El currículo oculto en las enseñanzas formales. Aspectos menos

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El currículo oculto en las enseñanzas formales.
Aspectos menos visibles a tener en cuenta para una
educación no sexista.
Emilio José Acevedo Huerta
En cualquier clase formada por alumnas y alumnos, todo el alumnado va a
utilizar los mismos recursos, va a ser atendido por el mismo profesorado, va a recibir
los mismos contenidos, pero no todo el alumnado va a aprender lo mismo. Los
alumnos aprenderán unas cosas y las alumnas aprenderán otras cosas. Esta
distinción es fruto de la diferenciación de género que existe en el proceso de
enseñanza-aprendizaje, ya sea de manera explícita, en el menor de los casos hoy día,
o de manera implícita, la mayor parte de las ocasiones. En esta segunda modalidad es
cuando estamos hablando del currículum oculto.
La existencia del currículum no es una novedad, como tampoco lo es el hecho
de ser considerado una vertiente esencial en la transmisión de actitudes, valores y
estereotipos en cuanto al género se refiere. Escritos a este respecto son abundantes
como los de la autora Luz Maceira. Su tratamiento es frecuente y recurrente en la
bibliografía pedagógica y educativa. Son numerosas las llamadas de atención a este
respecto ya sea a través de artículos como el de Luz Maceira o, incluso, a través de
cursos y jornadas para el profesorado en activo.
El currículum oculto lo podemos definir como el conjunto de normas,
costumbres, creencias, lenguajes y símbolos que se manifiestan en la estructura y el
funcionamiento de una institución. En el caso que nos ocupa se trata de la escuela, ya
sea desde los niveles de Infantil hasta la educación Superior. Es todo aquello que sí se
ve y que sí se oye, pero que se transmite y se recibe de manera inconsciente, al
menos sin una intencionalidad reconocida. Es lo que Stenhouse denomina lo que no
está públicamente reconocido, aquello que puede hallarse en contradicción o bien
reforzar las intensiones del currículum oficial. El currículum oculto no se desarrolla de
manera consciente, ya sea en cuestiones de género o en cualquier otra, pero se
desarrolla y, por tanto debe ser tenido en cuenta. Además, a pesar de no estar escrito
en ningún sitio, existe con tanta fuerza que supera, en muchas ocasiones, al
currículum explícito.
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En la mayoría de las ocasiones es evidente que el profesorado no pretende de
manera consciente establecer diferenciaciones entre alumnas y alumnos, sino
simplemente buscar fórmulas que se adapten mejor al perfil del grupo o que permitan
que la clase se realice de la mejor forma posible. En cuestión de género, no hay una
intencionalidad marcada en discriminar, ni en educar de manera distinta, ni en
establecer expectativas distintas en función del género. Pero los numerosos estudios
realizados ponen de manifiesto que realmente ocurre así. La explicación más evidente
de este antagonismo es que si el profesorado actúa de esta manera es porque, al igual
que otros muchos componentes de la sociedad, fueron educados de esa manera. Son
valores, actitudes y comportamientos que han sido interiorizados por el profesorado
como un actor social más. Al ser interiorizados no son percibidos como un acto
consciente y encaminado a un objetivo concreto, sino que es la forma “normal” de
actuar. Así, por ejemplo, es “normal” que un alumno obtenga mejores calificaciones en
educación física y una alumna se más aplicada en literatura. Es lo “normal”. Esta
argumentación se ha utilizado por las corrientes críticas al currículum. Es el caso de
Kemmis que nos dice que no es tanto que las estructuras sociales estén deformadas,
sino que no percibimos estas distorsiones porque llegado a considerarlas como
“naturales”.
