Introducción a la estética ya la apreciación artística

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Introducción a la estética y a la apreciación artística
El ser humano es un ser expresivo, sensible y racional; y desde su
aparición en el planeta ha manifestado su creatividad e inteligencia
en el arte y en su reflexión acerca del arte.
El arte se consolidó como el instrumento adecuado de expresión
de ideas y sentimientos, y de representación del mundo. El arte
está presente en todas las culturas y todas las épocas; esto nos
demuestra que el ser humano tiene una naturaleza creativa.
El ser humano ha explotado, desde las primeras comunidades
humanas, su potencial expresivo y ha producido figuras y símbolos
que transmiten ideas y creencias de cada época; y que han sido
elaboradas de manera muy creativa. Así mismo se desarrollaron
técnicas mucho más especializadas y desarrolladas en la producción
artística, y también reflexiones cada vez más especializadas de los
conceptos que fundamentan al arte, como son: proporción, simetría,
composición, concepto, forma y tema.
De esta manera, podemos hablar aquí de dos ámbitos humanos
que se han producido y perfeccionado a través de la historia de la
humanidad, éstos son: la producción artística o arte y la reflexión
del arte o estética.
Uno es expresión, sensibilidad y creatividad, el otro es análisis,
juicio y racionalidad. Pero ambos ámbitos: el arte y la estética; son
partes integrales de una totalidad que es el ser humano.
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Son partes de una misma naturaleza humana que cada vez intenta
perfeccionarse más tanto en su creatividad como en su racionalidad.
No es posible concebir a un ser humano íntegro cuando sólo se
desarrolla la sensibilidad, o cuando sólo se desarrolla la racionalidad,
reprimiendo la otra parte.
El ser humano es ambas partes: sensibilidad y racionalidad, algunos
se inclinan más por una parte que otros. Pero finalmente, de alguna
manera ambas partes se tendrían que conjugar para ser un ser
humano completo.
Y a través de la historia de la humanidad se puede ver cómo
ambos ámbitos siempre han estado presentes y se han conjugado
de manera significativa.
EL PARTENÓN, ACROPOLIS, ATENAS GRECIA.
En los griegos por ejemplo, hubo excelentes manifestaciones
artísticas: escultura, grabado, música, danza y
teatro; y al mismo tiempo estas expresiones de
la sensibilidad estaban apoyadas por una
concepción filosófica del ser, del alma, de la vida,
de la belleza, del ser humano y del mundo.
La cultura de un pueblo precisamente se
conforma por la producción artística y por la
producción racional.
Y al mismo tiempo el autor ya sea de alguna
obra de arte o de alguna obra racional, hace eco
de su sentir y pensar interior y también considera
lo que la propia cultura social proclama en ese
momento. Esto quiere decir que el autor expresa
lo que trae su interior y también lo que siente y piensa de lo que
acontece en la vida social.
Lo que significa es que el ser humano no es un ente aislado, es un
ser social que constantemente está interactuando con su medio y
es influido notoriamente por él.
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Por todo lo anterior, es posible subrayar la importancia que tiene
tanto el arte como la estética en la vida del hombre. Quien es en su
naturaleza un ser expresivo y simbólico, encontrando en su actividad
productiva, artística y reflexiva un sentido de la vida.
TEMPLO DE CAP SOUNIÓN, ATENAS GRECIA.
Se le ha llamado arte a la obra producto de la creación humana,
que además tiene como característica estar bien hecha. En las obras
de arte se puede encontrar belleza y perfección.
Las obras de la naturaleza también son bellas y
perfectas, pero el autor de esa belleza no es el ser
humano, para los pensadores medievales y
algunos renacentistas, el autor es Dios. La creación
divina se sale de toda explicación racional, así
que éste es un ámbito que se queda apartado. Sólo
se le llama arte a la producción de obras creadas
por el ser humano.
El propio ser humano puede expresar su sentir
religioso y crear obras con ese tema, como lo
hicieron en el arte medieval. Pero finalmente son
representaciones, expresiones, producciones humanas.
Se le ha llamado Estética a la reflexión acerca del arte, acerca de la
producción artística. Nace de la curiosidad por saber qué es el
arte, cuál es el fundamento de las obras de arte, qué es la belleza,
etc.
En realidad la estética como ciencia filosófica aparece hasta el siglo
XVIII y la emplea Baumgarten (1714-1762), antes de utilizar la
palabra estética se utilizaba “teoría de la sensibilidad”, “estudio de
la belleza”.
Estética viene del griego aisthesis que significa literalmente: sensación,
percepción sensible.
La Estética como ciencia pretende fundamentarse en principios
universales que apoyan la indagación acerca del arte como su objeto
de estudio.
