El Museo de Navarra inaugura un ciclo de visitas teatralizadas para escolares y familias con motivo de Santa Águeda El Museo de Navarra ha iniciado un ciclo de visitas teatralizadas en las que una guía que representa a la artista Catalina de Oscáriz (s. XVI) explica a grupos de escolares el significado de la tabla renacentista de Santa Águeda, que se conserva en el Museo. De este modo didáctico, esta institución se suma a la festividad de esta popular santa. Las visitas están organizadas para alumnos mayores de seis años, de centros de enseñanza en castellano y vascuence, y se conciertan en el teléfono 848 42 64 93. El próximo sábado, 5 de febrero, a las 12:00 las visitas teatralizadas estarán abiertas al público en general, con entrada libre. Catalina de Oscáriz, la pintora cuya personalidad se recrea en la visita, trabajó en el segundo tercio del siglo XVI en el taller de pintura de su familia, y forma parte del reducísimo grupo de pintoras renacentistas de las que ha quedado noticia. Los Oscáriz pintaron el retablo de Sarriguren al que pertenece la tabla de Santa Águeda, la única que se conserva de este conjunto de arte sacro. La tabla, pintada al óleo en Pamplona en el segundo tercio del siglo XVI (121 x 123 cm.) fue firmada por Ramón de Oscáriz, hermano de Catalina, aunque se sabe que ésta tuvo una destacada intervención en la realización de ésta y otras obras del taller familiar que fundó Menaut de Oscáriz, padre de Ctalina. La existencia de Catalina y su labor pictórica, como doradora y en otros empeños, es conocida por una circunstancia extra artística: por la documentación conservada de un pleito sobre la herencia del taller que sostuvo con la viuda de su hermano Ramón a raíz de la muerte de éste. Catalina consiguió de los jueces que la titularidad del taller quedara en manos de su hijo Pedro de Alzo Oscáriz, pero en los considerandos del proceso ella aparece citada por su gran competencia artística, que, como era propio de la condición social de las mujeres, permaneció oculta para la historia del arte. Las mujeres no aparecían en los contratos de la época ni se ocupaban como aprendices en talleres ajenos pero, por los casos de los que se ha tenido noticia, se sabe que muchas de ellas realizaban tareas relevantes en los talleres de sus padres, maridos o hermanos. La pintora del Renacimiento más famosa es sin duda Artemisa Gentileschi, hija de Horacio Gentileschi y la primera mujer admitida en la Academia Vasari de Roma, pero hubo otras conocidas, como Marineta Robusti, hija de Tintoretto, Sofonisba Anguissola, Diana Mantovana, que consiguió permiso del Papa para vender obra con su nombre, y Lavinia Fontana, que pintó en El Escorial, entre otras que no se conocerán nunca. Una de las que ha sido rescatada del anonimato por el trabajo de investigación de la profesora Mª Concepción García Gainza es la pamplonesa Catalina de Oscáriz. En la visita, los escolares reciben información tanto de la personalidad de la santa como de la pintura del Renacimiento, sus características y significado. La tabla de Santa Águeda ilustra bien el canon renacentista, en su composición equilibrada, la utilización de la perspectiva con un punto de fuga entre volúmenes arquitectónicos, la ampulosidad de los ropajes de las figuras y el característico tipo de belleza femenina entronizado por Perusino y Rafael. Uno de los principales objetivos del Museo de Navarra es hacer accesibles sus colecciones a todo tipo de público, mediante una actividad didáctica y educativa que se desarrolla durante todo el curso escolar para toda clase de alumnos desde los tres años. Las visitas dramatizadas es una de las actividades específicas de este programa didáctico. Se iniciaron el pasado curso con un recorrido por los mosaicos de la época romana bajo el título "Teseo y el Minotauro, los mosaicos del Museo de Navarra". En esta actividad participaron 2.785 niños en 102 grupos pertenecientes a centros docentes de toda Navarra. La teatralización introduce un factor de viveza en la didáctica del arte (los guías van ataviados con la indumentaria que aparece en los lienzos) y favorece el interés de los escolares, que se familiarizan así con los contenidos de las obras. El método estimula también su sentido de la observación y despierta con más facilidad la creatividad, además de potenciar habilidades sociales y participación y respeto. Estas visitas, que guardan analogías con las técnicas del cuentacuentos, significan para muchos escolares su primer contacto con el arte como experiencia compartida, por lo que se cuidan todos los detalles pedagógicos para que guarden un buen recuerdo. Pamplona, 31 de enero de 2005