Esta peculiaridad del currículum oculto no se encuentra únicamente presente
en el profesorado, sino también en el alumnado, los equipos directivos y el personal
auxiliar. Pongamos un ejemplo práctico utilizando un centro concreto. Un centro donde
la mayoría de su profesorado es femenino, el centro siempre ha tenido un director y un
vicedirector. El personal de administración es mayoritariamente femenino y la limpieza
del centro es realizada por mujeres, salvo el coordinador que es un hombre. La única
excepción al respecto sería el mantenimiento del centro que está a cargo de una
mujer. Donde mejor se parecía estas diferencias es en los Módulos de Formación
Profesional, el centro dispone de tres Frío y Calor, Atención Sociosanitaria e
Informática. En Informática, el profesorado se reparte a partes iguales, pero el
alumnado es mayoritariamente masculino (32 alumnos por 3 alumnas). Es éste un
dato de lo más interesante si lo comparamos con un centro concentrado de la
localidad que imparte cursos de Secretariado, en el que todos son alumnas. En
Atención Sociosanitaria, solamente hay un profesor por tres profesoras y su alumnado
es exclusivamente femenino. Este es un Módulo orientado al cuidado de personas
dependientes. Y en el Módulo de Frío y Calor, todo el profesorado es masculino y todo
el alumnado es masculino.
Como podemos ver en este ejemplo no solo debemos tener en cuenta las
actitudes y comportamientos del profesorado, sino cómo está conformado un centro
educativo fruto de percepciones y roles sociales que se prolongan en el tiempo y en el
espacio más allá de los límites físicos de la escuela. El alumnado percibe un mensaje
cuando la totalidad del profesorado de Frío y Calor es masculino. Es un módulo que se
convierte en un espacio de hombres y se observa en la relación entre profesorado y
alumnado. Una alumna sería mal vista de querer incorporarse a él. Por el contrario, el
Sociosanitario es un módulo feminizado para una función feminizada como es el
cuidado de los mayores, una labor propia del ámbito doméstico que es propio de la
mujer.
Otro ejemplo interesante es el que plantean María Acaso y Silvia Nuere con
respecto al currículum oculto visual. Aspectos como la decoración de las aulas o de los
espacios comunes y las imágenes que el profesorado utiliza como ejemplo en clase o
que aparecen en los libros educativos son transmisores de información que es
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asimilado por el alumnado de manera inconsciente. Así, concluyen las autores que el
currículum oculto visual, también, es una herramienta eficaz de transmisión del
conocimiento y de legitimación de valores de forma implícita. La escuela trasmite una
serie de valores que son asumidos por el alumnado al ser transmitidos implícitamente,
ya que, muy probablemente, no serían aceptado de presentarse de manera explícita.
Estas dinámicas también forman parte del currículum oculto y no hay una
intencionalidad en su transmisión. Es por esto que el currículum oculto necesite una
mayor atención y unas prácticas más específicas. Todas estas prácticas están
desterradas del currículo oficial. Existen grupos de trabajo sobre Coeducación en los
centros. Grupos coordinados en su mayoría por mujeres. Existe, sin duda, un prejuicio
interiorizado, incluso, entre quienes se encargan de esta tareas. Pero, como decía,
hay una apuesta clara por la eliminación de todos aquellos elementos que impliquen
una discriminación en función del género. Sin embargo, se actúa sobre aquellos
elementos que son más visibles, más externos, dejando fuera los propios del
currículum oculto, aquellos que siendo más sutiles en su apariencia y actuación,
intervienen de manera directa sobre la cuestión a tratar.
La razón se debe sobre todo al hecho de que los elementos que ocultan este
currículum requieren de un extrañamiento del propio centro, que sea analizado desde
fuera, para detectar sus vicios. En el caso de profesores y profesoras que han
permitido ser gravados en vídeo y luego se han observado han sido testigo de su
tiempo de atención a unos y a otras, de sus tonos de voz, de sus complacencias, etc. y
no quiero decir que se mantenga una peor o mejor atención hacia unas o hacia otros,
sino que es diferente. De ejemplo, un dato: el número de expulsados en clase suele
ser mayor entre los alumnos y no se debe tanto a que las alumnas tengan mejor
comportamiento, que en eso si se observa cada vez más igualdad, sino a que la
permisividad entre el profesorado es menor con los alumnos que con las alumnas. Y
es que no es algo nuevo que el análisis de la interacción en el aula ha sido uno de los
métodos utilizados para estudiar el currículum oculto que se transmite en la práctica
escolar. Desde las primeras investigaciones llevadas a cabo en Estados Unidos en los
años cincuenta, completadas posteriormente por numerosos estudios realizados en
Gran Bretaña, los resultados han modificado varias hipótesis, pero se ha confirmado
reiteradamente un hecho: los docentes, hombres y mujeres, dedican más atención al
comportamiento de los niños, les hacen más preguntas, les dan más indicaciones para
trabajar, les hacen más críticas y les riñen más. En España, recientemente, se ha
realizado un estudio sobre escuelas de Cataluña que ha obtenido resultados similares.
