A C U E R D O En la ciudad de La Plata, a 3 de octubre de 2012, habiéndose establecido, de conformidad con lo dispuesto en el Acuerdo 2078, que deberá observarse el siguiente orden de votación: doctores Kogan, de Lázzari, Negri, Soria, Hitters, Genoud, Domínguez, se reúnen los señores jueces de la Suprema pronunciar Corte de sentencia Justicia en definitiva acuerdo en la ordinario causa L. para 88.364, "Gallo, Néstor Osvaldo contra Carrasco Hnos. S.R.L. Despido y cobro de pesos". A N T E C E D E N T E S El Tribunal del Trabajo nº 4 del Departamento Judicial desestimó Lomas por de Zamora, con extemporáneo el asiento en planteo dicha de ciudad, inconstitu- cionalidad que de la ley 25.561 efectuado por el actor (fs. 445/446 vta.). Éste inaplicabilidad dedujo de ley recurso (fs. 451/462 extraordinario vta.), de el que fue de autos concedido por el citado tribunal a fs. 468. Dictada a fs. 470 la providencia y hallándose la causa en estado de pronunciar sentencia, la Suprema Corte decidió plantear y votar la siguiente C U E S T I Ó N ¿Es fundado inaplicabilidad de ley? el recurso extraordinario de V O T A C I Ó N A la cuestión planteada, la señora Jueza doctora Kogan dijo: I. El tribunal de grado desestimó el cuestionamiento que respecto de la constitucionalidad de la ley 25.561 Sostuvo dedujo al el actor hacerlo que de el autos Néstor planteo Osvaldo propuesto Gallo. por el accionante resultaba extemporáneo (fs. 445/446 vta.). II. La parte actora dedujo recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley en el que denuncia violación de doctrina legal que cita. Cuestiona la definición del fallo de grado que tildó de tardío al cuestionamiento que su parte formuló respecto de la validez constitucional del decreto 214/2002. Sostiene que lo realizó en la primera oportunidad procesal que tuvo, resultando, por tanto, que fue introducido en tiempo y forma, deviniendo la resolución del tribunal excesiva. Señala que el acuerdo suscripto entre las partes y homologado por el juzgador de origen adquirió efectos de cosa juzgada. Reitera su planteo de inconstitucionalidad del decreto 214/2002, aseverando que las normas contenidas en sus arts. 1, 2, 4, 9 y 10, vulneran la cosa juzgada y violentan su derecho de propiedad reconocido por el art. 17 de la Constitución nacional. Argumenta la irretroactividad de las leyes que cercenan derechos predicamento firmes, doctrina de citando la en Corte apoyo Suprema de ese nacional. También, con sustento en el precedente "Smith" del máximo Tribunal del país, cuestiona la constitucionalidad de las leyes de emergencia económica por afectar el principio de razonabilidad y exceso por parte del Poder Ejecutivo en el ejercicio de sus facultades reglamentarias. Señala cialmente se ha que tanto normativa establecido el como principio jurisprudende irretroac- tividad de las leyes y que ni el legislador ni el juez pueden, en virtud de una norma nueva o de su interpretación, arrebatar o alterar un derecho patrimonial adquirido al amparo de la legislación anterior, conceptos que fueron reeditados por la Corte nacional en el fallo referenciado. III. El recurso ha de prosperar. 1. Previo al análisis del planteo propuesto por el quejoso corresponde formular algunas observaciones en orden al argumento de extemporaneidad desplegado por el juzgador de grado inconstitucionalidad para puesto no a tratar su el pedido consideración por de el recurrente. Entiendo, tal como lo expusiera en la causa L. 83.781, "Zaniratto", sent. del 22-XII-2004, que el tema se conecta con la facultad de los jueces en torno al control constitucional de las normas legales; al respecto me permitiré recordar algunos de los conceptos allí vertidos. Dije entonces: "El control judicial difuso, adoptado por nuestro país, faculta ejercer el a todos control los de magistrados del territorio constitucionalidad, sin a hacer diferencias entre jueces nacionales y provinciales. Así lo ha entendido el alto Tribunal al establecer que: ‘Es regla, tan imperativa (art. 5°, para las Constitución provincias Nacional) como que para la la Nación facultad de declarar la inconstitucionalidad de las leyes, y de anular actos en su consecuencia, es potestad exclusiva de los tribunales de justicia’ (Fallos 149:122; 269:243, consid. 10 y 311: 460 -La Ley, 1988-D, 143-; 302:132, entre otros)". "El ejercicio de la atribución constitucional que emana del art. 31 de la Constitución Nacional, constituye una cuestión de derecho y no de hecho, de ahí que la resolución de oficio no quiebra la igualdad de las partes en el proceso ni afecta la garantía de la defensa en juicio, la que no puede ser argumentada frente al derecho aplicable para resolver la contienda. Al respecto he sostenido que ‘...de nada valdría afirmar enfáticamente la supremacía constitucional frente a toda norma inferior, si luego se la limita al extremo de obligar a los jueces a aplicar normas repugnantes a la Constitución Nacional, por la sola circunstancia que las partes no advirtieron tal colisión; si el juez debe acatar en primer lugar la Constitución, así debe ser y en toda circunstancia; si no se discute que el magistrado está vinculado a los hechos que resultan afirmados y probados o admitidos en el litigio y no al derecho que invoquen las partes, es inexplicable que pueda elegir la norma inferior que considera adecuada al caso, pero no pueda hacer lo mismo con la norma máxima (Constitución) a la que las primeras están subordinadas y deben adecuarse so pena de descalificación’ (J.F.S.S. N° 8 'Lezcano María Seguridad Esther Social s/ c/ Administración jubilación por Nacional invalidez', de la expte. 26.106/1998 del 1-VI-2001)". "Acertadamente se ha dicho que la doctrina de la aplicabilidad de la Constitución, con independencia de su invocación por las partes, es una expresión de la regla iura novit curia. Dentro del contorno de las concretas acciones deducidas y de los concretos hechos invocados, el juzgador debe aplicar el derecho que corresponda. Y no es demostrable que precisamente la Constitución deba ser excluida del concepto de derecho, cuya debida aplicación no puede quedar sujeta a las argumentaciones de las partes sobre cuáles son las normas atingentes al caso. El derecho -incluida, obviamente, la Constitución- no es una ‘cuestión’ que pueda no someterse a juzgamiento. Si los litigantes condicionaran al juez en cuanto a la selección de los textos aplicables podrían imponerle una indebida aplicación del derecho y, con ello, resultarían depositarios de un poder jurídico derogatorio de la propia Constitución. La declaración de inconstitucionalidad sin invocación de parte no sólo no constituye un desborde del Poder Judicial sino que, por el contrario, hace a su razón de ser, en cuanto una de sus misiones específicas es la de controlar la constitucionalidad de las normas jurídicas en su aplicación al caso concreto y no más allá de eso (y si ello constituyera un avance sobre los otros poderes por cierto que el mismo no resultaría legitimado por la mera petición de las partes). (L. 66.191, 'Castellani, José A. contra Firestone de la Argentina S.A.I.C. Ley 9688', voto del doctor Ghione, sent. del 27-II-2002)". La Corte Suprema de Justicia de la Nación, a partir de la causa "Mill de Pereyra Rita Aurora y otros c/ Provincia de Corrientes" (del 27-IX-2001, "La Ley", 2001-F, 981), modificó su posición tradicional, en cuanto sostenía que "Es indispensable en el derecho público argentino que la inconstitucionalidad de las leyes y de los decretos sólo pueda pronunciarse a pedido de parte, es decir, por aquellos a quienes perjudique..." ("Ganadera Los Lagos c/ La Nación Argentina", Fallos 190:142). Posteriormente, y en su nueva integración, el alto Tribunal en la causa "Banco Comercial de Finanzas S.A. (en liquidación) s/ quiebra", B.1190.XXXVI, sent. del 19VIII-2004, reafirmó la doctrina sentada