nunca ocultó su pasión desbordada que se imprimía en el mármol eterno, o en las alturas de la Capilla Sixtina. Ello junto a su genio inagotable y a su talento múltiple, unido a su particular longevidad, le permitieron ser precursor y representante de sus convulsionados y decisivos tiempos. CRISTIÁN LEÓN GONZÁLEZ, es Arquitecto (PUC) Licenciado en Estética (PUC) Magíster en de Gestión del patrimonio cultural, DEA en Historia del Arte (UPO, Sevilla), Doctor © en Historia del Arte y la Arquitectura especializándose en el arte y simbolismo medieval. Es miembro del Centro de Estudios Medievales (CEM). Miguel Ángel, el escultor de la Terribilitá arte “Miguel Ángel murió el 18 de febrero de 1564, con casi noventa años. Italia despoblada, humillada y empobrecida por las guerras, doblegada a la paz de los Habsburgo… También vivió los traumas de la escisión cristiana y los primeros fermentos de la Reforma Católica”. El historiador Giuliano Briganti sintetiza así la excepcional vida de este gran genio. Una vida que se desarrolla entre triunfos y caídas, entre cuna distinguida y primorosa de obras de arte inigualables como lo era Italia del Renacimiento. Y él atraviesa este mundo con la autoridad y el aplomo del genio indiscutible e indiscutido, con la fuerza de una visión prodigiosa que “fulmina” a sus adversarios y contemporáneos, que ya advierten que después de él, el arte ya no será el mismo. Los inicios (1475-1492) Un 6 de marzo de 1475, en un pequeño burgo de la Toscana cerca de Arezzo llamado Caprese, vino al mundo el prodigio que llegaría a ser Miguel Ángel. Su padre, Ludovico Buonarroti, un hombre descendiente de una próspera familia de comerciantes se vio obligado a trasladarse a Florencia, dejando a su hijo con una criada, mujer de un picapedrero en Settignano. Es en ese entorno, donde se trabajaba en el despiece y tratamiento del mármol, Masaccio, El Tributo, detalle, h 1425, Pintura al fresco, Florencia, Santa María del Carmen, capilla Brancacci Dibujo del Tributo de Masaccio 14891490, Pluma y tiza roja sobre papel 31,8x18,6 cm Munich, Alte Pinakothek, Staatliche graphische Sammlung Nadie trabajaría el mármol como Miguel Ángel porque tal vez, nadie lo amaría tanto como él. A los seis años muere su madre, dejando a su padre con seis hijos. El pronto se haría cargo de su familia asistiendo con dinero y con preocupación, actitud que se mantendría por toda su vida como se puede observar en su numerosa correspondencia. Él, sin embargo, viviría en la más estricta austeridad. No obstante, había de ser la próspera y vital Florencia, y no otra, la que haría germinar la carrera artística del joven Miguel Ángel. Razones había para ello. La pujante ciudad bañada por el Arno se había constituido en el reciente epicentro cultural del Quattrocento, promotores o mecenas, que buscaban ser aceptados en los círculos aristocráticos y validarse dentro de su sociedad. Habían estado 1490. Pluma sobre papel. 32x19,7 cm París, Musée du Louvre, Cabinet des Dessins «Incluso el más excelso artista no podría idear una imagen que el mármol no albergue ya en su seno, y solo la mano del hombre, llevada voluntariamente por su creatividad, puede adentrarse hasta aquélla». Miguel Ángel Buonarroti 76 Red Cultural Giotto di Bondone, Ascensión de San Juan Evangelista, 1313-1314, detalle, Pintuira al fresco, Florencia, Santa Croce, capilla Peruzzi Combate de los centauros contra los lapitas, h. 1492. mármol 81x88,5 cm. Florencia, casa Buonarroti activos en la ciudad un Giotto, un Brunelleschi o un Masaccio, que dejaron sus imponentes obras de las cuales pudo beber un curioso y asombrado Miguel Ángel, observándolas, copiándolas, dibujándolas, es decir, descubriendo el orden interno que las toda la obra posterior