El cuestionamiento al enfoque teórico de la ortodoxia y las teorías

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PIUBAD
PRIMER SEMINARIO
El cuestionamiento a los enfoques ortodoxos de la economía y las visiones
alternativas. El caso de las economías en desarrollo.
Resumen: En este trabajo se plantea la necesidad y conveniencia de encarar la elaboración de políticas
económicas divergentes de las implementadas en el país durante el último cuarto del siglo pasado, con la
finalidad de encarar los objetivos preestablecidos por la sociedad (estabilización, crecimiento, desarrollo).
Se sostiene que para ello debe recurrirse a teorías alternativas a la corriente principal, sobre todo tomando
en cuenta las experiencias resultantes de la aplicación de políticas deducidas de ésta y que después del
desplazamiento del Consenso Keynesiano no se ha impuesto otro como reemplazante. Se identifica al
pensamiento postkeynesiano como un cuerpo de teoría que, partiendo de una visión más adecuada, puede
dar lugar a la identificación de políticas económicas debidamente fundadas y válidas para enfrentar la
problemática de una economía en desarrollo como la argentina.
El Consenso Keynesiano de la Síntesis Neoclásica: ataque y desplazamiento
-
-
1
La importante crisis económica de la década de los ‟70 del siglo pasado, disolvió
el consenso logrado por el keynesianismo de la Síntesis Neoclásica (SNC),
abriéndole paso a la crítica monetarista. Las dificultades enfrentadas por el
Monetarismo en tanto cuerpo de teoría capaz de reemplazar al keynesianismo
como situación clásica schumpeteriana1, la que se prolongara durante casi tres
décadas desde fines de la segunda guerra mundial, dieron lugar a que la
denominada escuela de los Nuevos Clásicos (macroeconomía “nuevo-clásica” en
adelante MNC) intentara constituirse en el enfoque teórico principal de la
ortodoxia. Si bien consiguió el protagonismo en diversos e influyentes ámbitos
de las economías avanzadas (como los centros del poder económico y
organismos internacionales) no obtuvo la aceptación generalizada que lograran,
en su momento, la escuela clásica en su expresión ricardiana y el neoclasicismo,
reconocido, principalmente, bajo el sello marshalliano y que mantuviera una
robusta vigencia desde el último cuarto del S. XIX hasta la Gran Guerra. En el
mundo académico y aún en no pocos órganos encargados del tratamiento
profesional de los hechos económicos, no logró dicha escuela de Chicago
desplazar al modelo básico de la síntesis neoclásica. Es decir, no se construyó un
nuevo Consenso cuya base teórica fuera el enfoque de los Nuevos Clásicos2.
El enfoque keynesiano de la síntesis, si bien introdujo algunas ideas de J. M.
Keynes en su modelo, lo hizo a partir de una lectura walrasiana o neowalrasiana
de la Teoría General (J. E. King, 2002; Clower, 1965). Sin entrar en la conocida
discusión sobre cuál es la lectura más fiel de las trascendentes contribuciones de
Keynes a la economía política, o la “economía”, es distintivo de la síntesis
neoclásica SNC – compuesto por el modelo IS/LM del ingreso y la tasa de
interés, el mercado de trabajo que incorpora las variables empleo y salario, el
análisis de la relación entre empleo y precios basado en la curva de Phillips y la
Se entiende por situación clásica schumpeteriana “el logro de un acuerdo sustancial tras una larga y
controvertida lucha: la consolidación del renovado y original trabajo anterior”. “Toda situación clásica
resume o consolida el trabajo –el trabajo realmente original- que conduce a ella, y no puede comprenderse
por sí mismo”
2
Denominación poco feliz pues ni la visión ni el tratamiento de la realidad de esta escuela tienen
coincidencia con la escuela clásica.
teoría del crecimiento - la aceptación de la existencia de situaciones de
desempleo involuntario en la economía capitalista o de mercado, y por ello, de
niveles de producción menores al potencial. Tales situaciones engendran
inestabilidades a las que –de acuerdo al Consenso keynesiano- es necesario y
conveniente evitar puesto que, así, se impide la reducción del bienestar general.
Para ello, se requiere la intervención estatal quien mediante política fiscal o
monetaria o por una combinación de ambas, puede obtener el regreso a una
posición de equilibrio con pleno empleo.
Las generalizadas políticas económicas (sustentadas en la SNC) atendían así a
dos objetivos fundamentales: la consecución del pleno empleo y la fijación de
un cierto nivel de variación de los precios. Ello implicaba el manejo de la
demanda agregada y el reconocimiento de un “quid pro quo” entre los niveles de
actividad y precios, en el cuadro general de las políticas típicas del llamado
Estado de Bienestar. La intervención estatal en la economía no correspondía sólo
en el contexto de las fluctuaciones económicas sino que se extendía, también, al
caso de la implementación de políticas tendientes al logro del crecimiento
económico. Así, la programación económica fue un instrumento cuya aplicación,
durante el período del Consenso keynesiano, era aconsejada por los organismos
internacionales de crédito a los países subdesarrollados con la finalidad de
conseguir una mejor asignación de los recursos disponibles3.
El intento de recrear un nuevo Consenso: El monetarismo y la macroeconomía nuevo
clásica (MNC)
-El quiebre, en los ‟70, del crecimiento continuado de la producción y del
comercio internacional4, conseguido, particularmente, en las economías
avanzadas y el alargamiento de la situación de crisis en dicha década 5,
cuestionaron la capacidad de las políticas keynesianas para superar la situación
(Shaikh, 2000). La particularidad de la conjunción de alza de precios con
recesión –situación prácticamente desconocida en el capitalismo del Centro (J.
Robinson en Eichner, 1982)– fue especialmente propicia para que la crítica
monetarista a la curva de Phillips6 (M. Friedman, 1968; Phelps, 1967) tuviera
una aceptación significativa, dado que el modelo de la SNC sólo admite la
3
La Planificación económica no se circunscribió a las economías subdesarrolladas; Francia, Italia, el
Reino Unido, Holanda, entre otros, la aplicaron bajo la modalidad indicativa, por oposición a la de
carácter imperativo, implementada en el mundo socialista. En el sistema capitalista se admitía que lo
imperativo debía circunscribirse al caso del gobierno.
4
Si se toma como referencia la situación inmediata anterior a la 2ª. Guerra Mundial, desde fines de ésta
hasta los ‟70, las tasas de desempleo se redujeron sustancialmente en las principales economías europeas
y en EE.UU. Sin embargo, es preciso recordar que en este país los niveles de actividad económica y de
empleo tocaron sus puntos más altos durante la guerra. Entonces, lo que cabe apreciar es que al ingresar
a la economía de paz no se experimentó la caída de la producción que sí tuvo lugar en la 1ª. Posguerra
Mundial. Y durante casi tres décadas hubo crecimiento con alto nivel del empleo, sólo interrumpido por
recesiones débiles rápidamente superadas.
5
Recordar los dos momentos del serio problema petrolero, 1973 y 1978, y la conjunción de ello con la
estanflación propagada a todo el Centro de la economía mundial durante la segunda mitad de los ‟70 y los
primeros años de los „80.