en la causa "Mill de Pereyra", al sostener que "... los tribunales no pueden efectuar declaraciones de inconstitucionalidad de las leyes en abstracto (...) fuera de la causa concreta en la cual deba o pueda efectuarse la aplicación de las normas supuestamente en pugna con la constitución, no se sigue de ello la necesidad interesada, pues de como petición el control expresa de de la parte constitucionalidad versa sobre una cuestión de derecho y no de hecho, la potestad de los jueces de suplir el derecho que las partes no invocan o invocan erradamente trasuntando el antiguo adagio iura novit curia incluye el deber de mantener la supremacía de la Constitución (art. 31 de la Carta Magna) aplicando en caso de colisión de normas, la de mayor rango, vale decir, la constitucional...". Los conceptos vertidos, aplicables al caso de autos, habilitaban al a quo a abocarse a su tratamiento; de ahí que habiendo sido el reclamante quien propuso a su consideración la validez de normas que, a su entender, se enfrentaban con la Constitución de la Nación, afectando derechos emergentes de la misma, no pudo el tribunal desentenderse de tal deber, aduciendo la extemporaneidad en el planteo. 2. alzó el Franqueado sentenciante entonces para no el único abocarse obstáculo que planteo del al impugnante corresponde analizar el recurso deducido. En la audiencia de vista de la causa del día 9XI-2001, las partes se presentaron y manifestaron ante el tribunal interviniente que habían arribado a un acuerdo conciliatorio conforme al cual la demandada, sin reconocer hechos ni derecho, se comprometió a abonar al actor una suma total de $ 10.000, pagaderos en diez cuotas mensuales y consecutivas, pactando fecha y monto de cada una de ellas. Estipularon también, mediante cláusulas accesorias, en lo que resulta de interés para el presente, la caducidad automática por mora y, en relación al monto de cada cuota, que las sumas convenidas en ningún caso podrán ser inferiores a las necesarias para adquirir, en la fecha en que se realicen efectivamente los pagos, la cantidad de dólares estadounidenses que podría haberse adquirido el día en que se suscribió el acuerdo (fs. 400/401). Conforme lo solicitaron, el tribunal de grado procedió a la homologación del convenio con fecha 12-XI2001 (fs. 402/403). 3. Las graves circunstancias vividas en el país pasada la mitad del año 2001 y que lo sumieron en una de las peores crisis social, económica, financiera y cambiaria de que se tenga registro, desembocaron en el dictado de la ley 25.561 -denominada de Emergencia Pública y de Reforma del Régimen Cambiario, por la cual se dispuso el abandono de la llamada decreto "convertibilidad"-, 214/2002 y demás como normas así también modificatorias del y/o reglamentarias de éstos. En efecto. El 6-I-2002, el Congreso nacional, en ejercicio de las facultades conferidas por el art. 76 de la Constitución nacional, sancionó la ley 25.561 y, en su art. 1 párrafo primero, declaró la emergencia pública en materia social, económica, administrativa, financiera y cambiaria, delegando en el Poder Ejecutivo, hasta el 10-XII-2003 -luego prorrogado hasta el 31-XII-2004 por la ley 25.820el ejercicio de las facultades en ella establecidas a fin de "proceder al reordenamiento del sistema financiero, bancario y del mercado de cambios" (inc. 1) y "reglar la reestructuración ejecución, de afectadas las obligaciones, por el nuevo en curso régimen de cambiario instituido por el art. 2" (inc. 4). Asimismo, en el art. 11 de esa norma trató las prestaciones dinerarias originadas en contratos celebrados entre particulares, financiero, fijando es que decir, los por pagos fuera debían del sistema ejecutarse en pesos, pero en concepto de pago a cuenta, debiendo arreglar las partes sus diferencias sobre la suma o cantidad de pesos que estimaran necesarias para saldar la deuda convenida. Esta forma de arreglar las deudas contraídas en este ámbito, al decir de algunos autores, se llamó "pesificación negociada", porque la ley no establecía el valor de la moneda estadounidense sino que permitía que las partes convinieran libremente, para recién en caso de no arribar a un acuerdo, peticionaran la intervención del "tribunal competente". En el marco de esa emergencia económica, el Poder Ejecutivo dictó, invocando las facultades del art. 99 inc. 3 de la Constitución nacional, el decreto 214/2002, por el cual dispuso que se pagarían en pesos todas las obligaciones en dólares, en la relación de un peso igual a un dólar, pasando así a la "pesificación compulsiva", de todas las deudas pactadas en esa moneda. Fácil es apreciar que se trata de un conjunto normativo complejo, integrado por estas dos normas base y, a su vez, complementado por una gran cantidad de decretos, resoluciones del Ministerio de Economía y del Banco Central de la República, tomadas en momentos de suma gravedad institucional, con un eminente peligro de desintegración de la Nación y orientadas extremadamente difícil. a superar una situación Las ajenas a partes este del estado presente generalizado proceso de no resultaron incertidumbre que reinaba por entonces en nuestro país. Por el contrario, las previsiones que tomaron al redactar el acuerdo ponen en evidencia las dudas que, por entonces -noviembre de 2001existían respecto de la viabilidad de la continuidad de esa ficticia paridad cambiaria. El acuerdo alcanzado fue cumplido en tiempo por la accionada según dan fe las constancias obrantes a fs. 404/406 -1º cuota- y 408 -2º cuota- hasta que, al efectuar el tercer pago -fs. 412/413-, ya derogada la ley de convertibilidad y vigente la ley 25.561, el actor recibe el pago -fs. 415-, pero a cuenta, reservando derechos; vale decir entonces que lo pactado entre los litigantes se vio afectado, conforme lo reseñado, por las vicisitudes emergentes de los hechos imperantes. 4. trabajo planteada, al Como ya apuntara, tratamiento sostuvo en su de puesto la el tribunal del inconstitucionalidad pronunciamiento que la misma resultaba manifiestamente extemporánea en la inteligencia de que no fue formulada en la primera oportunidad procesal, signando así la suerte adversa a su pretensión (fs. 445/446 vta.). 5. Contra esta forma de decidir es que se alza la parte actora con su queja, exponiendo en esencia, y como ya se registrara en el punto II del presente, que se violaron derechos adquiridos de su representado, arremetida que, en mi opinión, debe tener acogida favorable. Ello así, pues el pacto que puso fin al litigio y mediante el cual se acordó el monto, moneda, cantidad de cuotas y fecha a realizar los pagos, fue el producto del libre ejercicio de la voluntad de los contendientes, en el cual no puede soslayarse -por la relevancia que el hecho tiene- que la demandada asumió la obligación convenida en un tiempo en que había un conocimiento muy generalizado acerca de que la paridad cambiaria de uno a uno entre peso y dólar, instaurada por la ley de convertibilidad, era sumamente frágil y en que, además, se temía que cuando se abandonara esa paridad, las diferencias en el valor de las prestaciones contratantes. se tornarían Por lo realmente tanto, si en onerosas ese para los contexto la empleadora asumió tal obligación, cabe concluir que lo hizo con plena autonomía y con miras a obtener otras ventajas que no viene al caso analizar aquí cuales pudieron ser. Los hechos sobrevinientes llevaron al accionante a realizar la presentación de fs. 417/422, y a practicar las liquidaciones de fs. 434/435 y 437 y vta., conforme a las cláusulas adicionales pactadas. Corrido traslado a la accionada, y frente al silencio que la misma guardó, el actor pidió que el tribunal se pronunciara (fs. 443 y vta.). Procedió entonces el a quo al dictado de la sentencia antes señalada. Tal como sostiene el recurrente, entiendo que el acuerdo celebrado entre las partes, y que fuera homologado