Reflexiones sobre el procedimiento para el enjuiciamiento rápido

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DERECHO PROCESAL
REFLEXIONES SOBRE EL PROCEDIMIENTO
PARA EL ENJUICIAMIENTO RÁPIDO
DE DETERMINADOS DELITOS
Ernesto Pedraz Penalva
Catedrático de Derecho Procesal
Universidad de Valladolid
El estudio de la nueva reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, en especial la atinente a los «juicios rápidos», suscita del autor severas dudas acerca del logro de su
objetivo de celeridad con respeto de las exigencias procesales constitucionales. Sin
perjuicio de coincidir en la necesidad de abreviarla, una Justicia penal «rápida» no
implica por definición mejor ni mayor justicia; la constitucional satisfacción de la tutela
judicial requiere modificaciones normativas, la ineludible armonización y suficiente
dotación objetiva y subjetiva y, en particular, el escrupuloso acatamiento de los principios e imposiciones fundamentales. No puede improvisarse el exquisito equilibrio que
ha de reinar entre las diversas posiciones y tareas procesales. Sobrecargar, y así desvirtuar, papeles como los de la policía judicial supone, desde su consiguiente administrativización, desnaturalizar la actividad procesal del juez instructor, diluir y reducir la del
ministerio fiscal e introducir importantes dudas en el núcleo jurídico-básico del vigente
proceso penal. Derechos como los de defensa, al juez ordinario predeterminado por la
ley, a la publicidad, y aun las mismas connotaciones del sistema acusatorio, pueden
resultar erosionadas por la nueva reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal.
SUMARIO
I.
INTRODUCCIÓN.
1.
Instrumentos legales de reforma de la LECrim y de la LOPJ.
2.
Objetivos de la reforma parcial de la LECrim.
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II.
3.
4.
La aceleración de la Justicia penal como objetivo de la Ley 38/2002.
Ámbito delictivo de la Ley 38/2002.
5.
ENJUICIAMIENTO RÁPIDO DE DETERMINADOS DELITOS.
6.
7.
Dilución del papel del Ministerio fiscal.
Reconceptuación del papel de la policía y algunas de sus consecuencias en
el enjuiciamiento rápido.
7.1. Consecuencias de la reubicación funcional de la policía.
7.1.1.ª) Obligatoriedad del enjuiciamiento rápido.
7.1.1.ª) a)
7.1.1.ª) b)
7.1.1.ª) c)
7.1.1.ª) d)
El atestado como condición necesaria pero no suficiente para la incoación de diligencias urgentes.
Iniciación del atestado por denuncia ante la policía.
Denuncia presentada ante el juzgado o fiscalía.
Transformación de las diligencias previas en urgentes.
7.1.2.ª) Hacia la supresión de la querella.
7.1.3.ª) Incremento del tiempo de detención policial.
7.1.4.ª) ¿Prueba preconstituida policial?
7.2. La fase instructora en el enjuiciamiento rápido: diligencias urgentes.
8.
9.
La anticipación de la prueba en el enjuiciamiento rápido.
El derecho al juez ordinario predeterminado por la ley en la nueva regulación
parcial de la LECrim.
10. Incidencia en el derecho a la asistencia letrada.
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I.
1.
INTRODUCCIÓN
INSTRUMENTOS LEGALES DE REFORMA
DE LA LECRIM Y DE LA LOPJ
Se ha producido una nueva e importante modificación de la Justicia penal,
básicamente, por obra de la L. 38/2002 de 24 de octubre, con entrada en
vigor el 28 de abril, auxiliada, habida cuenta de la constitucional reserva de
Ley Orgánica, por la de este rango LO 8/2002, de 24 de octubre. Debo hacer
constar empero las subsiguientes contrarreformas creadoras de una progresiva inseguridad jurídica.
Esta reciente y parcial enmienda de la Ley de Enjuiciamiento Criminal que
interesa, entre otros, a sus artículos 9, 14, 175, 282, 420, 436, 446, 464, 716,
757 a 803, 962 a 971, 974, 976, etc., a) afecta al procedimiento abreviado
introducido por la Ley Orgánica 7/1988; b) desarrolla el enjuiciamiento
«rápido» fruto de la L.10/1992; c) reforma el juicio de faltas, y d) en unión
con la LO 8/2002 (lo que ha comportado redactar de nuevo el art. 87 de la
LO 6/1985 del Poder Judicial), atribuye al juez de guardia el pronunciamiento de las denominadas sentencias de conformidad. La Disposición Adicional
Segunda, de esta L. 38/2002, altera el apartado 1 del art. 21 de la L. 38/1998
de Planta y Demarcación Judicial, varios preceptos de la LO del tribunal del
jurado y el artículo 436 de la LO 2/1989 Procesal Militar.
Aunque pospone una total reforma de la cada vez más irreconocible y remendada Ley de Enjuiciamiento Criminal de 1882, la nueva legislación es de capital importancia tanto por el porcentaje de causas penales que a ella habrán
de ajustarse —que no parece muy improbable que llegue al noventa por ciento de las que se sustancian por los órganos de la jurisdicción criminal—, y por
la afectación de las tareas del juez instructor, ministerio fiscal, secretario judicial y, señaladamente, policía judicial, como por entender de manera un tanto
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peculiar, amén de constitucionalmente discutible, derechos fundamentales
como los derechos a la tutela judicial efectiva y al debido proceso (y así a los
de defensa, a la presunción de inocencia, a la prueba, al juez ordinario predeterminado por la ley, etc.).
El objetivo proclamado es el de lograr una pronta respuesta de la Justicia al
hecho criminal e incrementar la seguridad (el sentimiento de seguridad) ciudadana propiciando de modo singular la tutela de la víctima, siempre en el
ámbito de las infracciones penales menos graves, es decir, las sancionadas
con penas de: A) hasta nueve años de privación de libertad (o con cualesquiera otras de distinta naturaleza bien sean únicas, conjuntas o alternativas
independientemente de su cuantía o duración, art. 757) en el procedimiento
abreviado; B) hasta cinco años (o con cualesquiera otras penas cuya duración no exceda de 10 años, art. 795) en el enjuiciamiento rápido de determinados delitos; C) hasta tres años de prisión (o multa cualquiera que sea su
cuantía o pena de otra naturaleza cuya duración no exceda de diez años, art.
801 de la LECrim redactado por la LO 8/2002) para las sentencias de conformidad a dictar por el juez de instrucción, y D) las faltas a las que se refiere el nuevo art. 962 de la LECrim (cuyos apartados 1 y 2 han sufrido posterior y significativo cambio por mor de la LO 5/2003).
La sencilla formulación de la meta propuesta encierra una multiplicidad de
connotaciones huérfanas de una cuidadosa y armónica previsión y funcionamiento. Si se quiere que de los asuntos penales que se verán afectados por
esta reforma, la mayoría (alrededor del 60 por ciento) se ajusten al enjuiciamiento rápido, la ineludible concentración de la instrucción —y período intermedio— en el juzgado de guardia impone un funcionamiento cual reloj y, de
esta manera, de sus diversos mecanismos: motor, regulador, escape, sonería. En la ponencia defendida en la Universidad de Valladolid por el magistrado y letrado del CGPJ Dr. José Antonio Choclán en 24 de marzo pasado,
se ejemplifica, acertadamente, que comportan un funcionamiento similar al
de los servicios de urgencia sanitarios: junto a los médicos de atención primaria han de estar presentes, y listos para actuar, cirujanos, radiólogos,
anestesistas, ATS, auxiliares, celadores, servicios de seguridad, de laboratorio, banco de sangre, farmacia, etc.
Avanzaré la supeditación de la reforma al coordinado y ágil funcionamiento
del juzgado de guardia, de la policía, de la fiscalía, de abogados y procura-
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dores, de peritos, de testigos, etc. con los indispensables elementos a conjuntar.
El mismo legislador ha sido consciente de ello al recoger explícitamente la
necesidad de dotar a la Justicia de los precisos medios materiales y personales y de acometer simultáneas y severas reformas. Concreción de la
perentoriedad de emprender otras reformas son, ya originaria ya derivadamente, las siguientes disposiciones de diferente índole y rango:
Los Acuerdos Reglamentarios del Pleno del CGPJ 2/2003 —que modifica el
Reglamento 5/1995 de 7 de junio—; 3/2003 —por el que se modifica el
1/2000 del CGPJ, de los órganos de gobierno de los Tribunales—, y 4/2003
por el que se modifica el Reglamento 1/1995 de la Carrera judicial —jueces
en expectativa de destino—; también la Instrucción 1/2003, de 15 de enero,
del Pleno del CGPJ, sobre régimen de sustituciones, Magistrados suplentes
y Jueces sustitutos, asimismo la Instrucción 3/2003 de 9 de abril del Pleno
del CGPJ, sobre normas de reparto penales y registro informático de violencia doméstica.
La Ley Orgánica 9/2002 de 10 de diciembre, de modificación de la LO
10/1995, del Código Penal, y del Código Civil, sobre sustracción de menores,
que crea el juez en expectativa de destino, autoriza al CGPJ a dispensar en
ciertos casos a los miembros de la Carrera Judicial del requisito de haber
prestado tres años de servicios efectivos como jueces para acceder a la categoría de magistrado, y añade un segundo párrafo al art. 788 LECrim; la Ley
3/2003 de 14 de marzo, sobre la orden europea de detención y entrega, cuyo
art. 5, al determinar el objeto de la orden europea, faculta a las autoridades
judiciales españolas para dictarla, bien cuando se trate del ejercicio de acciones penales por hechos sancionados por nuestra legislación con una pena o
medida de seguridad privativas de libertad cuya duración máxima sea, al
menos, de 12 meses, bien con miras a proceder al cumplimiento de una condena a una pena o una medida de seguridad no inferior a cuatro meses de
privación de libertad (1); la Ley Orgánica 2/2003 de 14 de marzo, complementaria de la Ley sobre la orden europea de detención y entrega que, con
1.
Con independencia de que el ordenamiento penal de la autoridad judicial requerida para su ejecución
recoja la figura delictiva presente en la relación del art. 9 de esa L. 3/2003.
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base en los arts. 1.2 y 2.2 L. 3/2003, modifica los arts. 65.4 y 88 LOPJ designando a los Juzgados Centrales de Instrucción y Sala de lo Penal de la
Audiencia Nacional como autoridades judiciales de ejecución competentes a
efectos de dar cumplimiento en España a la orden europea; la LO 1/2003 de
10 de marzo, para la garantía de la democracia en los Ayuntamientos y la
seguridad de los Concejales, cuyo artículo Tercero modifica el 110 de la
LECrim, añadiéndole una disposición adicional; y la L. 14/2003, de 26 de
mayo, de modificación de la L. 50/1981, de 30 de diciembre, por la que se
regula el Estatuto Orgánico del Ministerio Fiscal (2). Además se encuentran en
fase de proyecto o anteproyecto reformas de la LOPJ (3) y de la oficina judicial, del código penal (4), de la prisión provisional, etc. (5).
Desde la publicación de las meritadas L. 38/2002 y LO 8/2002 la conducta
del legislador —reforzada o confirmada con la ayuda de instituciones estatales como el CGPJ—, fruto de ignotos impulsos, en un apasionado «sin vivir»,
juega el papel de Penélope, deshaciendo por la noche lo que teje por el día,
y trasluce el sentimiento de haber acometido una apresurada, oportunista y
no suficientemente ponderada modificación de la LECrim. Aunque como
«prueba vale un botón» puedo traer a colación una botonadura completa. A
día de hoy, DOS DE AGOSTO DE 2003, el añadido del párrafo segundo del
art. 788.2 LECrim por la Disposición adicional tercera de la LO 9/2002 de 1012, atribuyendo carácter de prueba documental a los informes emitidos por
laboratorios oficiales (6); la contrarreforma del juicio de faltas operada por la
Disposición adicional única de la LO 5/2003, BOE de 27-5 (que interesa a los
2.
Adecuación de la estructura del MF exigida en la Disposición Adicional Primera núm. 2.
3.
El Proyecto de Ley Orgánica de modificación de la LO 6/1985 de 1 de julio del Poder Judicial está publicado en el BOCGCD de 5 de mayo de 2003.
4.
Con el subsiguiente problema, que viene machaconamente reiterándose, de que, tras la ley procesal que
parte de categorías delictivas sancionadas con determinadas penas, se modifique la ley penal y así deba volver a cambiarse la norma procesal.
5.
Es de interés la Circular 1/2003 de 7 de abril, de la Fiscalía General del Estado, «Sobre el procedimiento para el enjuiciamiento rápido e inmediato de determinados delitos y faltas y de modificación del procedimiento abreviado», y la Instrucción 1/2003 de la Fiscalía General del Estado sobre aspectos organizativos de
las fiscalías y sus adscripciones con motivo de la reforma parcial de la Ley de Enjuiciamiento Criminal.
6.
Siempre que en los mismos conste su realización siguiendo los protocolos científicos aprobados por las
correspondientes normas. De este modo en todos figurará tal constancia invirtiéndose la carga de probar que
corresponderá al afectado por tales informes.
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apartados 1 y 2 del art. 962 LECrim, suprime el 2 del 963 LECrim y modifica
el 1 del 964 LECrim); el recosido del art. 989 por obra de la L. 7/2003 de
30-6, concerniente a la cooperación de las agencias estatales y eventualmente de las haciendas forales en la investigación patrimonial a efectos de la
ejecución de los pronunciamientos sobre responsabilidad civil; el cambio del
art. 13 y el añadido art. 544 ter LECrim por la L. 27/2003 de 31 de julio, reguladora de la Orden de protección de las víctimas de la violencia doméstica;
etc. Serían asimismo citables las «incidencias» sobre el art. 773.2 LECrim
del art. 5 del EOMF (relativo a las diligencias de investigación del Ministerio
Fiscal), de la Instrucción 3/2003 del Pleno del CGPJ, sobre normas de reparto penales y registro informático de violencia doméstica; etc. Es de todo
punto necesario rogar encarecidamente al legislador que ya cometido el
desaguisado se tranquilice y lo deje fraguar, apartándose de la respuesta
inmediata políticamente oportuna.
2.
OBJETIVOS DE LA REFORMA PARCIAL DE LA LECRIM
Destaca en las inicialmente mencionadas Leyes 38/2002 y orgánica 8/2002
su respectiva rúbrica identificativa, por comprehendiosa y prolija. La Ley
38/2002 se intitula «de reforma parcial de la Ley de Enjuiciamiento Criminal,
sobre procedimiento para el enjuiciamiento rápido e inmediato de determinados delitos y faltas, y de modificación del procedimiento abreviado»; la LO
8/2002, por su parte, lleva el siguiente título: «complementaria de la Ley de
reforma parcial de la Ley de Enjuiciamiento criminal, sobre procedimiento
para el enjuiciamiento rápido e inmediato de determinados delitos y faltas, y
de modificación del procedimiento abreviado». La Exposición de Motivos de
la 38/2002 despliega tan explícito nomen al justificar que «En efecto, en
determinados supuestos, la tramitación de los procesos penales se prolonga
en el tiempo mucho más de lo que resulta necesario y aconsejable; y esta
dilación es fuente de ciertas situaciones que han generado en los últimos
tiempos una notable preocupación social: los retrasos en la sustanciación de
los procesos penales son aprovechados en ocasiones para ponerse fuera
del alcance de la autoridad judicial y, sobre todo, para reiterar conductas
delictivas, lo que genera una impresión generalizada de aparente impunidad
y de indefensión de la ciudadanía ante cierto tipo de delitos. La inmediatez y
aceleración en la respuesta estatal ante la delincuencia es, sin duda, una
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pieza clave para evitar los fenómenos antes descritos y permitir que la Justicia penal cumpla alguno de los fines que tiene asignados. Esta es la finalidad primordial que persigue la presente reforma».
Reconozco la enorme dificultad de poner coto a las dilaciones y su crónica presencia en la justicia española desde hace siglos (7) y, de este modo,
la ardua labor que se ha marcado nuestro legislador, ya cercanamente
emprendida con inmediato motivo de la celebración de las olimpiadas en
Barcelona y de la exposición de Sevilla, y como verosímil remedio ante el
previsible incremento de la delincuencia, a cuyo fin se promulgó la L.
10/1992 de 30 de abril, de «Medidas urgentes de reforma procesal».
Señaladamente, esa Ley introdujo dos párrafos en el art. 791 LECrim facilitando las instrucciones judiciales concentradas en las guardias y la breve
sustanciación cronológica de juicios orales. Su entendida reducción territorial a Barcelona y Sevilla (8), «su discrecional utilización por el Ministerio
7.
Vid. mi trabajo «Crisis y alternativas en la justicia civil», en Corrupción y Estado de derecho. El papel de
la jurisdicción, edit. P. Andrés Ibáñez, Madrid, 1996, esp. pp. 154 a 157, en las que, entre otras muchas citas,
recojo las peticiones V y XXV de las Cortes castellano-leonesas celebradas en Segovia en 1532: (petición V):
«Otrosy, porque ay muchos pleytos antiguos que nunca se fenescen ni acaban porque con cautelas de los
reos, con articulos immergentes e incidentes se abren muchas vezes las conclusiones, y ay pleytos de veynte y treynta años, con color que ay otros mas antiguos y la conclusión aunque los tales pleytos no se siguan
de que los oydores algunas vezes toman o pueden tomar ocasion para ver los pleytos que ellos quieren y no
otros...», en la XXV: «Porque aunque vuestra Magestad tiene proueydo en estos sus reynos de mucho numero de juezes, han crescido y crescen tanto siempre los pleytos que no se pueden determinar con aquella
breuedad que convenia; de lo qual resulta tan grandes gastos, costas y trabajos a los litigantes que acaesce
muchas vezes que cada una de las partes ha gastado mucho mas de lo que el pleyto importaua, y ansy quedan destruidos, y los abogados y procuradores y escriuanos, ricos: y lo que mas se deue sentir es que todo
el tiempo que duran los pleytos dura el rancor y pasion en que comunmente se suelen seguir entre las personas que tratan los dichos pleytos...» [CORTES DE LOS ANTIGUOS REINOS DE LEÓN Y CASTILLA (CLC),
Publicadas por la Real Academia de la Historia, Madrid, T. IV, 1882, pp. 528 y 538]. También son de interés
los textos de Manresa y Navarro y de Vicente y Caravantes, ambos de 1856, pero son citables muchísimos
otros expresivos de la pervivencia endémica de las dilaciones indebidas en nuestro enjuiciamiento.
8.
No prevista en la Ley y además negada por su aplicación en algunas otras poblaciones como Madrid y Alicante. Vid. el Anexo de Datos Estadísticos del INFORME A LA PROPOSICIÓN DE LEY DE GRUPOS PARLAMENTARIOS DEL CONGRESO (NÚM. 122/0001999) DE REFORMA PARCIAL DE LA LEY DE ENJUICIAMIENTO CRIMINAL PARA EL ENJUICIAMIENTO RÁPIDO E INMEDIATO DE DETERMINADOS DELITOS Y FALTAS,
Y LA MODIFICACIÓN DEL PROCEDIMIENTO ABREVIADO, POR EL PLENO DEL CONSEJO GENERAL DEL
PODER JUDICIAL DE 22 de MAYO DE 2002, en el que se muestra que en Sevilla, el total de juicios rápidos señalados por los juzgados de lo penal pasó de los 392 de 1992 a 703 en 2001; en Barcelona de 1114 en 1992 a 2471
en 2001. En porcentajes, supusieron los juicios rápidos respecto de los abreviados, en Barcelona, el 56,1%, con
una evolución media del 12% anual, mientras que en Sevilla representaron el 12,1% con un aumento medio anual
del 1,42%. También se recogen los delitos más frecuentemente enjuiciados por el procedimiento rápido, etc.
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Fiscal y el Juez» (9), la escasez de medios materiales y esencialmente personales (10) para su aplicación, las deficiencias observadas y su progresivo desuso, parecen haber contribuido a su inobservancia. Aquella experiencia de la L. 10/1992 ha servido al legislador de la L. 38/2002 para, con
significativas pinceladas normativas, proceder a su revitalización y a su
obligado acatamiento en todas las demarcaciones judiciales del Estado
español.
En esta Ley 38/2002 refiere el legislador la inidoneidad de la Justicia penal
para combatir el aumento y reiteración de conductas delictivas —discutiblemente centrados por algunos sectores políticos y mediáticos en la inmigración—, el notable retraso en la tramitación procesal y la subsiguiente inseguridad ciudadana ante un sentimiento de aparente impunidad e indefensión. Papel destacado ha jugado la difusión y creciente concienciación de
las inadmisibles lentitud e inadecuación de la respuesta judicial a las infracciones atinentes a la violencia doméstica (11).
La impropiedad y extrañeza de la justicia criminal se pretende superar, de
modo explícito y directo, propiciando la aceleración y simplificación procesales, elementos que llevan implícitos, de modo indirecto y de forma destacada:
9.
«La Instrucción 6/1992, de 22 de septiembre, Aplicación de algunos aspectos del proceso penal en virtud de la reforma llevada a cabo por la L. 10/1992...», subraya con cita de la Exposición de Motivos de esa L.
10/1992 que: «...se trata de mecanismos de agilización cuya posible utilización se deja en manos del Ministerio Fiscal y del Juez...». El viejo art. 790.1 en sus párrafos segundo y tercero habla de cuando «el Juez de
Instrucción considere que existen elementos suficientes para formular la acusación...» y el 790.2 de «Cuando
el Ministerio Fiscal manifieste la imposibilidad de formular el escrito de acusación por falta de elementos esenciales... accediendo el Juez a lo solicitado».
10. El propio Fiscal General en la mencionada Instrucción 6/1992, dice que «...por evidentes motivos de
infraestructura, habrá que distinguir entre los Juzgados de aquellas poblaciones que no cuentan con un Fiscal permanente... y Juzgados de capital. Y a su vez, dentro de éstos, entre los que prestan un servicio de guardia de 24 horas, de aquellos otros en que el servicio de guardia se estructura de otra forma, generalmente por
semanas... En principio esta modalidad procedimental (la del denominado “Juicio rápido", E.P.)... parece estar
concebida para los Juzgados de las grandes capitales en los que existe un servicio de guardia de 24 horas
ininterrumpidas....».
11. Provocando una legislación particular orientada a su erradicación. Merecen cita la L 27/2003 de 31 de
julio, reguladora de la Orden de protección de las víctimas de violencia doméstica, y la Instrucción 3/2003 de
9 de abril, del Pleno del CGPJ, sobre normas de reparto penales y registro informático de violencia doméstica, publicada en el BOE de 15-4-03. Es de interés el Protocolo para la implantación de la Orden de Protección de las víctimas de la violencia doméstica, elaborado por la Comisión de Seguimiento de la Implantación
de la Orden de Protección de las Víctimas de Violencia Doméstica.
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— La reconceptuación del juez instructor, al que se habilita para dictar las
denominadas sentencias de conformidad.
— La devaluación de la apuntada y recién nacida redefinición (12) del MF, en
esbozo en la LO 7/1988 (13) y L. 10/1992 (14) y, con mayor plenitud, en las
LLOO 4/1992, de 5 de junio, sobre reforma de la Ley Reguladora de la
Competencia y el Procedimiento de los Juzgados de Menores, y 5/2000,
de 12 de enero, Reguladora de la responsabilidad penal de los menores.
— Con la recalificación del nuevo y reforzado papel de la policía judicial y
subsiguiente adelgazamiento e infravaloración de la instrucción judicial.
— La desvirtuación de la prueba a través de la ampliación de la anticipada.
— Las aparentes pero vacías encomiendas al secretario judicial (15).
Recapitulando, se simplifican y aceleran trámites procesales —sobre todo en
la investigación y preparación del juicio oral (16)—, se alteran y cambian, con
variable intensidad, significativos papeles procesales: juez instructor, policía,
secretario judicial, se diluye la aparente orientación iniciada en la reforma de
1988 y ratificada en la de 1992 de ir hacia un fiscal investigador, se desnaturaliza la prueba anticipada, etc. Resulta así que las innovaciones realizadas
no son puntuales respuestas a problemas socialmente sensibles en este
momento sino que, algunas, aciertan, con indiscutible por inconstitucional
significado y alcance, al núcleo de la Justicia penal del Estado de derecho.
12. Pensemos en la vigencia de las palabras del Fiscal General de Estado en la mencionada Instrucción
6/1992: «c) Al amparo de lo establecido en el art.20 del RD 769/1987, sobre la Policía Judicial, que atribuye
al Ministerio Fiscal la dirección “de las diligencias de investigación criminal formalmente concretadas a un
supuesto presuntamente delictivo, pero con carácter previo a la apertura de la correspondiente actuación judicial” (punto este que ha sido objeto de la Instrucción 2/1988 de esta Fiscalía General, cuyo estricto cumplimiento se recuerda ahora), los Fiscales Jefes darán las órdenes oportunas a los funcionarios de la Policía
Judicial a fin de que en los atestados se cumplimente la diligencia de ofrecimiento de acciones....».
13. LO 7/1988 de 28 de diciembre, por la que se modifican los arts.14, 377, 779 a 798 y 989 y se derogan
los arts. 799 a 803 de la LECrim.
14. Que se confirma en la citada L. 14/2003 de 26 de mayo, de modificación de la Ley 50/1981, de 30 de
diciembre, por la que se regula el Estatuto Orgánico del Ministerio Fiscal.
15. El art. 775 disocia en la primera comparecencia, la información por el juez de los hechos imputados y la
previa información por el secretario de sus derechos. El art. 776.1 asigna al secretario la información al ofendido o perjudicado de sus derechos, y el núm. 2 del mismo habla de «la imposibilidad de practicar esta información por la policía judicial y por el juez en comparecencia», etc.
16. En el apartado IV de la Exposición de Motivos de la L. 38/2002 se refiere el legislador a la investigación
y enjuiciamiento de delitos y al enjuiciamiento de faltas.
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— Completando las metas de celeridad y simplificación, por LO 7/2003, de
30 de junio, de medidas de reforma para el cumplimiento íntegro y efectivo de las penas, se agrega la de «...lograr una lucha más efectiva contra la criminalidad...» (Exposición de Motivos II), evitando que la flexibilidad en el cumplimiento de las penas y los beneficios penitenciarios puedan convertirse en meros instrumentos por las formas de delincuencia
más graves, en concreto las procedentes del crimen organizado, delincuentes terroristas y otros de gran peligrosidad, etc.
3.
LA ACELERACIÓN DE LA JUSTICIA PENAL
COMO OBJETIVO DE LA LEY 38/2002
El arriba trascrito texto de la Exposición de Motivos de la L. 38/2002 y la sensibilización social ante el florecimiento de determinados injustos reflejan una
cara de la real trascendencia de la reforma operada. Aunque sin otros datos
estadísticos que los de la primera quincena de funcionamiento (17), considero
probable, según apunté supra, que la mayoría de las causas criminales (alrededor del 90%) se vean sujetas a la nueva legislación. Sin contar los juicios
de faltas, el 30% de los procesos por delito se sustanciarán por los trámites
del abreviado y en torno al 60% por los del enjuiciamiento rápido. Mi impre-
17. Las estadísticas de los juicios rápidos desde 28-04-2003 a 11-05-2003 arrojan las cifras siguientes: Con
Decanatos liberados 210 por delitos, 305 faltas y 219 conformidades (así Málaga, Sevilla, Zaragoza, Madrid —
36, 78 y 45—, Bilbao —37, 37, 13—, Valencia —41, 120 y 34—, etc. Con 33 o más juzgados de instrucción 72,
305 y 96 (Barcelona —36, 227, 51—. Con 13 juzgados o más 87, 366, 67 (Málaga, Sevilla —28, 187 y 21—,
Valencia). Con 10 o más juzgados de instrucción 51, 150, 56 (Zaragoza —7, 85, 9—, Palma de Mallorca 7, 28,
34). Con 8 o más juzgados de instrucción 106, 48, 25 (Granada 98 delitos, 7 faltas, 14 conformidades; Alicante 8, 41 y 11, respectivamente). Con menos de 8 juzgados de instrucción 124, 459 y 129 (Almería 7, 12 y 13,
Córdoba 21, 59, 10, Las Palmas de Gran Canaria 5, 56, 16, Santander 10, 8, 7, Burgos 0, 3, 3, Valladolid 22,
58, 4, Murcia 3, 36, 21, San Sebastián 9, 26, 7, A Coruña 6, 8, 2, etc.). Otras poblaciones con Espec. 30, 352,
62 (Marbella 1, 29, 8, Gijón 1, 76, 13, Móstoles 8, 21, 0, Baracaldo 0, 30, 2, Vigo 3, 54, 11, etc.).