6
La Curva de Phillips Aumentada por Expectativas complementó a la teoría cuantitativa al brindar un
análisis más preciso acerca de la manera en que los efectos causados por los cambios en la cantidad de
dinero se reparten en magnitudes reales y nominales. La deducción de una curva de Phillips vertical para
el largo plazo implicó que las políticas de demanda agregada solo pueden afectar al nivel de producto y
empleo en el corto plazo. En el largo plazo aparecería, entonces, la neutralidad del dinero, la vieja
concepción neoclásica, cuyo carácter falaz había sido demostrado por J. M. Keynes.
existencia de las brechas inflacionaria y deflacionaria, excluyendo la posibilidad
de un alza de precios con desempleo involuntario (la estanflación)7 . Sin
embargo, había otras explicaciones de la estanflación diferentes a la del
monetarismo friedmaniano. Ellas conducen, finalmente, a entender la reacción
conservadora que se impuso desde fines de los ‟70 (Heilbroner, 1992) y que se
justificó en la necesidad de superar el serio impacto de la crisis sobre el empleo,
los precios, la rentabilidad de las inversiones, la moneda de reserva mundial y el
sistema financiero internacional8. La confluencia de la nueva onda conservadora
y el monetarismo redivivo no bastó para mantenerlo en la posición dominante
pues fue desplazado de ese lugar por el Nuevo Clasicismo (MNC) de Chicago.
El reemplazo no significó ninguna alteración sustancial de la teoría económica
que debía sustentar a los argumentos del conservadurismo y las políticas
económicas por él propiciadas, puesto que el enfoque Nuevo Clásico nació en
comunidad de visión con el monetarismo y compartiendo con éste una
aproximación metodológica esencial9. Asimismo, plantearon una similar
reacción antikeynesiana (J. W. Deanen, 1981). El supuesto distintivo del
enfoque de la MNC es la adopción de las llamadas „expectativas racionales‟ al
que se adiciona el del vaciado de los mercados. Sobre esta base se construyen
modelos a los que se considera macroeconómicos simplemente porque, como
siempre lo planteó la escuela NC de raíz walrasiana, basta con sólo agregar lo
deducido del comportamiento optimizador del agente representativo en el plano
de la microeconomía. Este agente es el hombre económico, calculador racional
de placeres y dolores, procurando su máxima satisfacción10. Así, para obtener
una macroeconomía que informe correctamente a los responsables de elaborar
las políticas económicas es preciso llevar los supuestos de racionalidad,
optimización y equilibrio en los mercados hasta sus últimas consecuencias (M.
Willes, 1981). Un resultado de este armazón lógico, derivado de la hiperracionalidad atribuida a los „agentes‟11, es la rectificación de las conclusiones a
que se arribara con la crítica que formulara Friedman a la curva de Phillips.
Reemplazando las expectativas adaptativas por las racionales, se consigue
demostrar que no existe ningún „quid pro quo‟ entre las variaciones del empleo
y de los precios; simplemente, no hay lugar para que ninguna intervención
estatal preanunciada pueda generar un aumento real perdurable del producto y
del empleo, ni en el corto ni en el largo plazos. Otro resultado deducido de la
incorporación de la hipótesis de expectativas racionales (HER) y del vaciado
permanente de los mercados, es la función de Oferta Agregada: dado que los
7
Frente a esto, las políticas keynesianas de la SNC resultaban impotentes.
Sin embargo, tanto la menor rentabilidad del capital como la devaluación del dólar estadounidense
deben visualizarse como consecuencias del comportamiento económico más allá de la crisis de los ‟70.
9
Tobin denominó al monetarismo de M. Friedman Tipo I y a los Nuevos Clásicos como de Tipo II;
también Hahn y R. Solow coinciden en esta apreciación. Cabe señalar al respecto, específicamente, las
coincidencias en cuanto a la exclusión del dinero en los análisis correspondientes al “mundo real” (sólo
importan las variables reales y los precios relativos), al concepto de tasa natural y a las medidas de
política económica propiciadas por ambos.
10
D. Bell (1981) identificará los más acabados logros de la economía (la teoría del equilibrio general, por
ejemplo) como el desarrollo de las implicaciones lógicas del supuesto de racionalidad para una economía
de libre mercado, es decir, como ficciones evocadoras de una realidad que no está ocurriendo. Esto no
sólo se debe al discutible concepto de racionalidad manejado en la teoría y a la existencia de
"imperfecciones" del mercado, sino al inevitable carácter parcial de la economía, cuyos conocimientos
requieren ser forzosamente complementados por los de otras ciencias (Torres).
11
La Hiperracionalidad se combina con una información completa y todo eso implica una facultad de
cálculo de carácter instantáneo (ver M. Lavoie).
8
-
12
agentes son racionales, su comportamiento refleja decisiones óptimas12, la oferta
(de trabajo o producto) depende de los precios relativos. El producto sólo se
desviará de su nivel natural cuando haya una diferencia entre el nivel de precios
existente y el esperado. Cuando los individuos sean sorprendidos e interpreten
un aumento de precios como un aumento en el precio relativo de su producto,
aumentará el nivel de oferta de productos y de trabajo en la economía. Cuando
los agentes perciben que no hubo una modificación de los precios relativos, se
rectifican, con lo cual el producto y el empleo retornan a su nivel de largo plazo.
Esta formulación de la oferta agregada fue desarrollada por Lucas (1972, 1973)
y, en definitiva, postulaba que cuando las expectativas de inflación son correctas
(en ausencias de cambios inesperados de precios) el producto y el empleo se
mantendrán en sus tasas naturales. A este “teorema” económico se le agrega
otro: el comportamiento del trabajador individual en paro 13. Para esto,
consideran al trabajador en paro como realizando una actividad –el desempleo
como actividad –, concluyendo que el desempleo constituye una forma
particular del “ocio”. Entonces, todo desempleo resultaría ser “voluntario”14.
Además, está la teoría del ciclo real15 que se apoya en el supuesto del vaciado de
los mercados16, afirmando que las fluctuaciones de la producción en el sistema
económico resultan de los „shocks‟ exógenos que obligan a generar reequilibrios
de tipo walrasiano como respuesta (Kydland y Prescott, 1982). Excluyendo la
exogeneidad originada en la interferencia estatal y en otras instituciones de
efecto similar, como la acción sindical convalidada por leyes y conductas
sociales afines muy arraigadas, quedaba como factor exógeno importante el que
resumía a las fuerzas de la innovación y el progreso tecnológico. La
inestabilidad provocada por ese factor resultaba favorable, en última instancia,
pues la conducta reactiva racional de los agentes habría de conducir al aumento
de la producción. Por ello, no era necesario concebir políticas que intentaran
neutralizar la inestabilidad ya que ella se convertiría, muy probablemente, en
crecimiento.
La “macroeconomía nuevo-clásica” (MNC) muestra como rasgos destacados la
construcción de modelos macroeconómicos con micro-fundamentos y su
expresión con un pronunciado formalismo matemático. Pero, tanto los supuestos
como el modo de operar atribuido al comportamiento de los agentes individuales
–en rigor, sólo de uno pues la pluralidad sobreviene por la simple agregación
que abarca a todos- se enmarcan perfectamente en el enfoque NC17. Más aún,
cabe interpretar a la MNC como una corriente ortodoxa que cree haber
construido las bases de una macroeconomía correcta y más satisfactoria que la
de la SNC porque recupera la noción del funcionamiento automático y eficiente
Las empresas y los trabajadores son asimilados a los agentes, racionales y optimizadores.
Extrayendo como una suerte de corolario la explicación del seguro de desempleo.