por el tribunal de grado, adquirió la fuerza de la cosa juzgada. Dentro autonomía de del la campo del voluntad se derecho del encuentra trabajo la seriamente circunscripta por el orden público laboral, proyectándose sobre aquellas acciones que, por sus características, no toleran otras vías de solución que las impuestas por los dispositivos específicos. En este conjunto de normas se constituye como línea directriz la irrenunciabilidad de los derechos previstos en la ley laboral sustantiva (art. 12, L.C.T.) imponiendo a los jueces, en su calidad de custodios del orden público laboral, el control riguroso de su fiel cumplimiento. Sobre la base de este principio tuitivo el requisito de según caso, el la homologación en los judicial acuerdos o administrativa, transaccionales resulta indispensable para su validez; así, el art. 15 estipula que los acuerdos transaccionales, conciliatorios o liberatorios sólo serán válidos cuando se realicen con intervención de la autoridad judicial o administrativa y mediare resolución fundada de cualquiera de éstas que acredite que mediante tales actos se ha alcanzado una justa composición de los derechos e intereses de las partes. Se advierte así, que los modelos autocompositivos que admite el ordenamiento procesal no son aptos por sí mismos para concluir el proceso del trabajo, desde que todos ellos requieren de una decisión que debe examinar y valorar el mérito y la legalidad del acuerdo que proponen las partes. De ahí que la homologación requerida para su integración habrá de constituir el acto aprobatorio del acuerdo transaccional, conciliatorio o liberatorio a que hubieran arribado las partes cumpliendo con los requisitos exigidos para su validez; a) que se dicte por autoridad administrativa o judicial competente; y b) además, y conforme una norma típica del derecho judicial material (art. 15), se exprese en una resolución fundada que declare acreditado que mediante esos acuerdos se ha alcanzado "una justa composición de los derechos e intereses de las partes". Con lo cual, al control de legalidad que debe ejercer la autoridad homologante, ha de adicionarse el de velar para que se respeten los derechos de las partes, en especial el del trabajador, evitando que se infrinja el orden público laboral. Bajo esta perspectiva, resulta indudable que al considerar el mérito y la legalidad autocompositiva propuesta por verdaderamente sostiene, para las de la partes, fundar su fórmula el juez decisión integrativa aquella del norma económico del real definición acuerdo de que bajo derecho lo el judicial debatido vincula a postulado las fundante material, en el partes el pleito, y no de valor en una puede ser modificado sin alterar la naturaleza misma del acuerdo y afectar los atributos propios de la cosa juzgada, que el ordenamiento laboral sustantivo, como el procesal, reconocen a este tipo de pronunciamientos judiciales (conf. arts. 15, Ley de Contrato de Trabajo y 25, ley 11.653; causas L. 89.439, "Lescano", sent. del 10-XII-2008; Ac. 77.255, "Casquino", sent. int. del 22-III-2000; L. 48.849, "Recki", sent. del 12-V-1992; L. 34.353, "Garzón", sent. del 10-IX-1985). En alcanzado éstos, efecto. por los homologado En estos litigantes por el obrados fue, a el pedido sentenciante de compromiso expreso grado, de siendo notificadas las partes de dicho acto (fs. 409/410) sin que mereciera cuestionamiento alguno; por tanto, se encontraba firme y pasado en autoridad de cosa juzgada, obligándolas a someterse a las pautas y condiciones allí establecidas. En tales condiciones ese derecho fue adquirido en forma inalienable por el acreedor e integraba su patrimonio, sin que pueda ser alterado en virtud de suceso alguno que acontezca con posterioridad, ya sea legal o producto de la voluntad judicial, en cuanto ello atentaría contra la intangibilidad de la cosa juzgada, de la que aquél goza. Esta regla, que posee raigambre constitucional -que aparece íntimamente vinculada con el derecho al debido proceso del art. 18 de la Carta nacional- consiste en la "autoridad y eficacia de una sentencia judicial cuando no existen contra ella medios de impugnación que permitan modificarla" (Couture, Eduardo J., "Fundamentos del derecho procesal civil", p. 401). De suyo, entonces, que la sentencia homologatoria dictada por el tribunal de origen se encontraba, al momento del dictado de las leyes cuya constitucionalidad abrigo de las se cuales cuestiona en estos pretende el deudor obrados -y al liberarse de cumplir con el decisorio en cuestión- alcanzada por los efectos de la cosa juzgada, que se erige en un valladar infranqueable aunque la que no decisión permite sea que errónea se o vuelva resulte sobre ella injusta por sobrevenir acontecimientos extraordinarios que desvirtúen el contenido del fallo (conf. arts. 166, primera parte, C.P.C.C.; 17 y 18, Constitución nacional; causas L. 50.407, "Arroyo", sent. del 10-XI-1992; L. 45.359, "Irrazábal", sent. del 27-XI-1990). Es un imperativo del propio interés el analizar con cuidado y detenimiento las piezas que integran el proceso a los efectos de plantear con relación a ellas todos los reclamos a que la parte se crea con derecho, en tiempo útil y debida forma. Omitido todo cuestionamiento por la parte que pudiera sentirse afectada por los efectos emanados de la sentencia, ésta se ve alcanzada por los efectos de la cosa juzgada. No puedo dejar de señalar que el fundamento de este instituto consiste en llevar seguridad jurídica a la comunidad para así coadyuvar al logro de la paz social. En este sentido, ha sido siempre categórica la doctrina de esta Corte al señalar que "la sentencia que pasa en autoridad de cosa juzgada gana los atributos de inimpugnabilidad, inmutabilidad y coercibilidad, se trata de una solución definitiva, concluyente, determinada: es la última palabra de la justicia, la aplicación de la voluntad de la ley para el caso concreto, que no cabe alterar, variar o modificar" (conf. causa Ac. 75.569, sent. del 12VII-2000, entre otras). En ese orden y en lo tocante específicamente al tema que nos ocupa, el superior Tribunal de la Nación tiene dicho que la restricción que impone el Estado al ejercicio normal de los derechos patrimoniales debe ser razonable, limitada en el tiempo; un remedio y no una mutación en la sustancia o esencia del derecho adquirido por sentencia -como en autos- o contrato (Fallos 243:467; 323:1566, entre muchos otros). El máximo Tribunal de la Nación ha dicho que: "El respeto a la fundamentales cosa sobre juzgada los que es se uno de asienta los nuestro pilares régimen constitucional, y por ello no es susceptible de alteración ni aún por vía de la invocación de leyes de orden público, toda vez que la estabilidad de las sentencias, en la medida en que constituyen un presupuesto ineludible de la seguridad jurídica, es también exigencia del orden público con jerarquía superior" (C.S.J.N., in re, "Roccatagliata, Oscar J. L. c. Instituto municipal de Prev. Social", sent. del 1-III-1994; ídem Fallos 299:373; 301:762; 302:143). Como así también que: "el derecho adquirido a obtener mediante la ejecución de una sentencia firme lo que ésta determina no puede ser substancialmente alterado por una ley posterior, pues para que el acto judicial de la sentencia firme, es decir de aquella respecto a la cual están agotados los recursos que el régimen procesal establezca, consume su misión propia que es afianzar la justicia discerniendo de modo concreto y particularizado lo propio de cada uno, tiene que ser, en lo esencial de él, intangible. Y como sin ese afianzamiento no hay orden público, la alteración de los derechos adquiridos que las leyes puedan llegar a disponer circunstancialmente para asegurar el bien común comprometido en la emergencia por desequilibrios económicos o sociales u otros motivos de análogo carácter extraordinario (Fallos: 