(3). Evolución y selección natural

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Teoría de la evolución: ciencia e ideología (3). Evolución y selección natural:
dificultades de la teoría.
FUENTE: PSIQUIATRIA.COM. 2005; 9(1)
Fernando Ruiz Rey.
Psiquiatra
Raleigh, NC. USA.
E-mail: [email protected]
El poder de la evolución por selección natural es tan fuerte y universal que para Darwin, ni siquiera el hombre con
sus preciosas facultades, se escapa de ser un producto de este ineludible proceso natural. La anatomía
comparada, la presencia de órganos rudimentarios, la embriología, y la fisiología común de animales y ser
humano, constituyen para el naturalista, pruebas de que el hombre es uno más en el reino animal; incluso las
emociones, la inteligencia, la memoria y otras características psicológicas no son exclusivas del más predominante
de los seres vivos. Al igual que en los animales, las pequeñas variaciones -tan habituales en el género humano
actual- son las piezas fundamentales con las que la selección natural ha ido modelando al hombre; escribe
Darwin, “...el hombre presenta incesantemente diferencias individuales en todas las partes de su cuerpo y en sus
facultades mentales. Estas diferencias o variaciones parecen estar inducidas por las mismas causas generales, y
obedecen las mismas leyes que en los animales inferiores.” (1, pág. 265) Darwin coloca al hombre en la rama
evolutiva del grupo de monos del viejo mundo, del cual: “en un periodo remoto, el Hombre, la maravilla y la
gloria del Universo, procede.” (1, pág. 263)
El poder -y el atractivo- de la selección natural, radican en el carácter mismo de su concepción y funcionamiento,
como un principio de la naturaleza que modela, de las variaciones naturales, la evolución de los seres vivos,
dando unidad a diversos hechos y una interpretación uniforme a una gran variedad de formas vivientes. La
selección natural opera como una ley, Wallace describe este proceso como: “la acción de principios
constantemente trabajando en la naturaleza” (2), y Darwin dice al descartar principios lamarckianos: “Los
cambios no resultan de la voluntad del animal, sino de la ley de la adaptación, tal como ácido y álcali.” (3) Darwin
busca causas específicas que expliquen los fenómenos, e intenta tomar una actitud empírica en sus estudios, libre
de supuestos abiertamente metafísicos como lo hacían las explicaciones predominantes de su época que
invocaban actos específicos de Dios para explicar el origen de las diversas especies. Darwin procura asumir una
postura objetiva frente a la naturaleza: “Yo quiero decir con Naturaleza solo el agregado de acciones y productos
de muchas leyes naturales, y por leyes, la secuencia de eventos como los descubrimos.” (4, pág. 89) Darwin
considera su metodología como fundamentalmente inductiva: partir de observaciones para llegar a una conclusión
general que se coteja con otras observaciones pertinentes para establecerse un principio o ley; escribe al
respecto: “La línea de argumentación seguida a menudo a través de mi teoría es establecer por inducción un
punto como una probabilidad, y aplicarlo como una hipótesis a otros puntos y ver si los resuelve.” (5, pág. 79)
Los hechos de los que parte Darwin son las variedades de las especies domésticas, el aumento geométrico de la
fertilidad y la población estable, a pesar de tan alta fecundidad. (6) De estos hechos deduce la lucha por la
existencia y la selección natural, y con esta combinación de principios, intenta mostrar en sus análisis
comparativos de la flora y fauna la corroboración de su doctrina.
Sin embargo, Darwin también parece estar consciente de las dificultades que implica el realizar una observación
clara y objetiva, sin presupuestos; escribe a Alfred Wallace en 1857: “Creo firmemente que sin especulación no
hay una observación buena, ni original.” (7, pág. 66) Pero esta reflexión, no frenó al autor, ni a sus seguidores,
de considerar la doctrina propuesta, como ciencia inductiva y objetiva de la naturaleza. Bien podría considerarse,
que los hechos básicos de su doctrina -variaciones, alta fecundidad y estabilidad de la población- no son
productos de una observación neutra, sino que premisas elegidas (entre otras razones por la influencia de
Malthus), más que ‘objetividad inductiva’.