14
Conclusión decididamente insatisfactoria tanto por el carácter de su deducción como por su casi total
falta de correspondencia con lo que sucede en la realidad.
15
La NMC analizó también el ciclo de equilibrio que es el que surge como consecuencia del shock
provocado por una política económica no anticipada.
16
Según R. Solow “Es tan claro como que hay una nariz en mi cara que ni el mercado de trabajo ni
muchos mercados de bienes producidos se vacían en ningún sentido significativo” Citado por Seidman en
“The New Classical Counter-Revolution: A false path for Macroeconomics”; Eastern Economic Journal,
Vol. 31, No. 1, Winter, 2005.Pág. 133 (La traducción es nuestra).
17
“Greenwald y Stiglitz interpretan a la macroeconomía nuevo clásica como un intento de adaptación de
la macroteoría a la microteoría” (C. Usabiaga S. pág. Web)
13
de la economía, en términos plenos18. Se pretende desalojar, así, la noción de la
existencia de desequilibrios repetidos y sistemáticos o de equilibrios con
desempleo y por ende ineficientes y con ello, la noción de la necesaria
intervención estatal (ya sea regulando o participando en la actividad económica).
Vercelli, 1991, objeta –válidamente- la estrechez de los supuestos que introduce
la MNC al elaborar sus modelos con micro-fundamentos pues lleva a ignorar
grandes áreas, básicas en la macroeconomía de Keynes, como la problemática
del desequilibrio, la incertidumbre y la inestabilidad. Asimismo, señala que la
microeconomía utilizada por los modelos de la MNC no proporciona
fundamentos suficientemente sólidos como para alcanzar un desarrollo
satisfactorio de la macroeconomía. También, afirma que debe procederse de un
modo inverso al de los MNC, tratando de incorporar fundamentos
macroeconómicos a la microeconomía19.
Las políticas económicas deducidas de la MNC
-
18
A partir de la crisis y existiendo la mencionada conjunción entre
conservadurismo y teoría económica, se abrió una nueva etapa que se caracterizó
por el retiro del Estado de la economía, una progresiva mejora de la retribución
al capital -registrándose más tarde, un desmejoramiento de los ingresos del
trabajo-, y una creciente liberalización de los mercados aunada al auge de la
inversión financiera con la libre movilidad internacional de los capitales. La
crisis estuvo precedida por un debilitamiento de la rentabilidad de la inversión,
generándose durante ésta una caída, mientras que la etapa siguiente mostró una
recomposición de la misma a partir de la ampliación de las áreas de actividad a
su alcance (las que antes estaban bajo la órbita estatal y sobre nuevas regiones
del planeta)20. A su vez, la atención se desplazó desde la renta y el empleo a la
inflación y la respuesta proporcionada por el monetarismo y la MNC satisfizo
plenamente tal inquietud. Con ese fracaso (el de la SNC), la creencia en reglas
monetarias de largo plazo se adecuaba perfectamente a las circunstancias y la
oferta monetaria se convirtió en la única variable importante para el mundo de
los negocios (Heilbroner, 1992). Las políticas económicas justificadas por la
MNC tienen un leitmotiv: la inefectividad de la intervención estatal21. Dado que
ésta debe circunscribirse a la política monetaria –pues la fiscal entienden que
quedó descalificada por sus teoremas y por ende, desalojada - cabe esperar que
aquella actúe sólo sobre los valores nominales asumidos por las variables
fundamentales. Así, por ejemplo, una política anti-inflacionaria sería muy
probablemente efectiva si se basara en una oferta monetaria cuyo
comportamiento preanunciado fuera creíble; en tal caso, podría concretarse una
baja de precios sin que se experimentara un descenso en el producto y el
empleo22, y el costo real de la contracción sería, entonces, nulo. Las fuerzas
económicas operan automáticamente garantizando la eficacia del mercado. Tal
Acudiendo a la expresión de J. Robinson, constituye un prekeynesianismo después de Keynes.
J. R. Hicks lo había planteado antes.
20
Posteriormente, se sumarían las ondas de mejoras e innovaciones tecnológicas y la reorganización de la
producción a escala global.
21
La contrastación empírica se ha revelado adversa para el teorema MNC de la inefectividad de la
política económica. Y los acontecimientos sucedidos desde el estallido de la crisis 2007-2008 no dejan en
pie esta pretensión teórica.
22
Si la reducción de la oferta monetaria es anunciada por un Banco Central independiente, cuya conducta
se muestre coherente con ello, la credibilidad será mayor.
19
concepción explica la privatización, la desregulación y la liberalización
comercial y financiera. En cuanto a este último mercado, cabe atribuirle el
mismo comportamiento que el de los otros y el general de la economía. Por
ende, las regulaciones financieras no tienen porqué sustituir o sobreponerse al
desempeño de las fuerzas que actúan en tal mercado. El crecimiento de la
inversión financiera y la multiplicación del precio de los activos financieros no
constituye, según el razonamiento de la MNC, ningún elemento generador de
inestabilidad particular puesto que cabe esperar que la racionalidad de los
agentes y la flexibilidad del sistema de precios actuarán para que se concrete el
automatismo que garantiza la eficiencia.
La crítica desde la ortodoxia a la MNC: la macroeconomía nuevo-keynesiana y la
restauración revisada del keynesianismo
- En las dos últimas décadas del siglo, se consolidaron las tendencias que,
durante los años setenta, se habían insinuado en la economía mundial. Las
políticas de ajuste aplicadas, durante los ‟80 en varias economías centrales, con
la finalidad de enfrentar la inflación, repercutieron a nivel doméstico
provocando recesión y desempleo e internacionalmente, haciendo descender los
precios de los bienes primarios, entre los cuales estaba el petróleo, y recortando
así la masa de fondos salidos del Centro para pagar esas importaciones. Esto
coincidió con el impulso otorgado a la liberalización comercial y financiera, 23 lo
que acentuó el movimiento de capitales, dadas las nuevas reglas que rigieron en
materia cambiaria, al generalizarse los tipos de cambio fluctuantes y la
consecuente modificación de las tasas de interés a escala internacional. Pero,
quedó claro que las políticas de ajuste no generaron el efecto que predecía la
MNC, y el control de la cantidad de dinero trajo consigo la contracción del
producto y el desempleo, en la primera parte de los ochenta.
Ante esto y también frente a lo que varios consideraron una explicación
insatisfactoria de la crisis de los ‟70 (Galindo, 2003), surgieron dentro de la
propia ortodoxia, críticas hacia ciertas posiciones monetaristas y la MNC las
que, finalmente, se estructuraron en el enfoque macroeconómico conocido como
“nuevo keynesianismo” (MNK).
Este enfoque persigue explicar las fluctuaciones agregadas como la
consecuencia de impedimentos para la coordinación de la elección por parte de
los agentes racionales que, en forma individual, maximizan la función consumo,
producción, etc. pero que colectivamente están impedidos de lograr una
asignación eficiente de Pareto (Parkin citado por Bucheli).
Para ello, desarrollan modelos macroeconómicos sostenidos en fundamentos
microeconómicos que incorporan la HER, coincidiendo así con los modelos de
la MNC. En cambio, rechazan el concepto apriorístico de mercados que se
equilibran automáticamente24 - el “vaciado continuo” implícito en Walras- e
23
La severa crisis que afectó a las economías periféricas, iniciada con la declaración del “default”
mexicano en 1982 y seguida durante el resto de la década de los graves efectos asociados al recorte
severo del financiamiento de las economías endeudadas, por una parte, y el debilitamiento, anticipatorio
de su implosión, de la ex URSS y de su área de influencia, por otro, constituyeron dos factores
importantes para la difusión de la apertura comercial y la liberalización financiera.