204,195) no puede alcanzar a la inmutabilidad de la cosa juzgada, porque no hay bienestar general posible fuera del orden" (Fallos 209:405, "Roger Balet v. Alonso", sent. del 3XII-1947). Oportuno también es recordar que esa misma Corte nacional al fallar en el caso "Provincia de San Luis", en su considerando 48, vinculó el derecho constitucional de propiedad con la noción de derechos adquiridos, o sea, de aquellos definitivamente incorporados al patrimonio de una persona, manifestando que: "el contenido del derecho constitucional de propiedad se vincula con la noción de derechos adquiridos, o sea, de derechos definitivamente incorporados al patrimonio de una persona (Fallos 312:1121 [55]). De ahí que también el tribunal haya sostenido que `cuando cumplido bajo la todos vigencia los actos de y una ley un obligaciones particular sustanciales ha y requisitos formales previstos en ella para ser titular de un derecho, debe tenérselo por adquirido, y es inadmisible su modificación por una norma posterior sin agraviar el derecho constitucional de propiedad´ (Fallos 296:737; 299:379; 303:1835 y 1877; 307:305)". En el caso, las normas cuya constitucionalidad se cuestionó no pueden en modo alguno perjudicar los derechos obtenidos mediante sentencias anteriores, debiendo respetar el sostenimiento de las relaciones de derecho con su naturaleza y eficacia primitiva. Los límites del imperio de una nueva ley son la no retroactividad y el mantenimiento de los derechos adquiridos (Borda, Guillermo, "Tratado de Derecho Civil. Parte general", t. I, nºs. 151.b y 152). Como homologatorio ya lo pasado señalara, en autoridad al de existir cosa un auto juzgada, el acreedor tiene derecho al cumplimiento de lo pactado. Una resolución de naturaleza contraria importaría alterar los efectos propios de esa decisión, violando de tal manera el derecho adquirido por el accionante que deriva de dicha declaración. Asimismo, señalo que las pautas interpretativas que emergen nacional, en de las los precedentes causas "Bustos", de la Corte "Rinaldi", Suprema "Bessi" y "Longobardi", en relación al grupo de normas que conforman el bloque legislativo de emergencia, no resultan aplicables al caso específico en tratamiento dadas las particulares circunstancias antes indicadas, donde una remisión de la doctrina allí sentada vería afectada la protección tuitiva de que goza el trabajador -que en épocas de emergencia no puede ser omitida sino, por el contrario, es cuando más debe prevalecer- neutralizando, en consecuencia, el orden público laboral cuyo amparo y garantía lo constituyen los arts. 14, 14 bis y 75 inc. 22 de la Constitución nacional, 39 de la Constitución provincial y normas inferiores antes citadas. Finalmente, advierto también que la temática ventilada en esta causa no resulta asimilable al precedente "Massolo", resuelto por el máximo Tribunal federal con fecha 20-IV-2010 en el que fue evaluado un mero "convenio de pago" del importe de una condena -anterior- al pago en pesos. Reitero discernir los que en efectos la de presente cosa causa juzgada de se trata una de sentencia judicial que homologó un acuerdo vinculado a la extinción de créditos laborales, de sustancia alimentaria que, en esos términos -según lo pactado en un complejo inescindible- hubo de exhibirse representativo -tal y como lo exige "validez"- el de ordenamiento una justa jurídico composición como de recaudo los de derechos e intereses de las partes. IV. recurso Por deducido, lo expuesto, declarando corresponde inaplicable al acoger caso el las disposiciones de la ley 25.561 y el decreto 214/2002. Los autos deberán volver al tribunal de grado para que dicte nuevo pronunciamiento de acuerdo a lo aquí decidido. Costas a la demandada (arts. 19, ley 11.653 y 289, C.P.C.C.). Voto por la afirmativa. A la cuestión planteada, el señor Juez doctor de Lázzari dijo: I. Anticipo que mi voto también será por la favorable recepción del recurso extraordinario deducido. A las atendibles razones que ha propuesto nuestra distinguida colega doctora Kogan, me permito aportar estas otras que (aunque provengan desde un ángulo diferente) estimo concordantes. La parte actora pretende el cumplimiento de la transacción habida, y judicialmente homologada, con estricto apego a la letra de lo estipulado: la moneda de pago será en dólares estadounidenses, o consistirá en la entrega de valores que permitan al acreedor obtener la cantidad de dólares correspondiente. En resumen, lo alegado por el recurrente es que la crisis desatada, y la aparición de lo que se ha dado en llamar el "bloque legislativo de la emergencia" (en particular, el decreto 214/2002), no pueden afectar sus derechos adquiridos, reconocidos y homologados. II. La Corte Suprema de Justicia de la Nación a partir de la causa "Bustos s/Amparo" (B.139.XXXIX, sent. del 26-X-2004), pero fundamentalmente con el caso "Massa, Juan Agustín c/ Poder Ejecutivo Nacional dto. 1570/2001 y otro s/amparo - ley 16.986" (M.2771.XLI, sent. del 27-XII2006), ha declarado que el bloque legislativo de emergencia que fundamenta pesificación cuenta es jurídicamente la constitucional. particularmente que debe regla Para ser general de la tenido en compatibilizada la ello ha protección del patrimonio de los individuos con la regulación general del régimen monetario y la fijación del valor de la moneda. Esta Corte, reiteradamente -desde por su parte, diciembre se de ha pronunciado 2008- por la constitucionalidad de las leyes de emergencia, así como por la validez del principio del esfuerzo compartido que fluye de tales normas (véase causas C. 94.032, "Rechou, Diego contra Czyzyk, Norma Lidia. Ejecución hipotecaria"; C. 97.043, "Zella, Raimundo Ciro contra Ter Akopian, Arturo Diego y otra. Ejecución hipotecaria"; C. 99.406, "Inalpa Industrias Alimenticias Pavón Arriba S.A. contra Litovich, Héctor Fabian y otro. Ejecución hipotecaria"; C. 89.562, "Quiroga, Julio Ismael y otro contra Arias, Mario Osvaldo y otro. Ejecución hipotecaria"; y C. 93.176, "International Trade Logistic c/ Tevicom Fapeco S.A. Incidente de revisión en autos: sentencias Tevycom todas Fapeco S.A. dictadas el s/ concurso 29-XII-2008; preventivo", entre muchas una fuerte otras). Estos corriente de precedentes pensamiento han según originado la cual todas las obligaciones pactadas en moneda extranjera que -producto de la crisis- se han tornado desproporcionadas (afectando el equilibrio de las prestaciones), deben ser pesificadas y ajustadas por aplicación de alguno de los índices correctores establecidos. Ello implicaría -excesivamente a mi entender- que invariablemente debe distribuirse en forma equitativa el esfuerzo por mantener vigente el negocio, imponiendo en todos los casos a una de las partes el peso de satisfacer una deuda aumentada, mientras que a la otra siempre se le hace cargar el sacrificio de resignar parte de su crédito. Esa regla es, sin duda, una muestra de la prudencia con que los jueces han actuado en la aplicación del bloque legislativo de la emergencia. Pero, a pesar de su ínsita ecuanimidad, su aplicación indiscriminada a todos los casos -como en puede acarrear otras tantas su desnaturalización. cosas- no debemos caer En en esto el insidioso engaño de la rápida generalización: el que una regla sea apropiada para resolver correctamente una gran cantidad de casos no es la garantía absoluta y definitiva de que sea aplicable a todos los casos posibles por más parecidos que sean entre sí. Es lo mismo que ocurre con ciertas proposiciones: aunque en muchos aspectos no son ni engañosas ni imprecisas, no por ello deben ser consideradas como verdaderas y sin reservas para siempre. Me parece que -como la regla de plomo de los arquitectos de Lesbos, capaz de adaptarse al contorno del objeto que pretendía medir- el principio del esfuerzo compartido debe ser flexibilizado para que su sentido sea mejor