concurso, principios procesales y proceso

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Universidad Nacional de la Patagonia "San Juan Bosco"
FACULTAD DE CIENCIAS ECONOMICAS
CONCURSO, PRINCIPIOS PROCESALES Y
PROCESO
Jorge Santos STACCO
* Abogado, Contador Público, Especialista en Sindicatura Concursal, Especialista en Docencia
e Investigación en Ciencias Económicas, Profesor Titular de Práctica Profesional.
Trelew, Chubut, mayo de 2006.
.
INDICE
I) Aclaraciones previas.
II) Aspectos preliminares.
III) Introducción.
IV) Los procesos concursales.
V) Los principios procesales.
a) Principio dispositivo.
- la iniciativa procesal.
- disponibilidad del derecho material.
- impulso procesal.
- delimitación del “thema decidendum”.
- aportación de los hechos.
- aportación de la prueba.
b) Principio de contradicción,
c) Principio de escritura.
d) Principio de publicidad
e) Principio de preclusión.
f) Principio de economía procesal.
- principio de concentración de actos y audiencias.
- principio de eventualidad.
- principio de celeridad.
- principio de saneamiento o expurgación.
g) Principio de adquisición. .
h) Principio de inmediación. .
i) Principio de legalidad de las formas.
j) Principios alternativos.
- principio inquisitivo
- principio de oralidad
- principio de unidad de vista de causa o de concentración
VI) Normas procesales concursales.
a) Trámites previos.
b) Proceso concursal: afectación de derechos.
c) Reglas procesales.
d) Normas genéricas.
Términos.
Inapelabilidad.
Trámite y efectos de los recursos.
Notificaciones.
Domicilio constituido.
Remisión del expediente fuera del juzgado.
Anotación sin previo pago de arancel, tasa o gastos.
Carga de la prueba.
Cumplimiento de plazos.
Ministerio público: actuación.
Perención de instancia.
Leyes procesales locales.
e) Incidentes.
f) Deberes-potestades del juez.
g) Deberes-potestades del síndico.
VII) Proceso concursal y principios procesales.
a) Procedimientos previos.
b) Proceso concursal.
b,1) Procedimiento concursal necesario.
b,2) Procedimiento concursal eventual.
c) Resumen.
Bibliografía.
Anexo I - Clasificación de los procesos.
Anexo II - Cuadro descriptivo de un concurso preventivo
Anexo III - Cuadro descriptivo de la cronología de un concurso preventivo
Anexo IV - Cuadro descriptivo del procedimiento de la quiebra
Anexo V - Cuadro descriptivo de causales de quiebra indirecta
Anexo VI - Cuadro descriptivo de un procedimiento de homologación del acuerdo
preventivo extrajudicial
I) Aclaraciones previas.
Me propongo tratar los principios y normas procesales que se aplican en los procesos
concursales.
Esta temática se corresponde con distintas disciplinas jurídicas –derecho procesal, civil,
comercial, concursal1-, pretendo presentarla en forma integral y lo más sintética posible.
Incluyendo entre los posibles destinatarios a los profesionales en Ciencias Económicas
y alumnos, para facilitar su abordaje recorro sistemáticamente los conceptos necesarios para
lograr una comprensión autosuficiente de lo que se expone, prescindiendo en lo posible de
desarrollos extensos o de disputas doctrinales, sin dejar de mencionar la existencia de opiniones
contrapuestas.
Mi intención de limitar la extensión del trabajo condiciona también el propósito
expuesto. Aunque busco un equilibrio entre ambos objetivos –tratamiento autosuficiente y
extensión limitada-, por la simplificación que se produce seguro quedarán lectores disconformes
por ello o, mejor aún, interesados en un conocimiento más detallado o profundo: pueden recurrir
a obras especializadas que traten los temas de su interés, aquí solamente enunciados o
someramente expuestos.
II) Aspectos preliminares.
El atribuir a órganos diferenciados e independientes entre sí, que ejercen un control
recíproco de su actuación, las funciones jurisdiccional, legislativa y ejecutiva, además del
reconocimiento a todos los habitantes de una serie de derechos y garantías, entre ellos el de
peticionar a las autoridades, en principio constituye las bases de un Estado de derecho en
nuestro país, organizado bajo principios republicanos de gobierno.
Se entiende por función jurisdiccional la potestad de crear una norma individual,
particular, no de carácter general, encontrándola tanto en órganos administrativos –se expiden
mediante actos administrativos- como judiciales del Estado –se expiden mediante sentencias-.
La jurisdicción judicial es una de las funciones estatales, se la puede definir como
aquélla mediante la cual los órganos judiciales del Estado administran justicia en los casos
litigiosos sometidos a su consideración, teniendo por objeto la creación de normas individuales
y obligatorias.
Las controversias que se originan por conflictos intersubjetivos de derechos, una vez
agotada la instancia particular de negociación o de autocomposición, se dirimen mediante la
intervención del Estado, a través de la función jurisdiccional judicial.
Es un acto jurisdiccional judicial, aquel mediante el cual un órgano judicial del Estado,
que interviene a raíz de haber mediado un conflicto y a petición de un interesado, expresa en
forma indirecta y mediata (no espontánea, sino a petición de un interesado) el contenido de un
concreto proyecto comunitario, haciéndolo a través del dictado de una norma individual
(sentencia) que declara la existencia de una facultad, de un deber o de un entuerto
(incumplimiento del deber) y aplicando, en este último caso, una sanción2.
El servicio de Justicia es prestado por órganos jurisdiccionales judiciales, individuales
(Juzgados) o colegiados (tribunales), integrados por Jueces.
Se llama Juez entonces al individuo que mediante un procedimiento preestablecido de
designación, integra un órgano jurisdiccional judicial, con facultades ordenatorias, instructorias
y decisorias, a quien se le atribuye la potestad de integrar la voluntad de dichos órganos. Los
jueces nacionales revisten los siguientes caracteres: son permanentes, sedentarios, inamovibles y
letrados3. En general, coinciden en estas características los jueces provinciales.
1
Ver Bonfanti, Mario Alberto y Garrone, José Alberto, “Concursos y Quiebras”, quinta edición
actualizada, editorial Abeledo Perrot, Buenos Aires 1997, página 31.
2
Ver Palacio, Lino enrique, “Manual de Derecho Procesal Civil” decimocuarta edición actualizada,
Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1998, pág. 82 y sgtes.
3
Ver Palacio, ob. cit., pág. 149 y 150.
La función jurisdiccional judicial es una de las particulares formas del ejercicio del
poder político, fácilmente comprensible si se observa como ha evolucionado a lo largo del
tiempo la forma de dirimir los conflictos4. En toda sociedad, el derecho constituye una forma de
control y dominación, de los que tienen mayor poder en el conjunto de la sociedad respecto a los
más débiles.
Frente a los Jueces actúan las partes, individuos que ejercen el derecho de peticionar a
las autoridades, son los sujetos titulares de los derechos que se encuentran en conflicto y cuya
actuación o sus diferencias, son sometidas a la jurisdicción judicial5.
La intervención del órgano jurisdiccional judicial –los jueces- debe estar motivada
entonces, o bien por el interés legítimo y concreto de los sujetos que recurren a ellos, interés que
se debe precisar en una pretensión concreta y expresa, respecto a lo que se persigue obtener
como resultado de la intervención de la Justicia6. O bien, actuando “de oficio” o a instancia de
otro órgano estatal, ante la existencia de un interés público. Esta clasificación por el interés no
es excluyente, es decir, el interés particular y el público, en alguna medida, se encuentran en
toda intervención.
Como garantía de imparcialidad y objetividad del órgano jurisdiccional, y de igualdad
de las partes, la actividad que se desarrolla ante dicho órgano jurisdiccional es formal para
garantizar el fin perseguido en cada acto –pero no es formalista, es decir, por la forma misma- y
está expresamente detallada en leyes procesales, normas que establecen la organización y
competencia de los tribunales judiciales, la forma como se procede ante los Jueces y la labor de
éstos.
Cada una de estas actuaciones se reúne en un “expediente” o “proceso”, que concentra
en forma cronológica toda la actuación documentada.
Entiendo por proceso “la actividad que despliegan los órganos del Estado en la creación
y aplicación de normas jurídicas”, concepto que incluye al proceso judicial y es extensible al
que se desarrolla por y ante árbitros y amigables componedores7.
Como anticipamos la intervención del órgano jurisdiccional mediante un proceso, en
algunas circunstancias, se produce “de oficio”, cuando los derechos lesionados o disputados
atañen o afectan principalmente al interés público, en cuyo caso y en términos generales, la
iniciativa le corresponde a un órgano estatal y se procede “inquisitoriamente”. Tal el caso de
los procesos penales, aún cuando en algunos casos depende de instancia privada.
Cuando el interés en juego afecta principalmente al propio de los particulares, la
intervención de la jurisdicción mediante un proceso se produce a instancia de uno de los
interesados, que somete la “contienda” de derechos a conocimiento del Juez y pone en marcha
un proceso para resolver el “contencioso” suscitado, la controversia expuesta.
Es decir y en términos generales, la jurisdicción entiende en procesos inquisitivos o
contenciosos, según la naturaleza del interés lesionado o disputado. Insisto que esta distinción
está simplificada a efectos de permitir la clasificación, pues en los hechos encontramos un
“interés predominante” –el público o el privado-, porque en todo “proceso” aparecen siempre,
en alguna medida, en forma conjunta el interés particular y el público.
Para completar la idea de proceso, podemos enumerar sus elementos: subjetivos –
órgano jurisdiccional y partes-, objetivo –una pretensión, el objeto, el interés perseguido por las
4
Ver Foucault, Michel: “La verdad y las formas jurídicas”, editorial Gedisa.
El derecho a la jurisdicción judicial se puede considerar elevado al rango de derecho humano
fundamental, a partir de la reforma de la Constitución Nacional del año 1994, conforme el art. 75 inc. 22º,
en mérito a los tratados internacionales que tienen idéntica jerarquía de la Ley Fundamental, lo cual
importa sujetarse a principios del “debido proceso legal”.
6
Ese interés se debe mantener a lo largo de todo el juicio, si desapareciera el proceso se vuelve
“abstracto”, es decir, carente de un objeto concreto a resolver y la justicia no se expide sobre cuestiones
generales La Corte Suprema de la Nación ha declarado desde antiguo que no compete a los jueces hacer
declaraciones generales o abstractas, sino que es de la esencia del Poder Judicial decidir colisiones
efectivas de derechos (CS, Fallos, 2:253; 24:248; 94:444; 94:51; 130:157; 243:117; 256:103; 263:397 y
muchos otros).
7
Palacio, Lino Enrique, ob cit., pág. 52 y sgtes.
5
partes-, y actividad –el aspecto dinámico, la sucesión de actos procesales, actos jurídicos,
realizados conforme reglas establecidas previamente en una ley procesal-.
En nuestro estado de derecho, en las garantías constitucionales que mencionamos
tenemos el “proceso debido” o “proceso justo” a fin de garantizar la defensa en juicio, tanto de
la persona como de su patrimonio.
Entiendo por “debido proceso”, entonces, un complejo determinado de recaudos y
señalamientos que orquestan el devenir de un procedimiento y que deben cumplirse sin estériles
rituales, ni fórmulas sacramentales que constituyan el propio fin del proceso8.
La garantía constitucional del debido proceso tiene una antigua elaboración a partir de
la Carta Magna en Inglaterra, año 1215, con una permanente evolución doctrinaria y
jurisprudencial, tiene plena vigencia cuando el bien afectado es la libertad, en un proceso penal9,
mientras que en el ámbito civil rige la autonomía de la voluntad, siempre y cuando no resulte
violado el orden público10.
El debido proceso en este ámbito se traduce en reglas mínimas que aseguran el derecho
de defensa de las partes, entre otras encontramos: igualdad, es decir, que los litigantes tengan
iguales derechos y oportunidades; bilateralidad o contradicción, el derecho de las partes a ser
escuchado ante cualquier pedido o intervención de la contraria; y congruencia, es decir, que la
sentencia sea una conclusión razonable de lo sometido a discusión, los elementos de prueba
agregados al proceso y el derecho objetivo. Para el proceso penal agregamos la doble instancia.
Con el concepto ya expuesto de proceso, cabe señalar que entiendo por procedimiento
cada una de las fases o etapas dentro de un proceso. Así tenemos un procedimiento de primera
instancia y si se apela la sentencia, un procedimiento de segunda instancia, pero el proceso será
uno solo, el que culmina con la sentencia definitiva. Del mismo modo hablamos de
procedimiento de sustanciación, de prueba, de resolución, de apelación, etc. En un proceso
puede haber uno o varios procedimientos.
Una última cuestión para tener completo el marco de referencia conceptual que nos
permita abordar el tema propuesto en este trabajo, es una clasificación de los procesos. Al
respecto, la primera aclaración que corresponde es que toda clasificación en definitiva responde
al criterio del que la formula y siempre es susceptible de reemplazarse por otra más ajustada a la
realidad o más útil.
Adapto, a fin de completar los conceptos necesarios para este trabajo, la clasificación
que formula Lino E. Palacio en su Manual ya citado. Incorporo como Anexo I un cuadro
descriptivo de dicha clasificación11.
III) Introducción.