El Consejo Fiscal, en 1 de julio de 2003, referido a los treinta primeros días de vigencia de la L. 38/2002, dice
que se incoaron en las fiscalías 6663 [7533 (?)] diligencias por este procedimiento, realizándose de todas ellas
3912 escritos de acusación, otras 2955 causas se resolvieron mediante conformidad con la petición fiscal y
un número de 666 han sido sobreseídas por falta de autor conocido o porque los hechos no eran delictivos.
Según iustel.com/noticias, «El Ministro de justicia en 27/06/2003, reunido en Ávila con los responsables del
CGPJ y los jueces decanos de las 8 ciudades más importantes del país, destacó que el 45% del total de las
causas penales por delito o falta con autor conocido se han solucionado en menos de quince días... De los
28.167 juicios rápidos que se han resuelto en los últimos dos meses, 11.116 han correspondido a delitos con
penas inferiores a cinco años de cárcel y 17.001 a faltas...».
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Ernesto Pedraz Penalva
sión encuentra apoyo en el ámbito material de aplicación de la reforma: El art.
757 LECrim marca en nueve años de privación de libertad —o cualquiera otra
pena de distinta naturaleza— el tope punitivo de las infracciones a declarar
mediante el procedimiento abreviado.
Leitmotiv inmediato de la reforma es acabar con la tardanza de la Justicia. Tal
objetivo viene primariamente contemplado desde la perspectiva de la víctima.
Sin infravalorar las frecuentes, esenciales y graves repercusiones del retraso
en las víctimas de los delitos y así en el resto de la comunidad, no es de recibo ignorar que la lentitud del proceso, si resulta constitutiva de dilaciones
indebidas, infringe el derecho fundamental del art. 24.2 CE (amén del 6.1
CEDH, 14 PIDCP), y de este modo singularmente el del imputado, acusado
y reo. Es bastante habitual que el propio acusado tenga interés en ser juzgado lo más pronto posible eludiendo ora posibles medidas cautelares (reales y patrimoniales) de incierta duración ora la sola pendencia bajo sospecha.
No es aceptable, por muy críticas que sean la opinión pública y la situación
social, menospreciar el derecho del imputado a un proceso sin dilaciones
indebidas, volviendo a alterar el fiel de la balanza (18). La norma procesal ha
de responder en plenitud a la Primera Ley, aunque ello implique, siempre con
exquisito respeto constitucional, compensar desequilibrios subsistentes
como los que atañen a las víctimas de las infracciones.
Pese a su obviedad he de recordar que nuestra Historia enseña que en
demasiadas ocasiones, so pretexto de tutelar el orden y seguridad públicos,
el interés general, la dignidad nacional, etc., la libertad individual, y por ende
la social, se han visto sacrificadas o al menos recortadas (19).
Ha de subrayarse a este tenor que la celeridad ha sido especialmente buscada en la investigación y preparación del juicio en el procedimiento especial
18. Ampliamente PEDRAZ PENALVA, E., «El derecho a un proceso sin dilaciones indebidas», en La reforma de la Justicia Penal (Estudios en homenaje al prof. Klaus Tiedemann), coords. G. Colomer y G. Cussac,
Castellón de la Plana, 1997, actualizado en mi Derecho Procesal penal, T. I. Principios de Derecho Procesal
Penal, Madrid, 2000, pp. 291 y ss., y, recientemente, en PEDRAZ PENALVA, Introducción al Derecho Procesal penal, Managua, 2002, pp. 387 y ss.
19. No hay libertad social sin libertad individual, libertad social que, resultado del procedimiento así democrático, constitucionalmente establecido, precisa de la libertad política y por ende de su individual ejercicio. Así,
HABERMAS, J., Facticidad y validez. Sobre el derecho y el Estado democrático de derecho en términos de
teoría del discurso, Madrid, 1998, passim.
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Reflexiones sobre el procedimiento para el enjuiciamiento rápido de determinados delitos
previsto en el Título III (arts. 795 y ss.), procedimiento que constituye el objeto central de este trabajo.
Dicha búsqueda se funda en la posibilidad que se brinda en la instrucción
concentrada, durante el servicio de guardia ordinaria, de poder (Arts. 798 a
800): dilucidar la suficiencia del atestado y eventualmente practicar las diligencias urgentes del 797 a efectos de acreditar la comisión del hecho y su
autoría con la consiguiente sencillez de instrucción (795.1.3.ª) y, en todo
caso, que el juez de instrucción tome declaración al inculpado; acordar la
incoación de este procedimiento; adoptar o ratificar la prisión provisional (20)
o cualesquiera otras medidas cautelares personales y reales; decretar la
apertura del juicio oral (si ha lugar, vid. art. 783) dictando en forma verbal auto
motivado no recurrible; una vez abierto el juicio oral (800.2), que el MF formule verbalmente acusación y que el acusado en el mismo acto y a la vista de la
acusación formule verbalmente su defensa o preste su conformidad —conformidad que, si se verificara dentro de los límites penológicos del art. 801, provocará que el instructor dicte sentencia de conformidad—. Asimismo, y en
este último supuesto, con base en el art. 801 que se comprometa (21) el acusado a satisfacer las responsabilidades civiles.
Adviértanse los condicionamientos que requiere tanta agilidad: que la policía
haya llevado a cabo las diligencias de identificación y, en su caso, el interrogatorio del imputado, que por la policía haya sido detenido el imputado y
puesto a disposición del juzgado de guardia, eventualmente, que recabe del
Colegio de abogados la designación de un letrado de oficio, que haya informado a la víctima de sus derechos, que haya llevado a cabo la citación, para
la comparecencia ante el juzgado de guardia, del imputado no detenido, de
testigos, perjudicados y entidades, y, contingentemente, realizado informes
periciales (22) y por ende los remita, etc.; que durante el servicio de guardia
ordinaria comparezcan los citados por la policía: testigos, perjudicados, peritos, imputado y, eventualmente, entidades aseguradoras (art. 796.1.5.ª en
relación con el 117 CP); que esté el fiscal; que esté en su caso la acusación
20. Prisión provisional que a 1 de agosto de 2003, fecha en la que escribo, está pendiente de nueva regulación legal.
21.
¿Y si no lo cumple? Acordada ya la sustitución de la pena puede desaparecer sin cumplir lo prometido.
22.
Vid. el nuevo 788.2 II LECrim de acuerdo con la LO 9/2002.
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particular; que hayan sido designados y acudan los abogados y procuradores de los diversos acusadores y acusados; que se solicite la apertura del juicio por el fiscal y el juez la declare, etc., etc.; que a la vista del atestado y en
su caso de las diligencias urgentes del 797, el juez de instrucción de guardia
considere su suficiencia (798.2.1.º) (23) y que procede continuar el procedimiento (798.3 LECrim); que el instructor entienda que no ha lugar a la prórroga por un plazo adicional de 72 horas (799 LECrim); que se solicite por el
MF o por la acusación particular la apertura del juicio; que el juez considere
que procede la apertura del juicio (teniendo en cuenta el 783); que abierto el
juicio oral no se hubiere constituido acusación particular, hipótesis en la que
el instructor emplazará a las acusaciones para que presenten sus escritos en
el plazo improrrogable de dos días (art. 800.4); que el MF cumpla el plazo de
los dos días, pues de no hacerlo el instructor deberá requerir inmediatamente al superior jerárquico, etc. (art. 800.5); que el acusado, tras la formulación
oral de la acusación, no pida plazo para presentar escrito de defensa, pues
si fuere así el juez habrá de concederle el que estime prudencial dentro de
los 5 días siguientes, etc.
Conclusión inmediata es la necesidad insoslayable de coordinación milimétrica de policía, juzgado de guardia, fiscalía, abogacía, peritos, etc. (24).
Separada y esencial atención merece la duración de la guardia ordinaria en
la que habrá de acometerse la instrucción concentrada y preparación del juicio (en el enjuiciamiento rápido), que en las distintas poblaciones será de 24
horas, 48 horas o de 7 u 8 días en atención al número de juzgados de instrucción del partido judicial, variando el número de juzgados de guardia que
irán desde los cinco (en los partidos judiciales con 45 o más juzgados de instrucción), pasando por cuatro (si hubiere menos de 45 juzgados de instruc-
23.
En caso contrario habrá de incoar diligencias previas (798.2.2.º LECrim).
24. Se busca conseguir dicha armonización: mediante el denominado manual de policía judicial, en verdad
«Criterios para la práctica de diligencias por la policía judicial en aplicación de la L 38/2002, de 24 de octubre,
de reforma parcial de la LECrim, sobre el procedimiento para el enjuiciamiento rápido e inmediato de determinados delitos y faltas, y de modificación del procedimiento abreviado», aprobado en 3-04-03 por el Comité
Técnico de la Comisión nacional de Coordinación de la Policía Judicial; mediante Circular 1/2003 de la Fiscalía General del Estado sobre aspectos organizativos de las fiscalías y sus adscripciones con motivo de la reforma parcial de la LECrim”, dictada en 7 de abril de 2003; en especial también por el Acuerdo reglamentario
2/2003 de 26 de febrero, del Pleno del CGPJ por el que se modifica el Reglamento 5/1995 de 7 de junio de
los aspectos accesorios de las actuaciones judiciales, en lo relativo a los servicios de guardia.
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Reflexiones sobre el procedimiento para el enjuiciamiento rápido de determinados delitos
ción), dos (si hubiere hasta 13 juzgados de instrucción) y uno (con diversas
modulaciones según recojo en la cita) (25).
Pensemos en la realidad de tales planteamientos a la luz de la disponibilidad
de los Juzgados de Guardia, de la mencionada y variable duración de su servicio ordinario y del número y calidad de asuntos que tuvieren. Esa realidad
hace temer que el papel del juez instructor se vaya diluyendo progresivamente a favor de una investigación policial.
Tampoco debe ignorarse que los criterios legales aceleradores imponen un
mayor esfuerzo al resto de los jueces y magistrados. Desde hace pocos años
puede detectarse la tendencia al stajanovismo judicial cuya más florida
expresión pudiera ser la de la retribución desde los módulos, y que encuentra confirmación de nuevo con la instauración de unos tiempos en ocasiones
de difícil observancia (26). Valgan como muestra los 5 días que se fijan para la
25. Según poblaciones, vid. art. 2.8.º del Acuerdo reglamentario 2/2003 de 26 de febrero, del Pleno del CGPJ
por el que se modifica el reglamento 5/1995 de 7 de junio, de los aspectos accesorios de las actuaciones judiciales, en lo relativo a los servicios de guardia”. Ese artículo reforma los arts. 48 a 59 ter del mencionado
Reglamento 5/1995 y, así, prescribe que el servicio de guardia en los partidos judiciales con 45 o más juzgados de instrucción se prestará con periodicidad diaria por 5 juzgados de instrucción en servicio de guardia
ordinaria de 24 horas (amén de por un juzgado de instrucción constituido en servicio de guardia de enjuiciamiento de faltas) (art. 48.1 Rgto. 5/1995); si hubiere de 33 a 44 juzgados de instrucción el servicio de guardia
ordinaria se prestará durante veinticuatro horas por 4 juzgados de instrucción (art. 48.2 Rgto. 5/1995); en los
partidos judiciales con trece o más juzgados de instrucción dicho servicio de guardia ordinaria será atendido
por dos juzgados de instrucción con periodicidad de 48 horas (art. 53.1 Rgto. 5/1995); en los partidos judiciales con 10 o más juzgados de instrucción el servicio de guardia ordinaria de 24 horas se prestará por un juzgado de instrucción y por un juzgado de instrucción constituido en servicio de guardia de enjuiciamiento de
faltas (art. 55 Rgto. 5/1995); en los partidos judiciales con 8 o más juzgados de instrucción el servicio de guardia se prestará por un juzgado de instrucción, con periodicidad semanal, y un juzgado de instrucción constituido en servicio de guardia de enjuiciamiento de faltas (art. 57.1 Rgto. 5/1995); en el resto de partidos judiciales, o sea, con menos de ocho juzgados de instrucción o con juzgados de primera instancia e instrucción,
el servicio de guardia se prestará por un juzgado en servicio de guardia durante ocho días, de los que los primeros siete días se dedicarán a la guardia ordinaria y a dictar las sentencias de conformidad, y el octavo día
al enjuiciamiento inmediato de las faltas y a la realización de las audiencias de las partes previstas en los arts.
798 y 800 LECrim en causas sin detenido(art. 58 Rgto. 5/1995); en los partidos judiciales con un único juzgado de primera instancia e instrucción el servicio de guardia será permanente y se prestará durante la jornada ordinaria de trabajo «sin que la misma experimente alteración alguna. Si bien, fuera de dicha jornada, el
Juez y el Secretario del Juzgado, asi como el funcionario o funcionarios de su Secretaría... permanecerán en
situación de disponibilidad...» (art. 59.1 Rgto. 5/1995).
En todo caso debe considerarse además la Instrucción 3/2003 de 9 de abril, del Pleno del CGPJ, sobre normas de reparto penales y registro informático de violencia doméstica, publicada en el BOE de 15-4-03.
26. En otras ocasiones de muy fácil burla, p.ej., sin más que evitar acumulaciones de procesos aptos para
ser resueltos en un único proceso con una sola sentencia que, de este modo, se reitera en una multiplicidad
de causas pese a reunir las exigidas identidades legales para su acumulación.
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decisión por la Audiencia Provincial del recurso de apelación contra los autos
del juez de instrucción y del juez de lo penal (art. 766.3 LECrim), los 10 días
(ó 5 si hubo vista oral) para el de apelación contra sentencias (art. 792.1) que
se contrae a 7 días si previamente hubiera debido resolver una solicitud de
prueba en la segunda instancia, resolviendo en 3 días (art. 791.1 LECrim).
Por Colegios de Abogados como el de Zaragoza se ha reclamado del Ministerio de Justicia el aumento del número de miembros de las guardias (27).
Desde el propio seno de la policía se ha indicado que los juicios rápidos la
sobrecargan de trabajo al exigir que sus agentes estén disponibles 24 horas
al día (28).
Es menester otrosí evitar caer en el apresuramiento de unas causas —no
precisamente por las lesiones más graves del código penal— menospreciando, y en perjuicio de otras que pudieren resultar pospuestas bajo la fiebre de
dar efectividad, parcial, al objetivo normativo de la celeridad.
No cabe cerrar los ojos en el tema de la aceleración del proceso, ignorando
todas sus manifestaciones, ni su incidencia en todas las etapas procesales, ni
todos los elementos que ha menester. Según se ha acreditado en numerosos
estudios, es cierto que en la duración de la fase instructora residía frecuentemente una de las causas determinantes de las dilaciones en la Justicia penal,
pero también se ha demostrado que, con similar y aun superior intensidad, lo
mismo podía predicarse de la fase de ejecución. El retraso en el cumplimiento de la sentencia suele provocar igual o mayor rechazo de la comunidad al
considerar que, declarado el hecho punible y condenado el autor, ha de procederse, si es posible, a su automática ejecución para lograr restaurar la seguridad jurídica y el orden público desconocidos. Reacciones contrarias a tardías
ejecuciones son por todos sabidas. Pretender que después de tres o cuatro
años de haber sido condenada una persona se ordene su ingreso en prisión,
causa un hondo malestar social, siempre negativo, tanto si el sujeto ha
27.
Según noticias.jurídicas.com, 24-6-2003.
28. En La razón digit@l —Madrid, lunes 21 de julio de 2003. Agregándose: Los sindicatos policiales han
denunciado que «...con el sistema de turnos por el que se rigen, tan sólo pueden librar un máximo de dos fines
de semana al mes», y que «...la asistencia a juicios “quita” de la calle, por más o menos tiempo, a los agentes del Cuerpo Nacional de Policía. Todo esto agrava... la endémica falta de personal policial en la región» (se
refiere a Madrid).
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Reflexiones sobre el procedimiento para el enjuiciamiento rápido de determinados delitos
continuado su carrera delictiva como si, manteniéndose al margen, ha gozado de una libertad que se estima inmerecida, como si ha enderezado su vida
cuestionándose en este caso la rigidez, inoportunidad, indiferencia y alejamiento social, cuando no, además, el estado de corrupción de la Justicia.
La L. 38/2002 y la LO 8/2002 se centran en la investigación y en la etapa de
declaración, dedicándose a la ejecución los arts. 9, 794, 974 y 803.3 LECrim,
con explícito reenvío a las disposiciones generales de la Ley (29). El déficit normativo en materia de ejecución se palía, en mínimo grado, con la LO 5/2003
de 27 de mayo, por la que se modifican la LOPJ, LOGP y LDPJ, y mediante
la LO 7/2003, de 30 de junio, de medidas de reforma para el cumplimiento
íntegro y efectivo de las penas, que en su artículo cuarto modifica el modificado art. 989 LECrim, acerca de la realización coactiva de los pronunciamientos sobre responsabilidad civil. Salvo error u omisión, no se ha previsto
que la rápida celebración de juicios, el cumplimiento efectivo de las condenas
de privación de libertad, sin perjuicio de las alternativas supeditadas a la
reparación de la víctima o al seguimiento de tratamientos de deshabituación,
etc. (30), van a incrementar la población penitenciaria, de manera que se precisará aumentar sensiblemente los centros de reclusión, tener que multiplicar
número y formación de personal especializado, etc.
Ítem más, no parece muy satisfactorio reducir la cura de las dilaciones a la
mera reforma procesal y a discutibles modificaciones orgánicas sin una, al
menos, simultánea previsión de medios materiales y personales. Que el
legislador lo sabe es muestra la Disposición adicional primera que en el plazo
de seis meses (coincidiendo así con el de la fecha de entrada en vigor de la
L. 38/2002), ordena al Ejecutivo dotar a la Justicia de los elementos necesarios para el óptimo funcionamiento de la nueva reforma. Sin perjuicio de mis
dudas en torno al cumplimiento de ese mandato, a su idoneidad, suficiencia,
etc., pienso que si se hubiere dotado a la Justicia con estos medios materiales y personales tal vez no hubiere sido necesaria en sus más significativos
y estrafalarios extremos otra nueva reforma de la LECrim.
29. La ejecución en los procesos por faltas no ha sido modificada, manteniéndose el art. 984 III LECrim que
se remite a los arts. 927 y siguientes de la LECrim.
30. Creo que está prevista la construcción de cuatro centros nuevos aunque el número de internos, en torno
a los 54.000, requeriría más centros.
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Repasando con cierto cuidado la «lista» de la nueva Disposición adicional primera LECrim, me surgen algunos interrogantes. El legislador parece considerar
que tenemos bastantes jueces, fiscales, médicos forenses, policías, y demás
personal auxiliar de la administración de la Justicia (secretarios, oficiales, auxiliares, agentes, etc.). La vigencia de las sustituciones y suplencias en jueces,
magistrados, fiscales y secretarios, que tan indispensable ha sido para mantener
estos años un casi mínimamente aceptable nivel de respuesta de la Justicia,
cuestionada a favor de la positiva ocupación de las vacantes por personal de
carrera, tal vez sugiera que hay, no ya sólo defectos organizativos en la plantilla,
sino menos jueces, fiscales y secretarios de los que se precisa. Recordaré que
la escasa plantilla de fiscales justificó la no generalización y el final desuso del
juicio rápido de la Ley de 1992, no pareciendo que el problema fuere de simple
organización. Si a ello agregamos que la Disposición Adicional Segunda al reformar el art. 21.1 de la L. 38/1988 de Planta y demarcación judicial permitiendo la
separación entre Juzgados de Instrucción y de Primera Instancia (sin que existan al menos 10 juzgados), impondrá el aumento al menos de juzgados de primera instancia que asuman las causas antes decididas por aquéllos, parece que
el problema no es únicamente de estructura sino además de número. Concluyendo este punto, ¿se ha tomado debida cuenta del notable incremento poblacional que tiene lugar en las «zonas turísticas» al diseñar el nuevo sistema de
guardias previsto por el Acuerdo Reglamentario 2/2003 del Pleno del CGPJ?
Prescindo de comparar nuestro déficit de jueces, fiscales, policías, etc., poniendo en relación los que tenemos con los existentes en otros Estados de la Unión
Europea, mas sí apuntaré que, junto al problema cuantitativo, es menester
seguir ocupándose del cualitativo. No parece a este tenor ocioso aludir a la
urgente y severa modificación del sistema de acceso a las carreras judicial y
fiscal, profundizando además en la etapa de Escuela judicial a fin de optimizar
lo más posible la selección del personal jurisdiccional: citaré a este respecto el
irracional examen memorístico —con señalada ausencia de una prueba práctica— y la inaudita y subsiguiente preparación repetitiva de los opositores (31).
31. No se han afrontado algunos problemas significativos de las pruebas selectivas para la provisión de plazas de alumnos de la Escuela Judicial (jueces) y del Centro de Estudios Jurídicos de la Administración de Justicia (Convocadas por Acuerdo de 20 de marzo de 2003, «de la Comisión de Selección... del Poder Judicial»,
BOE de 29-3-03): en primer lugar porque no se ha incluido un ejercicio práctico indispensable para comprobar el razonamiento jurídico del candidato, en segundo lugar porque el cuestionario-test que constituye el
30
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Reflexiones sobre el procedimiento para el enjuiciamiento rápido de determinados delitos
Ninguna reforma puede triunfar si carecemos de los operadores aptos para
su aplicación y, señaladamente, sin afrontar el también grave problema de la
oficina judicial.
Aunque fuere dotada la Justicia con los jueces, fiscales, secretarios, peritos,
etc., que necesita, subsistiría un grave obstáculo de imprescindible superación. Estoy pensando en la deficiente oficina judicial que seguimos teniendo.
Continuar hablando de la oficina judicial podría parecer irrelevante e intempestivo, tras tantos años de debates, si se hubiere acometido una mínima
reforma (32). Es mi opinión que subsisten, si no es que no se han hecho crónicos, los problemas derivados de un secretario judicial al que no se termina de
ubicar, de una oficina judicial esquizoide, a caballo entre las CC.AA. y el Estado y entre la autoridad del secretario y la del juez, con unos funcionarios mal
retribuidos, escasamente motivados, cuyas tareas no están muy bien definidas, en algunos órganos con prevalencia de personal eventual, etc. (33) (34).
primer ejercicio, sorprendentemente, se circunscribe a la materia del segundo ejercicio y no se extiende a la
del tercero, en tercer lugar porque no se ha abandonado la posibilidad de varios Tribunales calificadores (así
la Base G apartado 5 del mencionado Acuerdo publicado en el BOE de 9-03-03).
32. Vid. la fecha de estos trabajos, PEDRAZ PENALVA, E., «Notas sobre el secretariado en el Proyecto de
LOPJ de 23 de febrero de 1985», en Revista Jurídica La Ley, 1985-2, p. 1030; «Notas sobre la oficina judicial
y su reforma», en Justicia89, núm. IV, pp. 847 a 870; «La nueva secretaría Judicial», en Revista Poder Judicial, núm. 26, 1992, pp. 85 a 109; «Sobre el Secretario y la Secretaría Judicial», en Acta Judicial, núm. 3, octubre de 1993, p. 2; «Sobre el carácter de autoridad del Secretario judicial en la Ley Orgánica del Poder Judicial», en Problemas actuales de la justicia (Homenaje al Dr. Faustino Gutierrez Alviz), Valencia, Tirant lo
blanch, 1988, pp.. 293-317; «La nueva Secretaría Judicial», en VI Jornadas de Fe Pública Judicial (Granada,
9-11 de octubre de 1991), Granada, 1993, pp. 161 a 177; «El derecho al debido proceso y el secretario judicial», en Acta Judicial, diciembre de 1995, núm. 6, pp. 9-11. Asimismo, y con la profesora MORAL MORO, M.ª
José, «El secretario en la ejecución», en Justicia97, núm. 2, pp. 421 a 446.
33. Al hilo de lo dicho podría recordar el asunto aireado por la prensa del «narco» Juan Manuel Candela Sapieha, que vio ratificada su condena por el TS en sentencia de 19 de junio, con escrito de salida del 31 de julio y
con entrada en la sección cuarta de lo penal de la AN el 2 de agosto. La orden de ejecución llega a la prisión en
que estaba recluido el susodicho J.M.C. Sapieha en 15 de octubre. La falta de medios, de coordinación judicial,
el desinterés por la actividad, etc, podrían haber contribuido a la imposible ejecución de la condena tras haber
huido el delincuente puesto en libertad por la juez de instrucción tres días antes de llegar la orden de la AN.
34. Sí parece consciente el legislador de la imprescindible reforma en el Proyecto de Ley Orgánica de modificación de la LO 6/1985 de 1 de julio del Poder Judicial, publicado en el BOCGCD en 5 de mayo de 2003. A
mi juicio son aceptables p.ej. las funciones secretariales previstas en los arts. 452 a 462. Lógicamente la oficina judicial no es regulada al requerir un desarrollo normativo no asumido ni asumible plenamente por la
LOPJ, pero sí se acota el papel del secrtetario judicial en su tarea directiva de la oficina judicial reduciéndola
a lo técnico-procesal. Así reza el art. 457 del Proyecto de la LOPJ que «Los secretarios judiciales dirigirán en
el aspecto técnico-procesal al personal integrante de la oficina judicial, ordenando su actividad e impartiendo
las órdenes e instrucciones que estime pertinentes en el ejercicio de esta función». No resuelve el tema de la
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DERECHO PROCESAL
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Ni debo ni quiero terminar el tema de la celeridad sin apuntar que no es constitucionalmente admisible que la agilización procesal suponga lesión de los
derechos del imputado. Nada empece a las posibilidades brindadas al acusado, en los juicios rápidos, de lograr la máxima rapidez en la sustanciación
del proceso, mediante la formulación inmediata, por escrito o de forma oral,
de su defensa (art. 800.2), renunciando al tiempo mínimo indispensable para
prepararla (art. 6.1 CEDH en conexión con el art. 800.2 I y II), etc., pero siempre que la intromisión en sus derechos procesales constitucionalizados (a la
defensa, al juez ordinario predeterminado, a la presunción de inocencia, etc.)
sea proporcionada (35) con pleno respeto del contenido esencial jurídicamente básico.
Reitero mi censura a toda modificación legal que, con mayores o menores
legítimos fundamentos —como la celeridad y la eficiencia procesales—,
pueda comportar atropello de cualquier espacio iusfundamental.
4.
ÁMBITO DELICTIVO DE LA LEY 38/2002
Reiteraré antes de examinar el ámbito objetivo que, siguiendo una cuestionable tendencia (36), se está en estos momentos discutiendo una reforma del
código penal que puede afectar a la procesal ya promulgada. Subsiste pues
la duda de si el legislador penal va a tener presente la reforma de la LECrim
o no, y de este modo si se van a mantener las infracciones penales encajables hoy en los distintos topes punitivos que señalan por ahora su correspondiente sometimiento al trámite del abreviado (9 años, art. 757), al enjuiciamiento rápido (5 años, art. 795) o la posibilidad de que el juez instructor
dicte sentencia de conformidad (3 años, art. 801.1.1.º).
jefatura de personal que incondicionadamente habría de corresponder al secretario judicial al que se «encandila» con la locución «técnico-procesal», acaso por problemas con el personal y servicios transferidos en la
«Administración de la Administración de Justicia».