En cualquier caso, lo cierto es que el alumnado observa en la práctica que sus
profesores y profesoras realizan funciones distintas, ostentan un poder desigual, se
comportan de distinta manera (es muy frecuente una actitud maternalista entre las
profesoras y más severa entre los profesores, reproduciendo los roles madre
comprensiva y padre autoritario) y los tratan de distinta manera. Y no debemos olvidar
la función socializadora de la escuela en el proceso de aprendizaje de ser mujer y
hombre, esto es, las niñas y los niños aprenden a ser mujeres y hombres observando
e imitando a las mujeres y hombres de su entorno, entre los que se encuentra su
profesorado. Aprenden qué hace cada quien, quién tiene el poder y quién no lo tiene,
quién es más valorado y quién menos. Y, así, van aprendiendo a identificarse en
función de su sexo con el grupo de los hombres o con el grupo de las mujeres. Al
mismo tiempo, se van estableciendo expectativas con respecto al alumnado que no
siempre huyen de los estereotipos sexistas. El arraigo de estas expectativas está en
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fondo de los datos expuestos para las matriculaciones de alumnos y alumnas en los
distintos Módulos Formativos ejemplificados.
Pero, el aspecto más destacado del currículum oculto en los procesos de
enseñanza-aprendizaje es que su principal característica es su reiteración. El mensaje
transmitido por ésta vía se repite constantemente a lo largo del proceso. Mientras que
las medidas coeducativas tienden a estar centradas en un momento o actividad
concreta, las prácticas sexistas que reproducimos en nuestras acciones, comentarios,
ejemplos o espacios son constantes en el tiempo. Son pequeñas gotas que de manera
continua van modelando las estructuras culturales y conductuales del alumnado con
mayor eficacia que el torrente momentáneo que supone las acciones coeducativas de
carácter puntual.
La escuela, en definitiva, no crea la distinción de género, pero sí la transmite y,
en muchos aspectos, la potencia al igual que ocurre con otros espacios de transmisión
como la familia o la propia televisión. La escuela reproduce las formas y las relaciones
de poder. En cuanto a las metas impuestas a la escuela por el conjunto de la
sociedad, en general, y por la clase política, en particular, pueden clasificarse como
extremadamente exigentes. La autora, Luz Maceira define la escuela como un espacio
“que apunta a construir una sociedad equitativa, para la convivencia, el respeto, la
igualdad de oportunidades y el desarrollo pleno e integral de cada persona”, definición
que parece situada en lo que Fernando Ruiz denominada imposibles, es decir,
aquellas metas propuestas a sabiendas que no se van a alcanzar. La escuela se está
situando como el continente en el que los principales problemas de la sociedad tiene
cabida.
Esta tendencia sigue la línea de ubicar a la escuela en la primera línea del
frente en la lucha de la coeducación. No pretendo quitarla de ese lugar, pero sí
abandonar su papel quijotesco contra los gigantes. La escuela no puede enfrentase
sola contra las fuertes tensiones que actúan en dirección contraria. Y la mayor de
todas ellas es la televisión. Mientras la escuela actúa desde la educación Infantil hasta
la enseñanza Superior sobre los estereotipos de género como una vía de
discriminación de género durante todo un curso escolar, en un sólo día los medios de
comunicación pueden acabar con esa labor. Es el caso, por ejemplo, del día del padre
o de la madre, donde los productos anunciados para unos son mayoritariamente
centrados en temas como nuevas tecnologías, deportes o viajes y los anunciados para
las madres son mayoritariamente perfumes, artículos de belleza o joyas. Eso también
es curriculum oculto contra el que poco puede hacer la escuela. No quiere decir esto
que todas las iniciativas hacia la coeducación sean inútiles, pero sí que deben ser
medidas en su contexto concreto y con la efectividad real de cada una de las acciones.