Veamos que ocurre frente a un conflicto particular, intersubjetivo, de derechos. Ante
un interés particular de un sujeto de derecho -derecho subjetivo- no reconocido o lesionado,
este sujeto a través del ejercicio del derecho de peticionar a las autoridades –dirigido al
órgano judicial competente- concreta su pretensión y, conforme normas procesales, se
sustancia un juicio, un proceso contencioso, que culminará con una norma individual –
sentencia-, que de no ser cumplida voluntariamente por el condenado permite su ejecución –la
sentencia es título ejecutorio- ante un órgano jurisdiccional, generalmente el mismo que la dictó.
Encontramos en el desenvolvimiento de este conflicto mediante el proceso, todos los
elementos que caracterizan la jurisdicción: i) conocer (notio, cognición): facultad del juez de
conocer los hechos de la causa; ii) convocar (vocatio): facultad del juez de convocar a las partes
al juicio y ligarlas al resultado jurídico del mismo; iii) coerción o fuerza (coertio): potestad de
emplear la fuerza para que se cumplan las medidas ordenadas durante el proceso, sobre cosas o
personas; iv) juicio (iudicium): potestad del juez de emitir un “juicio” o valoración sobre lo
8
Gozaini O. A., “La justicia constitucional”, Depalma, 1994, pág. 191.
Ver art. 18 Constitución Nacional.
10
Varela, Casimiro A., “Fundamentos constitucionales del derecho procesal”, editorial Ad-Hoc, Buenos
Aires, 1999, pág. 75.
11
Adaptado de: Palacio, Lino E.: obra citada, página 80.
9
sometido a su conocimiento y decisión, con efecto de cosa juzgada. Hace un juicio de valor al
emitir la sentencia, la norma individual (acto jurisdiccional), forma típica de expresarse de la
jurisdicción, de la justicia; v) ejecución de la sentencia (executio, acto de imperium): facultad
para hacer que la sentencia definitiva se cumpla, haciendo uso de la fuerza pública si es
necesario.
Estos elementos concretan las potestades propias de la jurisdicción a) decisión, decir el
derecho; y b) imperium, facultad de usar la fuerza pública para hacer cumplir la sentencia.
Cuando un sujeto de derecho que es deudor y está incluido en la LCQ como
concursable –requisito sustancial subjetivo- se encuentra ante una situación generalizada y
permanente de impotencia patrimonial para afrontar sus obligaciones regulares con recursos
genuinos, cualquiera sea la causa o naturaleza de dichas obligaciones, estado patrimonial que se
exterioriza a través de hechos reveladores del mismo, hablamos de “estado de cesación de
pagos” o de “estado de insolvencia”12 –requisito sustancial objetivo-. Pero este “estado de
cesación de pagos” no constituye por sí mismo al deudor en “concursado” o “quebrado”, es
necesario –requisito sustancial procesal- que exista una decisión judicial que así lo determine.
A diferencia de los conflictos individuales, cuando el deudor se encuentra en esta
situación de impotencia patrimonial permanente y generalizada, los intereses en juego y
afectados son bastantes más que la sumatoria de los intereses particulares de todos los
acreedores individuales.
En estos casos alcanza simultáneamente y en forma entrecruzada, no sólo al deudor y
un acreedor de obligación incumplida –como en el juicio contencioso-, sino a la generalidad de
los acreedores –aún aquellos cuya obligación no es aún exigible-, a los empleados del deudor –
independientemente de que sean o no acreedores por créditos laborales-, a competidores,
proveedores, clientes, sistema financiero, la provisión de servicios públicos, el Estado por la
recaudación impositiva, etc.
En definitiva, esta crisis empresaria afecta al conjunto de la sociedad en algún aspecto13,
como consecuencia de verse afectado un eslabón del proceso económico general, con todas las
consecuencias económicas y sociales que trae aparejado, de acuerdo a la envergadura y otras
características del deudor.
Tras varios siglos ha habido una notable evolución en la legislación concursal, en sus
objetivos y principios, en un principio desde el simple tratamiento del incumplimiento de un
deudor, al actual estado de cesación de pagos, consolidándose instituciones que se han
universalizado y están también incorporadas a la legislación de nuestro país, con lógicas
particularidades y adaptaciones. En muchos casos se mantiene la terminología pero cambia el
concepto, el significado de la misma.
Se ha evolucionado desde el “Derecho de la quiebra” de un deudor comercial por un
incumplimiento –teoría materialista de la cesación de pagos: cesar de pagar-, concretando una
“ejecución colectiva”, persiguiendo una liquidación ordenada del patrimonio del deudor para
cancelar sus pasivos. Al actual “Derecho concursal” de un patrimonio impotente para cumplir
sus compromisos -concepto actual del “estado de cesación de pagos” según se caracterizó antes,
teoría denominada “amplia”-, tratando en forma diferenciada al “deudor” titular de un
patrimonio –“empresario”-, respecto del patrimonio mismo -“la empresa”-. En el derecho
actual se facilita la conservación de “la empresa” mediante su reorganización.
El “Derecho concursal” actual se refleja en instituciones como el concurso preventivo,
el “salvataje” de la empresa (art. 48 LCQ), la conversión de quiebra en concurso preventivo y la
continuación de la explotación de la empresa en la quiebra14.
12
Ver, por ejemplo: Fassi, Santiago C. y Gebhardt, Marcelo, “Concursos y quiebras”, 7ma edición 1era
reimpresión, actualizada y ampliada, Editorial Astrea, Buenos Aires, 2001, pág. 12 parágrafo 2 al art. 1;
Argeri, Saúl A., “Manual de Concursos”, Editorial Astrea, Buenos Aires, 1983, pág. 24.
13
Ver, como ejemplo, la ley 25.284 de Entidades Deportivas, sancionada el seis de julio de 2000,
dirigida a evitar la liquidación de Clubes de fútbol en quiebra, que para las Asociaciones Civiles de
primer grado con personería jurídica, instituye al fideicomiso de administración con control judicial, que
estará a cargo de un órgano fiduciario, cuyas decisiones están sujetas a la aprobación judicial (art. 8º).
14
El art. 190 LCQ segundo párrafo prevé la participación de los trabajadores en relación de dependencia
o los acreedores laborales, para conformar cooperativas de trabajo en la continuación de la explotación de
En la legislación concursal moderna se trata de anticipar la crisis empresaria más que de
esperar el estado de cesación de pagos para abrir un proceso, se trata de anticipar y actuar antes
que se incurra en dicho estado patrimonial. Nos enseña el Dr. Osvaldo J. Mafia que el nombre
comprensivo de esta especialización jurídica en la actualidad es “Derecho de la empresa en
crisis” o “Derecho de la crisis empresaria”15.
La introducción de esta evolución en nuestro derecho concursal la encontramos en la
flexibilización del requisito sustancial del estado de cesación de pagos para la apertura de la
solución concursal (arts. 1ºº, 78º, 79º, 66º, 68º, 4, 160º y 161º LCQ), pero muy particularmente
para el acuerdo preventivo extrajudicial (art. 69º LCQ modificado conforme Ley 25.589) que
admite al deudor “en dificultades económicas o financieras de carácter general”.
Sintetizando lo que refleja en su evolución nuestra legislación, se comenzó con la
ejecución colectiva del deudor que incumplía una obligación, luego se agregó la posibilidad de
la reestructuración del pasivo del deudor inocente –acuerdo preventivo-, hasta llegar a nuestros
días en que se privilegia la posibilidad de reestructurar la empresa en dificultades aún antes que
se exteriorice dicha crisis en un estado de cesación de pagos –acuerdo preventivo extrajudicial-.
A pesar de que algunos autores consideran la esterilidad o pérdida de vigencia de la
vieja disputa respecto a la naturaleza jurídica de la legislación concursal: si se trata de una ley
procesal, una ley sustancial o una institución “sui generis”, resulta útil hacer una mención a la
misma a efectos de comprender la mecánica del proceso concursal, justamente como proceso.
El “derecho de la quiebra” en su origen claramente respondía a un proceso de
ejecución, persiguiendo fundamentalmente el interés de los acreedores: de ahí que se asigne al
“derecho de la quiebra” el carácter de una ejecución colectiva16. Esta posición es calificada
como “procesalista”, es decir, que es sostenida por especialistas en derecho procesal.
La institución concursal incluye: afectación del status personal del concursado o fallido,
alteración de las relaciones jurídicas entrelazadas por aquél con terceros, restricciones al deudor
en la administración de los bienes en el concurso preventivo, el desapoderamiento limitado o
pleno de los mismos, la sujeción de todos los acreedores al acuerdo homologado, la novación de
las obligaciones alcanzadas por el acuerdo, un plazo de prescripción concursal, el destino final
de los bienes del deudor, establecimiento de preferencias para el cobro, inhabilitaciones para el
quebrado y sus administradores. Son todas cuestiones que exceden de lo procesal. Así se
supera la posibilidad de circunscribir, limitar, la amplia problemática del concurso y la quiebra
al muy estrecho marco de la “ejecución colectiva”.
Partiendo de que la doctrina acepta que la legislación concursal contiene normas de
fondo, que regula derechos con carácter general, encontramos que aún la postura que atribuye a
la norma concursal naturaleza “sui generis” y terminantemente negatoria del carácter de
ejecución colectiva, que tiene a distinguidos doctrinarios como sus sostenedores17, por su
trámite judicial, no le niega totalmente el carácter de normas procesales a las concursales.
Establecido lo dicho en el párrafo anterior, se debe concluir que a esta altura de la
evolución doctrinaria resulta innegable que la legislación concursal argentina es “de fondo” y
la empresa en la quiebra. Ver sobre el tema: Telese, Miguel, “Cooperativas de Trabajo”, Osmar D.
Buyatti Librería Editorial, Buenos Aires, 2006; Junyent Bas, Francisco, “La reforma sobre cooperativas
de trabajo en la ley concursal –una propuesta solidaria que sigue sin comprenderse”, diario El Derecho
tomo 212 página 732; Rodríguez Brunengo, Néstor y Unzaga Domínguez, Guillermo, “Distintas
inquietudes que se originan a consecuencia de las cooperativas de trabajo”, El Derecho diario del 9 de
noviembre 2006 número 11.632. En cuanto a la compra directa en la quiebra, por la cooperativa de
acreedores, ver el fallo nº 52.400 Juzgado de 7ma nominación en lo Civil y Comercial Córdoba, agosto 21
– 2003, autos “Comercio y Justicia Editores Sociedad Anónima – concurso preventivo – hoy quiebra”,
diario El Derecho, tomo 205 página 167, con nota de Francisco Junyent Bas, “Un fallo paradigmático. La
recuperación de “Comercio y Justicia” por parte de los trabajadores”.
15
Ver Maffia, osvaldo J., “El Juez del concurso (VIII) La supuesta ejecución colectiva y el rol
discriminante del síndico”, apartado “c” párrafo “8”, en diario El Derecho, tomo 183 página 1305.
16
Ver Graziabile, Darío J., “La quiebra como ejecución colectiva. Notas sobre la vigencia de una
postura clásica”, en diario El Derecho, tomo 207 página 619.
17
Ver: Maffia, Osvaldo J., “Crítica de la concepción del proceso falencial como ejecución colectiva”,
diario El Derecho, tomo 113 página 711.
“procesal”18, “de forma”, interesándonos a los fines de este trabajo, principalmente el último
aspecto: el concurso como proceso.
La crisis empresaria para producir los efectos previstos por la ley de concursos y
quiebras (LCQ) sobre las relaciones jurídicas patrimoniales de un deudor en estado de cesación
de pagos, o en graves dificultades económicas o financieras, requiere de un trámite ante un
órgano jurisdiccional judicial19. El concurso, como proceso judicial, se encuadra en los
principios y normas del derecho procesal20, con particularidades propias.
IV) Los procesos concursales.
Dijimos que por proceso entendemos el conjunto de actos recíprocamente coordinados
entre sí de acuerdo con reglas preestablecidas, que conducen como conclusión a la creación, por
el órgano jurisdiccional judicial, de una norma individual destinada a regir un determinado
aspecto de la conducta del sujeto o sujetos que han requerido la intervención del mismo.
Es decir que en un proceso se plasma en la norma individual, sentencia, la conclusión
respecto del fin perseguido en el mismo.
Ante lo recién expuesto, como particularidad del proceso concursal -tanto en el
concurso preventivo, como en la quiebra- tenemos que la sentencia no es el fin del proceso sino
su inicio, ya que es un requisito sustancial para la existencia de un concurso preventivo o una
quiebra, que un Juez lo declare abierto, es decir, que dicha sentencia abre el proceso y es
constitutiva del estado del deudor, de concursado o quebrado21, crea la “quiebra”.
A diferencia de un proceso singular judicial, en el que los intereses en juego
corresponden exclusivamente a la parte actora y la parte demandada, en el concurso que es un
proceso universal –incluye el patrimonio arts. 107 y 108 LCQ y todos los acreedores del deudor
art. 200 LCQ-, se afectan los intereses del deudor –una parte- y de todos los acreedores –otra
parte-, incluso de aquellos acreedores que no se insinúan en el proceso concursal, a quienes
también les alcanzan los efectos de la sentencia homologatoria del acuerdo (arts. 55 y 56 LCQ),
provocando la novación de las obligaciones (art. 55 LCQ).