35. Me remito sobre el canon de proporcionalidad a PEDRAZ PENALVA, E., «El principio de proporcionalidad y su configuración en la jurisprudencia del Tribunal Constitucional y literatura especializada alemanas», y
«Principio de proporcionalidad y principio de oportunidad», ambos en Constitución, Jurisdicción y Proceso,
Madrid, 1990, pp. 277 y ss. y 313 y ss., respectivamente. También en PEDRAZ PENALVA, E., Derecho procesal penal, T. I, cit., pp. 135 y ss.
36. Constatable, por ejemplo, en la LO del Tribunal del Jurado 5/1995, de 22 de mayo, modificada por la LO
8/1995 de 16 de noviembre y por LO 10/1995 de 23 de noviembre, del Código Penal.
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Reflexiones sobre el procedimiento para el enjuiciamiento rápido de determinados delitos
La debida aprehensión del art. 757 LECrim impone las siguientes consideraciones:
1) La referencia se realiza a marcos penales abstractos; es decir: a la pena
con la que en principio y al margen de circunstancias, grados de participación y formas imperfectas, se castigan las diferentes conductas. Tratándose de delitos sancionados con diversas penas conjuntas o alternativas la máxima no ha de sobrepasar el tope previsto (9 años).
2) Entre los delitos que tienen prevista una pena no superior a los nueve
años de privación de libertad —excluyendo los que competen al jurado (37)— son de mencionar los siguientes: homicidio imprudente (art.
142.1 CP); inducción y cooperación al suicidio (art. 143.1 y 2 CP); eutanasia (art.143.4 CP); aborto (T. II); lesiones (arts. 147, 148, 150, 151,
152, 153, 154 CP); lesiones al feto (arts. 157 y 158 CP); manipulación
genética (T. V); detenciones ilegales (163.1, 2, 3 y 4 CP); amenazas
(arts. 169-171 CP (38)); coacciones (art. 172 CP); tortura (arts. 173-177
CP); agresión sexual (art.178 CP); abusos sexuales (arts. 181-183);
acoso sexual (art. 184 CP); exhibicionismo y provocación sexual
(arts.185 y 186 CP); prostitución (arts.187-189 CP); intimidad (T. X);
honor (T. I); relaciones familiares (T. XII); patrimonio (T. XIII); hacienda
pública y seguridad social (T. XIV); derechos de los trabajadores (T. XV);
derechos de los ciudadanos extranjeros (T. XV bis); ordenación del territorio, protección del patrimonio y medio ambiente (T. XVI); energía
nuclear (arts. 344 y 345 CP); estragos (art. 347); otros delitos de riesgo
(arts. 348-350 CP); incendios no forestales (art. 356 CP); incendios en
bienes propios (arts. 357 y 358 CP); salud pública (arts. 359-368, 371,
372, 373 CP); tráfico (arts. 379-384 CP); falsedades documentales (arts.
390-399 CP); usurpación e intrusismo (arts. 401-403 CP); Administración Pública (T. XIX) (39); Administración de Justicia (T. XX) (40). A la sus-
37. Delitos previstos en el art 1 de la LO 5/1995, de 22 de mayo, del Tribunal del Jurado, modificada por la
LO 8/1995, de 16 de noviembre, y por LO 10/1995, de 23 de noviembre, del Código Penal.
38.
Excepto las del 169.1 que competen al Tribunal del jurado [art. 1.b) LOTJ].
39.
Exceptuando aquellos cuyo conocimiento corresponde al Tribunal del jurado art. 1 LOTJ.
40. Salvo delitos del art. 471 CP, «De la infidelidad en la custodia de presos», que competen al Tribunal del
Jurado.
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tanciación de los procesos para enjuiciar todos estos ilícitos penales,
pues, afecta la presente reforma.
Buena parte de los delitos recogidos en los títulos siguientes del CP están
castigados con penas superiores a los diez años; sin embargo se trata de
injustos que raramente (y con las excepciones que a continuación se anotan)
son objeto de enjuiciamiento —rebelión, delitos contra la Corona, contra las
instituciones del Estado y la división de poderes, sedición, traición, genocidio,
etc.— o que tienen características, penales y procesales, muy específicas —
terrorismo—. Los únicos delitos de esos últimos títulos que originan abundante jurisprudencia están castigados con penas inferiores a los nueve años
—tenencia ilícita de armas, atentados, resistencia o desobediencia—.
Estimo por ende correcto concluir que la nueva reforma procesal introducida
en la LECrim significa que la mayor parte de los hechos penalmente enjuiciados van a ser encaminados a los nuevos procedimientos (delitos patrimoniales, tipo básico de drogas, falsedades documentales, tráfico y lesiones).
Así ocurrirá también, tal y como se asevera en el 757 LECrim, con los delitos
sancionados con cualquiera pena de otra naturaleza, lo que llevará a que
tipos como los de prevaricación administrativa, denegación de auxilio, actividades prohibidas a los funcionarios y otros cometidos por funcionarios públicos —cuyo conocimiento no competa al tribunal del jurado—, resulten afectados por el nuevo articulado procesal en materia delictiva (41) (42).
II.5. ENJUICIAMIENTO RÁPIDO
DE DETERMINADOS DELITOS
Me centraré ya en el estudio del enjuiciamiento rápido que, en mi criterio, es
el que presenta, sin despreciar el juicio de faltas, el más elevado número de
41. Reitero la necesidad de cotejar el art. 1 LOTJ, que atribuye al jurado el enjuiciamiento de los delitos de:
infidelidad en la custodia de documentos (arts. 413 a 415 CP), cohecho (419 a 426), tráfico de influencias (428
a 430), fraudes y exacciones ilegales (436 a 438), negociaciones prohibidas a funcionarios (439 y 440), malversación de caudales públicos (432 a 435), etc.
42. Pues también se ha modificado el juicio de faltas, para el enjuiciamiento de las infracciones correspondientes (arts. 962 y siguientes LECrim).
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Reflexiones sobre el procedimiento para el enjuiciamiento rápido de determinados delitos
innovaciones, pudiendo llegar a ser la vía de instrucción y enjuiciamiento de
la mayor cifra de causas.
Está contemplado el nuevo proceso especial del Título III en los arts. 795 y
ss., para delitos castigados con pena privativa de libertad de hasta cinco
años o con cualesquiera otras penas, bien sean únicas, conjuntas o alternativas, cuya duración no exceda de 10 años, excluyéndose pues aquellos sancionados con penas superiores a cinco años de prisión, o de cualquier otra
naturaleza superiores a 10 años, así como los delitos competencia de la Ley
del Jurado, o que precisan de denuncia previa para su persecución (43). Junto
43. De este modo entrarían en el tope penológico las siguientes infracciones (según relaciona la página
www.fiscalia.org): Homicidio imprudente (142); aborto consentido (145); aborto imprudente (146); lesiones
(147); lesiones agravadas del 148; lesiones imprudentes (152); violencia habitual (153); lesiones en riña
tumultuaria (154); lesiones imprudentes al feto (158); fecundacion de óvulos humanos con fines distintos a la
procreación (161); detención ilegal atenuada (163-2); detención con presentación a la autoridad (163); amenazas no condicionales (169-2); amenazas de mal no constitutivo de delito (171-1); coacciones (172); trato
degradante (173); delitos contra la integridad moral (175 y 176); abuso sexual (181); abuso sexual por engaño
(163); acoso sexual (184); exhibicionismo (185); provocación sexual (186); delitos relativos a la prostitución de
los arts. 187-1 y 188-1-2 y 3; utilización de menores en espectáculos pornográficos (189); allanamiento de domicilio de persona jurídica (203); matrimonios ilegales (217 a 219); suposición de parto (220); adopciones ilegales (221); quebrantamiento del deber de custodia (223); inducción a menor de abandono de domicilio (224); sustracción de menor por progenitor (225 bis); abandono de menor o incapaz (229-1 y 2 y 230); entrega de menor
a tercero (231); utilización de menores en mendicidad (232-1); hurto (234 y 235); hurto de cosa propia (236);
robo con fuerza en las cosas (240); robo con fuerza en las cosas en casa habitada o en establecimiento abierto al público (241); robo con violencia o intimidación (242); extorsión (243); robo y hurto de uso
(244); usurpación (245-1); ocupación ilegal de inmuebles (245-2); alteración de términos o lindes (246); distracción del curso de aguas (247); estafas (248, 249 y 251); apropiación indebida del 252 en relación con el 249;
apropiación de cosa perdida (253); apropiación de cosa recibida erróneamente (254); defraudación de fluido
(255); uso de terminal de telecomunicaciones sin autorización (256); insolvencias punibles de los arts. 257, 258,
259 y 261; alteración de precios en subastas publicas (262); daños (263 y 264); daños en instalaciones militares (265); daños imprudentes (267); sustracción de cosa propia a su utilidad social (289); receptación (298 y
299); delitos contra la Hacienda Pública y la Seguridad Social (305 a 310); delitos contra los derechos de los
trabajadores (311 a 318); delitos contra la ordenación del territorio (319 y 320); delitos contra el patrimonio histórico (321 a 324), delitos ecológicos (325); establecimiento de vertederos ilegales (328); daño a espacio natural protegido (330); delitos de caza y contra especies de flora y fauna protegidas (332 a 335); delitos de riesgo
relativos a sustancias explosivas, inflamables, etc. (348); delitos de riesgo relativos a la manipulación de organismos. (349); delitos de riesgo en relación a la apertura de pozos, demoliciones o construcción de presas, edificios, canales, etc. (350); incendio de zona no forestal (356); incendio de bienes propios (357); elaboración de
sustancias nocivas para la salud (359); suministro de sustancias nocivas para la salud (360), expendición de
medicamentos deteriorados, caducados o con alteración de dosis o composición (361 y 362); delitos de peligro
contra la salud de los consumidores cometidos por productores, distribuidores y comerciantes (363); delitos de
peligro relativos a la adulteración de alimento y administración de sustancias a animales de consumo (364); tráfico de drogas en la modalidad de sustancia que no causa grave daño a la salud (368); delitos contra la
seguridad en el tráfico (379, 381 y 382); negativa a someterse a las pruebas de alcoholemia (380); conducción con consciente desprecio para la vida. (384); falsificación de sellos de correos o efectos timbrados (389).
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DE LAS FALSEDADES: Expedición o distribución de moneda falsa recibida de buena fe (386 in fine); falsificación, expedición o introducción de sellos de correos o efectos timbrados (389); falsificación por imprudencia
grave cometida por autoridad o funcionario público de documentos públicos, oficiales o mercantiles (391); falsificación por particulares de documentos públicos, oficiales o mercantiles (392); presentación en juicio o uso para perjudicar a otro de documentos públicos, oficiales o mercantiles falsos (393); suposición y falsificación de despachos telegráficos y de telecomunicaciones y uso de despachos falsos para perjudicar a otro (394. 1 y 2); falsificación de documentos privados (395); presentación en juicio o uso para
perjudicar a otro de documentos privados falsos (396); falsificación de certificados (397 a 398); fabricación o tenencia de útiles, materiales, sustancias, máquinas, programas de ordenador o aparatos especialmente destinados para la comisión de los delitos de falsificación (400 en relación con 389 a 399); usurpación
de estado civil (401); usurpación de funciones públicas (402); intrusismo (403).
DELITOS CONTRA LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA: Prevaricación de los funcionarios públicos y otros comportamientos injustos (404 a 406); omisión del deber de perseguir delitos (408); promoción, dirección, organización o participación en el abandono colectivo ilegal de un servicio público (409); desobediencia y denegación
de auxilio (410 a 412); infidelidad en la custodia de documentos de acceso restringido (414.1.º y 2.º); revelación de secretos por autoridad o funcionario público (417.1); aprovechamiento por particular de secretos o
información privilegiada obtenida de un funcionario público o autoridad (418 primer inciso); malversación
impropia (435 en relación con 432.1.º y 3.º, 433 y 434). actividades prohibidas a los funcionarios públicos
(441); uso con ánimo de lucro de secretos o información privilegiada (442 pfo. 1.º); solicitud de favores sexuales por autoridad o funcionario público (443).
DELITOS CONTRA LA ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA: Prevaricación judicial en juicios de faltas y procedimientos no penales (446 2.º y 3.º); prevaricación judicial por imprudencia grave o ignorancia inexcusable
(447); negativa injustificada a juzgar (448); retardo malicioso en la Administración de Justicia (449); omisión
del deber de impedir delitos o de promover su persecución (450); encubrimiento (451); realización arbitraria del propio derecho (455.1.º y 2.º); acusación y denuncia falsa (456); simulación de delito (457); falso
testimonio (458.1.º y 2.º primer inciso); alteración de la verdad por testigos, peritos o intérpretes con reticencias, inexactitudes o silencios (460); presentación de testigos falsos, peritos o intérpretes mendaces y elementos
documentales falsos (461.1.º, 2.º y 3.º); obstrucción a la Justicia por incomparecencia estando debidamente
citado (463.1.º, 2.º y 3.º); destrucción, inutilización u ocultación de documentos o actuaciones procesales
(465). Revelación de actuaciones procesales (466); deslealtad profesional (467.1 y 2); quebrantamiento de
condena (468); favorecimiento de evasión por particulares (470.1.º y 3.º); favorecimiento de evasión por funcionarios encargados de la conducción o custodia (471 en relación con 470.1.º y 2.º).
DELITOS CONTRA LA CORONA: Injurias y calumnias al Rey, sus ascendientes, descendientes y demás personas de la Corona (490.3.º y 491.1.º y 2.º).
DELITOS CONTRA LAS INSTITUCIONES DEL ESTADO Y LA DIVISIÓN DE PODERES: Manifestaciones o
reuniones que alteren el normal funcionamiento del Congreso de los Diputados, del Senado o de las asambleas legislativas de las Comunidades Autónomas cuando estén reunidos (494); injurias graves a las Cortes Generales o a una Asamblea Legislativa de Comunidad Autónoma o a sus Comisiones (496); perturbación del orden
de las sesiones del Congreso de los Diputados, del Senado o de una asamblea de Comunidad Autónoma
(497.1.º y 2.º). desobediencia a una Comisión de las Cortes Generales o Asamblea Legislativa de Comunidad
Autónoma, obstaculización de las investigaciones del Defensor del Pueblo, del Tribunal de Cuentas o de órganos equivalentes de las Comunidades Autónomas y falso testimonio ante una Comisión parlamentaria de investigación (502.1.º, 2.º y 3.º). Injurias, calumnias o amenazas graves a altos organismos del Estado o Comunidad
Autónoma (504); perturbación grave del orden del pleno de una corporación local para manifestar apoyo a bandas armadas, organizaciones o grupos terroristas (505); usurpación de atribuciones (506 a 509).
DELITOS RELATIVOS AL EJERCICIO DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES Y LAS LIBERTADES PÚBLICAS Y AL DEBER DE CUMPLIMIENTO DE LA PRESTACIÓN SOCIAL SUSTITUTORIA: Provocación a la discriminación, al odio o a la violencia contra grupos o asociaciones por motivos racistas, antisemitas u otros referentes a la ideología, religión o creencias, situación familiar, pertenencia de sus miembros a un etnia
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Reflexiones sobre el procedimiento para el enjuiciamiento rápido de determinados delitos
o raza, su origen nacional, su sexo, orientación sexual o minusvalía. Difusión de informaciones injuriosas
sobre estos grupos o asociaciones (510.1.º y 2.º); denegación de prestaciones de un servicio público por
motivos ideológicos, religiosos o de creencias o por su pertenencia a una etnia o raza, su origen nacional,
su sexo, orientación sexual, situación familiar, enfermedad o minusvalía (511.1.º, 2.º y 3.º); denegación de
prestaciones profesionales o empresariales por los motivos reseñados en el art. anterior (512); promoción y
dirección de reuniones o manifestaciones ilícitas y asistencia a las mismas portando armas u otros medios
peligrosos (514. 1.º en relación con el 513, y 2.º); participación activa en asociaciones ilícitas que no constituyan bandas armadas, organizaciones o grupos terroristas, no cometidos por autoridad, agente de ésta o
funcionario público (517.2.º); cooperación con asociaciones ilícitas de las citadas en el precepto anterior
(518); impedir, practicar o asistir a actos propios de creencias religiosas que se profese, o forzamiento a concurrir a actos de culto o rito o a realizar actos reveladores de profesar o no profesar una religión, o a mudar
la que profesen (522.1.º y 2.º); impedir, interrumpir o perturbar con violencia, amenaza, tumulto o vías de
hecho los actos, funciones o ceremonias de confesiones religiosas fuera de sus lugares de culto (523 in fine);
profanación en templos o lugares de culto o ceremonia (524); escarnio público de creencias religiosas, de
quienes las profesen y de quienes no profesen creencia o religión alguna (525.1.º y 2.º); violación de sepulcros o sepulturas, profanación de cadáveres y destrucción, alteración o daños de urnas funerarias, panteones, lápidas o nichos (526).
DELITOS COMETIDOS POR LOS FUNCIONARIOS PÚBLICOS CONTRA LAS GARANTÍAS CONSTITUCIONALES: Entrega indebida de causa criminal por Juez o Magistrado a otra autoridad o funcionario no judicial que se la reclamare (529. 1.º y 2.º); detención ilegal dolosa (530); incomunicación ilegal dolosa (531):
detención e incomunicación ilegal por imprudencia grave (532); sanciones o privaciones indebidas o rigor innecesario sobre reclusos o internos (533); entrada ilegal en domicilio y registro ilegal de papeles, documentos o
efectos (534.1.º y 2.º); interceptación ilegal en causa por delito de correspondencia privada, postal o telegráfica, y divulgación de la información obtenida (535). Interceptación ilegal en causa por delito de telecomunicaciones, o utilización de artificios de escucha, transmisión, grabación o reproducción del sonido, la imagen o
de cualquier otra señal de comunicación. Divulgación de la información obtenida (536); delito contra el derecho a la asistencia de abogado al detenido o preso y falta de información de sus derechos y de la causa de
su detención (537); censura previa, secuestro ilegal de libros o periódicos y suspensión ilegal de la publicación o difusión de emisiones radiotelevisivas (538); prohibición o disolución ilegal de una reunión pacífica
(540); expropiación ilegal (541); impedimento ilegal del ejercicio de otros derechos cívicos reconocidos por la
Constitución y las Leyes (542); ultrajes con publicidad a España, sus Comunidades Autónomas o a sus símbolos o emblemas (543).
DELITOS CONTRA EL ORDEN PÚBLICO: Atentado contra agentes de la autoridad o funcionarios públicos (551.1.º in fine); provocación, conspiración o proposición para cometer el delito anterior (553); acometimiento o intimidación a las personas que acudan en auxilio de los agentes de la autoridad o funcionarios públicos (555 en relación con el 551.1.º in fine); resistencia o desobediencia a la autoridad o a sus agentes
(556); alteración del orden público (557); perturbación grave del orden en la audiencia de un Tribunal o Juzgado, colegio electoral, oficina o establecimiento público, centro docente, o espectáculos deportivos o culturales (558); perturbación del orden público para impedir a alguna persona el ejercicio de sus derechos cívicos
(559); afirmación falsa de la existencia de aparatos explosivos u otros que puedan causar el mismo efecto
(561); tenencia de armas prohibidas y modificadas (563); tenencia ilícita de armas de fuego reglamentadas (564.1.º y 2.º); cooperación a la formación de depósito de armas de fuego reglamentadas o sus municiones (567.2.º); enaltecimiento o justificación de los delitos de terrorismo y actos de descrédito, menosprecio
o humillación a las víctimas de los delitos de terrorismo o a sus familiares (578).
DELITOS QUE COMPROMETEN LA PAZ O LA INDEPENDENCIA DEL ESTADO: Publicación o ejecución en
España de órdenes, disposiciones o documentos de un Gobierno extranjero que atenten contra la independencia o seguridad del Estado, se oponga a la observación de sus leyes o provoque su incumplimiento (589);
comunicación o circulación en tiempo de guerra de noticias o rumores falsos encaminados a perjudicar el crédito del Estado o los intereses de la Nación (594.1.º y 2.º).
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DELITOS RELATIVOS A LA DEFENSA NACIONAL: Traslado a país enemigo en tiempo de guerra cuando el
Gobierno lo hubiera prohibido (597); descubrimiento y revelación de secretos e informaciones relativas a la
defensa nacional (600 a 602).
DELITOS CONTRA LA COMUNIDAD INTERNACIONAL: Violación de la inmunidad personal de un Jefe de
otro Estado o de otra persona internacionalmente protegida por un Tratado (606.1.º y 2.º); difusión de ideas o
doctrinas que nieguen o justifiquen el genocidio o pretendan la rehabilitación de regímenes o instituciones que
amparen sus prácticas (607 2.º); infracción o actos contrarios, con ocasión de conflicto armado, a los tratados
internacionales firmados por España relativos a la conducción de las hostilidades, protección de heridos,
enfermos y náufragos, trato de prisioneros de guerra, protección de las personas civiles y protección de los
bienes culturales en caso de conflicto armado (614).
DELITOS SUSCEPTIBLES DE SER ENJUICIADOS POR EL PROCEDIMIENTO INMEDIATO DEL ARTÍCULO
801 LECRIM, ATENDIDA LA PENA CON LA QUE SE CASTIGAN.
(Se excluyen aquellos delitos castigados con penas superiores a tres años de prisión, o de cualquier otra naturaleza superiores a 10 años, así como los delitos competencia de la Ley del Jurado, o que precisan de denuncia previa para su persecución):
Aborto consentido (145); aborto imprudente (146); lesiones (147); lesiones imprudentes (152); violencia
habitual (153); lesiones en riña tumultuaria (154); lesiones imprudentes al feto (158); detención con presentación a la autoridad (163.4);. amenazas no condicionales (169.2); amenazas de mal no constitutivo de delito (171.1); coacciones (172); trato degradante (173); abuso sexual (181); abuso sexual por engaño (163);
acoso sexual (184); exhibicionismo (185); provocación sexual (186); utilización de menores en espectáculos
pornográficos (189); allanamiento de domicilio de persona jurídica (203); matrimonios ilegales (217 a 219);
suposición de parto (220); quebrantamiento del deber de custodia (223); inducción a menor de abandono de
domicilio (224); abandono de menor o incapaz (229.1 y 2 y 230); entrega de menor a tercero (231); utilización
de menores en mendicidad (232.1); hurto (234 y 235); hurto de cosa propia (236); robo con fuerza en las
cosas (240); robo con violencia o intimidación de menor entidad (242.3); robo y hurto de uso (244.1,
244.2 y 244.3 —este último en relación con el 240—); usurpación (245.1); ocupación ilegal de inmuebles
(245.2); alteración de términos o lindes (246); distracción del curso de aguas (247); apropiación de cosa perdida (253); apropiación de cosa recibida erróneamente (254); defraudación de fluido (255); uso de terminal de
telecomunicaciones sin autorización (256); alteración de precios en subastas públicas (262); daños (263 y
264); daños imprudentes (267); sustracción de cosa propia a su utilidad social (289): receptación (298 y 299);
incumplimiento de obligaciones contables (310); delitos contra los derechos de los trabajadores (311 a 318);
delitos contra la ordenación del territorio (319 y 320); delitos contra el patrimonio histórico (321 a 324); establecimiento de vertederos ilegales (328); daño a espacio natural protegido (330); delitos de caza y contra
especies de flora y fauna protegidas (332 a 335); delitos de riesgo relativos a sustancias explosivas, inflamables, etc. (348); delitos de riesgo relativos a la manipulación de organismos (349); delitos de riesgo en relación a la apertura de pozos, demoliciones o construcción de presas, edificios, canales, etc. (350); incendio de
zona no forestal (356); elaboración de sustancias nocivas para la salud (359); suministro de sustancias nocivas para la salud (360); expendición de medicamentos deteriorados, caducados o con alteración de dosis o
composición (361 y 362); tráfico de drogas en la modalidad de sustancia que no causa grave daño a la
salud (368); delitos contra la seguridad en el tráfico (379, 381 y 382); negativa a someterse a las pruebas de alcoholemia (380); falsificación de sellos de correos o efectos timbrados (389).
DE LAS FALSEDADES: Expedición o distribución de moneda falsa recibida de buena fe (386 in fine); falsificación, expedición o introducción de sellos de correos o efectos timbrados (389); falsificación por imprudencia
grave cometida por autoridad o funcionario público de documentos públicos, oficiales o mercantiles (391); falsificación por particulares de documentos públicos, oficiales o mercantiles (392); presentación en juicio o uso para perjudicar a otro de documentos públicos, oficiales o mercantiles falsos (393); suposición y falsificación de despachos telegráficos y de telecomunicaciones y uso de despachos falsos para perjudicar a otro (394.1 y 2); falsificación de documentos privados (395); presentación en juicio o uso para
perjudicar a otro de documentos privados falsos (396); falsificación de certificados (397 a 398); fabricación
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Reflexiones sobre el procedimiento para el enjuiciamiento rápido de determinados delitos
o tenencia de útiles, materiales, sustancias, máquinas, programas de ordenador o aparatos especialmente destinados para la comisión de los delitos de falsificación (400 en relación con 389 a 399); usurpación de estado
civil (401); usurpación de funciones públicas (402); intrusismo (403).
DELITOS CONTRA LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA: Prevaricación de los funcionarios públicos y otros comportamientos injustos (404 a 406); abandono de destino (407.1.º y 2.º); omisión del deber de perseguir delitos
(408); promoción, dirección, organización o participación en el abandono colectivo ilegal de un servicio público
(409); desobediencia y denegación de auxilio (410 a 412); infidelidad en la custodia de documentos (413 a 417);
aprovechamiento por particular de secretos o información privilegiada obtenida de un funcionario público o autoridad (418 primer inciso); malversación impropia (435 en relación con 432.1.º y 3.º, 433 y 434); actividades
prohibidas a los funcionarios públicos (441); uso con ánimo de lucro de secretos o información privilegiada (442
pfo. 1.º); solicitud de favores sexuales por autoridad o funcionario público (443); solicitud de favores sexuales
por funcionarios de instituciones penitenciarias o de centros de protección o corrección de menores (444).
DELITOS CONTRA LA ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA: Prevaricación judicial en juicios de faltas y procedimientos no penales (446 1.º, 2.º y 3.º); prevaricación judicial por imprudencia grave o ignorancia inexcusable (447); negativa injustificada a juzgar (448); retardo malicioso en la Administración de Justicia (449); omisión del deber de impedir delitos o de promover su persecución (450); encubrimiento (451); realización arbitraria del propio derecho (455.1.º y 2.º); acusación y denuncia falsa (456); simulación de delito (457); falso
testimonio (458.1.º y 2.º primer inciso); alteración de la verdad por testigos, peritos o intérpretes con reticencias, inexactitudes o silencios (460); presentación de testigos falsos, peritos o intérpretes mendaces y elementos documentales falsos (461.1.º, 2.º y 3.º); obstrucción a la Justicia por incomparecencia estando debidamente citado (463.1.º, 2.º y 3.º); violencia o intimidación o represalias contra denunciante, imputado, partes,
abogado, procurador, perito, intérprete o testigo en un procedimiento judicial (464.1.º y 2.º); destrucción, inutilización u ocultación de documentos o actuaciones procesales (465); revelación de actuaciones procesales
(466); deslealtad profesional (467.1 y 2); quebrantamiento de condena (468); quebrantamiento de condena
con violencia, intimidación, fuerza en las cosas o tomando parte en un motín (469); favorecimiento de evasión
por particulares (470.1.º y 3.º); favorecimiento de evasión empleando violencia, intimidación, fuerza en las
cosas o soborno (470.2.º); favorecimiento de evasión por funcionarios encargados de la conducción o custodia (471 en relación con 470.1.º y 2.º).
REBELIÓN: Militar que no contuviere la rebelión en las tropas a su mando o denunciare la rebelión de la que
tuviere conocimiento (476).
DELITOS CONTRA LA CORONA: Injurias y calumnias al Rey, sus ascendientes, descendientes y demás personas de la Corona (490.3.º y 491.1.º y 2.º).