del genio. Interrumpe sus estudios-en contra de los deseos de su padre, que no entendía como un miembro de la orgullosa alta burguesía podía arte Aprendió su arte observando las esculturas clásicas que ornamentaban los jardines de los Médicis, anexos al claustro de San Marcos, hasta que Lorenzo el acogió en su casa, albergándolo como huésped de la familia. atmósfera habría de ser vital para que un selecto grupo de artistas realizasen sus estudios con plena libertad y enriquecido con el trato mantenido con los sabios italianos de la corte de Lorenzo. Es precisamente en ese entorno donde surgen sus dos primeras obras escultóricas: Los relieves de la Madonna de la Scala y el Combate de los Centauros contra los Lapitas. Huida de Florencia (1494-1501) Bolonia y Roma. - y se une al taller de Ghirlandaio para iniciarse como aprendiz de pintor donde aprende los fundamentos de la técnica del fresco y la representación del cuerpo humano y del espacio, centro de interés y novedad de los artistas del siglo XV. Sin embargo, después de un año, abandona el taller para dedicarse a la que fue verdaderamente su pasión, la escultura. Algunos hablaban que se ganaba sus clásico, imitando sus motivos escultóricos, envejeciéndolas, enterrándolas para sacarlas algún tiempo después para venderlas como mármoles de la Antigüedad. Al menos eso dicen las malas lenguas. Aprendió su arte observando las esculturas clásicas que ornamentaban los jardines de los Médicis, anexos al claustro de San Marcos, hasta que Baco, 1496-1497 Detalles. Florencia, Museo Nazionale y lo acogió en su casa, albergándolo como huésped de la familia. Aquella estimulante Madonna della scala. H. 1489-1492. Mármol 55,5x40 cm Florencia, Casa Buonarroti En 1492, el mismo año que Colón descubría América y los hispanos expulsaban a los moros del Granada, fallecía Lorenzo de Médicis. Tras su muerte, su hijo Pedro no pudo oponerse a la creciente vanidades», pues ahí es donde terminaban las expresiones de ese modo de vida. Tampoco pudo resistir la entrada de las tropas francesas durante el reinado de Carlos VIII. El clima cultural hizo que Miguel Ángel resolviera huir de la ciudad con sólo 19 años. Decidió irse a Bolonia, tras una breve estancia de un año, regresó temporalmente a Florencia para luego radicarse en Roma, la ciudad Red Cultural 77 arte El poderoso modelo clásico se revela en la obra de Miguel Ángel tanto en la la utilización de los recursos clásicos del quiasme, contrapposto y escorzo, que Miguel Ángel. La Pietá (1498-1499) Basílica de San Pedro, Ciudad del Vaticano. Mármol. 174 x 195 cm éste. Y a pesar de ello, todas sus partes son de una belleza inigualada. bien trabajado que uno no puede dejar de maravillarse de que la mano del artista haya podido crear algo tan bello de forma tan divina”. La Pietá expresa el dominio absoluto de la materia por parte del artista, que es capaz de liberar el ánima prisionera de la piedra. Nos transmite la virginidad y pureza juvenil intacta de María, dotada de juventud y belleza eterna, pero a su vez nos muestra a una madre fuerte, grande, que a pesar de que un mar de dolor estremece Miguel Ángel. La Pietá (1498-1499) Basílica de San Pedro, Ciudad del Vaticano. Mármol. 