Historia y conceptos fundamentales de la Metafísica

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Historia y conceptos
fundamentales de la Metafísica
Profesores:
Alicia de Mingo ([email protected]) ·!!
¿Juan Antonio Rodríguez? ·!
!
Primera parte hasta abril
Segunda parte desde junio hasta abril
Despacho de Alicia Mingo: primera planta, 223 / Tutorías no establecidas aún
1º de Filosofía / Turno de tarde
II Cuatrimestre / febrero - junio 2012
Examen de Alicia de Mingo:
Se propondrán varias preguntas, de las cuales se podrán elegir un número X.
Se ofrecerá un texto con autor y obra, del que habrá que desarrollar un comentario.
http://filosevilla2011.wordpress.com
índice
Introducción!
2
Origen de la metafísica
x
2
7
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Introducción
Tema 1
ORIGEN DE LA METAFÍSICA
ARISTÓTELES: Metafísica
13/02/2012
Aristóteles daba lecciones en su escuela, el Liceo. Entre estas lecciones, los discípulos
tomaban notas, que se acabaron convirtiendo en 14 en total. No se llamaron
Metafísica hasta que Andrónica de Rodas lo publicó en el siglo I aC. Su ubicación, tras
los libros de Física en la Biblioteca de Alejandría, dieron lugar a un nombre que no
sólo tiene un sentido ubicativo, sino también conceptual, al tratar esta materia de
cuestiones más allá de lo físico.
Aristóteles no sistematizó el pensamiento de la Metafísica. En esas lecciones trataba
problemas de física con problemas que hoy podríamos llamar como metafísicos, pero
que entonces no tenían esa etiqueta.
Conforme pasa el tiempo, de alguna manera la Metafísica se va conformando como
una disciplina con una vocación sistemática, buscando un orden y un método. Ese
sistema pretenderá estudiar el ente en general. De alguna manera, también, esa
metafísica, también nos hablarán de una serie de jerarquías o especialidades en las
que se podrá desglosar la propia metafísica.
Otra consideración actual es que la metafísica es una modalidad de pensamiento, o
un género filosófico que de algún modo no es posible. Hablaremos de un
pensamiento antimetafísico –en contra de la metafísica– o postmetafísico –porque la
metafísica ha sido superada. No obstante, la problemática de la metafísica es
inherente a la metafísica en sí misma.
Nos encontramos al referirnos al pensamiento metafísico con un volumen brutal de
obras, autores y sistemas de pensamientos: es un cúmulo de réplicas y contrarréplicas
que en muchos casos podemos pensar que son interesantes para su estudio y análisis,
pero que en muchos casos, según algunos autores, pueden llegar a considerarse como
algo ya pasado: su utilidad es únicamente para los eruditos que busquen y analicen
conceptos que han quedado caducos.
Si consideramos eso cierto, evidentemente la metafísica está muerta. No obstante,
¿realmente está muerta? Cabe pensar así si metafísica y filosofía son términos que se
equiparan o si una contiene a la otra –o viceversa–. Aristóteles se refería a la filosofía
primera, que hoy día entenderíamos como Metafísica.
Comte hablaba de los tres estadios, una evolución o progreso, en el conocimiento:
teológico, metafísico y positivo. Como tal progreso, cada estadio es superado por el
siguiente y precedente del que le continúa. Así, el pensamiento comenzaría con las
preguntas básicas acerca del inicio de todo, a las que se les dan explicaciones míticas
y teológicas. En adelante, el segundo estadio superaría este aspecto, en el que la
Filosofía conceptualiza sus soluciones respecto a lo religioso. Por último, en el estadio
positivo serían las ciencias las que servirían como fundamento para la explicación de
la realidad. Es la filosofía basada en el saber racional, con estandartes intelectuales
como Descartes, Newton o Leibnizt.
Lo premetafísico se correspondería así con el ámbito de lo religioso; lo metafísico se
identifica con la misma categorización que ofrece Comte; y por último, lo
postmetafísico sería el ámbito fagocitado por lo positivo.
Realmente nos resistimos a creer que la MFS sea algo inútil y superado por la ciencia.
Hablar de MFS de alguna manera es hablar de algo que quizás no está tan superado,
sino que es preciso enfocar desde una nueva perspectiva: la MFS no tiene porqué
estar tocada de muerte. La MFS es hay que hay que revelar, no que nos llegue dada
como revelada.
La MFS, por tanto, invita al prejuicio y los lugares comunes. Dentro de la MFS surge
la polémica consigo mismo: la contraposición de ciencia y MFS contempla la
problemática misma de este ámbito de conocimiento. Hay, por desgracia, una cierta
mala prensa, en la que nos toca discernir el valor real de la MFS. La MFS nos apunta a
un pensamiento radical, que se empieza a revelar con cierta lucidez no sin esfuerzo.