DELITOS CONTRA LAS INSTITUCIONES DEL ESTADO Y LA DIVISIÓN DE PODERES: Invasión con violencia o intimidación de las sedes del Congreso de los Diputados, Senado o Asamblea legislativa de una Comunidad Autónoma, si estuvieren reunidos (493); manifestaciones o reuniones que alteren el normal funcionamiento del Congreso de los Diputados, del Senado o de las asambleas legislativas de las Comunidades Autónomas cuando estén reunidos (494); injurias graves a las Cortes Generales o a una Asamblea Legislativa de
Comunidad Autónoma o a sus Comisiones (496); perturbación del orden de las sesiones del Congreso de los
Diputados, del Senado o de una asamblea de Comunidad Autónoma (497.1.º y 2.º); violencia, intimidación, fuerza o amenazas contra los miembros del Congreso, Senado o Asamblea Legislativa de una Comunidad Autónoma para impedir asistir a sus reuniones o coartar la libre manifestación de sus opiniones o emisión de su voto
(498); desobediencia a una Comisión de las Cortes Generales o Asamblea Legislativa de comunidad Autónoma, obstaculización de las investigaciones del Defensor del Pueblo, del Tribunal de Cuentas o de órganos equivalentes de las Comunidades Autónomas y falso testimonio ante una Comisión parlamentaria de investigación
(502.1.º, 2.º y 3.º); invasión violenta o con intimidación del local donde esté constituido el Consejo de Gobierno
o un Consejo de Gobierno de Comunidad Autónoma y coerción a los que se hallen reunidos en los mismos
(503.1.º y 2.º); injurias, calumnias o amenazas graves a altos organismos del Estado o Comunidad Autónoma
(504); perturbación grave del orden del pleno de una corporación local para manifestar apoyo a bandas armadas, organizaciones o grupos terroristas (505); usurpación de atribuciones (506 a 509).
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DELITOS RELATIVOS AL EJERCICIO DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES Y LAS LIBERTADES PÚBLICAS Y AL DEBER DE CUMPLIMIENTO DE LA PRESTACIÓN SOCIAL SUSTITUTORIA: Provocación a la discriminación, al odio o a la violencia contra grupos o asociaciones por motivos racistas, antisemitas u otros referentes a la ideología, religión o creencias, situación familiar, pertenencia de sus miembros a un etnia o raza,
su origen nacional, su sexo, orientación sexual o minusvalía. Difusión de informaciones injuriosas sobre estos
grupos o asociaciones (510.1.º y 2.º); denegación de prestaciones de un servicio público por motivos ideológicos, religiosos o de creencias o por su pertenencia a una etnia o raza, su origen nacional, su sexo, orientación sexual, situación familiar, enfermedad o minusvalía (511.1.º, 2.º y 3.º); denegación de prestaciones profesionales o empresariales por los motivos reseñados en el artículo anterior (512); reunión o manifestación ilícitas (514. 1.º, 2.º, 4.º y 5.º); participación activa en asociaciones ilícitas que no constituyan bandas armadas,
organizaciones o grupos terroristas, no cometidos por autoridad, agente de ésta o funcionario público
(517.2.º); cooperación con asociaciones ilícitas de las citadas en el precepto anterior (518); impedir practicar
o asistir a actos propios de creencias religiosas que se profesen, o forzamiento a concurrir a actos de culto o
rito o a realizar actos reveladores de profesar o no profesar una religión, o a mudar la que profesen (522. 1.º
y 2.º); impedir, interrumpir o perturbar con violencia, amenaza, tumulto o vías de hecho los actos, funciones o
ceremonias de confesiones religiosas fuera de sus lugares de culto (523 in fine). Profanación en templos o
lugares de culto o ceremonia (524); escarnio público de creencias religiosas, de quienes las profesen y de
quienes no profesen creencia o religión alguna (525.1.º y 2.º); violación de sepulcros o sepulturas, profanación
de cadáveres y destrucción, alteración o daños de urnas funerarias, panteones, lápidas o nichos (526).
DELITOS COMETIDOS POR LOS FUNCIONARIOS PÚBLICOS CONTRA LAS GARANTÍAS CONSTITUCIONALES: Entrega indebida de causa criminal por Juez o Magistrado a otra autoridad o funcionario no judicial que se la reclamare (529.1.º y 2.º); detención ilegal dolosa (530); incomunicación ilegal dolosa (531);
detención e incomunicación ilegal por imprudencia grave (532); sanciones o privaciones indebidas o rigor innecesario sobre reclusos o internos (533); entrada ilegal en domicilio y registro ilegal de papeles, documentos o
efectos (534.1.º y 2.º); interceptación ilegal en causa por delito de correspondencia privada, postal o telegráfica, y divulgación de la información obtenida (535); interceptación ilegal en causa por delito de telecomunicaciones, o utilización de artificios de escucha, transmisión, grabación o reproducción del sonido, la imagen o de
cualquier otra señal de comunicación. Divulgación de la información obtenida (536); delito contra el derecho a
la asistencia de abogado al detenido o preso y falta de información de sus derechos y de la causa de su detención (537); censura previa, secuestro ilegal de libros o periódicos y suspensión ilegal de la publicación o difusión de emisiones radiotelevisivas (538); prohibición o disolución ilegal de una reunión pacífica (540); expropiación ilegal (541); impedimento ilegal del ejercicio de otros derechos cívicos reconocidos por la Constitución
y las Leyes (542); ultrajes con publicidad a España, sus Comunidades Autónomas o a sus símbolos o emblemas (543).
DELITOS CONTRA EL ORDEN PÚBLICO: Atentado contra la autoridad, sus agentes o funcionarios públicos (551.1.º in fine); maltrato de obra o resistencia activa grave a fuerza armada (554 en relación con 551);
provocación, conspiración o proposición para cometer el delito anterior (553); acometimiento o intimidación a
las personas que acudan en auxilio de los agentes de la autoridad o funcionarios públicos (555 en relación con
el 551.1.º in fine); resistencia o desobediencia a la autoridad o a sus agentes (556); alteración del orden
público (557); perturbación grave del orden en la audiencia de un Tribunal o Juzgado, colegio electoral, oficina
o establecimiento público, centro docente, o espectáculos deportivos o culturales (558); perturbación del orden
público para impedir a alguna persona el ejercicio de sus derechos cívicos (559); daños que interrumpan, obstaculicen o destruyan líneas o instalaciones de telecomunicaciones, correspondencia postal, vías férreas, conducciones de agua, gas o electricidad (560); afirmación falsa de la existencia de aparatos explosivos u otros
que puedan causar el mismo efecto (561); tenencia de armas prohibidas y modificadas (563); tenencia ilícita de armas de fuego reglamentadas (564.1.º y 2.º); promoción, organización y cooperación para el depósito de armas reglamentadas y sus municiones, y tráfico de esta clase de armas o municiones (567.2.º y 3.º);
cooperación en la formación de depósitos de sustancias o aparatos explosivos, inflamables, incendiarios o asfixiantes (568 in fine); enaltecimiento o justificación de los delitos de terrorismo y actos de descrédito, menosprecio o humillación a las víctimas de los delitos de terrorismo o a sus familiares (578).
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DERECHO PROCESAL
Reflexiones sobre el procedimiento para el enjuiciamiento rápido de determinados delitos
al límite penológico citado se exige también la concurrencia de cualquiera
de las siguientes circunstancias; que sean delitos flagrantes o de los enumerados en la regla 2.ª del 795 (de lesiones, coacciones, amenazas o violencia
física o psíquica habitual, cometidos contra las personas a que se refiere el
153 CP), o que se trate de delitos de hurto, robo, hurto y robo de uso de
vehículos, y delitos contra la seguridad del tráfico; que, fuera de los del listado de la regla 2.ª, se trate de un delito cuya instrucción sea presumible
que será sencilla. Aun reunidos pena y delitos citados, y conforme al críptico número 3 de ese art. 795, no se seguirá el proceso especial si fuere «procedente acordar el secreto de las actuaciones conforme a lo establecido en
el art. 302».
Despejando los presupuestos condicionantes de estos juicios rápidos,
comienzo apuntando que el del 795.3 (si no procede decretar el secreto de
las actuaciones) es de ineludible apreciación judicial. Únicamente el juez instructor, de oficio o a propuesta del fiscal, puede declarar total o parcialmente
secretas las actuaciones para todos los sujetos, excepto para el MP. En
buena lógica sólo podrá hacerlo si antes ha tomado conocimiento del atestado y eventualmente atendiendo al resultado de las diligencias urgentes del
797. La restricción del derecho de defensa (44) que comporta esa declaración
DELITOS QUE COMPROMETEN LA PAZ O LA INDEPENDENCIA DEL ESTADO: Publicación o ejecución en
España de órdenes, disposiciones o documentos de un Gobierno extranjero que atenten contra la independencia o seguridad del Estado, se opongan a la observación de sus leyes o provoquen su incumplimiento
(589); comunicación o circulación en tiempo de guerra de noticias o rumores falsos encaminados a perjudicar
el crédito del Estado o los intereses de la Nación (594.1.º y 2.º); correspondencia en tiempo de guerra con país
enemigo u ocupado por sus tropas cuando el Gobierno lo hubiera prohibido (595.1.º y 2.º).
DELITOS RELATIVOS A LA DEFENSA NACIONAL: Traslado a país enemigo en tiempo de guerra cuando el
Gobierno lo hubiera prohibido (597); descubrimiento y revelación de secretos e informaciones relativas a la
defensa nacional (598 a 603).
DELITOS CONTRA LA COMUNIDAD INTERNACIONAL: Violación de la inmunidad personal de un Jefe de
otro Estado o de otra persona internacionalmente protegida por un Tratado (606.1.º y 2.º); difusión de ideas o
doctrinas que nieguen o justifiquen el genocidio o pretendan la rehabilitación de regímenes o instituciones que
amparen sus prácticas (607.2); infracción o actos contrarios, con ocasión de conflicto armado, a los tratados
internacionales firmados por España relativos a la conducción de las hostilidades, protección de heridos,
enfermos y náufragos, trato de prisioneros de guerra, protección de las personas civiles y protección de los
bienes culturales en caso de conflicto armado (614).
44. Que se reconduce al derecho de defensa, ya lo mantuve en mi trabajo «Notas sobre publicidad y proceso», en Estudios de Derecho procesal en honor de Víctor Fairén Guillén, Valencia, 1990, pp. 411 a 433; también en mi Derecho Procesal penal, I, cit., esp. pp. 276 y ss.
REVISTA JURÍDICA DE CASTILLA Y LEÓN. N.º 1 SEPTIEMBRE 2003
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DERECHO PROCESAL
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del art. 302 LECrim impone su proporcionalidad (45) y, por ende, su motivación. En el servicio de guardia ordinaria, el juez instructor habrá de dictar el
auto justificativo de esa limitación jurídico-fundamental y habrá de hacerlo
inmediatamente después de la práctica de las diligencias urgentes, último
momento para poder excluir el enjuiciamiento rápido (arg. art. 798 LECrim).
Se corre el riesgo de que, a fin de evitar el enjuiciamiento rápido, haya de
motivar su decisión con remisión al atestado y, en su caso, a la única diligencia urgente ineludible: el interrogatorio del inculpado.
A través de lo antedicho podría llegarse a lo mismo que sucede en relación
con la entrada y registro domiciliarios (46) que, incomprensiblemente, han
admitido nuestros TC y TS en varias sentencias que constituyen la crónica
anunciada de un peligrosísimo, progresivo e inconstitucional vaciamiento
jurisdiccional y consecuente engrosamiento de la actividad policial, esto es,
a que de un juez decisor —imprescindible y activo protector de los derechos
y libertades fundamentales— se llegara al simple homologador formal de
decisiones administrativas de policía (47).
45. Y así, según analizo ampliamente en mis trabajos citados sobre el principio de proporcionalidad, y desde
su unívoca lectura, será menester que el desconocimiento del derecho de defensa fuere en la estricta medida
en que fuere inevitable para amparar intereses generales (de persecución penal). «...Medio elegido y objetivo
perseguido han de estar entre sí en una relación razonable. La intromisión ha de ser adecuada y necesaria para
el fin marcado. La invasión no debe ser de tal entidad que llegue a ser inasumible por el afectado. De lo dicho
se deduce pues que la intromisión ha de ser apta para alcanzar el logro fijado por el legislador a la vez que
necesaria; esto es, dicho objetivo no debe poder ser conseguido a través de un medio distinto y menos gravoso y la carga impuesta a cada uno ha de estar también en razonable relación con las ventajas que derivarán
tanto para él como para la generalidad». (PEDRAZ PENALVA, E., Derecho Procesal penal, I, cit., p. 154).
46. A mi juicio, discutiblemente, viene admitiéndose por el TC: S. 136/2000 de 29-5 y reiterada y entusiásticamente por el TS, SSTS 1-2-1999 (RA 1999\210), 9-3-2001 (RA 2001\1350), 2-1-2002 (RA 2002\2595),
10-4-2002 (RA 2002\4764), 14-6-2002 (RA 2002\7260), 15-10-2002 (RA 2002\9574), que con la remisión
expresa al oficio policial puede entenderse cumplido el deber de motivación en los autos permisivos de la
entrada y registro domiciliarios, resignando, abandonando y evadiendo así peligrosamente la actividad jurisdiccional de individualizado y concreto razonamiento judicial del por qué y con qué intensidad (proporcionalidad) ha de llevarse a cabo tal invasión iusfundamental con lo que, de una parte, disminuye el riesgo de impresos prefirmados o firmados en blanco, y, de otra, se sientan las bases para otras remisiones como podrían ser
por ejemplo al atestado judicial calificando jurídico materialmente el hecho afirmado y la tramitación procesal
que ha de seguirse, u homologando a través de vistos fiscales dichos atestados en sentencias de conformidad, etc. No creo, al menos hasta ahora, que el juez instructor no disponga ni del tiempo ni de los saberes jurídicos ni que rehuya el examen de los hechos para autorizar la entrada y registro; si fuere así habría que cambiar la Constitución.
47. Así SSTC 2000/136, 239/1999, y SSTS 2001\404 y 1999\91. No parece compadecerse tal remisión con
las exigencias predicables de la motivación (aún concisa) del auto autorizante de la entrada y del registro. La
suficiencia motivadora impone (SSTC 14/2001, 136/2000, 8/2000, 239/1999) aportar los elementos del juicio
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Reflexiones sobre el procedimiento para el enjuiciamiento rápido de determinados delitos
Señalo que hablar de instrucción sencilla ha de entenderse, bien en el sentido de estimar que no se requieren muchas ni complejas diligencias, bien en
la posibilidad de rápida realización de las necesarias.
Creo que el legislador acoge ambos aspectos aunque el primero podría quedar incluido en la conjunción del 797 y 798 en lo que se refiere a la suficiencia como criterio anticipado de un resultado final instructorio.
Atendiendo al primero, ineludiblemente ha de tomar declaración al imputado
y ordenar todas las diligencias necesarias para poder calificar jurídicamente
los hechos (48). En cuanto al segundo, la rapidez, el problema es que el legislador procesal no ha establecido directamente tope temporal que podría, indirectamente, entenderse concretado con base en el art. 799 a 24 horas, 48
horas o siete días —duración máxima del servicio de guardia ordinaria atendiendo al número de juzgados de instrucción, etc. (49) en los partidos judiciales en que no incumbe al único juzgado del partido—, o de cinco días si se
hubiere recibido el atestado dentro de las 48 horas anteriores a la finalización
de la guardia, hipótesis ésta en que el juez podrá prorrogar dicho plazo por
un período adicional de setenta y dos horas (un total pues de cinco días)
(799.2).
La «facilidad instructora», como criterio legal para la sustanciación por el
enjuiciamiento rápido, da pie a importantes consideraciones. ¿Qué ocurre si
la aparente sencillez instructora no es tal? ¿Continúa el juez instructor con la
instrucción fuera de las funciones de guardia por haber comenzado a realizarla, o se atribuye a otro juzgado en atención a la fecha de comisión del
hecho cuya instrucción se presentaba como fácil y ha resultado no serlo?
de proporcionalidad de tal lesión jurídico-fundamental (art. 18.2 CE) y, así, los de convicción acerca de la existencia del hecho punible investigado, su gravedad, sospechas fundadas de que pudieren encontrarse rastros,
huellas, vestigios, etc., de la perpetración delictiva y de la conexión con la misma del sujeto investigado. Creo
entender en este sentido el art. Primero números 1.3.ª y 3 de la LO 8/2003, de 9 de julio, para la Reforma Concursal, por la que se modifica la LO 6/1985, de 1 de julio, del Poder Judicial, en la que al referirse a la entrada en el domicilio del deudor y su registro (amén de a la intervención de las comunicaciones, al deber del residencia del deudor persona natural en la población de su domicilio) exige acordarla previa audiencia del MF y
mediante decisión judicial motivada, conforme a los criterios que se exponen seguidamente.
48.
El art. 780.2 habla de «diligencias indispensables para formular acusación».
49. Según he antedicho en aplicación del Acuerdo reglamentario 2/2003 de 26 de febrero, del Pleno del
CGPJ, por el que se modifica el Reglamento 5/1995 de 7 de junio, de los aspectos accesorios de las actuaciones judiciales, en lo relativo al servicio de guardia. Vid. la nota 22 de este trabajo.
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Con esta hermeneusis parece olvidarse otra figura esencial contenida en el
art. 24.2 CE: el juez ordinario predeterminado por la ley, máxime al crear la
posibilidad de que el juez instructor de guardia, sirviéndose de la imprecisión
del concepto de «facilidad instructora», «pase» el asunto a otro juez, de
forma que la determinación legal del competente sería burlada. El sentido
común jurídico dice que ha de seguir instruyendo quien empezó a hacerlo,
pero la ley debería haber sido más explícita en este punto.
He dejado para el final el examen del número 2 de este art. 795 concerniente a los supuestos de conexidad delictiva con otros injustos no comprendidos
en su núm. 1, en cuya investigación y enjuiciamiento no será de aplicación el
procedimiento de los juicios rápidos. Late en la excepción el tema de la complejidad resultante de la conexidad, obstaculizadora de la acelerada decisión
que se pretende en estas causas penales. Del texto normativo resulta la salvedad atinente a la conexión con cualesquiera delitos —independientemente de su mayor gravedad y complejidad— y del momento preprocesal (formación del atestado) o procesal en que su investigación e instrucción se
encontrare.
GARCÍA ALBERO (50) destaca que, por su especialidad, carece el procedimiento rápido de «vis atractiva» por razón de conexidad (art. 17 LECrim), de
modo que no podrá someterse al mismo un hecho punible extraño al 795.1 aun
conexo con cualquier otro incluido en ese precepto. Más discutible sería la
hipótesis contraria de que el injusto, al estar nítidamente comprendido en esa
norma 1 del 795, y por su conexidad con otro ajeno, deba sustraerse al enjuiciamiento rápido, habida cuenta la lasitud del art. 17.5 LECrim. La lectura de
la conexidad desde su triple justificación (favorecer la economía procesal, eludir pronunciamientos contrarios, y cumplir la previsión del art. 76 del código
penal atañente «al límite de la acumulación jurídica sobre la aritmética en
casos de concurso real de delitos» (51)) no empece a su moderada aplicación:
— Por el obstáculo que la resultante complejidad delictiva pudiere suponer para
un ágil y sencillo enjuiciamiento. Adquiere así sentido la regla 6.ª del art. 762
50. GARCÍA ALBERO, R., La reforma del proceso penal, AA.VV. Coordinador Ramón García Albero, pendiente de publicación en Barcelona, edit. Bosch.
51.
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GARCÍA ALBERO, R., op. cit.
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Reflexiones sobre el procedimiento para el enjuiciamiento rápido de determinados delitos
con mimético origen en el anterior art. 784.7 (introducido por la LO 7/1988)
a cuyo tenor el juez podrá acordar la formación de piezas separadas para
simplificar y activar el procedimiento a fin de enjuiciar delitos conexos comprendidos en este Título (Título II del Libro IV) siempre que existan elementos para hacerlo con independencia y para juzgar a cada uno de los imputados, cuando sean varios. La posibilidad contemplada en esa regla 6.ª del
762 «ha sido materialmente cortocircuitada...» (52) en este número 2 del 795.
— Siempre que el separado enjuiciamiento no comporte la ruptura de la
continencia de la causa (53) evitando fallos contradictorios, posible desde
la autonomía de cada hecho punible. «La posibilidad de sustraer el conocimiento de un delito al enjuiciamiento rápido por razón de conexidad
sólo resultaría justificable en casos de auténtico concurso ideal o medial
de delitos, allá donde en definitiva el sustrato fáctico que está en la base
de las distintas infracciones resulta total o parcialmente coincidente: sólo
aquí existe riesgo de contradicción entre resoluciones, y simultánea
imposibilidad de aplicar las reglas de la absorción con agravación previstas en el artículo 77 Código penal por la vía del expediente de acumulación de condenas. Pero la dicción del núm. 3 del artículo 795 impide tal
posibilidad —que se acuerde la formación de piezas separadas, a tramitar respectivamente, como diligencias previas y como diligencias urgentes—; lo que sí podría hacerse si todas las infracciones se tramitaran por
el procedimiento abreviado. Ha de concederse que tal régimen contradice
el espíritu de la reforma, y a buen seguro se va a revelar como vía expeditiva para evitar el enjuiciamiento rápido de bastantes delitos» (54).
— Las repercusiones de la norma contenida en el núm. 2 del 795 no acaban en lo expuesto, habida cuenta de su particular incidencia en el criterio competencial con mediata afectación del juez ordinario predeterminado por ley (55). Pensemos en que el juez instructor se inhiba al apreciar en
el atestado analogía o similitud (art. 17.5 LECrim) del hecho denunciado
con el que pudiere estar correspondiendo o corresponder a otro juez (art.
52.
Así GARCÍA ALBERO,R., op. cit.
53. GARCÍA ALBERO, op. cit., «excluyendo básicamente los supuestos de auténtico concurso real, con unidad de autor».
54.
GARCÍA ALBERO, op. cit.
55.
Vid. el apartado que más adelante consagro al juez ordinario predeterminado por la ley.
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18 LECrim). Obviamente, respecto del delito atrayente de la competencia
de otro no podrá efectuar pronóstico alguno de sencillez de la instrucción,
al declararse incompetente. Por su parte, el Juez en cuyo favor se hubiese inhibido tampoco podrá, en este caso, incoar juicio rápido —si todos los
delitos lo permiten— puesto que, en su caso, la incoación o bien ya se ha
producido —diligencias previas—, o bien no se producirá como consecuencia de una «notitia criminis» recibida por medio de atestado con
simultánea puesta a disposición del imputado y los testigos. Lo mismo
puede suceder, aun sin afectar propiamente a la competencia, cuando el
Juez en servicio de guardia reciba atestado donde consten varios
hechos, y alguno de ellos corresponda, conforme a normas de reparto, a
otro Juzgado de Instrucción. Nuevamente aquí, amparado en la amplitud
de la regla 5.ª, puede remitir lo actuado a dicho Juez, aun cuando no se
rompería la continencia de la causa si decidiese incoar diligencias urgentes por el hecho de inequívoca competencia suya» (56).
6.
DILUCIÓN DEL PAPEL DEL MINISTERIO FISCAL
Quizá pueda avanzar que en el nuevo enjuiciamiento rápido de determinados
delitos se detecta una cierta desconfianza hacia lo judicial (57), en sensible
grado propiciada por el débil interés del ejecutivo en fomentar una justicia
independiente, contrapuesta (¿) a una resolución ágil y eficaz, y por el cambio de orientación desde la postura pro-europeísta (Alemania, Italia, Portugal)
a favor del fiscal investigador (esbozada ya en la LO 7/1988, en la L. 10/1992
y, en particular, en las Leyes Orgánicas 4/1992, de 5 de junio —sobre refor-
56. Así GARCÍA ALBERO, op. cit., para quien «...por principio, hay que partir de la base de que el artículo
795.1 está, se mire como se mire, estatuyendo al tiempo que un procedimiento, una norma de “competencia
relativa”, una norma de reparto en suma, cuando por razón de la competencia objetiva y territorial el delito se
produce en partidos judiciales servidos por pluralidad de Juzgados de Instrucción (o mixtos)».
57. Por DAMIÁN MORENO, Juan, «Los juicios rápidos. La reconstrucción de la utopía», Actualidad Jurídica
Aranzadi, 6-3-03, núm. 572/2003, se ha dicho: «...Y qué es lo que de verdad se persigue con los juicios rápidos? Algo que resulta muy sencillo de explicar pero muy difícil de llevar a cabo; procurar que todo el trabajo
que desarrollan las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en materia de represión del delito no se vea
obstaculizado o entorpecido por las deficiencias de nuestro sistema judicial. Como puede suponerse, de nada
sirve que se refuercen los instrumentos destinados a mejorar la eficacia policial si estas medidas luego no van
acompañadas de una respuesta judicial adecuada. Para ello es necesario arbitrar los medios que permitan
que la justicia penal sea más rápida».
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Reflexiones sobre el procedimiento para el enjuiciamiento rápido de determinados delitos
ma de la Ley Reguladora de la Competencia y el Procedimiento de los Juzgados de Menores (58)— y LO 5/2000 de 12 de enero —Reguladora de la responsabilidad penal de los menores (59)—), en beneficio de la del policía investigador, más próxima a alguna orientación anglosajona (de los EE.UU. de
Norteamérica) y francesa (60).
¿Tiene sentido la preterición del MF bajo pretexto de su escaso número, de
su concentración en las capitales de provincia o en las poblaciones con destacamentos, de su falta de inmediación y dirección efectiva de la policía judicial? Estas razones, que parecen fueron esgrimidas en los debates de la
Comisión (61), y que fundamentaron la opción policial —a espaldas de la
vigente experiencia en la Justicia de menores— deben pues entenderse irremediables y ajenas a la orientación acogida en el punto 2 de la Disposición
Adicional Primera LECrim, razón que me conduce a plantearme a qué se
refiere el legislador en esa Disposición con «medidas necesarias para adecuar la estructura del MF a las previsiones de esta Ley». Me temo que —con
las modulaciones introducidas por la L. 14/2003 modificadora del Estatuto
Orgánico del MF—, por ahora, se contraen a exigir mayor diligencia y presencia del MF en los juzgados de instrucción evacuando sus escritos o formulando sus calificaciones con la prontitud prevista, con un simultáneo reforzamiento del principio de jerarquía (62), pero sin incrementar la plantilla de fiscales, lo que no deja de ser un contrasentido. Se ha llegado a sugerir la presencia telemática ocasional de los fiscales en los juzgados de los pueblos
para atender los juicios rápidos (63), es decir, recurriendo a medios como la
58. Prescribiéndolo así en su Exposición de Motivos y, entre otros, en el nuevo artículo de la vieja Ley de Tribunales Tutelares de Menores.
59. Cuyo art. 16.1 comienza diciendo «Corresponde al Ministerio Fiscal la instrucción de los procedimientos
por los hechos a los que se refiere el art. 1 de esta Ley».
60. Me refiero al Lib. Deuxième Titre III: «Du jugement des contraventions»: chaps. I (De la competence du
tribunal de police), II (De la procédure simplifiée), etc., arts. 521 y ss., del Code de Procédure Pénale. Creo
conveniente advertir la necesidad de tener presentes las infracciones que son así enjuiciadas en Francia: las
contravenciones, y así ciertas infracciones al código de circulación, a la policía de servicios públicos del transporte terrestre, etc.
61. Así lo afirma GIMENO SENDRA, V., «Filosofía y principios de los “juicios rápidos”», en Rev. Jurídica La
Ley, lunes 2 de diciembre de 2002.
62.
Reprimiendo cualquier discrepancia de la superioridad, aun legal.
63. Así aparece en el Diario de Noticias de La Ley, recogiendo el planteamiento en Málaga, el 13 de marzo
del presente año, del teniente fiscal del TS Jose María Luzón, en las jornadas Ministerio Fiscal y propiedad
intelectual.
