EL PROBLEMA DEL HOMBRE Como alternativa a la antropología tradicional, Nietzsche elaboró en sus escritos una nueva visión del ser humano, que se resume en su célebre expresión superhombre. Con ella se alude a la actitud vital que debería sustentar la existencia del hombre nuevo, capaz de asumir y superar el pensamiento trágico del eterno retorno y de aceptar la finitud de la vida y su carácter trágico y dionisíaco, y de permanecer fiel a los valores de la vida, al sentido de la tierra. Se trata, en suma, del hombre nuevo que aparece tras la “muerte de Dios”, marcando una nueva era en la historia de la humanidad. Como otras tantas expresiones de su filosofía, el término “superhombre” ha de entenderse en un sentido metafórico. No alude a ninguna raza biológica determinada (de ahí lo erróneo de la interpretación nacionalsocialista…), tampoco a ningún grupo social o económico superior (burguesía, nobleza…). Es, insistimos, la expresión usada por Nietzsche para referirse al hombre capaz de superar la visión de la realidad defendida por la filosofía occidental y de vivir conforme a ello. ¿Cuáles son los rasgos que caracterizan la conducta moral y vital del superhombre? Según Nietzsche, serían varios: 1. Vive en la finitud: no cree en ninguna realidad trascendente, ni en Dios ni en un destino privilegiado para los seres humanos, una raza, una nación, o un grupo; no cree que la vida tenga un sentido, como no sea el que el mismo ser humano le pueda dar; acepta la vida en su limitación, no se oculta las dimensiones terribles de la existencia (el sufrimiento, la enfermedad, la muerte), es dionisíaco. El ateísmo es, pues, una característica esencial del superhombre. 2. Ama la intensidad de la vida: El superhombre despliega una actitud hedonista. Sabe que no hay más vida que la vida biológica y se preocupa por buscar el placer y gozar con él. La alegría, el entusiasmo, la salud, el amor sexual, la belleza corporal y espiritual; puede ser también magnánimo, generoso, como una muestra de la riqueza de su voluntad. El único límite que debe establecer en esa búsqueda del placer es la propia vida: su conservación y, sobre todo, su acrecentamiento. Y, sin embargo, en esa búsqueda incesante del placer asume y acepta también el dolor, como elemento constitutivo de la propia vida. 3. Rechaza la moral de esclavos: El superhombre desprecia la moral tradicional y sus valores: la humildad, la mansedumbre, la prudencia que esconde cobardía, la castidad, la obediencia como sometimiento a una regla exterior, la paciencia consecuencia del sometimiento a un destino o a un mandato, el servilismo... Detesta la moral del rebaño, la conducta de los que siguen a la mayoría, de los que siguen normas morales ya establecidas; como consecuencia de su capacidad y determinación para crear valores, no los toma prestados de los que la sociedad le ofrece, por lo que su conducta será distinta a la de los demás. El superhombre es autónomo, crea sus propios valores, es un espíritu libre que está más allá del bien y del mal, no porque sea amoral, sino porque vive su vida al margen de las consideraciones morales tradicionales. Inventa las normas morales a las que él mismo se somete, valores que sean fieles al mundo de la vida y que le permitan expresar adecuadamente su peculiaridad, su propia personalidad y riqueza. De nuevo, la semejanza con el artista es aquí patente. El superhombre crea la obra que es su propia vida, ésta es, en el fondo, una obra de arte… 4. Es inocente, vive en el presente, se toma la vida como un experimento…: El superhombre, según el texto de las transformaciones del espíritu contenido en Así habló Zaratustra, se identifica con el niño. Vive jugando, es ajeno a las convenciones sociales, busca, en todo momento, su placer, sentirse vivo, disfruta de cada día como si fuese el primero de la existencia, sabe sobreponerse al dolor y al sufrimiento aceptándolo… 5. Es contrario al igualitarismo: ama la exuberancia de la vida, le gusta desarrollar en él mismo y en los demás aquello que les es más propio; no tiene miedo a la diferencia. El superhombre sabe que se arriesga a la crítica, a la incomprensión, al rechazo, a la envidia, al odio, pero asume este riesgo como prueba de su superioridad espiritual. En conclusión: el superhombre es la afirmación enérgica de la vida y el creador y dueño de sí mismo y de su vida, es un espíritu libre. “Escuchad y os diré lo que es el superhombre. El superhombre es el sentido de la tierra. Que vuestra voluntad diga: sea el superhombre el sentido de la tierra. ¡Yo os conjuro, hermanos míos, a que permanezcáis fieles al sentido de la tierra y no prestéis fe a los que os hablan de esperanzas ultraterrenas! Son destiladores de veneno, conscientes o inconscientes. Son despreciadores de la vida; llevan dentro de sí el germen de la muerte y están ellos mismos envenenados. La Tierra, está cansada de ellos: ¡muéranse pues de una vez!” (“Así habló Zaratustra”).