comprendido y reconocido, y que se torne más eficaz su operatividad. El una caso corresponde a trabajador seriamente judicialmente presente, indemnización acordada accidentado homologado), donde hace a la deuda favor (acuerdo necesario de un que fue afinar los conceptos y verificar que, aunque dotada de sensatez, la regla de la pesificación no puede ser aplicada sin más. Dicho de otra manera: el principio del esfuerzo compartido, en tanto manifestación de la regla de equidad que impone soportar en partes aproximadamente iguales los efectos de la emergencia económica, y que se traduce en una resignación de derechos o intereses particulares con la pretensión de colaborar con el bienestar general, en la situación que nos toca resolver, se ve fuertemente resistido por -al menos- el principio protectorio propio del derecho laboral (podría agregar también el de la seguridad jurídica, que se manifiesta en el instituto de la cosa juzgada, pero eso ya ha sido suficientemente tratado en el voto inicial). Este principio constitucionalmente protectorio amparado (art. 14 se halla bis de no la sólo Carta Magna), sino repetidamente consagrado en reglas específicas (baste el ejemplo de la ley 20.744, art. 9), a la vez que es reconocido constantemente en las sentencias de los tribunales de todo el país y unánimemente en obra de los más distinguidos juristas nacionales. De acuerdo a este principio -piedra angular del derecho laboral y directriz política según la cual, en las relaciones laborales, se otorgará un mayor amparo a las personas que trabajan- deben ser celosamente protegidas tanto la dignidad del ser humano prestador de su fuerza de trabajo como las condiciones en que desarrolla sus tareas, de manera que la situación de relativa debilidad frente a su empleador se vea compensada por la defensa, sostén y apoyo que le otorga la legislación específica. De esta posibilidad de que manera, no el haya orden igualdad jurídico, entre las ante la partes, pretende su igualación. Tenemos así, enfrentados (opuestos, o en tensión) dos principios: uno propio del derecho del trabajo, con respaldo constitucional y firme raigambre institucional; otro, propio de los tiempos que nos han sido deparados: urgente, inestable, subsidiario, provisorio. Resulta evidentemente imposible aplicar ambos a un tiempo y a la misma situación. La colisión debe, entonces, ser resuelta decidiendo cuál de ellos permitirá, atendiendo a las circunstancias fácticas y limitaciones legales, optimizar el mandato respectivo, mediante el proceso de ponderación. Puesto en ello, y valoradas las directrices aplicables y la situación que deben resolver, no me cabe duda de que en el presente caso el principio protectorio ha de prevalecer sobre el del esfuerzo compartido (art. 14 bis, Constitución nacional). Consecuentemente debe hacerse lugar al recurso extraordinario deducido declarando que resultan inaplicables al caso las normas establecidas en la legislación de la emergencia en tanto impongan la pesificación del crédito del trabajador pactado en dólares estadounidenses. (Ofrezco como aval de la corrección de esta decisión al hecho de que a esa misma solución se arriba recurriendo al principio de la seguridad jurídica, traducida -en el caso- como respeto al instituto de la cosa juzgada). Por otra parte, no ignoro que la Corte Suprema de Justicia de la Nación se ha expedido en la causa "O.S.P.S.A." (sent. del 10-III-2009), como así también en el expediente "Massolo" (sent. del 20-IV-2010), en el sentido de anatematizar cualquier cláusula contractual que represente alguna forma de repotenciación, actualización, estabilización, etc. (Este último fallo ha sido objeto de críticas por parte de reconocidos doctrinarios; conf. "La Ley" 2010-C-711 y 2010-C-554). Estos pronunciamientos, además de no generar una fuerza vinculante definitiva (debe recordarse que adhiero a la tesis del sometimiento condicionado -ver Sagüés, Néstor Pedro, "Eficacia vinculante o no vinculante de la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación", en "El Derecho", tomo 93, pág. 891; Ibarlucía, Emilio A., "Fallos plenarios y doctrina de la Corte Suprema", en "La Ley", 2009-A-654), no parece que hubieran sido formulados en casos que presenten circunstancias análogas al que nos ocupa. Ello es suficiente como para considerar que aquella interpretación del máximo Tribunal nacional no es aplicable a circunstancias como las que se resuelven en la especie. Por lo expuesto, y reiterando mi adhesión al voto de la doctora Kogan, doy el mío por la afirmativa. A la cuestión planteada, el señor Juez doctor Negri dijo: 1. Coincido con la doctora Kogan en cuanto afirma que el pronunciamiento impugnado vulnera la cosa juzgada que, como cualidad de los efectos de la sentencia homologatoria del acuerdo celebrado por las partes, implica derechos irrevocablemente adquiridos para las personas que intervinieron en el pleito. 2. prescindirse, Tengo a los en cuenta fines de para la ello que adecuada no puede solución del litigio, del carácter del crédito que da lugar a estas actuaciones (reparación de incapacidad derivada de un accidente de trabajo) y de su naturaleza alimentaria. Es cierto que al momento de celebración y homologación del acuerdo del que se da cuenta en el voto de la distinguida colega aún no se habían dictado las normas de emergencia cuya aplicación requirió la demandada y decidió el tribunal de origen. Sin embargo, es innegable que la transacción celebrada por las partes y presentada al sentenciante se produjo en la antesala de la crisis (noviembre de 2001) cuando esta última no podía pasar inadvertida y producto de ella se habían producido ya trascendentes cambios normativos (sólo a título de ejemplo, la derogación de la ley 23.578 que regulaba los depósitos y préstamos en moneda extranjera; la ley 25.445 que introdujo un nuevo patrón de convertibilidad para el peso; la modificación de la ley 24.144 que vinculados posibilitó a las cambios reservas relevantes exigibles a en las aspectos entidades financieras, etc.). En esa situación, y en el marco jurídico que determina el art. 15 de la Ley de Contrato de Trabajo, el tribunal de origen juzgó que el acuerdo se adecuaba a los extremos impuestos por esa norma y lo homologó. 3. En este punto es pertinente recordar que, tal como lo emitida expreso en esta en L. misma 89.784, fecha, "Gutiérrez", los llamados sentencia acuerdos transaccionales, conciliatorios y liberatorios previstos en el citado art. 15 son, todos ellos, negocios que extinguen créditos laborales pretendidos por el trabajador. Y si bien se trata de derechos litigiosos o dudosos (no reconocidos, en cuyo caso el principio de irrenunciabilidad prohibiría su dimisión), es lo cierto que el legislador, atento la naturaleza de los derechos en juego, ha dispuesto que la validez de esas convenciones depende de que en los mismos intervenga la autoridad judicial o administrativa y que éstas dicten una resolución que acredite que mediante tales actos se ha alcanzado una justa composición de derechos e intereses de las partes. Esa definición legal determina que el arreglo privado de los conflictos relativos a créditos laborales del trabajador no es válido y que la ley ha atribuido de garantía a de la autoridad interviniente los potenciales derechos una función irrenunciables del dependiente. Decidido en la especie (en la que, no es un dato menor, cuando menos la incapacidad del actor es evidente a la luz de las constancias de la causa) que era válida aquella convención en la que, para más, se había establecido expresamente una cláusula ordenada a mantener incólume el crédito del actor, aplicar la ley 25.561 y el decreto 214/2002 implicaría vulnerar una garantía con arraigo constitucional, como lo es la cosa juzgada, que responde a la necesidad de tutelar la seguridad jurídica y la paz social, a