Además deben ser acciones que vaya más allá de los límites del aula o del centro, que
afecten, por ejemplo, al Cuerpo de Inspectores Educativos, entre los que no conozco a
ninguna mujer, o que afecte a la tendencia de situar a mujeres al frente de las
Consejerías o del Ministerio de Educación, al entenderla una parcela feminizada, o,
ahora que lo pienso, tras muchos años de formación en la Universidad, no recuerdo
que haya habido ninguna rectora.
En lo que refiere al currículum oculto, esto es, aquellos aspectos que afectan a
las formas de actuar y de pensar de los miembros de un colectivo como el educativo,
no bastan los cambios legislativos, sino que son necesarios los cambios en las
prácticas. Así, las transformaciones tienen que ser de la misma profundidad que los
objetivos propuestos a alcanzar y deben ser, al mismo tiempo, cambios que afecten a
otros ámbitos que no sean únicamente la escuela. La escuela no puede ser el espacio
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mágico que todo lo soluciona o el espacio maldito responsable de todo. La escuela
debe ocupar su propia parcela, pero conectada a los otros espacios que conforman la
sociedad con un sistema complejo de elementos y sus respectivas interrelaciones.
Intentar situar a la escuela en un espacio único y como fundamento de cualquier
acción sobre la cuestión de género es, sin lugar a dudas, hacer referencia a metas
imposibles, en las que a veces caemos todos.
Hoy día es muy recurrente el discurso acerca de la educación como panacea
ante cualquier problema. Ante la crisis, la educación es la solución, ante la violencia de
género, la escuela vuelve a ocupar un lugar destacado, ante el botellón, vuelve a
aparecer y así podríamos seguir con la mayoría de los males que no asechan en la
actualidad. Si abandonamos la inmediatez de la respuesta ante estos problemas y
reflexionamos serenamente el tema, llegaremos a la innegable conclusión que la
escuela no dispone de los instrumentos necesarios para afrontarlos. Y no es porque
no se le dote de ellos, sino porque en esencia, la escuela, la educación en general, no
tiene esa capacidad. Sí la tiene, y mucha, de actuar en parcelas concretas de esas
realidades, pero siempre y cuando se vea reforzada por otros partícipes de la realidad
social. es por esto que aunque el currículum oculto sea de especial importancia en el
trabajo del aula, no debe de olvidarse fuera de ella. Ninguna normativa, jornada o día
de es inmune a la acción de esos otros currículum ocultos que operan fuera de las
paredes del aula y que poseen mucha más capacidad de pervivir en el background de
los actores sociales.
Podemos poner un ejemplo de esa descoordinación existente entre la escuela
en la sociedad, o al menos gran parte. Desde la escuela se han desarrollado gran
cantidad de campañas encaminadas a eliminar las prácticas y actitudes que generen
violencia de género. Que duda cabe que desde la propia Administración se ha
invertido mucho en campañas educativas y de sensibilización. Toda esa labor queda
en gran medida desautorizada cuando podemos ver en un programa televisivo de
chistes a uno de los “humoristas” contando un chiste donde un padre le indicaba a su
hijo que como su madre estaba con otro hombre que la matara con una pistola, que la
despezara con un cuchillo y que le arrojase las bolsas de basura por la venta. El
“chiste” consistía en que después de que el niño hubiera hecho todo esto el padre se
había equivocado de número de teléfono. Pocas palabra se pueden añadir, salvo que
no he visto en ningún medio ni a ninguna Administración actuar al respecto. Los
cambios sociales deben afectar a las sociedades no a compartimentos estancos.