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DERECHO PROCESAL
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videoconferencia. Huelga aludir a su inestimable ayuda en contadas situaciones de excepción (declaraciones testificales de personas en el extranjero
o en lugares lejanos de la sede del juzgador), pero no es de recibo su indiferenciada generalización que desembocaría en la, por qué no también, telemática presencia del juez, de los abogados, etc.
Soslayando cualquier tarea investigadora, el art. 773 nos apunta las funciones que considera propias del MF: 1. Velar por el respeto de las garantías
procesales del imputado y por la protección de los derechos de la víctima y
de los perjudicados por el delito. 2. Impulsar y simplificar la tramitación, aportando los medios de prueba (¿) (64). La nueva redacción del art. 5 EOMF no
añade nada relevante en este punto al texto del art. 773.
La L. 38/2002 en su art. 800.3 dispone que «El Juez de guardia hará el señalamiento para la celebración del juicio oral. A estos efectos el CGPJ, de
acuerdo con lo establecido en el art. 110 LOPJ, dictará los Reglamentos
oportunos para la ordenación, coordinadamente con el MF, de los señalamientos de juicios orales que realicen los Juzgados de guardia ante los Juzgados de lo Penal». Pudiere suscitarse una doble lectura: la de si contiene
una delegación al CGPJ para que éste reglamente la ordenación, considerando al MF, o la de si el CGPJ junto con el MF ha de verificar dicha ordenación; de las lecturas hasta el momento oídas, creo que se piensa en la primera, lo que pudiere no ser recibido con mucho entusiasmo por el MF. Ya en
1-7-2003 ha pedido el Consejo Fiscal que se cumpla el deber de coordinación de los juzgados con las fiscalías que estableció el CGPJ, compaginando los señalamientos de los juicios rápidos.
7. Contribuye a entender la preterición del MF la simultánea reconceptuación del papel de la policía, concebida por el legislador en la Exposición de
Motivos (II) de la L. 38/2002 como «...reforzamiento de las funciones de la
Policía Judicial....» para que se pueda llevar a cabo la concentración de las
actuaciones ante el Juzgado de Guardia (65). Se sobrepasa de este modo la
64.
Querrá decir el legislador «fuentes de prueba» o elementos probatorios (art. 773.1 II LECrim).
65. Entendiendo por tales actuaciones «...las diligencias tras cuya realización puede decidirse si procede el
sobreseimiento o bien la celebración de un juicio oral...» (Exp. Mot. II L. 38/2002). Aunque se añade que a tal
reforzamiento se une el aseguramiento de todos los afectados en el servicio de guardia, de cuya citación se
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calidad de la policía como auxiliar de la Justicia, prevista en la Constitución y
en todo el acervo jurídico que se le dedica en nuestro Estado.
El art. 126 CE proclama que la policía es auxiliar de jueces, tribunales y fiscales, estando bajo su dependencia funcional (art. 126 CE). Se centra su
tarea en la averiguación de los delitos y en el descubrimiento y aseguramiento de los delincuentes (arts. 443 LOPJ y 282 LECrim), práctica de diligencias de prevención en las que, a tenor del art. 286 LECrim, cesará en
cuanto el Juez comience la investigación, debiendo hacerle entrega de las
mismas con los efectos relativos al delito recogidos y poniendo a su disposición a los detenidos si los hubiere. La normativa específica, LO 2/1986 de
Fuerzas y Cuerpos de Seguridad y el RD 769/1987 (66) (modificado por el RD
54/2002 de 18 de enero), ratifica su papel auxiliar, al igual que el sometimiento funcional a jueces y fiscales (67), y atribuye la actividad de policía judicial (descrita en el art. 445 LOPJ) a todos los miembros de las fuerzas y cuerpos de seguridad, en cuanto obligados a prestar la colaboración que se les
requiera por jueces y fiscales, sin perjuicio de la posibilidad de crear unidades de policía judicial (arts. 444.1 LOPJ y 29 y 30 LOFCS) (68) bajo la dependencia funcional de aquéllos en el desempeño de todas las actuaciones que
les encomienden (arts. 444 LOPJ y 31.1 LOFCS); los integrantes de las unidades orgánicas de policía judicial no podrán ser removidos mientras dure el
encarga la misma policía, y la participación activa del MF («...el cual cobra un destacado protagonismo y, por
tanto, asumirá, junto con los Juzgados de Instrucción, una particular responsabilidad en la eficacia de la reforma»). Es claro que si el MF no está en el Juzgado de Instrucción mal podrán verificarse diligencias y llevar a
efecto apertura del juicio, etc.
66. RD 769/1987, de 19 de junio, por el que se regula la policía judicial (RDPJ) (modificado por RD 54/2002
de 18 de enero).
67.
Confirmada en la nueva redacción del art. 4.4 del estatuto orgánico del MF, L. 14/2003.
68. Recordaré que las unidades de policía judicial, a las que se refiere el artículo 444 LOPJ, son reguladas
en cuanto a su composición, estructura y funciones por la LOFCS. El art. 30.1 LOFCS determina que el ministerio del interior organizará con funcionarios de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado Unidades de
Policía Judicial a las que corresponderá esta función con carácter permanente y especial. El RD 769/1987 de
19 de junio, por el que se regula la policía judicial, desarrolla las cuestiones atinentes a la organización, régimen jurídico, distribución territorial y procedimiento de selección de las unidades orgánicas de policía judicial,
prescribiendo en su art. 7 que constituyen la policía judicial en sentido estricto las Unidades Orgánicas previstas en el art. 30.1 LOFCS, integradas por miembros del Cuerpo Nacional de Policía y de la Guardia Civil.
Vid. ampliamente QUERALT, J.J., Introducción a la policía judicial, Barcelona, 3.ª ed., 1999; SALA I DONADO,
C., La policía judicial, Madrid, 1999; BARCELONA LLOP, J., El régimen jurídico de la policía de seguridad,
Oñati, 1988, y, del mismo, Policía y Constitución, Madrid, 1997; etc.
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desempeño de la investigación concreta, salvo por decisión o con autorización del juez o fiscal competente (art. 34.1 LOFCS y 16 RDPJ),
La diversidad de fuerzas y cuerpos de seguridad tiene gran trascendencia
desde su ya indicada y genérica consideración como policía judicial y, señaladamente, desde el reconocimiento de tal carácter a unidades «ad hoc» tanto de
la policía nacional y guardia civil como de los mossos d’esquadra (arts. 13 a 15
de la L. 10/1994 de 11.7 de la Policía de la Generalidad-mossos d’esquadra),
ertzaintzas (L. 4/1992 de 17.7 de Policía del país Vasco) y policías municipales.
Significativo interés merece el tema de la policía municipal cuya creación
está autorizada a los municipios en la LO 2/1986 de FCS, reformada por la
LO 1/2003 de 10 de marzo (69). En temas de violencia doméstica y de seguridad vial viene redactando atestados en muchas poblaciones. Se están
dando en estos momentos situaciones generadoras de severas disfunciones:
la policía municipal forma los atestados haciendo entrega de los mismos a la
policía nacional, y en su caso a la policía autonómica respectiva (mossos
d’esquadra o ertzaintzas); la policía municipal redacta los atestados y directamente los remite a la autoridad judicial; respetando estrictamente el papel
de policía judicial específica que se asigna a la policía nacional y a la guardia civil —y en su caso a las respectivas policías autonómicas en las CC.AA.
de Cataluña y Euskadi—, la policía municipal les deja el campo libre no interviniendo en la elaboración de atestados, sin perjuicio de la cooperación que
se le pida por los dichos cuerpos estatales o autonómicos de policía. En
espera de la inminente reforma legislativa, parece consolidarse en algunas
Comisiones Provinciales de Coordinación de la Policía Judicial (70) una solución intermedia consistente en reservar a la policía municipal determinados
temas (delitos contra la seguridad del tráfico) (71).
Ha de encuadrarse lo dicho en este apartado 7 en la nueva redacción, dada
a los arts. 42 y 51 de la mencionada LO 2/1986 de FCS, por la LO 1/2003 de
69. LO 1/1003 de 10 de marzo, «para la garantía de la democracia en los Ayuntamientos y la seguridad de
los Concejales»; sin perjuicio además de lo que establece la Ley de Bases de Régimen Local y, en su caso,
la legislación autonómica.
70. Como es sabido, al igual que la nacional, se regulan estas Comisiones en el RD 769/1987, reformado
por RD 54/2002 de 18 de enero, interesando en cuanto a su composición los arts. 32 y ss.
71. Poniéndonos en situaciones especiales cabría suscitar aquellas en las que se utilizara el vehículo a
motor para la comisión de un homicidio, etc., etc.
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10 de marzo. Los nuevos arts. 42 y 51.3 LOFCS limitan al territorio autonómico (y en su caso al municipal) la actuación de sus policías —salvo en situaciones de emergencia, previo requerimiento de las autoridades estatales o
competentes (72), y cuando ejerzan funciones de protección de autoridades
públicas de la Comunidad Autónoma— (73).
Ubicada normativamente en su papel de auxiliar es bueno que apunte algunas de las presentes y severas disfuncionalidades que padece la policía.
Recordaré así el insuficiente número de funcionarios de policía (falta policía
y además falta policía en la calle, que es lo que permite la tarea preventiva,
su papel disuasor y el incremento de seguridad o del sentido de seguridad
pública) (74); las disparidades organizativas, de grados de preparación y de
criterios de las diversas policías (nacional, guardia civil, mossos d’esquadra,
ertzaintzas, policías locales, etc.); la no existencia de mecanismos eficientes
de intercambio informativo y acciones coordinadas, etc., todo lo cual conspira en contra de una seria, imprescindible y no oportunista investigación delictiva, además de restar eficacia por la reiteración de los siempre escasos
medios para cada policía.
A fin de superar las divergencias en los sistemas de actuación entre las diversas fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado español, el Comité Técnico
de la Comisión Nacional de Coordinación de la Policía Judicial ha aprobado,
con fecha tres de abril del presente año, el «manual» «Criterios para la práctica de diligencias por la Policía Judicial en aplicación de la Ley 38/2002, de
24 de octubre, de Reforma Parcial de la Ley de Enjuiciamiento criminal, sobre
el procedimiento para el enjuiciamiento rápido e inmediato de determinados
delitos y faltas, y de modificación del procedimiento abreviado». De esta
manera, según se ha dicho en una nota del Ministerio de Justicia, las distintas policías y la guardia civil asumirán el mismo sistema de actuación (denominado sistema APC-APS) a la hora de señalar las citaciones, practicar las
diligencias y redactar los atestados, poniendo a su disposición los mismos
72. Entendiendo que respecto de las policías municipales dentro de los territorios autonómicos, las policías
de estos territorios serán competentes para requerirles que actúen fuera del ámbito municipal.
73. Acerca de la Policía Municipal habrá de consultarse las diversas leyes autonómicas como, por ejemplo,
en Castilla y León la L. de 7-4-2003 de Coordinación de Policías Locales de Castilla y León.
74.
Vid. cita 28 de este trabajo.
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documentos e impresos (75). A la vista del citado documento, con sus 18 primeras páginas en las que se resume y ordena la Ley 38/2002 y cuatro Anexos de «modelos de impresos normalizados», mediante el que se busca hacer
frente a algunos de los mencionados problemas, estimo que ello sería factible
en alguna medida y en algunos temas si se llega a establecer un sistema informático unificado y se consigue la utilización de los mismos criterios para identificar los supuestos a los que ha de aplicarse este enjuiciamiento rápido.
7.1. Permítaseme analizar con cierto cuidado algunas consecuencias de la
reubicación funcional de la policía judicial por esta L. 38/2002, singularmente la atinente al procedimiento para el enjuiciamiento rápido de determinados
delitos.
Como ya se ha señalado, al presupuesto objetivo concerniente a las infracciones a enjuiciar por el nuevo proceso especial (art. 795 LECrim), se une
otro presupuesto determinante: El atestado policial. Así el art. 795.1 I LECrim
reza: «...siempre que el proceso penal se incoe en virtud de un atestado policial» y podría decirse, con presentación o citación de comparecencia del
denunciado. Comenzando por la coletilla añadida: «con presentación o citación de comparecencia del denunciado», apuntaré su gran importancia pues,
aún constando en el atestado la identidad del denunciado, si no ha sido detenido o personalmente citado ante el juzgado de instrucción de guardia no
cabe el enjuiciamiento rápido.
Hay que despejar el tema concerniente al atestado al que se refiere el art.
795.1, en el que la policía no se limita a hacer constar en su caso la denuncia, la diligencia de identificación del presunto delincuente y su interrogatorio
(al que puede negarse el imputado a virtud de su constitucional derecho a la
no autoincriminación (76)). Es evidente que no concierne sólo a este contenido el mencionado art. 795.1, imponiendo su extensión la práctica de las diligencias del 796 que, según se indica al comienzo de esta norma, deberá lle-
75.
Diario de Noticias, La Ley, 03-04-03.
76. Esencial trascendencia es el punto relativo a la irrenunciabilidad o no por el imputado no detenido de su
derecho a ser asistido por letrado durante su interrogatorio policial, tema que pospongo para el final de este
trabajo.
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Reflexiones sobre el procedimiento para el enjuiciamiento rápido de determinados delitos
var a cabo la policía en el tiempo imprescindible y, en todo caso, durante el
tiempo de la detención. Adviértase que la limitación cronológica se adecua,
justificadamente, a si estuviere detenido el imputado, y así a las 72 horas de
tiempo máximo, o a si estuviere en libertad, caso en que no existe otro tope
que el del «tiempo imprescindible». Obviamente estamos ante un concepto
jurídico indeterminado que permite a la policía acometer pausada e intensamente (¡a su ritmo!) la realización de las diligencias citadas, máxime no
teniendo que dar cuenta ni a MF ni a Juez hasta la conclusión del atestado.
Resulta confirmada esta imprecisión temporal, «a contrario sensu», en los
límites, y control por el Fiscal General del Estado, sí impuestos a la duración
de las diligencias del MF en la nueva redacción del art. 5 IV del EOMF: «...La
duración de esas diligencias habrá de ser proporcionada a la naturaleza del
hecho investigado, sin que pueda exceder de seis meses, salvo prórroga
acordada mediante decreto motivado del Fiscal General del Estado. Transcurrido el oportuno plazo, si la investigación...».
Encuentra ratificación lo dicho en el novísimo 964.1 (según redacción de la
Disposición adicional única de la LO 5/2003 de 27-5) que reza: «En los
supuestos no contemplados por el art.962, cuando la policía judicial tenga
noticia de un hecho que presente los caracteres de falta formará de manera
inmediata el correspondiente atestado que remitirá sin dilación al juzgado de
guardia...». Adviértase el empleo de conceptos jurídicos indeterminados:
«formación inmediata» (naturalmente, tras haber verificado las diligencias), y
remitirá sin dilación (naturalmente, cuando esté formado el atestado). Insisto
en la no inclusión de tope temporal preciso contrariamente a lo previsto en
las diligencias del MF (art. 5 IV EOMF).
Dada su evidencia, prescindo de pararme en las connotaciones y repercusiones que implica estar bajo sospecha policial indeterminadamente. En
cambio, sí apuntaré, en otro orden, algunas consecuencias importantes que
derivan de este presupuesto de procedibilidad que es el atestado policial.
7.1.1.ª) Condicional y condicionada obligatoriedad de este proceso. No
cabe que ni el juez instructor ni el MF dispongan de este proceso. Ineludiblemente han de instruirse y enjuiciar por sus trámites los hechos punibles
contemplados en el 795 LECrim. En solitario esta conclusión parece de
Perogrullo, pues el cauce procesal penal no es el que quiera ninguno de los
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sujetos del proceso, incluidos juez y fiscal, sino el que corresponda de acuerdo con la afirmación jurídico punitiva que se haga por las acusaciones o con
la estimación del juez (77). En esta L. 38/2002 se ha producido una mutación
procesal. Resulta inicialmente supeditado al modo de iniciación, debiendo
considerarse varias situaciones y circunstancias:
7.1.1.ª) a) Que habiendo tenido la policía conocimiento de la «notitia criminis» por cualquier medio distinto del MF o del Juzgado, extienda el correspondiente atestado, concurriendo los requisitos precitados.
El criterio policial, previa denuncia o no de la infracción, constituye condición
necesaria para el acceso a este enjuiciamiento rápido. Sin atestado no hay
enjuiciamiento rápido y si en el atestado no se lleva a cabo la citación del
denunciado ante el juzgado, habrá de seguirse el procedimiento abreviado (78). No basta, lógicamente, con el atestado para acordar el trámite del
enjuiciamiento rápido que por ahora es atribución del juez (79). A la vista del
atestado el juez instructor, con base en el art. 797.1, si estima que procede,
ordenará incoar diligencias urgentes. Realizadas las diligencias urgentes, y
eventualmente adoptadas las medidas cautelares personales y patrimoniales
que se hayan solicitado, el juez instructor puede:
— Considerar bastantes las diligencias realizadas para estimar que el
hecho es constitutivo de delito dentro de los límites del art. 795.1, y que
está suficientemente justificada su perpetración por el imputado (80), orde-
77. Así en el art. 964.2 LECrim se prevé que el ofendido acuda al órgano judicial poniendo en su conocimiento la comisión de un hecho que afirma constitutivo de falta. En el art. 779 se mantiene la potestad del juez
de decidir a la vista del resultado de las diligencias previas (arts. 774 y ss.) si el hecho es constitutivo de delito o falta, y en este caso de remitir lo actuado al juez competente, etc.
78.
Así también se indica en la Circular de la Fiscalía General del Estado 1/2003, de 7 de abril.
79. Por la Circular de la FGE 1/2003 de 7 de abril se mantiene que «...la valoración sobre la pertinencia de
incoar diligencias urgentes —que corresponde en última instancia al Juez— no puede venir cercenada por el
hecho de que la policía judicial haya entendido que los hechos no encajaban en el ámbito del juicio rápido y,
en consecuencia, hubiere elaborado el atestado sin ajustarse específicamente a lo previsto en el art. 796. En
tales casos será posible incoar diligencias urgentes siempre que pueda llevarse a cabo, pese a las posibles
insuficiencias del atestado, la instrucción concentrada del art. 797 y ss.».
80. A tenor del 779.1.1.ª si estimare que no hay infracción penal o que está insuficientemente justificada su
perpetración o que no hay autor conocido, sobreseerá. Ordenando el archivo.
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nando que se incoen diligencias urgentes a fin de que se siga el procedimiento del juicio rápido.
— Considerar insuficientes las diligencias urgentes practicadas, hipótesis
en que, motivadamente, ordenará la continuación como previas. He de
hacer aquí una pequeña reflexión acerca del término insuficiencia. La
insuficiencia puede afirmarse tanto del número o clase de diligencias
como del resultado de las practicadas. Es mi opinión que las urgentes del
797 no han de ceñirse a las que la policía ha de haber preparado o llevado a cabo (art. 796), sino a cualesquiera que, dentro de los límites cronológicos del 799, pueda decretar y practicar el juez instructor. La propia
regla 9.ª del núm. 1 del 797 apoya mi criterio. De este modo la insuficiencia es sostenible del número, clase y resultado de las diligencias
urgentes. Razonablemente, desde su justificada insuficiencia, el juez de
guardia reconducirá la investigación al trámite de previas.
— Considerar que se trata de un hecho punible cuya instrucción no es sencilla, hipótesis del 795.1.3.ª en que abrirá diligencias previas.
— Considerar, finalmente, que procede acordar el secreto de las actuaciones conforme al art. 302 (art. 795.3), caso en que seguirá el trámite de
previas.
Es claro que el instructor no está vinculado por el atestado policial, que insisto constituye condición necesaria pero no suficiente para la instrucción y
enjuiciamiento rápidos. Pero también es manifiesto que se asigna a la policía
la función jurisdiccional (arts. 299 y 777.1 LECrim) de calificar —siquiera inicialmente— el hecho a enjuiciar (81), la recogida de elementos probatorios
(art. 796) y la facultad de filtraje de las denuncias, con lo que la policía ve
notablemente incrementada su capacidad de determinar la eventual investigación judicial, favorecida por la posible inercia jurisdiccional que, desde la
saturación e insuficiencia de medios materiales y personales, tenderá a
«delegar» en la policía el mayor número de actuaciones de recogida de ele-
81. La Fiscalía de Madrid, en su informe remitido a la Fiscalía General del Estado en 17-06-03 —en el que
analiza los resultados del primer mes de funcionamiento de las normas que regulan los juicios rápidos en la
Ley de Enjuiciamiento Criminal—, pone de manifiesto que ciento catorce personas han sido detenidas mediante una calificación errónea de los hechos y que se están produciendo muchos casos de atestados que la policía tramita como normales y que debieron ser tratados como juicio rápido.
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mentos probatorios, y aun de selección de lo que ha de acceder o no a la
jurisdicción, en particular si hojeando lo hecho por ella considerara que, por
la simplicidad de los hechos, el juicio oral bastará para resolver sin que se
requieran más diligencias (82).
7.1.1.ª) b) La víctima (perjudicado u ofendido) habrá de haber denunciado
el hecho ante la policía judicial y ésta considerar que constituye un delito castigado con pena privativa de libertad no superior a 5 años o con cualesquiera otras penas hasta 10 años, siempre que concurrieren cualquiera de las circunstancias ya mencionadas del 795: flagrancia, subsunción de los hechos
denunciados en uno de los tipos penales del 795.1.2.ª, etc., o que se trata de
un ilícito punible cuya instrucción sea presumiblemente sencilla, y siempre
que haya un denunciado (identificado pues) al que ha de detener o citar de
comparecencia ante el Juzgado. En este caso, la policía realizará, amén de
las diligencias de los arts. 770 y 771, las del art. 796.
Se incentiva a las víctimas de esos delitos para que acudan a denunciar el
hecho a la policía como medio de obtener una más rápida condena y eventualmente una más pronta y más segura reparación.
7.1.1.ª) c) ¿Qué sucede si se presenta la denuncia ante el MF, ante el juez
—o «ex officio» al deducir testimonio de particulares ordenado por la autoridad judicial—, o si se formula querella? Estimo que nunca podrán ser enjuiciados a través de este procedimiento de enjuiciamiento rápido, ni los delitos
privados, que exigen querella, ni los delitos públicos o semipúblicos, en los
que la «notitia criminis» haya sido puesta en conocimiento directo de la autoridad judicial o del ministerio fiscal.
82. Aunque excede del ámbito que me había marcado, conviene leer el art. 962, referido al juicio de faltas,
en el que de manera increíble se atribuye explícitamente a la policía la determinación del hecho a enjuiciar con
su pertinente calificación jurídica de modo que la ilicitud penal del hecho, su enjuiciamiento y límites de la acusación, y aun la pena van a verse condicionadas policialmente. Hasta ahora ha sido tarea judicial la calificación jurídica del hecho a efectos de su enjuiciamiento, ya inicialmente después de tener conocimiento del
hecho (art. 962 vigente), ya después de las primeras diligencias de instrucción según el procedimiento por
delitos (art. 789.5.2.ª vigente y 779.1.2.ª reformado por esta L. 38/2002). Por cierto, el contenido del art. 973.1
sugiere que el juez puede no tener en cuenta en la calificación los elementos del tipo penal Es «enternecedor» ver cómo nos acercamos cada vez más al «buen Juez».
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Por aplicación del art. 773.2 cuando el MF tenga noticia de un hecho aparentemente delictivo llevará a cabo, por sí o a través de la policía, las diligencias informativas que estime pertinentes a fin de comprobar el hecho o la
responsabilidad de los partícipes (83).
Llego a tal opinión atendiendo a que, formulada denuncia ante el MF y aunque éste puede ordenar a la policía que practique las diligencias de prevención de los juicios rápidos, es menester que culmine sus diligencias informativas mediante archivo o solicitud de apertura de diligencias previas (arts.
773.2 I LECrim y 5 V y VI EOMF), de modo que no ha lugar a la formación
del atestado condicionante de la instrucción concentrada por el juez de guardia y así del enjuiciamiento rápido.
Si se formula querella, necesariamente ante juez de instrucción territorialmente competente (272 LECrim), éste habrá de acordar las diligencias de
comprobación previstas en la Ley procesal penal. Presentada denuncia —y
en la hipótesis de deducción «ex officio» de particulares judicialmente acordada— conforme con el art. 269 y concordantes LECrim, el juez debe proceder inmediatamente a comprobar el hecho denunciado (art. 268 LECrim)
mediante las diligencias pertinentes, practicadas por el propio juzgado u
ordenando su práctica a la policía; en este segundo supuesto estimo que la
remisión a la policía ni persigue ni permite ya la formación por ella del atestado, sino en exclusiva el cumplimiento de lo que se le ordenare, en el marco
de las incoadas diligencias previas, por el juez instructor. Ello lleva aparejado, por tanto, la exclusión del enjuiciamiento rápido.
Ha de apuntarse empero la eventualidad legal de transformar las previas en
urgentes; contingencia no muy nítidamente contemplada en el art. 779.1.5,
desde el punto y hora en que permite sustentar varias lecturas:
A) Que el precepto alude a un momento anterior a la incoación de diligencias previas durante el que haya podido tener lugar el reconocimiento de
los hechos por el imputado, o que no se le hubiere dado la oportunidad
de que, asistido por letrado, reconozca ante el juez los hechos castiga-
83. En ningún caso podrán suponer esas diligencias la adopción de medidas cautelares o limitativas de derechos, salvo la detención preventiva (art. 5 EOMF redactado por L.14/2003).
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dos con pena en los límites del 801 LECrim. Se cubriría así la siguiente
posibilidad: que, acordada por el juez instructor la apertura de las previas
—pese al reconocimiento antedicho por el imputado de los hechos o no
habiéndosele brindado oportunidad para conformarse (siempre dentro de
los límites del 801.1)—, impugnare el inculpado su auto de incoación
mediante recurso de reforma y/o apelación con base en lo prevenido en
el art. 776 LECrim.
Seguido el trámite de previas —y dado que esas impugnaciones no producen efecto suspensivo, por ausencia de expresa disposición contraria
de la Ley (art. 799 en relación con el 766.1 «in fine»)—, si se estimare el
recurso por el órgano «ad quem» habrá de ofrecerse al imputado la posibilidad de llevar a cabo la conformidad «premiada» del 801 o de que
habiendo prestado dicha conformidad, le sean reconocidos sus efectos
(reducción de la pena en un tercio y suspensión o sustitución si fuere privativa de libertad cuando procediere, 801.2). Adviértase que de esta
manera, aunque hubieren transcurrido dos o más meses (para resolver
la apelación), las actuaciones habrán de reconducirse a las de los artículos 800 y 801 LECrim, pero condicionado siempre a que las acusaciones manifiesten si formulan escrito de acusación con la conformidad
del acusado, pues caso contrario se seguirán tramitando las previas.
B) Que el precepto se refiere, una vez abiertas las diligencias previas, a un
tiempo anterior al de dictar el auto de conclusión de previas, en el que el
imputado reconozca que, a tenor del 801.1.2.º, «...los hechos objeto de
acusación (¿) hayan sido calificados (¿) como delito castigados con
pena de hasta tres años de prisión, con pena de multa u otra de distinta
naturaleza cuya duración no exceda de 10 años». El instructor mandará
convocar inmediatamente al MF y demás sujetos personados (84) a fin de
que manifiesten si formulan escrito de acusación con la conformidad del
acusado; en caso afirmativo incoará diligencias urgentes ordenando la
sustanciación por los trámites de los arts. 800 y 801.
Pensando despacio encontramos que ha de entenderse que se han incoado diligencias previas (dice el 779.1: «practicadas sin demora las dili-
84. Conscientemente eludo el empleo del término «parte» que, según mi criterio, es inaplicable al proceso
penal. Así, PEDRAZ PENALVA, E., Derecho Procesal penal I, cit., esp. pp. 82 y ss.