La sentencia que constituye el concurso preventivo o la quiebra afecta derechos de
jerarquía constitucional, el derecho de propiedad y la libertad de contratación, la entrada y salida
del país, circunstancia que impide dejar librado a la voluntad de las partes el trámite y
resolución de los derechos.
Además de la sentencia inicial de apertura y constitución del concurso (arts. 14 y 88/89
LCQ) a la que hice referencia, el Juez en un concurso dicta otras sentencias, referidas al
desarrollo del mismo proceso o de incidencias en el mismo22. Entonces tendremos:
1.- de apertura (art. 14); 2.- de verificación de créditos (art. 36/200); 3.- en incidentes
de revisión (arts. 37, 281/85); 4.- en incidentes de verificación tardía (arts. 56, 281/5); 5.- de
revocación de la sentencia de verificación por dolo (art. 38); 6.- de homologación del acuerdo
preventivo extrajudicial (art. 76); 7.- de quiebra por falta de presentación de la propuesta
concordataria (art. 43); 8.- de quiebra si no se alcanzan las mayorías (art. 46); 9.- de quiebra
por acogimiento de la impugnación (art. 51), o por nulidad del acuerdo (art. 61); o por
18
Martorell, Ernesto Eduardo, “Tratado de Concursos y Quiebras”, editorial Depalma, Buenos Aires
1998, tomo I página 191, aunque considera que la expresión “ejecución colectiva” tiene un “poder
totalizador” de dicho fenómeno, al menos en su identificación pública, por lo que postula su utilización,
es decir, propone “mantener el nombre” aunque no concuerde el significado con su naturaleza actual.
Ver Rivera, Julio César, “Instituciones de Derecho Concursal”, Rubinzal-Culzoni Editores, Buenos Aires
1996, tomo I pág. 27.
19
Tenemos un concursado o un fallido luego de quedar firme la Sentencia que así lo establece, la
sentencia es constitutiva del estado de concursado.
20
Garaguso, Horacio Pablo y Moriondo, Alberto Ángel, “El proceso concursal. El concurso como
proceso”, editorial Ad – Hoc, Buenos Aires 1999, tomo I página 37.
21
Ver Mafia, Osvaldo J., “El Juez del Concurso (III) Ni la iniciativa ni la instrucción prefalencial
determinan la configuración procesal de la quiebra”, en diario El Derecho, tomo 179 página 972.
22
Ver Mafia, Osvaldo J., “El Juez del Concurso (IV) Contra el Oficio”, en diario El Derecho, tomo 179
página 1058.
incumplimiento del acuerdo (art. 63); 10.- de quiebra a pedido de acreedor o del propio deudor
(arts. 88/89); 11.- de determinación del inicio del período de sospecha (arts. 117 y 115); 12.- de
ineficacia concursal ministerio legis (art. 118); 13.- de ineficacia concursal ordinaria (art. 119);
14.- de resolución o prosecución de contratos en curso de ejecución (arts. 143/4); 15.- de
escrituración y transferencia del dominio (art. 146, in fine); 16.- de extensión de la quiebra
(arts. 160/1); 17.- de responsabilidad de terceros (art. 173); 18.- de aprobación de la
enajenación de la empresa, en particular vía licitación (art.205); 19.- de conclusión de la
quiebra (arts. 225 a 229); 20.- de clausura del procedimiento (arts. 230 y 232).
Con lo enumerado, a título de ejemplificación, no agotamos las innumerables
situaciones procesales que debe resolver el juez.
Me parece oportuno, para completar esta mirada al proceso concursal, mostrar en
cuadros descriptivos, el desarrollo de los principales procedimientos incluidos en la Ley de
Concursos y Quiebras.
Distingo, por sus objetivos notoriamente diferentes –reorganización o liquidación-, el
concurso preventivo y la quiebra.
Agrego el Acuerdo preventivo Extrajudicial (APE) –variante de la reorganización
empresaria- por introducir una novedad en el requisito sustancial objetivo –prescribe que el
deudor se debe encontrar en estado de cesación de pagos o, agrega, “en dificultades económicas
o financieras de carácter general” (art. 69 LCQ, modificado por ley 25.589 art. 18)introduciendo en nuestra legislación con fuerza futura incontenible la prevención de la crisis,
posibilidad de anticiparse más que de trabajar sobre ella.
Se incorporan como Anexos II, III, IV, V y VI, esquemas de los principales
procedimientos concursales.
Por su trascendencia, es importante recordar que para que exista un proceso concursal
necesitamos tres requisitos sustanciales: 1) subjetivo: que se trate de un deudor concursable; 2)
objetivo: que dicho deudor se encuentre en estado de cesación de pagos –con la interesante
excepción señalada ut supra-; 3) procesal: que un Juez dicte una sentencia constituyendo al
deudor en concursado o quebrado, o en trámite de homologación de un APE.
Presentado de otra forma, a riesgo de ser reiterativo, en la sentencia (art. 14, 69, 88 y 89
LCQ) se constata la existencia de los requisitos sustanciales subjetivo y objetivo y, una vez
acreditados, es constitutiva del estado de concurso –preventivo, de homologación de APE o de
quiebra-. Recién con esa Sentencia tenemos un proceso concursal y se producen sus efectos.
V) Los principios procesales.
La forma como se concibe, como se reglamenta, el “combate”23 judicial -con más
purismo el debate-, la visión de su desarrollo, de su desenvolvimiento, la asignación de
prioridades respecto a los posibles resultados a obtener, el orden prioritario de la protección de
los intereses disputados, o desde otro punto de vista, la concepción del orden de los perjuicios a
evitar, son algunas de las razones que inspiran la legislación procesal en cada ordenamiento
jurídico.
Vamos a encontrar diferentes posiciones respecto a cada uno de los aspectos señalados,
contrapuestas, acordes a distintas concepciones de la vida, referidas al contexto histórico en que
se formulan. Cada ordenamiento toma una postura desde la cual se construye todo el andamiaje
jurídico procesal encausando la actuación de la justicia. No hay ordenamiento neutro frente a las
cuestiones señaladas, todos tienen una posición sobre esos temas, desde la cual se construye y
sustenta el servicio de justicia.
23
Ver Carnelutti, Francesco, “Cómo se hace un proceso”, colección Monografías Jurídicas número 56,
Editorial Temis, Bogotá, 1999, págs. 7 y siguientes, donde enseña que “el proceso, después de todo, es el
subrogado de la guerra. Es, en otras palabras, un modo para domesticarla”. En otro sentido, Rudolph Von
Ihering en su libro “La lucha por el derecho”, primera publicación año 1872, traducción Adolfo Posada,
Fabián J. Di Plácido Editor, Buenos Aires 1998, pág. 57, enseña: “La idea del derecho encierra una
antítesis que nace de esta idea, de la que es completamente inseparable: la lucha y la paz; la paz es el
término del derecho, la lucha es el medio para alcanzarlo”.
Buscando estructuras lógicas que se acepten en los ordenamientos jurídicos de distintos
países –comunes a todos aunque con diferencias al momento de darles forma-, podemos
identificar lo que en nuestra cultura jurídica llamamos “debido proceso”, “proceso debido”,
garantías procesales mínimas para un ser humano, que si se afectan niegan la existencia de
justicia y lo que se actúa en su nombre.
Reiterando lo ya expuesto, podemos considerar por debido proceso aquellas reglas que
aseguran el derecho de defensa de las partes (arts. 18 y 75 inc. 22º C. N.24) y como mínimo
comprenden: igualdad de oportunidades de las partes ante situaciones similares; bilateralidad o
contradicción como condición para cada decisión del órgano jurisdiccional; y congruencia entre
lo planteado por las partes, la prueba producida, el derecho objetivo y la decisión jurisdiccional.
Recordemos que partimos de considerar el proceso como una sucesión coordinada de
actos procesales tendientes a lograr un fin.
Los principios procesales son las directivas u orientaciones generales en que se inspira
cada ordenamiento jurídico procesal25, para estructurar los procesos y demás aspectos de la
función jurisdiccional.
El primado de diferentes principios responde a circunstancias históricas, políticas y
sociales vigentes en la comunidad de que se trata. Sirven para que el legislador estructure las
instituciones procesales, facilitan el estudio comparativo de los diversos ordenamientos, y
constituyen guías interpretativas de las normas procesales vigentes. Cualquiera que sean los
principios adoptados, las normas deben garantizar el “debido proceso”.
No hay absoluta coincidencia respecto al número de principios y su clasificación, no
obstante lo cual se pueden enunciar los que generalmente son aceptados. En otro apartado
abordaremos los principios vigentes en el proceso concursal, que en nuestro derecho tiene
importantes particularidades.
Veamos algunos de los principios procesales vigentes en nuestro derecho procesal civil
y comercial, tomando las disputas de derechos entre particulares, y respecto de algunos de ellos
mencionaremos principios alternativos.
a) Principio dispositivo. Se denomina así el principio procesal vigente en aquellos
ordenamientos, como el nuestro, que dejan exclusivamente a las partes la iniciativa y actividad
procesales, quedando el Juez en una posición más pasiva o expectante.
Se concreta en:
- la iniciativa procesal: iniciar el proceso, es decir, ejercer el derecho de peticionar a las
autoridades, en el caso, al órgano jurisdiccional, sin cuya solicitud no se inicia el proceso.
- disponibilidad del derecho material: como titulares del derecho subjetivo, las partes
tienen además de la iniciativa, la posibilidad de renunciar o perseguir el reconocimiento, de la
relación jurídica que es base de la acción judicial, pudiendo disponer del mismo en cualquier
momento, es decir, renunciar o transigir el derecho.
- impulso procesal: una vez iniciado el proceso, las partes pueden –carga procesalinstar la prosecución del proceso hasta la sentencia definitiva, haciendo las peticiones procesales
pertinentes con ese fin. El no “impulsar” es una forma de disponer de la “iniciativa procesal”.
- delimitación del “thema decidendum”: la iniciativa que se otorga a las partes se
completa al dejarle también a su discreción, la definición de los aspectos que se someten al
conocimiento y decisión del órgano jurisdiccional, simbólicamente “el marco” dentro del cual
deberá decidir el órgano jurisdiccional.
- aportación de los hechos: como otra cara de la misma moneda, de la decisión
solicitada; las partes deben indicar los hechos que deben ser considerados por el órgano
jurisdiccional y que se consideran vinculados al derecho subjetivo invocado. Se relaciona
estrechamente a la delimitación del “thema decidendum”.
24
Ver “Declaración Americana de los derechos y deberes del hombre”, Capítulo I – Derechos, artículos
XVIII Derecho de Justicia y XXVI Derecho a proceso regular; “Declaración universal de derechos
humanos”, arts. 8 y 10; “Convención Americana sobre derechos humanos”, Parte I Deberes de los
Estados y Derechos Protegidos, Capítulo II Derechos civiles y políticos, artículo 8 Garantías judiciales –
doble instancia en lo penal-, artículo 25 Protección judicial.
25
Sigo en esta exposición, en términos generales, a Lino E. Palacio, obra citada, página 63 y siguientes.
- aportación de la prueba: este panorama de libertad y discrecionalidad otorgado a las
partes, se completa dejando a las mismas la indicación de las fuentes de prueba que intentan
utilizar para aportar en el proceso elementos de convicción suficientes para que el órgano
jurisdiccional se expida sobre los hechos que se le presentaron y el “thema decidendum”.
En conclusión, pareciera que con este principio se privilegia la “verdad formal”, la
“verdad procesal”, la “verdad para las partes”, sin intentar encontrar prioritariamente y frente a
ella, la verdad sustancial. El Juez está limitado a lo que aportan las partes.
Opuesto o como alternativa a este principio dispositivo encontramos el principio
inquisitivo, que le da mayor ingerencia al órgano jurisdiccional en todos o algunos de los
aspectos que hemos mencionado antes.
Determina que un proceso puede o bien iniciarse aún contra la voluntad de las partes –
situación extrema, sólo vigente en cuestiones penales, muy excepcionalmente en cuestiones
civiles-, o bien, una vez iniciado el proceso por las partes, deja librado al órgano jurisdiccional
la determinación de todos o algunos de los restantes aspectos antes mencionados: la
delimitación del “thema decidendum”, los hechos vinculados al mismo, las fuentes de prueba a
utilizar, la investigación. Como ejemplo conocido podemos señalar el proceso penal, en el que
la iniciativa está en manos de un órgano estatal –de oficio-, la investigación la realiza el mismo
Estado –con todas las garantías para la defensa-.
En la Ordenanza Civil Alemana encontramos que la iniciativa le corresponde a las
partes, pero luego alguno de los otros aspectos, como contribución a la búsqueda de la verdad
substancial, los puede establecer el órgano jurisdiccional –aportación de hechos a considerar,
fuentes de prueba, por ejemplo-.
Es el momento oportuno para destacar que no vamos a encontrar en total pureza a
ninguno de los principios procesales, generalmente hay predominio de alguno de ellos.
b) Principio de contradicción, también llamado de bilateralidad o controversia. En el
ordenamiento procesal que aplica este principio las leyes procesales otorgan a quienes pudieren
enfrentar una decisión judicial que los afecte, la oportunidad de ser oídos y de producir pruebas.
