SAN IGNACIO MINI, PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD

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SAN IGNACIO MINI, PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD:
Marcelo L. Magadán
El antiguo asentamiento Jesuita de San Ignacio Miní, desde la perspectiva
patrimonial tiene una importancia destacada tanto a nivel nacional, como
internacional.
En reconocimiento a su importancia el sitio fue declarado Monumento Histórico
Nacional por Decreto N° 16.482 del 17 de diciembre de 1943.
En 1984, formando parte del conjunto de conjunto de las Misiones Jesuíticas de los
Guaraníes, integrado además por Santa Ana, Nuestra Señora de Loreto y Santa
María Mayor ubicadas en territorio argentino y las ruinas de Sao Miguel das
Missoes, en Brasil, el sitio fue incorporadas a la Lista del Patrimonio Mundial de la
UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la
Cultura).
Se trata de una lista que reúne a los bienes culturales y naturales que, de acuerdo
a los parámetros establecidos por el citado organismo, son valiosos para la
humanidad en su conjunto.
Veamos entonces, por qué son valiosos, cuáles son esos parámetros, cuántos y qué
bienes son los que integran la lista; porqué deben ser cuidados y cómo; y cuáles
pueden ser los beneficios de la inclusión en la lista?
El valor de los bienes culturales:
Los bienes culturales son valiosos por una serie de factores que, aislados o en
conjunto, se encuentran presentes en ellos. El valor o la significación puede estar
dada:
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Por tratarse de una obra sobresaliente que expresa la capacidad creativa de
los seres humanos.
Por mostrar el desarrollo cultural, estético o tecnológico alcanzado en
determinado período de la historia.
Por aportar un testimonio único o excepcional de una cultura.
Por constituir un ejemplo sobresaliente de los modos de ocupar el territorio.
Por estar asociado con acontecimientos, tradiciones, etc.
Los parámetros de selección:
No cualquier bien es incluido en la lista. En otras palabras, cuando un sitio está en
la lista, esto significa que ha alcanzado el mayor reconocimiento a nivel
internacional en este campo.
Para que un sitio sea considerado como candidato a Patrimonio Mundial antes debe
figurar en la llamada Lista Indicativa del Patrimonio Mundial. Y para que esto último
ocurra, deben responder a los criterios de selección fijados que, tomados de la
página web del INAH (Instituto Nacional de Antropología, México), se transcriben a
continuación.
Los bienes culturales deben:
i.
ii.
iii.
iv.
v.
vi.
Representar una obra maestra del genio creador humano, o
ser la manifestación de un intercambio de influencias considerable durante
un determinado periodo o en un área cultural específica, en el desarrollo de
la arquitectura, las artes monumentales, la planificación urbana o el diseño
paisajístico, o
aportar un testimonio único o por lo menos excepcional, de una tradición
cultural o de una civilización que sigue viva o que ha desaparecido, o
ser un ejemplo sobresaliente de un tipo de construcción, de conjunto
arquitectónico que ilustre una o más etapas significativas de la historia
humana, o
constituir un ejemplo sobresaliente de asentamiento humano u ocupación
del territorio, que sea tradicional o representativo de una o varias culturas,
especialmente si se ha vuelto vulnerable por efecto de cambios irreversibles,
o
estar asociado directa o materialmente con acontecimientos o tradiciones
vivas, ideas, creencias u obras artísticas o literarias de significado universal
excepcional. (Criterio utilizado solamente en circunstancias excepcionales y
aplicado conjuntamente con otros criterios).Es igualmente importante el
criterio de la autenticidad del sitio y la forma en que esté protegido y
administrado.
Por su parte, los bienes naturales deben:
i.
ii.
iii.
iv.
Ser ejemplos sobresalientes representativos de los diferentes periodos de la
historia de la tierra, incluyendo el registro de la evolución, de los procesos
geológicos significativos en curso, del desarrollo de las formas terrestres, o
de elementos geomórficos o fisiográficos significativos, o
ser ejemplos sobresalientes representativos de los procesos ecológicos y
biológicos de la evolución y el desarrollo de ecosistemas terrestres, de agua
dulce, costeros y marinos y de comunidades de plantas y animales,
contener fenómenos naturales extraordinarios o áreas de belleza natural y
una importancia estética excepcionales, o
contener hábitats naturales más representativos e importantes para la
conservación in situ de la diversidad biológica, incluyendo aquellos que
alberguen especies amenazadas que posean un valor excepcional desde el
punto de vista de la ciencia o la conservación.