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La Estética ha propiciado innumerables discusiones acerca de su
fundamentación como ciencia, el hecho es que no se trata de una
ciencia formal con métodos y leyes definidos. Se trata de una rama
de la filosofía que intenta argumentar la validez de las teorías que
hacen explícitos un saber que tiene un carácter subjetivo como lo
es el arte.
El arte desde los griegos es un saber que tiene bases universales y
que tiende a la perfección humana. La noción griega de bien, útil y
belleza tiene toda una concepción universal: lo que es bello es bello
en todas partes porque está perfectamente bien hecho.
Aunque lo anterior ha generado bastantes argumentos a favor de la
subjetividad y en contra de la objetividad de la estética como una
ciencia. Y así algunos afirman: “lo que es bello para mí, no es bello
para ti”.
La discusión está en boga en la actualidad, el no haber encontrado
una respuesta absoluta definitiva aún, favorece (contrario a lo que
se podría pensar) el desarrollo de los estudios de la estética, ya que
se producen cada vez más y mejores argumentos que avalan a la
estética como una ciencia, rama de la filosofía.
El arte existe desde que existe el ser humano, la capacidad reflexiva
también siempre ha estado presente. La reflexión por el arte y la
sensibilidad también lo han estado, aunque a esta actividad se le
nombre estética hasta el siglo XVIII.
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Aunque el mundo, las sociedades, las costumbres, y las ideas
cambien a través de la historia; la estética considera que siempre
prevalecen los principios del arte y que en cualquier época, ante
cualquier obra de arte, se va a vivenciar una experiencia estética
que devela la naturaleza universal de la obra de arte.
Existen estéticas contemporáneas, como la del filósofo Sánchez
Vázquez que va a considerar viable una estética dialéctica que aún
buscando los principios universales que contiene toda obra artística,
sea también una estética dinámica que también considere los
cambios naturales que se van gestando en la historia de la
humanidad.
Aún la estética dialéctica de Sánchez Vázquez aspira a producir un
conocimiento objetivo y formar un sistema.
La estética es un estudio muy complejo ya que es el intento
explicativo racional de conceptos abstractos como lo bello y de
experiencias sensibles. Es muy distinto tener o vivenciar una
experiencia estética y hacer una reflexión o conceptualizar la
experiencia estética. Y luego surge el problema: alguien que nunca
ha tenido una experiencia estética, ¿cómo va a pretender estudiar
la experiencia estética o al arte, si nunca ha probado el sabor de la
experiencia?
Otras de las preguntas más importantes que se hace la estética, son
¿todas las producciones que crea el ser humano se les puede
considerar como obras de arte?, ¿existe el arte popular?, ¿el artista
cuando crea una obra, propositivamente la crea para que genere en
el espectador una experiencia estética o la experiencia estética y la
contemplación brotan espontáneamente en el espectador?, ¿el arte
tiene un fin en si mismo o sólo se crea por imitación?
Preguntas como éstas nos muestran la complejidad que tiene la
estética y las reflexiones tan profundas que pueden aparecer en
este intento de esclarecimiento.
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Los distintos estetas les han dado distintas respuestas a las principales
cuestiones que se plantea la estética y éstas tienen que ver con la
concepción de hombre y de mundo que se tiene en cada época. Por
esto nos va a aparecer fundamental abordar una breve historia del
arte, así como una breve historia de la estética; para ir viendo la
estrecha relación que se ha dado entre arte y estética. Elementos
que nos permitirán asentar algunas bases para la apreciación artística
y el juicio estético.
Antes de comenzar la breve historia, entraremos desde el ámbito
estético al análisis de conceptos fundamentales para la apreciación
artística llamados categorías.
Enfocando la reflexión estética al sujeto que contempla una obra
de arte de pintura, o grabado o música o danza o arquitectura; surgen
ante la experiencia entre el sujeto y el objeto (individuo-obra de
arte) conceptos que intentan describir la experiencia que le causó la
obra de arte al sujeto. Estos conceptos fueron llamados categorías
desde los griegos, Aristóteles los usa como modos de enunciar lo
que las cosas son de distinta manera (según su cantidad, cualidad,
posición, lugar, tiempo, etc.). Según Aristóteles las categorías son
los conceptos más generales acerca de un grupo de objetos o
fenómenos. Hegel define las categorías como abreviaturas de los
innumerables detalles de la realidad.
Las categorías son conceptos abstractos
que definen la realidad, en este caso en la
estética, las categorías definen la realidad
sensible que se percibe en las obras de arte.
Muchos estudiosos de estética únicamente
le han dedicado su reflexión a la categoría
de lo bello, siendo una entre muchas otras
que han sido olvidadas, como lo son lo
cómico, lo ridículo, lo grotesco y la fealdad,
entre otras.