174 x 195 cm eterna, llamado por el cardenal Riario. Sería en esta ciudad en la cual pasaría gran parte de su vida y donde más tarde continuaría el Renacimiento en su segunda fase, el Cincuecento. Pero en esta primera visita, la ciudad se encontraba en plena decadencia por el largo abandono y traslado de la corte papal a Aviñón (1309-1377) y por el Cisma de Occidente (1378-1417). Las ruinas de lo que quedaba de la Roma clásica yacían en las viñas y campos, mezcladas con pequeñas iglesias medievales, tabernas y comercios. clásicas y otras contemporáneas realizadas all’antica, es decir, siguiendo el estilo antiguo. El poderoso modelo clásico se revela en como en el cuidado interés por la anatomía y la utilización de los recursos clásicos del quiasme, contrapposto y escorzo “espíritu” al mármol y dotaban a los cuerpos de “vida propia”. Es en este contexto donde surgen dos obras esplendorosas: Baco (1496) y la Pietá (1498), como si de un doble tributo a la tradición pagana y cristiana se tratara. Al respecto de esta última escribe Giorgio Vassari (1511-1574) – quien es considerado como el padre de la historia del arte-: “Ningún muerto se parece tanto a un muerto como 78 Red Cultural la seguridad de que su hijo ha de vencer a la muerte. Por ello María se alza como la auténtica ecclesia, la iglesia naciente, pues en la noche oscura del Calvario, ella se yergue íntegra porque confía en la victoria de su Hijo. Al respecto comenta Gerardo Vidal: “La escena posee un halo de espiritualidad ante el cual palidecen todas las demás obras inspiradas en el mismo tema. No cabía duda. Miguel Ángel estaba Nadie le creyó que a sus tempranos 24 años pudiera salir tanta maravilla de sus manos, de allí que se abalanzase sobre su obra y tallara en el lazo de la Paradojalmente aquel mismo año se ejecutaba en la plaza pública de Florencia a Girolamo Savonarola y se instalaba un gobierno democrático siguiendo el modelo veneciano. Retorno a Florencia (1501-1505) Calmadas las aguas de las fuertes agitaciones políticas en Florencia, la ciudad experimentaba profundas transformaciones sociales y recibían el encargo de pintar los triunfos bélicos de la república para unos murales enfrentados en el Palazzo Vecchio, sede del gobierno de la ciudad. En este período tan creativo y fructífero para En 1505 retorna a Roma, llamado por el Papa Julio II, quien le encarga el mausoleo de su tumba. El afamado artista ya contaba con 30 años. El Papa estaba empeñado en devolverle a su ciudad la opulencia que antaño la había caracterizado y se embarcó en un ambicioso proyecto, que para su realización no escatimó recursos materiales ni el hecho de contar con los máximos artistas, y también con otros no tan reputados pero que ayudarían a incrementar los niveles de producción artística. La construcción de la nueva basílica de San Pedro formaba parte de los proyectos urbanísticos de Julio II –en el que más tarde participaría el propio Miguel Ángel con el proyecto y construcción de la cúpula más ambiciosa del Renacimiento-, pero cuyos altos costos haría posponer y luego reducir el codicioso programa escultórico de su sepulcro. Aquí se arte El Sepulcro del Papa Julio II (1505-1545) genio de Caprese. Al respecto señala Alexandra Grömling: “Tendrían El David detalle 1545” la tragedia del sepulcro me ha costado mi juventud” Será casi una epifanía para Miguel Ángel el fundamental hecho de que en enero de 1506 se desenterrara el famoso conjunto helenístico del Laocoonte con sus hijos. La tremenda fuerza expresiva y el enérgico modelado de sus volúmenes simplemente impactaron al genio. Esa terribilitá debía ser plasmada en su siguiente obra, y el Moisés pensado para la tumba de Julio II en san Pietro In Vincoli se Miguel Ángel, su fama no terminaba de aumentar. Es aquí cuando recibe el encargo de tallar un inmenso bloque de mármol de 5.0x 2.0x 1.0 m por parte de los constructores de la catedral, que había sido abandonado por los escultores Agostino di Duccio –quien los contrafuertes de la catedral, pero que luego abandonó- y por Antonio Roselli (1476), quien propinó un corte en el mármol que había arruinado el bloque de mármol de Carrara. Además el encargo era particularmente difícil por tener el bloque demasiadas vetas que de esperar casi 40 años para ser