En la evaluación de ambos tipo de sitios se considera de modo especial la
integridad, la autenticidad y la forma en que se lo protege y administra.
La integridad está relacionada a la cantidad de partes que aún conserva el sitio, en
relación a las que ha perdido a lo largo del tiempo. La autenticidad refiere a que
tantas de las partes, de las que aún conserva, son originales, es decir no han sido
incorporadas en el curso de intervenciones posteriores. Debe tenerse en cuenta que
cada intervención resta autenticidad al sitio, por lo que debe hacerse
exclusivamente bajo pautas muy estrictas, que respeten las normas
internacionalmente aceptadas en el campo de la conservación, restauración y
manejo del patrimonio cultural y natural.
La Lista del Patrimonio Mundial:
En la página web de la UNESCO [http://whc.unesco.org/patrimonio.htm] se publica
la lista de bienes del patrimonio mundial, al 11 de Julio de 2003.
Para entonces el Comité del Patrimonio Mundial había inscrito 754 bienes, de los
cuales 582 [77 % del total] son bienes culturales, 149 bienes naturales [20 %] y
23 [3 %] bienes mixtos. Se trata de bienes situados en 129 estados que forman
parte de la Convención.
A fin de establecer el contexto en que se encuentra el reconocimiento a San Ignacio
Miní -y simplemente a modo ilustrativo- vamos a citar algunos de los bienes
listados:
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Catedral de Colonia (Alemania)
Centro histórico de la ciudad de Salzburgo (Austria)
Centro histórico de Brujas (Bélgica)
Catedral de Chartres (Francia)
Palacio y parque de Versalles (Francia)
Venecia y su Laguna (Italia)
Palacio y Abadía de Westminster e Iglesia de Santa Margarita (Reino Unido)
Alhambra, Generalife y Albaicín, Granada (España)
La Acrópolis de Atenas (Grecia)
La Gran Muralla (China)
Menfis y su Necrópolis, la zona de las pirámides (Egipto)
Taj Mahal (India)
El Kremlin y la Plaza Roja, Moscú (Rusia)
Estatua de la Libertad (Estados Unidos de Norteamérica)
En Latinoamérica, la lista incluye:
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Tiwanaku (Bolivia)
Centro histórico de la Ciudad de Olinda (Brasil)
Parque Nacional de Rapa Nui (Chile)
Conjunto monumental de Cartagena de Indias (Colombia)
Ciudad vieja de La Habana y su sistema de Fortificaciones (Cuba)
Ciudad de Quito (Ecuador)
Centro histórico de Oaxaca y zona arqueológica de Monte Albán (México)
Misiones jesuíticas de la Santísima Trinidad de Paraná y Jesús de
Tavarangue (Paraguay)
Santuario histórico de Machu Picchu (Perú)
Los bienes ubicados en territorio argentino, que integran la lista, son:
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Los Glaciares (Santa Cruz)
Parque Nacional de Iguazú (Misiones)
Cueva de las Manos, Río Pinturas (Santa Cruz)
Península Valdés (Chubut)
Manzana y Estancias jesuíticas de Córdoba (Córdoba)
Parques Naturales de Ischigualasto y Talampaya (San Juan y La Rioja)
Quebrada de Humahuaca (Jujuy)
A estos se suma, como dijimos en un comienzo, el conjunto de las Misiones
Jesuíticas de los Guaraníes integrado por San Ignacio Miní, Santa Ana, Nuestra
Señora de Loreto y Santa María Mayor, ubicadas en Argentina y las ruinas de Sao
Miguel das Missoes, en Brasil.
Las Misiones fueron inscriptas en 1984, cumpliéndose el año próximo dos décadas
de aquel acontecimiento. La incorporación más reciente, que data del año en curso,
es la de la Quebrada de Humahuaca.
Al presente, están en la Lista Indicativa, en etapa de evaluación, los siguientes
bienes: el Valle Calchaquí (Salta), Las Parinas (Catamarca) y la Reserva Isla de los
Estados (Tierra del Fuego). A estos se suma el Camino del Inca, que abarca los
territorios de las actuales Argentina, Bolivia, Chile, Perú, Ecuador y Colombia).
El cuidado de los bienes culturales y naturales:
Tanto los bienes naturales, como los culturales son recursos no-renovables,
sumamente vulnerables, sometidos a permanentes amenazas, cuyo deterioro o
destrucción implica una pérdida irreparable.