Así, no encontramos por ejemplo con que Aristóteles los habla de que la FS Primera
estudia al ser en tanto lo que es, y se pregunta por esa cualidad de ser lo que es. Ahí
nos encontramos con el ente. Veríamos, por una parte, el Eidos de Platón, que de
algún modo pretende encontrar algo permanente en este mundo cambiante, y lo pone
en contraposición al plano de las apariencias: el plano de las ideas sería el que
contiene las claves de muchas cosas.
En el caso de Aristóteles, nos encontraríamos con la Usía: la esencia que remite a la
substancia, que es lo que permanece a pesar de los cambios. Esto nos llevará a
consideraciones de tipo óntico –nos referimos al ente–. Vemos que tras el discurrir del
tiempo, con el racionalismo, se hablará de nuevo de las ideas de la razón, que son las
que nos dan la clave del conocimiento, y opuesto al mundo de lo empírico –
retomándose la noción platónica–. Por otro lado, tendríamos la rama más empirista,
que tendrá cierta conexión con autores como Hume o Locke en el terreno de la
contraposición.
En ese dilema se encuentra Kant. Kant, de alguna manera, hablará de que las
intuiciones sin conceptos son ciegas y que los conceptos sin intuiciones son vacíos.
Las intuiciones llegan por el canal de los sentidos, pero si no las sujetamos a
conceptos, se muestran ciegas. De igual modo, contar con un corpus racional y
conceptual sin contar con el conocimiento perceptivo nos lleva a definirlos como
continentes sin contenido que llegue vertido por los sentidos. Kant pretende eliminar
el problema que encontramos en la controversia entre racionalistas y empiristas a
través de su método trascendental.
Así llegaríamos al estadio positivo que cita Comte, en el que las ciencias se deciden
por el conocimiento basado en lo tangible y necesario: a través de la experimentación
pretenden obtener reglas universales y necesarias que permitan predecir
acontecimientos repetibles.
Llegamos incluso a la distinción que hace Heidegger, distinguiendo entre los entes y
el Ser, contraponiendo el ámbito de lo óntico respecto de lo ontológico.
14/02/2012
Tenemos hasta ahora con la cuestión del MFS que no sólo habría problemas con su
temática y con lo que ella pretenda, sino también con lo que podría abarcar.
Nos encontramos que en primer lugar, respecto a un campo de estudio que nos
proponga la MFS, se ocupe de la ciencia del Ser en tanto Ser: el estudio de la
ontología. Pero el término ontología es algo que no aparece hasta el siglo XVII –MFS
es un término también posterior, recordemos, cuando lo hace Andrónico de Rodas–.
En segundo lugar, también podríamos ver que la MFS se ocupa del conocimiento del
Ser en sentido propio –el sentido más supremo del término–. Aquí nos
encontraríamos con las ideas de la permanencia –substancia, usía–. Así, veríamos que
llevando a sus términos más supremos este tipo de ideas podríamos hablar de una
cierta omnipotencia, omnisciencia, lo que nos llevaría a la causa de sí mismo: es la
noción de Theos. No hablamos de Theos en su acepción sacra o religiosa, sino al
concepto metafísico, que sería el que abarca las cualidades de omnipotencia e
inmanencia que estudia esta materia.
También podemos considerar la idea de FLS Primera, como saberes filosóficos a la
manera actual. Descartes, de hecho, llamará así a sus Meditaciones Metafísicas.
Los seguidores de Aristóteles –escolásticos posteriores al propio Aristóteles–
intentarán introducir un cierto orden dentro de esta confusión conceptual sobre la
MFS. Así, empiezan a distinguir entre una MFS general, que se ocuparía del ente en
cuanto a ente y sus principios universales, y una serie de MFSs especiales.
Las MFSs especiales serían algo así como estudios regionales sobre entes particulares.
De ahí encontraríamos que una de esas regiones sería la Teología que antes hemos
mencionado, por poner un ejemplo. De hecho, llega esta distinción hasta el siglo
XVIII prácticamente, con Christian Wolff. Él es el responsable de una distinción
tripartita en la que nos hablaría de tres MFSs especiales: una del mundo –una
Cosmología racional–, otra del alma –una Psicología racional– y otra de Dios –una
Teología racional–.
Desde Wolff, y con estas clasificaciones, parece que encontramos que la MFS alcanza
su carácter de sistema. Pero claro, parece que seguimos sin tener en cuenta que la
MFS recibe críticas desde sus inicios, algo que no variará en el siglo XVIII y en la
actualidad. A pesar de tener el aspecto de sistema, no acaba de convertirse en una
disciplina al modo de la ciencia.