La evolución no se produce como lo concibió Lamack, una fuerza innata de los organismos vivos que los
impulsaban al crecimiento en perfección y complejidad, sino como una fuerza que empuja a los seres vivos a la
reproducción y a la sobre vivencia. La creciente complejidad y adaptación de los organismos observados en la
escala evolutiva son los resultados de la Selección Natural, que opera automáticamente, siempre atenta a
cualquier mínima variación, para asegurar la mejor adaptación posible al medio de los organismos vivientes,
seleccionando las variaciones favorables ocurridas en los individuos. Darwin no se preocupa de como se producen
en concreto estas modificaciones favorables y más complejas, solo que ocurren y constituyen el sustrato sobre el
que trabaja la selección natural; escribe “cómo un nervio llega a ser sensitivo a la luz, difícilmente nos preocupa
más que cómo se originó la vida misma.” (4, pág. 172). Darwin quiere encontrar las leyes que rigen el cambio
constante observado en los seres vivientes, su preocupación no se centra en el comienzo de la cadena evolutiva,
sino que en la dinámica de su desarrollo; Darwin considera la vida por dada.
Darwin explícitamente escribe en numerosas partes de su The Origen of Species que la implacable selección
natural favorece a los mejor dotados, los débiles están destinados a decrecer y corren el riesgo de la desaparición.
Cada distrito natural está lleno de sus habitantes por efecto de la multiplicación geométrica de la fertilidad, “se
sigue de esto -escribe Darwin- que las formas favorecidas aumentan en número, de modo que, generalmente, las
menos dotadas decrecen y se hacen escasas. La escasez, como nos dice la geología, es la precursora de la
extinción.” (4, pág. 111) Darwin, como hemos visto, sostiene que los individuos de la misma especie son los que
compiten más fieramente por tener la misma constitución, hábitos, etc., en consecuencia, “cada nueva variedad o
especie, durante el proceso de formación, presionará generalmente, muy duramente sobre su pariente más
cercano.” (4, pág.112) Esta doctrina parece adecuadamente explicativa para el concierto de especies ya
establecidas en la naturaleza. Sin embargo, si pensamos que todos los seres orgánicos derivan de un tronco
primario único, resulta difícil entender cómo tenemos en la actualidad una variedad tan inmensa de seres vivos
primarios si, de acuerdo a la doctrina, se deberían haber extinguido o, al menos, estar reducidos a la mínima
expresión, al surgir paulatinamente las formas más avanzadas.
Si se analiza el principio de divergencia para explicar la ramificación de las especies en evolución, con cambios de
estructura y hábitos en los nuevos seres que les permiten asir áreas distintas de soporte en la naturaleza, el
problema señalado en el párrafo anterior se hace evidente, si se piensa que la diversificación comienza levemente
y se va realizando lentamente en la historia del planeta; Darwin mismo explica que en este proceso se van
“suplantando las variedades menos distintas;...” (4, pág. 114), por lo tanto desaparecerían: “habrá una tendencia
constante en los descendientes mejorados [por las modificaciones] de cualquier especie en suplantar y exterminar
en cada etapa de descendencia a sus predecesores y sus progenitores originales.” (4, pág. 120)..........”la
extinción y la selección natural van mano a mano.” (4, pág. 162)
Darwin propone que de una especie puede salir más de una variación (diversificación) -aunque leves y a distinto
tiempo- que son favorecidas por la selección natural, dando origen, después de muchas generaciones, a
ramificaciones de la especie. Pero esta tesis parece implicar -como se viene señalando- una paralización de la
competencia y de la selección natural al permitir la emergencia de más de una variación ‘viable’ en un grupo de
seres en fiera rivalidad, aunque se generen en épocas distintas. Pero Darwin intenta resolver esta dificultad
proponiendo, lo que parece una excepción a su ley general: “Sin embargo, si el descendiente modificado de una
especie se ubica en algún área distinta, o llega a adaptarse rápidamente a una situación nueva y bastante distinta
en la cual el descendiente y el progenitor no entran en competencia, ambos pueden continuar existiendo.” (4,
pág. 120-121) Pero, no resulta sencillo imaginar un desplazamiento tan rápido del descendiente, a un terreno
diferente que impida la operación de la ley de selección natural y la eliminación del progenitor, salvo que la
variación haya sido tan brusca y adaptativa a un ‘nicho’ distinto que permita la sobre vivencia de ambos; aquí nos
veríamos enfrentados a aceptar este tipo de variaciones bruscas y marcadas que podrían considerarse como
altamente improbables, como el mismo Darwin lo reconoce (4, pág. 128-132).