24
El supuesto de que los precios fallan a la hora de moverse lo suficientemente rápido como para vaciar
el mercado, presente en el viejo y el nuevo keynesianismo, implica que los shocks de oferta y demanda
tienen efectos reales sustanciales. Tanto las viejas como las nuevas versiones de la economía neoclásica
incorporan elementos de la realidad al tiempo de elaborar sus modelos como las
imperfecciones del mercado y precios que no son absolutamente flexibles,
destacando que la validación de una teoría no está plenamente alcanzada a
través de las predicciones de carácter empírico, por lo cual éstas tienen sólo un
carácter necesario y no suficiente.
Los Nuevos Keynesianos argumentaron que la teoría del ciclo económico basada
en fallas de mercado era más realista que la de los nuevos clásicos. Los modelos
de la síntesis neoclásica suponían fijado el salario nominal, mientras que los
nuevos keynesianos intentaron brindar micro fundamentos para explicar el
fenómeno de salarios y precios viscosos.
El marco teórico propuesto por los nuevos keynesianos incluye competencia
imperfecta, mercados incompletos, trabajo heterogéneo e información
asimétrica. A partir de ello, constatan y elaboran el hecho que en la economía
hay una cierta rigidez de precios, lo cual lo asocian con que éstos no varían
cuando se modifica la demanda agregada (y los costos marginales no se alteran).
Entonces, un aumento de la demanda no provocará, imprescindiblemente, una
modificación al alza de los precios. Y cuando tales costos se modifican, no se
produce una alteración de los precios debido a la existencia de fricciones reales
y nominales. Entre las reales están las externalidades, la imperfección de los
mercados de capitales ante la información incompleta, el comportamiento cíclico
de las elasticidades de la demanda y la viscosidad del salario en el mercado de
trabajo. Y entre las nominales identifican a los “costos de menú” y la
racionalidad incompleta de los agentes25. Concluyen, entonces, que la economía
se caracteriza por la existencia de fallas de coordinación y externalidades. Estas
características se combinan de distintas maneras en los modelos, pero un primer
problema de la nueva economía keynesiana es que no hay un modelo unificado
sino una variedad de explicaciones de las rigideces de precios y salarios y sus
consecuencias macroeconómicas.
Ahora bien, se ha afirmado que la funcionalidad de la MNC consistió en que
proporcionó el marco teórico adecuado para la instauración de las políticas que
de un modo u otro, ampliaron el área de influencia del sector privado de la
economía, achataron los salarios, facilitaron el ensanchamiento del radio de
acción internacional de las economías avanzadas y dentro de éstas de los grupos
económicos de mayor fortaleza, y tendieron a reducir el gasto en bienestar. Gran
parte de esas políticas fue justificada por la “demostración científica” de que los
mercados tienen una capacidad autorreguladora y que, librados a su propia
fuerza, son capaces de proporcionar el máximo de bienestar individual y social.
La crítica de la MNK a la MNC y las conclusiones de sus modelos venían a
señalar los errores predictivos de los enfoques de ésta. Pero, además, volvían a
suponen que los mercados se vacían, por lo que una economía nunca puede sufrir por deficiencia en la
demanda efectiva
25
El tratamiento del mercado de trabajo por el enfoque MNK ha proporcionado distintas hipótesis acerca
de su comportamiento. En general, consideran que la rigidez del salario –aún habiendo desempleo- no es
incompatible con el comportamiento racional de las unidades de producción de la microeconomía. Ello se
explica por la teoría de los contratos implícitos y la eficiencia de los salarios y además, por el
comportamiento de los propios trabajadores, a los que divide en outsiders, insiders (externos e internos).
Se rectifica así la visión neoclásica (y de los dos monetarismos) del mercado de trabajo, en la cual el
salario real varía conduciendo al empleo de equilibrio (o la tasa natural de desempleo). Allí el salario real
coincide con la productividad física marginal del trabajo, de tal modo que el ajuste del salario nominal en
condiciones de flexibilidad de precios, lleva al equilibrio. La conclusión, entonces, es similar a la de J. M.
Keynes, pero el modo de demostrarlo es distinto. Aunque no por ello, más riguroso.
plantear que la economía presenta problemas que no son tratados o bien, no lo
son debidamente por los modelos de la MNC. Por ende, las políticas deducidas
de ellos o no son capaces de resolverlos o pueden agravarlos. Así, dentro de la
ortodoxia, los Nuevos Keynesianos, por una parte, al introducir un cierto grado
de realismo en el análisis, trataron los problemas de la teoría a la hora de
confrontarla con los hechos económicos y su entramado y, por otra, expresaron
también las necesidades de un proceso real que mostraba la existencia de
imperfecciones en el funcionamiento de los mercados. Esta teoría brindó el
marco para estudiar esas imperfecciones sin cuestionar el papel central de los
mercados, ni la dinámica del capitalismo.
Se podría identificar (como lo hacen Usabiaga- Caraballo, 2002 ) al caso típico
de la visión MNK con un modelo que incorpora competencia monopolística,
fricciones nominales, efectos macroeconómicos de las fricciones nominales especialmente, la no neutralidad del dinero a corto plazo-, desempleo
involuntario y, finalmente, el énfasis en la interacción entre las rigideces
nominales y reales. Por otro lado, puede considerarse a la competencia perfecta,
la plena flexibilidad de precios y salarios, la neutralidad del dinero y el
desempleo voluntario como el caso MNC, de acuerdo, por ejemplo, con lo
planteado por Lucas (1972) y Hoover (1988)26.
Las políticas económicas deducidas de la MNK reconocen la posibilidad de que
la intervención puede disminuir los efectos inconvenientes, derivados de las
imperfecciones, de la falta de información completa, de las rigideces, sobre el
bienestar. Este sería el limitado campo de actuación asignado a las políticas de
intervención, con lo que habría una coincidencia muy parcial con los
keynesianos de la síntesis.
La puesta en jaque de la visión ortodoxa: las crisis de fines de los ‘90 y la gran crisis
financiera internacional 2007-2008
En los últimos años, la teoría económica ortodoxa sufrió importantes embates
desde la propia realidad. Las crisis financieras que afectaron a las economías del
SE asiático y que se extendieron hacia Rusia, Brasil y México en el último tercio
de los años ‟90, dieron lugar a la reiteración de los planteamientos críticos
mencionados mas arriba y a nuevas reflexiones referidas a la situación creada en
estos países. En general, esas economías se habían abierto comercial y
financieramente e implementado, además, diversas medidas de política
complementarias. La desregulación financiera, los tipos de cambio fluctuantes,
el retiro del Estado y la liberación de los precios domésticos constituían
elementos comunes a todas ellas. De acuerdo a la teoría aceptada –por lo menos
por las autoridades domésticas que habían introducido tales políticas y por
quienes las propiciaban- los mercados son eficientes27 y por ende, los
26
Se ha sostenido que ambos enfoques, MNC y MNK, pueden reunirse en un marco analítico común y
que un mismo modelo permite establecer comportamientos diversos de los precios ante una modificación
de la oferta monetaria, y de allí deducir la neutralidad o no neutralidad del dinero.