Entre esas críticas, la más repetida apunta a la existencia o inexistencia de la MFS. En
este sentido, durante la Edad Media, la Escolástica ayuda a creer que ha habido una
serie de logros alcanzados con rendimiento establecidos y constatables. No obstante,
en el Renacimiento todo el patrimonio MFS del medievo se pone en entredicho. En
este periodo, se regresa a la edad clásica de Roma y Grecia, reivindicándose el lugar
del hombre. Por otro lado, aparece el logro del Cogito cartesiano. Más adelante, la
reivindicación será La Razón, que se identifica con los logros de lo que acabará por
conformarse como la disciplina científica como modo de saber unánimemente
aceptado. Un ejemplo de ello es la contraposición entre los Principios matemáticos de la
filosofía de la naturaleza de Newton con los posteriores Principios metafísicos de la
naturaleza de Kant. Hay un choque entre la MFS y el saber genuino y real que se
estipula a partir del método científico.
La modernidad es el marco en el que se establece la contraposición entre filosofía y
ciencia. Parece que la MFS no ha avanzado al modo que lo hacen los conocimientos
científicos. Pero cuando llegamos a Kant, asistimos a un intento de refundar la MFS y
así asentarla como conocimiento verdadero. Ese intento se produce contra lo que eran
las dos corrientes de la época: el racionalismo y el empirismo, cada uno con sus
inconvenientes.
Kant no hará una diferencia lógica al estilo de Wolff entre la vía de la afluencia
empírica y de la racional. Esa diferencia lógica supondría que el conocimiento más
turbio está más próximo al de los sentidos, mientras que el que es más claro y
ordenado es el racional. Diferencia así entre la fuente de lo empírico y la fuente de lo a
priori. Dice Kant que aunque todo nuestro conocimiento comienza con la experiencia,
no todo nuestro conocimiento proviene de la experiencia. Aquí está la diferenciación
entre el conocimiento empírico y las formas a priori de la sensibilidad. Aquí empieza
su idea de reformulación de la MFS.
Pese a los logros que se obtiene en la sistematización de la MFS, cada vez es más
amplia la falla entre ésta y la ciencia, la cual va poco a poco prevaleciendo en
detrimento de la MFS.
Habrá autores como los lógicos que lo que ha sucedido con la MFS ha sido una
confusión del lenguaje, aduciendo que carece de sentido. Nos encontramos con un
movimiento según el cual cada vez que la MFS empieza a crecer en resultados, acaba
regresando a la lona, con lo cual da la idea de que no termina de nacer.
A esta perspectiva se une otra: la que nos apunta que la MFS está muerta desde hace
mucho tiempo. Platón y Aristóteles consiguen grandes logos metafísicos, pero tras
ellos, la FLS helenística se acaba configurando de un modo muy poco metafísico,
como es el caso del Epicureísmo. Otro movimiento pro-metafísico será la teología
cristiana de tipo especulativo, que continuará modo práctico en el medievo –con
Duns Scoto- y de otro nominalista.
De nuevo, resurge la MFS con el racionalismo, que volverá a caer con el materialismo
o el sensualismo de Guillermo de Ockham. Con la FLS postkantiana y el idealismo
alemán otra vez resurge, y cómo no, vuelve a caer con los positivistas cientificistas y
los marxistas –éstos dicen que la MFS es una ideología–.
Pese a tantas muertes y resurrecciones, la MFS sigue estando de actualidad de la
mano de los filósofos del lenguaje y las escuelas hermenéuticas, que se declaran
antimetafísicas, con lo que asumen la existencia de una MFS.
La filosofía analítica ha atendido a considerar la MFS como problemas del lenguaje,
los cuales llevaban a plantear problemas que carecían de sentido. Así, de alguna
manera, la solución a ese problemas sería centrarnos científicamente, lo cual sería
configuraría la línea del positivismo lógico.
La hermenéutica, por otro lado, en la historia de la filosofía respecto al discurso sobre
el ser del ente –o sobre el ente– de alguna manera acabaría con Kant. Ahí aparecería,
no ya una MFS, sino una teoría del conocimiento.
Visto desde la perspectiva prágmatica nos encontraremos con que ello nos lleva a
abandonar la especulación como medio para resolverlos problemas del hombre. La
hermenéutica dirá que el modo de razonar de la metafísica nos ha llevado a un tipo
de conocimiento, razonamiento y solución técnica que se ha encarnado en la
tecnología.
Históricamente hemos abordado una ampliación semántica del ámbito en el que se
desarrollaba la MFS, que hoy día nos ha llevado a la dependencia de la técnica y del
modo de razonar que nos ha traído hasta aquí.
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