través de la finalización de los litigios y evitando de ese modo la renovación de debates ya dados por las partes. Expresamente se incluyó en el convenio dentro de las cláusulas accesorias una que textualmente dice: "Las partes estipulan en relación a las sumas pactadas que las mismas en ningún caso podrán ser inferiores a las necesarias para adquirir en la fecha en que se realice efectivamente el pago la cantidad de dólares estadounidenses que podría haberse adquirido en el día en que se suscribe el presente convenio con cada una de las sumas convenidas" (fs. 400 vta.). Ese modo anormal de finalización del proceso que constituye la sentencia homologatoria de la conciliación, selló la discusión acerca de los términos de ese acuerdo, de manera que no admite su modificación. Cualesquiera hayan sido los motivos para suscribir una cláusula como la que da lugar a este debate, ellos fueron discutidos en la etapa oportuna. El solo modo como la estipulación fue expresada pone en evidencia que la desaparición de la paridad cambiaria fue una variable que, lejos de haber tomado por sorpresa a los litigantes, formó parte de los extremos evaluados y atendidos en el acuerdo, a través de un mecanismo que, eventualmente, permitiría mantener la incolumidad de los valores en juego (y que, incluso, fue definitoria de su formalización). 4. En razón de lo expuesto, la sentencia impugnada no sólo vulnera la cosa juzgada sino que tampoco es razonable trabajador, ni justo pactado por que las ese recaudo partes y a favor homologado por del el juzgador de mérito, en cuanto capítulo de un acuerdo más extenso sobre -como se dijo- potenciales derechos laborales irrenunciables, sea incumplido y trasladadas sus consecuencias desfavorables al sujeto débil de la relación, desconociendo a aquél su calidad de sujeto de tutela constitucional preferente (arts. 14 bis, Const. nac. y 15 de la L.C.T.). 5. En suma, por los motivos expuestos y los concordantes desarrollados en el voto de la doctora Kogan, el recurso debe prosperar con costas y los autos deben volver al tribunal de origen para que, con renovada integración, dicte nuevo pronunciamiento conforme lo que aquí se decide (art. 289, C.P.C.C.). Voto por la afirmativa. A la cuestión planteada, el señor Juez doctor Soria dijo: I. El recurso no puede prosperar. Dejando de lado los reparos que pudiera merecer en orden a su temporaneidad el planteo efectuado por la parte actora a fs. 417/421 vta., lo cierto es que la postulación sustancial que porta el recurso igualmente no puede tener favorable acogida. 1. Comparto la síntesis de los antecedentes de la causa efectuada por los colegas preopinantes en sus respectivos votos. Destaco como dato relevante que en el acuerdo conciliatorio logrado por las partes el día 9-XI-2001 y homologado por el tribunal de grado en fecha 12-XI-2001 (v. fs. 400/401 y 402/403), la demandada se obligó al pago de la suma de pesos diez mil ($ 10.000) mediante la cancelación de diez cuotas de pesos mil ($ 1.000) cada una pagaderas en las fechas allí indicadas. Formó parte del mentado convenio, aquella cláusula por la cual los otorgantes pactaron que las sumas acordadas "... en ningún caso podrán ser inferiores a las necesarias para adquirir en la fecha en que se realice efectivamente el pago la cantidad de dólares estadounidenses que podría haberse adquirido en el día en que se suscribe el presente convenio con cada una de las sumas convenidas" (fs. 400 vta.). 2. En primer lugar, advierto que la impugnación constitucional plasmada en el recurso parte de la subjetiva opinión del interesado que sostiene que la voluntad de los litigantes, exteriorizada en la cláusula arriba descripta, implicó establecer en el caso una "deuda" en dólares estadounidenses; por dicha razón objeta específicamente la validez de las normas del decreto 214/2002 (así, arts. 1, 2, 4, 9 y 10) que disponen "la conversión compulsiva a pesos de deudas contraídas en dólares estadounidenses". Sin embargo, y resultando que el convenio conciliatorio fue concertado en moneda nacional, si bien con la implementación anteriormente que toma de la como cláusula referencia descripta al dólar, lo expuesto por el recurrente evidencia una lectura que no se ajusta a las constancias del caso, a la vez que refleja la ausencia de argumentos prescripciones legales concretamente declaran estipulaciones que vinculados del con bloque la prevean de aquellas otras emergencia inadmisibilidad mecanismos de de que las reajuste, indexación o repotenciación de deudas. Para más, esta Suprema Corte ha declarado la constitucionalidad del régimen de pesificación cuestionado (conf. causas C. 93.176, "International Trade Logistic S.A." y C. 89.562, "Quiroga", ambas sents. de 29-XII-2008), solución -agrego- que también ha adoptado en orden a aquellas normas que vedan el empleo de cláusulas como la que aquí constituye el objeto de análisis que contiene el medio de impugnación traído (conf. causa L. 85.591, "Fernández", sent. de 18-VII-2007). 3. Luego, tampoco la pretensión recursiva pergeñada con fundamento en el instituto de la cosa juzgada resulta atendible. a. En autos "Obra Social del Personal de Sociedad de Autores c/Sociedad Argentina de Autores y Compositores de Música", fallada el 10 de marzo de 2009 (causa O.517.XLI), el alto Tribunal se ha expedido sobre el tópico en cuestión, concretamente, en lo tocante al alcance de un acuerdo transaccional en el que se preveían reajustes en función de una eventual alteración del tipo de cambio por aquél entonces vigente. En el fallo referido se descalificó el pronunciamiento de grado que, con base en lo normado por el art. 3 último párrafo de la ley 25.820 e interpretando que la cláusula del acuerdo transaccional y de pago homologado no expresaba un reajuste indexatorio, había hecho lugar a la pretensión del acreedor de cobrar las diferencias resultantes con motivo de la modificación de la paridad cambiaria. Tras recordar las previsiones de los arts. 7 y 10 de la ley 23.928, con arreglo a lo dispuesto por la ley 25.561, que mantuvo vigente la prohibición de indexar que establecían dichas normas (conf. arg. Fallos 328:2567); (v. consid. 5° y 6°), la Corte juzgó que la estipulación puesta en entredicho procuraba un inequívoco fin indexatorio de las obligaciones pendientes de pago, pues su objeto era estabilizar el valor de las prestaciones vinculándolo con el de una moneda extranjera; en tales condiciones, carecía de validez de acuerdo con lo dispuesto por los mencionados arts. 7 y 10 de la ley 23.928 (texto según ley 25.561 y arts. 502, 953, 1038, 1047 y conc. del C.C.); (v. consid. 7°). Puntualizó, solución la asimismo, circunstancia de que que no las obstaba partes a tal hubieran pactado y aceptado libremente sujetar los pagos en pesos a la variación de estadounidense, federal pues (conf. 319:3241; la paridad además Fallos 320:2786; de cambiaria su indudable 315:1209; 328:2567), la con el naturaleza 316:2604; última dólar 317:605; parte del ya citado art. 7 de la ley 23.928 expresamente establece que "... serán inaplicables las disposiciones contractuales o convencionales que contravinieren lo [aquí] dispuesto", sin que en el caso el actor hubiese planteado su inconstitucionalidad. b. Ahora bien, restaría analizar las consecuencias emergentes del auto homologatorio, puesto que ello ha constituido uno de los fundamentos esgrimidos por el recurrente para neutralizar lo fallado en el pronunciamiento en crisis (v. rec., fs. 456 vta./458). La cuestión, que supone dirimir el conflicto entre el principio de cosa juzgada y la regla prohibitiva de la indexación impuesta en las leyes federales 23.928 y 25.561, también fue abordada en el citado precedente "Obra Social del Personal de Sociedad de Autores". Ello se explica a poco de advertir que la Corte federal invalidó el acuerdo homologado por incluir una