro mundo:
Juan 10:28
“Y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano”.
Juan 11:25-26
“Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto,
vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente”.
El derecho de juzgar
También tiene sentido que el autor de nuestras vidas, tuviera también el derecho para
evaluar la manera en que hemos vivido como su creación. Jesús dijo que él tenía esta
autoridad.
Mateo 25:31-33
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“Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él,
entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de él todas las
naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los
cabritos. Y pondrá a las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda.”
Él lo tiene todo
Los testigos presenciales bíblicos, describen a Jesús como mucho más que
un buen maestro. Ellos lo describen como mucho más que un hombre
sabio. Ellos clara y repetidamente testifican el hecho de que Jesús poseía
toda la naturaleza, el poder, la sabiduría y la esencia del Dios mismo. Si podemos confiar
en los testimonios de estos testigos presenciales acerca de Jesús, entonces debemos
reconocer el hecho de que Jesús posee la exacta naturaleza de Dios. Él es omnisciente,
omnipresente, omni-benevolente y omnipotente. Jesús es todo lo que esperaríamos que
Dios fuera. Tal vez esto es por lo que Jesús les dijo a sus discípulos:
Juan 14:9
“El que me ha visto a mí, ha visto al Padre.”
Cuando leemos las palabras de Jesús, cuando examinamos su vida y su enseñanza, no
estamos simplemente estudiando la sabiduría de otro sabio más en la historia de la
humanidad. Nos encontramos ante la presencia de Dios mismo.
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