Es suficiente con que se le facilite la oportunidad –carga procesal-, no es necesario que
efectivamente la haya ejercido.
Si afectamos este principio, lesionamos el derecho de defensa en juicio de la persona y
de los derechos (art. 18 C. N.).
c) Principio de escritura. En el ordenamiento procesal estructurado bajo este principio,
el tribunal conoce a través de escritos las pretensiones de las partes y todas sus peticiones,
incluso cuando se desarrolla una audiencia se escribe un acta que refleja lo que en ella se actúa.
Opuesto o alternativo a este principio está el principio de oralidad, bajo cuya vigencia
se requiere que el tribunal funde su sentencia en lo que se hubiera expresado verbalmente ante el
mismo por las partes o demás intervinientes. Exige la vinculación directa e inmediata del
tribunal con todos los elementos de juicio producidos en el proceso, mientras que en el principio
de escritura intermedia el papel. De incorporarse escritos u otros documentos, los mismos deben
leerse y exhibirse en audiencia ante el tribunal y las partes.
Es prácticamente imposible pensar en un proceso instrumentado exclusivamente bajo el
principio de oralidad, generalmente la demanda, contestación y otros actos relevantes, deben ser
formulados por escrito en algún momento, al menos en instancia preparatoria del proceso.
Del mismo modo, los procesos instrumentados bajo el principio de escritura prevén que
algunos actos se desarrollen en audiencia y se resuelvan en la misma las peticiones que se
efectúen, dejándose constancia en el acta. Cuando el proceso prevé doble instancia,
necesariamente debe primar un principio de escritura, para permitir la intervención del tribunal
de alzada que revise lo resuelto por el anterior.
d) Principio de publicidad. El ordenamiento procesal estructurado bajo este principio
establece la posibilidad de que los actos procesales sean conocidos, incluso presenciados, por
quienes no son parte, ni funcionarios o auxiliares en el proceso. El fundamento de la vigencia
de este principio radica en principio y como mínimo, en la conveniencia del control de la
opinión pública como medio de fiscalizar la conducta de magistrados y litigantes. Por otra parte,
la función jurisdiccional acerca la participación del pueblo a su desenvolvimiento, lo cual en
otros derechos se refleja en la participación de jurados –derecho anglosajón- o jueces escabinos
–derecho germánico-. Se excluye de esta publicidad amplia las causas referidas a menores, las
que incluyen aspectos que hacen a la intimidad o el pudor de las personas, o cualquier otra razón
justificada.
e) Principio de preclusión. En los ordenamientos procesales en los que el proceso se
halla estructurado en fases o etapas sucesivas, en cada una de ellas deben cumplirse los actos
procesales previstos para ese momento procesal, privándole de eficacia a los que se realizan
fuera del período estipulado. En virtud de este principio adquieren carácter de firme o definitivo
los actos cumplidos dentro del período pertinente y se extinguen las facultades procesales –
cargas procesales- que no se ejercen oportunamente. Este principio predomina en nuestro
derecho y está ligado, generalmente, al principio dispositivo.
Opuesto o alternativo al principio de preclusión encontramos el principio de unidad de
vista de causa o de indivisibilidad. Es el que rige en la Ordenanza Civil Alemana, los actos no
están sujetos a un orden consecutivo riguroso, y en el mismo las partes pueden formular
peticiones hasta que el tribunal declara el asunto en condiciones de ser fallado. Este principio
lo podemos pensar naturalmente asociado al principio inquisitivo, en el que el tribunal tiene una
posición más activa como director del proceso.
f) Principio de economía procesal. La vigencia de este principio en los ordenamientos
procesales, concreta la intención de abreviar y simplificar el proceso, evitando su dilación
innecesaria, así como el dispendio de esfuerzo procesal evitable.
En términos generales, este principio propone impedir que alguna de las partes cometa
abusos, amparado en las potestades que le otorga el principio dispositivo. En un proceso
estructurado bajo el principio inquisitivo, la iniciativa en manos del propio tribunal permite
evitar esos eventuales abusos de derecho.
Lo encontramos asociado y concretado en principios de: concentración, eventualidad,
celeridad y saneamiento. Veamos los mismos.
El principio de concentración de actos y audiencias persigue la reunión de toda la
actividad procesal en la menor cantidad de actos, evitando su dispersión.
Mediante el principio de eventualidad se busca que todas las alegaciones que deben
hacerse en una misma etapa procesal se planteen en forma simultánea, no en forma sucesiva.
El principio de celeridad está presente en normas que impiden la prolongación de los
plazos procesales, estableciendo su perentoriedad, y limitan trámites procesales superfluos,
principalmente en cuanto al sistema de notificaciones personales.
El principio de saneamiento o expurgación otorga al juez deberes-facultades para
resolver sin más trámite todas aquellas cuestiones que puedan entorpecer el pronunciamiento
sobre el mérito de la causa, y el deber de señalar antes de dar trámite a cualquier petición, los
defectos u omisiones de que adolezca, ordenando subsanar lo que corresponda para evitar
nulidades.
g) Principio de adquisición. De acuerdo a este principio todas las partes de un proceso
se benefician o perjudican con el resultado de los elementos aportados a la causa por cualquiera
de ellas, impidiendo que puedan desistir si lo aportado los perjudica. Una vez incorporado al
proceso, principio dispositivo, ya no le pertenece a la parte que lo solicitó o introdujo.
h) Principio de inmediación. El ordenamiento procesal estructurado con este principio
exige el contacto directo y personal del tribunal con las partes y los elementos del proceso.
Permite una mejor compenetración del tribunal con la controversia y los distintos aspectos del
proceso, contrapesando la pasividad que implica la aplicación de los principios procesales
dispositivo y de escritura.
i) Principio de legalidad de las formas. La aplicación de este principio excluye la
posibilidad de que las partes acuerden libremente requisitos de forma, tiempo y lugar del
proceso judicial, debiendo sujetarse a los que se fijan en las leyes procesales.
j) Principios alternativos.
Debe reiterarse que los indicados en apartados “a” a “i” son los principios procesales
vigentes en nuestra normativa procesal civil y comercial, con la salvedad que las normas
procesales son dictadas por las provincias pues constituyen facultades no delegadas en la
Nación (Art. 121 C. N.). Así, por ejemplo, encontramos oralidad en algunas normas procesales
provinciales, particularidades en los procedimientos laborales, etc.
Podemos pensar haciendo un ejercicio abstracto, como alternativa a los principios
predominantes en nuestra cultura jurídica, un sistema procesal civil y comercial que se
estructure conforme lo indicado como “principios opuestos o alternativos” en cada caso, de
acuerdo con principios procesales inquisitivo –por ejemplo, iniciativa de las partes y variantes
en los demás aspectos-, oralidad –o un intermedio, oral y actuado, por ejemplo-, vista única de
causa, contradicción, publicidad, economía procesal, etc.
Debe tenerse presente que el sistema procesal siempre responde a la cultura propia de la
sociedad y de los operadores jurídicos, resultando muy difícil introducir sólo por vía legislativa
cambios radicales en las prácticas diarias. Un ejemplo es el juicio por jurados, que fue incluido
en nuestra Constitución Nacional en 1853 como una cláusula programática (art. 24),
encontrando recién en época reciente algún intento por establecerlo.
A modo de reflexión final sobre los principios procesales vigentes y en relacionándolo
con el tema que se trata en este trabajo, los mismos dependen de los fines del proceso de que se
trate26. Siempre teniendo en cuenta que no vamos a encontrar un principio procesal en forma
pura en ningún sistema procesal –principio dispositivo o inquisitivo, por ejemplo- sino que
predomina alguno de ellos, respondiendo a las particularidades de los intereses en juego y de la
actitud de los operadores jurídicos, que definen el tipo de proceso de que se trate.
Estas últimas observaciones las retomamos y desarrollamos al tratar los principios
procesales en el proceso concursal.
VI) Normas procesales concursales.
Se pueden analizar las facultades y los deberes de los intervinientes en los diferentes
procedimientos del proceso concursal, relacionándolas con los cuadros expuestos en Anexos II,
IV y VI. Estas facultades y deberes van a definir las características del proceso concursal y nos
van a permitir concluir respecto a los principios procesales que deben tomarse como
orientadores en la interpretación y aplicación de las normas del proceso concursal.
En la ley concursal vamos a encontrar procedimientos previos al proceso concursal, y
una vez constituido el proceso concursal –sentencia de apertura-, en el desarrollo del mismo
encontraremos fases o etapas “necesarias” y fases o etapas “voluntarias”27. Anticipamos que
esta última distinción nos va a permitir identificar procedimientos de tipo procesal “inquisitivo”
o “dispositivo”, por los deberes-potestades de los órganos del proceso.
a) Trámites previos.
Hay trámites previos a la sentencia de apertura y constitución del concurso, ya se trate
del procedimiento de concurso preventivo, de homologación de un acuerdo preventivo
extrajudicial o de quiebra directa.
La iniciación del trámite depende de la solicitud del deudor –procedimiento de
concurso preventivo, procedimiento de homologación de acuerdo preventivo extrajudicial y
procedimiento de quiebra directa a pedido del propio deudor- o de la solicitud de un acreedor –
procedimiento de quiebra directa a pedido de un acreedor: arts. 80, 83, 84, 85 y 87 LCQ-.
Recordemos que durante el procedimiento previo a la sentencia del tribunal -arts. 14, 69
y 88/89 LCQ- no está en curso un “proceso concursal” propiamente dicho, no se producen
ninguno de los efectos específicos del estado de concursado. Estamos ante un procedimiento
previo al “concurso” mismo.
Para el procedimiento de concurso preventivo la ley prevé un plazo adicional para
completar los requisitos formales incompletos o pendientes (art. 11 in fine LCQ), pudiendo
disponer de su acción el deudor presentante –desistimiento- hasta la primer publicación de
edictos (art. 31 LCQ), luego necesitará la conformidad de un porcentaje de acreedores. El
impulso procesal en este procedimiento depende del propio deudor, quien deberá efectuar la
publicación de edictos (art. 27 último párrafo LCQ) y justificarla oportunamente (art. 28 2do
26
Ver una clasificación de los tipos de procesos en el Anexo I a este trabajo.
Ver Maffia, Osvaldo J., “El juez del concurso (V) – Aproximación al carácter inquisitivo del proceso
concursal”, diario El Derecho, tomo 181 página 1303.
27
párrafo LCQ), produciéndose los efectos luego de la sentencia constitutiva del proceso (art. 14
LCQ) y desde la presentación del pedido de apertura del concurso como regla general.
Para el procedimiento de homologación del Acuerdo Preventivo Extrajudicial, nos
encontramos con un contrato privado, perfectamente vigente de acuerdo a sus cláusulas para los
que lo han suscripto, las partes del mismo –deudor y acreedores que adhieren con su
conformidad-. El deudor puede disponer de la acción que impulsa solicitando la homologación
judicial de dicho acuerdo.
Para el procedimiento de quiebra directa a pedido del propio deudor, además de
acompañar los requisitos requeridos para el concurso preventivo (art. 86 LCQ), si bien se limita
el desistimiento del deudor de su propio pedido (art. 87 2do párrafo LCQ) a que no esté iniciada
la publicación de edictos y se “desacredite” el estado de cesación de pagos, la jurisprudencia
admite como suficiente la invocación del error al alegar el mismo.
Para el procedimiento de quiebra a pedido de acreedor, éste puede disponer de su
acción –desistir- hasta que se hubiera efectuado la citación del deudor prevista en el art. 84 LCQ
(conforme art. 87 1er párrafo LCQ). No obstante, el impulso del proceso depende del propio
acreedor.
Es concluyente para caracterizar este período introductorio del proceso, la vigencia de
la norma procesal de perención o caducidad de instancia28 conforme el ordenamiento procesal
local. Recién luego de la sentencia constitutiva del concurso se aplica la disposición pertinente
de la normativa concursal, que excluye la perención de instancia en el proceso concursal (art. .
277 LCQ).
b) Proceso concursal: afectación de derechos.
Para el análisis que sigue me voy a centrar en el procedimiento de concurso preventivo
y el procedimiento de quiebra, omitiendo por sus particularidades referirme al procedimiento de
homologación del acuerdo preventivo extrajudicial, que no va a alterar las conclusiones a las
que se arriba.
Una vez dictada la sentencia constitutiva del procedimiento de concurso preventivo o
de quiebra -arts. 14, 69 y 88/89 LCQ-, se producen los efectos propios del estado de concursado
del deudor, tanto respecto a la persona del propio deudor como respecto al patrimonio del
mismo.
Tanto el deudor como sus acreedores, ven alterados derechos patrimoniales que tienen
jerarquía constitucional, en forma temporal primero durante el trámite del proceso y en forma
definitiva al alcanzar los objetivos particulares de cada procedimiento –reorganización
empresaria y, fundamentalmente, del pasivo, o liquidación del patrimonio del deudor-.
El deudor está afectado por el desapoderamiento de sus bienes y por limitaciones en su
propia capacidad, mientras que los acreedores se ven desde un principio sujetos a restricciones
en el ejercicio de sus derechos y finalmente, alterados en forma definitiva los mismos. Por
ejemplo, exigencias a satisfacer para el reconocimiento de su derecho, novación de las
obligaciones, extensión a todos los acreedores de los términos del acuerdo preventivo
homologado, aplicación de un término uniforme de prescripción, cobro de un porcentaje de sus
acreencias, postergación de sus derechos conforme un orden de preferencias no previsto al
momento de contratar con el deudor, etc.