Otra crítica que podemos realizarle al discurso es que se realizan juicios de
valor que tienen una profunda carga de carácter sexista. Se suele argumentar una
postura antisexista respecto al género femenino, pero se cae en otras con respecto al
género masculino. Así, se dice en el texto de Luz Maceira Ochoa que su objetivo es
“proponer y difundir una educación no sexista, como deseamos muchas mujeres y
probablemente algunos hombres”. No duda la autora en realizar el juicio de valor sin
tener datos que respalden esas afirmaciones. Presupone una actitud de los hombres
contraria a la educación no sexista y una actitud positiva en las mujeres. Ambos
supuestos son igualmente sexistas y no del todo fundado en datos empíricos. ¿No
forma parte esta premisa de otro estereotipo más? ¿No es la mujer una actriz social
más inmersa en un mismo proceso de socialización y enculturación al igual que los
hombres? ¿El ser mujer implica necesariamente una posición más tendente al
cambio? Es posible que muchas experiencias empíricas respondan a estas preguntas
de una manera distinta al enfoque de la autora.
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Otro aspecto sujeto a crítica, en ocasiones, suele ser cuando se expresa cuál
debe ser la finalidad del currículum oculto. Se nos muestra un panorama un tanto
idílico, utópico, en el que se llega a expresar como meta final la ausencia de
ideologías. ¿Es posible?, ¿no eso una ideología en sí misma? Partiendo de un lugar
común como es entender la educación como una vía por la que los Estados, y hoy el
Mercado, forman ciudadanos, o consumidores, ¿podemos pensar en una educación
aséptica y carente de toda ideología? Yo creo que no. Y volvemos a encontrarnos en
un mismo lugar: los imposibles demandados a la educación.
Conclusión
La dificultad de abordar el currículum oculto se centra en que, en la mayor
parte de los casos, pertenece al plano de lo inconsciente. Así, el conjunto del sistema
educativo, o de un centro en concreto, puede estar transmitiendo unas pautas sexistas
sin que exista una percepción de ello. De ahí que sea de especial importancia la
capacidad del sistema, no sólo de profesorado, de extraerse, de extrañarse, del
sistema, de pasar, así, del plano de la inconsciencia al de la consciencia. Hay que
hacer visible lo no visible. El modelo debe ser crítico consigo mismo y ser capaz de
analizar qué transmitimos en las escuelas desde los libros de texto hasta nuestras
propias actitudes. Debemos centrarnos en ver si afirmamos determinadas cuestiones
no sexistas desde el currículum explícito y luego las falseamos desde el currículum
oculto. La tendencia actual vuelve a ser la de poner el énfasis en la formación del
profesorado, pero hay que tener en cuenta que el profesorado no es el único elemento
que conforma el proceso educativo del alumnado. Éste se completa con otros
elementos ajenos al profesorado e, incluso, ajenos a la propia escuela y al propio
sistema educativo formal.
En definitiva, más allá de las críticas, el análisis del las acciones de
coeducación desde el currículum oculto aporta una visión significativa al papel que
juega éste con respecto a la cuestión género en la educación. La necesidad de actuar
sobre otros procesos menos visibles, pero quizás más efectivos en la transmisión de la
discriminación de género. Pero, considero importante que la asunción de este hecho
se prolongue más allá de la educación y se haga extensible al conjunto de la sociedad.
Para finalizar me parece interesante traer aquí una reflexión oída en la radio a tenor de
un programa sobre género. La presentadora plateaba que cómo era posible que lograr
la igualdad de género era algo tan complicado cunado era algo totalmente necesario y
justo y cuando todo el mundo estaba de acuerdo en ello. La respuesta a esta pregunta
me pareció del todo acertada. El problema del género es que está presente en todos
los aspectos de la vida de las personas: en la política, en el ocio, en la familia, en la
cultura, en la vida laboral. Afecta a todo y, por tanto, las respuestas y las actuaciones
deben afectar a todos estos niveles de la vida. Y añado yo, es bueno, y creo que
adecuado, que empecemos por la escuela, pero no debe ser el único espacio
afectado.
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