27
La teoría de los mercados eficientes afirma que los agentes económicos analizan los datos del mercado
correspondientes al pasado y al presente, lo que significa que las señales entregadas por los precios
proporcionan información suficiente para la formación de expectativas racionales como base para la
toma de las decisiones que maximizan la utilidad (los "fundamentos económicos") Existe (se
supone) toda la información relevante acerca de la relación entre la actualidad y el futuro y ella está
disponible para los agentes que participan del mercado , la cual se incorpora a las señales de los
financieros y los de divisas no escapan a esta característica. Sin embargo, los
acontecimientos mencionados obligaron a reconocer que los mercados
financieros pueden ser ineficientes (Krugman, 1999). Asimismo, las políticas
consistentes en apartar al Estado de la economía, flexibilizar el mercado de
trabajo, comprimir el gasto público, desgravar o minimizar las alícuotas
tributarias a ciertas actividades económicas, todo ello dentro del marco de la
apertura comercial y liberalización financiera, fueron aplicadas en general en las
economías en desarrollo o de mercados emergentes. Salvo algunas de ellas, en
puntos bastante acotados, recibieron la aprobación de toda la ortodoxia.
Pero, en la gran mayoría de los casos, los resultados de tales políticas fueron, por
lo menos, magros en varios aspectos de importancia (el nivel de actividad y
empleo, la distribución del ingreso, el avance en la acumulación de capital y la
introducción de tecnologías con efecto positivo sobre el rendimiento del
trabajo). Y la fluctuación macroeconómica siempre se hizo presente. Esto ha
generado el cuestionamiento a las políticas y a los enfoque teóricos que las
prohijaron.
La superación de la situación de crisis en las economías de los países nombrados
más arriba requirió la adopción de políticas ad-hoc cuya naturaleza no difería de
las propiciadas y aplicadas en su momento por el keynesianismo de la síntesis, a
las que la MNC había considerado definitivamente desterradas y condenadas al
olvido. Sin embargo, la calidad de ser economías de “mercados emergentes” o
en desarrollo, las afectadas por la crisis, permitía dejar flotando una asignación
de culpas que iba desde el error cometido por órganos públicos a la permanencia
de instituciones de naturaleza o conducta inadecuadas, pasando por las
ineficiencias peculiares de tales economías… Las reconvenciones originadas en
los críticos no ortodoxos y dirigidas a las políticas aplicadas, muchas veces
propiciadas por los órganos internacionales y también muy alabadas por los
núcleos influyentes y aún personajes de los propios gobiernos de los países de
economía avanzada, no tuvieron eco, prácticamente, en dichos núcleos de poder.
Al menos, en sus tomas de posición públicas al respecto.
El caso de la crisis de la economía argentina, a principios de este siglo, es
revelador para apreciar la existencia de un cierto disenso –una vez estallada
aquella- dentro de la ortodoxia respecto, por un lado, a su origen y causalidades
y por otro, a las medidas requeridas y aplicadas para su superación. Sin
embargo, debe recordarse que, al tiempo de adoptarse el NME y aplicarse las
políticas respectivas, hubo una aprobación casi general por parte de los
organismos internacionales, los gobiernos del grupo de los siete y aún de
organizaciones no gubernamentales partidarias de las concepciones ortodoxas.
Si bien una de sus peculiaridades como el tipo de cambio fijo, convertible,
adoptando el dólar estadounidense como patrón, no estaba entre los consejos
liminares de los organismos internacionales, no fue, sin embargo, considerado
como un factor que convirtiera en inviable a todo el conjunto de medidas
implementadas28
Los fundamentos y las consecuencias de tal modelo han sido amplia y
detalladamente evaluadas. La ortodoxia, dividida (¿dividida?), realizó sus
apreciaciones al respecto. Pero, de ningún modo expresó un pensamiento
precios de mercado en el presente. Es decir, que se hace el mejor uso de la información disponible,
mientras que, en el mundo real, el mercado del cambio extranjero exhibe fuertes "anomalías".
28
Deben recordarse las frecuentes expresiones y gestos de aprobación de la política económica argentina
en los ‟90, por parte de los organismos internacionales y los gobiernos de los EE.UU., Japón, etc.
revisionista de los principios de las políticas que había considerado adecuadas
una vez producido el estallido económico-financiero con consecuencias políticosociales alarmantes.
Hubo que esperar a que la crisis internacional de 2007-2008, nacida y esparcida
principalmente en las economías avanzadas, mostrara la gravedad de los efectos
de las concepciones macroeconómicas de la “mainstrem” y de las políticas
implementadas para que se presentara tal revisión.
En un documento producido por un alto funcionario del FMI29 (Repensando la
política macroeconómica, O. Blanchard et alia, febrero 2010) se encara un
balance del pensamiento de la“mainstrem” y lo que podrían ser las nuevas
directrices de la política macroeconómica en los tiempos de post-crisis. Al
comienzo de dicho documento sostienen: „Se procede mediante tres pasos. En el
primero, se expresa la opinión que nos merece lo que creímos saber. El segundo,
identifica dónde nos equivocamos. El tercero, y más provisorio de los tres, da un
primer paso hacia la determinación del contorno esquemático de una nueva
política macroeconómica‟.
Este último punto plantea una nueva agenda de política económica alternativa al
"consenso macroeconómico" que existiera hasta la crisis económica de 2007200830. Se afirma en el documento que las bases de dicho Consenso quedaron
seriamente heridas por la crisis y señalan: a) que quienes estructuraron la política
económica prevaleciente pudieron ver que el mantenimiento de una tasa estable
y baja de inflación no basta para lograr la estabilidad macroeconómica. Esto es
así porque los precios de los activos, de los agregados de crédito y hasta la propia
composición de la producción, pueden generar fuerzas desestabilizadoras en la
economía. Éstas conducen ya sea a mediano o largo plazos, hacia crisis financieras
de gran magnitud. En segundo lugar, la fijación de una meta de inflación demasiado
baja reduce considerablemente el espacio para la disminución de la tasa nominal de
interés cuando ello fuera necesario a fin de enfrentar los efectos de una crisis
financiera. Así, los costos debidos a la pérdida de flexibilidad derivados de una
meta de inflación demasiado baja superan, en mucho, a las posibles ganancias en
credibilidad que pudieran generar. En tercer lugar, el mantenimiento de un “espacio
fiscal”– entendido como una relación entre deuda bruta y PIB de nivel bajo a
29
Debe tenerse en cuenta que las políticas aconsejadas por el FMI, consejos de aceptación más bien obligatoria ya
que el auxilio financiero que solicitaban cobraba frecuentemente el carácter de imprescindible, merecieron opiniones
desfavorables. “Esencialmente, el Fondo fue criticado por su excesiva dependencia de la gestión de la demanda en el
corto plazo ("exageración" como solía llamarlo Sidney Dell en el contexto de América Latina), el recorte importante
del gasto público social, su afición por las modificaciones bruscas y enormes del tipo de cambio, su incomprensión de
las limitaciones estructurales de los países más pobres, especialmente por el lado de las exportaciones, su falta de
voluntad para la financiación frontal de la carga de los préstamos, su excesiva dependencia del ajuste vis-a-vis el
financiamiento, la falta de reconocimiento, o de ayuda, de los problemas por el creciente endeudamiento de África, su
fe inquebrantable en las fuerzas del mercado sin trabas, entre ellas la liberalización de las cuentas de capital, y su
incapacidad para ser explícitos acerca de las consecuencias distributivas de sus programas y en especial, su impacto
en las zonas urbanas y rurales pobres” (John Loxley; Presentation for the John Kenneth Galbraith Prize in
Economics, May 2010).