Pero, mucho más grave aún, esta restricción o afectación de derechos alcanza también a
aquellos acreedores que no participan del proceso concursal o que se oponen a la propuesta del
deudor, que finalmente resulta homologada (arts. 56 y 76 LCQ).
Para resaltar la importancia de lo expuesto en el párrafo anterior, esta misma afectación
de derechos producida fuera del marco de un proceso concursal, sería suficiente fundamento
para solicitar y lograr la revisión de acto que lo ocasione, por afectar ilegítimamente derechos de
jerarquía constitucional.
A lo recién expuesto, cabe agregar lo dicho anteriormente, respecto al actual “derecho
de la empresa en crisis”, que afecta un complejo conjunto de intereses alcanzados por la crisis
28
“La caducidad o perención de la instancia constituye un modo de extinción del proceso que tiene lugar
cuando en él no se cumple acto de impulso alguno durante los plazos establecidos por la ley” (Palacio, ob.
cit., pág. 557, párrafo 311).
empresaria y el objetivo actual de la legislación concursal, que prioriza la reorganización de la
empresa y su permanencia, más que la liquidación de su patrimonio.
c) Reglas procesales.
En el desarrollo del proceso concursal, a partir de la sentencia constitutiva del mismo,
la sucesión de actos procesales están establecidos a lo largo de la propia ley –ver el esquema
general de su desenvolvimiento en los anexos de este trabajo-.
Los aspectos particulares de normas procesales están tratadas en el Título IV de la
LCQ, que incluye aspectos comunes a todos los procedimientos concursales en el Capítulo III
“Reglas procesales”, desarrolladas en dos secciones: las “normas genéricas” y los “incidentes”.
Ambas secciones son igualmente relevantes a nuestro objetivo, que es establecer
finalmente el tipo de procesal a que se adscribe el proceso concursal. Comenzaremos por las
normas genéricas, pero por la trascendencia que tienen trataré en apartados separados las
facultades-deberes del juez y del síndico que, como órganos concursales, además de las
establecidas en este capítulo, tienen las establecidas en el resto de la LCQ.
d) Normas genéricas.
Como ya se anticipó, “el ordenamiento positivo concursal contiene disposiciones de
fondo y forma, pues la regulación de los efectos propios de la insolvencia resulta inconcebible
sin la instrumentación de un proceso de ribetes muy especiales. Las características del
ordenamiento concursal tienden a que éste sea, en principio, autosuficiente. Por ello se
consagran reglas procesales aplicables en los concursos que, muchas veces, son diferentes a los
principios que rigen iguales temas en las leyes de rito locales (términos mínimos, inapelabilidad
como regla y apelabilidad como excepción, notificación tácita como regla, etcétera)”29.
El principio general enuncia que se aplican al proceso concursal, salvo disposición
expresa en contrario, las reglas procesales contenidas en la Sección I del Capítulo III LCQ,
“normas genéricas”. Veamos su contenido.
Términos. Respecto a los plazos, si expresamente no se dispone uno especial, el término
o plazo es de cinco días, es perentorio –su vencimiento se produce por el solo transcurso del
tiempo, sin necesidad de decisión judicial- y en su cómputo sólo se tienen en cuenta los días
hábiles judiciales (art. 273 incs. 1º y 2º LCQ), salvo que la misma ley disponga en una norma
particular lo contrario.
La perentoriedad se justifica por la dinámica que se pretende imprimir a las actuaciones
procesales emergentes del concurso.
La jurisprudencia ha resuelto la aplicación en los procesos concursales, del día de
gracia previsto en los códigos de rito locales, atendiendo que la LCQ admite la aplicación de las
normas procesales locales en cuanto no sean incompatibles con la rapidez y economía del
trámite concursal. El “día de gracia” es la posibilidad de cumplir en término un acto procesal,
haciéndolo en las dos primeras horas hábiles judiciales, del día inmediato siguiente al de su
vencimiento.
Inapelabilidad. Las cuestiones decididas por el juez concursal son inapelables (art. 273
inc. 3º LCQ), salvo disposición expresa en contrario de la propia norma concursal.
La jurisprudencia ha admitido recursos contra resoluciones que exceden la tramitación
ordinaria del proceso, además de aquéllas en que está afectado el derecho de defensa en juicio o
causan un perjuicio que no puede ser reparado con posterioridad30, aunque la LCQ no lo prevea.
Trámite y efectos de los recursos. Cuando la LCQ admite la apelación, ésta se tramita
en relación –se sustancia la interposición del recurso y su fundamentación, ante el tribunal que
dicta la medida- y con efecto suspensivo –se suspenden los efectos del auto recurrido mientras
29
Rouillón, Adolfo N., “Régimen de Concursos y quiebras. Ley 24.522”, 15 edición actualizada y
ampliada, editorial Astrea, Buenos Aires 2006, pág. 385.
30
Digesto Práctico La ley, Concursos, tomo III, segunda edición, Director Adolfo A. N. Rouillon,
Buenos Aires, 2003, pág. 425, parágrafo 15.541.
no quede firme agotado el procedimiento recursivo- (art. 273 inc. 4º LCQ), salvo que la propia
ley especifique otro procedimiento de trámite o efectos31.
Notificaciones. El principio general indica que se efectúan en forma automática o
tácitamente, excepto la citación a las partes (art. 273 inc. 5º LCQ).
Automáticamente, es decir que las resoluciones quedan notificadas por ministerio de la
ley en los respectivos días de nota en que las partes tienen la obligación de concurrir al tribunal
a notificarse –martes y viernes o siguiente hábil, si éstos fueran inhábiles o feriados, en la
mayoría de los ordenamientos procesales locales, que se aplica supletoriamente-.
O tácitamente, por retiro del expediente, cuya constancia importa la notificación de
todas las resoluciones dictadas en el expediente hasta esa oportunidad.
En beneficio de la rapidez del trámite concursal, sólo en casos de excepción que indique
la misma LCQ se deberá notificar personalmente o por cédula, así como en aquellos casos en
que fundadamente lo establezca el juez en su carácter de director del proceso.
Domicilio constituido. El domicilio constituido en el proceso concursal subsiste hasta
que se constituya otro o quede firme la resolución que pone fin al proceso (arts. 273 inc. 6º y 12
LCQ).
Remisión del expediente fuera del juzgado. Se prohíbe la remisión del expediente
correspondiente al proceso concursal fuera del juzgado donde tramita el mismo (art. 273 inc. 7º
LCQ), salvo a requerimiento en una causa penal y por el término máximo de cinco (5) días.
Anotación sin previo pago de arancel, tasa o gastos. Se exceptúan del pago previo de
aranceles, tasas o gastos, las inscripciones necesarias para la preservación del patrimonio del
deudor u otros trámites (art. 273 inc. 8º LCQ). Esta constancia se incluye en los libramientos
que se efectúan en cumplimiento de las decisiones judiciales que ordenan las medidas.
Dichos aranceles, tasas o gastos son “gastos de conservación y justicia” (art. 240 LCQ)
y se abonan sin necesidad de verificación.
Carga de la prueba. La carga de la prueba en cuestiones contradictorias se rige por
principios comunes conforme la naturaleza de la relación de que se trate (art. 273 inc. 9º LCQ).
En este aspecto no se alteran las normas procesales generales.
Cumplimiento de plazos. En el art. 273 último párrafo LCQ, se establece la
responsabilidad del juez por el cumplimiento de todos los plazos y su inobservancia
injustificada, causa de falta grave.
Este señalamiento debe observarse en relación con el resto de las facultades-deberes
que se le imponen al juez, que vemos, por su trascendencia para este trabajo, en un parágrafo
separado.
Ministerio público: actuación.
El conjunto de intereses en juego que exceden el
propio del deudor y acreedores, y la afectación de derechos constitucionales, son suficiente
fundamento para provocar la actuación del Ministerio público en resguardo de la legalidad.
No obstante lo expuesto, a fin de no dilatar el trámite del proceso, ya desde la ley
19.551 se limita la intervención del Ministerio público, que en la actual ley 24.522 conforme el
art. 276 corresponde en el concurso preventivo sólo en la alzada, en el trámite del recurso del
deudor o del acreedor impugnante (art. 51 LCQ).
En la quiebra el Ministerio público no tiene intervención en los trámites realizados ante
el juez concursal. En la alzada, en cambio, se le corre vista en los trámites de todos los recursos
en que interviene el síndico (art. 276 LCQ).
El deber funcional conforme lo dispuesto en el art. 276 LCQ es dictaminar
fundadamente sobre la procedencia o no de los recursos de los cuales se les corre vista, pero no
excluye la actuación del ministerio público cuando encuentra fundamento en la ley local de
organización del mismo.
Cuando corresponde la intervención del Ministerio Público, al contestar la vista que
debe corrérsele, éste no está restringido por el tema motivo del recurso, puede asumir la calidad
31
Ver respecto a la actuación del síndico ante los recursos ordinarios: Ibazetta, Tristán Edgardo y Lopez
Lavoine, Jorge Mario, “Recursos previstos en la Ley 24.522. La actuación del síndico ante los recursos
ordinarios”, Osmar D. Buyatti Librería Editorial, Buenos Aires, 1999.
de parte requirente –ejerce la facultad requirente32- a efectos de preservar la legalidad en el
proceso concursal, interpretándose que puede efectuar las peticiones que entienda acordes a su
competencia y funciones33.
Perención de instancia. La ley 24.522 establece que no perime la instancia en el
concurso, pero en todas las demás actuaciones y en cualquier instancia, la perención opera a los
tres meses (art. 277 LCQ). Un plazo particular de perención de seis meses establecen los arts.
164 y 174 LCQ, para el procedimiento en juicio ordinario de extensión de la quiebra o de
responsabilidad.
Esta disposición requiere algunas aclaraciones.
La norma rige una vez dictada la sentencia de constitución del concurso preventivo o la
quiebra, momento a partir del cual el concurso termina por cualquier motivo previsto en la ley,
pero no por perención o caducidad de instancia.
En consecuencia, el pedido de quiebra formulado por un acreedor, conforme
interpretación jurisprudencial, es susceptible de concluir por caducidad de instancia hasta el
momento en que se dicte la sentencia de quiebra.
Todos los demás procedimientos, ya se trate de incidentes o recursos, salvo los
específicos o “necesarios” del desenvolvimiento del concurso, son susceptibles de terminar por
perención.
El cómputo del plazo de caducidad se efectúa conforme el código de procedimiento
local o, en su defecto, conforme el código civil arts. 25 y 26. Tratándose de un plazo en meses
(tres meses, art. 277 LCQ), el cómputo se efectúa por mes aniversario, hasta el tercer mes
posterior, contando desde la fecha de la última actividad procesal de impulso.
Leyes procesales locales. En todo lo que no esté expresamente dispuesto en la LCQ,
supletoriamente se aplican las normas procesales del lugar del juicio, siempre que sean
compatibles con la rapidez y economía del trámite concursal (art. 278 LCQ). Nos referimos a
las normas procesales locales para litigios con objeto civil y comercial.
Legajo de copias. La LCQ establece la formación de un legajo de copias, en el que
debe agregarse “copia de todas las actuaciones fundamentales del juicio y las previstas
especialmente por esta ley, … que debe estar permanentemente a disposición de los interesados
en secretaría. Constituye falta grave del secretario la omisión de mantenerlo actualizado. Todas
las copias glosadas en él deben llevar la firma de las personas que intervinieron. Cuando se trate
de actuaciones judiciales deben consistir en testimonios extendidos por el secretario. Las citas,
remisiones y constancias que deban hacerse de piezas del juicio, deben corresponder siempre a
las del original” (art. 279 LCQ).
Pretende ser un duplicado del original, con el fin de facilitar las consultas del
expediente del proceso concursal, tanto para salvaguardar el original como para agilizar las
consultas, que resultan generalmente dificultosas por el trámite normal del mismo.
Debe destacarse que no se pueden efectuar notificaciones en base a este legajo y
tampoco se pueden plantear nulidades, a partir de documentos agregados o faltantes en el
mismo. Es decir, que su valor a los efectos del trámite del proceso se limita a facilitar la toma
de conocimiento de los documentos agregados, sin otra consecuencia o validez.
e) Incidentes.
Concepto y caracterización.34
En el capítulo III de la LCQ dedicado a las reglas procesales, luego de la Sección I de
“normas genéricas” le dedica la Sección II a los “incidentes”, que es la denominación del
procedimiento especial genérico o procedimiento “tipo” previsto para tramitar todas las
cuestiones que teniendo relación con el concurso, no se encuentre sometida a un procedimiento
32
Ver Migliardi, Francisco, “Función requirente del Ministerio Público en la quiebra (jurisprudencia
comentada)”, diario El Derecho, tomo 139 página 666.
33
Ver: CNCom, sala A, febrero 8 1979 “Mancini, José c/Olivares de Córdoba SA s/quiebra”, revista La
Ley, 1979-B 250. Digesto Práctico La Ley, Concursos, III, pág. 491, parágrafo 16.117.