liberado de la piedra y emerger como una de las obras esculturas más fabulosas e impresionantes “el David era el asombro y el orgullo de una ciudad que no acostumbraba a lisonjear vanamente a sus artistas. Se trataba de una obra anatómicamente perfecta, tal como el mundo no conocía desde los antiguos griegos. Hasta el día de hoy su factura es trabajar mucho para crear cosas que parecen no haber costado ningún esfuerzo». Miguel Ángel había logrado en su obra la síntesis que todo su tiempo estaba buscando. En el David se había fusionado el modelo clásico del atleta triunfante con el modelo bíblico del joven defensor de la fe. Era la primera vez que aparecía esa tensión típicamente miguelangelesca orientada a fundir la cultura antigua con la cultura cristiana. Y no sería la última”. De cualquier modo la imagen del joven pastor que enfrenta desnudo a un gigante soldado solo teniendo como arma una honda claves para dominar a otros enemigos más poderosos. Moisés. tumba de Julio II en san Pietro In Vincoli, Roma. Red Cultural 79 arte Pietá dell’Opera del Duomo, Florencia (1550-1555) de cuernos de llamas que testimonian el elemento fuego. Los cuatro elementos son convocados para generar el quinto pues Moisés ha sido poseído por éste. Toda una simbología primordial que dota de sentido a la obra toda. Las últimas obras (1542-1564) En 1550 Buonarroti inicia la Pietá dell’Opera del Duomo. Se cree que imprimió sus propias facciones en el rostro de Nicodemo –o tal vez José de Arimatea-, que sostiene un Cristo inerte y que se talló con una exuberante y manierista recurso basado en Pietá dell’Opera del Duomo, Florencia (1550-1555) prestaba para ello. El proyecto original contemplaba 40 estatuas basílica de San Pedro. La muerte del papa Julio II poco después de concluidos los frescos de la bóveda de la Capilla Sixtina en 1513, y la enorme deuda en las arcas papales, hizo que se retomara el proyecto del sepulcro, pero con dimensiones más modestas y en vez de ser un mausoleo exento se optó por un discreto sepulcro-retablo. Trabajó en esta obra desde 1501 hasta los años 1540, siendo su proyecto más la tumba de San Pietro in Vincoli, Roma, y numerosas esculturas a medio hacer. Las tres esculturas pertenecientes a Miguel Ángel que pueden verse en la tumba son Moisés y, a los lados, Lia o La vida activa y Raquel o La vida contemplativa. Sin embargo es el personaje central, Moisés el que acapara todo el centro de interés de la obra ya que irradia una fuerza arrebatadora. Su rostro deformado por la ira que le produce la traición de su pueblo al descubrirle adorando al becerro de oro cuando bajaba después de la profunda hierofanía que había vivido donde se le habían entregado las Tablas de la Ley. Es la contención previa al movimiento, el volcán justo en el momento antes de la furibunda explosión, la tormenta a punto de estallar. En ese gesto se replica en todo su cuerpo un agitado movimiento que va de abajo hacia arriba de lo telúrico a lo cósmico expresado en sus piernas que se representa como sólida roca que simboliza el elemento tierra, luego sus largas barbas que se mecen evocan el elemento agua, para subir y descubrir cómo sus acusadas fosas nasales hacen un exagerada inspiración que rememoran el elemento aire para rematar sobre la cabeza del Moisés con ese par 80 Red Cultural en forma de espiral desde abajo hacia arriba contra la fuerza de gravedad, quizás sería la aportación más llamativa de la escultura manierista, y que sería inventada por el genio de Caprese. El año 1555, no se sabe exactamente, si por accidente o porque la obra no le parecía bien al autor, la rompió en diversos trozos. Explica Vasari: “Quizá porque la piedra era dura y estaba llena de esmeril y el cincel sacaba chispas, o