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gencias pertinentes...») y que en trámite de previas no hay acusación
sino únicamente información al imputado del hecho cuya comisión se le
atribuye (art. 775 LECrim). Tampoco es posible entender como acusación
lo que indica la regla 4.ª de ese art. 779.1 de que, estimándose por el instructor que constituye delito dentro de los del art. 757 (no superior a 9
años, etc.), y antes de dictar auto acordando que se siga el procedimiento del capítulo siguiente (abreviado: preparación del juicio oral), ha de
haber tomado declaración al imputado en los términos del 775. De este
modo la cita por el 779.1.5.ª del ámbito objetivo del art. 801 no supone
que el legislador entienda ni que ha habido calificación y así tampoco
acusación ni conformidad «stricto sensu» del acusado, imperativos indiscutibles del 801 («nemo iudex sine actore») para que el juez instructor
pueda dictar sentencia de conformidad. De aquí la referencia del
779.1.5.ª a que se incoen diligencias urgentes siguiéndose los trámites
del 800. Tiene sentido por tanto la referencia del 779.1.5.ª al 801 a fin de
contraer tal posibilidad a las infracciones en éste comprendidas (delitos
castigados con pena de hasta tres años, etc.) y la competencia del instructor para dictar sentencia de conformidad. Creo que esta lectura es
correcta pues ¿qué control de conformidad, a tenor del 787, podría realizar el instructor de un reconocimiento fruto de su información al imputado (art. 775 LECrim) o de su toma de declaración (art. 779.1.4.ª)?
En estas dos lecturas es de común aplicación el extremo apuntado de la
regla 5.ª del núm. 1 del 779, concerniente a la consecuencia derivada de la
hipótesis en que las acusaciones no estuvieren de acuerdo, respondiendo
negativamente a la consulta del juez de si están dispuestas a formular escrito de acusación con la conformidad del acusado. ¿Qué procedimiento se
seguirá? Por eliminación no hay más alternativa que la de que el juez siga
con las previas (85) y, tras su conclusión, con los trámites del procedimiento
abreviado (780 LECrim).
85. En contra vid. GIMENO, V., «Filosofía y principios de los juicios rápidos», Rev. La Ley, núm. 5667, 2 de
diciembre de 2002, dice que «...se pueden transformar las “diligencias urgentes” en “previas” pero no viceversa; y ello, con una sola excepción, cual es la de la conformidad contemplada en el art. 779.1.5.ª, si en el
curso de unas diligencias previas el imputado reconociera los hechos, el Juez de Instrucción practicará diligencias urgentes a fin de que se practique la conformidad con arreglo a lo dispuesto en los arts. 800 y 801....».
En su cita 10 estima, a mi juicio sin fundamentar, que el juez instructor, si se malograra la «conformidad»,
habría de celebrar la comparecencia del 798 y 800 LECrim.
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C) Analizada «litteraliter» la regla 5.ª de ese art. 779.1, creo que existe todavía otra posibilidad de volver al procedimiento rápido, aunque fuera del
estricto contexto de la mencionada regla. Ya no se parte de la existencia o
de la ausencia de oportunidad de conformarse sino de que, incoadas diligencias urgentes, el juez instructor de guardia, con base en el art. 798.2,
ordene la continuación del procedimiento como diligencias previas. Este
auto, fruto de la consideración por el juez de la insuficiencia del resultado
de las diligencias urgentes, no es inimpugnable (como «a contrario sensu»
determina el legislador del auto que las considere suficientes, art. 798.2.1.º
LECrim); «ergo», el imputado y cualquiera de los acusadores personados
podrán atacar dicho auto, vía reforma y apelación (art. 766 LECrim), fundados en los argumentos que legalmente justifican la bondad del enjuiciamiento rápido y, en todo caso, en el derecho a un proceso sin dilaciones
indebidas. Requisitos indispensables para poder retornar al juicio rápido
son, de modo ineludible: precedencia de atestado judicial, detención del
imputado o citación de comparecencia del mismo y ubicación dentro de la
esfera objetiva del 795 —hasta 5 años, etc., o 10 de otra naturaleza (no con
pena de multa), siendo otrosí delito, bien flagrante bien de los de la regla
2.ª de ese 795 o bien de instrucción presumiblemente sencilla—.
Afortunadamente carecen de efectos suspensivos tales recursos, pero no
podrán evitarse las inherentes repercusiones a la pendencia de la apelación.
Me interesa concluir que el legislador evidencia su intención de encauzar al
ofendido o perjudicado hacia la policía, partiendo en todo caso de que es
ante ella ante quien se suelen formular la casi totalidad de las denuncias.
Mediante la elección de denuncia o querella y, recurriéndose a la denuncia,
si fuere presentada ante juez o MF, resulta condicionado el tipo de enjuiciamiento. Es decir, el transmitente de la «notitia criminis», además de la «notitia», dispone de la clase de proceso según acuda o no a la autoridad policial,
supeditándose a ello el derecho fundamental del inculpado a su enjuiciamiento por la vía más rápida posible legalmente determinada. La prescripción
legal por la que se instaura el enjuiciamiento rápido, más que norma de «ius
cogens» parece admonitiva u orientativa al valer en la medida en que así se
opte (dentro del tope normativo del 795), directamente por la policía o, mediatamente, al decidir el tercero presentar la denuncia ante ella.
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Reflexiones sobre el procedimiento para el enjuiciamiento rápido de determinados delitos
7.1.2.ª) Desaparece en estos delitos públicos la querella como modo de iniciación o si se quiere de ejercicio de la acción penal, generalizándose el ofrecimiento de acciones ya de modo específico (art. 757.1.ª) ya a través de las
diversas instrucciones de sus derechos en calidad de víctima. Es evidente
que la simplicidad de la denuncia, el que no requiera intervención de abogado ni procurador, ni el sometimiento a las exigencias del 270 y concordantes
LECrim, entre otros extremos, facilita la intervención de las víctimas. Una
derivación de importante significado, amén de excluir de este proceso todas
las hipótesis en que se formule querella o denuncia ante autoridad distinta de
la policía, es que se suprime la acusación popular que, como es sabido, sólo
puede hacerse valer por medio de querella (270 LECrim) (86). De este modo,
a las excepciones conocidas de exclusión explícita de la acusación popular:
en las causas ante la jurisdicción militar y la de menores (87), e implícita por
las enormes dificultades en la práctica (art. 790.1.III LECrim) (88), se añadiría
la del procedimiento de los arts. 795 y ss. LECrim.
7.1.3.ª) Se justifica un mayor tiempo de detención policial (89) a fin de llevar
a efecto la concentrada instrucción que requieren estas infracciones. Ya
apuntada supra la facultad policial, difícilmente controlable, de desarrollar
«sine die» sus investigaciones hasta la formación del atestado, no habiendo
detenido, advertiré de que se corre el riesgo con la nueva legislación de
sobrepasar el tiempo «estrictamente necesario» que hasta ahora se consideraba justificante de acuerdo con el art. 520 LECrim (que desarrolla el 17.2
CE) antes de la puesta en libertad o a disposición de la autoridad judicial, a
fin de realizar las dos únicas diligencias de identificación e intento de toma
de declaración (90) formando el pertinente atestado. Locución acogida tam-
86. Aunque yo no comparto esa opinión, ¿qué piensan los que entienden que la acusación popular, arts. 125
CE, 101 y 270 LECrim, ha de reconducirse al derecho fundamental del art. 24.1 CE? Recordaré a este respecto que para mí no es más que el ejercicio por los particulares de una función pública, así PÉREZ GIL, J.,
La acusación popular, Granada, 1998, passim.
87. No se olvide su exclusión del antiguo proceso de la Ley 16/1970 de Peligrosidad y Rehabilitación (art.
12), con antecedente en la Ley de Vagos y Maleantes de 4-8-1933 (art. 14.5).
88.
Más ampliamente PÉREZ GIL, J., La acusación popular, op. cit., esp. pp. 453 y ss.
89.
Que tiene lugar en dependencias policiales y no en un centro de reclusión.
90. Hablo de «intentar» dado que el sujeto tiene derecho a permanecer en silencio, derecho del que ha de
ser debidamente instruido por la propia policía. Vid. mi Derecho Procesal penal, T. I, Principios de Derecho
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bién en el art. 17.4 LO de la responsabilidad penal de los menores («La
detención de un menor por funcionarios de policía no podrá durar más tiempo del estrictamente necesario para la realización de las averiguaciones...»).
La L. 38/2002, en el nuevo art. 796, completado por el 771 (del procedimiento abreviado) refiere las diligencias que en el tiempo imprescindible han de
practicarse por la policía, en todo caso durante el tiempo de detención. ¿Subsiste el «favor libertatis» por el que tan denodadamente se ha luchado por el
Consejo de Europa y en especial por el TEDH? ¿Tiene sentido mantener las
72 horas que el 497 LECrim concede al juez para decidir acerca de la situación personal del detenido puesto a su disposición?
Subrayo que del tiempo estrictamente necesario de detención se ha pasado
al tiempo imprescindible para practicar las diligencias del 771 y, más claramente, las del 796.
Procesal penal, Madrid, 2000, pp. 234 y ss. «El derecho a guardar silencio, o derecho a no confesarse culpable (“nemo tenetur edere contra se” o “nemo tenetur se ipsum accusare”), constituye la “...garantía instrumental del genérico derecho de defensa al que presta cobertura en su manifestación pasiva, esto es, la que
se ejerce precisamente con la inactividad del sujeto sobre el que recae o puede recaer la imputación, quien,
en consecuencia, puede optar por defenderse en el proceso en la forma que estime más conveniente para sus
intereses, sin que en ningún caso pueda ser forzado o inducido, bajo constricción o compulsión alguna a
declarar contra sí mismo o a confesarse culpable”» (STC 197/1995, FJ 6. En el mismo sentido, SSTC 36/1983,
127/1992, 161/1997, 161/1999, etc.). El derecho a la no autoincriminación tiene como soporte inmediato el
derecho de defensa, en la medida en que puede ser utilizado válidamente por el Tribunal para la desvirtuación
de la presunción de inocencia. Interesa así evidenciar que, no obstante el derecho a guardar silencio, su ejercicio no impide que pueda ser valorada esta postura por el juzgador, habiendo declarado nuestro TS, entre
otras en sentencia de 1-10-1992 que, si bien del silencio no cabe deducir aceptación de hechos o confesión
de participación, no es menos cierto que al no declarar, y así no contradecir los argumentos de la acusación,
ello puede contribuir a introducir la duda razonable. El TEDH, en su Sentencia Saunders contra UK de 17-121966, destaca que el derecho a no contribuir a la propia incriminación y a callarse son normas internacionales generalmente reconocidas que están en el corazón del concepto de proceso equitativo del art. 6 CEDH.
Estrechamente vinculado al principio de presunción de inocencia garantizado por el art. 6.2, el derecho a no
autoincriminarse tiende en primer lugar al respeto de la determinación del acusado de guardar silencio. No
prohíbe el uso en un proceso penal de datos que hayan podido obtenerse del acusado recurriendo a poderes
coercitivos pero que existen independientemente de la voluntad del sospechoso, por ejemplo test alcoholimétrico, análisis de sangre y orina. Según el TEDH, a la luz de las circunstancias de la causa, la cuestión de si
el acusado ha sido víctima de un atentado injustificable a su derecho de no contribuir a su propio incriminación depende del uso hecho por la acusación, durante el proceso, de las declaraciones obtenidas por los inspectores bajo la amenaza de sanciones. Poco importa que estas declaraciones hayan o no revestido un carácter incriminatorio. El derecho a no autoincriminarse no sería razonablemente entendido si se limitara a la confesión de fechorías (delitos) o a los extremos que directamente inculpen al acusado, pues incluso un testimonio neutro puede ser utilizado en apoyo de la tesis de la acusación. Estimo que en ningún caso la negativa
a declarar ante la policía puede constituir elemento de apoyo a la acusación.
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Reflexiones sobre el procedimiento para el enjuiciamiento rápido de determinados delitos
Existe una significativa literatura (91) que ha venido manteniendo, desde la interrelación de los arts. 17.2 CE y 520 LECrim, que no es constitucionalmente de
recibo que pueda la policía hacer durar la detención más allá de lo que requiera la práctica de esas dos diligencias del 520 (identificación e interrogatorio del
detenido). Además, que la duración temporal de dicha práctica ha de ser la
mínima a fin de poder considerar proporcionado el retraso en ser conducido
sin dilación ante la autoridad judicial (art. 5.3 CEDH) (92). Al cambiarse en esta
ley la expresión «tiempo estrictamente necesario» por «tiempo imprescindible» se corre el peligro de que se justifique una ampliación del período de
detención policial (dentro de las 24 horas o de las 72 (93)) con base en el incremento de las diligencias policiales que, integrando el atestado, el legislador
atribuye a la policía. Insistiendo en el tema: el tiempo «estrictamente necesario» era interpretado según el 520 LECrim y en las únicas diligencias a realizar por la policía, pero ahora, desde el cambio de locución, podrá entenderse
que el «tiempo imprescindible» es el de práctica de las diligencias que se le
encomiendan («...durante el tiempo de la detención») en el art. 796 LECrim
que, por muy rápidamente que pretendan realizarse, difícilmente se sujetarán
a los reducidos límites cronológicos a los que sí lo son las dos diligencias del
520 LECrim. Expresado en román paladino, nos vamos a encontrar con el
razonamiento de que no es factible llevar a cabo todas las diligencias del 796
(integrantes del atestado) en el mismo tiempo que las dos del 520 LECrim,
ergo la detención policial habrá de extenderse cronológicamente —dentro del
límite máximo legal que viene entendiéndose que es de 72 horas (94)—.
Para finar este punto quisiera plantear una excepcional repercusión dimanante de su literal y equivocada lectura. El atestado constituye presupuesto
91. DE HOYOS SANCHO, Montserrat, La detención por delito, Pamplona, 1998, esp. pp. 198 y ss., y bibliografía citada.
92. Soy consciente de que nuestra legislación estatal habla de puesta a disposición judicial.
93. Me da lo mismo ahora cualquiera lectura del tiempo máximo pues lo que defiendo es que ha de durar la
privación de libertad, únicamente, el tiempo que precise la práctica de esas dos diligencias del 520 LECrim.
Si pueden realizarse en 120 minutos, poniendo a disposición judicial al detenido, su detención desde el minuto 120 es ilegal. La privación de la libertad ambulatoria, al igual que sucede con todos los derechos fundamentales, ha de ser siempre ponderada «in favor libertatis», o sea cualquier limitación jurídico-fundamental ha
de ser restrictivamente entendida. En este sentido también, entre otros, vid. QUERALT JIMÉNEZ, J.J., Introducción a la policía judicial, Barcelona, 3.ª ed., 1999, pp. 113 y 114.
94. Fuera de los supuestos de terrorismo. Aun consciente de ser «vox clamantis in deserto» sigo considerando que el límite máximo es de 24 horas (art. 496 LECrim) y no de 72 horas. Omito cualquier razonamiento sobre ello por exceder del tema. Vid. DE HOYOS SANCHO, M., op. cit., pp. 198 y ss.
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necesario, aunque no suficiente, del enjuiciamiento rápido, y requiere la práctica por la policía de todas las diligencias del 796. Al dejar subsistentes la L.
38/2002 el art. 398.1 LOPJ y la L. 14/2003 el art. 56 EOMF, me parece que
se priva a jueces y fiscales de su derecho a ser enjuiciados por el proceso
rápido y, en su caso, de su derecho a la sentencia de conformidad. Los jueces y fiscales que sean detenidos en flagrante delito han de ser puestos
inmediatamente a disposición judicial, por lo que no cabría la formación del
atestado condicionante de la sentencia de conformidad y del enjuiciamiento
rápido. Para que pudiere sustanciarse la infracción, cometida por jueces o fiscales, mediante este nuevo cauce (o que se dictara sentencia de conformidad) sería menester que la policía se limitara a su mera citación de comparecencia, sin poder llevar a cabo el resto de las diligencias integrantes del
atestado, por lo que habría de seguirse el trámite de previas (95).
7.1.4.ª) ¿Prueba «preconstituida» policial? La intervención policial, que
con frecuencia puede ser esencial para el esclarecimiento de los hechos
(pensemos en los croquis o mapas levantados en los lugares de producción
de los accidentes de tráfico, etc.), algunas veces podría desvirtuar o provocar la pérdida de algunas fuentes de prueba que, en todo caso, no podrían
ser percibidas por el instructor con la inmediación que la toma de algunas
decisiones aconsejan (medidas cautelares personales y patrimoniales). ¿No
se dilataría la práctica de algunas diligencias restrictivas de derechos fundamentales posponiéndolas hasta la entrega del atestado al juez? o ¿se tendería a su ilícita realización con la imposible utilización posterior de sus resultados?
A este tenor quiero hacer hincapié en la posibilidad que se concede a la policía de llevar a cabo la práctica de los informes periciales (art. 796.1.6.ª). Se
ha dicho por algún autor (96), con acierto, que ello no significa atribuirles valor
probatorio sino que, insertos los resultados en el atestado, gozarán de su
propia virtualidad que se resume en el de denuncia (art. 297 I LECrim);
menos felices entiendo que son sus afirmaciones siguientes en las que se
95. Soy consciente de que el art. 73.3 LOPJ atribuye la competencia objetiva para instruir y conocer de las
causas por delitos cometidos en el ejercicio de sus cargos a la Sala de lo penal del TSJ.
96.
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Vid. GIMENO, op. cit., p. 4.
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trascribe la doctrina del TC sobre las «pruebas preconstituidas» (irrepetibilidad, posibilidad de contradicción y lectura del informe pericial en el acto del
juicio al que habrán de comparecer los peritos al punto de dar las explicaciones que se les pidiere). Aceptando que la reforma es admisible a la luz de
algún sector jurisprudencial, siendo en este punto correcta la postura citada,
debo indicar mi crítica centrada en varios extremos: me opongo ya de principio a que pueda hablarse en el proceso penal de prueba preconstituida, pero,
además mi rechazo a atribuir valor probatorio a esa actividad policial se centra en que ello connotaría asignar tal eficacia a diligencias no realizadas ante
juez ni acordadas por el juez ni contradichas ante el juez, es decir, a actuaciones preprocesales pasando otrosí por la que se conoce como «doctrina de
la aceptación tácita». Parece menester a este tenor recordar el estado de la
doctrina jurisprudencial y la literatura sobre el tema (97).
Según indico en mi Derecho Procesal penal (98), bajo ciertos parámetros, se
ha venido predicando la aptitud de las diligencias sumariales, y aun de las
policiales para enervar la presunción de inocencia. De este modo, por mor de
la aplicación del art. 730 LECrim se ha reconocido valor probatorio a diligencias sumariales, aunque para ello habían de cumplir una serie de requisitos
deducibles de este mismo precepto: irreproducibilidad de la diligencia, esto
es, imposibilidad absoluta de practicar en el juicio oral el medio de prueba
con que aquella diligencia se corresponde (99) —requisito material—; inter-
97. Ni siquiera en Italia, la policía judicial puede acordar la realización de exámenes técnicos sin autorización del MF. De este modo prescribe el art. 13 del Decreto Legislativo de 28-8-2000, n. 274, «Disposición sulla
competenza penale del giudice di pace, a norma dell’articolo 14 della legge 24.11.1999, n. 468: Autorizzazione del pubblico ministero al compimento di atti: “1. La polizia giudiziaria può richiedere al pubblico ministero
l’autorizzazione al compimento di accertamenti tecnici irripitibili ovvero di interrogatori o di confronti cui partecipi la persona sottoposta alle indagini. Il pubblico ministero, se non ritiene di svolgere personalmente le indagini o singoli atti, può autorizzare la polizia giudiziaria al compimento degli atti richiesti. Allo stesso modo provvede se viene richiesta l’autorizzazione al compimento di perquisizioni e sequestri nei casi in cui la polizía giudiziaria non può procedervi di propia iniziativa”».
98. PEDRAZ PENALVA, E., Derecho Procesal Penal, T. I, Principios de Derecho Procesal Penal, Madrid,
2000, pp. 338 y ss., y en mi Introducción al Derecho Procesal Penal, Managua, 2002, pp. 465 y ss.
99. La imposibilidad de practicar el medio de prueba presenta ciertas singularidades tratándose de un informe pericial. En este sentido, amén de que no cabe mantener que tal irreproducibilidad se derive de la imposibilidad de conservar una muestra de la sustancia de que se trate, como prescribe el art. 338 LECrim, la destrucción del objeto de análisis en modo alguno eximirá a los peritos que practicaron el examen de comparecer en la vista para ser sometidos al interrogatorio de las partes. En este sentido MIRANDA ESTRAMPES, M.,
La mínima actividad probatoria en el proceso penal, cit., pp. 381-382.
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vención del instructor en su realización —requisito subjetivo—; posibilidad de
contradicción en su práctica —requisito objetivo—; y su introducción en el juicio oral a través de la lectura, no bastando con la fórmula de «darlas por
reproducidas» —requisito formal— (100). Ínterin, la existencia de contradicciones entre los testimonios vertidos en sede sumarial y los efectuados en juicio oral permitirá, según lo previsto en el art. 714 LECrim, la incorporación de
los primeros con pleno valor probatorio (101) (102).
La doctrina acerca de la suficiencia de las diligencias policiales, cuya introducción en el plenario por los cauces que proporcionan los arts. 730 y 714 ha
sido expresamente negada (103), aparentemente vendría a asentarse sobre
posiciones plenamente contestes con las exigencias que se derivan del debido proceso, como se muestra en la STC 7/1999, de 8 de febrero, al convenir,
haciéndose eco de la que el propio TC califica como «numerosa jurisprudencia anterior», que «tales diligencias sólo podrán considerarse como auténtica
prueba de cargo, válida para destruir la presunción de inocencia, cuando por
concurrir “circunstancias excepcionales que hagan imposible la práctica de
prueba en la fase instructora o en el juicio oral con todas las garantías, sea
admisible la introducción en el juicio de los resultados de estas diligencias a
través de auténticos medios de prueba, practicados, éstos sí, con arreglo a las
exigencias mencionadas con anterioridad” (104). Dicho de otro modo, tales diligencias no pasarán de constituir un mero medio de investigación que permite
iniciar las averiguaciones del hecho perseguido pero no constituirán por sí mismas prueba válida acreditativa de la comisión y autoría del hecho delictivo» (FJ
2.º). No obstante, la cuestionada insuficiencia (105) del reconocimiento en rueda
100. SSTC 97/1999, de 31 de mayo, FJ 5.º; y 86/1999, de 10 de mayo, FJ 3.º, y la jurisprudencia en ellas citada.
101. STS de 10 de noviembre de 1999 -Ar. 8928. FJ 1.º.
102. Contrariamente a lo que ya postulaba acertadamente HERCE QUEMADA, V. (con GÓMEZ ORBANEJA,
E.), Derecho Procesal Penal, Madrid, 1984, pp. 256-257, al señalar como único objeto de traer a la causa la
declaración sumarial el que sirviera para controvertir la credibilidad del testigo, ofreciendo al juzgador un elemento de valoración de la declaración ante él prestada. En el mismo sentido se manifiestan MIRANDA
ESTRAMPES, «Algunas reflexiones sobre la práctica de la prueba ante el Tribunal del Jurado», en AA.VV., El
Tribunal del Jurado, Cuadernos de Derecho Judicial, Madrid, 1996, p. 498.
103. STS de 25-10-1999, R 8135, FJ Único. Principio que habrá de aplicarse por igual a las diligencias practicadas por el Fiscal. Véase CABEZUDO RODRÍGUEZ, «Licitud y regularidad probatoria (II)», en Doctrina y
jurisprudencia, núm. 9, cit., pp. 98-100.
104. Fundamento jurídico 2.º con cita de las SSTC 303/1993, 283/1994 y 328/1994 entre otras.
105. La suficiencia ha sido discutida por el TS en numerosas sentencias.
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o fotográfico para desvirtuar la presunción de inocencia (106) convive con pronunciamientos, no meramente ocasionales, que se mueven en una dirección
escasamente armonizable con la doctrina precitada, como el que se lleva a
cabo en la STS de 8-10-1999, R. 7604, FJ. 3.º, en la que se afirma «que es
doctrina consolidada la de que los Jueces tienen absoluta libertad para conceder mayor fiabilidad a lo manifestado por los testigos ante la Policía, que a
lo manifestado en el plenario, siempre que se cumplan los siguientes requisitos, a) que las manifestaciones de las que se toman los datos de cargo hayan
sido practicadas con rigurosa observancia de las correspondientes normas
procesales aplicables; y b) que genéricamente consideradas hayan sido incorporadas al debate del plenario, de modo que las partes hayan tenido la oportunidad de interrogar sobre esos extremos» (107), o los persistentes y ya tradicionales referidos al valor probatorio de los «actos de constatación policiales
documentados en el atestado» (108), tales como la recogida de efectos e instrumentos del delito (109) o las diligencias de carácter técnico, sin que resulte
indispensable la ratificación de los funcionarios encargados de tales operaciones si los resultados obtenidos no fueran cuestionados por la defensa (110) (111).
7.2. Sobre la fase instructora en el enjuiciamiento rápido: diligencias urgentes. Interesa conocer hasta qué límites puede contraerse la instrucción judicial, reducción que advierto desde ahora que generalmente no es positiva
para una óptima celebración del juicio oral aunque pueda serlo en ocasiones,
y con vistas a conseguir el acortamiento temporal del proceso.
Al objeto de acortar la investigación judicial, que hasta hoy ocupaba un tiempo y una actividad del instructor que ahora se entienden desorbitados, el
legislador ha incidido, en primer lugar, en la actividad de la policía, aumentándola a fin de que sirva para preparar y así para amenguar aquélla llegando incluso a asumir facultades otrora judicialmente residenciadas; en segun-
106. SSTS de 19-10-1999, R. 8131, FJ 3.º; de 2-10-1999, R. 8115, FJ 2.º, y la jurisprudencia en ellas citada.
107. Ver las Sentencias de 20-3 y 4-2-1997, de 5-11 y 28-9-1996, de 19-12-1995.
108. En expresión de VEGAS TORRES, La presunción de inocencia…, op. cit., p. 557 y ss.
109. SSTS de 18-4-1991, R. 2808, FJ 3.º; y 17-5-1988, R. 3675, FJ 1.º, entre otras.
110. Lo que se conoce como «doctrina de la aceptación tácita».
111. SSTS de 13-11-1995, R 8026, FJ 2.º; y de 5-5-1995, R 3566, FJ 7.º, entre otras.
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do lugar, en la del instructor procurando que sea lo más restringida y breve
posible para lo que se acotan las diligencias a acordar. En los juicios rápidos,
tras el indispensable atestado policial, el juez ordenará, cuando fueren pertinentes, las diligencias urgentes enunciadas en el 797 —con la puerta que se
abre por el 797.9.ª, durante el tiempo del 799—.
Es preciso recordar que la pertinencia alude (112) a conexión entre dichas diligencias del 797 y lo que constituyere el objeto delimitado en el atestado. La
pertinencia se distingue de la necesidad (utilidad, relevancia, etc.), que pondera el grado de incidencia sobre aquel objeto (113). Insisto en que la LECrim
habla en el 797.1 de pertinencia y no de necesidad. Es indiscutible que el
objeto sobre el que, y dentro del que, ha de recaer la actividad del juez (114),
atiende a la persona del imputado (detenido o citado de comparecencia) y al
hecho individualizado como delito por la policía dentro de los límites del art.