34
Ver: Stacco, Jorge Santos, “El incidente de verificación tardía: aspectos procesales”, “Anuario 1997.
Publicación de trabajos docentes”, Facultad de Ciencias Económicas, Universidad nacional de la
Patagonia “San Juan Bosco”, agosto de 1998, pág. 101.
especial y no se trate de un acto procesal correspondiente al proceso principal. Debe tramitar en
pieza separada, es decir, en expediente particular con carátula y foliatura propia (art. 280 LCQ),
en el marco del proceso concursal.
El trámite del incidente concursal es residual y ha quedado limitado con la sanción de la
LCQ en relación a la Ley 19.551, al haber desaparecido el incidente de calificación de conducta,
mientras que a las acciones de revocatoria concursal, responsabilidad de representantes y
terceros y extensión de quiebra, se les atribuye el trámite del proceso ordinario (ver arts. 119,
174 y 164 LCQ respectivamente)35.
Tratando de ubicar el procedimiento de los “incidentes” en una clasificación general de
los procesos (Anexo I), se trataría en principio y con carácter general: de un proceso singular,
judicial, por su contenido es contencioso, por su finalidad es de conocimiento, por su estructura
un plenario rápido. Al ser un procedimiento de conocimiento pleno la Sentencia producirá cosa
juzgada material
Respecto al tipo procesal, también en principio y con carácter general, el “incidente” se
aproxima al tipo procesal dispositivo, aunque tiene caracteres particulares con la participación
del síndico y el poder de dirección del juez, que lo diferencia de nuestros clásicos procesos
particulares –civil y comercial-, indiscutiblemente de tipo dispositivo. Recordemos que
difícilmente encontraremos un tipo procesal en estado puro.
Veamos las normas particulares, que justifican la conclusión anticipada.
Normas particulares.
En el escrito que se plantea el incidente debe ofrecerse toda la prueba y agregarse la
documental (art. 281 LCQ), debiendo plantearse conjuntamente todas las cuestiones incidentales
cuyas causas existieran simultáneamente y sean conocidas por quien lo promueve (art. 286
LCQ).
El Juez tiene la posibilidad de rechazar in limine la petición si la considera
manifiestamente improcedente. Si la admite corre traslado por diez días al accionado,
correspondiendo se notifique con las formalidades de la notificación de una demanda.
La contestación de demanda debe incluir el ofrecimiento de prueba y acompañar la
documental de que intente valerse (art. 281 LCQ).
La prueba tiene un plazo limitado de tiempo para producirla (art. 282 LCQ), la pericial
se practica por un perito o tres, designados de oficio según la complejidad del tema, a criterio
del Juez (art. 283 LCQ), mientras que los testigos se limitan a cinco (art. 284 LCQ). Vencido el
plazo de prueba, aún cuando exista alguna pendiente el Juez puede dictar Resolución si estima
que no es necesaria la faltante (art. 282 LCQ).
Cabe señalar que en los incidentes opera la perención de instancia a los tres meses (art.
277 LCQ).
La iniciativa procesal, la disponibilidad del derecho material planteado, la delimitación
del “thema decidendum”, la aportación al incidente de los hechos a discutir, la aportación de las
fuentes de prueba a utilizar –sujeto a las limitaciones impuestas por la LCQ- y el impulso
procesal que corresponde a las partes –la perención de instancia se produce a los tres meses-.
Lo indicado se corresponde con el tipo procesal dispositivo.
Esta inclusión de los “incidentes” en el tipo procesal dispositivo responde a considerar
que lo señalado como fundamento son los rasgos predominantes.
Pero sin dejar de advertir que circunstancias como la posibilidad de que el juez rechace
in limine la petición, que decida si corresponde designar uno o tres peritos, que una vez vencido
el plazo de prueba decida si corresponde esperar la pendiente o resuelve de inmediato, además
de la opinión necesaria del síndico (por ejemplo, la vista en los arts. 37 y 56 LCQ) en su
carácter de parte formal necesaria en todos los incidentes (art. 275 último párrafo LCQ), con su
intervención de control e investigación, son rasgos de una fuerte participación del órgano
jurisdiccional que lo aproxima o al menos incluye aspectos del tipo procesal inquisitivo.
Sólo es apelable, en el procedimiento de los incidentes, la Resolución que rechaza la
presentación in limine, al sólo efecto devolutivo (art. 281 LCQ), y la que pone fin al incidente
35
De acuerdo Rivera, Julio César, “Instituciones de Derecho Concursal”, Rubinzal Culzoni Editores,
Buenos Aires 1996, tomo 1, pág. 173.
(art. 285 LCQ), en relación y con efecto suspensivo (art. 273 inc. 4º LCQ), con la salvedad
respecto a los efectos recién indicados, que el recurrente puede replantear ante la alzada la
“revocación” (sic) “de las resoluciones que deciden artículo o que niegan alguna medida de
prueba ... fundadamente en el recurso previsto en el párrafo precedente”(art. 285 LCQ).
Un tema especial es el de los honorarios en los incidentes. En general, la norma del art.
287 LCQ es clara al “establecer que esta directiva sólo concierne a los incidentes de revisión de
verificaciones de créditos (es decir, al caso del art. 37, LCQ) y a las verificaciones tardías (art.
56, LCQ)”36.
f) Deberes-potestades del juez.
Cabe insistir que en el proceso concursal hay un interés mediato de la sociedad,
correspondiéndole al tribunal preservar el interés general –interés de quienes no intervienen en
el proceso directamente- y los eventuales derechos de acreedores insinuados en el concurso y
también de aquellos desconocidos, a quienes alcanzará la solución concursal.
En las normas procesales genéricas se establecen deberes-potestades del juez (art. 274
LCQ), que se suman a las establecidas a lo largo de toda la ley 24.522, y la atribución de
competencias-deberes a un órgano concursal, el síndico. Ambos aspectos son definitorios y
van a perfilar el proceso concursal en relación con los principios procesales.
La ley 24.522 incluye en esta sección de normas genéricas aspectos generales de los
deberes-potestades que se le atribuyen al tribunal (art. 274 LCQ).
Corresponde al juez la dirección del proceso, lo cual no aportaría diferencia entre un
juicio inquisitivo o uno dispositivo si a continuación no se caracterizara dicha facultad,
atribuyéndole la potestad-deber de disponer medidas de impulso del proceso y de investigación
que considere necesario. Es decir, una vez firme la sentencia de apertura del proceso, el juez
impulsa la marcha, el avance del mismo, así como decide qué investigar. Recordemos que
expresamente la LCQ establece que “es responsabilidad del juez hacer cumplir estrictamente
todos los plazos de la ley. La prolongación injustificada del trámite, puede ser considerada mal
desempeño del cargo” (art. 273 último párrafo).
A mero título de ejemplificación de la amplitud de facultades que se le atribuyen, se
enuncia que “puede disponer, entre otras cosas”:
- la concurrencia con la fuerza pública si citados resulta la incomparencia injustificada,
tanto en la investigación de actos de administración del deudor en el procedimiento de concurso
preventivo (art. 17 LCQ), como en la obligación de comparecer a dar explicaciones del
quebrado y administradores de la sociedad, cada vez que el juez los convoque (art. 102 LCQ).
- la presentación de documentos que el concursado o terceros tengan en su poder.
Estas facultades generales recién indicadas las ejerce el juez a lo largo del desarrollo del
proceso, una vez dictada la sentencia constitutiva del mismo, en los distintos momentos del
desenvolvimiento conforme se expone en los Anexos de este trabajo.
A fin de aportar ejemplos de los deberes-potestades indicados a lo largo de la ley
24.522 que tiene el magistrado y la trascendencia de los mismos, menciono: reconocimiento de
oficio de derecho de pronto pago de los créditos laborales –previo informe del síndico,
conforme reforma por ley 26.086-; adoptar las medidas necesarias para efectivizar el
desapoderamiento atenuado de los bienes del deudor concursado –arts. 16 y 17 LCQ, incluso
disponiendo la intervención judicial-; autorizar la ejecución de contratos con prestaciones
recíprocas pendientes –art. 20 LCQ, previa solicitud del deudor y vista al síndico-; suspensión
de remates y medidas precautorias –art. 24 LCQ-; reconocimiento de acreedores, monto y
privilegio –aún contra la opinión de deudor, otros acreedores y síndico, art. 36 LCQ-; resuelve
sobre la categorización de los acreedores según propuesta del deudor –art. 42 LCQ, respecto a la
cual opinó el síndico en su informe general-; homologación del acuerdo –aún faltando el voto
favorable de acreedores, art. 52 inc. 2º apartado “b” e inc. 4º LCQ-; y disponer las medidas
judiciales necesarias para su cumplimiento –art. 53 LCQ, sin necesidad de petición de
interesado-; ordenar el procedimiento en el caso de los supuestos especiales –art. 48 LCQ-;
disponer la extensión de la quiebra –arts. 160 y sgtes. LCQ-; la continuidad de la explotación de
36
Fassi, Santiago C. y Gebhardt, Marcelo, “Concursos y quiebras”, 7ma edición 1era reimpresión,
actualizada y ampliada, Editorial Astrea, Buenos Aires, 2001, pág. 534.
la empresa en la quiebra –arts. 189 y sgtes. LCQ-; la ineficacia de actos del quebrado –arts. 118
y 119 LCQ-; fijar el inicio del estado de cesación de pagos aún contra la opinión del síndico y
del deudor–art. 117 LCQ-; rechazar la demanda de revocación de la quiebra –art. 96 LCQ-; etc.
En definitiva, salvo el procedimiento previo del concurso que depende de la solicitud
del deudor –arts. 5, 77 inc. 3º, 82 y 86 LCQ- o de un acreedor –arts. 77 inc. 2º, 80, 81, 83, 84 y
85 LCQ-, una vez constituido el proceso concursal por la sentencia –arts. 14 y 88 LCQ-, en
términos generales no hay disponibilidad de la acción o el derecho. El juez dirige el proceso y
lo impulsa –recordemos que la instancia no perime-, no está acotado en sus facultades-deberes a
lo que puedan solicitar quienes actúan frente a él, no tiene restricciones respecto a los hechos ni
a la prueba de los mismos, debiendo ajustar su actuación a lo que establece la ley 24.522 y los
objetivos de la misma.
Para facilitar el cumplimiento de tan amplios deberes, la ley crea un órgano que es
exclusividad del ordenamiento concursal, la sindicatura, a quien atribuye importantes
competencias que coadyuvan al logro de los objetivos propuestos y los deberes-facultades del
juez. En el cumplimiento de su competencia, el síndico tiene competencias propias otorgadas
por la ley y no por el juez, ya que incluso tiene la potestad de apelar resoluciones del mismo –
por ejemplo, arts. 17, 24, 165, 191, 210, 214, 232 LCQ-. Estas competencias no alteran el
carácter de director del proceso del órgano jurisdiccional, del Juez.
A continuación vemos la competencia del síndico, en algunos aspectos que nos
interesan.
g) Deberes-potestades del síndico.
Remisión.
Para un análisis detallado del órgano sindical me remito a un estudio anterior37. Aquí
enfoco la función sindical en cuanto contribuye a caracterizar el proceso concursal.
En el proceso concursal las partes, en sentido material y formal, son estrictamente:
deudor y acreedores, pero con facultades limitadas a lo que la legislación concursal les permite,
con una participación procesal acotada a lo que la ley les autoriza, quedando desplazados en lo
restante por la actuación de los órganos concursales (art. 252 LCQ).
En el proceso entonces el concepto de órgano se contrapone al de parte, los órganos
constituyen los instrumentos mediante los cuales el proceso concursal opera y se desenvuelve38.
Los órganos del concurso (art. 275 último párrafo y 252 segundo párrafo LCQ) tienen
asignadas funciones judiciales y administrativas. Son personas físicas nombradas al efecto,
mediante los cuales el proceso opera y se desenvuelve, incluso se produce la gestión de un
patrimonio mientras se tramita el pleito, como forma de alcanzar los objetivos perseguidos.
Bonfanti y Garrone distinguen órganos de dirección y jurisdicción (Cámara de
Apelaciones y Juez), de los de dirección y administración (Juez, Síndico, Coadministrador,
Comité de acreedores) y de otros que llevan a cabo funciones específicas (enajenadores,
estimadores)39, con carácter de auxiliares del juez.
Para lograr dicho complejo cometido el tribunal va a contar entonces con distintos
auxiliares, órganos y funcionarios, entre ellos principalmente el síndico40.
Los poderes de la sindicatura son originarios, es la propia ley concursal la que le otorga
atribuciones, legitimación y responsabilidades, motivo por el cual lo consideramos órgano del
37
Ver: Stacco, Jorge Santos, “Funcionarios y empleados de los concursos. El síndico contador”,
Anuario 2002 Publicación de Trabajos docentes, edición de la Facultad de Ciencias Económicas de la
Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco, Trelew, 2003, página 199. Actualizado con la ley
26.086 en: Stacco, Jorge Santos, “Admisión del crédito laboral al pasivo y fuero de atracción. Ley
26.086”, Anuario 2005 publicación de trabajos docentes de la Facultad de Ciencias Económicas de la
U.N.P.S.J.B., en imprenta.
38
Bonfanti, Mario Alberto y Garrone, José Alberto, “Concursos y quiebras”, quinta edición actualizada,
Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1997, pág. 609.