Al suscribir la Convención, los estados se comprometen a identificar, conservar,
restaurar y salvaguardar estos bienes con el objetivo de transmitirlos a las
generaciones futuras. A los estados les corresponde cumplir con objetivo por su
propio esfuerzo y hasta el máximo de los recursos de que dispongan.
Cuando a nivel local no se dispone de los medios adecuados y de los recursos
suficientes para llevar adelante estos objetivos, surge la posibilidad de
complementar la acción de los estados nacionales con la cooperación internacional.
Si esos bienes tienen un valor universal excepcional, es posible procurar su
incorporación a la Lista del Patrimonio Mundial y así quedar en posición de acceder
a la asistencia y cooperación internacional, destinada a apoyar y complementar a
los estados locales en los esfuerzos que realicen para conservar ese patrimonio.
Cuando los sitios han sido incorporados a la lista de Patrimonio Mundial y toda vez
que a nivel local se estén realizando los esfuerzos del caso, a nivel internacional es
posible obtener asistencia técnica para su conservación; generar actividades de
formación en conservación arquitectónica, planificación y gestión de ciudades
históricas, conservación y restauración de materiales y asistencia para la
preparación de los informes periódicos acerca de las condiciones de los sitios.
Los beneficios de la declaratoria:
La inscripción de un bien como Sitio del Patrimonio Mundial puede ayudar a
fortalecer su identidad y carácter. Además, debiera proyectarlo como objeto de
especial preocupación para el Estado y reforzar así las políticas destinadas a
garantizar su conservación.
En cuanto a los efectos esperables, es claro que puede tender a aumentar los flujos
de turismo y las inversiones, sobre todo las relacionadas con las actividades
artísticas, el patrimonio y el turismo cultural.
Pero nada de esto es útil sino se verifica un aumento de la conciencia local sobre la
importancia de conservar ese bien, generando una positiva dinámica de acción
comunitaria a favor de su rescate, de su uso racional -de bajo impacto- y un
manejo sustentable.
El manejo de un sitio del Patrimonio Mundial. El caso de Monte Albán:
El manejo de los sitios del Patrimonio Mundial suele presentar algunas dificultades.
Veamos un caso complejo en que se están implementando una serie de acciones
que han logrado revertir las tendencias negativas de las últimas décadas.
Se trata de Monte Albán, ubicado a 8 kilómetros al Oeste de la ciudad de Oaxaca
(México), con la que forma un único conjunto patrimonial, integrado por una ciudad
en funcionamiento y un sitio que contiene los restos de las construcciones que
ocuparon sus ancestros, siglos antes.
Entre el 500 a.C. y el 800 de nuestra era, Monte Albán fue el centro político de los
zapotecos y, según se estima, llegó a tener treinta y cinco mil habitantes. Es un
asentamiento reconocido por su arquitectura, sus relieves grabados en piedras y la
calidad artística de su cerámica. A estas se suman las ricas tumbas de las que,
hasta el momento, se han descubierto cerca de ciento noventa.
Los problemas del sitio:
Veamos algunos de los problemas más importantes que presenta:
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La concentración de visitantes es preocupante. En 1997 llegaron al
sitio 457.905 personas. Para el 2001 ese total había subido a
516.339, lo que implica un incremento del 12,76 %. En temporada de
vacaciones acuden, al menos, ocho mil personas por día, superando
la capacidad operativa habitual.
Los sismos afectan a las estructuras del sitio, el último de
importancia se registró el 30 de septiembre de 1999 y provocó
derrumbes en muros y túneles de exploración, fracturas de
elementos constructivos, hundimientos en mampostería y fisuras en
taludes y tableros.
Las intensas lluvias provocan un reblandecimiento y debilitamiento de
los núcleos originales de las construcciones. En los últimos años se
han visto afectadas unos 30 edificios y 60 estructuras.
El polígono de protección está siendo invadido por asentamientos
precarios contemporáneos.
El vandalismo de vecinos y visitantes daña las estructuras. Del sitio
se extraen materiales para ser usados en nuevas construcciones
A pesar de los controles se siguen produciendo actos de saqueo
arqueológico
Con las temporadas de sequía se producen incendios forestales.
El control se dificulta ya que solo el 20 % de la superficie está bajo la
directa responsabilidad del INAH. El resto corresponde a cuatro
municipios. Con el régimen de tenencia de la tierra ocurre algo
similar. Solo una pequeña parte es del estado nacional, el resto es
privada, comunal o ejidal.