30
Según dicho consenso, la política macroeconómica debía ser conducida basándose en los siguientes principios: 1)
la política monetaria debe tener como único objetivo una tasa de inflación baja y estable; 2) la política monetaria,
conducida bajo un régimen de metas de inflación, debe adoptar como único instrumento la tasa de interés de corto
plazo; 3) el único objetivo de la política fiscal debe ser la estabilización de la deuda bruta del sector público como
proporción del PIB; 4) la regulación financiera debe ser independiente de sus posibles impactos macroeconómicos .
moderado – se mostró como de importancia fundamental para una pronta y decisiva
respuesta de la política fiscal a la crisis financiera. Finalmente, el carácter limitado
de la regulación financiera proporcionó los incentivos necesarios para que los
bancos crearan operaciones "exóticas" fuera de sus balances, de modo de eludir los
límites establecidos para el “leverage” por el Acuerdo de Basilea, lo que terminó
aumentando la fragilidad financiera del sistema como un todo.
Ante esta visión de las causas generadoras de la crisis financiera es preciso
tomar en cuenta otras que presenten una interpretación alternativa. Puede citarse,
por ejemplo, la siguiente:
En primer lugar, cabe sostener que la crisis de la economía norteamericana – que la
incubó y esparció - significó el agotamiento de un modelo del ciclo basado en la
combinación de la inflación de activos con un fuerte aumento del endeudamiento.
La crisis, en términos generales, reveló una crisis del propio modelo liberal, en el
que fallaron los principios de eficiencia de los mercados y su capacidad de
autorregulación.
Luego, debe apuntarse a que las vacilaciones en las políticas que se
implementaron, con una preocupación posiblemente prematura en el déficit del
sector público y el incremento de la deuda gubernamental, terminaron por
generar incertidumbres aún mayores en relación a la recuperación económica
mundial, no debiendo excluirse el desemboque en una nueva contracción
económica.
En tercer lugar, la crisis de las economías periféricas de la UE revela los problemas
relacionados con la rigidez de las políticas macro y las asimetrías de la realidad
económica en la zona del euro, entre países con condiciones estructurales bastante
diferentes, generando un problema crónico de competitividad externa, una vez que
la adhesión al euro eliminó la posibilidad de usar la devaluación cambiaria como un
instrumento de política económica.
Desde ya, la constatación de la inconsistencia entre la realidad, por un lado y la teoríapolíticas- predicciones, por otro, no basta para dar a luz a una alternativa teórica,
deducir políticas aptas y obtener el suficiente grado de consenso como para encarar los
problemas existentes. Aunque, sí, la aceptación de esa inconsistencia y el análisis de las
alternativas teóricas presentadas por el pensamiento económico crítico y de su
adecuación a una o más realidades particulares, constituye un paso necesario y valioso
para encaminar la teoría y las políticas, lograr consenso y hacer viable su concreción en
la práctica.
La crítica desde la heterodoxia
- Todas las vertientes del pensamiento heterodoxo se caracterizan por brindar
elementos para criticar a la ortodoxia, aunque lo hacen enfocándose en distintos
aspectos de las teorías dominantes. A su vez, el nivel de profundidad de las
críticas también difiere según las corrientes que se consideren.
Así, algunas teorías critican a la economía neoclásica por dejar fuera de su
análisis dimensiones (variables) que de alguna manera habría que incorporar. El
objetivo de estas vertientes es incorporar en el instrumental neoclásico aspectos,
por ejemplo, de la psicología (behavioral) o del entorno institucional (nuevos
institucionalistas). Estas vertientes no rechazan de plano a la teoría ortodoxa,
sino que sus críticas apuntan hacia la forma en que son encarados algunos
aspectos o por la ausencia en el análisis de ciertas dimensiones. Muchos autores
no consideran a estas vertientes como parte de la heterodoxia, ya que para
considerar a una teoría como integrante del pensamiento heterodoxo debe partir,
dicen, de la crítica de las bases de la teoría ortodoxa y, por lo tanto, de su
rechazo como instrumental válido para interpretar los fenómenos económicos.
En este contexto, existen un conjunto de corrientes que tienen como puntos en
común el rechazo del enfoque metodológico y de los supuestos de las vertientes
ortodoxas, así como el intento de dar cuenta de la dinámica de la economía
mundial, tomando en consideración el contexto histórico y las particularidades
de las distintas economías y de las distintas etapas históricas del capitalismo.
Con estas características podemos ubicar al evolucionismo, los neoshumpeterianos y los regulacionistas. Cada una de estas corrientes ha
contribuido a esclarecer aspectos del funcionamiento contemporáneo del
capitalismo (transformaciones tecnológicas, volatilidad del capital financiero,
comportamiento de las firmas, modalidad del proceso laboral, metodología de la
economía). A su vez, en la periferia también surgieron teorías heterodoxas que
se nutrieron de las concepciones teóricas que provenían de los centros, pero
ponían especial énfasis en las especificidades de los países en los que se
desarrollaban dichas teorías. Es el caso de la teoría de la dependencia, del
estructuralismo y, más recientemente, el neo-estructuralismo.
En términos de sus desarrollos y continuadores, puede considerarse al
pensamiento poskeynesiano y al marxismo, como las principales corrientes
heterodoxas que fueron evolucionando a lo largo de la historia. Estas dos
vertientes tienen fortalezas que hacen que sea fundamental tenerlas en cuenta en
cualquier revisión del pensamiento heterodoxo. Si bien varias visiones señalan
que adolecen, todavía, de ciertas carencias que permitirían considerar que no han
arribado a conformar una teoría acabada que pueda cumplir el doble propósito
de, por un lado, realizar una crítica certera de las falencias de la ortodoxia, y por
otro, convencer acerca de su potencial eficacia para enfrentar los fenómenos de
la realidad económica contemporánea, puede remarcarse, legítimamente, que
esto último requiere de acontecimientos como los que hoy se viven como para
impulsar políticas cuya base teórica difiera de las propias de la ortodoxia .31
El Pensamiento Poskeynesiano: aspectos centrales
La escuela poskeynesiana32 (PK) parte de la concepción teórica de John Maynard
Keynes, persiguiendo mucho más que ampliarla o actualizarla. Procuran
estructurar un aparato teórico capaz de suplantar a la corriente principal de raíz
neoclásica. Para ello, integran elementos de otras aportaciones teóricas como la
marxista y la tradición clásica. La característica inicial del pensamiento
postkeynesiano (PPK) es el rechazo de la teoría neoclásica y de sus
recomendaciones de política económica.
31
También, sería posible afirmar que la oportunidad de una crisis de difícil y muy costosa resolución con los
instrumentos de la ortodoxia, junto a una resistencia notoria por parte de importantes capas de población, impulsaría
el reemplazo y adopción de las políticas sostenidas en la teoría alternativa dentro de la heterodoxia.
32
La denominación “postkeynesiana” de la escuela –que conservan desde los cincuenta- ha traído consigo
bastante confusión ya que en algún momento fue considerada como una corriente keynesiana más (M. A.
Galindo, 2003).