39
Autores y lugar citado.
40
Ver al respecto: Maffia, Osvaldo J.: “El síndico, órgano del concurso” en “Revista del Derecho
Comercial y de las Obligaciones”, 1978, nº 64, pags. 997 y sgtes.; reproducido en “Verificación de
créditos” 4ta edición actualizada y ampliada, editorial Desalma, Buenos Aires, 1999, apéndice II, pág.
539 y sgtes.
concurso. La ley le confiere competencia para cumplir determinados actos que son imputados
al concurso, es decir, cuando el “concurso” percibe, demanda, paga o administra, cumpliendo
esos y otros actos el síndico, decimos que este órgano “tiene” tales poderes.
Si bien el art 251 LCQ enumera como funcionarios: “el síndico, …”, con rigor
terminológico estrictamente el síndico no es funcionario, pues no está integrado en la
administración de justicia con una designación permanente y sueldo, aspecto que sí lo distingue
al Juez, Fiscal, Secretario o peritos oficiales. Es órgano del proceso, sin ser funcionario del
mismo, pues entre órgano y funcionario hay una relación de género a especie.
En circunstancias que la ley le atribuye competencia, el órgano deberá actuar como
sujeto procesal necesario, es decir parte en sentido formal, mientras que el deudor y los
acreedores son parte en sentido formal y material.
Competencia del síndico.
Adaptando la clasificación propuesta por ARGERI41 para las funciones del síndico (art.
254 LCQ)42, verdaderos deberes-potestades, intentando resaltar algunas, tenemos las siguientes:
g, 1) función de vigilancia y control en el concurso preventivo: arts. 15 y stes. LCQ;
g, 2) función en relación con el andamiento del proceso y facultades del Juez: control
del procedimiento a fin de evitar dilaciones, art. 275, en relación con la sentencia de apertura –
arts. 14 y 88 LCQ- cumplir con lo ordenado por el juez –inscripciones, anotaciones, etc.-, vigilar
el cumplimiento de la publicación de edictos, denunciar el concurso ante la AFIP, DGR,
municipio; diligencias referidas al secuestro de libros y documentación, inscripciones, custodia
de locales; etc.;
g, 3) función en el proceso de verificación de créditos: arts. 32 a 35, 200, 202,
correspondiéndole recibir las solicitudes, investigar lo que considere relevante, recibir
observaciones e impugnaciones, y dictaminar respecto a las solicitudes; dictaminar en los
incidentes de revisión, art. 37 LCQ, y los de verificación tardía, art. 56 LCQ; es parte necesaria
en los juicios contra el deudor, art. 21 LCQ, y en todos los juicios de carácter patrimonial en los
que es parte el quebrado, art. 275 LCQ, etc.;
g, 4) función en relación con la información en el proceso: en relación con el pasivo,
arts. 35 y 200 LCQ, respecto al deudor y su activo, art. 39 LCQ, sobre la posibilidad de
continuación de la empresa, art. 189 LCQ, y en el informe final y proyecto de distribución, art.
218 LCQ;
g, 5) función en la continuación de la explotación de la empresa: puede decidir la
continuación inmediata de la explotación de la empresa, o previo informe, de autorizarse por el
juez, el síndico debe gestionar dicha continuación o controlar a quien se designe como
responsable, arts. 189 y sgtes. LCQ;
g, 6) funciones en relación a la conservación e integración del patrimonio del deudor:
este aspecto es limitado al control en el concurso preventivo, pero en la quiebra cobra una
dimensión superlativa, al ser el órgano sindical el encargado del desapoderamiento,
conservación, integración y custodia del patrimonio del deudor, arts. 106, 177 y sgtes. LCQ, así
como de instar la recomposición del patrimonio, arts. 118, 119 LCQ;
g, 7) función en la liquidación de los bienes: en la quiebra, desde la toma de inventario
de los bienes, art. 88 inc. 10º y 179 2do párrafo LCQ, el síndico debe impulsar la realización de
los bienes del quebrado, art. 203, por alguna de las formas previstas en la ley, art. 204,
formando lotes para su tasación y venta, teniendo especialmente en cuenta los que son asiento
de privilegios43, arts. 241 y 246;
41
Argeri-Argeri Graziani, "El síndico en el concurso preventivo" ed. 1976; cit. en p. 272 de Argeri, Saúl
A., “El síndico en el concurso de quiebra”, Ediciones jurídicas, Buenos Aires, 1991.
42
Incluida y analizada en: Stacco, Jorge Santos, “Funcionarios y empleados de los concursos. El síndico
contador”, Anuario 2002 Publicación de Trabajos docentes, edición de la Facultad de Ciencias
Económicas de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco, Trelew, 2003, página 199.
43
Ver Stacco, Jorge Santos: “Privilegios concursales: su orden y preparación de la distribución”,
“Anuario 1999”, publicación de trabajos docentes de la Facultad de Ciencias Económicas de la
U.N.P.S.J.B., Trelew, 2000, pág. 245.
g, 8) función en la distribución del líquido remanente: cumplida la liquidación,
conforme apartado anterior, le corresponde presentar el informe final, rendición de cuentas, y la
propuesta de distribución del líquido resultante, art. 218 LCQ, y con posterioridad las
propuestas de liquidaciones complementarias, art. 222 LCQ;
g, 9) función en relación con responsabilidades fiscales: la ley 11.683 de
procedimiento tributario atribuye al síndico el carácter de responsable por deuda ajena,
incluyéndolos entre los sujetos de derecho impositivo (art. 16 ley cit.), circunstancia de
frecuentes controversias por colisionar con la normativa concursal;
Relevancia de las funciones del órgano sindical. Destacando la relevancia que la LCQ
le atribuye al órgano sindical en el desarrollo del proceso, además de las funciones que se
establecen a lo largo de toda la ley (art. 254 LCQ), justamente en el capítulo III de Reglas
Procesales, con las Normas Genéricas, art. 275 primer párrafo LCQ, se le establecen fines
concretos: a) efectuar las peticiones para la rápida tramitación de la causa, b) la averiguación de
la situación patrimonial del concursado, c) los hechos que pueden haber incidido en ella y, d) la
determinación de sus responsables. En consecuencia, se le atribuyen competencias.
En definitiva, el órgano sindical es “parte en el proceso principal, en todos sus
incidentes y en los demás juicios de carácter patrimoniales de los que sea parte el concursado,
… ” (art. 275 LCQ último párrafo), parte necesaria en sentido formal, administrador de un
patrimonio, investigador de la situación patrimonial del deudor, sus causas y responsables. ¿Qué
función es más relevante a los fines del proceso?. Completa esta trascendencia el hecho de que
con su actuación desplaza a deudor y acreedores (art. 252 LCQ).
Con esos fines, el art. 275 LCQ agrega que “entre otras” –todas las que le asigna la ley
en su articulado, art. 254 LCQ- el síndico tiene “las siguientes facultades” –más precisamente
deberes-potestades-: a) librar todas las cédulas y oficios ordenados; b) solicitar directamente
informes a entidades públicas y privadas; c) requerir del concursado o terceros las explicaciones
que estime pertinentes; d) examinar, sin necesidad de autorización judicial alguna, todos los
expedientes judiciales o administrativos donde se ventile una cuestión patrimonial del
concursado; e) expedir certificados de prestaciones de servicios de los dependientes, destinados
a la presentación ante organismos de la seguridad social, según constancias de la contabilidad; f)
tener oficina abierta al público, hasta la presentación del informe individual; g) dar recibo con
fecha y hora, bajo su firma o de la persona autorizada expresamente en el expediente, en una
copia del escrito, de todos los que reciba en su oficina hasta la presentación del informe
individual.
Los deberes-potestades del síndico, así como los del Juez, los tomaremos en el apartado
siguiente para definir la ubicación del proceso concursal en una clasificación de los procesos.
VII) Proceso concursal y principios procesales.
Ya hemos descripto los elementos a partir de los cuales podemos definir los principios
procesales aplicables al proceso concursal.
Están expuestos los requisitos sustanciales que deben reunirse para constituir un
proceso concursal. También están señalados los diferentes procedimientos del proceso
concursal, en el capítulo IV y Anexos. Por último, se han descrito las principales facultades de
los órganos concursales, especialmente Juez y Síndico, en el Capítulo VI.
Son los deberes-potestades del órgano judicial, del tribunal, los que permiten concluir
sobre el principio procesal vigente en un proceso (una aproximación en el Capítulo V). Al
mismo tiempo, aceptado el principio procesal vigente en ese proceso, este principio será una
guía para interpretar el alcance de las facultades y deberes del tribunal en caso de duda o ante
lagunas.
Veamos los principios procesales aplicables a los distintos procedimientos o etapas del
proceso concursal.
a) Procedimientos previos.
Hay procedimientos previos a la constitución del proceso concursal, ya sea por
iniciativa del deudor o de un acreedor, procedimientos en los que todavía no hay un concurso.
En caso de quiebra directa a pedido de un acreedor se le corre vista al deudor, pero la
LCQ indica que a pesar de este procedimiento “no existe juicio de antequiebra” (art. 84 LCQ).
Durante este procedimiento previo o ante el pedido del propio concurso o quiebra por el
deudor, los titulares disponen de los derechos procesales: efectúan la solicitud de apertura del
proceso o no, luego impulsan el proceso lo cual constituye una carga procesal, si no lo hacen
procede la perención o caducidad de instancia conforme la normativa procesal local, pues aún
no se aplican las normas procesales particulares de la LCQ.
En la quiebra indirecta (ver causales en el Anexo V) y la que se dicta por extensión
(arts. 160 y 161 LCQ), es competente el juez que entiende en la quiebra que se pretende
extender (art. 163 LCQ), tramitándose el pedido por juicio ordinario (art. 164 LCQ). Se aplica
el código procesal del lugar de la quiebra principal (art. 278 LCQ) y, por disposición de la
propia norma, la perención o caducidad de instancia es a los 6 (seis) meses (art. 164 LCQ).
Todo lo indicado y conforme a lo expuesto en el capítulo V) apartado a), el trámite de
los procedimientos previos se corresponde con el tipo procesal dispositivo.
b) Proceso concursal.
El proceso concursal recién queda constituido con la sentencia de apertura, es complejo
y contiene una variedad de procedimientos según presentamos en el capítulo IV y Anexos II a
VI. Tenemos como procedimientos principales el concurso preventivo, la homologación de un
acuerdo preventivo extrajudicial y la quiebra.
En el proceso concursal encontramos algunos procedimientos necesarios, sin los cuales
no avanza hacia su objetivo y no existiría como tal. Por ejemplo, el procedimiento de
verificación de créditos es típico del proceso concursal, como la actuación del síndico órgano
del concurso, que se concreta en los informes que presenta, entre otras muchas funciones
señaladas anteriormente.
Junto a los procedimientos necesarios encontramos procedimientos eventuales, que
surgen en la medida en que hay intereses subjetivos que son ejercidos por sus titulares, que si
deciden no se presentarse en el proceso concursal particular no afectan la continuidad del
mismo. Su existencia no resulta esencial al desarrollo del proceso.
b,1) Procedimiento concursal necesario.
En el procedimiento concursal necesario, luego de la sentencia de apertura del proceso,
tanto las facultades del Juez como las del Síndico referidas en el capítulo VI, particularmente en
los apartados f) y g), tienen plena vigencia y van a permitir el desarrollo del concurso.
En ellos el Juez tiene el deber-potestad de admitir de oficio, previo informe del síndico,
el derecho de pronto pago de créditos laborales –art. 16 LCQ reformado por ley 26.086-,
disponer la separación del deudor de la administración de sus bienes –art. 17 LCQ-, suspender
remates y medidas precautorias –art. 24 LCQ-, resolver aún contra la opinión del deudor, otros
acreedores y el síndico, respecto a los acreedores que se insinúan tempestivamente –art. 36
LCQ-, decidir la categorización de los acreedores si hubiera propuesta del deudor –art. 42 LCQ, decidir la homologación del acuerdo aún cuando no se alcancen las mayorías en todas las
categorías de acreedores o su no homologación aún habiéndose alcanzado las mayorías legales –
art. 52 LCQ-, disponer las medidas necesarias para la ejecución del acuerdo –art. 53 LCQ-. Ver
para el procedimiento de quiebra los deberes-potestades del juez.
Teniendo presente lo expuesto en el capítulo V) apartado a), respecto al tipo procesal
dispositivo, observamos que las facultades de las partes en sentido formal y material están
postergadas frente a los amplios deberes-potestades que corresponden al Juez según se termina
de resumir en algunos ejemplos, en el párrafo anterior. Es responsabilidad del Juez el impulso
procesal y el cumplimiento de los plazos legales. El Juez tiene amplias facultades de dirección e
investigación, para lo cual cuenta con la participación del órgano sindical. No hay perención o
caducidad de instancia. En consecuencia y conclusión, el tipo procesal que se condice con lo
expuesto, es el inquisitivo.