Por otra parte, si se recurre a la lentitud e intermitencias de los cambios junto a efectos geológicos que pudieran
aislar a estos seres orgánicos en modificación, para permitir la ramificación sin que la selección natural elimine a
las otras ramas nacientes, implica que la aplicación de la ley de selección natural depende fuertemente de
factores condicionales: elasticidad del tiempo y circunstancias geológicas especiales, esto es, otro sistema de
conjeturas y teorías. Darwin escribe: “En algunos casos.....formas de poca organización, parecen haber sido
preservadas hasta la actualidad, habitando estaciones confinadas o peculiares, donde han sido sujetos a una
competencia menos severa, y donde su escaso número ha retardado la probabilidad de aparición de variaciones
favorables.” (4, pág. 126) Darwin pareciera que en estas condiciones mitiga la aplicación de la lógica maltusiana y
la violencia de la lucha por la sobre vivencia, lo que da la impresión de acomodar la teoría para explicar la
observación. En todo caso, aún aceptando estas excepciones a la ley general de la lucha por la existencia y la
selección natural, resulta difícil, si no imposible, explicar la abundante y creciente ramificación producida por la
evolución, que según la teoría es debida a las variaciones y a la selección natural.
Parecería entonces, si las observaciones anteriores son correctas, que la implacabilidad de la selección natural no
sería tan brutal: la ley universal de la evolución por selección natural no sería tan inevitable, habrían rincones
vivientes en que más bien dormitaría. Darwin acepta, además, que hay especies que no se diversifican, que se
transmiten sin alteración por largos periodos de tiempo, lo que no es difícil de aceptar si se piensa en la presencia
actual de seres como las cucarachas y los cocodrilos, de antiguo origen y de poco cambio, y muy numerosos en el
caso de los insectos mencionados; aquí no se podría culpar solo a la ley de selección natural, sino ta,bién a la
flexibilidad del concepto de variación. Darwin explica: “Según nuestra teoría, la existencia de seres inferiores no
ofrece dificultad; porque la selección natural, o la sobre vivencia del mejor dotado, no necesariamente implica un
desarrollo progresivo -solo toma ventaja de las variaciones que surgen y que son beneficiosas a cada criatura bajo
las complejas relaciones de la vida.” O las variaciones son inducidas por los cambios del ambiente, o son
simplemente productos innatos, entonces, estas variaciones son adaptativas al ‘nicho’ en el primer caso y, pueden
ocurrir o, no, en el segundo caso; lo que representa una laxitud altamente conveniente para la teoría propuesta.
Luego Darwin agrega, lo que aparentemente entra en contradicción con su premisa básica: la lucha por la
existencia; escribe: “Y se podría preguntar qué ventaja tendría -tan lejos como podemos ver- un pequeño
infusorio frente a una lombriz intestinal o, aún a una lombriz de tierra, en ser altamente organizado. Si no hay
ventajas, la selección natural dejará a esta formas sin mejoras o levemente mejoradas, y pueden permanecer por
tiempo indefinido en su presente condición inferior.” (Citas de referencia 4, pág. 125-126) Nuevamente parece
que la lucha por la existencia y el poder de la selección natural no opera en estas condiciones en las que reina una
adaptación confortable de las criaturas. Darwin también piensa que estas formas inferiores pueden no haber
tenido el tiempo suficiente para el desarrollo evolutivo y les otorga posibilidades en un futuro hipotético; el tiempo
juega un papel muy importante en la aplicación de los principios darwinianos, le otorga a la doctrina gran
maleabilidad, pero en desmedro de la nitidez teórica de ser capaz de explicar y predecir sin tener que recurrir a
variables elásticas que la acomodan a las dificultades encontradas.
Darwin añade, a propósito de un comentario de Spencer, generando un área de ambivalencia en su pensamiento:
“Sin embargo, es un error suponer que no habrá lucha por la existencia, y consecuentemente, selección natural,
hasta que se hayan producido muchas formas: las variaciones en especies simples, habitando estaciones aisladas,
pueden ser beneficiosas, y así, toda la masa de individuos puede ser modificada o surgir dos formas distintas.” (4,
pág. 127)
Pero, Darwin está consciente de las dificultades que encuentra su teoría para explicar el complejo mapa evolutivo
de seres vivos que habitan y han habitado el planeta, escribe: “...nadie debe sentirse sorprendido de lo mucho
que permanece inexplicado sobre el origen de las especies, si consideramos nuestra profunda ignorancia de las
relaciones mutuas de los habitantes del mundo en el tiempo presente y, más aún, durante las épocas
pasadas.” (4, pág. 127)
Darwin concluye que sus estudios de las diversas formas vivientes le llevan a pensar que los animales descienden
de cuatro o cinco ancestros, igual cosa con la totalidad de las plantas. Sin embargo, la analogía en los
componentes químicos de plantas y animales, la estructura celular, las leyes de crecimiento orgánico y otros
aspectos analógicos, además de la existencia de formas intermedias entre vegetal y animal, le hacen pensar que
ambos grupos de seres provienen de una forma primordial.