quizá por su autocrítica severa, no estaba nunca contento con nada de lo que hacía... Tiberio Calcagni le preguntó por qué había roto la Piedad y se habían perdido así todos sus maravillosos esfuerzos. Miguel Ángel le respondió que una de las razones era porque su criado le había estado importunando con sus sermones diarios para que la acabase, y también porque se había roto una pieza del brazo de la Madonna. Y todo esto dijo, así como otras desgracias, como que mármol, habiéndole hecho odiar la obra, había perdido la paciencia y la había roto”. Lo cierto es que el artista regaló la escultura a un amigo después de este arranque de ira, desesperado por las imperfecciones del mármol, que hizo que le arrancara y rompiera la pierna y el brazo izquierdos de Cristo. Esta Pietá fue restaurada por un estudiante, Magdalena. Miguel Ángel, Pietà Rondanini 1555-1564, Altura 195 cm, Mármol, Museo d’Arte Antica, Milán proximidad de la muerte y su profunda espiritualidad tan vapuleada como los tiempos tormentosos que se vivían a causa de los severos se hacían sentir, y Miguel Ángel era un auténtico hijo de su tiempo, o mejor dicho, testigo privilegiado y exponente vivencial de sus agitados tiempos. Miguel Ángel, genio invencible, o al menos casi, falleció el 18 de febrero del año 1564 en la ciudad eterna, semanas antes de cumplir los 89 años. Su círculo más próximo lo acompañaron en su lecho de muerte. Sus últimas palabras nos han llegado a través de Vasari. Según ellas –nos cuenta Grömling-, Miguel Ángel devolvió su alma a la mano divina, su cuerpo a la tierra y su patrimonio a los familiares más próximos. Su último deseo fue que lo enterrasen en Florencia, su ciudad natal, pero era de suponer que los romanos no querrían que su “divino” Miguel Ángel saliera de Roma. Sólo mediante una artimaña pudieron los sobrinos más allegados del maestro hacer pasar el cadáver por la puerta de la ciudad sin ser advertidos. Así Miguel Ángel recibió sepultura en la iglesia de la Santa Croce de Florencia. Si bien apenas estudiamos unas pocas esculturas, debemos advertir que Miguel Ángel descolló en campos tan diversos como la arquitectura y la pintura, como también en el cultivo de géneros literarios tales como sus epístolas y sus poesías. Hombre extraordinariamente fecundo que supo abrir y ampliar las fronteras La construcción de la nueva basílica de San Pedro formaba parte de los proyectos urbanísticos de Julio II, en el que más tarde participaría el propio Miguel Ángel con el proyecto y construcción de la cúpula más ambiciosa del Renacimiento. arte Es en esta misma época cuando inicia otra Piedad, conocida como la Pietá Rondanini (1552-1564), obra en la que trabajaría hasta su muerte. Aquí María no sostiene a Cristo sentada en su regazo como su otra famosa Pietá, sino que está por detrás de él subida en una roca para poder sostener su cuerpo lánguido. Los últimos golpes del cincel con sus últimas aunque vigorosas fuerzas quedan plasmadas en la piedra de tal modo que impresionan del arte y sellar con su impronta los siglos venideros, Miguel Ángel ya habitaban o existían dentro de la piedra. Este artista consideraba la escultura un arte originado por la «fuerza de restar». Las formas ya habitaban la piedra y el artista solo debía liberarlas quitando los pedazos que las aprisionaban. mármol no albergue ya en su seno, y solo la mano del hombre, llevada voluntariamente por su creatividad, puede adentrarse hasta aquélla». Miguel Ángel Buonarroti PARA SABER MÁS BARTZ, Gabriele y KÖNIG, Eberhard. Miguel Ángel. Colec. Grandes Maestros del Arte Italiano. Barcelona: H. F. Ullmann, 2007. BURCKHARDT, Jacob. La cultura del renacimiento en Italia. Madrid: Akal, 2004. 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