“Palacio dice con claridad por qué otorga carácter publicístico al proceso concursal: `En
virtud de que por encima de la satisfacción de los derechos individuales de los acreedores y de
los que puede invocar el deudor el proceso concursal se halla orientado a la protección general
del crédito y a la preservación de la buena fe ... desde antiguo se le viene reconociendo carácter
publicístico que se exterioriza fundamentalmente en la prevalencia de los poderes que las leyes
otorgan al órgano judicial respecto de las facultades dispositivas de las partes o peticionarios ...`
(t. IX, pág. 212 y nota 35). El cotejo, entonces, entre los poderes del magistrado y los que
corresponden a las partes, con notoria ’prevalencia` de los poderes que las leyes otorgan al
órgano judicial, define en el plano procesal ese carácter publicístico”44.
La calificación publicístico o inquisitivo, en el derecho procesal se refiere a los poderes
de funcionarios y órganos en comparación con la competencia atribuida a las partes privadas deudor, acreedores y terceros-, en función de los intereses que se privilegian.
El carácter inquisitivo en el proceso concursal, muy particularmente en la quiebra,
resulta indudable para la mayoría de la doctrina.
Dentro de esa característica, se reconoce la existencia de algunos tramos o
procedimientos que pertenecen al tipo dispositivo. Los caracterizamos a continuación.
b,2) Procedimiento concursal eventual.
En el proceso concursal hay procedimientos eventuales, es decir que si no se presentan,
si no ocurren, no afectan la existencia del proceso concursal. Están motivados principalmente
por el interés particular de alguna de las partes en sentido formal y sustancial del proceso
concursal, generalmente pretensos acreedores.
Entre otros y para nombrar algunos procedimientos, los incidentes de revisión –art. 37
LCQ-, y los incidentes de verificación tardía –art. 56 LCQ-, típicos y característicos del proceso
concursal. El interés general igualmente está presente, como en todo el proceso concursal, y se
refleja en la participación del síndico como parte formal necesaria, a quien el Juez le corre vista
y debe contestarla.
En estos procedimientos el “thema decidendum”, los hechos, las fuentes de prueba, el
derecho invocado, la disponibilidad de la acción, el impulso procesal, le corresponden al que
promueve el procedimiento y a su contradictor. La participación del órgano sindical es como
parte formal, al contestar la vista que le confiere el juez si es un concurso preventivo o
asumiendo la contradicción en la quiebra, a efectos de controlar y opinar sobre la materia en
disputa
Lo expuesto en el capítulo VI apartado e) respecto a los “incidentes”, el procedimiento
tipo de carácter residual en el proceso concursal, cabe recordarlo aquí nuevamente a modo de
conclusión. El procedimiento de los “incidentes” en una clasificación general de los procesos
(Anexo I), es un proceso singular, judicial, por su contenido es contencioso, por su finalidad es
de conocimiento, por su estructura un plenario rápido. Al ser un procedimiento de
conocimiento pleno la Sentencia producirá cosa juzgada material
El tipo procesal del “incidente” se aproxima al tipo procesal dispositivo. Debe
señalarse que tiene caracteres particulares con la participación del síndico y el poder de
dirección del juez, que puede decidir de oficio sobre la negligencia en la producción de la
prueba o la Innecesariedad de la que se encuentre pendiente, que lo diferencia de nuestros
clásicos procesos particulares –civil y comercial-. No obstante, insisto, se encuadra en el tipo
procesal dispositivo.
Los procedimientos eventuales podrían faltar sin afectar la continuidad del proceso
concursal que es esencialmente inquisitivo.
c) Resumen.
Resumiendo lo dicho, los procedimientos previos y los procedimientos eventuales del
proceso concursal son del tipo procesal dispositivo. El proceso concursal, en cualquiera de los
procedimientos necesarios, entre ellos el concurso preventivo, homologación del acuerdo
preventivo extrajudicial y quiebra, son procesos del tipo inquisitivo.
La ubicación en la clasificación de los procesos, Anexo I, entre los procesos de tipo
inquisitivo, es debido a que los aspectos centrales del proceso concursal son inquisitivos.
44
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Anexo I
Clasificación de los procesos45:
A) TIPO PROCESAL INQUISITIVO.
de instancia pública
- Por ejemplo, juicios penales:
de instancia privada
- “Concursos” 46
B) TIPO PROCESAL DISPOSITIVO:
1:Contencioso: existencia de conflicto
Por su contenido:
2:Voluntario: inexistencia de conflicto
1: De conocimiento:
Por su
Finalidad:
2: De
ejecución:
JUDICIALES
Singulares
Meramente declarativos
De condena
Determinativos
a) Ejecución de sentencias
b) Juicios ejecutivos
3: Cautelares
Ordinarios (plenario tipo)
Por su
Estructura
Plenarios rápidos
Especiales
Conocimiento fragmentario
Sumarios:
Conocimiento superficial
ARBITRALES
Juicio sucesorio
Universales
45
Se adapta la clasificación de los Procesos propuesta por Palacio, ob. y lug. cit., ampliando la misma
con el tipo procesal inquisitivo (apartado “A”).
46
Conforme lo ya indicado, la clasificación tomada de Palacio, ob. y lug. cit., solamente contiene lo que
aquí se identifica como apartado “B”, “tipo procesal dispositivo”, que incluye los juicios universales, sin
especies o ejemplo. Los “concursos” como especie dentro del “tipo procesal inquisitivo” es lo que se
propone como conclusión de este trabajo, atendiendo a que el proceso concursal tiene características de
inquisitivo -con etapas eventuales dispositivas-, que lo adscribiría a este tipo procesal.
Para Maffia, Osvaldo J., “El juez del concurso (VI) - Desbroce del terreno”, diario El Derecho, tomo 182
página 1517 y “El Juez del Concurso (parte final). La peculiaridad del proceso concursal”, diario El
Derecho, tomo 190 página 788, se trata de un tercer género, una especie propia: “un suum genus”.
Anexo II - Cuadro descriptivo de un CONCURSO PREVENTIVO
SOLICITUD
DE
APERTURA
Arts. 11 y 12
RESOLUCION
JUDICIAL
APERTURA
arts 13 y 14
Rechaza:1) sujeto excluido: art. 2
2) incumplido art. 11
3) inhibición art. 59
4) incompetencia art. 3
DESISTIMIENTO deudor (arts. 30/31):
1) no cumple art.14 inc.5 y 8
2) omisión edictos arts.27 / 28
3) no ratifica arts. 6 / 8
4) voluntario art. 31
ABRE (art. 14): produce efectos (arts. 15/25)
Deudor
Juez
deudor
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------PRONTO PAGO DE OFICIO ley
26.086
CARTA A LOS ACREEDORES:
ART. 29
Responsable: SÍNDICO
SOLICITUDES DE
VERIFICACION
DE CREDITOS:
PERIODO
DE
OBSERVA
CIONES:
INFORME
INDIVIDUAL
RESOLUCION
SOBRE
CRÉDITOS
arts. 32 / 33
art. 34
Art. 35
Art. 36
Publicación de EDICTOS: arts. 27
/ 28
Responsable: Deudor
Acreedores
SÍNDICO
Deudor
Acreedores
SÍNDICO
Juez
PROPUESTA DE
CATEGORIZACION
DE ACREEDORES
INFORME
GENERAL
OBSERVA
CIONES
AL
INFORME
CATEGORIZA
CION DE
ACREEDORES
COMITÉ
PERIODO
DE
EXCLUSI
VIDAD
SUPUESTOS
ESPECIALES
Art. 41
Art 39
Art. 40
Art. 42
Art. 43
Art. 48
Deudor
SINDICO
Deudor
Quienes hayan
pedido verificación
Juez
Deudor
Acreedores
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------CONFORMIDAD
CON
EL ACUERDO
IMPUGNA
CIONES
HOMOLOGA
CIÓN
MEDIDAS
NULIDAD
CONCLUSION
DEL
PROCEDIMIENTO
Art. 45
Arts. 50 / 51
Arts. 52 / 53
Art. 60
Art. 59
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------Cesa
funciones el
síndico
Comité acre
edores
controlador
CUMPLIMIEN
TO DEL
ACUERDO
Art. 59
Publicidad
TERMINA EL
CONCURSO
Inhibición por un año
Anexo III - Cuadro descriptivo de la CRONOLOGIA DE UN CONCURSO PREVENTIVO
Presentación
10 d
APERTURA
Publicar
5d
5d
5d
Art. 11
11 / 12
deudor
14 27/28
JUEZ deudor
VER. DE CRED.
entre 15/20 d
14 inc 3 /
acreed./SIND.
32
INFORME INDIV.
Propuesta categ.
Observ.
RES. JUD. AC.
INFOR.GRAL.
10 d
20 d
10 d
10 d
10 d
34
35
Deu / ac. . SINDICO
36
JUEZ
41
39
SINDICO
20 d: INC. REV.
37
38
90 d: AC. ORD. POR DOLO
------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Fija CAT. y COMITÉ
Observac.
10 d
10 d
39
40
deud./ac.ins.
42
JUEZ
Período de exclusividad HACE SABER HOMOL/QUIEB.
CUMPLIMIENTO
INICIA SALVATAJE impugnaciones conclus. del concurso
90 d / + 30 d
(- 5 d)
2d
3d
5d
(45)
43
48
49
50
deudor/ac. ver. y admis. JUEZ JUEZ acreed.
51 / 54
JUEZ
59
Juez
59
JUEZ
Anexo IV - Cuadro descriptivo del PROCEDIMIENTO DE LA QUIEBRA
EFECTOS:
- inhabilitación: 234 / 238
- personales: 102 / 114
- incautación de bienes: 177 / 188
- medidas conservatorias y administrativas
- liquidación de bienes: 203 / 217
- extensión de la quiebra: grupo económicos,
responsabilidad de terceros: 160 / 176
- continuación de la empresa: 189 / 195
Petición de
Quiebra
DIRECTA
Deudor/acreedor
77
Quiebra
INDIRECTA
Casos en
Anexo V
Trámite
83 / 87
Edictos:
89
Secretario /
SINDICO
Procedimiento determinación
fecha CESACION DE PAGOS
115 / 117
Observaciones
40
- actos ineficaces pleno
derecho: 118
- actos ineficaces por conocimiento de la c. de p.: 119
- inicio inhabilitación 235
Observaciones
34
Sentencia
de
QUIEBRA
JUEZ
88
Presentación
de
solicitudes
de
VERIFICACIÓN
200 / 202
SENTEN
CIA
sobre
créditos
Concluye
la realización de los
bienes
JUEZ
36
Informe general
RECURSOS:
- de reposición: 94 / 95
- de incompetencia: 100 /
/ 101
- levantamiento sin
trámite: 96 / 99
CONVERSIÓN
en
CONCURSO
PREVENTIVO
90 / 93
Informe
Individual
SINDICO
200 / 202 (35)
SINDICO
39
Publicidad
218 / 219
Posibilidad de
reapertura
231
Informe final
SINDICO
DISTRIBUCION
FINAL
Juez
221
218
Proyecto de
Distribución final
SINDICO
218 inc. 4º
Reservas
220
Observaciones
218
Clausura del
procedimiento
230
Conclusión de la
quiebra
( 2 años )
231
Anexo V - Cuadro descriptivo de CAUSALES DE QUIEBRA INDIRECTA
Artículo 43: falta de exteriorización de la propuesta (debe hacerse – 20 d de que venza el plazo de exclusividad)
Artículo 46: no obtención de las mayorías y vencimiento del plazo de exclusividad (trámite art. 48 si corresponde)
Artículo 47: si el acuerdo con acreedores privilegiados es condición y no se obtiene
Artículo 48: si no se inscribieran interesados en la empresa (inc. 2º)
Artículo 48: cuando no hubiera acuerdo o no fuera homologado (inc. 8º)
Artículo 51: cuando fuere procedente una impugnación
Artículo 53 3er párrafo: falta de depósito art. 48, 7º, c
Artículo 54: falta de pago de honorarios
Artículo 61: nulidad del acuerdo
Artículo 63: incumplimiento del acuerdo
Artículo 67: concurso de agrupamiento, situaciones en caso de propuesta unificada
Anexo VI - Cuadro descriptivo de un PROCEDIMIENTO DE HOMOLOGACION DEL ACUERDO PREVENTIVO EXTRAJUDICIAL
O “concurso preventivo abreviado”, según propone Adolfo A. N. Rouillón, “Régimen de concursos y quiebras ley 24.522”, 15 ed., Astrea, 2006, pág. 181.
PARTICULARIDADES
en requisitos sustanciales:
- objetivo: c. de p. o dificul
tades ec. o fin. generales
- subjetivo: que lleve
registros que permitan
certificar conf. art. 72
- procesal: sentencia
conforme arts. 69 / 76
DEUDOR
que reúna:
ACUERDO con los acreedores, REQUISITOS:
- forma: art. 70
- contenido: libre, art. 71
- mayorías: art. 73
DOCUMENTOS CERTIFICADOS (art. 72):
1) estado de activo y pasivo
2) listado de acreedores
3) listado de juicios o procesos. administrativos
4) enumerar libros y regist.
5) monto y % de acreedores
que han firmado el acuerdo
EDICTOS:
conforme art.
74
Soli
-cita
JUEZ:
1) abre el
proceso;
2) acredita
dos 72, 70
y 73, orde
na publicar
EDICTOS
OPOSICIÓN:
acreedores
denunciados u
omitidos
10 d
75
PRUEBA:
eventual
75
HOMOLOGACION:
Art. 75
FACULTADES: 52
EFECTOS:
76
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