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Hegel es el primero en elaborar una historia de las categorías
estéticas, él retoma a la categoría de lo sublime del arte del antiguo
oriente, lo bello pertenece al arte clásico, el primero es Sócrates, la
ironía la encuentra en la época romántica del arte cristiano. En
Aristóteles encontramos lo trágico y lo cómico en su poética.
Con respecto a la categoría de lo sublime, Hegel la sitúa en un
autor desconocido del siglo I de nuestra era, que durante mucho
tiempo, se atribuyó a Longino.
Lo sublime se vincula con la idea de lo infinito, con las aspiraciones
del alma a rebasar su finitud y toda esta idea impregna al arte medieval cristiano.
No se puede continuar con el análisis de las categorías estéticas,
sin antes mencionar que a lo bello se le relacionó desde la época
clásica con el concepto de lo útil. En los diálogos de Platón se
discute la relación de ambos conceptos y se deja ver que los objetos
producidos por el hombre que tienen en sí mismos una utilidad
son meros utensilios, y los objetos que no tienen una utilidad, esto
es: que no fueron creados para cumplir una tarea entonces son
inútiles como utensilios, y por lo tanto son obras de arte. Sólo
permiten la contemplación.
Aunque la discusión entre lo bello y lo útil no es sencilla, es un
problema complejo, esto se ve cuando Sócrates pone el ejemplo
de un escudo, ese objeto es bello y también es útil, ¿qué sucede en
este caso?
Sigue siendo en la filosofía contemporánea un problema, para Kant
lo bello y lo útil son incompatibles, el arte tiene un carácter
desinteresado.
Sea cual fuere la respuesta, lo cierto es que ambos conceptos lo
bello y lo útil guardan una relación sumamente estrecha y son
conceptos que se tienen que aclarar desde la estética para poder
entender otras categorías.
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Si se estudia una estética desde una visión prácticamente utilitaria
del mundo entonces lo útil va a cobrar una importancia significativa.
En la actualidad ésta es una discusión vigente y muchos objetos
artísticos son cuestionados en su utilidad o inutilidad para poder
ser considerados como bellos.
Así algunos autores han concluido que no existe incompatibilidad
ni tampoco identidad entre lo bello y lo útil. Aunque en un sentido
general sí se puede aceptar que el arte es útil para elevar y enriquecer
al ser humano.
Existen además dos tendencias en el estudio de la estética: el
objetivismo estético y el subjetivismo estético.
El objetivismo concibe al objeto como lo que existe en sí y por sí,
al margen de cualquier relación con el sujeto.
Han existido en la historia de la estética objetivismos idealistas y
objetivismos naturalistas o materialistas.
El objetivismo idealista se ejemplifica con Platón, las cosas bellas
sólo son manifestaciones o sombras de la belleza ideal. Esta
concepción objetivista impregna la estética cristiana medieval que
ve en la belleza un atributo del ser supremo, o sea de Dios. En el
renacimiento domina también la teoría objetivista, ya que la belleza
se encuentra en la naturaleza de las cosas. En todos estos casos la
belleza es una cualidad objetiva, independiente del hombre, aunque
dependiente de un principio supremo o en la naturaleza como en
el objetivismo naturalista. Que le da primacía a las propiedades
naturales que tienen los objetos estéticos como son simetría,
armonía, proporción y ritmo.
El subjetivismo estético deja a un lado las cualidades y los factores
objetivos que intervienen en la relación estética. Históricamente,
el pensamiento estético occidental gira, hasta el siglo XVIII, en
torno al objeto, aunque no faltan posiciones subjetivistas en los
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siglos anteriores, e incluso en la antigüedad griega. Para los sofistas
por ejemplo, el hombre era la medida de todas las cosas y, por
tanto, también la belleza. Sin embargo, hay que esperar cerca de
veintidós siglos para que la atención se ponga con los empiristas
ingleses, en lo subjetivo de lo estético.
En el subjetivismo se atiende a la facultad humana, al sentimiento;
que hace sentir las cosas como bellas; más que a la cualidad del
objeto como en el objetivismo.
David Hume es un representante del subjetivismo estético y dice:
“la belleza no es ninguna cualidad de las cosas en sí mismas. Existe
en la mente que las contempla, y cada mente percibe una belleza
diferente”.
El subjetivismo con estos dos rasgos constantes en sus múltiples
formas: negación de las cualidades objetivas y absolutización del
papel del sujeto, lo encontramos en diferentes teorías estéticas del
siglo XX.
Las dos tendencias yerran al ser tan extremistas, el objetivismo
acierta al subrayar la objetividad de lo estético, pero sigue una vía
errónea al poner al margen la relación con el hombre; mientras que
el subjetivismo acierta al señalar el papel del sujeto, pero pierde
rumbo al absolutilizar al objeto. Ambas tendencias caen en el mismo
error; separar lo que sólo existe en relación mutua.
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