La lectura de Keynes por parte de los primeros PK difirió notoriamente de la
realizada por los teóricos adheridos a la visión walrasiana, como Hicks y Meade
(J. E. King, 2003) y tomaron en cuenta la heterodoxia de Keynes, manifestada
tanto en sus críticas a la economía de los clásicos (comprendiendo aquí desde los
post-ricardianos hasta Marshall y sus seguidores) como en algunos aspectos y
postulados de su teoría macroeconómica. Entre las primeras se encuentra la
refutación de la ley de Say33; sostenido por las demostraciones de la no
neutralidad del dinero, de la indeterminación implícita de las cantidades cuando la
función de oferta de trabajo tiene como única variable al salario real, de que el
orden de causalidad va desde la inversión a la renta y desde ésta al ahorro, a través
de la función consumo, y no a la inversa, como cuando se concibe al ahorro como
determinante y, finalmente, que la incertidumbre es un elemento importante e
innegable de la realidad, desconsiderado por la teoría neoclásica.
Los virtuales inspiradores e iniciadores del PPK fueron R. Harrod, J. Robinson y
N. Kaldor, debiéndole asignar a P. Sraffa un rol especialmente destacado por su
labor y la repercusión ulterior de sus trabajos (se lo consideró la eminencia gris
del grupo). A ellos se unieron R. Kahn y M. Kalecki. Todos constituyeron un
destacado núcleo de economistas en Cambridge que, con el transcurrir de los años,
fueron ganando no poco predicamento.
Dichos aspectos de la teoría de Keynes abrieron el camino para que los
precursores poskeynesianos replantearan la forma de aproximación a la realidad
encarada a partir de los teoremas fundamentales de la teoría económica vigente (la
economía neoclásica).
El nuevo camino condujo a:
i) la reactualización del enfoque ricardiano con la finalidad de demostrar que los
“precios de los factores” podían encararse de un modo muy distinto a como lo
hacía la teoría neoclásica. La tecnología no determina la distribución del ingreso y
el precio de los factores no influye en la tecnología. El capital no posee su propia
productividad marginal sino que las diferencias en la productividad son
consecuencia de la diversidad de tecnologías empleadas.
ii) La observación del error marshalliano de la determinación de los costos en
competencia perfecta mediante el análisis de las leyes de los rendimientos en
condiciones de la competencia.
ii) La detección del grave error lógico en la teoría de la distribución del ingreso
neoclásica, basada en la técnica incorporada a la función de producción y el
desemboque en la identificación del problema de la medición del capital.
A su vez, la incorporación del tiempo histórico en los modelos económicos
alternativos a los de la ortodoxia puso en evidencia la estrechez explicativa de los
ajustes instantáneos supuestos por ésta (modelos estáticos); el estudio del corto
plazo, enfatizado en la Teoría General, dio lugar a la preocupación por la dinámica
económica generando respuestas concretas en este campo con el tratamiento del
largo plazo (por ejemplo, el modelo de crecimiento económico de R. Harrod). El
rechazo del equilibrio general walrasiano tendría como contrapartida la
concepción del no-equilibrio, considerándolo la tendencia predominante o el caso
33
Cuyo enunciado es “La oferta crea su propia demanda”, con lo que se pretende enunciar el principio de
la inexistencia de deficiencias generalizadas de la demanda en el sistema capitalista.
general del sistema capitalista, en contraposición al caso particular representado
por el “equilibrio”. El „tiempo‟ y el modelo de desplazamiento del equilibrio,
resultaron ser el punto de arranque, no sólo de los modelos de crecimiento de R.
Kahn, J. Robinson, N. Kaldor y L. Pasinetti, sino también de los de M. Kalecki y
R. Goodwin. Por otra parte, la crítica del concepto marshalliano de competencia
perfecta dio lugar a la teoría de la competencia imperfecta. El poder de mercado
de las grandes entidades industriales y su enlace con el análisis de los precios y de
la distribución del ingreso, proporcionaron modelos explicativos (kaleckianos)
dotados de un grado mayor de realismo que el de las elaboraciones neoclásicas y
sin perder sencillez ni claridad.
Las generaciones siguientes de poskeynesianos convivieron con la estanflación de
los setenta, con la caída del socialismo soviético y el de su área de influencia y con
las dos crisis financieras, la de principios de los ‟80 (la crisis de la deuda externa
que afectó seriamente a la periferia) y la de los ‟90. Todo ello repercutió en sus
trabajos pues planteó la necesidad y el desafío de explicar esa realidad cambiante,
lo cual también aguijoneó a su intelecto.
Así, se articularon Keynes y Kalecki, por un lado, y se avanzó a partir de los
planteamientos de P. Sraffa, por otro34. A esta vertiente se la identificaría como el
poskeynesianismo de Cambridge, el cual, desde la segunda mitad de los „70,
mostraría (según ciertos autores) una suerte de bifurcación teórica entre una
orientación keynesiano-kaleckiana y otra sraffiana.35
A su vez, se desarrolló también una rama norteamericana del PPK, cuyos
iniciadores fueron S. Weintraub y P. Davidson, contando con el aporte de H.
Minsky, A. Eichner y J. K. Galbraith entre los más renombrados. Estos últimos
desarrollaron los puntos de vista de J. Robinson sobre la competencia imperfecta y
la existencia de oligopolios con poder de mercado, capaces de influir en la fijación
de precios y salarios.
En cuanto a la vertiente de Cambridge (referida como el PK europeo por diversos
autores) avanzó acentuando la base teórica que integra el keynesianismo con
Kalecki y aceptando la contribución de P. Sraffa (en varios aspectos). Los autores
que produjeron contribuciones significativas en la evolución del PPK que
citaremos aquí son: T. Asimakopulos, Eatwell, P. Garegnani, L. Pasinetti y G.
Harcourt.
Las más recientes experiencias de los autores de la tercera generación, ligadas a
las transformaciones de la realidad y en oposición al intento de hacer reverdecer el
prekeynesianismo después de Keynes, obligan a reflexionar sobre algunas
cuestiones no desarrolladas por el PPK y a proseguir el estudio de la realidad
desde las bases analítico-teóricas existentes.
34
Debe reconocerse que J. Robinson, a la que hemos incluido entre los precursores o iniciadores del PPK, al tratar el
gran poder de mercado desarrollado por las empresas manufactureras de importante tamaño, había realizado un
enlace conceptual con el análisis de los precios y de la distribución del ingreso de M. Kalecki.
35
Merece señalarse que, hoy, suele separarse a los sraffianos o neo-ricardianos del seno del PPK, dadas las
diferencias que los separan, en particular, de la orientación kaleckiana. Sin embargo, en un comienzo, P. Sraffa
integró el núcleo que con sus aportes teóricos contribuyó a sentar las bases de la escuela PK.
Los trabajos realizados por los autores de la tercera generación PK abarcan desde
lo monetario y financiero, que deben enfrentar la realidad de la desregulación y
liberalización difundidas a nivel global, pasando por el tema de la inflación, la
formación de los precios y la conformación de los márgenes de beneficio, la
cuestión de la reimplantada tendencia a la desigualdad en la distribución del
ingreso, la política fiscal enfatizando el aspecto tributario, el funcionamiento del
mercado de trabajo en el contexto de la oligopolización, hasta los problemas del
crecimiento económico en la nueva etapa histórica y la participación del Estado en
la economía, al influjo del regreso al prekeynesianismo por parte de la ortodoxia.