795. Es decir, si el juez considera que el atestado se adecua al 795 incoará
diligencias urgentes, relativas a hacer constar la perpetración del delito (con
todas las circunstancias que puedan afectar a su inclusión en el 795) y la culpabilidad del imputado (arts. 299 y 777.1 LECrim). Si se repasan las diligencias del 797 puede observarse que todas son pertinentes para preparar el juicio, por el nexo objetivo y subjetivo indicado, ¿en qué sentido pues emplea
el legislador el vocablo «pertinente»? Es factible pensar:
a) Que el legislador ha confundido de plano la expresión pertinencia con
necesidad, hipótesis en que sólo acordará las diligencias del 797 que
fueren relevantes o útiles, de modo que puede prescindir de todas ellas
—sin que quepa hablar de unas mínimas (por ejemplo recabar antecedentes penales del imputado y toma de declaración de éste)—, o de algunas de ellas, por innecesarias; es innegable que esta lectura nos lleva al
absurdo —rechazado por nuestro TC— de mantener que el instructor
decrete la apertura del juicio oral sin oír al imputado hasta la formulación
de la acusación (art. 800.2).
112. Vid. PEDRAZ PENALVA, E., Derecho procesal Penal, T. I, Principios de Derecho procesal penal, Madrid,
2000, esp. pp. 325 y ss.
113. Vid. arts. 273, 311 I, etc., LECrim.
114. Sobre lo que constituye el objeto del proceso penal, vid. mi op. cit., Derecho procesal penal, I, esp. pp.
44 y ss., y de mi Introducción al Derecho Procesal penal, Managua, 2002, pp. 58 y ss.
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DERECHO PROCESAL
Reflexiones sobre el procedimiento para el enjuiciamiento rápido de determinados delitos
b) Que, consciente del estricto significado de pertinencia, impone todas las
de las 8 primeras reglas dado su nexo objetivo y subjetivo supracitado,
pero subordinando su práctica al agregado «necesidad» (así en la regla
2.ª) y a su realización en el tiempo del 799 (regla 9.ª del 79.1) —de este
modo pensemos en la clase de delito cuya comprobación puede en ocasiones requerir una diligencia específica: intervención y examen de
libros, documentos, etc.—; el problema es que se incluye el vocablo
necesario en las reglas 7.ª y 8.ª del 797.1.
c) Que, en un «totum revolutum», carente del menor rigor técnico, emplea
el término pertinencia cuando y como quiere, repitiéndolo o sustituyéndolo por cualquier otro término. Esta lectura es admisible atendiendo a
las reglas 2.ª b), 6.ª y 9.ª, en las que se reitera el vocablo pertinencia, en
la 2.ª b) que añade —crípticamente— el calificativo «proporcionado», en
las 7.ª y 8.ª que habla de su «necesidad», etc.
Las consecuencias que nacen de la diversidad de lecturas evidencian que no
se trata de una cuestión retórica. ¿Han de verificarse diligencias urgentes por
el juez instructor como actividad investigadora indispensable en el proceso
rápido? ¿Hay un mínimo de diligencias para entender preparado el juicio rápido y, en su caso, qué diligencias lo integran?
No debiera requerirse tan arduo trabajo hermenéutico en un tema nuclear
como el que me ocupa: contingencia o inexorabilidad de las diligencias
urgentes (o de algunas al menos) en los enjuiciamientos rápidos, sorteable
mediante una exigida y pensada redacción terminológica y conceptualmente
correcta. Tras una cuidadosa reflexión entiendo que:
α) La expresión «El Juzgado de guardia, tras recibir el atestado policial...
incoará, si procede, diligencias urgentes...», debe conectarse con el art.
795 LECrim al concernir a la concurrencia de los presupuestos, o sea,
a que el juez instructor de guardia, a la vista del atestado, determinará
si concurren los presupuestos normativos del 795, caso en que acordará diligencias urgentes, o llevará a cabo la tramitación de diligencias
previas.
β) El empleo del término pertinencia como requisito genérico de las diligencias del 797.1 LECrim («...cuando resulten pertinentes...»), excusada y
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equívocamente iterado en las reglas concretas de ese precepto y apartado, así en las 2.ª b), 6.ª y 9.ª (115), lleva a entender que todas las diligencias del 797 allí enumeradas son pertinentes y que también han de
serlo las que pudiere decretar el Juez para su práctica, en el acto o dentro del plazo del 799. Al ser pertinentes el juez ha de acordarlas de plano
salvo que se trate de aquellas en las que se exige un plus: que además
fueren necesarias (7.ª y 8.ª), o que ya hubieren sido practicadas por la
policía [reglas 2.ª b) y c)]; condicionar su práctica, como hace la regla 9.ª,
a que pudieren llevarse a cabo en el acto o dentro del plazo del 799, es
a mi juicio irrelevante pues el propio art. 799 impone tal requisito a todas
las demás diligencias. Sobra por tanto la pertinencia en las reglas 2.ª b),
6.ª y 9.ª, que en cambio introduce confusión.
Acerca de la regla 1.ª: recabar los antecedentes penales del detenido, ha de
rechazarse su exigibilidad ante la ya mencionada referencia penal abstracta
presente, no sólo en el 757 sino asimismo en el 795: delitos castigados con
pena privativa de libertad que no exceda de cinco años, sin atender a circunstancias, grados de participación, etc. Las de la regla 2.ª ven cualificada
la pertinencia con su falta de realización anterior. La de la 3.ª estimo que sí
es insoslayable, debiendo en todo caso acordarla el juez (toma de declaración del imputado). La declaración testifical de la 4.ª viene, básicamente (116),
supeditada a la previa cita de los testigos por la policía. Regla 5.ª: siendo pertinentes las informaciones del 776 (al ofendido y perjudicado) no resultan ineludibles, pese a la imperativa redacción de la propia regla 5.ª —«llevará a
cabo las informaciones...»—, pues su falta de realización no impide la continuación del procedimiento por expresa determinación legal (art. 776.2
LECrim). En las demás reglas la práctica de las diligencias se hace depender de la comparecencia del testigo (reconocimiento en rueda), de su necesidad (careo entre testigos y citación de cualquier persona), etc.
Dimana de lo dicho que el juez instructor, tras recibir el atestado policial, debe
acordar diligencias urgentes, siempre que estime que el hecho punible
115. Podría admitirse en la 9.ª, pero es evidentemente superflua con la formulación genérica del párrafo 1 del
mencionado apartado 1.
116. La LECrim añade, en esta regla 4.ª, del 797.1, la comparecencia de los testigos citados que, si no lo han
hecho, puede provocar el uso por el Juez de lo previsto en el art. 420, si lo estimara conveniente.
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Reflexiones sobre el procedimiento para el enjuiciamiento rápido de determinados delitos
denunciado encaja en el 795 —en caso contrario habrá de abrir diligencias
previas—. Además, y como inexcusable diligencia, habrá de tomar declaración al imputado (3.ª). Esta forzada pero inexcusable lectura, en mi criterio,
se conforma con lo que previenen nuestra CE, los Convenios internacionales
y la propia LECrim (así en su art. 775), estando condicionadas el resto de las
diligencias del 797 LECrim a lo que se halle en el atestado y a su necesidad
en la instrucción que, fundadamente (aplicando de modo extensivo el art.
798.2.2.º), aconseje no posponerla para el juicio oral. Esta perspectiva, además, permite que la «instrucción» se vea reducida a la «guardia».
No quiero terminar este punto sin recordar cuán difícilmente, salvo hipótesis
muy claras y en las que se cuente con suficientes —por convincentes— elementos probatorios, cabe enjuiciar un hecho punible sin una cuidadosa fase
investigadora, a la que, por otro lado, habida cuenta de su intrínseca agresividad, no se debe someter más que de modo progresivo y justificadamente a
los ciudadanos; ciudadanos que mucho menos han de padecer el juicio si no
concurrieren circunstancias bastantes para explicarlo, desde el juego de la
proporcionalidad (117).
8.
ANTICIPACIÓN DE LA PRUEBA
Muy desorbitadamente contempla esta L. 38/2002 la «anticipación de la
prueba» durante la instrucción judicial, unida a la prevista por el art. 796.1.6.ª
en la investigación policial. Estimo que puede connotar un severo desconocimiento de lo que es la prueba y así de los principios que la definen y conforman. Tal vez sea necesario sentar al respecto dos importantes premisas
con miras a dilucidar fundadamente el instituto de la anticipación probatoria
con singular hincapié en la inmediación:
1.ª De principio y en principio, es de ineludible observancia la inmediación o
contacto directo del juez con los elementos objetivos y subjetivos del proceso. Ello supone, de un lado, que es reprochable (disciplinaria, civil y
117. Vid. sobre este concepto PEDRAZ PENALVA, E., Derecho procesal Penal, T. I, Principios de Derecho procesal penal, cit., esp. pp. 135 y ss. El juego de la proporcionalidad es evidente ya que este canon nos indicará
si la respuesta a los datos existentes respecto de la comisión del hecho penal afirmado y la atribución subjetiva son suficientes para abrir el juicio oral sometiendo al acusado al debate oral y público de su conducta.
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aun penalmente) el distanciamiento del juez, residualmente asumible en
los casos expresamente previstos en la Ley; de otro lado, que se requiere que el juez lleve a cabo por sí el ejercicio de su potestad, recurriendo
únicamente al auxilio de otros órganos jurisdiccionales, instituciones,
autoridades o personas cuando, estando legalmente previsto y atendidas
las características del acto a realizar, sea de imposible, difícil o desaconsejable acometida por el propio juez (118).
En resumen: la potestad jurisdiccional pertenece al juez exclusiva y
excluyentemente sin que pueda delegarse (119) ni por ende ejercitarse por
órgano no investido de jurisdicción ni de otro modo diferente al procesalmente fijado. De aquí surge la segunda premisa.
2.ª Exigencia consustancial al sistema acusatorio formal y a la asertada profundización del acusatorio, intensamente buscada desde el último cuarto del
siglo pasado, fue y es la de contraer al plenario las actividades procesales
alegatoria y probatoria, en general las solas idóneas para, en su caso, poder
tener por desvirtuada la presunción de inocencia. De ello deriva la supeditación del eventual fallo condenatorio a la producción, en el juicio oral, de las
afirmaciones de la acusación y conexas a ellas la práctica lícita (120) y regular (121) de la mínima actividad probatoria de cargo, también necesariamente
durante el plenario y ante el órgano sentenciador, con estricto acatamiento
de la oralidad, publicidad, concentración, contradicción e inmediación. Naturalmente el principio de contradicción añade al «nemo iudex sine actore»
(acusatorio), el que «nemo damnandus, nisi auditus, vel vocatus» (122).
118. El art. 323 LECrim llega a autorizar al instructor a practicar diligencias fuera de su territorio.
119. El art. 310 LECrim permitía a los jueces instructores delegar, moderadamente, en los jueces municipales, la práctica de diligencias que no les estuvieren reservadas en exclusiva.
120. Obtenidas las fuentes de prueba con absoluto respeto de los derechos fundamentales: STC 239/1999,
de 20 de diciembre, FJ 4.º, y 161/1999, de 27 de septiembre, FJ 4.º
121. Llevándose a cabo en el juicio oral con estricto acatamiento de los principios de igualdad, contradicción
y publicidad según contempla la norma procesal, agregando la inmediación. SSTC 166/1999, de 27 de septiembre, FJ 5.º; 86/1999, de 10 de mayo, FJ 3.º; 42/1999, de 22 de marzo, FJ 2.º Vid. también las SSTS de
28-12-1999 R. 9450. FJ Único; de 21-12-1999 R. 9240. FJ 1.º; de 13-10-1999 R. 8919. FJ 2.º; de 5-10-1999
R. 8913. FJ 1.º; de 19-9-1999 R. 8911. FJ 1.º; de 17-7-1999 R. 8191. FJ Único; de 5-7-1999 R. 8187 FJ 1.º.
122. Que por cierto no se ve satisfecha la exigencia constitucional de la contradicción con la mera oportunidad
de discutir la acusación, con la salvedad en el juicio de faltas, arts. 970 y 971 LECrim y en el 786 del mismo
texto en el que se condiciona en el abreviado la celebración del juicio oral en ausencia injustificada del acusado a que existan elementos suficientes para el enjuiciamiento y a que la pena solicitada no exceda de dos años
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Reflexiones sobre el procedimiento para el enjuiciamiento rápido de determinados delitos
Extrapolar constitucionalmente lo dicho no suscita problemas a la vista de lo que
connota el debido proceso, proceso justo o proceso equitativo (arts. 24.2 CE, 6
CEDH, 14 PIDCP, etc.). El derecho a un juicio público, contradictorio (123), a la
presunción de inocencia, a la prueba, etc., constituyen derechos fundamentales
que en cuanto tales, no parece ocioso recordar que se caracterizan por: su contenido esencial intangible (124); el efecto irradiación (125); la posición prevalente
que ocupan; ser directamente aplicables; gozar de una protección reforzada
correspondiendo singularmente a los órganos jurisdiccionales su garantía; su
desconocimiento ha de estar previsto legalmente; su ignorancia ha de ser interpretada judicialmente de forma restrictiva; ser sólo admisible su proporcionado
desconocimiento; y, por ser irrenunciables, imprescriptibles y permanentes, etc.
Retomando nuestro camino adviértase que, al estudiar la presunción de inocencia, nuestra doctrina jurisprudencial tiene proclamado que sólo puede
considerarse auténtica prueba, a efectos de la desvirtuación de aquélla, la
de cargo, lícita, que para su regularidad, y, como prescribe el art. 741
LECrim, ha de verificarse «necesariamente en el debate contradictorio que,
en forma oral, se desarrolla ante el mismo Tribunal que ha de dictar sentencia, de suerte que la convicción de éste sobre los hechos enjuiciados se
alcance en contacto directo con los medios aportados a tal fin por las partes» (126), lo que de nuevo suscita la vinculación existente entre la presunción
de inocencia y las garantías ínsitas en el debido proceso, en particular, la
de privación de libertad o seis años si fuere de distinta naturaleza. Prescindiendo del que considero excesivo
tope de dos años, apuntaré mis reservas acerca del posible desconocimiento de la audiencia bilateral que
pudiere resultar del art. 778.2 LECrim que alude a «asegurar la posibilidad... de contradicción de las partes».
123. Recuérdese el art. 6.3.d) CEDH: Derecho del acusado a interrogar o hacer interrogar a los testigos que
declaren contra él..., lo mismo en art. 14.3.e) PIDCP.
124. Es sabido que nuestra Ley Suprema en su art. 53.2 acoge la denominada garantía del contenido esencial de los derechos fundamentales [«1. Los derechos y libertades reconocidos en el Capítulo segundo del
presente Título vinculan a todos los poderes públicos. Sólo por ley, que en todo caso deberá respetar su contenido esencial, podrá regularse el ejercicio de tales derechos y libertades, que se tutelarán de acuerdo con
lo previsto en el artículo 161,1,a)»]. Trae origen tal cláusula del art. 19.2 GG alemán («En ningún caso puede
ser afectado un derecho fundamental en su contenido esencial»).
125. Siguiendo a ALEXY, R, Teoría de..., cit., BÖCKENFÖRDE, E.W., Escritos sobre derechos fundamentales,
Baden-Baden, 1993. El efecto irradiación de los derechos fundamentales (Ausstrahlungswirkung) sobre todo el
Ordenamiento Jurídico y sobre la actuación de los poderes públicos y de los particulares, estando vinculado a
la siguiente lectura de aquellos, en expresión del BVerfGE [39, 1 (41)] «que las normas iusfundamentales contienen no sólo derechos subjetivos de defensa del individuo frente al Estado, sino que representan, al mismo
tiempo, un orden valorativo objetivo, que en tanto decisión básica jurídico-constitucional, vale para todos los
ámbitos del derecho y proporciona directrices e impulsos para la legislación, la Administración y la Justicia».
126. SSTC 137/1988, 150/1989, 217/1989, 86/1999, etc.
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inmediación. Por cierto que el TC ha reiterado su vigencia en STC 167/2002
de 18 de septiembre, prescribiendo el traslado de la inmediación a la segunda instancia, en orden a poder revocar una sentencia absolutoria y dictar
una condenatoria.
Desde lo dicho es factible valorar la anticipación probatoria, para mí exorbitante, contemplada por la L 38/2002. Amén de la incomprensible anticipación
probatoria policial, el legislador prevé en el art. 797.2, reproducción textual
del 777.2 que si el juez de guardia, atendiendo al lugar de residencia del testigo o víctima, o por otro motivo, temiere razonablemente que su declaración
no vaya a poder tener lugar en el juicio oral o que pudiera motivar su suspensión, llevará a cabo su inmediata práctica, asegurando la posibilidad de
contradicción. La conversión del juez de guardia en un adivino, junto a la exigencia de la mayor eficacia en la preparación del juicio, propiciarán que, el
que tenga tiempo disponible, tienda a acordar su práctica, al menos «ad cautelam». Goza el juez de un ilimitado margen de discrecionalidad pues la
norma recoge el criterio más indeterminado: «o por otro motivo», que aunque
deba estar fundadamente explicitado en la decisión judicial, su consideración
«ad cautelam» puede conducir a la discutible práctica de supeditar su valor
anticipatorio a la decisión del juez sentenciador movido por la solicitud del
interesado. Dicho de otro modo, por si acaso no pudiere testificar se le toma
declaración ahora y su empleo estará en función de que se pida y exija del
testigo que comparezca y de que lo haga, de modo que si comparece lo que
va a valer es la declaración que preste en el plenario. No comparecido, el
interesado que pretenda su valoración ha de instar en el juicio su reproducción o lectura a tenor del 730. Adviértase la consiguiente desnaturalización
de la prueba anticipada, en todo caso consumada ya normativamente al
facultar al juez instructor para verificar con tanta generosidad lo que sólo en
contadísimas y justificadísimas ocasiones debiera llevarse a cabo. Apuntaré
finalmente sobre ello que está latiendo el desordenado y discutible valor de
las reproducciones videosonoras, con el tremendo riesgo de que además se
estime intemporalmente que el interrogatorio grabado en soporte apto para
la reproducción de la imagen y sonido CASI es equiparable a la realizada
ante el tribunal (127).
127. No me opongo al uso de tal medio pero siempre que sea excepcional o, razonadamente, en defecto de
posibilidades inmediatas.
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Reflexiones sobre el procedimiento para el enjuiciamiento rápido de determinados delitos
Importante crítica merece también que el legislador se conforme con que se
asegure la posibilidad de contradicción. Pensemos que puede incluso acudirse al sistema de videoconferencia para que preste declaración un sujeto
que está internado en un establecimiento penitenciario, de modo que, a presencia de su abogado (en el juzgado o en su despacho) y del fiscal en la fiscalía, el juez de guardia ante el secretario (o éste también en su despacho)
se hará constar en el vídeo «ad hoc» su declaración, habiéndose respetado
la posibilidad de contradicción y constituyendo prueba anticipada. Sangrante
será también entender respetada dicha posibilidad, con una automatizada
anticipación probatoria, sin imputado que todavía puede no haber sido individualizado como tal o sin el contrainterrogatorio de la víctima, etc.
9.
EL DERECHO AL JUEZ ORDINARIO
PREDETERMINADO POR LA LEY
1. La nueva legislación, sumada a la heterogénea multiplicidad de normas
dictadas por el CGPJ a efectos de la viabilidad de la instrucción concentrada
y del pronunciamiento de sentencias de conformidad por el juez instructor,
aconseja consagrar, al menos, unas breves notas a fin de ponderar su incidencia en el derecho fundamental al juez ordinario predeterminado por la ley
(arts. 24.2 CE, 6 CEDH, 45.2 CDFUE, 14 PIDCP).
El art. 795.1 LECrim (y nos lo recuerda la Exposición de Motivos del Reglamento 2/2003) acota y subordina la aplicación del procedimiento del Título III,
y así, la instrucción y el enjuiciamiento de los delitos previstos en él a la incoación procesal en virtud de un atestado policial y a que la policía haya detenido a una persona o la haya puesto a disposición del juzgado de guardia o
que la haya citado de comparecencia ante dicho juzgado. Tras recibir ese
atestado, el Juzgado de guardia realizará, si procede, diligencias urgentes
(art. 797 LECrim). Practicadas tales diligencias urgentes el instructor oirá a
las «partes personadas» y al MF (art. 798 LECrim).
La Exposición de Motivos del Reglamento 2/2003 del Pleno del CGPJ, afirma que «La correcta aplicación de los nuevos procedimientos para el enjuiciamiento rápido e inmediato de determinados delitos y faltas impone el diseño de un nuevo sistema de guardias para los Juzgados de Instrucción que
permita afrontar las actuaciones judiciales que de ellos se deriven, en relación con la tramitación de los juicios rápidos, enjuiciamiento inmediato de
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determinados delitos en caso de conformidad y enjuiciamiento inmediato de
las faltas, y atender a la vez adecuadamente el resto de actuaciones y diligencias propias del servicio de guardia...».
La competencia para la instrucción en el enjuiciamiento rápido y para dictar
sentencias de conformidad se atribuye pues al juez de instrucción (arts. 797
y 801 LECrim, 87 II LOPJ) y, concretamente, al que esté en funciones de
guardia, atendiendo a la ratio cuantitativa de juzgados de instrucción existentes, debiendo verificarse el reparto entre ellos (según prescriben los arts.
48 y ss. del Reglamento 2/2003). Asimismo, y determinado el juez instructor,
se concreta el juez de lo penal o la Audiencia competentes para el enjuiciamiento y fallo.
2. El derecho al juez ordinario predeterminado por la ley (128) asegura la
independencia del juez o tribunal tanto en el momento de su creación orgánica como en el de la legal distribución competencial al mismo. Comporta
además el derecho al singular juez abstractamente imparcial o, parafraseando la STC 47/1982 FJ 3, a la concreta idoneidad de un determinado juez en
un determinado asunto; la imparcialidad no se mide, dice el TC, sólo por las
condiciones de ecuanimidad y rectitud, sino también por las de interés y neutralidad. Desde tal perspectiva la idoneidad del juez concreto alude a la concurrencia de los requisitos precisos para que quepa estimar que en sus decisiones va a atenerse en exclusiva a la ley (imparcialidad abstracta). El derecho de todas las personas al juez ordinario legalmente predeterminado es
garantía de su igualdad ante la ley, únicamente posible desde la sujeción
legal de la actividad jurisdiccional (129). Dicho de otro modo, la abstracta
imparcialidad del juez, resultante de su legal y previa conformación estatutaria y competencial, lleva otrosí el rechazo de cualquier condición, aprecia-
128. Me remito a mi Derecho procesal Penal, cit., esp. pp. 190 y ss. en el que me baso, así como al exhaustivo trabajo elaborado por ESCALADA LÓPEZ, M.L., Sobre el juez ordinario predeterminado por la ley, que
próximamente va defender en la Universidad de Burgos para colacionar el grado de doctora.
129. Ya clásicamente defendido por la literatura alemana, así, ampliamente lo desarrolla KELLERMANN,
H.H., Probleme des gesetzlichen Richters unter besonderes Berüchsichtigung der Grossen Strafverfahren,
Tübingen, 1971, esp. pp. 111 y ss., también, BRUNS, R., «Zur Auslegung des Art.101 Abs.1 Satz 2 GG», NJW,
1964, 1, p. 1885; asimismo BETTERMANN, K.A., «Die Unabhängigkeit der Gerichte und der gesetzliche Richter», Die Grundrechte. Handbuch der Theorie und Praxis der Grundrechte, Hrsg. K.A. Bettermann, H.C. Nipperdey, U. Scheuner, 3 Bd. 2 Hb., Berlin, 1959, p. 556.
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Reflexiones sobre el procedimiento para el enjuiciamiento rápido de determinados delitos
ción, exigencia, etc., fuera de la predeterminación legal del órgano judicial y
del juez-persona (130).
La habilitación, aun legal, a cualquier persona o autoridad para llevar a cabo
una particular determinación del juez competente choca frontalmente, pues,
con la independencia del juez, con su abstracta imparcialidad y, no cabe
duda, con la igualdad ante la ley (131).
Las precedentes y apretadas reflexiones son reconducibles en este trabajo a
la concesión de la facultad al «policía investigador» para hacer competente,
vía atestado, a un juez y no a otro, más allá de los estrictos criterios normativos, en atención a razones —dulcemente calificables de espurias— de
mayor o menor benevolencia o rigor respecto del hecho objeto del atestado,
etc., en todo caso no legales.
De trascendental importancia es por ende mencionar los datos o referentes
decisivos cronológicamente a efectos de la predeterminación legal del juez,
cuestión respecto de la cual se han venido manteniendo dos posturas:
Para una primera posición (A) es menester que la predeterminación exista
antes de la comisión del hecho punible por el que se procede; para una
segunda (B) se requiere antes de la incoación del proceso.
A) La predeterminación al «dies commissi delicti», de general sanción en
nuestros textos constitucionales históricos (de 1812, 1856, 1869, 1873,
1876), es sentida como medio de excluir abusos o instrumentalizaciones
factibles a través del cambio de la ley que fija la competencia y así del
130. Nuestro TC en AA. 138/1989, 421/1990, etc., dice que el juez-persona predeterminado por la ley exige
que en cada caso singular «...se siga el procedimiento legalmente establecido para la designación de los
miembros que han de constituir el órgano correspondiente», con lo que «...se garantiza la independencia e
imparcialidad que el derecho en cuestión representa» «...garantía que quedaría burlada si bastase con mantener el órgano y pudiere alterarse arbitrariamente sus componentes, que son quienes, en definitiva, van a
ejercitar sus facultades intelectuales y volitivas en las decisiones que hayan de adoptarse». Los procedimientos fijados para la designación de los titulares han de garantizar la independencia e imparcialidad de éstos,
que constituye el interés directo protegido por el derecho al juez ordinario predeterminado por la ley.
131. Mantiene ROMBOLI, R., Il giudice naturale. Studio sul significato e la portata del principio nell'ordinamento costituzionale italiano, Milano, 1981, p. 68, que el objetivo de la norma constitucional es vetar cualquier designación discrecional de los jueces llamados a juzgar, porque tal discrecionalidad compromete ab
initio la imparcialidad. En semejante línea ESER, A., «Il giudice naturale, e la sua individuazione per il caso
concreto».
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juez tras conocerse el hecho y antes de su procesal investigación y enjuiciamiento (132).
Se objeta que no siempre se conocen, o llegan a conocerse, el lugar y
fecha de comisión del delito así que con frecuencia, coinciden conocimiento del hecho punible, recepción de la «notitia criminis» y consiguiente incoación procesal. También se esgrime en contra que, tras haberse
conocido la comisión del hecho punible, y realizadas las pertinentes
investigaciones por un juez, de las mismas pueda resultar que —en
razón de la fecha y del lugar— corresponde a otro órgano distinto; si ya
no existiere ese órgano u hogaño no fuera competente, una lectura
estricta del criterio de la fecha y del lugar del delito forzaría a atribuir competencia al órgano antaño existente y competente, lo que supondría aquí
y ahora la determinación «ex post» y «ad hoc» del juez; si existiere ese órgano y continuara siendo competente habría de remitírsele lo actuado. Asimismo se opone la imposible observancia de este criterio en los órdenes
jurisdiccionales civil, administrativo y social en los que habría de acudirse al del inicio del proceso (133).
A mi juicio, para establecer la predeterminación debe acudirse a la fecha
y lugar de comisión del hecho y, si no constaren, a la «notitia criminis».
Los motivos que lo aconsejan van desde los de la «justicia del lugar»,
pasando por ser el criterio al que legalmente se acude para la fijación de
la competencia territorial (arts. 14.2.º, 3.º, 4.º, 15, 18.1.º LECrim, art. 5.4
LOTJ) —atendiendo a la mayor facilidad para la investigación y así para
el descubrimiento y averiguación de cómo sucedió y de quiénes intervinieron—, hasta el de que también la fecha de comisión del hecho punible determina la imputabilidad o no en caso de minoría de edad. Indudablemente la maniobrabilidad con la regla del día de comisión del injusto
es menor que con cualquier otro criterio, pues el hecho ya fue y, salvo
ocultación interesada, es más difícil lesionar este derecho fundamental a
través de una creación «ex post» y «ad hoc» del órgano judicial competente; lo contrario parece suceder con la fecha de inicio del proceso, en especial cuando depende de un presupuesto formal, cual es la presentación
132. ROMBOLI, op. cit., p. 219.
133. Así NOBILI, M., «Il 1 comma dell’art 25», Comentario della Costituzione a cura di G. Branca, L.P. Comoglio, M. Scaparones, M. Nobili, F. Bricola y N. Mazzazura, Bologna, 1981, p. 190-1.