previsión que, al presente, tenía un propósito indexatorio (arts. 502, 953, 1038, 1047 y conc. del C.C.); así, indudablemente ha dado primacía a la prohibición de indexar prevista en las leyes mencionadas. c. No encuentro mérito para apartarme en esta contienda de esa línea de interpretación trazada por la Corte Suprema, cuanto al tanto ponderar por que razones la de tarea economía de procesal desentrañar la inteligencia y aplicación de normas federales (arts. 7 y 10 de la ley 23.928) tiene en aquel tribunal a su intérprete genuino y final (Fallos 326:2880). d. Con todo, a tenor de su claro propósito indexatorio, cabe declarar la invalidez de la cláusula que en función del dólar estadounidense fue pactada por las partes (arts. 7 y 10 de la ley 23.928). En alguna, tanto puesto que lo resuelto -dejando a no un implica lado la pesificación controvertida cláusula- la obligación originaria que emana del acuerdo conciliatorio corresponde fue otro asumida tipo de en moneda consideraciones nacional, no adicionales, quedando sellada la suerte adversa del escrito impugnativo. II. En virtud de lo expuesto, debe rechazarse el recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley deducido. Costas de esta instancia por su orden, dada la complejidad de la cuestión debatida (arts. 19 de la ley 11.653; 68 y 289 del C.P.C.C.). Con el alcance indicado, voto por la negativa. A la cuestión planteada, el señor Juez doctor Hitters dijo: 1. Adelanto mi adhesión a la propuesta decisoria del doctor Soria, con las consideraciones complementarias que a continuación expongo. 2. Tal como sostiene el juez al que adhiero, el asunto constitucional planteado por el recurrente, esto es, la inconstitucionalidad de la normativa de emergencia que estableció la pesificación -arts. 1, 2, 4, 7, 9 y 10 del decreto 214/2002-, transita por un andarivel alejado de la verdadera cuestión que emerge de la circunstancias de la causa. En efecto, teniendo presente que el convenio conciliatorio aquí celebrado fue estipulado en pesos, queda claro que la normativa cuestionada, en cuanto establece la pesificación de las obligaciones pactadas en dólares, no resulta aplicable. Ahora bien, visto que en el mencionado convenio se prevé una cláusula que toma como referencia el dólar, vale destacar que, a contrario de lo que argumenta el quejoso, ello no implica una deuda en dólares, sino -tal como se verá más adelante- un mecanismo de estabilización de la deuda pactada en moneda nacional. En tal sentido, ordenando la temática en debate, considero que la misma se circunscribe a la interpretación y definición de los alcances de la mentada cláusula; todo ello, bajo la luz del contexto económico suscitado en nuestro país durante la etapa de ejecución de lo convenido y homologado judicialmente, como asimismo en función de lo estipulado por los arts. 7 y 10 de la ley 23.928 (texto según la ley 25.561), en cuanto establecen la prohibición de indexar. 3. Tal como reseñan los votos que me preceden, el tribunal a quo homologó un acuerdo celebrado por las partes el día 9-XI-2001, mediante el cual la demandada se comprometió a abonar al actor una suma de dinero fijada en pesos, instrumentándose su cumplimiento a través de pagos mensuales y consecutivos. A su vez, y para el caso en que se abandonara la paridad cambiaria de un peso igual a un dólar estadounidense (1 $ = 1 U$S), se convino una cláusula que disponía que la accionada debería abonar en cada cuota la suma necesaria para adquirir la cantidad de dólares estadounidenses equivalentes a la cantidad que de dicha moneda podía adquirirse en el momento de la celebración del acuerdo. La decisión homologatoria fue dictada el 12-XI- 2001, encontrándose -como dije- firme y pasada en autoridad de cosa juzgada (art. 309, C.P.C.C.). 4. En tal orden, y teniendo presente los mismos sucesos económicos considerados en esta causa, la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en el expediente O.517.XLI, "Obra Social del Personal de Sociedad de Autores c/ Sociedad Argentina de Autores y Compositores de Música", fallado el 10-III-2009, vertió distintas consideraciones que, en mi parecer, resultan aplicables a la presente. i) De acuerdo con lo atinente a la relación fáctica que efectuara el máximo Tribunal del país, el caso resolvió un juicio por cobro de aportes en donde se homologó -con fecha 12-VIII-1999- un acuerdo en virtud del cual una de las partes se obligaba a pagar una suma de dinero en previéndose pesos, una en cuotas cláusula en mensuales la que, a y la consecutivas, vez que se consideraba la paridad cambiaria que regía con el dólar estadounidense, se establecía que para el caso de que dicha paridad se abandonara, el monto de las cuotas pendientes de pago se reajustaría en la medida de esa variación. ii) La cuestión a resolver en dicho precedente giró en torno, precisamente, al planteo efectuado por la obra social actora de cobrar las diferencias devengadas con relación a la cotización del dólar por aplicación de la mencionada cláusula, considerando el abandono del régimen de convertibilidad dispuesto por la normativa de emergencia económica, que a su vez -paralelamente- mantuvo vigente la prohibición de indexar establecida en el sistema derogado (arts. 7 y 10 de la ley 23.928 y 4 de la ley 25.561). iii) Federal Imbricada consideró inequívoco que propósito en tales andariveles, la referida indexatorio cláusula de las la Corte tuvo un obligaciones pendientes de pago, pues su objeto fue estabilizar el valor de las prestaciones vinculándolo con el de una moneda extranjera. En consecuencia, resolvió la invalidez de la misma en razón de lo dispuesto en los artículos antes referidos, en cuanto a la prohibición de reajustar deudas (consid. 7°). iv) Asimismo, señaló que no obstaba a la solución arribada la circunstancia de que los litigantes hubieran convenido variación libremente de la sujetar paridad los pagos cambiaria en pesos con el a la dólar estadounidense, toda vez que, conforme con la normativa pertinente "... serán inaplicables las disposiciones contractuales o convencionales que contravinieren lo [aquí] dispuesto...", destacándose que, en el caso, la actora no planteó su inconstitucionalidad. 5. Estos argumentos fueron reiterados por el Alto Tribunal en los autos M. 913.XXXIX, "Massolo, Alberto José c/ Transporte del Tejar S.A.", fallados el 20-IV-2010. i) En este caso, el acuerdo convenido por las partes -del 26 de octubre de 2001- lo fue sobre la base de una sentencia firme que había hecho lugar a una demanda por indemnización de los daños y perjuicios derivados de un accidente de tránsito. En tal marco, las intervinientes establecieron que el crédito sería saldado por la aseguradora citada en garantía en cuotas mensuales, iguales y consecutivas, estableciéndose que "para el caso de que se derogare la ley de convertibilidad, dejando de existir la paridad peso/dólar estadounidense, las partes están conformes en que cada una de las cuotas se abonará en pesos necesarios para adquirir la cantidad equivalente a cada una de las cuotas pactadas, calculados conforme la cotización que de la divisa estadounidense hubiera efectuado el Banco de la Nación Argentina al cierre del día en que venció la cuota inmediata anterior". ii) La circunscribió al cuestión planteo a de resolver la por entonces inconstitucionalidad se del art. 4 de la ley 25.561 -en cuanto mantiene la prohibición de indexar de los arts. 7 y 10 de la ley 23.928- en función de su incidencia en las cuotas pactadas bajo la cláusula mencionada. iii) Al respecto, teniendo presente las normas y principios involucrados, dicho cuerpo jurisdiccional consideró que la regla pactada era inválida. Efectuando un examen de la razonabilidad, a partir del planteo de constitucionalidad deducido, argumentó que "... Permitir la vigencia y aplicación de una cláusula de estabilización como la establecida en autos, significaría desconocer el objetivo leyes antiinflacionario federales que se mencionadas proponen mediante alcanzar la las prohibición genérica de la `indexación´, medida de política económica que procura evitar que el alza de los precios relativos correspondientes a cada uno de los sectores de la economía, al reflejarse de manera inmediata en el índice general utilizado al mismo tiempo como referencia para reajustar los precios y salarios de cada uno de los demás sectores, contribuya de manera inercial a acelerar las alzas generalizadas de precios (conf. Fallos: 329:385) y a crear desconfianza en la moneda nacional..." (consid. 