El Plan de Manejo:
Para comenzar a revertir las dificultades apuntadas, en 1997 se implementó
el primer Plan de Manejo de Monte Albán, que tiene como premisa básica la
de generar sus propios recursos (es la única zona arqueológica de México
que se maneja bajo el esquema de recursos auto-generados) y concretar
una serie de tareas de mantenimiento y conservación que contribuyan a
mejorar el estado del sitio y su imagen ante el visitante.
Los objetivos planteados se alcanzarían con la acción coordinada de diversos
organismos, instituciones y ONGs (Organizaciones no gubernamentales).
Algunas de las acciones propuestas:
Como parte de la implementación del Plan de Manejo se propusieron
diversas acciones con consecuencias directas sobre el sitio, entre ellas:
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Actividades permanentes de conservación y restauración de las
construcciones.
Implementación de las unidades de servicio al visitante en el interior
del sitio.
Construcción de miradores.
Restricción de acceso al visitante para áreas no controlables o con
problemas de conservación.
Implementación de áreas de descanso y merenderos.
Construcción de núcleos sanitarios.
Mejoramiento del centro de interpretación y museo de sitio.
Construcción de estacionamientos para vehículos particulares y buses
en áreas de impacto controlado.
Mejoramiento e incremento de la señalización con la inclusión de
módulos de información temporarios.
Control de la vegetación y reforestación.
Limpieza permanente.
Control de áreas inundables.
Otras acciones del Plan de Manejo que contribuyen a su conservación:
A la par, se implementaron otras acciones que contribuían de modo indirecto
a la conservación de Monte Albán. Entre ellas:
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Impulsar el desarrollo de un corredor turístico que integra las zonas
arqueológicas de Dainzú, Lambityeco, Yagul y Mitla, ubicadas en las
proximidades, a efectos de presentar atractivos turísticos alternativos
que hagan disminuir la carga de visitantes de Monte Albán. Para
alcanzar este objetivo se realizan trabajos de mantenimiento,
señalización, investigación y difusión en los otros sitios, con recursos
generados por Monte Albán.
Capacitación del personal afectado al manejo del sitio.
Capacitación de los guías en aspectos históricos y de conservación.
Programa de atención al visitante con apoyo de la policía y los
servicios médicos.
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Implementación de servicios educativos para alumnos y estudiantes
que incluyen la presentación de conceptos relacionados al buen uso y
a la conservación del sitio.
Realización de la Mesa Redonda de Monte Albán, un foro académico
en que se discuten aspectos teóricos y prácticos de la conservación,
investigación y difusión del patrimonio cultural, con el objetivo
impulsar la investigación y fortalecer la inter-disciplina. Estos foros –
ya se han concretado tres- comenzaron en 1998. En el marco de la
III Mesa Redonda, entre otras actividades se entregó la segunda
edición del Premio Monte Albán, se realizó un Taller de Cerámica
Arqueológica y dos exposiciones itinerantes.
Creación de un centro documental sobre manejo de patrimonio
mundial.
Acciones de terceros en relación a la recuperación del sitio:
A las acciones realizadas en forma directa por los responsables del sitio, se
sumaron otras, de las que participaron de un modo importante, otros
actores sociales. Entre ellas:
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Trabajo con las comunidades de la periferia para evitar la destrucción
del sitio a través de la firma de acuerdos de colaboración para el
amojonamiento de los límites.
Participación de la comunidad, como custodios voluntarios, en las
temporadas de vacaciones. Se trabaja, en general, con alumnos de
las escuelas primarias y secundarias de la zona, previamente
informados respecto al manejo y conservación del sitio. Incluye la
provisión de un mínimo equipo de vestimenta y de un diploma de
reconocimiento por haber sido miembro del programa. La
alimentación de estos voluntarios es aportada gratuitamente por los
concesionarios de los locales de comidas que funcionan en el sitio.
Apoyo de ONGs a la conservación del sitio. Solo a modo de ejemplo,
y de entre las organizaciones involucradas en la salvaguarda del sitio
haremos mención a la Fundación Rodolfo Morales. Creada en 1992,
es presidida por el artista plástico que le dio el nombre y que aportó
la totalidad de los recursos financieros (unos 2,5 millones de
dólares). El objetivo de la fundación es lograr un desarrollo cultural
para Oaxaca Patrimonio Mundial de la Humanidad. Para ello apoya la
restauración, rehabilitación y conservación de edificios y de bienes
muebles y forma Talleres de Restauración y Rehabilitación en las
comunidades en las que interviene. Con el objeto de generar ingresos
para que el proyecto se torne económicamente auto-sustentable ha
encarado la rehabilitación de cinco inmuebles en el Centro Histórico
de Oaxaca los que serán destinados a galería comercial, hostal y
restaurantes.