Las nuevas condiciones del contexto internacional y el caso Argentina.
El transcurrir de la última década del siglo pasado y la primera del presente muestra
hechos y procesos que deben considerarse por su significación para la cuestión de
redefinir el tipo de política a adoptar, a fin de encarar el desarrollo económico en países
como Argentina. La mencionada experiencia con las políticas basadas en la autonomía de
los mercados eficientes, minimizando las intervenciones exógenas –circunscritas al
manejo de la política monetaria- y desarmando lo más drástica y rápidamente posible lo
que quedara de la herencia de las concepciones keynesiana y del estructuralismo
latinoamericano, debe ser muy bien evaluada para reconocer sus aspectos rescatables.
La transformación experimentada en la organización mundial de la producción, el
intercambio y el desarrollo financiero y el rol que desempeñan estas economías en la
presente etapa de la evolución económica, tiene aspectos con signo diverso.
La reasignación espacial de los establecimientos productivos – a escala mundial- junto a
la división de las etapas de producción, estrechamente asociadas a las nuevas tecnologías
difundidas en las últimas décadas, la magnitud del capital implicado en tales
descentralizaciones –con lo cual se incrementa la incidencia de la inversión externa en
ciertas ramas productivas de las zonas receptoras así como el empleo de fuerza de trabajoy el incremento de los intercambios derivados de todo ello, constituyen unas
características dinamizadoras de la actividad económica. Este comportamiento implica
diferencias respecto del conocido en los ‟60 y ‟70 cuando en la Periferia se radicaban las
filiales de las empresas del Centro, de acuerdo a la estrategia gobernada, en buena
medida, por el principio de la ampliación de mercados para la producción de las matrices,
por lo menos, en el caso de China y ciertos países del SE asiático, hoy.
Los procesos de industrialización, crecimiento urbano, apropiación tecnológica y
ampliación del comercio en estos países están siendo fortalecidos por esta característica
de la innovación productiva con repercusiones favorables fuera del Centro. Aunque debe
enfatizarse que estas repercusiones pueden existir con la capacidad de provocar cambios
favorables si quedan comprendidas en políticas domésticas que persiguen, expresa y
activamente, el crecimiento económico.
La integración a este proceso de países de gran tamaño y con estrategias domésticas
específicas, como China e India, en los que existe un proceso de urbanización de
magnitud importante –dada la población incorporada- con crecimiento de la renta media
per capita, ha repercutido en el consumo agregado y en los requerimientos de insumos
intermedios para sostener una producción de grandes proporciones y con una dinámica
acelerada. La renta media de esas economías estaba – y sigue estando, todavía- lejos de la
correspondiente a las economías avanzadas; sin embargo, los centros urbanos importantes
están acrecentando sus ingresos y experimentan un cierto aumento de los grupos medios y
altos, con lo cual su consumo se modifica, e incorpora bienes que deben importar. Las
importaciones de estos países han influido en el aumento de los precios de productos
primarios36 Así, aparece una modificación en el comportamiento de los términos del
36
Aunque no debe dejar de considerarse la presión al alza provocada por el proceso especulativo.
intercambio entre las exportaciones (commodities y derivados) e importaciones (de
Latinoamérica), favoreciéndolos por aquel lado.
La producción china37 y sus exportaciones ocasionaron una repercusión sobre los precios
de los productos industriales, manteniéndolos en niveles relativamente estables38, con lo
cual se completó el efecto favorable sobre los términos de intercambio de los países
latinoamericanos y de Argentina entre ellos.
Otro aspecto a tomar en cuenta es la modificación de la importancia relativa de las
economías avanzadas en las relaciones económicas internacionales de las economías en
desarrollo latinoamericanas. La llegada de los nuevos interlocutores en el ámbito de las
transacciones comerciales internacionales y por ahora en forma muy acotada, en las
financieras, abre la puerta a una articulación alternativa y diversa a las relaciones
tradicionales entre economías en desarrollo y avanzadas.
Tal tipo de relaciones alternativas, con improntas distintas a las conocidas, comprende
también al esquema de integración regional latinoamericana. La asociación tipo
MERCOSUR, con su posible ampliación, puede constituir una forma de articular
relaciones internacionales con políticas domésticas cuyo objetivo es el crecimiento
económico sustentable y con estabilidad, evitando incurrir en las limitaciones del balance
de pagos.
La crisis económico-financiera de 2007-2008 y su repercusión en dos economías
latinoamericanas, Argentina y Brasil, permite apreciar el resultado de la aplicación de
políticas distintas a las deducidas de la teoría de la corriente principal. Además de esto, es
válido interpretar que la decisión de enfrentar a la crisis de acuerdo a un pensamiento
económico alternativo al dominante y tomando en cuenta las peculiaridades de cada
economía, puede constituir un camino posible hacia el alcance de objetivos escogidos en
función de decisiones propias.
Tanto la Argentina como Brasil experimentaron la repercusión de la crisis internacional,
aún no plenamente superada en las economías avanzadas. Sin embargo, lo destacable es
que el impacto sufrido fue relativamente moderado y de una duración limitada. La
explicación de este resultado se encuentra, en buena medida, en las políticas adoptadas.
Se ha señalado que las condiciones que le posibilitaron a la economía brasileña
superar el contagio de la crisis mundial son: a) el rol anticíclico desempeñado por los
bancos públicos (BNDES, Banco do Brasil y Caja Económica Federal) que evitaron
contraer significativamente el crédito; b) el mantenimiento y aún el aumento de la
inversión y del gasto públicos.
Se ha considerado, también, que si la política monetaria se hubiese flexibilizado más y
en forma más rápida que lo acontecido en 2008, posiblemente, la economía brasileña
no hubiese entrado en recesión en el año 2009.
Pero, además, “se hacen ya algunas proposiciones de política económica para aplicar
en el período post-crisis y con el objetivo de alcanzar un crecimiento económico
sustentable y financieramente estable, sin recaer en los problemas crónicos de
restricción externa (léase sustentabilidad de largo plazo del balance de pagos) al
crecimiento, generados tanto por déficit crecientes en la cuenta comercial y de
servicios, como también en función de la propia volatilidad de los flujos de capital
externos”. Es decir, se propone la discusión de una nueva agenda de política
económica.
37
Y también la de otros países del SE asiático
El reducido costo de la mano de obra asiática acrecentó las ganancias derivadas de la inversión exterior
de las grandes empresas de las economías avanzadas occidentales (de USA, Alemania, Francia)
38
En Argentina el plan anticrisis comprendió: a) creación de un Ministerio de
Producción; b) declaración de una moratoria tributaria introduciendo reducciones
en las retenciones al agro; c) un programa de blanqueo de los puestos de trabajo
informales, la promoción y el sostenimiento del empleo registrado en las PYMES;
d) medidas de estímulo a la repatriación de capitales; e) crédito público de
fomento a la producción y el consumo por usd4,4 mil millones, concretados a
través de la banca privada; f) plan de inversión pública por usd 21 mil millones y
el objetivo de incrementar los puestos de trabajo (360 mil empleos).
Así, los gobiernos de ambos países encararon políticas fiscales y crediticias, es decir
estableciendo medidas de intervención estatal y llevando a cabo, además, medidas que
consisten en otorgar suplementos de ingresos a los sectores pobres. Este tipo de políticas
están muy alejadas de las que se encaran hoy, por ejemplo, en la UE.
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