La teoría de la evolución por selección natural es una doctrina que se debe separar en dos teorías distintas. La
teoría de la evolución propiamente tal, que como hemos visto no nace con Darwin (Lamarck, Saint-Hilaire) y
continúa después de Darwin, y que se refiere a que los organismos vivientes provienen unos de otros
históricamente (idea que se encuentra, aún en la antigüedad clásica: Lucrecio). Y la teoría de la selección natural,
de la cual también había antecedentes, pero que Darwin articula claramente en conexión a la evolución. Tal como
Darwin lo propone, su doctrina enfrente serias dificultades.
La doctrina de Darwin tuvo desde el comienzo numerosos críticos que señalaron, entre otros: los problemas de la
tesis propuesta en explicar la evolución basada en la morfología y fisiología comparada y los problemas
relacionados con el cruzamiento libre de las especies. Otras críticas apuntaron a dificultades de la selección
natural, como es el escollo de la persistencia de formas simples junto a seres diferenciados en ambientes
competitivos,. Como también hemos ya señalado, Darwin argumentó en defensa de su teoría, apelando al tiempo
prolongado de la existencia del planeta que permitiría la selección de pequeños cambios favorables, recurriendo a
condiciones geológicas propicias y, permitiendo flexibilidad a sus premisas para acomodar ciertas observaciones.
Se criticó a Darwin de no probar en su obra ninguna transmutación de especies, solo presenta hipótesis y
especulaciones. Darwin reconoció que la ausencia de fósiles, mostrando especies intermedias en una cadena
continuada, era una contrariedad seria para la comprobación de la teoría, pero señaló que esta situación no la
invalidaba, ya que no podía esperarse que la geología pudiera ofrecer una historia detallada de la evolución. Las
posibles causas de la imperfección de la cadena de fósiles disponibles, no solo se debía a que no se habían
encontrado aún, sino que era de esperar que fuera imperfecta y porque las condiciones no siempre fueron
propicias para la conservación de los espécimen, no hubo coincidencia entre la historia de la cadena viviente y los
cambios geológicos, etc. Pero, catalogar la evidencia de los fósiles como inevitablemente imperfecta, significa
eliminar una sólida fuente de confirmación a una teoría que presenta, de partida, serias dificultades como las ya
señaladas.
Por tanto, proponer una teoría de la evolución de todos los seres vivos del planeta a partir de un elemento
orgánico primario común, como un proceso único, irreversible, basada en el juego de las variaciones naturales en
los individuos y la selección natural, constituye una ambiciosa especulación, porque la teoría presenta áreas
conceptuales opacas, inconsistencias y serias dificultades en la explicación evolutiva de las especies; además, no
parece ser suficiente de sostenerse por si misma. Tiene que recurrir, en forma muy acomodadiza, a otras teorías
e hipótesis, fundamentalmente geológicas, de migración y transporte de animales y plantas, para dar
explicaciones de las especies presentes como derivadas de otras precedentes por selección natural. La proposición
de Darwin es solo una pieza más -y no nítida-, una hipótesis (o conjunto de hipótesis), en un rompecabezas de
disciplinas que intentan descifrar la historia del planeta y sus seres vivientes. (8)
Sin embargo, la teoría de la evolución por selección natural tuvo importantes simpatizantes, no solo los amigos de
Darwin de la Linneal Society, Lyell y Hooker, sino también Thomas Huxely, conocido naturalista inglés del siglo
XIX y el médico alemán Ernest Haeckel, de gran popularidad en su época, y gran defensor de la evolución,
aunque no tanto de la selección natural. Haeckel hizo numerosas investigaciones en los invertebrados y elaboró
una filosofía evolucionista muy especulativa; se le recuerda y cita, por sus famosas frases, “la ontogenia
recapitula la filogenia”, que no ha sido ratificada, y “la política es biología aplicada”, usada posteriormente por el
partido nazi, junto a otras justificaciones de Haeckel del racismo, nacionalismo y darwinismo social. (9)
La teoría de la evolución de Darwin va a sufrir cambios importantes en los decenios que le siguen, aunque el
término darwinismo continuará popular para designar -equivocadamente- las teorías de la evolución en general,
aunque no acepten o, lo hagan solo parcialmente, la ley de la selección natural. Un área que se verá
particularmente afectada con el desarrollo de las ciencias biológicas es el, más bien oscuro, concepto de
variaciones.