Se está trabajando en la formación de la Asociación de Amigos de la
Zona Arqueológica de Monte Albán, con la participación de la
sociedad civil.
La recuperación de San Ignacio Miní:
Si bien desde fines del siglo XIX se habían realizado algunos relevamientos y tareas
de cercado del antiguo asentamiento jesuítico, fue recién en 1940 que, con
intervención de la Dirección General de Arquitectura de la Nación se dio inicio a los
trabajos de recuperación de San Ignacio Miní. Las tareas, en un comienzo,
estuvieron a cargo del Arq. Jorge Cordés. En 1941 fue reemplazado por el Arq.
Carlos Luis Onetto, quien trabajó en el lugar hasta 1948.
Por entonces, la vegetación había invadido, no solo los interiores de las estructuras,
sino también los mismos muros, facilitando en algunos casos su deterioro y caída.
Otros muros habían sido destruidos para re-utilizar el material en la construcción de
nuevas estructuras, entre las que se contaba la vivienda del propio cuidador del
sitio.
Onetto trabajó buscando consolidar las ruinas, desarmando y rearmando los
sectores que se encontraban en muy mal estado y evitando tocar los muros que,
aún cuando presentaban desplomes, no estaban en peligro de derrumbe. En las
viviendas, por ejemplo, empleó vigas de madera para conformar los dinteles y
sobre ellos recolocar los mampuestos de piedra que se encontraban caídos.
La fachada principal del templo mayor fue intervenida desarmando y rearmando
una parte. Esta operación también se realizó con otros elementos y partes de
diferentes construcciones del asentamiento. Logró recuperar algunos de los
elementos estructurales de madera, como las columnas de urunday que sostenían
la galería, delante de la casa de los padres. También despejó los pisos de baldosas
y encontró una cantidad importante de tejas rotas que habían formado parte de los
techos -para entonces derrumbados- de los edificios.
Onetto logró recuperar gran parte de las estructuras dejando casi todos los muros
en su altura original. Las construcciones perdieron los techos y las carpinterías, de
los que no han quedado vestigios.
En las cinco décadas posteriores en el sitio se realizaron ciertas tareas de
mantenimiento, como el control de la vegetación, apuntalamiento de estructuras y
la restricción de la circulación del público en sectores con niveles potenciales de
riesgo, a las que se sumaron la puesta del centro de interpretación y el montaje del
espectáculo de luz y sonido. También hubo algunos proyectos de mejoramiento del
entorno, pero no se han vuelto a realizar intervenciones de importancia sobre las
estructuras arquitectónicas.
A partir de la firma del Convenio Nación-Provincia y de la creación del Programa
Misiones Jesuíticas, se inició el estudio particularizado de algunas de las estructuras
y componentes (roca, suelo, etc.) que forman parte del sitio.
Situación actual:
Actualmente los muros presentan diversos deterioros entre los que se cuentan
pérdida de estabilidad, desprendimiento y rotura de mampuestos, erosión
superficial de elementos en relieve, vandalismo de los visitantes, etc. Los
coronamientos son afectados por el desarrollo de vegetación invasiva. A través de
ellos el agua de lluvia ingresa al interior de los muros facilitando su degradación.
También es preocupante el estado de aquellos que fueron apuntalados, ya que por
la putrefacción de la madera con la que fueron construidos, están quedando fuera
de servicio. Estos casos, y otros en que ya se han producido desprendimientos de
mampuestos, han obligado a restringir la circulación de los visitantes, ya que
implican un riesgo concreto, tanto para la supervivencia de las estructuras, como
para la seguridad de los visitantes.
En este marco, es necesario encarar la elaboración de un Plan de Manejo que
contemple las necesidades de conservación y restauración del sitio y las prioridades
de ejecución. Debiera procurarse además una mejora en la calidad de la atención al
visitante y un mayor control sobre éste que limite el vandalismo.
Avances:
En los últimos meses se han comenzado una serie de actividades destinadas a
promover la conservación de San Ignacio Miní y del resto de los antiguos
asentamientos jesuíticos de la región.