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Reflexiones sobre el procedimiento para el enjuiciamiento rápido de determinados delitos
del atestado, cuyo tiempo de formación queda en manos policiales —con el
límite de 72 horas a contar desde la detención del imputado (arts. 520 bis.1,
771, 796.1 LECrim)—, con la que no es difícil jugar con fines... extralegales.
En cuanto a la exigencia de un solo criterio, con único régimen, en todos
los órdenes jurisdiccionales, no parece bastante para enervar el mantenimiento en sede procesal criminal del de la fecha de comisión del delito. Se
olvida que la igualdad se reconduce a la prohibición de arbitrariedad y, así,
a tratar igual lo igual y desigual lo desigual. Principios constitucionales
procesales como los de contradicción («Nemo damnandus, nisi auditus,
vel vocatus»), defensa, publicidad, predeterminación del juez, etc., admiten
—siempre con escrupuloso respeto de su contenido esencial (art. 53.2 CE
o, art. 19.II GG, «Wesensgehalt» (134))— modulaciones acordes al respectivo objeto o interés sobre el que versa el juicio en cada rama procesal.
B) Una segunda posición es la que considera que la legal predeterminación
del órgano y del juez ha de operar desde el comienzo del proceso. Se
armonizan de este modo los distintos órdenes jurisdiccionales que sin
excepción permiten acudir a la fecha de inicio del proceso ofreciendo, de
esta manera, un momento también cierto para saber si ha sido o no lesionado el derecho a la predeterminación del juez. Los propios defensores
no ocultan las posibilidades que ofrece el criterio de la iniciación a un ejecutivo/legislativo interesado en un hecho políticamente sensible para
alterar la distribución competencial, en tanto es policialmente investigado. Frente a ello no parece insuperable el riesgo que se predica de la
postura anterior, subsiguiente a la indiscriminadada predeterminación
respecto del hecho, de tener que reatribuir la derogada competencia de
un órgano por el desconocimiento del juez «ex post» y «ad hoc».
En el criterio de la incoación del proceso concurren varios elementos severamente distorsionantes: a) se discute cuándo comienza el proceso y, en este
plano, si la actividad instructora tiene naturaleza procesal o administrativa (135).
134. Art. 19.2 GG: «In keinem Falle darf ein Grundrecht in seinem Wesensgehalt angetastet werden».
135. Rechazo la postura, que se pretende intermedia, acerca de la naturaleza procesal, como si lo procesal
pudiere ubicarse entre lo administrativo y lo jurisdiccional. Procesal y jurisdiccional van estrechamente ligadas.
La actividad jurisdiccional ha de llevarse a cabo procesalmente y, simultáneamente, lo procesal está reservado a lo jurisdiccional; no hay pues actividad procesal fuera de la jurisdicción. Ampliamente en mi Derecho Procesal penal, I, cit., pp. 29, 32, etc.
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El problema se acentúa cuando la investigación viene encomendada al MF
(auxiliado por la policía) o a la policía. b) «Hic et nunc», considerando que el
proceso se inicia con la admisión judicial de la denuncia o querella, no es de
recibo cerrar los ojos ante la práctica judicial, criticable (136), de acometer una
investigación preliminar orientada a corroborar los extremos incriminatorios contenidos en la denuncia o querella, a cuyos resultados se supeditan su admisión
y la eventual imputación del «sospechoso». c) La certidumbre dimanante de
la constancia del comienzo del proceso a efectos de exigir la predeterminación
no compensa la interesada aleatoriedad que puede concurrir en el momento de
la afirmación del hecho punible que crea el derecho-deber del juez de abrir la
actividad procesal y tampoco la no rara ignorancia del lugar del hecho, que es
susceptible de suplirse de acuerdo con la escala del art. 15 LECrim.
Llego pues a mantener el fórum del «dies et locus delicti commissi» y, en su
defecto, el del lugar y/o día en el que se hubiere tenido noticia del delito, ora al
descubrirse pruebas materiales de la infracción punitiva, ora al aprehender al reo.
La Ley 38/2002 mantiene la segunda posición, o sea, la de que la predeterminación es exigible desde el comienzo de la actividad procesal consecuente con la presentación del atestado.
3. Las normas de reparto de asuntos en materia procesal-penal venía en
general ajustándose en orden a la asignación de asuntos, hasta la entrada
en vigor de esta reforma procesal penal y normativa concordante, a los
siguientes criterios: Recibida la denuncia o querella por el juez de guardia, se
procedía a su despacho por el secretario judicial de acuerdo con la fecha de
comisión del afirmado injusto: si el hecho delictivo se había cometido durante la guardia, era competencia de dicho juez de instrucción en funciones de
guardia; si se había cometido en otro momento y éste era conocido, se remitía al juez instructor en servicio de guardia en esa fecha; si era desconocida,
se enviaba al decanato para su azaroso reparto mediante un sistema informático prefijado. En nada influía la detención o data de la citación del presunto delincuente por la policía judicial.
136. Entre otras razones al negársele al denunciado o querellado el estado de imputado con todas las garantías constitucionales y legales que el mismo connota. Por todas vid. STC 44/1985 en su interpretación del art.
118 LECrim.
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DERECHO PROCESAL
Reflexiones sobre el procedimiento para el enjuiciamiento rápido de determinados delitos
Según avancé al referirme a la reconceptuación de la policía judicial, con la
nueva normativa el juez que esté en funciones de guardia al recibir el atestado (137) será el juez ordinario predeterminado por la ley para la posible conformidad y correspondiente sentencia y para la instrucción de determinados delitos
[arts. 795, 797 y 801 LECrim y 87.1.a) II LOPJ en relación con los arts. 48 y ss
del Reglamento CGPJ 2/2003], con independencia de que la fecha de comisión
del hecho delictivo coincida o no con la de la prestación del servicio de guardia
ordinaria; puede ocurrir que la Policía Judicial detenga a una persona en una
situación que no pueda ser calificada de flagrante pero que, por tratarse de uno
de los delitos previstos (art. 795 LECrim), por estimar que los hechos son de
fácil instrucción, etc., sea conducido a presencia judicial o que, no siendo detenido, se le cite para que comparezca ante el juzgado de guardia.
En la actualidad, y a estos efectos, la fecha de comisión del ilícito penal tiene
escaso interés, estableciéndose el juez ordinario predeterminado por la ley
en atención al momento en que la policía judicial procede a la puesta a disposición judicial del detenido o a su citación para ante el juez que eventualmente esté de guardia. Las consecuencias son de indiscutible trascendencia
dado que este juez de guardia será, bien el que dicte sentencia de conformidad —con los problemas de imparcialidad en su homologación—, bien el
que, en otro caso, instruya las causas seguidas por los delitos del 795
LECrim, resolviendo si sobresee o si ha de seguirse el enjuiciamiento rápido
o el procedimiento abreviado. Su instrucción en el momento de la guardia
determina también el enjuiciamiento de los delitos por un determinado juez
de lo penal, aquél que, conforme a la APS (Agenda Programada de Señalamientos (138)), deba destinar su agenda a estos menesteres.
Presumido el respeto del «locus delicti commissi» lo esencial no es pues la
data de comisión del hecho, criterio convencionalmente empleado para determinar la competencia y, en definitiva, el juez ordinario predeterminado por la
ley, sino que adquiere esencial relevancia la fecha y hora de puesta a disposi-
137. Sin perjuicio de lo previsto en el párrafo dos, del número 1, del apartado Tercero, de la Instrucción 3/2002 de
9 de abril, del Pleno del CGPJ, sobre normas de reparto penales y registro informático de violencia doméstica.
138. Agenda Programada de Señalamientos (APS) a la que se refiere el art. 7.º del Acuerdo Reglamentario
del Pleno del CGPJ 2/2003 que modifica, entre otros, el art. 47.2 del Rgto. 5/1995, para las asignaciones de
fecha y hora en las causas seguidas como procedimiento de enjuiciamiento rápido.
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DERECHO PROCESAL
Ernesto Pedraz Penalva
ción judicial del detenido o de su citación para ante el juez que eventualmente
esté de guardia. Por eso resultan especialmente importantes las llamadas APC
(Agenda Programada de Citaciones (139)) que, lejos de programar, permiten aún
mayor maniobrabilidad, por el establecimiento de determinadas franjas horarias para que la policía judicial pueda citar al detenido ante el juez de guardia,
de manera que será la policía quien determine qué juez de guardia instruirá,
pudiendo concurrir algún interés espurio en que no conozca el que, puntualmente, esté de guardia, sino el entrante. No hay más que dejar pasar dicha
franja horaria, sabido de antemano por la policía, jugando con la detención del
presunto autor y con su puesta a su disposición judicial con posterioridad a la
conclusión del servicio de guardia de quien no interese. No se podrá llevar a
presencia judicial en las horas previstas a un delincuente que ha sido capturado en horas sucesivas o proceder a la citación dentro de la franja horaria del
juez entrante en guardia, para que tal citación y la potencial conformidad y la
segura instrucción de los delitos previstos competa a un juez de instrucción y
no a otro.
Es cierto que el art. 47.1.1.º, en la redacción dada por el nuevo acuerdo
reglamentario 2/2003 del CGPJ, prevé la posibilidad de que exista más de
un servicio de guardia para instruir las diligencias urgentes, debiendo realizar la policía judicial las citaciones ante quien corresponda en virtud de las
normas de reparto, pero lo cierto es que la policía puede: a) esperar al
cambio del turno de guardia, y detener o citar al presunto culpable —no sorprendido en flagrancia— para otro día, o en un día distinto del que se comete el hecho delictivo, eligiendo así el juez de instrucción; b) sin necesidad
de cambiar de turno de guardia, decidir, en atención a los criterios establecidos por las normas de reparto, cuál de los varios juzgados de instrucción
con funciones de guardia sería el competente (así, por ejemplo, si existen
dos juzgados de guardia, y el conocimiento por uno u otro se hace en función del carácter par o impar del número de registro del atestado o de la
actuación policial y, alterando el orden de detención o citación, cambiar el
juzgado, o si el reparto lo es por franjas horarias: de tal hora a tal otra, conocerá de las conformidades e instrucción de delitos el juzgado X, mientras
139. APC (Agenda Programada de Citaciones) que se contempla en el art. 7.º del Acuerdo Reglamentario del
Pleno del CGPJ 2/2003, reformando el art. 47 del Rgto. 5/1995, mediante las que la policía lleva a cabo las
citaciones ante los Juzgados de Guardia, en los espacios temporales asignados.
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Reflexiones sobre el procedimiento para el enjuiciamiento rápido de determinados delitos
que el juzgado Y enjuiciará los procesos por faltas, invirtiéndose la relación
transcurrido dicho horario, etc.).
El dudoso respeto al principio del juez ordinario predeterminado por la ley,
presente en este inicial planteamiento, tiene además un efecto dominó cuando no se trate del dictado de sentencias de conformidad, sino de la instrucción de las causas por determinados delitos, cuyo enjuiciamiento corresponde al juez de lo penal; y es que la policía judicial —quien con su atestado,
detención del imputado o su citación para comparecer ante el juzgado condiciona el inicio de estos procesos penales, art. 795 LECrim— al elegir el
momento para comparecer el detenido ante el juez de guardia, podría también permitir que en virtud de potencialmente interesadas manipulaciones de
la APS pueda tras el instructor venir determinado el juez de lo penal que juzgará los delitos por aquél instruidos (140).
10. INCIDENCIA EN EL DERECHO
A LA ASISTENCIA LETRADA (141)
La L. 38/2002 parece tener una singular incidencia sobre el derecho a la asistencia letrada y, así, en el derecho de defensa (142) en los juicios rápidos.
Repasar la jurisprudencia sobre la asistencia letrada de nuestros TC y TS
provoca, al menos, una cierta perplejidad. Se le han encontrado variadas
proyecciones [justificaciones (?)] constitucionales (143) en función de que afecte al detenido en las diligencias policiales (encajándose en el derecho a la
libertad del art. 17 CE), al imputado que declara ante el juez instructor —en
140. El juez instructor en funciones de guardia puede respetar la APS (Agenda Programada de Señalamientos), y remitir las actuaciones al Juez de lo penal que corresponda, o superar el número de señalamientos permitidos anteponiendo unos juicios a otros, de modo que se atribuya el conocimiento a un juez de
lo penal distinto. Esta segunda opción será posible en las demarcaciones en que haya más de un juzgado
de lo penal y menos de 6, en donde el límite de señalamientos se fija en 15 [art. 472, a) y b) del Reglamento 2/2003].
141. Prescindo de valorar la afectación de las posibilidades de defensa del imputado con la aceleración inherente a la instrucción concentrada en el juzgado de guardia, pese a la concesión del plazo para formular por
escrito la defensa en el tiempo que dentro de los cinco días fije «prudencialmente» el juez.
142. Ampliamente abordo el derecho de defensa y a la asistencia letrada en mi Derecho Procesal Penal, I,
cit., pp. 224 y ss. y 241 y ss.
143. STS 2.ª 782/2002, de 29 de abril, RJ 2002\6907.
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el procedimiento abreviado (144)— (en este supuesto el acoplamiento se ha
encontrado en la proscripción constitucional de toda indefensión a que se
refiere el último inciso del art. 24.1), o a todo acusado o imputado (¿en general?) (enmarcándose «...en la tutela judicial efectiva (145) como garantía del
proceso debido» (146)).
Proclaman ambos Tribunales que la función del Letrado es evitar la autoinculpación del detenido por ignorancia de los derechos que le asisten (147).
En reiteradas decisiones jurisprudenciales (148) se dice que el art. 118 LECrim
autoriza el ejercicio del derecho de defensa mediante asistencia de letrado
de confianza o en su defecto de oficio; que la presencia de letrado sólo es
obligatoria desde la apertura de juicio oral o, antes de tal momento, en situaciones de privación de libertad y para determinadas diligencias policiales y
judiciales por aplicación del art. 17.3 CE desarrollado en el 520.c) LECrim
con asistencia desde el mismo momento de la imputación (149); que, no obstante la voluntariedad de la asistencia letrada al inculpado no detenido, será
ineludible en la «prueba sumarial anticipada» (150) y, en todo caso, siempre
144. Y matizo, pues también lo hace la STS 1520/2002 de 25 de septiembre, al mantener que «...el ejercicio
del derecho de defensa del imputado mediante designación de letrado es una facultad que se atribuye a quien
lo sea (el art. 118 LECrim dice que éste podrá ejercitar su derecho a la defensa) y caso de no nombrarlo tras
ser el inculpado requerido para ello, se le nombrará de oficio pero cuando la causa llegue a estado en que se
necesite su consejo o hubiera de interponerse algún recurso, lo que de manera pacífica se viene admitiendo,
no sucede en el procedimiento abreviado, como es el del caso presente, hasta el momento posterior a la apertura del juicio oral (sentencias de esta Sala de 5-5-1998 y 2-6-2002)». Es interesante resaltar, sin que sea
menester comentario alguno bastando con la lectura de otros párrafos de la propia STS, la afirmación realizada en su FJ Primero de que en el procedimiento abreviado por el que se sustancia la mayor parte de las
causas penales no se necesita el consejo de letrado hasta la apertura del juicio.
145. Lo que no es genéricamente aceptado por la STS 1520/2002, de 25 de septiembre, RJ 2002\8355.
146. Es notable esta mezcla del art. 17 con partes del 24.1 y con el 24.2 todos de la CE, y que otrosí al pie
de la letra pueda llegar a entenderse, ora que la tutela judicial efectiva es garantía del debido proceso, ora que
la garantía del debido proceso forma parte del derecho a la tutela judicial efectiva. No me parece momento
para desembrollar este galimatías. Vid. su analíticamente separada y a la vez interrelacionada consideración
en mi Derecho procesal Penal, T. I, pp. 21 y ss.
147. STC 252/1994. de 19 de septiembre, SSTS 782/2002, de 29 de abril y 1520/2002, de 25 de septiembre,
148. Así en SSTS 1079/2002, de 6 de junio, FJ 4.º, RJ 2002\6461, en la 1440/2002, de 9 de septiembre, FJ
6.º, RJ 2002\8327, y en otras muchas citadas en ellas.
149. Con la salvedad del art. 520.5 a cuyo tenor será renunciable el derecho a la asistencia letrada, aun para
el detenido, en delitos contra la seguridad del tráfico.
150. STC 206/1991.
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que su ausencia haya sido determinante de indefensión material al haber servido la actividad procesal en que se omitió la intervención de Abogado para
fundar su culpabilidad (151).
Resulta meramente argumentativo defender que la exigencia de letrado está
unida al derecho a la no autoincriminación, y que su falta sólo será constitutiva de nulidad en la medida en que haya producido indefensión material, etc.
La viabilidad en general del principio de contradicción —íntimamente vinculado al derecho de defensa (152)— conlleva su satisfacción con la mera oportunidad de opugnar.
La autoinculpación puede ser el resultado tanto de hablar como de «callar»;
es decir, se refiere tanto a si el imputado hace como a si omite cualquier
manifestación, o si permanece en silencio y se abstiene de defenderse, o
sea, y en este último caso, si no hace valer los elementos exculpatorios que
obran en su poder; también se refiere a si ignora cómo o cuándo introducirlos en su causa, como a si no fuere capaz de reconocer la idoneidad de esos
elementos para su exoneración. Es afirmable la indefensión en un acto que
se verificó, pero ¿y en aquel acto preterido al no brindar la oportunidad de
realizarlo o que no se llevó a cabo por carecer el inculpado de la serenidad,
de los conocimientos, o de la asistencia técnico-jurídica indispensables? Nos
lleva el tema a la cuestión de siempre: discriminación en pro de los que
gozan de medios económicos, de conocimientos, o incluso a favor de los que
tienen experiencia delictiva bastante para darse cuenta de las repercusiones
de la imputación y de la necesidad de servirse de letrado.
Su indiscutible importancia requeriría un tratamiento específico (153) que eludo
aquí para centrarme en los juicios rápidos y su incidencia en el tema de la
asistencia letrada.
Minoritariamente sigue manteniéndose la renunciabilidad del derecho del
imputado no detenido a la asistencia letrada (154). Según veremos seguida-
151. SSTC 112/1989, 186/1990, 206/1991, 185/1998, etc.
152. Tema éste ampliamente estudiado en mi Derecho Procesal penal, I, cit., pp. 224 y ss.
153. Que acometo en mi op. cit. Derecho Procesal penal, I, cit., pp. 241 y ss.
154. Así lo mantienen recientemente GIMENO SENDRA y LÓPEZ COIG, Los nuevos juicios rápidos y de faltas, Madrid, 2003, p. 68.
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mente, a mi juicio con notoria insuficiencia, se extrae tal aserto de la siguiente base argumental:
— Del art. 767, en conexión con el art. 118, relativo a las actuaciones procesales y así al derecho a la asistencia letrada del imputado no detenido
«cuando fuera necesaria» (en expresión del viejo art. 787.1 LECrim),
entendiéndose ya desde la Circular de la Fiscalía del TS de 15-9-1883
existente tal necesidad desde la apertura del juicio oral. Ha de negarse
esta lectura, de una parte, habida cuenta de que el término «actuaciones» no se contrae a las llevadas a cabo por y ante el juez sino que la
misma rúbrica del capítulo segundo, Título II, Libro IV, es aplicable a las
de la policía judicial y a las de Ministerio Fiscal; de otra parte, al tener que
partir no ya de la mencionada redacción del anterior art. 787 (cuando
«...fuera necesaria») sino de la del actual 767: «....desde que de las
actuaciones resultare la imputación de un delito contra persona determinada será necesaria la asistencia letrada», que suprime cualquier duda
o necesidad de interpretación.
— Del art. 775.2 LECrim que, al igual que el 22.1.b) LORPM (155), permite al
imputado, tanto antes como después de declarar ante el juez, entrevistarse reservadamente con su abogado, salvo en las hipótesis de incomunicación del art. 527. Es erróneo referir esa norma al imputado no
detenido y así, en relación con el art. 520, entender el carácter no preceptivo de la asistencia letrada al imputado en libertad hasta su puesta a
disposición judicial. En primer lugar porque si el imputado está en libertad ni ha precisado ni precisa autorización para dicha entrevista con su
letrado con quien podrá consultar cuando y como quiera, ergo el citado
775.2 lógicamente es sólo aplicable al imputado detenido. En segundo
lugar porque, en rechazable sinécdoque, se confunde el todo con la
parte. La asistencia del abogado abarca en general los tres supuestos
del 520.6, y el tercero es el de la entrevista reservada con el detenido al
término de la práctica de la diligencia en que hubiere intervenido. Finalmente, porque este art. 775.2, al concernir al detenido, ha de ser interpretado en armonía con el 520.
155. LO 5/2000, reguladora de la Responsabilidad Penal del Menor.
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Reflexiones sobre el procedimiento para el enjuiciamiento rápido de determinados delitos
— Del art. 796.1.2.ª LECrim por el que la policía ha de informar a la persona a la que inculpe del derecho que le asiste a comparecer ante el juzgado de guardia asistido de abogado y, si expresamente no manifestare
su voluntad de comparecer con letrado, ha de proceder la policía a recabar del respectivo Colegio la designación de uno de oficio. Esto ni significa ni puede significar que durante las actuaciones de la policía, en
especial en el interrogatorio del imputado, pueda éste renunciar a su
derecho a la asistencia letrada. Además, en los Colegios de Abogados,
la asistencia letrada ante la policía era prestada por un servicio «ad hoc»
distinto del turno de oficio.
— Del art. 118 LECrim, modificado por L. 53/1978, de cuya progresiva lectura ha surgido la interpretación de la irrenunciabilidad del derecho a la
asistencia letrada del detenido, confirmada por la reforma del art. 520
mediante LO 14/1983.
Sin ninguna duda afirmo: 1) Que, de acuerdo con la Constitución e Instrumentos internacionales suscritos por el Estado español, junto con la prevalente lectura que el TC y el TS han venido haciendo de esta exigencia, integrante del derecho de defensa, ha de considerarse que no es renunciable el
derecho del imputado no detenido a ser asistido de letrado en la investigación policial, singularmente en los juicios rápidos. 2) Que el art. 767 LECrim
es rotundo al decir que «desde que (...) de las actuaciones resultare la imputación de un delito contra persona determinada será necesaria la asistencia
letrada. La Policía judicial, el MF (...) recabarán de inmediato del Colegio de
Abogados la designación de un Abogado de oficio, si no lo hubiese nombrado ya el interesado». 3) Que el art. 771.2.ª LECrim prescribe que la policía
ha de informar a la persona a la que inculpe de los hechos que se le atribuyen y de los derechos que le asisten, instruyéndole en particular de los reconocidos en los apartados a), b), c) y e) del art. 520.2. Adviértase que el legislador en el 771.2.ª es consciente de que se trata de un imputado no detenido al que de modo explícito pretende extender los derechos del 520.2. 4)
Que frecuentemente, en la mayoría de las causas penales, la detención del
imputado es consecuencia del interrogatorio policial; 5) Que, además, las
facultades investigadoras de la policía judicial, con el valor del atestado como
presupuesto condicionante del enjuiciamiento rápido, incluida la rechazable
posibilidad de «anticipar» «la prueba» con base en el art. 796.1.6.ª LECrim,
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imponen la asistencia letrada (156). 6) Que hace tiempo que los Colegios de
Abogados vienen organizando, junto a la asistencia letrada al detenido y
mediante la denominada «guardia de incidencias», turnos para asistir a los
no detenidos, acreditando de esta manera su viabilidad. 7) Que el tiempo
no puede ser justificante alguno, pues idéntico «retraso» puede provocarse
exigiendo la presencia de letrado en el interrogatorio del imputado no detenido que del detenido, amén de que es manifiesta la menor urgencia en la
declaración en el primer caso que en el segundo. 8) Que nada obsta a que
en hipótesis específicas (terrorismo, crimen organizado) pueda modularse el
derecho a la asistencia letrada mediante la designación de letrado de oficio
evitando toda perjudicial incidencia en las investigaciones. Finalmente, 9)
que desde la naturaleza jurídico-fundamental del derecho de defensa, la alusión al 520 no permite una lectura restrictiva en contra de la que ha de predicarse de todo derecho fundamental, sino extensiva y siempre pro derecho
fundamental.
Esta positiva hermenéusis es además la acogida en el modelo de impreso
normalizado, anexo al «manual» de la policía judicial (157): «Acta de información de derechos al imputado no detenido» y, entre ellos, de su «Derecho a
designar un abogado y a solicitar su presencia para que asista a las diligencias policiales y judiciales de declaración e intervenga en todo reconocimiento de identidad de que sea objeto. Si el inculpado no designa abogado,
se recabará la designación de un Letrado de oficio». Tras instruirle se solicitará que exprese (tachando la correspondiente casilla) si manifiesta su deseo
de prestar declaración, no prestar declaración, ser asistido por un letrado
determinado o ser asistido por un letrado del turno de oficio. En ninguna parte
de dicha acta se prevé la renuncia a la asistencia letrada ante la policía.
Yendo más allá, en el XIV Congreso de Jueces para la Democracia (San
Lorenzo de El Escorial 11 y 12 de noviembre de 1999), la ponencia de Catalunya sobre «La instrucción en el proceso penal», en su núm. 4 El derecho
156. En este sentido se manifiestan ALONSO PÉREZ, F, con otros autores, Los juicios rápidos. Análisis de la
nueva Ley sobre procedimiento abreviado, juicios rápidos y juicios de faltas, Madrid, 2003, p. 50; TÉLLEZ
AGUILERA, A., Los juicios rápidos e inmediatos, Madrid, 2002, p. 167.
157. Es decir, en los ya citados «Criterios para la Práctica de Diligencias por la Policía Judicial en aplicación
de la L. 38/2002, de 24 de octubre, de reforma parcial de la LECrim, sobre el procedimiento para el enjuiciamiento rápido e inmediato de determinados delitos y faltas y de modificación del procedimiento abreviado»,
aprobados en 3-4-2003.
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Reflexiones sobre el procedimiento para el enjuiciamiento rápido de determinados delitos
de defensa en las diligencias policiales, mantuvo «...el derecho del imputado, como titular de los derechos constitucionales, a entrevistarse con su
Letrado previo a su declaración policial, a conocer el contenido de las diligencias policiales, a obtener una copia, y a conocer los hechos que van a ser
objeto del interrogatorio. Así la presencia del Letrado dejaría de ser la de un
convidado de piedra» (158).
Coherentemente ni siquiera me planteo que quepa carecer de asistencia
letrada durante las diligencias urgentes, aunque el imputado no estuviere
detenido. La posibilidad del enjuiciamiento rápido, de la sentencia de conformidad o de la sustanciación por el trámite de previas, de la «anticipación de
la prueba», y todo ello en posible unidad de acto, previo interrogatorio del
inculpado, evidencia la necesaria asistencia letrada y su irrenunciabilidad (159). La única salvedad aceptable sería la mantenida en el art. 520.5,
conforme a la cual el detenido que lo estuviere por hechos susceptibles de
ser tipificados exclusivamente como delitos contra la seguridad del tráfico
podrá renunciar a la asistencia letrada. El peligro reside en quién ha de considerar tal tipificación, así como en su no vinculación judicial. Es factible que
un hecho, inicialmente así calificado, pueda con posterioridad ser subsumido
por el juez dentro de otro injusto.
158. Publicada con las de Andalucía y Madrid en XIV Congreso Jueces para la Democracia: El proceso penal,
Madrid, 2000. El texto citado corresponde a la p. 63 del folleto.
159. Con igual criterio SOSPEDRA NAVAS, coordinador, Práctica del proceso penal, Madrid, 2003, p. 864,
GIMENO/COIG, op. et loc. cits.
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