Como hemos visto, para Darwin los cambios en las condiciones de vida, fundamentalmente constituido por el
mundo de seres orgánicos parte del ambiente (coadaptación), sean estos por acción directa o indirecta, así como
el uso y el desuso de las partes, eran fuentes importantes de las variaciones necesarias para la sobre vivencia de
la especies; el naturalista escribe: “tenemos que permitir la acción directa, definitiva de las condiciones de vida
cambiadas y las denominadas variaciones espontáneas en las que la naturaleza de las condiciones aparentemente
juega un papel bastante subordinado.” (4, pág. 199)
Como se ha señalado, en Darwin el tema de las variaciones es complejo, en muchas partes de su obra señala que
el origen de las variaciones está en relación al ambiente (fundamentalmente el uso y desuso de partes) y también
admite variaciones espontáneas, pero recalca que es la selección natural la que da vigencia a las variaciones y,
para que sea esto posible, deben ser heredables. Darwin también habla de variaciones leves, -distintas a las
anteriormente mencionadas- sobre las que trabaja primariamente la selección natural; su naturaleza no es clara y
se desconoce cómo se heredan.
Con el advenimiento de la genética moderna se comenzó a precisar el mecanismo hereditario de las variaciones caracteres-, y a centrarse el estudio de la teoría de la evolución en sus bases genéticas; con ello se eliminó el
lamarckismo presente en Darwin y la conexión de las variaciones con los cambios ambientales, lo que claramente
facilitaba la adaptación y la selección natural.
Al reducir las variaciones fundamentalmente a las leyes que gobiernan la herencia, se va -muy pronto- a privar a
la teoría evolutiva por selección natural de Darwin, de un componente de particular importancia para la eficiencia
de la doctrina propuesta, como lo es el de la ocurrencia de variaciones suficientemente significativas (inducidas
por el ambiente y el uso y el desuso) que son naturalmente preservadas por la selección natural, pero que
debilitan el poder como ley universal y agente primario de la evolución a esta selección. La atención de la
investigación y los ajustes teóricos en el futuro se van a dirigir a las variaciones ligadas a la genética, reduciendo
así, significativamente, el espectro de posibilidades adaptativas de las variaciones. El lamarquismo fue
desbancado con la distinción de soma y germoplasma (Weismann), siendo este último el encargado de la
herencia, los cambios adquiridos en el somaplasma no son heredables. (6)
Bibliografía
1. Darwin Charles (1874). The Descent of Man (1871). Experts from second edition, 1874.
Pag. 199-276, en: Darwin a Norton Critical Edition. Ed. Philip Appleman. W.W. Norton & Company Inc. New York.
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2. Wallace R, Alfred (1858). On the tendency to depart indefinitely from the original Type. Pag. 89-97, en: Darwin
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3. Darwin, Charles (1838).Darwin’s Notebook on Transmutation of Species (1837-1839). First Notebook (July
1837 - February 1838). Pag.73, en: Darwin a Norton Critical Edition. Ed. Philip Appleman. W.W. Norton &
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4. Darwin, Charles. The Origen of Species. First Edition, November 24th, 1859. Sixth Edition, Jan. 1872. A Mentor
Book 1958..
5. Darwin, Charles (1838).Darwin’s Notebook on Transmutation of Species (1837-1839). Third Notebook (July 15,
1837 - October 2,1838). Pag.79, en: Darwin a Norton Critical Edition. Ed. Philip Appleman. W.W. Norton &
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6. Berkeley.edu/. Ernest Haeckel (1834-1919). www.ucmp.berkeley.edu/history/haeckel. html
7. Darwin Charles (1857). To A. R. Wallace (carta). Pág. 66, en: Darwin a Norton Critical Edition. Ed. Philip
Appleman. W.W. Norton & Company Inc. New York. 1970.
8 Brooke J Hedley (1993). Science and Religion: Some Historical Perspectives. The Cambridge History of Science
Series. Cambridge University Press.
9. Huxley Julian (1963). Evolution: The Modern Synthesis. En: Darwin a Norton Critical Edition. Ed. Philip
Appleman. W.W. Norton & Company Inc. New York. 1970.
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