16°). iv) También dejó en claro que "... teniendo en cuenta las causa, cabe circunstancias señalar que la fácticas y procesales indemnización fue de la fijada en pesos y debía cumplirse en dicha moneda de curso legal, motivo por el cual no corresponde aplicar el reajuste equitativo previsto por la ley 25.561 y el decreto 214/2002 para las obligaciones de dar sumas de dinero pactadas en moneda extranjera, sin que obste a ello el hecho de que el art. 11 de la citada ley, en su texto originario, hubiese contemplado a los contratos en los que se hubiesen establecido cláusulas de ajuste en dólares, pues dicha alusión fue eliminada con la modificación introducida por la ley 25.820" (consid. 17°). 6. Como reiteradamente lo he sostenido (conf. causas Ac. 91.478, sent. del 5-V-2004; Ac. 89.988, res. del 1-III 2004; Ac. 86.648, res. del 27-VIII-2003; Ac. 86.221, res. del 19-III-2003; L. 75.144, sent. del 26-II-2003; Ac. 85.566, sent. del 25-VII-2002; B. 58.634, sent. del 12-IX2001, entre muchas otras), corresponde brindar acatamiento a las doctrinas de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, ya por su carácter atrapante en los tópicos federales en tanto último intérprete de la Lex Maxima, ya por la vinculación moral para los demás judicantes en las cuestiones no federales, sobre la base de los principios de celeridad y economía procesal. 7. En tal sentido, y como adelantara, los argumentos desplegados por la Corte de la Nación resultan en mi parecer válidos para el pleito motivo de autos. Así, queda claro que la cláusula de actualización o reajuste convenida por las partes en la presente, dada la modalidad empleada, tuvo un claro propósito indexatorio, toda vez que su finalidad fue lograr la estabilidad del valor de la obligación pactada en moneda nacional. En tal sentido, conforme al criterio de nuestro máximo Tribunal, el convenio de marras resulta contrario a expresas disposiciones legales que determinan la prohibición de indexar, correspondiendo, en consecuencia, la declaración de su invalidez. 8. Asimismo, considero que los fallos reseñados abarcan la cuestión planteada aquí por el recurrente, relacionada con el conflicto entre el principio de la cosa juzgada y la prohibición de indexar, a partir de la decisión que homologó el acuerdo, comprensiva -claro estáde la cláusula de reajuste en debate. Al respecto, téngase presente que la decisión adoptada por la Corte federal, en cuanto invalidó este tipo de "pactos", se homologados comprensivo proyectó pasados de los en -precisamente- sobre autoridad res efectos en de curso de una acuerdos judicata, relación jurídica. De esta manera, a la vez que se dio primacía a "principios de orden público económico" -afincados en la prohibición de indexar- respecto de "principios arraigados en la libre voluntad contractual", se establece asimismo una mutación modificando de lo la resolución homologado en judicial punto a en la cuestión, cláusula indexatoria. 9. Finalmente, estimo pertinente señalar que, en el precedente L. 85.591, "Fernández" (sent. del 18-VII2007), he tenido la posibilidad de pronunciarme sobre las normas de emergencia prohibición posición de al económica utilizar que mecanismos respecto estuvo mantuvieron la indexatorios. Mi orientada en la constitucionalidad de tales preceptos, siendo este enfoque compartido por este Tribunal en la causa referenciada y en otros. A los fundamentos allí expresados me remito. 10. Por lo expuesto, debe rechazarse el recurso, reiterando mi adhesión al voto del doctor Soria, con los alcances que fueran explicitados, dando el mío por la negativa. El señor Juez doctor Genoud, por los mismos fundamentos del señor Juez doctor Soria, votó también por la negativa. A la cuestión planteada, el señor Juez doctor Domínguez dijo: 1. Adhiero al voto de la doctora Kogan y agrego, a mayor abundamiento -que en el marco reseñado-, la ponderación de las particulares circunstancias fácticas que singularizan esta contienda ponen en evidencia la grave afectación que habría de provocar a la parte actora la aplicación de la ley 25.561 y el decreto 214/2002; más aún cuando media un acuerdo homologado de carácter alimentario cuya vulneración afectaría la garantía de la cosa juzgada. 2. Los efectos de la cosa juzgada impiden que se dicte una nueva decisión -efecto negativo o de exclusión- o en su defecto origina en el juzgador el deber de ajustarse a lo ya decidido -efecto positivo o prejudicial- (conf. Montero Aroca Juan, "Derecho Jurisdiccional", Proceso Civil. 2da. Edición, pág. 438, Tomo Librería II, Bosch, 1989). 3. Finalmente, y para concluir, cabe acotar que en mi opinión la aplicación de las leyes de emergencia económica deben ser ponderadas en cada caso, adecuando la solución a las circunstancias fácticas en juzgamiento y donde debe prevalecer en la especie la protección de los arts. 14 bis de Constitución la Constitución provincial. Asume nacional y primacía 39 de la la tutela preferente a favor del trabajador. debatido Y si bien ha sido el plexo declarado normativo de constitucional emergencia por la Corte Suprema de Justicia de la Nación, se han hecho excepciones como en el ("Benedetti, caso Estela de la Sara renta c/ vitalicia P.E.N. ley previsional 25.561- dtos. 1570/01 y 214/02 s/ Amparo", 18 de septiembre de 2008). 4. El control de razonabilidad, entendido como el control de discrecionales legitimidad de los de las agentes opciones estatales, valorativas es lo que podríamos llamar de control en el sentido estricto. Pero, al lado de ese control, podemos identificar una exigencia genérica de que todos los actos estatales sean justos, lo que implica que sean razonables y proporcionales. Contribuye para eso el hecho de que el término razonabilidad tiene significados variados. La razonabilidad da desde luego una idea de adecuación, idoneidad, aceptabilidad, logicidad, equidad, traduce todo aquello que no es absurdo, solamente lo que es admisible. Razonabilidad tiene aún criterio, otros significados, prudencia y como moderación por (Sola ejemplo, Vicente buen Juan, "Control Judicial de Constitucionalidad", pág. 555, Abeledo Perrot, 2001). Voto por la afirmativa. Con lo que terminó el acuerdo, dictándose la siguiente S E N T E N C I A Por lo expuesto en el acuerdo que antecede, por mayoría, se hace lugar al recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley traído, se revoca el pronunciamiento impugnado en cuanto vulneró los efectos de cosa juzgada de la sentencia que homologó -en los términos del art. 15 de la Ley de Contrato de Trabajo (t.o.)- el acuerdo celebrado por las partes respecto de los créditos de naturaleza alimentaria reclamados, y se declaran inaplicables al caso las disposiciones de la ley 25.561 y el decreto 214/2002. Vuelvan los autos al tribunal de origen a fin de que, integrado con otros jueces, dicte nuevo pronun- ciamiento de conformidad con lo que aquí se ha resuelto. Las costas se imponen a la demandada vencida (arts. 19, ley 11.653 y 289, C.P.C.C.). Regístrese y notifíquese. EDUARDO NESTOR DE LAZZARI HECTOR NEGRI JUAN CARLOS HITTERS HILDA KOGAN DANIEL FERNANDO SORIA LUIS ESTEBAN GENOUD FEDERICO GUILLERMO DOMINGUEZ GUILLERMO LUIS COMADIRA Secretario