En San Ignacio, se ha comenzado a trabajar en la restauración del Portal lateral
Este del Templo Mayor, que contiene una placa de piedra de 2.90 m. de largo, 1.55
m. de alto decorada en relieve y en la que se destaca el símbolo de la Compañía de
Jesús.
Con el paso del tiempo, la falta de una adecuada protección y la carencia de
mantenimiento, las vigas de madera que constituyen el dintel del portal se han
deteriorado al extremo de haber perdido su capacidad resistente, poniendo en
riesgo la estabilidad del sistema. Además, el portal en cuestión forma parte de un
muro que ha perdido la verticalidad y que casi en toda su extensión se encuentra
apuntalado.
En abril de 2003 se reforzó el apuntalamiento inferior del dintel y se montó un
andamio que permitió acceder al coronamiento del muro y estudiar su estado.
En función de lo observado, junto a la restauración del portal propiamente dicho, se
ha previsto realizar la consolidación de los tramos adyacentes del muro que lo
contiene. Teniendo en cuenta las dificultades operativas y el hecho de que, salvo la
placa decorada, el resto del dintel es producto de la intervención del Arq. Onetto, se
ha propuesto el desmonte y rearme del muro ubicado sobre las vigas de madera –
una suerte de anastilosis- manteniendo en su posición la placa decorada y
reemplazando las cuatro vigas de madera por otras, de dimensiones y
características similares.
En cuanto a los tramos adyacentes donde la mayor parte de los elementos son de
la época de construcción del templo, se ha previsto el reemplazo del actual
apuntalamiento y la realización de tareas de consolidación.
Estos trabajos cuentan con la aprobación de la Comisión Nacional de Museos y de
Monumentos y Lugares Históricos y del Programa Misiones Jesuíticas del Gobierno
Provincial. Serán realizados con el apoyo básico del World Monuments Fund y de
American Express. Se han obtenido ayudas complementarias, a nivel local, de la
Fundación Antorchas y de la Fundación Bunge y Born y a nivel internacional, del
Wilson Challenge.
Los trabajos de restauración comenzarán en las próximas semanas y está previsto
incluir el entrenamiento y la capacitación de personal destinado al mantenimiento
de San Ignacio Mini y de otros asentamientos jesuíticos de la zona.
Además, están comenzando una serie de actividades de intercambio y de formación
sobre la problemática de conservación de las misiones. En este marco, en la primer
quincena de noviembre se llevará a cabo en São Miguel das Missões (Brasil), la
primera
parte
del “Curso-taller
sobre conservación,
gestión y
desarrollo
sustentable de las Misiones Jesuíticas de los Guaraníes”. Está organizado por el
World Monuments Fund, la UNESCO y el IPHAN (Instituto do Patrimonio Histórico e
Artístico Nacional, Brasil) y cuenta con el apoyo del Gobierno de los Países Bajos y
del Comité Brasileño del ICOM (Consejo Internacional de Museos).
Una segunda parte del curso-taller se desarrollará el año próximo en San Ignacio.
El conjunto de las misiones jesuíticas que forman parte de la lista de Patrimonio
Mundial han sido incluidas en la lista del programa Watch 2004 del World
Monuments Fund, por lo que se espera que puedan recibir fondos adicionales para
concretar las tareas de consolidación más urgentes de las estructuras que
presentan deterioros estructurales y el reemplazo de los apuntalamientos que se
encuentran fuera de servicio.
Fuentes consultadas:
Inéditas:
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Entrevista personal con la Dra. Nelly Robles García, Directora de Monte
Albán, Buenos Aires y Posadas, julio de 2003.
Editadas:
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ƒ
BANDARIN, Francesco; “La Convención sobre el Patrimonio Mundial: 30
años después”, Dossier Patrimonio Mundial 1972-2002, publicado a
octubre 2003 en:
http://www.juntadeandalucia.es/cultura/iaph/publicaciones/dossiers/
ONETTO, Carlos Luis; San Ignacio Miní. Un testimonio que debe
perdurar, Dirección Nacional de Arquitectura, Buenos Aires, 1999
ROBLES GARCIA, Nelly; Monte Albán. Libro-Guía; CODEX, México DF,
1993
ROBLES GARCIA, Nelly; El manejo de los recursos arqueológicos en
México: El caso de Oaxaca; CONACULTA-INAH, México DF, 1998
UNESCO; En: http://whc.unesco.org/patrimonio.htm
VIGIL, Carlos; Los monumentos y lugares históricos de la Argentina,
Editorial Atlántida, 3° edición, Buenos Aires, 1968
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